Capítulo 9
Daniel
Había ido a verlo jugar, ¿Qué eso no eran cosas de novios? Yo había tenido novias y a todas las invitaba a mis juegos, te da algo de puntos lucirte en la cancha. Incluso la única que fue a verme, me miro como si fuera un héroe tan solo porque hice una anotación y le dije que era dedicada a ella.
El que Clarissa fuera a ver a jugar a Christian y después lo felicitara como si fuera el rey del mundo, decía que eran más que amigos. El chavo me caía bien, pero no dejaría de luchar solo por ese obstáculo, no, ella sería mi novia y de nadie más.
Llegué a mi casa, me bañé. Justo cuando me estaba bañando recordé que ella lo había abrazado, es decir que no le importaba lo sudoroso que él estuviera. Si eso no era amor, no sé que es lo que es.
Terminé de bañarme y me puse mi pijama. Ya era tarde y lo único que deseaba era dormir. Mañana sería un gran día. Tenía una cita, una oportunidad de hacerle ver a esa pelirroja que a mi lado estaría mejor.
Solo esperaba no tener muchos problemas con Christian. Con este pensamiento, caí en un profundo sueño.
Desperté antes de que mi despertador marcara las ocho de la mañana, seguramente Clarissa seguiría dormida y acurrucada en su cama.
Me pregunté como serían sus frazadas, ¿dormiría con muchas almohadas? ¿Tendría algún oso de peluche con el cual durmiera abrazada?
Tenía miles de preguntas, hasta que llegué a un tema un poco más interesante, ¿cómo sería su pijama?
Seguí recostado mientras me la imaginaba, acostada en su cama, medio cubierta por la cobija, abrazando un oso de peluche. Suspiré.
Ahora me tenía malditamente suspirando. Esa mujer me convertiría en un blando total, de los que no pueden vivir sin saber de su novia. ¡Nunca había sido así! Y no quiero serlo...bueno sí...¡que no!...bueno...
Me tenía divagando y a la deriva y ni siquiera podía decir que era por completo su culpa.
Me levanté y fui a la cocina, seguramente mi mamá ya estaría ahí. No me equivoqué.
Estaba sentada, tomando café y leyendo una revista. Fui a comprobar si había más en la olla y al ver que aún alcanzaba un poco, me serví un poco de café y me senté con ella.
—Es temprano Daniel.
—Lo es...
—Estás nervioso.
—Lo estoy...
Mi mamá sonrió, incluso yo podía ver que me estaba comportando como un robot o como un zombi, esperaba no tener la apariencia de ninguno de los dos.
—Todo irá bien, ya lo verás —me dijo dándome una palmada en mi mano derecha.— Solo debes de tratarla bien, ser educado y pensar con la cabeza fría.
Otra vez ese comentario, mi mamá solo pensaba que yo era un paquete de hormonas a punto de explotar. Puse los ojos en blanco y seguí bebiendo mi café. Ella se levantó y salió de la cocina.
Era tiempo de prepararme, debía llegar temprano. Clarissa pensaba que nos veríamos hasta más tarde.
Que equivocada estaba.
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