Capítulo único
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PRÓLOGO
"Quiero que amanezcamos abrazados al amanecer, que me veas a tu lado y que yo pueda perderme en la luz de tus penetrantes ojos celestes."
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Narra Margarita:
Un nuevo amanecer había llegado a nuestra habitación, los dos dormíamos y el haz de luz tocó el rostro angelical de Layne; abrió somnoliento los ojos y sonrió de inmediato al verme dormida junto a él. El corazón le estalló de felicidad.
<< Amor mío. >>
Me miró con detenimiento unos segundos y sonrió perdidamente.
-Aún sigue dormida. Incluso así te ves hermosa.
Mencionó en susurros, para no despertarme y con cariño y anhelos me abrazó y besó mi frente.
Yo sentí su tierno y cándido beso y sonreí al instante y su sonrisa irradió y me cautivó.
-Hola, dormilona.
-Hola, mi Layne.
Sus ojos me parecieron aún más penetrantes y mágicos que cada dulce amanecer y volví a sonreírle, ahora perdidamente enamorada.
El día estaba un poco nublado, pero
Y los dos tomados de la mano, bajamos al jardín de nuestra casa y nos sentamos en el césped.
Layne sin su playera, yo me le quedé viendo con detenimiento. Tenía su torso desnudo, con sus vellos, que tanto me fascinaban y me derretían, él me miró y esbozó su tierna y esclarecida sonrisa. Su rostro tenía una luz espiritual, mágica y plena que me volvía loca y solo quería, anhelaba comérmelo a besos y él lo intuyó y levantó una ceja y me sonrió con picardía.
-¿Qué pasa? ¿Por qué estás mirándome? - sonreí con vergüenza.
-Nada jejeje - sus ojos volvieron a esclarecer y más me sonrió.
-Jejeje, ven aquí.
Narra Layne:
la abrasé y la rodeé con mimo y cariño en mis brazos; coloqué mis manos alrededor de sus diminutas caderas. Amaba tenerla en mis brazos, la amaba. Estaba completamente enamorado de ella, de mi tierna Margarita.
Olí su cabello y me perdí en su dulce aroma y en su puro e inocente amor por mí. ella me sonrió.
-Te quiero - más me derretí al decirme ella que me quería y le sonreí perdidamente enamorado.
-Yo también te quiero, ternura - sus dulces ojos brillaron.
-Mi Layne.
Más me embobé por ella y sin contenerme, volví a rodearla en mis brazos; ella se dejó caer en ellos, acarició mi espalda, lo que fue reconfortante y placentero y después se quedó viéndome con sus dulces ojos de amor. Su cándida y honesta mirada me volvió aún más loco y tomé su mejilla con cariño, acerqué sus tibios labios a los míos y comencé a besarla despacio y después muy profundamente.
Mi dulce niña se derritió y estremeció por mi beso y jadeó mi nombre en mis labios, lo que me pareció tan tierno y a la vez existente, que más la aferré a mis brazos, y sin soltarla, la recosté suave y con deseos en el pasto y me coloqué sobre ella.
Sentí su agitada respiración, su cuerpo temblar, lo que también me excitó y sentí sus tiernas caricias en mi cabeza, cabello y espalda y más la adoré.
-Mi niña.
Ella me sonrió y acarició mi rostro. Sentir todas sus caricias era un bálsamo para mí y me le quedé viendo idiotizado, con mi perdura sonrisa de amor para ella. No podía estar más feliz y afortunado. Por fin era un chico afortunado estando en los brazos de la mujer que amaba y adoraba con toda mi vida.
Narra Margarita:
Verlo sonreírme y que me amara era el mayor de los privilegios que podía tener. Layne era y siempre sería el hombre de mi vida, mi único y gran amor.
Sin apartar la mano junto a su cándida y suave mejilla, él me sonrió perdidamente enamorado y yo también le sonreí de la misma manera.
-Hoy estás especialmente bella. Tus ojos brillan con más intensidad que otras mañanas - le sonreí con pudor y acaricié con más afecto su mejilla.
-Jejeje. Quiero tocar tus pechos y vellos - levantó una ceja con su sonrisa picarona.
-Entonces ¿Qué esperas para tocármelos, mi amor? - le sonreí otra vez con pudor y él sediento, se sentó junto a mí y se acomodó.
Yo lo miré, amándolo y adorándolo sin desenfreno y Layne me sonrío con dulzura. Tenía de nuevo ese resplandor en sus ojos que me hacían perder la razón y lo contemplé de pie a cabeza. Miré con fulgor y ganas todo su pecho desnudo. Sus pectorales y vellos me volvían demasiado loca y él lo intuía y me sonrió dulce.
-Ven aquí, hermosa.
Mi corazón latió fuera de control, las manos y piernas me temblaron y con anhelos, me le acerqué y comencé a acariciarle todo su torso desnudo y vellos. Layne sonrió y cerró los ojos con gozo, soltó un silencioso suspiro y acarició mi cabeza.
-Ay, mi ternura. Mi Margarita.
Con mi mano, acariciaba en pequeños círculos sus vellos y tocaba con deleite todo su torso, sus pequeños bíceps, y sin contenerme, comencé a besárselos, lo que a él más le excitó y tocó con suavidad mi cintura y espalda.
-Oh, ternura, mi amor - me jadeó y yo besé sus pechos con más deleite y deseos. Amaba poder mirárselos y acariciárselos a mi afán. Eran tan suaves y perfectos y solo yo tenía el privilegio de tocárselos a mi antojo, eran solo míos, Layne era solo mío y yo era toda suya.
Él me sonrió y los dos sentados sobre aquel pasto y reconfortante césped, miramos con detenimiento todo nuestro enorme jardín.
Layne tomó mi mano y la apretó con cariño.
-Este humilde jardín y casa no sería lo mismo si tú estuvieras aquí - lo vi con mis ojos llenos de amor.
Los dos arrendábamos aquella modesta casa, la que con el pasar de los meses se convirtió en el nido de nuestro amor.
De pronto, recordé aquel bonito sueño y sonreí con vergüenza.
-He tenido un bonito sueño estos últimos días - Layne acarició mi mejilla y yo lo vi con pudor - me gustaría contártelo, pero me da un poco de vergüenza.
-¿Por qué? Jejeje ¿Qué has soñado?
-... Que los dos estamos aquí y estamos esperando un bebe - sus ojos brillaron.
-¿Qué? ¿Estás embarazada? - le sonreí.
-No aún.
-Mi amor.
Me dijo y me abrazó fuerte. Amé tanto que me abrazara y yo me dejé atrapar otra vez en sus brazos.
-Sería tan hermoso - lo abrasé fuerte.
-Los dos nos veíamos contentos y estábamos en un sofá, en esta misma casa y tú sostenías mi mano fuerte - Layne me miró con ilusión - Tú lucías tan guapo y yo muy panzona.
-Jejeje.
Besó mi frente, y feliz, me contuvo con más cariño en sus brazos.
-Mi amor. Sería muy hermoso.
-Si.
Le dije tan ilusionada como él y Layne me miró perdidamente enamorado.
Yo perdida en sus profundos y penetrantes ojos de cielo, él cortó una rosa del césped y me la colocó con cariño junto a mi oreja.
-Te queda perfecta - más lo amé.
-Mi Layne. Te amo demasiado.
-Y yo te amo a ti. Siempre.
Me le quedé viendo con amor y él también me miró de esa dulce manera, cuando de repente, unas burbujas de colores comenzaron a caer a nuestro alrededor y los dos las miramos con atención.
Un tipo con su genuino organillo, llevaba bonitos remolinos de papeles; iba pasando frente a nuestro hogar tocando su agradable organillero y lanzando burbujas de colores, lo que a ambos nos pareció bonito y las vimos con detenimiento.
Yo quise levantarme y me le acerqué a comprarle unas burbujas.
Layne se me quedó viendo con amor y afán.
Ambos escuchamos el mágico y nostálgico organillero por ultima vez, y yo sentada junto a él, comencé a soplar las burbujas, y Layne contento, las contempló volar con detenimiento.
Yo lo miré. Layne parecía ensimismado en todas las burbujas y sonreí; parecía un ángel, su rostro irradiaba y su dulce sonrisa era la más perfecta de todo el mundo y cielo y volví a soplar más burbujas y él siguió y siguió viéndolas volar. Era nuestro escenario perfecto, repleto de burbujas de colores, las que los dos nos encantaba mirar.
Layne me miró perdidamente enamorado y tomó mi mano con cariño.
-Gracias por estar en mi vida.
FIN.
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