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Golpe a Lily más veces de las que recordé. Estábamos jugando guerra de almohadas pero mi amiga voló tanto por la habitación para escapar de mi furia que ya no resultaba divertido.
Cuando James dejo de reírse, le saque la lengua, le quite las bolsas de la manos, meti a Lily a la casa y le cerré la puerta con fuerza. Pero seguí escuchando su risa.
— ¡Me rindo! — grito Lily agotada al desplomarse en el colchón inflable.
— ¿Por qué vino contigo James? — me senté junto a ella roja hasta las orejas al recordar.
— No sé, le dije que yo podía sola, pero insistió tanto — rodó los ojos — No pensé que fueras a traer tu pijama de gatito…
— Ahora cada vez que me mire se va a reír — suspiré.
— Vamos, sé que te gusta, no sé que tiene de malo…
— No quiero que me siga viendo como una niña.
— ¡Pero si somos todavía niñas! — rio al darme un almohadazo.
De cierto modo ella tenía razón. Aún a pesar de todo, seguía siendo una niña y James se encamina a ser un adulto. Bufé molesta pero reí con Lily, tal vez debía dejar mi gusto por James.
Resultaba inalcanzable, seguro tenía ya novia en su colegio pero el siquiera pensar en eso, me lleno de amargura.
De acuerdo a las cartas de Albus, James era un rompe corazones en su escuela, ninguna chica se salvaba de sus encantos. No las culpaba, pero me disgustaban mucho que jugará de ese modo con todas. Me compadecía de ellas.
Por esa razón cuando le dije a Lily que su hermano me gustaba desde los ocho me prohibió que me le declarará ante la reputación que tenía. No desean que me lastimara, y ella juraba que James solo me veía como su amiga.
Al menos no me ve como hermana…eso es algo bueno ¿No?
Bostece a causa del sueño, antes de dormí recogimos el resto de envolturas de papeles, chocolate, dulces, frituras, entre otras golosinas. Nos acomodamos y apague la luz del cuarto cuando algo cayo en mi cabeza.
Extrañada vi una pequeña bola de papel. Por alguna razón cada que volvía a casa me encontraba antes de dormir un papel. Sonreí, y con ayuda de la luz de la luna me acerque a la ventana para abrir el papel.
Linda pijama, no olvides que mañana vamos a ir al centro comercial, Albus quiere comprar unos obsequios para mis abuelos.
James.
Solo logré romper en pedazos la hoja, no sé cómo pero James encontraba la forma de colar esos mensajes por la ventana del cuarto. Era cosa de magia.
Al día siguiente, con mejor ropa, salí de la casa, sería una buena oportunidad de comprar el obsequio que me faltaba. Lily se fue temprano para alistarse y en menos de dos horas ya estábamos todos caminando rumbo al centro.
De acuerdo a la señora Potter, James aún estaba muy pequeño para manejar el auto del señor Potter por esa razón y a disgusto de Lily por el transporte público decidimos caminar. Pasando por el parque. Lily contaba una anécdota de su escuela, como un experimento de ciencias salió mal y la clase abandonó el aula.
Albus le regaño ante su falta de atención y James rio divertido.
No sabía que clase de colegio asistían, pero en algunas ocasiones que salíamos los cuadro podía ver qué cambiaban algunos términos o se miraban entre ellos asustados por si notaba algo diferente. Me acostumbré a ignorar eso y ellos parecían más tranquilos.
— ¿Qué piensas comprar Sev? — mire a Albus en la espera de que el semáforo cambiará para cruza.
— No lo sé, supongo que un enchufe o una aspiradora — alzó los hombros sin importar.
— Sospecho que tu abuelo colecciona lo que le das — reí un poco y tomé su brazo.
Albus tenía un segundo nombre, Severus, casi nadie lo llamaba de esa forma. De acuerdo a mi mejor amigo su padre se lo puso por un profesor que tuvo en el colegio y le ayudó mucho en su vida escolar.
Por esa razón, solo alguna veces le llamaba Sev, en especial cuando estábamos solos. Albus solo me llevaba un año, pero parecía todo un adulto por su forma de hablar, caminar e incluso de acuerda.
Demasiado inteligente…
Albus a comparación de otros, era muy atento conmigo. Me tomaba del brazo para cruzar la calle, me pedía las cosas por favor o preguntaba si estaba de acuerdo. Sin duda era un auténtico caballero.
Al cruza el semáforo solté su brazo, James nos miró con una ceja alzada y una sonrisa de burla en su rostro. Sabía que venía a continuación.
— ¿Ustedes son novios o que? — soltó James con los brazos en los bolsillos de su chaqueta de cuero.
— No fastidies James, no estoy muy contenta contigo — infle los cachetes sonrojada, él seguía riéndose de mi pijama.
— Vamos, no le hagas caso — dijo Albus apenado, tomo mi brazo y caminamos alejados de ellos.
— Tonto, eres un tonto hermano — escuché que decía Lily.
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