Capitulo 32
Todo era paz mientras los niños jugaban con el perrito hasta que Mew recibió la llamada de Kulap preguntando si el niño ya estaba en casa, pacientemente el castaño le había explicado que necesitaban algunos días para que Alexander se adaptará a ellos, pero ella se negó a hacerle caso alegando que Bass estaba allí con ellos, así que como abuela ella también tenia derecho de estar presente.
Mew había intentado persuadirla diciéndole porque era una mala idea ir, Kulap y Dave llegaron dos horas después a la casa, Gulf se había adelantado y los había recibido en la puerta de la casa, a leguas se podía notar que todo era idea de la mujer, pues a su suegro se le notaba en sus facciones que el no estaba allí por voluntad propia.
-¿Ocurre algo Gulf?- le pregunto Dave temiendo que de verdad su visita allí no había sido una buena idea como Mew le había dicho a su mujer por teléfono.
-Nada malo, pero el está de mal humor, así que no se sientan mal si es un poco grosero con ustedes- le explicó queriendo que por una vez en su vida su suegra le hiciera caso.
-Se manejar niños berrinchudos- fue todo lo que dijo Kulap restándole importancia a lo dicho y entrando a la casa.
El pelinegro suspiro y dejó entrar a Dave también, sabiendo que se avecinaba una nueva tormenta, Lamai saludo a sus abuelos rápidamente para irse con Mirian que la esperaba para que fuera hacer los deberes que aún no había terminado por estar jugando con su hermano mayor, la escuela ya había reiniciado y ella tenía algunas cosas que hacer para el día siguiente.
-Hola pequeño yo soy tu abuelita Kulap, o como me dice Lamai abue Kulap- se presentó la mujer ante el niño que la miraba con el ceño fruncido.
Para luego bajarse del sofá donde estaba sentado y caminar hacia el comedor y sentarse en una silla vacía, bajo la atenta mirada de Gulf, que con ese gesto pudo intuir que no quería a nadie cerca.
-Todo esto es nuevo para él- le dijo Bass -Ya veran que en unos dias pasa la etapa rebelde en la que esta.
Eso era lo que mas deseaban Mew y Gulf que volviera a sentirse a gusto en su casa, era su primer dia y no iban presionar mas de lo que Alexander pudiera soportar, Kulap y Dave se quedaron a cenar, Mary había preparado preparado pechugas de pollo en salsa, plato que era el favorito de Alexander cuando era pequeño, el cual fue recibido de buen agrado por el pequeño y estaba haciendo todo un desastre mientras degustaba su deliciosa cena.
Gulf se había mordido la lengua para no decirle que tuviera mas cuidado y que usará la servilleta para que se limpiara, no hablaba con nadie, pero estaba comiendo con gusto y una que otra vez se escuchaba su risita junto a Lamai por estar pasándole comida por debajo de la mesa a Chopper, según ellos sin que nadie se diera cuenta.
Kulap había seguido intentando acercarse al niño, pero había fracasado en todas las oportunidades, Alexander no estaba hablando con nadie mas que no fuera Lamai, y es que el veía en ella a su dulce hermanita que no tenia idea de lo que estaba pasando a su alrededor, en ella veía una cara amiga a la que no tenia que darle explicaciones y con la cual podía jugar y divertirse sin ningún problema, algo que no había tenido en todos los hogares en los que vivió; en donde había tenido una existencia solitaria, siendo tachado como el niño que adoptaron pero devolvieron, porque no lo quisieron.
Después de la cena Kulap y Dave se marcharon en taxi, no sin antes la mujer recordarle a su hijo que había organizado una reunión ese fin de semana para que Bosston conociera a su sobrino y este comenzara a convivir con sus primos, a Mew no le parecía una buena idea pero iban a ir solo por complacerla ya que no quería seguir teniendo problemas con la familia, solo esperaba que Samantha se ahorrara sus comentarios y no dijera nada que pudiera dañar la estabilidad de Alexander.
Ya cuando todos estaban listos para irse a la cama, Gulf se asomo en la habitación del pequeño, y vió que la cama seguia hecha y Alex no estaba en ella, cuando abrió la puerta y entro se dio cuenta que el niño estaba en el banco de abajo de la ventana contemplando la noche.
-¿Todavía no tienes sueño?- pregunto en voz baja no queriendo asustarlo, el no contesto y siguió en el mismo lugar -¿Quieres que te prepare un baño? eso te relajaría y podrías conciliar el sueño mas rápidamente- ofreció intentando brindarle comodidad, pero siguió en silencio.
-Bueno entonces si estas muy cansado te prepararé la cama... puedes tomar un baño mañana.
Alexander solo veía desde su rincón en la habitación como el pelinegro le preparaba la cama, desde muy pequeño había tenido que aprender a hacerlo solo, en todas las casas que había vivido a los adultos no les importaba si la cama era cómoda o si dormía en ella, tan solo querian que dejara de molestar, siempre había sido el niño que nadie quería y que no debía de estar en ese lugar, pero Gulf era distinto a todas esas personas el había sido su papi, el que lo dejo solo.... y no se lo iba a perdonar nunca, aun estaba dolido con él, porque no lo haya ido a buscar y lo salvara de todas las cosas que había vivido.
-Ya esta todo listo cielo- le dijo el pelinegro apartandose.
Pero antes de que se pudiera acercar, Alexander se puso de pie y salio corriendo a la cama para arroparse con las mantas, en esa casa no era necesario tener sabanas muy gruesas como en sus otros hogares, alli todo estaba calentito, pero no se lo diría a nadie, no sabrían que se sentía a gusto alli.
-Te tengo una sorpresa- hablo nuevamente Gulf, arrodillándose a su lado.
El pequeño vio como abría una pequeña gaveta en la mesita de noche junto a la cama, en la que estaba una lámpara en forma de Tasha la hipopótamo.
-Este era tu peluche favorito- le dijo mostrando el pinguino que representaba a Pablo en perfecto estado -Lo llevabas a todos lados, no importaba que estuvieras haciendo siempre lo tenías contigo, incluso si salíamos no podíamos hacerlo si no lo llevábamos con nosotros, solías ver la televisión con el, no lo soltabas para nada- recordo con nostalgia Gulf aquellos dias felices.
Alexander solo tomo el peluche ofrecido y lo lanzo contra una de las paredes con rabia.
-No me gusta, es tonto como tu- el pelinegro solo suspiro ante esas palabras y se puso de pie para abandonar la habitación.
-Descansa cielo, mañana será un mejor dia.
Eso fue todo lo que pudo decir para después de cerrar la puerta y derrumbarse tras ella dejado salir las lágrimas contenidas; adentro de la habitación tambien Alexander lloraba con amargura, a ambos les dolía estar tan cerca y a la vez tan lejos, Alex se bajo de la cama y fue por el peluche claro que lo recordaba y todavía le gustaba pero eso era algo que Gulf no debía de saber.
Mientras eso pasaba Mew estaba en la habitación de Lamai leyendole un cuento, ella adoraba que sus padres le leyeran un cuento antes de dormir, su papi no era tan bueno como su papá pero igual le gustaba cuando le leia.
-Me gusta mucho Alex, aunque tiene mal carácter- murmuro ella mientras se acurrucaba en su cama lista para dormir.
-Su carácter solo es fuerte, además a ti te adora no tienes de que preocuparte.
-Lo se papá, solo que no me gusta que sea grosero con ustedes, ya que lo quieren mucho.
-Es cierto, pero no debes preocuparte de eso, papi y yo nos haremos cargo de todo.
-Ustedes siempre se encargan de todo papá.
-Ese es nuestro trabajo como sus padres, tenemos que hacer todo lo posible para que Alexander y tu sean unos niños muy felices.
-¿A pesar de que Alex les diga que no los quiere?
-A pesar de eso, ¿sabes porque?
-¿Porque?- pregunto curiosa la niña.
-Porque nosotros lo amamos, igual que te amamos a ti.
-Yo tambien los amo papá y estoy segura de que Alexander tambien lo hace.
-Esperemos que tengas razón pequeña- termino de arroparla y dejarla dormida.
Llego el fin de semana y creo que sobra decir que la reunión fue todo un desastre, con Bosston y Samantha todo se convirtio un caos, Alexander le había votado el jugo de uvas en el vestido a la mujer.
Y nadie podía culparlo por haberlo hecho, pues Samantha había hecho un comentario de lo mas desagradable en presencia del niño, la mujer había expresado con bastante veneno que Kanya había hecho lo que hizo para alejarlo de Mew y Gulf por una razón, al ver la actitud que tenia el niño con sus hijos.
Bosston estaba muy enfadado con su esposa, ese había sido un comentario completamente fuera de lugar, porque se podía notar sin mucho esfuerzo cuanto Mew y Gulf amaban al niño, en ellos veía el mismo amor que el sentía por sus hijos, nunca había sospechado que su cuñado pudiera ser tan cariñoso y entregado, pero Gulf solo transmitía amor hacia Alexander y Lamai en su mente no había ninguna duda de ello, asi que con mucha pena tuvo que tomar a su mujer y sus hijos e irse de la casa de sus padres bajo la protesta de esta, ellos eran los que debian irse pues Samantha era la que había roto la relativa paz que tenian con sus comentarios.
Alexander ya tenía en casa una semana y su actitud no había hecho más que empeorar, cada cosa que lo rodeaba era un detonante; Gulf no había podido conseguir muchos días libres de su trabajo ya había pedido muchos permisos cuando comenzó hacerse cargo de Lamai y estaban a punto de cerrar un contrato y él debía estar presente para ello.
Mew si había podido conseguir dos semanas libres y por ello era quien se estaba quedando en casa, su jefa no había puesto muchas objeciones porque el castaño le había prometido ponerse al corriente con el trabajo por las noches.
Así que había tenido que pasar por todas las crisis de Alexander aventando cada cosa que se le atravesara, tenía que tomarlo en brazos y quedarse tirado con el en el suelo mientras gritaba que lo dejarán solo; en esos momentos Mirian cuidaba protectoramente a Lamai, manteniéndola alejada hasta que su hermano terminaba cansándose y durmiéndose en brazos de su padre.
-Me dejaste- lo recriminó en medio de una crisis.
-No lo hice, te llevaron lejos y cada vez que estaba a punto de recuperarte te volvían a llevar lejos.
-¡No te creo!, ¡Te odio!, ¡Te detesto!
En ese momento había aprovechado que Mew había aflojado sus brazos y corrió escaleras arriba escondiéndose en su habitación, sus palabras eran puñales que se le clavaban en el corazón al castaño, se sentía culpable por no haber hecho más, quiso mantener su mente y corazones libres de culpas, pero al final Gulf había tenido razón, a qué precio lo había conseguido, su pequeño niño los odiaba.
-¿Estás bien papá?- le pregunto Lamai viendo como el castaño lloraba sentado en el suelo.
-Si yo estoy bien - se limpio las lágrimas de sus ojos -¿Que te parece si vamos a la cocina y comemos algunos dulces?
La niña asintió con una sonrisa y se fue con él a la cocina donde encontraron las ricas galletas de Mary, las cuales no había dejado de hacer desde que Alexander había vuelto a casa y allí mientras comía con su hermosa niña se hizo la promesa que buscaría la manera de demostrarle a su hijo que ellos lo amaban, no importaba el tiempo que lo llevara hacerlo el tenía que hacer que Alex entendiera que ellos nunca habían dejado de quererlo.
Veinte minutos después Lamai subió las escaleras después que su papá se hubiera tenido que ir a la oficina a contestar una llamada importante.
-¿Que quieres?- le pregunto Alexander cuando su puerta se abrió.
Ella no le hizo caso e ingreso para acostarse en la cama junto a él -Esto es para ti- le dijo mientras le entregaba una hoja con muchos colores.
-¿Para mí?
-Si, somos los cuatro, papá, papi, tu y yo- le señaló cada uno de los integrantes de su dibujo.
-Yo no soy tu familia- le dijo el en voz baja.
-Claro que lo eres tonto, eres mi hermano mayor- le dijo Lamai rodando los ojos -Papá y papi me enseñaron muchas fotos tuyas que tienen en el teléfono, ellos aún guardan cosas tuyas en la caja fuerte, ellos también hacen eso con mis fotografías y si ellos dicen que eres mi hermano, entonces lo eres, formas parte de esta familia- sentenció la pequeña inflando los cachetes.
Alexander no respondió nada y solo se quedó viendo el dibujo pensativo, el dibujo era muy simple los muñecos ni siquiera tenían definición, pero se podía ver qué que se trataba de un jardín lleno de muchas flores que eran del tamaño de las personas, sonrió por la poca definición que tenía la niña de la altura de las cosas, pero era muy bonito como todos estaban agarrados de la mano.
-¿Quieres ver la televisión?- pregunto de repente Lamai poniéndose de pie.
-No, tú ves cosas de niña- le contesto él enfurruñado.
-Eso es porque soy una niña tonto- le devolvió ella recalcandole lo obvió -Pero podemos ver una película de tu preferencia, tengo muchas- le ofreció ella y el solo negó con su cabeza no estaba de ánimos para hacer nada.
-Anda podemos pedirle a Mary que nos haga palomitas, podemos ver Toys story si quieres -insistió ella queriendo convencerlo.
-¿Tienes esa película?
-Sip, tengo todas las películas de Disney- le confirmo ella.
-Yo no la he visto- susurro él, en las casas de acogida nunca le permitieron ir a los paseos al cine, diciéndole no se lo merecía por su comportamiento.
La realidad era que no lo llevaban porque esas salidas eran patrocinadas por benefactores que pedían el listado de los niños que tenían a su cargo y como Alexander no estaba en su base de datos no podían llevarlo.
-¿De verdad no la has visto?, Mejor así la vez conmigo, los hermanos Suppasit verán una película juntos por primera vez -dijo emocionada Lamai por ver la cara de Alex cuando la viera.
-¿Pero tú ya la viste?
-Prometo emocionarme como la primera vez- le juro ella solemnemente terminando de convencerlo.
Alexander sin decir nada más siguió a Lamai a la sala, discutiendo que no era posible que se emocionara como la primera vez si seguramente la había visto muchas veces; Gulf llegó unas horas después encontrándose a Mew contemplando a los dos niños dormidos en el sofá.
Era una imagen muy tierna la que tenian delante de sus ojos pero Mew tenía otra cosa en mente en esos momentos necesitaba a su esposo -¿Crees que podemos tener un tiempo de adultos?- pregunto atrayendolo a su pecho -Desde que llegó Alex, tú y yo no hemos tenido intimidad.
El pelinegro solo se rió y lo beso en los labios, pero antes de que siquiera Mew pudiera terminar de corresponderle escucharon la voz de Lamai llamándolos, haciendo que se separaran rápidamente.
Habían pasado dos semanas más y las cosas seguían sin mejorar, los arrebatos de Alexander seguían a la orden de día, esa mañana no había querido bajar a desayunar así que con toda la paciencia del mundo Gulf había subido con una bandeja llena de panqueques para él, la cual termino en el suelo después que la aventara diciendo.
-No quiero nada, no quiero estar aquí, no he quiero a ti, te odio, te odio, te odio- eso era normal cada vez que veía al pelinegro y este ya se estaba cansando.
Conto hasta diez en su cabeza, comprendía a su hijo de verdad lo hacía pero ya no podía más, amaba mucho a su niño y por ello no podía seguir permitiéndole cada uno de sus arrebatos, tenía que empezar a ser un padre y ser firme con su hijo, no por regañarlo iba dejar de quererlo.
-Quiero que te pongas tu pantuflas y bajes a desayunar con nosotros, de ahora en adelante quiero que bajes a comer con nosotros como la familia que somos- hablo con voz firme aunque por dentro se estuviera sintiendo mal por darle órdenes.
-No quiero- se cruzó de brazos desafiandolo con la mirada.
-No te estoy preguntado si quieres, te estoy diciendo que desde hoy desayunas, almuerzas y cenas en el comedor con todos nosotros, estás semanas he dejado que hagas todo lo que quieras y armes tus pataletas, pero se acabó, te amo demasiado como para dejar que te conviertas en un niño malcriado, se acabó la libertad de hacer lo que se te dé la gana, obedeceras a la señorita Mirian en todo lo que te diga sin ninguna réplica.
-No me puedes obligar- lo reto nuevamente.
-Claro que puedo, es el momento que sigas las reglas de está casa tal como lo hace Lamai.
-Ella lo hace porque es tu hija, yo no soy nada tuyo...
-Si lo eres... Tu también eres mi hijo y los quiero a los dos por igual, por esa razón tiene que hacer lo que te digo, así que ponte las pantuflas y vamos al comedor.
Alexander solo pudo inflar los cachetes y fulminar con la mirada a Gulf, cinco minutos estuvieron en un duelo de miradas hasta que el pequeño se rindió bajando los ojos y busco sus pantuflas nuevas de Spiderman que combinaban con su nueva pijama, una vez listo salio de la habitación junto al pelinegro.
Ambos entraron a la cocina ante la atenta mirada de Mew que estaba sorprendido de que el niño se les uniera en el desayuno, Alex se sentó junto a Lamai quien le sonrió y beso su mejilla a modo de saludo.
-¡Buenos días hermanito!
-Mary cuando te desocupes por favor limpia la habitación de Alexander ocurrió un accidente con la bandeja de desayuno que le lleve- le pidió Gulf con tono suave a la mujer.
-Lo haré enseguida señor.
-Tranquila no hay prisa, primero traerle un plato a Alex con su desayuno, a partir de ahora comerá todas las comidas con nosotros aquí en el comedor- le dijo mirando fijamente a su hijo retandolo a qué dijera lo contrario.
-Entiendo señor Gulf- murmuró Mary mientras colocaba un plato delante del niño mientras iba a buscar la comida.
Mew solo vio con curiosidad como Gulf y Alexander se estaban con la mirada, no sabía quien iba a ceder primero, pero estaba cien por ciento seguro que su pingüinito seguía siendo un niño de papi, solo que aún no estaba listo para aceptarlo.
Pero quién apareció con la comida fue Mirian quien tranquilamente le colocó dos panqueques con miel en el plato.
-Quiero miel- pidió serio Alexander mientras apuñalaba con su tenedor un trozo del panqueque.
-Ya tienen- le respondío el castaño tranquilo.
-Yo quiero más.
-La señoríta Mirian dice que no es bueno comer tanto dulce, se te pican los dientes y después el hada de los dientes no te deja nada debajo de la almohada- intervino Lamai haciéndole saber que no era bueno pedir más miel de la que ya tenían.
-No estaba hablando contigo- le frunció el ceño ahora a la niña.
-¡Era un tonto!- le saco la lengua Lamai.
-¡Y tú una boba!
-Al menos no soy mal educada como tu- le replicó nuevamente ella.
-Yo no...
-Claro que lo eres- lo miro seriamente retandolo a qué dijera algo más.
Alexander solo bufo y se concentro en comer sus panqueques, Mew y Gulf se rieron silenciosamente viendo como la pequeña había domado la pequeña rabieta que iba a comenzar Alex.
-Ella es igual a ti- le gesticuló el castaño a su esposo tomándolo de la mano causando la risa de Gulf, que solo volteo y le dio un pequeño beso en los labios.
Esa misma mañana de sábado mientras Mew y Gulf estaban trabajando en sus respectivas empresas, Mirian le ordenó al pequeño que fuera a ordenar su habitación o no podría ver caricaturas junto a Lamai, al escucharla protesto pero esta vez no estaban ni Mew, ni Gulf para que intervinieran en su nombre.
-Es tu responsabilidad jovencito- le volvió a decir la mujer guiandolo a su habitación - Se que estás molesto, pero esa no es razón para permitir que seas un desordenado, tu tarea es recoger tus juguetes y colocar la ropa sucia en el cesto que tienes allí que Mary se hará cargo de lo demás- le explicó Mirian señalándole el lugar donde debía dejar las cosas.
-¿No tengo que llevar la ropa al cuarto de lavado y ponerla en la lavadora? - pregunto extrañado ya que eso era lo que hacía desde que era pequeño en sus antiguos hogares mientras que los demás niños solo tenían que dejar su ropa en un lugar para que los adultos la lavaran.
-¡Por supuesto que no!- contesto horrorizada la mujer, para ella los niños pequeños no deben hacer labores de adultos -En esta casa tu único deber es dejarla en el cesto.
Alexander asíntio quedándose solo en la habitación que había cambiado bastante desde su llegada, aún seguía con las decoraciones de los Backyardigans en las paredes pero sus sábanas habían cambiado, ahora lo que predominaba en su mayoría en el lugar eran los superhéroes; la señorita Mirian tenía razón su habitación estaba desordenada pero era porque no quería lavar nada, y el saber que no tenía que hacerlo más, era un completo alivio ya que en las otras casas sino lo hacía se quedaba sin ropa que usar, aunque desde que había llegado allí no había tenido ese problemas porque Bass le había regalado muchos conjuntos diferentes y Mew y Gulf también le habían ido comparando un nuevo guardarropa y muchas otras cosas.
Después de media hora aún no había terminado de arreglar su desorden, tenía muchas cosas tiradas por todos lados, que no sabía cómo había dejado que terminara todo en ese estado, bueno si sabía pero no quería admitir que había estado equivocado.
-¿Necesitas ayuda?- pregunto Lamai entrando a la habitación.
-¿Es que no te enseñaron que debes tocar la puerta antes de entrar?- le pregunto levantando una ceja.
-Por supuesto que sí, pero no es necesario tu no eres una persona mayor- le explicó ella seriamente su razonamiento.
-Pero yo soy mayor que tu...
-Lo eres, pero te portas como un bebé... Ni siquiera yo hacía eso- hablo ella nuevamente como si nada.
-Claro que no lo hacías, tu eres hija de Mew y Gulf estoy seguro que ellos nunca te dejaron hacerlo.
-A ti tampoco- le contesto ella mientras se sentaba en la cama.
-Tu no sabes nada...
-Yo sé mucho... y creo que deberías de darle una oportunidad a papi Gulf y a papá Mew, así como yo se la di a Kanya y Thorn- hablo Lamai en voz baja.
-¿Y quienes son ellos?- pregunto extrañado escuchando el nombre de la mujer por segunda vez.
-Ellos eran mi mamá y mi papá...
-¿Tu mamá y papá?- pregunto extrañado mientras recogía unos muñecos de acción que Mew le había regalado días atrás.
-Si tontito, mis papás murieron y ahora están en el cielo, por eso es que vivo aquí.
-¿Entonces no eres hija de Mew y Gulf?
-¡Claro que lo soy!- contesto ella rodando los ojos -A veces, eres muy lento para entender...
-¡Vete de mi habitación!- le dijo enojado Alexander que ya se estaba cansando que la pequeña hiciera lo que quisiera con él.
-¡Te enojas de nada!, ¿Lo sabes?- se cómodo mejor en la cama la pequeña haciéndole saber que no se estaba llendo pronto.
-No lo soy...
-Si lo eres y así te quiero, todos te queremos.
-Yo también te quiero- le regaló una sonrisa a la niña para luego sentarse en la cama con ella, no podía evitar que su hermanita sacará su lado amable, pero igual aún tenía dudas así que le pregunto -Entonces, ¿Tenías otros papás?
-Sip, ellos muerieron en un accidente en el auto.
-¿De verdad?
-Sip, ellos muerieron y tuve que venir a vivir aquí.
-¿Y no extrañas a tus papás?- pregunto curioso el niño.
-Algunas veces- se encogió de hombros Lamai restándole importancia -La verdad es que extraño las mañanas de navidad con Thorn o cuando Kanya jugaba muñecas conmigo...
Sollozo la niña recordando los buenos momentos que había vivido juntos a ellos, Alexander se apresuró a abrazarla cuando comenzó a llorar de tristeza, se había preocupado al ver la primera lágrima rodar por su mejilla, no le gusto la sensación en su pecho al ver la tristeza de la niña.
-No llores Lamai, ellos ahora te están mirando y cuidando desde el cielo- la consoló querido que parará de llorar.
-Lo se- contesto la pequeña secándose las lágrimas de sus ojos -La abue Kulap dice que ellos son felices allá arriba siendo estrellas y por eso yo pienso que soy feliz aquí con mis nuevos papis.
-Eres feliz porque todos te quieren mucho Lamai- susurro Alexander ayudándola a secar sus lágrimas.
-Igual que te quieren a ti, papi Gulf y papá Mew te quieren mucho...
-¡No es cierto!
-Por supuesto que sí, ellos te buscaron y te trajeron de vuelta con nosotros.
-Eso no quiere decir que me quieran- dijo Alex negandose a aceptar que de verdad lo querían.
-Ellos si te quieren Alexander, estoy segura de ello, como lo estoy de que Thorn y Kanya me querían... Cuando murieron yo estaba enojada con ellos porque se fueron al cielo, pero ahora ya los perdone y soy muy feliz aquí, no es bueno que estés enojado... No vale la pena Alex- le dijo Lamai con un razonamiento que no parecía de una niña de seis años, ella tenía una inteligencia más allá de su corta edad, quizás porque le había tocado madurar más rápido de lo necesario para poder sobrevivir en el ambiente al que Thorn y Kanya la habían sometido.
Por su parte el pequeño se había quedado callado pensado en lo que su hermanita había dicho, para el no era fácil perdonar cuando se había sentido abandonado esos cuatro años en los que nadie lo defendió y lo protegió de la crueldad de los demás niños.
-¿Quieres jugar conmigo y Chopper?- pregunto Lamai rompieron el silencio.
-No puedo, primero tengo que limpiar mi habitación.
-Entonces te voy ayudar para que termines más rápido- se levantó ella dispuesta a recoger las cosas para terminar lo más rápido posible.
El lunes cuando Lamai se fue al colegio, Alexander comenzó su nueva rutina, Mew y Gulf habían contratado una profesora para que lo ayudara a ponerse al día y pudiera ir al colegio con su hermanita, la mujer iba en el horario de escuela que tenía Lamai, Mew Gulf se aparecían a la hora del almuerzo y comían con él, para luego regresar puntualmente a la hora que la pequeña regresaba a casa del colegio.
De eso ya había pasado una semana y ese día en particular habían llegado a comer encontrándose con la sorpresa de que Lamai había salido temprano de la escuela, por una reunión de maestros por lo que los acompañaría también en el almuerzo, Alexander estaba sentado en la mesa sin probar bocado alguno, todos estaban reunidos comiendo, así que viendo lo que sucedía Gulf le pregunto:
-¿Pasa algo cielo?, No has probado bocado ¿Te duele la barriga o algo?
-No.
-¿No te gusta la comida?- volvió a preguntar ya que el niño se encogió de hombros y comenzó a remover el guisado de carne con el tenedor.
-Te aseguro que si le das un bocado te vas a gustar, aún no has dado ni el primer bocado a la comida- le dijo ahora Mew con una sonrisa.
-No tengo hambre, así que dejen ya de molestarme.
-Esa no es forma de hablar Alexander, podías haber dicho que no tenías hambre y ya - lo regaño el castaño y como siempre el solo bufo y cruzo los brazos molesto.
-¿Cómo estuvo tu día Lamai?- intervino Gulf queriendo aligerar el ambiente, viendo como su pequeña comelona estaba a punto de terminar sus alimentos.
-Fabuloso...
Contesto ella para comenzar a decirles todo lo que había hecho ese día, Alexander la escuchaba atentamente recordando porque estaba molesto; y era porque ya se había aburrido de estar todo el día en casa, detestaban tener una profesora particular porque le ponía demasiado atención.
Cuando terminaron de comer Mew y Gulf regresaron al trabajo, le dieron su beso de despedida a Lamai y Alexander no se pudo escapar de que Gulf también le diera un beso antes de irse; Lamai se levantó de la mesa y se fue a la sala en busca de su morral para hacer sus tareas, Alex iba a seguirla pero Mirian lo detuvo antes de que se levantará.
-Tu no te vas antes de que te acabes todo lo que hay en tu plato- le dijo mirándolo fijamente a los ojos.
-No tengo hambre.
-Entonces nos quedaremos aquí hasta que tu estómago decida que quiere comer.
-No es justo...
-Alexander no has comido nada en todo el día, no creas que no me di cuenta que le diste tu desayuno a Chopper cuando los demás se descuidaron, si no comes te puedes enfermar.
-Pero de verdad no tengo hambre- replicó él no queriendo hacer lo que la mujer le pedía.
-¡Claro que tienes!, Esto es solo otra de tus pataletas que no funcionan conmigo, así que no te vas a levantar hasta que te comas por lo menos la mitad de lo que hay en tu plato- sentenció la mujer esperando que hiciera lo que le pedía.
Alexander se comió todo lo que estaba en su plato después de dos horas de estar allí sentado bajo la atenta mirada de la señorita Mirian que se había sentado frente a él y no se había movido de su lugar cumpliendo lo que había dicho, incluso cuando Lamai la había llamado para que la ayudara con la tarea no se había movido, solo le pidió que fuera hasta ella y le explicó desde su lugar sin dejar de vigilarlo.
-Ya termine- dijo el niño apartando el plato vacío.
-Muy bien ahora puedes ir a ver televisión con tu hermana.
-¿Puedo tener postre?- pregunto poniéndose de pie.
-Claro que si, dejaré que lo comas en el sofá- le dijo ella en tono amable.
-Gracias, señorita Mirian- respondió el para salir corriendo hacia la sala.
Unos minutos después ambos niños comían pastel de chocolate mientras veían una película en la televisión, la pequeña tormenta había pasado y Mirian estaba haciendo el trabajo de tratar de sanar el carácter berrinchudo del niño, hasta ahora ya le había ganado varias batallas y daba gracias que Mew y Gulf habían entendido que no era bueno dejar que hiciera lo que quería y que había que aplicarle un poco de disciplina para que se fuera adaptando mejor a las reglas de la casa.
Alexander sigue renuente a aceptar a Mew y Gulf como sus papis pero Lamai ya se está encargado de que entienda que ellos no tienen la culpa y que debe aprender a perdonar.
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