Hacía ya rato que la profesora de literatura trataba de explicar sobre él romanticismo y él grupo del fondo no lo permitía por él bullicio de sus sonoras voces y risas. Esto molestaba demasiado a la profesora Sosa y también a algunos alumnos aplicados que siempre se sentaban al frente como por ejemplo la más inteligente del curso, Fatima, que ya hasta ponía los ojos en blanco cada vez que la profesora interrumpía la clase.

Pero esto a los jóvenes del fondo no les importaba y seguían charlando sin bajar a penas un poco la voz.

La profesora llegó a un límite y pego él grito en el cielo asustando a todos su alumnos.

-Bustos, Quiroga, Bonnano, Azcona, Moreno! Todos ustedes me dan sus libretas porque tienen llamado de atención!
-Pero profe- de quejó uno de ellos
-Profe nada. Además para que no conversen más, voy a separar a ese grupete ya mismo!
-Que!? No puede hacer esto!
-Que no?

A cada uno de los alumnos les otorgó un nuevo asiento que les correspondería el resto del año. A la mayoría pudo sentarse solo, pero a uno de ellos, no tenía un nuevo lugar donde estar.

El único asiento que estaba disponible era el de Fatima.

La profesora no quería castigar a su alumna predilecta, pero no había elección. Obligó a Santino Moreno a sentarse con Fatima, a la que esta al escuchar el mandato de la profesora dijo: "Profesora, por favor, no puede castigarme a mí también. Yo no he hecho nada" . Pero esta no le prestó atención. Fatima debía aguantar a Santino durante todo lo que quedaba del año.