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∆
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James
Dieciséis años, un beso.
¿Qué lleva a las personas para hacer todo por un impulso? Albus siempre me decía que no pensaba, que me dejaba llevar por mis impulso y por esa razón no media mis consecuencias.
Una de las razones fue Ava, la chica cursaba su sexto curso en Hogwarts, una chica linda de Hufflepuff a quien invite para pasar la navidad en casa.
Mis padres pensaron que era mi novia, mis hermanos se sorprendieron cuando anuncie su llegada, pero solo era la chica de la semana. Solo eso, y Ava sacó provecho de ello.
Fred me advirtió no llevarla a casa, me dijo que no estaba bien, incluso para mí.
Pero no me interesó, no iba a lastimar a nadie.
Que equivocado estaba.
Ava me llevo al patio, para una pequeña sesión de besos, cuando el corazón se detuvo en mi pecho al ver el dolor de la única chica que me importaba su opinión.
Ava se separó cuando escuchamos el ruido, pensando que era mi madre lista para soltarme un sermón pero no, era ella, con los ojos abiertos, las manos juntas y el dolor que experimente al ver su cuerpo temblar por las lágrimas apunto de desbordarse me paralizó.
Soy un idiota, uno grande.
Mi hermana me dijo una vez que tuviera cuidado, que dejara de coquetear con ella, que dejara de mostrar a ese James que las chicas de mis conquistas veían.
Pero ella sabía que solo jugaba. Que nada era enserio y eso me gustaba. Podía ser con ella como realmente era y ella me aceptaba.
Desde los once años me aceptó con mis altas y bajas.
Eso fue bueno hasta que cumplió quince años y se volvió más femenina, más linda, menos niña. Pero negué todo, era mayor, demasiado, le llevaba tres malditos años.
Pero eso no importa James, ella…
Lo negué todo, le dije a Albus que podía intentar algo con ella. Mi hermano era el mejor candidato, lo acepte pero un monstruo, uno desgarraba mis entrañas cuando Albus me vio ilusionado.
Pero nada pasó, nada y monstruo se calmo y retome la vida que mejor conocía. Por eso lleve a la linda Hufflepuff a casa, a pasar la navidad y las consecuencias fueron graves.
Escuchar su tono amargo, las lágrimas que surcaban su rostro me impedían pensar con claridad y preguntas tontas como ¿Es por Ava? Escapaban de mi boca.
¡Imbécil! Di algo, lo que sea, ¡Di algo!
Pero no podía, el tono amargo de su voz me detuvo. Y cuando dijo que no era mi novia un nuevo impulso movió mi cuerpo.
Tomé su rostro entre mis manos, su fría piel contrastó con la calidez que emanada. Limpie sus lágrimas, quien viera al gran James Sirius Potter consolara a una chica diría sin dudaba que estaba loco.
— ¿James?
— Lo lamento…
Fui sincero, ver sus ojos brillaron con esa intensidad me dio el paso que necesitaba, tocar sus labios con los míos en un pequeño impulso.
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