I
Apenas podía creer que ya no estaba, y aunque sabía que era una realidad, mi mente trataba de convencerme que era mentira, se nos había ido una estrella, el roble que sostenía y hacia fuerte nuestra familia. En mi ser gobernaba una inmensa tristeza y no me refiero al inicio del proceso del luto, me sentía culpable, era presa de mi mismos pensamientos, en diferentes momentos de mi vida he tenido deseos de morir y me cuestionaba sobre porque ella tubo que morir y yo no, yo me pondría en su lugar sin tener que pensarlo por un segundo.
– Tienes que se fuerte Alex.
Nueve días atrás
Los días siempre comienzan con la alarma a las seis de la mañana y allí inicia toda la rutina matutina para irme para el trabajo, desde el baño y el vestirme para ya partir hacia el hospital, pero antes que todo eso ocurra, tiene que pasar el proceso más divertido de la mañana y es que mi abuela me traiga el desayuno, yo podré ser un joven de veinticinco años, pero para ella seguiré siendo su niño, el malcriado de la casa y ella no se quejaba de ello, siempre como entretenimiento hacerme algún chiste sobre si yo no quiero comer, ella lo hace por mi.
– Raquel que no se juega con la comida– mientras la miraba serio y ella reía.
En la casa siempre había cosas que eran sagradas y el beso que me daban ella y mi tía era algo que nunca podía faltar, era como la bendición para que el día resultará ser prometedor, siempre antes de dármelo ella estaba haciendo algo en el patio y tenía que llamarla con mi voz a todo pulmón y ella salía corriendo al portal, aún casi sin poder hacerlo, yo agachaba la cabeza hacia sus labios y ella me daba uno de esos besos ruidosos y con una inmensa dosis de amor.
– Qué rico.
Hasta que yo no desaparecía en el horizonte ella estaba en la puerta del camino, ella era mi guerrera favorita, mi super héroe, ella ya es mayor, tiene setenta y cinco años y dentro de unos días será un año más de vida en el almanaque, el tiempo pasa y los años se van notando, además de los golpes que nos da la vida, ella es la persona más fuerte que conozco, hace ya unos cuantos meses su hermana menor había fallecido y ese fue algo que su cuerpo no aguanto de la mejor manera, unas semanas después de esto, su audición y el poder elegir las palabras correctas para hablar se vio algo dañado, nunca supimos que fue lo que realmente había ocurrido, pero ella aún así hacia todo en la casa, ella seguía siendo la reina de la cocina y hay de quien se atreviera a tocar algo. Ella misma estaba consciente de que ella tenía algo y que las cosas no estaban igual, siempre tiene a la vista una libreta donde anota todas las cosas que tenía como importantes, como son la hora en que nacimos cada uno de sus nietos y cuando los varones nos llevó el servicio militar.
– Alex ven acá un momento, me dijeron que allá en la casa estaban locos por tener el almanaque del año de la iglesia, míralo aquí.
Le haría el día a todos en casa, ya no vamos a la iglesia, pero tener el calendario del año y el misal era algo que siempre tenía que estar, llame a mi tía y le dije que ya tenía eso en mis manos, para que se lo dijera a Raqui y a mi abuelo. Mis días en el trabajo eran de los más ordinarios, estar en la oficina y hacer un poco de papeles, atender a las personas con la mejor disposición. Hoy de regreso a casa tuve la oportunidad de ver la barbería abierta y con pocas personas, ya tenía el cabello largo, así que quería un cambio radical, estaba acostumbrado a tener esos cambios de imagen en mi y así fue, arreglaron mi barba y mis cejas, mi cabello bien corto casi al cero, cuando llegue a casa sentía un fresco increíble y como era de esperar, apenas mi abuela vio la nueva imagen de su nieto, comenzó a reírse.
– ¿ Quién te pelo, que las orejas de dejo ?– algo que siempre dice.
Pero ella debía de confesar que le encantaba como me había quedado, aunque estuviera sudado por el sol tan fuerte que había y estuviera lleno de pelos ella me llenaba de besos, como pasaba todos los días yo iba directo a la terraza y esperaba a que ella me sirviera el almuerzo, ella me comentó que tía había tenido que ir a San Miguel y que mañana regresaba temprano. Unas amistades me habían invitado a pasar la tarde con ellos y fui hacia allá, fuimos a un bar a tomar unos batidos y comer unas chucherías, estuve hasta las seis de la tarde con ellos, pero ya me tocaba regresar a casa, no quería dejar tanto tiempo solos a mis abuelos, llegando a casa me bañé e hicimos la misma rutina con la comida.
Raquel siempre se sentaba conmigo en la terraza esperando a que yo terminara de comer y aunque en varias ocasiones se quedaba dormida en la silla, ella seguía allí y no se movía hasta que yo terminara, el verla así, dormida me hacía pensar, que casi nunca le tiraba fotos, para mantener recuerdos, yo había echo en mi mente a mis abuelos y a mi tía inmortal, ellos habían sido nuestras vidas, ellos abandonaron sus vidas al mi mamá morir, nunca pensaría en la idea de que ellos no estarían algún día. Al terminar de comer ella me dio un beso en la cabeza y se acostó, yo fui a mi cuarto y estuve hasta tarde viendo algunas cosas en internet y así estuve hasta que el sueño me ganará, no hay nada mejor que un día detrás del otro y se que este año, sería el mejor de mi vida.
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