6. Tony
Tony despertó por el intenso frío, la cabeza le estallaba. La posición en la que acabó dormido solo empeoró los estragos de su última borrachera, sentía mareos y demasiado asco. Pero no se engañaría al prometerse que sería la última vez de esta mezquindad, no cuando encontraba alivio en el jodido licor al nublarle la mente y hacer que cada uno de los recuerdos con Steve desaparecieran.
Era libre por esas horas, pero tristemente el efecto no duraba lo suficiente. Tampoco planeaba llevar su vida alcoholizado, solo se refugiaba cuando no podía contra el remordimiento de abandonar a Steve.
Como ayer.
Un diez de agosto lo conoció, un diez de agosto se burló de él por la ingenuidad de que podría adaptarlo a su estricta disciplina y volverlo su semejante; un diez de agosto empezó su historia.
"Soy Steve Rogers, curso el séptimo ciclo de la academia y soy capitán del escuadrón "Comando Aullador". El director Fury me designó como tutor, asegura un futuro prometedor contigo en la organización".
"¿Tú le crees? Debes ser sincero si pretendes que siga algún consejo tuyo, o por lo menos, te escuche".
"Bien, no soy tonto. El director Fury usó una mentira como excusa, porque sabe que no aceptaría ser tu tutor".
"Oh, te pediría las razones de tanto rechazo. Pero realmente no me importa".
"Nada parece importarte en sí".
"¿Y eso es malo?".
"Por supuesto. Debe importate tu vida".
"Me importa".
"Si fuera así, no estaría aquí para ser tutor".
"Oh, entonces has venido a enseñarme a valorar mi vida".
"Mi prioridad es que aprendas a cuidarla; si sacas provecho con lo otro, el único beneficiado serás tú".
"¿Siempre eres así?".
"¿Cómo?".
"Frío como una paleta de hielo. Espera, no. Es perfecto, ahora te llamarás "Capitaleta".
"Mi nombre es Steve".
"Y así te llamarán los demás, no yo".
"Stark".
"Capitaleta".
Jamás pensó que extrañaría a ese rubio que decidió presentarse con esa desconfianza y poca gracia. Ni siquiera imaginó que tendrían una historia, menos que la añoraría tanto como en estos momentos.
No lo tenía a su lado procurando que no pasara frío o que durmiera en una posición que le dejara un horrible dolor de cuello. Steve no lo hubiera dejado solo en este rincón de su enorme mansión, la mirada de Tony amenazó con romperse.
Quiso despertar con la cabeza de Steve encima, con su dulce y acusadora mirada como su primera vista al mundo nuevamente.
Pero, renunció a ello hace ocho años.
Tony suspiró pesadamente, se levantó del piso y fue hasta la cocina. No se sorprendió al tener a Pepper en ella, preparándole un café cargado. Su amistad con la pelirroja se fortaleció, confiaba ciegamente -que darle una llave de su casa era una muestra insignificante a esa confianza y a su gratitud.
—No lo voy a negar. Cuando éramos dos jóvenes incautos, detestaba que te perdieras con algún desconocido, pero ahora lo prefiero. —Pepper comentó en conflicto, Tony sonrió de lado y aceptó la taza de café.
—Porque temes que la dura soledad me destruya, ¿verdad?
Pepper asintió, la pelirroja jugó con la cuchara en la taza de su café. La movió de un lado a otro, ligeramente avergonzada. Creía en la resistencia de Tony, solo que le preocupaba las veces que él se derrumbaba.
Tony no era un bebedor habitual, se le reconocía. Pero las veces que lo hacía, parecía no salir de ese trance.
Si hoy lo hizo fue por la supuesta llegada de su padre.
—No deberías preocuparte tanto. —Tony susurró, tras acabar su taza de café. La amargura contrarrestó toda sensación de asco. —. Voy a estar bien.
—Lo creería si existiera la posibilidad de que olvidaras a Steve.
Esta vez, Tony le ofreció una sonrisa triste a su amiga. Le gustaría tanto poder decirle que esa posibilidad no era lejana, que él se repondría.
Pero no era un mentiroso, no con ella.
—Tengo marcado a Steve en el corazón, en la piel y en la jodida cabeza.
—Pero aún así, te niegas volver a él. —Pepper le recriminó. Hace ocho años, supuso que Tony se alejara de Steve era lo mejor. Pero ahora lo rechazaba, su amigo se convirtió en un esclavo al trabajo y sin emoción alguna.
Las veces que sinceramente sonreía eran pocas, todas ellas a causa de algún recuerdo de Steve.
Lo necesitaba, su corazón requería verlo una vez más.
Pepper lo entendió.
—Volver sería egoísta. Porque él seguramente avanzó, Pepps. Solo espero que lo haya hecho con Peggy, es una mujer extraordinaria.
— ¿Por qué te haces daño suponiendo? Si tienes el poder para realmente saberlo.
—Pero no el valor.
Pepper resopló. —Eres un estúpido, Tony. Te lastimas con suposiciones que tal vez no sean ciertas. Porque apuesto que Steve tampoco te superó, no cuando él me dijo que...
La pelirroja se calló, nunca le contó a Tony que ella también se encontró con Steve esa vez que fue a buscarlo -antes que ambos desaparecieran de la vida del otro. Esto por miedo a lastimar a su amigo.
—Potts, ¿debo preguntar?
Pepper tomó la mano de Tony, iba a contárselo. Esperaba que no se enojara por callarse. —No solo tú te encontraste con Steve el día que volaste a Alemania, yo también lo hice.
—... —De recordar ese día, Tony sintió un nudo en la garganta. La mirada llena de alegría de Steve se convirtió en una de tristeza y tanto dolor; por su culpa.
—Apenas pude decirme que tú eras su camino a casa. Y hasta que no vuelvas con él, deambulará por el mundo.
¿Él habría cumplido esa promesa?.
Tony apartó su mano del agarre de Pepper, se giró y una fuerte presión en el pecho hizo que le faltara el aire.
"Tony, ¿estás enojado?".
"¿No piensas hablarme?".
"Tony, ¿puedes girarte a verme? Por favor".
"No, no quiero que me veas llorando por un estúpido cadete que no dudó en atravesarse en pleno tiroteo por salvar a su compañero; olvidando que me tiene a mí en la jodida espera de su regreso".
"Yo... Lo siento, Tony".
"No, no te disculpes. Si lo haces, estarás abofeteando tu heroísmo; y eso no te lo voy a permitir... Eres una persona tan noble, Steve. Que duele, estoy condenado a sufrir porque lo que más amo de ti es también lo que me hace odiarte... Como ahora".
"Tony, ven. Abrázame".
"No, no te lo mereces. Me hiciste sufrir y portarme terriblemente grosero con todos los que intentaron evitar que ingresara a verte".
"Por favor".
"Maldición, Steve".
"No quiero que me odies, Tony. No soportaría que esos ojos almendrados que tanto quiero se amarguen por el odio o el sufrimiento".
"¿Así? ¿Entonces qué harás?".
"Jurarte que seré cuidadoso con mi vida, que no olvidaré más que esperas por mí y que, por lo mismo, lucharé por volver contigo. Porque no importa que tanto deba enfrentar, no ahora que entiendo que mi lugar es a tu lado y debo pelear por mantenerme así".
"No me basta las palabras, Steve. Eres demasiado noble y tú no dudarás en...".
"Dame tu mano, siente mi corazón y la sinceridad con la que hablo. Porque quiero que sepas que eres mi camino a casa, Tony. No sé en qué momento ocurrió, pero lo primero que deseo ver en cada llegada es tu mirada almendrada llena de ilusión".
"¿Por qué debería creerte".
"Porque te quiero, Tony. Juro volver, siempre que estes ahí esperándome".
"Y si no estoy, ¿qué harás? Porque no te esperaré por siempre, ah".
"Entonces no volveré, deambularé por el mundo".
"Steve Rogers, ¿me estás condicionando tu regreso?".
"Y no me avergüenza reconocerlo. Te quiero a mi lado siempre, Tony Stark".
Por supuesto que Steve cumpliría su promesa, era un hombre terco y firme con su palabra.
Finalmente, sus lágrimas cedieron. Los brazos de su amiga no tardaron en tomarlo por la cintura, Tony no ahogó más su llanto.
No quería imaginarse a un Steve como un errante por el mundo, dolido por haberle perdido. No soportaría ser el responsable de haberle quitado esa sonrisa y ese brillo, no cuando lo amaba tanto.
Por primera vez en ocho años, Tony temió haber hecho lo incorrecto.
—Tienes que volver, Tony.
Tony negó, las manos le temblaban y sentía mucho frío. —Ahora sí temo haberme equivocado.
—Bien, entonces no lo busques. Límite a asistir al cumpleaños de tu padre.
— ¿Acaso no piensa celebrar su cumpleaños acá?
—Esta vez, lo hará en Estados Unidos. Quiere jactarse de tu nuevo lanzamiento con sus amigos allá, o se excusó con ello para no viajar.
—Debe estar seguro que olvidé a Steve.
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