Capítulo 1
1.
La lluvia golpeaba con constancia el cristal de la ventana que aislaba el interior de su hogar del exterior. Llevaba de esa manera por lo menos cuatro horas desde que el sol se puso.
Katsuki miraba con especial aburrimiento las letras plasmadas en el libro que tenía frente a sus manos, hacía rato ya que las palabras se deformaron y empezaron una danza destrabancada entre los renglones; todo dejó de tener coherencia para él en ese punto.
—¡Katsuki! Mocoso desobediente, ¡ve a dormir ya!
La voz de su madre sonaba surreal y lejana para lo cerca que estaba, era solo que su consciencia parecía divagar entre quedarse despierto un par de horas más o irse a dormir con la única seguridad de que al día siguiente tendría una enorme F en su examen de inglés.
No se trataba de que él fuera especialmente malo en la escuela, era que su estúpido orgullo no le permitía jactarse del mismo e ir a alguna prueba sin estudiar, y si en los entrenamientos se exigía más de lo necesario, ¿por qué no hacerlo también en lo académico? Al fin y al cabo, no le costaba nada.
Bostezó en grande, lagrimeando un poco.
De acuerdo, quizá sí le costaba sus preciadas horas de sueño, pero no era nada que no valiera la pena; ya se aseguraría de recuperarlas después.
—¡Katsuki! —oh, ahora su madre sí que estaba cerca.
—¡Tranquila, vieja! No me voy a morir por desvelarme hoy.
Trató de sonar lo más convincente posible, no obstante, otro bostezo se atravesó antes de que pudiera seguir hablando. Carajo, ¿qué hora era ya que se sentía desmayar?
—Te estoy diciendo que ya es tarde, chiquillo necio. ¡Son las jodidas doce de la madrugada!
Oh, ya tenía la respuesta.
—No exageres, mujer —resopló—; ni siquiera es tan tarde realmente.
—Lo es para mí, no quiero irme a dormir sabiendo que mi garrapata con patas quedó suelta en la casa en medio de la noche.
Mitsuki por fin hizo acto de presencia en la sala de estar, pues hasta ese momento había permanecido en la cocina de su hogar, terminando el aseo y arreglando unas cuantas cosillas que no quería dejar para después.
Katsuki empequeñeció la mirada.
—¿A quién le dices garrapata? Saco de arrugas
—¡Ah! ¡Jodido esperpento! —la rubia cruzó sus brazos—. No eres más que una insignificante pulga que se pegó a mí hace diecisiete años y que ha subsistido hasta ahora por mano mía.
—Hubiera preferido ser desechado mediante legrado.
—Y yo hubiera preferido tragarte, pero en ese entonces tu padre era más santo que una monja.
—¡Ah! ¡Maldita vieja! —llevó sus manos hasta su rostro para cubrirlo—. Esa información era jodidamente innecesaria.
—A veces, cuando los hijos se rebelan, la única solución es generarles un trauma de por vida.
Alzó los hombros, restándole importancia.
—Y por la mierda que lo has conseguido, ugh, qué jodido asco —y vaya que lo tenía.
—Jodida te va a quedar la cara como sigas siendo un mocoso vulgar e indecoroso, insolente niño —Mitsuki llevó sus brazos a sus caderas—. Me voy a dormir, asegúrate de cerrar bien, ¡y nada de bebidas energéticas!
—Sigo sin entender qué tienes en contra de las bebidas energéticas —obvió cualquier sarta de advertencias que le hubo dado.
—Si de por sí tu humor suele ser una mierda cuando estás aquí, si bebes esas porquerías te pones el triple de insoportable. Al punto en que desearía mandarte de una patada de regreso a Yuei.*
—Hazlo, por lo que más quieras. ¡Me harías un favor!
—Tsk, ¡no bromeo, mierdecita! Cómo me llegue a dar cuenta de que estuviste consumiendo ese jodido estiércol, me aseguraré de ponerte un purgante de caballo en la comida la próxima vez que vuelvas.
—¡Gracias por la advertencia! —gritó cuando la vio darse la vuelta—. ¡Así no volveré nunca!
—¡Ja! ¿Crees que me creeré ese cuento? —se dio la vuelta—. Si no supiera que cada quince días te peleas con el chico ese, Neito, y que por eso te regresan una semana a estancia de hogar, quizá me lo tragaría, pero como te conozco a la perfección, se que volverás en un santiamén.
—¿Y tú piensas que fácilmente voy a caer en tus engatusamientos? No soy tan manso como el viejo.
—Ya te dije —sentenció—, y el que avisa no es traidor.
—Uh, sí, mira como tiemblo —dijo irónico, estirando sus brazos.
La de ojos carmesí clavó su mirada filosa sobre su hijo.
—No me retes, Katsuki, que no por nada, o más bien, nadie, es que tienes ese carácter.
El aludido sintió un pequeñísimo, casi imperceptible escalofrío atravesarle la columna vertebral.
—Es todo, buenas noches, mapache albino —se dio la vuelta de nuevo—. Ya te dije, cierra bien, no quiero a ningún jodido vagabundo intentando asaltar la casa.
—Tampoco es como si fuera a salir ileso si se atreviera entrar —la observó con pereza—; sabes que de una explosión lo mandó a visitar a sus antepasados.
—Sí, cómo sea, hazme caso —bostezó—. Hasta mañana, o hasta al rato, no sé.
—Sí, sí, ya vete —se giró hacia sus notas.
No recibió respuesta de parte de su progenitora, tan solo el sonido de la madera golpeando contra la pared en el segundo piso.
Una vez que estuvo solo, suspiró tendidamente y se dejó apoyar sobre el respaldo de la silla. La lluvia seguía cayendo del cielo, y a su criterio parecía tener pinta de continuar así por toda la noche. Sonrió de lado, al menos eso refrescaría un poco el cálido ambiente al que habían estado sometidos durante semanas. Solo esperaba que no fuera lo contrario, y solo se tratara de una llovizna para levantar vapor.
Estiró un poco su cuello y bajó su rojiza mirada hacia la mesa. No tenía ganas de seguir tragando información que al amanecer sería obsoleta, así que se levantó de su asiento y se dirigió a la cocina. Se mantuvo analizando cada una de las gavetas, y valiéndole un comino la amenaza de su progenitora —que a su parecer era absurda—, subió a su habitación para sacar de su mini frizzer una de sus adoradas bebidas energizantes.
Si iba a morir, al menos no quería quedarse con las ganas.
¿Absurda comparación? Quizá. Pero para él era totalmente válida.
Después de unos minutos haciendo el tonto por toda su casa, regresó de nuevo a su tarea, y después de ingerir el fluido que le prometía veinticuatro horas de energía, obtuvo, inesperadamente, nueva concentración; estuvo sentado en la misma posición, hojeando sin parar y escribiendo como maníaco, hasta que sintió un dolor en la espalda baja y tuvo que volver a detenerse.
—Agh, jodido sea el estudio —masculló—. No es posible que me entumezca con esto y no cuando estoy en una pelea.
Se tuvo que levantar una vez más, y dar un par de vueltas hasta que dejó de sentir el área afectada punzarle; mientras tanto, se tomó el tiempo de buscar con sus manos su móvil para ver la hora.
—Mierda, ¿tanto tardé?
Conmocionado, veía cómo la pantalla de diminuto tamaño le indicaba que eran las tres con veinte de la madrugada.
Se suponía que era domingo, pero no, ahora ya era Lunes, y en pocas horas debía prepararse para regresar a U.A, pues solo estaba en su casa debido a que era fin de semana y se le había antojado —aunque no lo admita frente a los demás y diga que fue obligado— ir de regreso a su "cálido" y "cariñoso" hogar para pasar el sábado y domingo ahí.
A esas alturas sí le parecía que era momento de ir a dormir. No quería pasar la mitad del día escolar sintiéndose y viéndose como cadáver en descomposición.
Se dispuso a guardar y a acomodar todos sus instrumentos de estudio, cuadernos, libros, bolígrafos y marca textos. Lo que antes estuvo regado por toda la mesa, se encontraba perfectamente acomodado y listo para ser tomado cuando fuera a salir de casa. Se aseguró de ocultar bien la evidencia de su fechoría, para evitarse dramas innecesario, y antes de subir las escaleras, dio un último vistazo a la planta baja.
Todo parecía estar en orden, no había nada extraño, y si no fuera por la lluvia, la vivienda estaría en absoluto silencio. Tal y como les gustaba a los Bakugō.
Bostezando por enésima vez en la noche, el rubio se dirigió hacia las escaleras, sin embargo, cuando ya iba por el sexto escalón, se detuvo abruptamente, y, como si se tratara de una mala película de terror de los ochentas, se dio la vuelta en un perfecto giro de trescientos sesenta grados.
Alguien había tocado la puerta.
***
N/A: Bienvenidos a esta nueva historia, espero que sea de su agrado y comodidad. No olviden comentar, votar y seguirme, los quiero mucho. ♡♡
* YUEI: Estaré utilizando la pronunciación en inglés de UA para cuando se mencione en los diálogos. En narración seguirá con las siglas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro