Capítulo 5
Después del incidente en el departamento, Gulf pudo terminar todos los trámites que tenía propuesto para ese día; la semana pasó sin problemas y para el final de la misma, el pelinegro ya tenía todo resuelto, logro conseguir un cupo en el colegio que le sugirió su vecina.
Las instalaciones eran de su agrado, pero lo que más le gustó era que la niña podía estar la mayor parte del día mientras ellos trabajaban, la directora le había asegurado que Lamai estaría perfectamente bien y que ponerla en clases extras la mantendrían ocupada y le daría la oportunidad de hacer nuevos amigos, además de que con la ayuda de la mujer pudo programarle sesiones con la psicóloga infantil que trabajaba allí, no le gustó para nada lo que había hecho la pequeña con la foto de sus padres, para él ese fue un llamado de atención que necesitaba ser atendido.
Y es que la niña había tomado muy bien la muerte de sus padres hasta ese día, con las citas de la psicóloga quería asegurarse de que fuera escuchada, que pudiera decir lo que de verdad sentía para que eso no la afectará más adelante, también había acordado con Mew para que fuera el encargado de irla a buscar en caso de que alguna de esas sesiones no saliera como debía ser y la pequeña no pudiera continuar con sus clases.
Sin embargo, no todo fue color de rosas esa semana, Gulf tuvo que lidiar con la constante intromisión de Samantha presentándose en su casa todas las mañanas y noches con la excusa de pasar a revisar en su sobrina, en oídos sordos habían caído todas las veces que el pelinegro le dijo que no era bienvenida y que podía guardarse sus opiniones.
Otra que resentía las llegadas de su cuñada era su empleada Mary, la mujer estaba a punto de perder la paciencia con las intromisiones de Sammy, por lo que Gulf siempre le decía que dejara que se hiciera cargo de Lamai y solo se ocupará de las labores domésticas como siempre, pero en lo que si fue inflexible el hombre fue en que su cuñada tenía prohibida la entrada si iba con sus hijos y él no estaba, no quería más objetos rotos o muebles manchados por los pequeños monstruos que tenía por hijos.
Aunque no se pudo quejar cuando él primer día de clases de la pequeña, la mujer se presentó y fue verdaderamente útil, ninguno de los dos tuvo que preocuparse por vestir a la niña, ni quedarse a esperar que el autobús pasará.
Ese día Lamai se despidió de sus tíos besando sus mejillas, recibiendo ella también un beso de cada uno, Mew se metió la mano en el bolsillo y le dio algo de dinero por si quería comprar algo en el colegio, cosa a la que Samantha le puso mala cara porque no estaba de acuerdo con eso; Gulf solo rodo los ojos y le informo la hora en la que salía la niña de clases, era decisión de ella si estaba allí cuando volviera, ambos se subieron a sus autos y se fueron a sus trabajos para empezar una nueva semana laboral.
Por su parte la niña, aunque no lo demostrara se encontraba un poco nerviosa, ella no quería ir a un nuevo colegio, quería volver al que ya conocía, pero no quiso decirle nada a sus tíos, se negaba a que se enfadaran con ella, esa semana cuando no estaba su tía Sammy ellos se comportaban diferente a cuando estaba la familia cerca, la trataban con cariño y no se molestaban cuando se les subía sobre sus piernas para ver televisión.
Tenía que ser valiente y hacer nuevos amigos para que ellos se sintieran contentos, se despido de su tía y se subió al autobús junto con los vecinos, se sentó sola porque no conocía a nadie, al llegar a la escuela la esperaba la directora, la cual con una sonrisa amable la tomo de la mano y la llevo a su salón.
Menos mal, la mujer la había llevado, porque cuando fue con su tío Gulf se dio cuenta que esa escuela era más grande que a donde la llevaban sus papis y otro de sus miedos ese día era perderse, aunque en su visita le encantó el enorme jardín y el patio de juegos que allí había.
La recibió en su nuevo salón una mujer alta con el pelo castaño, que vestía con un delantal de muchos colores, la cual se presentó como su nueva maestra, la ayudo a ubicarse en uno de los tantos asientos disponibles a la espera que comenzará la clase.
Y antes de que se diera cuenta, ya habían llegado el resto de los niños y su maestra se paró en medio de la clase: —Buenos días niños.
—Buenos días, maestra Kira.
—Hoy tenemos una nueva integrante en nuestra clase, espero que sean buenos con ella y la ayuden con todo lo que necesite, ¿pequeña podrías venir aquí al frente para que todos te conozcan?
Ante el llamado de la maestra, la niña se sonrojo y con toda la pena del mundo hizo lo que se le había indicado —Hola, mi nombre es Lamai Suppasit, tengo 5 años, me gustan los perritos y los gatitos, pero no me dejan tener ninguno y mi cumpleaños es en dos meses...
—¿Tendrás fiesta de cumpleaños? —, pregunto curiosa una niña de la primera fila.
—No lo sé, mis tíos todavía no me han dicho nada.
—¿Vives con tus tíos? —, interrogo otra vez la misma niña un poco confusa.
—Si vivo con ellos—, contesto Lamai un poco incómoda.
Antes de que otro niño curioso pudiera preguntar algo más, la maestra decidió intervenir —Muy bien, Lamai es un gusto conocerte, puede volver a tu asiento... Liz, ayúdala por si no entiende algo del libro—. La mujer era consciente de las circunstancias que la llevaron a vivir con sus tíos y la directora le advirtió que debía tener cuidado con eso, porque los niños a veces podían llegar a ser crueles sin querer.
Durante el resto del día, la pequeña disfruto de sus clases, canto divertidas canciones, hizo muchos dibujos y conoció nuevas amigas, Liz la había incluido en su grupo y las niñas eran muy buenas con ella, aunque extrañaba a sus antiguas amigas, pero pensó que si les decía a algunos de sus tíos quizás podían llevarla a jugar con ellas en alguna ocasión.
Ese día también fue bueno para Gulf, su amado esposo lo habia invitado almorzar en uno de sus restaurantes favorito, disfrutaron de la compañía mutua lejos de su pequeña sobrina con la cual habían comido los últimos días, viendo cómo se tiraba la mitad de la comida encima, era divertido verlo, pero necesitaban de ese momento a solas; en realidad Lamai no era el problema, ni su falta de puntería a la hora de comer, sino la presencia de Samantha, elle les quitaba la oportunidad de tener muestras de afecto, alegando que eso era un mal ejemplo para la pequeña.
Incluso lograron tener un rapidito en la parte trasera del auto de Mew antes de volver al trabajo, y por ello apenas el castaño llegó a su oficina llamo a la floristería de siempre y encargó un bello ramo de flores para su esposo, era su costumbre hacerle ese tipo de regalos, sobre todo cuando lo dejaba jugar con él en el estrecho asiento trasero de su carro, estaba consciente que su hermoso pelinegro odiaba aquello, pero lo hacía para complacerlo.
Gulf llegó con una gran sonrisa a su trabajo y Pineare enseguida intuyo lo que había pasado, ella era su mejor amiga y confidente, por lo que estaba enterada de muchas de las andadas del pelinegro con su esposo.
Por eso el hombre no tuvo problemas en dedicarle el resto de la tarde a escribir un informe para uno de los socios de la empresa, ese día nada podía dañar su felicidad, inclusive había recibido un correo electrónico del colegio diciéndole que el día de clases de su sobrina fue todo un éxito y que ahora estaba lista para sus clases extracurriculares y su sesión con la psicóloga, dejándolo satisfecho de haber tomado una buena decisión al inscribirla en esa escuela.
La verdad sea dicha, Lamai se había adaptado muy bien, había hecho un nuevo grupo de amigas y no tuvo ningún problema para jugar con ellas, tanto así, que ya había recibido muchas invitaciones para futuras fiestas de cumpleaños, las cuales acepto aún sin saber quién podría llevarla, pero ya después le preguntaría a sus tíos.
Esa noche, Gulf entro a su casa y casi estuvo a punto de besar el piso, porque recibió el choque del torbellino llamado Lamai que se había abrazado a sus piernas dándole la bienvenida, estaba usando su pijama y tenía un lápiz en sus manos, cosa que lo extraño, la directora le había dicho que ese día no tendría tareas porque estaba comenzando y apenas se estaba adaptando.
—Buenas noches a ti también pequeña, ¿ya cenaste?
—Si, tía Sammy calentó la cena que Mary hizo, estoy haciendo un dibujo y llegaron muchas flores, ¿para quién son?
—Esas flores son mías, me las envió tu tío Mew—, respondió Gulf caminando a la sala para ver el hermoso arreglo de girasoles que le había enviado su esposo.
—¿Porque te envío flores?, ¿es tu cumpleaños? —, pregunto curiosa la niña ya que no entendía porque su tío recibió flores, ella había visto antes que su papá le daba flores a su mamá solo en su cumpleaños o cuando hacia algo malo y como su tío Mew no se había portado mal, debía ser el cumpleaños de tío Gulf.
—Me las regalo solo porque me quiere mucho, no se necesita una ocasión especial para que alguien te regale flores—, explicó con paciencia el pelinegro sentados en el sofá, seguido de Lamai que se subió en sus piernas.
Esa se había vuelto su costumbre, ya sea con él o con Mew, la niña siempre buscaba contacto y lo hacía sentándose en sus piernas, ellos no vieron ningún problema con ello y la dejaban hacerlo, pero en esos momentos quería quitarse los zapatos, tenía los pies cansados, por lo que con sumo cuidado la levantó y la sentó a su lado en lo que hacía lo que había pensado, momento que aprovechó su cuñada para hacerse notar.
—Samantha, ¿no es demasiado tarde para que estés aquí? —, pregunto el pelinegro algo extrañado, iban a ser casi las diez de la noche, el informe que estaba readaptando resultó ser muy largo por los detalles que debía presentar y se le había hecho tarde.
Y se quedó confiando en que la mujer estaría allí para recibir a la pequeña y acostarla temprano, dejándola al cuidado de Mary, su empleada residía en la casa de lunes a sábado y ahora que lo pensaba que hacía Lamai despierta tan tarde, cuando la señora perfecta pregonaba que los niños debían dormir temprano.
—Los estaba esperando, no puedo creer que llegues a estas horas, ¡son casi las diez de la noche! ¿en qué estabas pensado? —, hablo la mujer molesta por la falta de responsabilidad de la pareja.
—Nadie te pidió que te quedarás, le hubieras dado la comida a Lamai, luego la hubieses acostado a dormir y te hubieras ido a tu casa—, contesto con simplicidad Gulf.
—¿Y dejar a la niña sola?
—¡Por supuesto que no!, Mary está aquí y ella podía perfectamente darle una vuelta de vez en cuando hasta que yo llegara, ella y yo acordamos eso, ya llegué ¿qué estás esperando para irte?, ahora pasas más tiempo aquí que en tu propia casa.
La mujer estaba a punto de decir algo cuando fue interrumpida por la llegada de Mew, quien tuvo exactamente el mismo recibimiento del pelinegro por parte de Lamai, con la única diferencia de que él se agachó y cargo a la niña, le dio un sonoro beso en la mejilla y se acercó a su esposo el cual beso tiernamente en los labios, sentándose a su lado dejando a la pequeña justo en sus piernas mientras pasaba su brazo por detrás del espaldar del sofá.
Todo eso bajo la atenta mirada de Samantha, que estaba a nada de protestar por las palabras del pelinegro, pero prefirió tragárselas y extender su mano y decir: —Ven Lamai, vamos a dormir.
La pareja dejo que se la llevará y cuando las perdieron de vista se dieron un beso apasionado, uno que habían querido darse anteriormente, pero se habían contenido por respeto a su sobrina, fueron a la cocina para calentar su cena y mientras comían la mujer se fue de la casa sin despedirse.
Y así fueron el resto de los días de esa semana, Mew y Gulf desayunaban con Lamai, dejándola con su pijama puesta para cuándo llegará Samantha se hiciera cargo de vestirla y acompañarla al autobús, como estaba de entrometida yendo todos los días a su casa que se ocupará de algo, ese era el pensamiento de la pareja.
Básicamente, se había convertido en una visita no deseada en esa casa, estaba allí a primeras horas de la mañana y en la tarde cuando la niña llegaba de la escuela, por eso los hombres tardaban tanto en regresar del trabajo, esperaban que al poner un pie en su hogar la mujer ya no se encontrará en él, pero aún no habían corrido con la suerte de no ver su cara.
Por su parte, Lamai estaba feliz con sus nuevas amigas, las clases también eran divertidas y le encantaban, sin contar sus actividades extracurriculares que también le gustaban mucho, cuando llegaba a casa le contaba todo su día a su tía Sammy, pero a ella no era a quien le quería contar sino a sus tíos, sin embargo, nunca podía verlos en la noche, se dormía muy temprano por lo cansada que llegaba de la escuela.
Llegado el sábado, la pequeña se levantó con toda la energía del mundo con una misión en mente, pasar el día junto a sus tíos favoritos, pero al bajar las escaleras no encontró a nadie y ya estaba a punto de llorar hasta que vio Mary saliendo de una de las habitaciones.
—¿Y mis tíos?
—Salieron temprano a la oficina, ahora deberías cambiarte que la señora Samantha no tarda en venir por ti.
—¿Voy a salir con ella?
—Eso me dijeron tus tíos, que ella vendría por ti...
Ante esas palabras, Lamai salió corriendo a su habitación para estar lista para cuando llegara su tía, estaba un poco molesta de que sus tíos se fueran sin despedirse de ella, ya se había acostumbrado a recibir su beso de despedida de cada uno antes de que se fueran al trabajo, sin embargo, se le pasó rápido la molestia y comenzó a seleccionar la ropa que quería ponerse.
No obstante, Samantha llegó a la casa enfurecida, estaba peleando por teléfono con Gulf, regañándolo por dejar sola a la pequeña e irse a trabajar; ella lo había llamado para avisarle que iba en camino, recibiendo como respuesta que Lamai estaba en la casa acompañada por Mary a la espera de ella, que él estaba en el trabajo.
Esa respuesta no le gustó para nada, esperaba encontrarse con ambos ese día y recibir de ellos a la niña, no le importaba que estuviera con la empleada doméstica, ella simplemente no confiaba en Mary, a la mujer se les notaba a kilómetros que no le gustaban los niños.
Llego a la casa de su cuñado muy molesta y por eso no le dirigió la palabra a la mujer que le abrió la puerta, subió directamente a la habitación, vio la ropa que la niña había seleccionado y procedió a vestirla para salir de la casa inmediatamente, el plan para ese día era llevarla a casa de sus padres, quienes habían pedido ver a su nieta y ella como buena hija iba a cumplir con los deseos de sus progenitores.
Hay que mencionar, que la llamada que la mujer le hizo al pelinegro fue en el momento menos indicado, él se encontraba en una junta importante en donde estaba presente su jefe, quien lo miro ceñudo cuando salió en medio de una de la exposiciones de uno de sus colegas y regreso con el teléfono de la mano como si nada, ya veía una amonestación en su expediente por parte de Jackson, pero no podía hacer nada, ahora tenía que estar pendiente del bienestar de su sobrina, ya no eran solo él y Mew, ahora tenían una responsabilidad y debían estar pendiente de lo que pasará con la pequeña Lamai.
Así iniciamos la semana con un capítulo tranquilo sin muchos incidentes
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