~Cuando creí haberlo perdido todo.~
Sólo nuestro amor nos hará eternos.
En la mismísima inmensidad del mundo,
Donde tú y yo nos encontramos.
El amor permaneció intacto aun cuando a su corazón le habían fallado.
Tan dulce y agradable era que fingió haberle dejado de tomar importancia para evitar al miedo, el cual hace ya un tiempo, hizo perder su fe por dicha fantasía.
Una vez ocurrió que la engañaron con supuestos amores sinceros. Se ilusionó tanto que creyó que jamás se compararía a cualquier otro y en cuanto lo perdió juró nunca volver a enamorarse para evitar nuevos sufrimientos. Sin embargo, a estos tipos de cosas no es algo de lo cual se decidiera voluntariamente, y a veces, el mismo azar puede ofrecerte una nueva oportunidad cuando menos lo esperes.
Era un catorce de febrero, entre el siglo XXI donde el día de los enamorados se festejaba abundantemente como una fecha en honor al amor, e incluso comercial por la cantidad de regalos que se hacían la gente como nueva costumbre.
Había vuelto hace poco de su viaje al extranjero para ponerse a reflexionar sobre su actual vida, la cual mantuvo con esfuerzo y dedicación a sus labores.
Fue necesario obstaculizar al amor entre cada paso, para lograr enfocarse completamente en sus estudios. De esta manera, obtuvo buenos resultados, y ya a casi finales de su carrera estudiantil fuera de su país de origen, poseía un puesto de trabajo asegurado una vez finalizara.
Cuando bajó del avión y dejó sus cosas en una habitación de hotel barato, recordó el fragante parque de su ciudad natal que tanto añoraba y salió a hacer una larga caminata, para disfrutar de su paisaje.
Muchas cosas habían cambiado por allí en tan solo cuatro años.
Había estructuras y juegos nuevos en las zonas más urbanas donde yacían los hoteles, casinos y la larga avenida donde cruzaban diferentes automóviles.
Antes, a pesar de lo bello que era, la gente no parecía apreciarlo mucho, y solían ensuciarla frecuentemente sin remordimientos. Ahora, en la actualidad se la contemplaba mucho más limpia y cuidada, pero con la diferencia de que la vegetación casi se perdía entre tanto concreto, perdiendo su magia natural.
Recorrió cuadras y cuadras, transitando por los diferentes lados. Árboles enormes cubrían con su verdor de hojas las anchas tierras, junto a cantidades extensas de pasto recientemente cortado y otros tipos de vegetaciones. Muchas personas revoloteaban a esa hora de la tarde de aquí para allá, cubriendo cada rincón solitario en un ambiente vivo, lleno de risas.
Recordó la última vez en la que estuvo allí, exactamente en la misma fecha, catorce de febrero. Faltaba un año para irse del país por su beca universitaria, e iba caminando sola con el corazón entre las manos.
Fue esa vez cuando encontró a su novio, el de aquel entonces, recitarle a otra mujer las mismas palabras con las que la enamoró y le besaba tranquilamente sin captar su presencia.
Lo enfrentó firmemente, declarando terminar el asunto con fría indiferencia.Sin explicación ni nada, no volvió a verlo desde ese entonces, a pesar del gran dolor que llegó a infringirle tal situación en su corazón.
Dejó escapar un suspiro, amargándose más de lo que en el fondo ya se encontraba y simulaba esconder.
A pesar de sus intentos no podía contagiarse de aquel aire romántico y adornado de los enamorados que; con sus globos rojizos, las rosas rojas, peluches e incluso los suculentos chocolates regalados entre dulces lazos de amor e incluso en algunos casos de amistad llenaban de felicidad todo el lugar.
La mayoría estaban con sus parejas, fingiendo por un día su amor ante el mundo, o eso concluía ella cada vez que a los ojos los miraba. Dibujaban mentiras en sus irises, irritándole sus falsas acciones y se lamentaba por las ingenuidades de algunos al creérselas, ya que al final de cuentas ella también fue víctima de tales engaños.
El ambiente comenzaba a tornársele incómodo, con cada recuerdo.
Mirando el suelo, resultando lo menos molesto para su vista, decidió guiarse mediante su instinto para perderse entre tanta gente hasta que los pies le dolieron y tuvo que detener su trayecto.
Más allá de su reflexión tan negativa, entre los pastizales solitarios del mismo parque, un bello ser de alas mancilladas rogaba por un minuto de paz.
Subía y bajaba su pecho en un ademán agitado con la mirada turbia, llenándose de estupor al ver su cuerpo tan lastimado.Sentía dolor, mucho dolor, especialmente en la carne que aferraban a sus plumas, la cual se cortaba con cada lento desprendimiento de las mismas al más ligero movimiento.
Su rostro ultrajado en marcas que empezaban a abrirlo lentamente, quemaba bajo la sal de las lágrimas deslizadas por sus mejillas.
De rodillas, alzó la vista suplicando al cielo:
–Dios misericordioso en ti confío, no me dejes aquí en medio de esta soledad, ni tampoco que el miedo siga abrumando mi fe...-La voz le tembló pronunciando las palabras- Y si es tu voluntad, déjame morir pero bajo el consuelo de tu paz...-
Esperando a que el tiempo pasase, las esperanzas lo abandonaron, como a cualquier otro ser y se dejó abrazar por la muerte.
Hace sólo unos minutos el desafortunado ángel cayó del cielo al intentar proteger a los suyos contra aquel demonio que atacó sorpresivamente en las afueras de su ciudad.
Lucharon furtivamente, hasta que él logró hacerlo caer hacia la tierra, pero fue jalado por las últimas fuerzas del monstruo y envenenado en el momento que empezaron a caer.
El ser ante dura caída no pudo sobrevivir por la herida mortal que la criatura le había asestado con su espada y pereció inmediatamente, pero se llevó consigo como venganza su preciada inmortalidad, dejándolo en un agonizante suplicio.
Latoxina incrustada en su cuello rápidamente corrió por sus venas.
De a poco, las alas le empezaron a fallar estrepitosamente aterrizando con fuerza en el concreto del camino, raspando una parte de sus plumas que empezaron a perder fuerza y se desprendían ante el más mínimo contacto, generando una nueva herida.
El movimiento de su cuerpo empezó a hacerse más pesado y enredado hasta el punto de tan solo poder llegar a arrastrarse hacia un fino pastizal verde esmeralda que volvió a manchar con su carmín.
El más mínimo movimiento abría una nueva cortadura. Estaba solo, moriría solo, sin poder volver a casa. Era el peor estado que podrían haber caído los de su especie, deshonrosamente por perder la bella pureza inmortal que lo caracterizaba.
La desesperación a una muerta tan cruel aferraba sus miedos tan fuertemente que terminó por quebrar sus esperanzas de poder escapar.
Resignándose a su cruel destino, lloró en silencio de dolor, rabia e impotencia por no haber podido hacer algo mejor.
Fue entonces que el ruido de una rama quebrándose despertó su atención hacia aquellos mares azules sorprendidos.
Una vez que descansó por un momento había seguido caminando sin rumbo, con más amargura. Los hombros caídos, la vista aún por el suelo y los ojos llorosos, reflejaban completamente su verdadera tristeza.
Inesperadamente el concreto se tornó rojizo y en cuanto realizó unos cuantos pasos más hacia adelante se topó con un cuerpo de masa oscura y roja, con cuernos largos rodeando su cabeza. Inerte poseía las fauces totalmente abiertas en una sonrisa malvada y una enorme incisión en el abdomen se mostraba del cual había dejado de brotar sangre.
A su alrededor, unas cuantas plumas negras continuaron el rastro de sangre que también seguían manchando un camino hacia el pastizal.
Saltando de la sorpresa, ahogó un grito con sus manos mientras que empezaba a caminar lentamente hacia atrás.
Alzó la vista, viéndolo arrodillado con la mirada perdida hacia la inmensidad del cielo, mientras que lloraba. Sus pobres alas de noche desplumadas entre heridas, intentaban cubrirse en vano del intenso rayo del sol de la media tarde que mortificaba aún más su tortura.
Cuando quiso avanzar, pisó una rama y él detectó su presencia. Espantado, empezó a utilizar sus alas para volar pero les resultaban inútiles.
Gimió de dolor, cegado ante el miedo de creer que volvería alguien más para lastimarlo, aunque finalmente él mismo se hería más.
Inconscientemente se acercó más hacia él por la angustia que le generaba verlo así y suavemente le rozó la mano en un gesto tranquilizador.
-No temas por favor...Que yo no te haré daño -Le dijo.
En aquel momento, donde ambas miradas se contemplaron la muchacha pudo entrever las verdaderas emociones que lo atormentaban; La soledad, la angustia y la desesperación de un alma que sólo vivía para proteger a sus seres alas sin poseer ningún otro objetivo, lo llevaban a aferrarse sólo a ello, abandonando lo más preciado que pudiese desear.
El amor...Aunque fuese el granito más mínimo y efímero que pudiera reconfortarlo después de tanta sangre de pelear.
No quiso contemplar más, porque le revolvía el corazón pensar aquel hecho. Rompiendo el contacto que había formado junto a él, contempló el resto de su cuerpo mancillado donde figuraban laslíneas de su pálido rostro pintadas por el carmín que aún brotaba. A pesar de ello, las heridas no lograban opacar la belleza que ocultaba ni tampoco la pureza de su alma.
Cohibido, ante aquella mirada penetrante, la criatura intentó moverse incómodo pero el dolor lo impidió.
-Ya no te muevas...Vas a hacerte más daño –Exclamó preocupada-
-¿Y por qué debería hacerle caso a una humana? -Contestó poniéndose a la defensiva.- Si ustedes son los más grandes expertos en dañar lo que les brindan, sin importarles nada.
-¡Eso es mentira! –Le discutió- No todos somos así. Los humanos también sufren cuando las cosas no les salen bien y sin embargo seguimos adelante.
-Que gran broma que me brindas, ¿Por qué no me dices qué es lo que quieres y te vas de aquí de una vez?
Abrumada por el mal trato del muchacho, se sentía confundida, ya que los sentimientos que mostraron su alma eran totalmente diferentes a los que demostraba fuera en ese momento.
Dudando, lo miró por un segundo otra vez, intentando tenerle paciencia.
- Yo lo único que quiero es ayudarte...
-¿Cómo? ¿Curando mis heridas con tus palabras sin sentido? ¿Pedirle a los santos que vengan a darte un milagro con su luz? ¡Ellos me han abandonado! No sirven cuando realmente los necesitas!–Despectivamente se desquitó sin mirarla. Había perdido completamente la fe en todo lo que creía y aquella molestia terminaba siendo dirigida hacia ella.
Con los ojos húmedos en lágrimas, sintió la humillación recorrerle y estuvo a punto de irse. Un atisbo de humildad lo inundó al verla de esa manera y siendo más dulce intentó preguntarle:
-¿Por qué quieres ayudarme? A mí, a quién ya no tengo salvación...
-Porque ya no quiero que te sientas sólo, mucho menos en este momento.
Abriendo enormemente sus ojos negros, no supo que decirle exactamente, ya que sus palabras lo desarmaron. Desviando la mirada, siguió sufriendo en silencio manteniéndose quieto en su lugar.
Por su estado, la muchacha sabía que en cualquier momento le llegaría su hora y mucho no podría hacer al respecto más que acompañarlo.
Ocurriéndosele una idea, buscó el pañuelo de seda rosa de su bolsillo y con mucho cuidado secó las lágrimas y la sangre entremezcladas que opacaban el rostro del hermoso ángel.
Él no dejaba de contemplar con atención cada gesto suave, aceptando tímidamente su acción.
-Gra...gracias...-
El ser intentó esbozar una sonrisa y volvió a mirar fijo el cielo. Ahora sentía que la carga se alivianaba más de su cuerpo, y a pesar de tan intenso dolor, podría combatirlo sin tanta inseguridad. Era como si la muchacha le hubiese regresado las fuerzas para continuar aunque sea en ese último momento.
Pasado un tiempo ella lo sostuvo entre sus brazos, quitándole importancia a manchar sus ropas claras cuando la agonía le impidió al ángel mantenerse de rodillas. Había perdido ya la voz, y lo acunaba como si fuese un niño con suaves canciones que se sabía de memoria mientras que sus dedos acariciaban los finos cabellos.
Era sólo eso lo que buscaba, aunque fuese el más mínimo, y su anhelo por fin era calmado. Egoísta, como no quiso serlo, deseó tenerla un poco más brindándole su amor pero la vida no le alcanzaba para disfrutarlo.
Al menos fue un instante de consuelo antes de partir, su tranquilidad
El momento finalmente llegó y fue en ese instante, donde él le sonrió dulcemente dándole las gracias, por nunca haberlo dejado solo cuando más lo necesitó.
-Descansa en paz...
Cerrando los ojos, acarició la mejilla del ángel dormido eternamente, derramando sus propias lágrimas.
Sentía que una parte de sí misma se había ido junto a él, deseando fervientemente que volviese en todo su esplendor para poder abrazarlo y apreciar la calidez de sus alas cubrirla.
Por primera vez entendía que las emociones que le revolvían, diferentes a cualquiera que sintió alguna vez, era el verdadero sentimiento de amor.
Sin notarlo, un haz de luz dorado se acercó frente a ellos y rodeó al ángel, desapareciendo todo rastro de brutalidad que hubo en la zona y el de sus heridas.
Sus ojos no podían creer lo que veían. Al abrirlos, él había despertadoy fijamente la observaba, como desconcertado de lo que había pasado.
La luminiscencia todavía se mantuvo rodeando a un nuevo ser parado frente a ellos, cubriendo su forma completa. Con una voz llena de calidez, les habló claramente:
-Y sólo el amor podrá salvarlos,
Entre los obstáculos más crueles,
Y la maldad de nuestros mundos,
Ahora es momento de que lo demuestren,
pues el don de la vida les ha bendecido con una nueva oportunidad.
Lentamente desapareció dejando a ambos jóvenes sorprendidos, volviéndose a mirar mutuamente sin poder creérselo.
-Estás...Estás vivo...
-Lo estoy -Afirmó esbozando una ligera línea en su rostro-
-Sí... ¡Estás vivo! ¡No lo puedo creer!
La misma felicidad de volverlo a tener le hizo saltar a abrazarlo sin parar de llorar.
Contagiado, correspondió dicho gesto riendo, aunque debido al hecho de recién conocerla y recordar los acontecimientos de hace poco, el entusiasmo le duró poco, apartándola suavemente.
La nube de la inseguridad por los confusos acontecimientos lo rodeó, sintiendo la necesidad de querer regresar hacia su hogar. Tenía que reportar lo ocurrido para saber con mejor claridad qué hacer.
Nerviosa desvió la vista hacia un costado, suponiendo lo que estaría por pasar.
-¿Volveré a verte? -Preguntó. Él asintió silenciosamente.
Mirándolo fijo como si volviese a penetrar en su alma, negó con la cabeza desconfiando en sus palabras.
-No me mientas...-Dijo- Si regresas allá vas a dudar en querer volver.
Nuevamente sorprendido por su confesión, pensó la manera en la cual podría convencerla. Estirando una de sus largas alas negras, arrancó una pluma de un solo tirón, depositándola luego en sus manos.
-Con esto podrás saber cuándo estoy cerca y llamarme en el momento que más lo necesites. Espero que te sirva como prueba de mí lealtad.
Como acostumbrado a su cercanía, la pluma comenzó a moverse intensamente entre sus manos, sintiendo una conexión fuerte con su verdadero dueño.
Emilie aferró el regalo en su pecho y por última vez lo abrazó.
-Gracias...-
Alzando sus amplias alas para volar, el ángel retornó a su cielo, perdiéndose entre la gran marea de nubes que empezaban a colorearse entre naranjas y rojos.
La muchacha se quedó observando hasta que ya no pudo distinguirlo más, y caminando despacio para regresar a su hotel, intento olvidar la desolada ola de tristeza que empezó a invadir su corazón en cuanto se marchó.
Algún día regresaría, y con ansias, ella nunca dejaría de esperarlo, porque lo prometió.
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