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Capítulo II

Los días pasaron, yo seguía mi rutina de siempre: levantarme, tomar una ducha, desayunar con mi hermano, ir al trabajo, hacer mis obligaciones, salir a almorzar, volver al trabajo, y finalmente volver a casa.

No había nada fuera de lo normal, los hilos seguían rodeándome por todos lados, haciéndome tropezar al olvidar de vez en cuando que son intangibles... Lo que era el pan de cada día para mí.

Las únicas novedades eran que había conseguido reunir a dos parejas destinadas, y una más iba en camino.

Radamanthys finalmente había encontrado a su "Omega ideal", un agradable chico de cabello rosa y ojos ámbar de nombre Valentine, que recientemente había entrado a trabajar a la empresa como recepcionista. Aunque las apariencias engañan, y vaya que el tipo ha demostrado que tiene carácter... Sin duda, lo que esa bestia rubia bebedora de whiskey necesita en su vida.

Era inevitable que Radamanthys cayera por aquel Omega, después de todo, era su destinado, y lo supe desde el primer día que Valentine apareció en la empresa. Cuando Radamanthys, unos compañeros más y yo fuimos a darle la bienvenida al nuevo, y a invitarlo a almorzar con nosotros, Radamanthys se quedó embobado viéndolo, y Valentine a Radamanthys.

Cuando dirigí mi vista hacia el meñique de Valentine, me dí cuenta de que su hilo estaba emitiendo un tenue brillo, y al seguirlo, me dí cuenta de que comparte hilo con Radamanthys.

Sonreí levemente, felíz por mi amigo, y por saber que al fin había encontrado al Omega con el que tanto soñaba. Ahora, me tocaba a mí reunirlos, lo cual no fue tan difícil, bastó con insistir al británico en enviarle una caja de chocolates, y un par de semanas después de conocerse, comenzaron a salir. Y ahora llevaban casi tres meses siendo oficialmente una pareja.

La otra pareja que conseguí reunir, fue a Camus y Shura. Esos dos son una pareja destinada, pero los idiotas no dejaban jamás de poner una y mil excusas y trabas desde niños.

El destino podía ser muy cruel con algunos, pero con ellos era de lo más generoso. Después de todo, habían permanecido cerca uno del otro desde el jardín de infancia, pero fue hasta ahora, más de veinte años después, que conseguí que se asinceraran.

Si la montaña no va a Mahoma, entonces Mahoma va a la montaña. Y si ninguno de esos dos se iba a atrever a decirle lo que siente al otro, entonces yo les diré a los dos. Al fin y al cabo, los dos son solteros y libres de compromisos, así que nadie va a salir herido.

Durante una reunión de trabajo que nos involucraba a los tres, les dije a ambos lo obvios que eran, y que todos notábamos lo que sentía el uno por el otro, menos ellos.

Ambos se quedaron callados, como si no pudieran creerlo, pero al mirarse, y observar el sonrojo en las mejillas contrarias, entendieron que era verdad.

Eso fue hace dos meses, y ellos han estado muy felices juntos desde entonces.

Ahora, la próxima pareja de destinados que tengo pendiente por reunir, son Alde y Mu.

Aldebarán es un chico Alpha de muy buen corazón y bastante alegre y amable, cosa que muchos no notan por su apariencia grande y algo intimidante a la vista. Y Mu es un Omega, padre soltero de un niño de cinco años. También es muy amable y educado, aunque con carácter cuando la situación lo amerita, pero que por su hijo, no se ha permitido volver a tener una pareja.

Conocí a Mu en la universidad. Él había sido criado por sus tíos al quedar huérfano siendo un niño, y solía ser un chico muy aplicado y enfocado en sus estudios, con varios Alphas detrás de él intentando ganarse su corazón, y un futuro prometedor. Pero todo se vió en juego cuando se quedó en cinta a mitad de su segundo año de universidad.

Camus, Shura, Afrodita, mi primo Shaka, Angelo, Aioria el medio hermano de Angelo, mi hermano y yo éramos sus amigos más cercanos, y cuando nos contó el problema en el que estaba metido, todos sentimos que se nos iba el alma del cuerpo, especialmente cuando dijo que el Alpha se había deslindado completamente y lo había dejado solo, huyendo de la ciudad como un cobarde.

No hace falta aclarar que Shion, el tío de Mu, puso el grito en el cielo cuando se enteró y de puro milagro conseguimos que no fuera por la cabeza "del Alpha desgraciado que le arruinó la vida a su sobrino", en sus palabras. La reacción del primo de Mu, hijo de Dohko y Shion, Shiryu, no fue tan diferente a la de su madre Omega, y también quiso ir detrás del irresponsable Alpha en el que confió Mu, aún si les llevaba meses o años dar con su paradero. Definitivamente, de tal palo tal astilla.

Dohko, el otro tío de Mu y Alpha de Shion, consiguió calmar a su Omega a duras penas, y fue el único que consiguió mantener la calma en todo momento.

Al final, Mu decidió tener al bebé, y aunque Shion se mostró decepcionado de su sobrino y algo enfadado durante los primeros meses. Y Shiryu, que en ese entonces era un adolescente de unos catorce años, y no sabía exactamente cómo reaccionar. Dohko siempre lo apoyó, y poco a poco consiguió que Shion dejara su orgullo de lado y aceptara la decisión de Mu. Vaya que debo reconocer y admirar la paciencia y amor que ese Alpha le tiene a ese Omega, lo cual me sorprende bastante, ya que no es su destinado, no comparten hilo. Y si alguno de ellos supiera lo que sé, seguro no salgo vivo, o al menos no en una pieza... En fin.

En nuestro tercer año de universidad, llegó un alumno extranjero, proveniente de Brasil, se trataba de Aldebarán. El chico resultó ser bastante amable y agradable, aunque algo tímido al comienzo por aún no dominar completamente el idioma, así que no dudamos en integrarlo a nuestro grupo.

Cuando los ví juntos, me dí cuenta de que ellos compartían el hilo rojo. Mu no dejaba de mirar al brasileño cada vez que pensaba que nadie lo veía, y siempre se sonrojaba cuando Alde le pedía permiso para tocar su vientre.

Ciertamente, Alde parecía el padre del bebé que Mu estaba esperando, incluso cumplió el papel que le correspondía a uno, acompañando a Mu al hospital cuando llegó el momento de dar a luz, y se preocupó siempre por él y el bebé. Todo sin tener vínculo sanguíneo alguno con el hijo de Mu.

El tiempo siguió pasando, y la amistad entre ellos dos siguió creciendo. Aldebarán siempre ha estado al lado de Mu en todo momento, apoyándolo incluso a cuidar de Kiki, el hijo de Mu.

Un día, cuando sorprendí a Mu mirando a Aldebarán jugando con Kiki con unos muñecos, decidí preguntarle si estaba enamorado de él. Mu se puso más rojo que un tomate, pero al final me dijo que sí, pero jamás se había atrevido a decirle nada ni lo haría porque "un Alpha como él, jamás se fijaría en un Omega con un hijo."

No entendía porqué Mu pensaba eso, cuándo Alde siempre había estado a su lado y al de Kiki desde que llegó a la vida de Mu. Parecía corresponder los sentimientos del peli-lila, y Kiki no parecía ser un problema para él. ¿Qué pero le podía poner a ese hombre?, hasta yo me enamoraría de él y me lo quedaría si no fuera el destinado de Mu.

Aún así, decidí hacerle a Alde la misma pregunta, y terminó confirmando que yo no me equivocaba. Él correspondía los sentimientos de Mu, pero temía decirle y que él lo rechazara, porque "un Omega tan independiente, fuerte e inteligente como Mu, de seguro no tendría tiempo ni interés en un Alpha como él.", Según la lógica del brasileño.

"Ay, cielo, dame paciencia, porque si me das fuerza los mato a los dos."- Era el pensamiento que cruzaba por mi mente cada vez que hablaba con ellos sobre el tema, tratando de convencerlos de declararle sus sentimientos al otro, y me daban una excusa tras otra, cada una más absurda que la anterior.

Pero ya debería estar acostumbrado a ésto, después de todo, así ha sido mi vida desde que llegué a la conclusión de que mi don de ver los hilos es para ayudar a las almas destinadas a encontrarse, y decidí aceptarlo.

Y al igual que en algunas ocasiones anteriores, luego de mucho conseguí que esos dos se atrevieran a hablar. Lo único malo fue que los dos se decidieron al mismo tiempo, y ambos me pidieron acompañarlos... ¿Por qué?, hasta yo tengo la duda. Pero eso es lo de menos, por ahora me conformo con que al menos uno de los dos no se acobarde de último minuto.

- ¿Van a decir algo, o solo vamos a quedarnos aquí sentados todo el día?- Pregunté, luego de un largo silencio en la mesa del restaurante dónde nos encontrábamos.

Ambos se sobresaltaron, pero no dijeron nada, simplemente se quedaron callados, desviando la vista, con las mejillas rojas... ¡Me lleva el demonio!, si ellos no se atreven, pues lo haré yo entonces.

- Solo díganse de una vez que se gustan, besense y dejémonos de tonterías, que debo volver a la oficina para recibir a un representante de otra empresa.

Ambos me voltearon a ver, y después entre ellos. Sus miradas chocaron, y yo dirigí mi mirada al hilo rojo que los unía. Me dí cuenta de que el hilo estaba brillando, y entonces supe que mi trabajo estaba hecho, y podía irme.

- Bueno, creo que ahora soy yo quién sobra aquí.- Añadí con una sonrisa.- Felicidades, y por cierto, pido ser padrino de anillos en su boda.

Después de despedirme, me marché del restaurante, y volví a las oficinas. Mi jefe me había pedido recibir a un representante de una empresa extranjera que deseaba aliarse con la nuestra. Tenía facilidad de palabra, y se me daba bien tratar con las personas, incluso con las más odiosas, así que era el indicado para el trabajo.

No era la primera vez que me tocaba dar la cara por la empresa, algunas veces habían sido más agradables que otras, pero estoy listo para recibir con una sonrisa actuada y adulaciones premeditadas lo que venga.

Finalmente, llegué a las oficinas, donde le pregunté a Valentine si el representante ya había llegado, y al recibir una respuesta afirmativa, de inmediato me dirigí al elevador para llegar a la sala de juntas, dónde según Valentine, debía estarme esperando aquella persona.

Debía llegar al quinto piso del edificio, así que comencé el ascenso en el elevador, y todo fue normal. Llegué al piso indicado, pero cuando llegué a la sala de juntas no había nadie. Se me hizo extraño, tomando en cuenta que aún faltaban cinco minutos para la hora acordada de la reunión.

Esperé un rato, pero nada. Entonces pensé que quizás se había perdido tratando de encontrar la sala, así que decidí volver al elevador para tratar de localizarlo.

Cuando llegué al elevador, esperé a que éste subiera, lo cual hizo unos segundos después. Pero apenas se abrieron las puertas metálicas, sentí un empujón que me hizo caer de espaldas, seguido de un peso caer sobre mí.

- Lo siento.- Escuché una voz desconocida.- Tengo algo de prisa, y no ví por dónde iba.

- No hay problema.- Dije con una sonrisa, levantándome y ayudando al contrario a ponerse de pie.- ¿Eres nuevo?, no te había visto antes por aquí.

Cómo era costumbre en mí, disimuladamente dirigí mi vista al meñique de aquel desconocido, llevándome una sorpresa que jamás imaginé ver algún día.

- A-Algo así.- Tartamudeó el contrario, y entonces me dí cuenta de que él estaba mirando mis manos.- En realidad, vine como representante de la empresa Poseidon Empire.- Añadió, desviando la vista.- Debía reunirme con un representante de aquí hace unos minutos en la sala de juntas, pero creo que me confundí de piso y no tengo idea de a dónde ir.

- Ya veo.- Dije, intentando actuar natural y mantener una sonrisa, pero me era imposible no notar la enorme peculiaridad en ese chico.- Soy Kanon, y soy el representante con el que debías reunirte.

Él me miró sorprendido, e incluso pude ver un leve rubor en sus mejillas.

- L-Lo lamento.- Se disculpó nuevamente.

- No te preocupes, no hay problema.- Reí levemente, restándole importancia al asunto.- Yo también me perdía todo el tiempo las primeras dos semanas cuando comencé a trabajar aquí. Éstos pisos y pasillos son engañosos de vez en cuando.

Él asintió, manteniendo baja la vista. Rápidamente, me dí cuenta de que no dejaba de mirar mis manos, tal y como yo hacía cada vez que conocía a alguien por primera vez y observaba su hilo... No, no puede ser posible. Jamás he visto a alguien con el mismo don que yo.

- Por cierto, ¿cuál es tu nombre?

- Sorrento.- Murmuró.

Por su acento podía intuir que era de algún lugar de Austria o quizás Alemania. Y por su complexión y el leve y dulce aroma que emanaba, pude deducir que se trataba de un Omega.

- Un gusto conocerte.- Le sonreí amablemente.- Bueno, creo que tenemos unos asuntos qué hablar, así que, quizás sea mejor ir a la sala de juntas.

Sorrento asintió, y después de aquella extraña manera de conocernos, lo guié a la sala de juntas.

Seguimos el protocolo, lo típico de cualquier entrevista entre representantes, como los términos y condiciones de los contratos, las políticas de ambas empresas, los acuerdos... Nada fuera de lo normal.

Sin embargo, para mí era imposible no mirar disimuladamente a Sorrento cada tanto tiempo. No tenía físicamente nada extraño: piel blanca, levemente bronceada, cabellos lilas cortos y ondulados, y unos enormes ojos rosados.

Lo que llamaba fuertemente mi atención, era que él no tenía un hilo en ninguno de sus meñiques.

Jamás había visto algo así antes, creía que el único humano sin uno de esos hilos era yo, y me era difícil creer que ahora tuviera enfrente a alguien igual a mí.

Otra cosa que noté, era que Sorrento tampoco dejaba de mirar mis manos cada que pensaba que yo no veía.

Tenía mil preguntas en mi mente. ¿Por qué él no tiene un hilo tampoco?, ¿por qué tuvo una reacción similar a la mía cuando nos topamos de frente?, ¿acaso él también puede ver los hilos?

No sabía si preguntar al respecto, pero al final la curiosidad pudo más que yo, y cuando terminamos la entrevista, decidí indagar al respecto.

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