Capítulo X: Hoshi Hyūga.
Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.
Konoha, la aldea oculta entre las hojas, había sido recientemente fundada y todavía contaba con una población relativamente pequeña. Entre sus primeros habitantes se encontraban algunos clanes destacados que jugarían un papel crucial en la historia y el desarrollo de la aldea. Estos clanes no solo aportaban sus habilidades y conocimientos, sino también su deseo de construir una comunidad próspera y segura.
El clan Uchiha, conocido por su poderoso Sharingan y su increíble talento en el combate, era uno de los clanes más influyentes. Su presencia en Konoha no solo garantizaba una fuerza militar formidable, sino que también introducía una rica tradición cultural que se integraría profundamente en la vida de la aldea.
Otro clan destacado era el clan Senju, liderado por Hashirama Senju, uno de los fundadores de Konoha. Los Senju eran conocidos por su fuerza física y su habilidad en el ninjutsu, además de su capacidad de liderazgo y visión para el futuro de la aldea.
La colaboración entre los Senju y los Uchiha, a pesar de sus diferencias y rivalidades históricas, fue fundamental para la creación de Konoha. Juntos, estos clanes y otros más sentaron las bases de una aldea que se convertiría en una de las más poderosas y respetadas en el mundo shinobi.
Entre los primeros clanes en unirse a Konoha se encontraban los Hyuga, con su líder nombrada hace sólo unos meses, su nombre, Hoshi Hyuga.
Una joven de cabello negro que destacaba en cualquier multitud. Su melena larga y brillante caía en cascada por su espalda, enmarcando su rostro con un toque de misterio y elegancia. El flequillo, que rozaba suavemente sus cejas, añadía un aire juvenil y enigmático a su apariencia. Sus ojos blancos con un toque de lila eran, sin duda, lo más cautivador de su semblante. Con un tono poco común y fascinante, esos ojos parecían guardar secretos profundos y sueños que aún no habían sido revelados. Al mirarlos, uno podría perderse fácilmente.
Su piel pálida contrastaba de manera exquisita con la oscuridad de su cabello, creando una imagen de porcelana que parecía sacada de un cuento. Esa piel clara añadía una delicadeza a su figura, haciendo que luzca casi irreal. Cada movimiento que hacía era grácil y medido, como si estuviera consciente de lo cautivador que era su presencia. Su rostro, con rasgos finos y delicados, reflejaba una combinación de inocencia y sabiduría, una dualidad que la hacía aún más intrigante.
En su conjunto, Hoshi era una figura que no pasaba desapercibida. Su apariencia única y su aura magnética capturaban la atención de quienes la rodeaban.
Justo en ese día tan soleado, Hoshi estaba escogiendo vegetales en el mercado local, admirando la frescura y variedad de productos que tenía frente a ella. Mientras examinaba una brillante zanahoria, escuchó una voz familiar llamándola.
—¡Hoshi!— ella giró en dirección a la voz que conocía bien, una sonrisa se formó en sus labios al reconocerla.
—¡Hoshi!, ¡Por aquí!— vió a Inoikki corriendo hacia ella, agitando su mano con entusiasmo.
Hoshi levantó una mano para saludarlo, sintiendo una calidez en su corazón al ver a su buen amigo. Inoikki llegó a su lado, con la respiración un poco agitada pero con una sonrisa radiante.
—¿Qué sucede?— Hoshi dejó la bolsa de zanahorias que llevaba de nuevo con otras verduras.
—Recibiste una carta— Inoikki levantó su brazo, mostrando un sobre con el sello de los Hyūga, mismo que estaba abierto.
—¿La leíste?— Hoshi le arrebató la carta para ver de quién era —Es de un Hyūga, ¿Por qué la tienes tú?—
—Tengo mis contactos, Hoshi— dijo Inoikki mientras se recargaba en el hombro de Hoshi. —Es del padre de tu prometido, ¿No?—
—No es mi...— comenzó a replicar Hoshi, pero Inoikki la interrumpió rápidamente.
—La recuperé antes de que los vigilantes de la aldea pudieran leer su contenido— añadió el Yamanaka. Hoshi lo miró con una mezcla de sorpresa y preocupación.
—¿Cómo lo lograste?— preguntó Hoshi, sin poder ocultar la curiosidad en su voz.
—Como te dije, tengo mis contactos— respondió Inoikki con una sonrisa enigmática —¿Entonces...?—
—No es mi prometido, es sólo un amigo de mi padre y su hijo. Ellos llegarán pronto a la aldea— Hoshi estaba leyendo la carta sin importar que su mejor amigo estuviera espiando.
—Ah, son los que dijiste que llevan años lejos de tu clan— Hoshi asintió, sin levantar la vista de la carta, claramente emocionada por la noticia.
La carta estaba con una caligrafía meticulosa, en ella detallaba cómo el amigo de su padre y su hijo habían estado viajando por tierras lejanas en busca de conocimiento y experiencia.
—El padre de Tokuma-kun lo llevó a entrenar lejos de nosotros desde que tenía ocho años. Quería que él sea el próximo guardián del heredero de los Hyūga —dijo Hoshi, con un tono de voz que denotaba tanto respeto como preocupación.
—¿De tu futuro hijo? —preguntó Inoikki, con una mezcla de curiosidad y picardía en su mirada.
—Sí —respondió Hoshi, asintiendo lentamente.
—Pero, no creo que ese sea su único papel— comentó Inoikki con una sonrisa leve. Hoshi se rió un poco, una risa que parecía llevarse consigo un peso invisible.
—Es verdad, nuestros padres siempre se han llevado bien. Es probable que quieran que nos casemos, pero yo no recuerdo bien a Tokuma-kun— respondió Hoshi mientras sus ojos se perdían en el horizonte. Había un tono de nostalgia en su voz, como si tratara de recuperar un recuerdo casi olvidado.
—Me dijiste que se llevaban cinco años de diferencia— comenzó Inoikki —Por eso no lo recuerdas, sólo tenías tres años cuando se fueron— Inoikki ajustó su postura, con la curiosidad brillando en sus ojos.
—Es correcto— respondió Hoshi con un tono sereno, aunque sus ojos reflejaban una mezcla de emociones. El silencio que sigue pareció cargado de pensamientos no expresados.
—¿Qué sucederá cuando vuelvan a verse?— Inoikki no pudo evitar preguntar, con su voz llena de expectativa y un ligero temblor.
—No lo sé, la situación me causa curiosidad— admitió Hoshi, cruzando los brazos y mirando hacia otra parte.
La incertidumbre de lo que estaba por venir le pesaba un poco, pero también siente una chispa de esperanza. ¿Serían capaces de reconectar después de tantos años?, ¿Los cambios en sus vidas los habrían alejado o los unirían más?
—Sólo espero que sea atractivo, eres muy bonita para casarte con cualquier...— Inoikki dejó de hablar al ver que otra persona se estaba acercando a ellos, con una sonrisa torcida en su rostro, se quedó en silencio mientras observa a Yume acercarse.
—Buen día, Hoshi-san— Yume, un Uchiha al que Hoshi conocía, hizo una corta reverencia que Hoshi imitó inmediatamente.
—Buen día, Yume-san— respondió Hoshi con una sonrisa amable.
—Hey, no le hables tanto a Hoshi, ella ya tiene un prometido— dijo Inoikki, cruzando los brazos con una expresión seria.
Yume no pareció inmutarse y, en cambio, dirigió su mirada hacia Inoikki, con una expresión calmada pero decidida.
—No es ella la persona que me interesa— contestó Yume, mirándolo directamente a los ojos.
Inoikki se sonrojó, visiblemente sorprendido por la confesión indirecta.
—Te equívocas, Inoikki. Yume-san sólo me saluda en ocasiones, siempre que eres tú quien me acompaña— Hoshi cayó en cuenta de sus propias palabras al escucharse, y se sonrojó aún más fuerte que su mejor amigo.
La Hyuga observó la escena con sorpresa, preguntándose cómo se desarrollaría ahora esa inesperada situación.
—Me gustas— dijo Yume con firmeza, aún sin dejar de ver los ojos azules de Inoikki.
—¿¡Eh!?— exclamó Inoikki nervioso, mientras Hoshi miraba de uno a otro, sin saber que hacer.
—Ya lo dije, me gustas— repitió Yume, sin titubear.
Inoikki se dió cuenta de que todos los ninjas y aldeanos de los alrededores habían detenido sus actividades y los miraban con curiosidad. Sintiendo la presión de tantas miradas, intentó mantener la compostura.
—Oye, cuando confiesas tu amor a una mujer, debes ser más discreto— dijo Inoikki, soltando una risa nerviosa mientras abrazaba a Yume por los hombros, tratando de desviar la atención de los demás.
A pesar de la situación incómoda, había algo en la sinceridad de Yume que resonaba profundamente en Inoikki.
—No es Hoshi-san quien me interesa, te he dicho que me gus...— Yume trató de terminar su frase, pero se vió interrumpido abruptamente.
Inoikki se rió más alto y, de manera juguetona, cubrió la boca de Yume con su mano —Ya te dije que ella está comprometida con alguien más— exclamó el Yamanaka, Yume se sonrojó ligeramente al mismo tiempo que trataba de apartar la mano de Inoikki sin éxito.
Hoshi notó que las palabras de Inoikki estaban haciendo que el interés de los demás hacia ellos disminuya. Las miradas empezaron a desviarse y los murmullos se apagaron gradualmente. Con una mezcla de preocupación y determinación, Hoshi se acercó un poco más a sus amigos, intentando encontrar una solución para evitar que la situación empeore.
—¿Por qué no vamos a un lugar más discreto?— sugirió Hoshi, mirando a su alrededor en busca de un rincón menos concurrido.
Yume, que no podía hablar porque Inoikki aún cubría su boca, asintió con la cabeza en señal de acuerdo. Sus ojos reflejaban el mismo deseo de alejarse del foco de atención y encontrar un espacio donde puedan hablar con mayor tranquilidad.
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Los tres estaban en un campo a las afueras de la aldea. El sol comenzaba a esconderse tras las colinas, bañando el paisaje en tonos dorados y anaranjados. Yume, con una expresión de duda en el rostro, miró a sus compañeros.
—¿Por qué debemos venir hasta aquí?— preguntó Yume, cruzando los brazos —Y sin ofender, pero preferiría que Hoshi-san no esté— añadió, lanzando una mirada hacia Hoshi, que sólo atinó a dar un salto en su propio lugar.
Inoikki resopló y se pasó una mano por el cabello —¿Estás demente?— gritó con un tono de exasperación —¿Quieres meterte en problemas?—
—¿De qué hablas?— indagó Yume, con curiosidad evidente.
—¿Es que no lo sabes?— respondió Inoikki, levantando una ceja en señal de sorpresa.
Hoshi, que había estado escuchando la conversación desde el principio, decidió intervenir por fin —Yume-san fue de los últimos Uchiha en llegar a la aldea, él no debe saberlo.
Inoikki asintió lentamente, pareciendo recordar —Es verdad...—
—¿Por qué confesar mis sentimientos sería un problema?, ¿Es que no te gusto? —preguntó Yume, mirando en dirección a Inoikki.
—No es eso— respondió el rubio tratando de encontrar las palabras correctas mientras evitaba su mirada.
—Entonces, te gusto— Yume sonrió orgulloso, con su expresión llena de confianza.
—Sí, ese es el problema— expresó Inoikki finalmente, sintiendo un peso en el pecho.
—¿Por qué?— quiso saber Yume, su sonrisa fue desvaneciéndose lentamente mientras buscaba una explicación en el rostro del contrario.
—Los ninjas en Konoha al igual que los aldeanos no ven bien las relaciones amorosas entre personas como nosotros— comenzó el Yamanaka visiblemente frustrado.
—Hace un mes, encontraron a dos Akimichi en una situación comprometedora— prosiguió Hoshi en vista de que su amigo no lo haría —Algunos Uchiha e Inuzuka los atacaron por repulsión, sino hubiera sido porque Madara-san intervino... No sé que hubiera pasado a los Akimichi— finalizó ella bajando la mirada, sus ojos reflejaban una gran tristeza.
—Aunque Madara-san reprendió a varios, ellos insistían en que no querían a los Akimichi en la aldea. Al final, el Hokage Hashirama debió aceptar la petición de los Akimichi para irse de la aldea— añadió Inoikki en un tono bajo de voz, realmente le daba mucha pena la situación de esos dos chicos.
—Lo siento, no lo sabía— murmuró Yume cabizbajo.
—¿Por qué crees que siempre estoy provocando un poco a Hoshi?, Es preferible que los demás crean que tengo un amor no correspondido por ella a qué se enteren de mis sentimientos— se explicó el Yamanaka con cierto tono de resignación, Yume no encontró que decir al respecto.
Hoshi se sintió triste al ver a sus amigos muy desanimados. La situación en la que se encontraban parecía más sombría de lo habitual, rápidamente se notaba que el ambiente estaba cargado de pesimismo.
—Pero, no todos piensan de esa manera. En aquella ocasión... Si hablamos con Madara-san, él nos podrá ayudar, es una buena persona— con la esperanza de encontrar una solución, Hoshi sugirió recurrir al líder de los Uchiha, convencida de que él podría ofrecer alguna ayuda.
Yume, sin embargo, no pudo evitar reírse un poco ante la sugerencia —No sé si Madara y buena persona deberían ir juntos en una oración— comentó con un toque de ironía.
La reputación de Madara parecía ser un tema de debate entre ambos, y Yume no estaba convencido de que sea la mejor opción para pedir ayuda.
Inoikki, que había estado escuchando, finalmente decidió intervenir —¿En qué podría ayudarnos él?— preguntó, buscando más claridad sobre la propuesta de Hoshi.
—Le diré que nos ayude a formar un equipo. Si los tres estamos juntos, nadie sospechará de interacciones entre ustedes. Y Madara-san podría pedirle a Hashirama-san que nos envíe fuera de la aldea. Yo podría desviarme y dejarlos solos—propuso Hoshi con demasiada determinación.
Yume, sin embargo, no pudo evitar expresar sus dudas. —¿Y si al final Madara no quiere ayudarnos? —preguntó, su voz cargada de preocupación. La idea de confiar en alguien tan impredecible como Madara le causaba inquietud.
Inoikki asintió, compartiendo la preocupación de Yume —¿Y si termina difundiendo nuestro secreto?— agregó, con su voz temblorosa. La posibilidad de que su plan se descubriera y se volviera en su contra era un riesgo que no podían ignorar.
Hoshi se quedó en silencio por un momento, contemplando las preocupaciones de sus amigos. Finalmente, habló con una voz más suave pero aún decidida
—Si él no acepta, tendré un plan b para que se olvide de todo— aseguró Hoshi mientras veía a sus amigos con una gran determinación.
—¿Cuál?— indagó Inoikki, confiando por un segundo en ella.
Hoshi sonrió y colocó sus manos en su cintura —Le diré que todo era una broma— anunció con satisfacción.
Yume e Inoikki la miraron con horror, con sus ojos bien abiertos de par en par. No podían creer lo que acaban de escuchar; la gravedad de la situación no les permitía procesar la idea de que todo eso sea sólo una broma de la Hyuga.
—Estamos perdidos, ¿eh?— dijo Inoikki con una resignación palpable, mientras Yume asentía lentamente, compartiendo la misma sensación de desasosiego.
Ambos se preguntaban cómo Hoshi podía tomar algo tan serio con tanta ligereza.
—¡Hey!— se quejó Hoshi, dándole unas palmadas en el hombro a Inoikki.
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Madara se encontraba sentado bajo un árbol, atrapando las hojas que caían antes de que toquen el suelo. El Uchiha se levantó lentamente, aún sosteniendo una hoja que acababa de atrapar en el aire. Observó a Hoshi corriendo hacia él, estaba tranquilo pero sentía curiosidad. El sol se filtraba a través de las ramas del árbol, creando un juego de luces y sombras en el suelo.
—¡Madara-san!— Hoshi se detuvo al estar frente a él —Gracias por venir— ella tomó un respiro profundo, intentando calmar su respiración agitada
—Hoshi, ¿qué es tan urgente que necesitabas verme aquí?— preguntó Madara, con un tono de voz que reflejaba tanto interés como preocupación.
—Lo cité fuera de la aldea porque no quería que alguien nos escuche, también me aseguré de que no me hayan seguido— dijo ella, con un tono ligeramente tembloroso pero aún así determinada.
Madara vió como Hoshi desactivaba su Byakugan, así que terminó asintiendo, confiando en sus ojos. El Uchiha guardó la hoja que tenía en las manos en su bolsillo, como un pequeño recuerdo del momento.
—¿Te ocurre algo malo?— preguntó Madara, con sus ojos penetrantes fijos en Hoshi.
—Necesito la ayuda de Madara-san— respondió Hoshi, con un tono de urgencia —Uno de mis amigos está enamorado de alguien de su clan. Quisiera que les permita el cortejo.
Madara levantó una ceja, sorprendido por la petición inusual. Después de unos segundos de reflexión, respondió con un tono serio pero comprensivo —No me importa qué pareja elijan los miembros de mi clan. Son libres de elegir a un Hyūga si lo prefieren.
Hoshi soltó un suspiro —No es un Hyūga, es un Yamanaka. Pero, no es ese el problema— insistió, temblando ligeramente.
—¿Y entonces cuál es?— Madara preguntó, inclinando la cabeza con curiosidad.
—Mi amigo es un hombre— murmuró Hoshi, bajando la mirada al suelo, como si las palabras fueran difíciles de pronunciar.
—¿Y?— Madara respondió, arqueando nuevamente su ceja, todavía sin entender la gravedad de la situación.
—Y pretende a otro hombre de su clan— Hoshi aclaró, esperando que esta vez Madara comprendiera.
—Ah— Madara parpadeó varias veces, procesando la información. Después de un momento de silencio, habló de nuevo —Sigo sin ver cuál es el problema, si son dos hombres, a mí me da igual—
Hoshi levantó la mirada, sorprendida por la respuesta de Madara. No era la reacción que había esperado, pero una sonrisa tímida comenzó a formarse en sus labios.
—Sé que Madara-san no tiene prejuicios, pero no todos en la aldea piensan como usted— comenzó la Hyuga, sintiendo más confianza gracias a las respuestas de Madara.
—Lo entiendo, dime cómo crees que puedo ayudarte— aceptó Madara, con cierta curiosidad.
Hoshi sonrió —Creí que Madara-san podría pedirle a Hashirama-san que forme un equipo con mis amigos, y que me incluya también— le contó su plan con timidez, cuando lo dexia en voz alta, sus dudas asaltaban con fuerza.
—¿Para qué?— quiso saber él.
—Porque de esa manera ellos podrán pasar tiempo juntos sin levantar sospechas, yo seré su coartada— argumentó la Hyuga mientras se señalaba a si misma —Y quiero que, si alguna vez alguien los descubre, Madara-san los proteja— pidió con una reverencia.
Madara cruzó sus brazos —Se lo pediré a Hashirama, también cuidare de tus amigos— prometió sin agregar más.
—¿De verdad? ¡Es tan bueno, Madara-san!— Hoshi no pudo evitar saltar sintiéndose muy emocionada, Madara sonrió al verla tan feliz.
—Pero tengo una condición— dijo el Uchiha, interrumpiendo su celebración.
—¿Cuál es?— preguntó Hoshi, aún con una sonrisa en el rostro.
—Quiero tener una cita contigo— declaró Madara con voz firme y clara.
Hoshi se sonrojó intensamente, sorprendida por la inesperada propuesta.
¿Había escuchado bien?
La emoción y la sorpresa se mezclaron en sus ojos, creando un destello de confusión y alegría. No sabía si responder de inmediato o tomarse un momento para asimilar lo que acaba de escuchar. La propuesta de Madara había cambiado el curso de su día de una manera que nunca habría imaginado.
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—Lo que hoy se ha unido, que jamás sea separado— habló Hashirama mientras levantaba sus brazos en señal de triunfo. Las pocas personas presentes comenzaron a sonreír y a aplaudir, llenas de alegría por la ocasión.
El ambiente se llenó de una mezcla de emociones: alegría, esperanza, y una pizca de nerviosismo por el futuro que les esperaba a los recién casados.
Madara, siempre tan reservado, no logró evitar mirar a Hoshi de reojo. Ella, captando su mirada, le devolvió una sonrisa cálida que pareció iluminar todo el lugar. En ese momento, había una chispa de entendimiento y respeto entre ellos. Es un pequeño gesto, pero significaba mucho en un día donde la unión y la felicidad eran los protagonistas.
—¡Vivan los novios!— gritó Hashirama con entusiasmo, rompiendo el silencio y desatando otra oleada de aplausos.
La energía en el aire era palpable, y todos los presentes se unieron en un coro de buenos deseos para la pareja. Ese día no sólo marcaba el inicio de una vida juntos para los novios, sino también un nuevo capítulo de paz para todos los que estaban ahí para celebrarlo.
Bajo la sombra de los árboles, las promesas de amor eterno se susurraban con la complicidad de la naturaleza como testigo. Cuando Yume finalmente besó a Inoikki, sellando su compromiso, los dos se quedaron juntos, irradiando felicidad.
En esa tarde soleada, en un rincón escondido dentro del gran jardín en casa de Hashirama Senju, se llevaba a cabo una boda secreta entre Yume Uchiha e Inoikki Yamanaka. Sólo unos pocos habían sido invitados a la celebración, entre ellos Hashirama Senju, su esposa, Madara Uchiha, Hoshi Hyuga y Tobirama Senju.
Hashirama aprovechó el momento de paz y alegría para escabullirse. Observó a su amigo Madara, quien estaba un poco apartado del grupo, y decidió acercarse. Con una sonrisa traviesa, lo abrazó con fuerza y le habló en voz alta para interrumpir su conversación.
—¡Madara!, ¿Cuándo vas a casarte también?— el rostro de Madara se tornó carmesí en segundos, con una mezcla de sorpresa y vergüenza.
Con un movimiento rápido, lo apartó ligeramente y le contestó —Cierra la boca—
—Hoshi-san, ya tengo la lista de los Hyūga que le pediré para el escuadrón que estoy creando— interrumpió Tobirama mientras se acercaba al grupo, dirigiéndose exclusivamente a la única mujer presente.
—Hermano, sólo tú quieres hablar de trabajo en un día de fiesta— replicó Hashirama con una sonrisa cansada.
Tobirama lo miró con seriedad —Necesitas una escolta, así que guarda silencio— lo regañó —¿Podemos hablar solos un momento?— preguntó sin apartar sus ojos de la joven Hyuga.
Madara levantó una ceja, intrigado por la seriedad en el tono de Tobirama, pero no dijo nada. Hashirama, aunque un poco desconcertado, sabía que su hermano siempre tenía buenas razones para sus decisiones, así que también se quedó en silencio. La tensión se podía sentir en el aire, pero la determinación en los ojos de Tobirama revelaba una urgencia que no podía ser ignorada.
—Está bien— Hoshi asintió y luego miró en dirección a Madara y Hashirama —Regreso en un momento— informó para después hacer una corta reverencia como despedida.
Madara los miró partir en silencio, dirigiendo sus ojos después hacia Yume e Inoikki, que seguían conversando muy juntos.
—¿De verdad no has pensado en casarte con Hoshi-san?— habló Hashirama interrumpiendo los pensamientos de Madara.
—Lo he pensado, es lo que ella quiere— contestó el Uchiha, con una mirada pensativa —Pero no creo que a su padre le agrade la idea— añadió, mientras su ceño se fruncía ligeramente, reflejando sus dudas internas. La verdad es que él mismo no estaba seguro de querer casarse, atrapado entre sus propios deseos y las expectativas de otros.
—¿Y si te conviertes en Hokage también? Así los Hyūga no podrán negarse— sugirió Hashirama con una sonrisa astuta, tratando de ofrecer una salida a su amigo. Ser Hokage no sólo le daría a Madara el poder y la influencia necesarios, sino que también podría cambiar la percepción que los Hyūga tenían de él.
Madara consideró la idea de Hashirama, sin embargo, la duda persistía en su corazón.
—Hokage, ¿Eh?— Madara dió una mirada hacia Hoshi, que parecía ajena a él en ese momento.
La sonrisa en su rostro pronto se borró.
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Hoshi dejó de correr cuando llegó con Madara, respirando con dificultad y con el corazón latiendo a toda velocidad. Sus piernas temblaban por el esfuerzo, incluso podía sentir como si el aire caliente de la tarde le quemara los pulmones. A pesar de su estado agitado, sus ojos se encontraron con los de Madara, llenos de una frialdad y una chispa de urgencia.
—Lo siento, llego un poco tarde porque tenía unos preparativos que hacer con mi clan— se disculpó Hoshi, tratando de recuperar el aliento.
—No importa— contestó Madara con un tono seco, mirándola fijamente.
Hoshi notó que Madara estaba muy serio, algo que la inquietó profundamente.
—¿Qué quería decirme?— indagó la Hyuga, con la voz llena de preocupación. Observó cómo el rostro de Madara no mostraba ninguna emoción, lo que hacía que su ansiedad crezca aún más.
Madara permaneció en silencio por un momento, sus ojos oscuros reflejaban una tormenta de pensamientos. Finalmente, decidió hablar.
—¿Ocurre algo?— intervino Hoshi antes de que él pueda decir algo —Desde hace unas semanas ha estado distante conmigo—
Madara suspiró, como si estuviera cargando un peso invisible sobre sus hombros.
—Terminemos, no quiero seguir con esto— confesó Madara con voz firme.
—¿Qué?— Hoshi lo miró asustada —Pero... Pensé que Madara-san y yo nos casaríamos— sollozó Hoshi mientras sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.
—Necesito concentrarme en otras cosas. Debo estudiar dentro del Santuario Nakano— Madara desvió la mirada, evitando el contacto visual —Eres una gran distracción para mí, sólo...
"Espérame".
Eso es lo que le habría gustado pedirle, sin embargo, no se atrevió a hacerlo. Porque creía que aún si no lo profesaba, ella le estaría esperando. Tal vez tardaría, pero cuando encontrara una forma de traer a su hermano de regreso, quería que ella también estuviera ahí.
—¿Es así?— habló la joven en apenas un susurro.
Hoshi sentía su corazón oprimido, con sus lágrimas corriendo por sus mejillas, pero sabía que no podía cambiar la decisión de Madara.
Haciendo uso de su orgullo, limpió sus ojos discretamente y se mordió el labio inferior en un intento por dejar de temblar.
—Lo lamento, en este momento, no puedo estar contigo— Madara se dió la vuelta para no tener que verla, tenía miedo de arrepentirse si miraba su expresión tan lastimada.
Hoshi volvió a llorar cuando vió que Madara ya no estaba con ella. En ese instante se sintió libre para dejar fluir sus sentimientos.
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Hoshi estaba leyendo una lista de preparativos, la llegada de Tokuma y su padre se había retrasado aproximadamente un año, pero ahora por fin regresarían. Es por ello que estaba dando los últimos arreglos a su fiesta de bienvenida.
—Hija, ¿Te encuentras bien?— el padre de Hoshi se acercó a ella con una taza de té en las manos.
Ambos se encontraban en el jardín, esperando que sus compañeros lleguen en cualquier momento. El más emocionado era el padre de Hoshi.
—Otōsan... Por la noche me dolía la cabeza, no podía dormir bien— mintió la Hyuga, aceptando la taza de té.
—Puedo verlo, tienes ojeras. Desde hace un mes te ves decaída— habló con su padre con gran preocupación.
Hoshi bebió un poco del té y suspiró, ya no quería preocupar a su padre o a sus amigos, así que tenía que decidirse a olvidar a Madara.
—Sólo me sentía un poco presionada por mi cargo, pero le prometo que ya no me sentiré así— murmuró la joven con una débil sonrisa formándose en sus labios.
—No olvides ir al doctor, quizá te pueda receta algo para dormir— aconsejó el mayor posicionando una mano en su hombro, Hoshi se limitó a asentir.
—¡Ya están aquí!— gritó un Hyūga con gran emoción, llamando la atención de todos.
Otros Hyūga rápidamente se apresuraron a abrir la gran puerta de Madera que estaba en la entrada de los límites de su muralla. Hoshi y su padre se acercaron también con el propósito de recibir a sus grandes invitados.
—¡Sean bienvenidos!— el padre de Hoshi alzó sus brazos, ganando varios festejos por parte de los Hyuga.
—Reciban con alegría a Bin-san y Tokuma-kun— pidió Hoshi sonriendo, un poco contagiada de la alegría de su clan.
Los Hyūga gritaron con más fuerza, demostrando toda su emoción.
—Hoshi-sama, cuánto ha crecido— Bin se quitó su sombrero y bajó la máscara que cubría su boca.
—No tanto como Tokuma-kun— respondió Hoshi riendo, su ex compañero de entrenamiento ahora fácilmente rebasaba su altura.
—Perdonen que llevemos tanto, el sol fue muy fuerte durante el camino— explicó el mayor mientras se quitaba unos guantes que lo ayudaban a cubrirse.
—Estoy feliz de volver— imitando a su padre, Tokuma también se quitó el sombrero y el pañuelo que cubría su rostro.
Tokuma resultó ser un joven cuya presencia irradiaba una energía vibrante y magnética. Su cabello, corto y negro como la noche, se acomodaba perfectamente alrededor de su rostro, destacando sus rasgos definidos y juveniles. Su piel bronceada, era testimonio de horas bajo el sol, brillaba con un tono cálido y saludable, reflejando una vida activa y al aire libre.
Lo que realmente captaba la atención de cualquiera que lo mire eran sus ojos. De un lila profundo y fascinante, sus ojos característicos de los Hyuga, parecían ser una ventana a su alma, mostrando una profundidad y sensibilidad que no siempre se percibía a simple vista.
Los ojos de Hoshi se abrieron más de lo normal al ver a Tokuma sin su máscara, la taza de té en sus manos se cayó y se terminó quebrando en el suelo. El sonido del cristal rompiéndose resonó en el ambiente, pero Hoshi apenas lo registró. Su mente estaba completamente enfocada en la figura que tenía delante.
—¿Hoshi?— su padre la llamó, pero ella no reaccionó. Sus pensamientos estaban atrapados en una maraña de emociones y recuerdos confusos.
Tokuma, quien también parecía sorprendido por la reacción de Hoshi, dió un paso adelante con preocupación en sus ojos.
—¿Se encuentra bien, Hoshi-sama?— preguntó Tokuma con voz suave, intentando calmarla.
—Y-yo...— balbuceó Hoshi, sintiendo su corazón latir con fuerza en su pecho. Había una sensación extraña y familiar en su presencia, como si hubiera conocido a Tokuma desde antes, aunque no podía recordar cuándo o cómo.
El jardín de pronto pareció volverse más pequeño, más íntimo, mientras ambos se miraban fijamente. Hoshi luchaba por encontrar las palabras adecuadas, pero todo lo que sentía era esa inexplicable conexión que la dejaba sin aliento. Tokuma, sin saber qué más hacer, esperaba pacientemente, con la esperanza de que las palabras adecuadas llegaran a ella.
—¿Por qué llora?— indagó el joven Hyuga en vista de que ella no decía algo.
Hoshi llevó sus manos a su rostro y tocó sus mejillas con sus dedos, descubriendo que, efectivamente, estaba llorando.
Su padre al ver que no dejaba de llorar se preocupó por ella —Mi hija no se ha sentido bien estos días, les pido una disculpa, pero la llevaré de regreso a su habitación— explicó mientras tomaba a la ojiperla por los hombros.
Hoshi no dejaba de ver a Tokuma, aún así, se dejó guiar por su padre. Tokuma tocó el contorno de sus ojos al sentir sus mejillas húmedas, descubriendo que él también estaba llorando.
—Por favor, celebren mientras vuelvo— pidió el padre de Hoshi en voz alta, tratando de que el ambiente volviera a ser el de antes.
—Bin-san, tienen que probar lo que preparamos para ustedes— pidió una Hyūga mientras se acercaba a ellos.
—Anímate, muchacho— otro Hyūga le dió una palmada a Tokuma en la espalda, consiguiendo que él reaccione.
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—Otōsan, vuelve a cargarme— Tokuma le sonrió a su hijo y lo tomó en sus manos para elevarlo por los aires, el niño rió encantado.
—Binnie, no olvides tus deberes— pidió Hoshi al mismo tiempo que caminaba hacia ellos, llevando consigo una jarra de limonada, misma que dejó en la manta que llevaban para su día de campo.
—Quiero jugar un poco más— suplicó Binnie con ojos llorosos.
—Debes obedecer a tu madre— ordenó suavemente Tokuma, tomando asiento para revisar la libreta de su hijo.
—Si cumples tus deberes, te llevaremos en nuestro próximo viaje— le prometió Hoshi sonriendo, sabía que a su hijo le encantaba viajar y conocer nuevos lugares.
Binnie asintió varias veces, estaba decidido a correr hacia su madre, pero se detuvo al ver a alguien detrás de ella.
—¿Quién es usted?— indagó Binnie, con una mezcla de curiosidad y cautela.
Tokuma y Hoshi se dieron la vuelta para ver lo mismo que su hijo. Los ojos perla de la Hyuga se abrieron de par en par al reconocer a la figura que se acercaba.
—¿Madara-san?— exclamó Hoshi, sorprendida de verlo. No imaginaba encontrarlo ahí, aunque antes ellos solían reunirse en ese sitio. Los recuerdos de momentos pasados inundaron su mente, trayendo consigo cierta nostalgia.
Madara se detuvo a pocos metros, su expresión imperturbable. Miró fijamente en dirección a Hoshi y Tokuma, antes de posar su mirada en el pequeño Binnie, quien lo observaba con desconfianza. El aire parecía cargado de una tensión inexplicable, mientras el pasado y el presente se entrelazaban en ese inesperado reencuentro.
El Uchiha bajó un poco la mirada, notando el vientre abultado de Hoshi.
Ella no lo había esperado.
—Entonces era cierto lo que escuché, te casaste con otro— habló por fin Madara, esbozando una sonrisa que Hoshi notó algo retorcida.
—¿Es usted Madara-san?— preguntó Tokuma, posicionándose protectoramente delante de su hijo y al lado de su esposa.
—¿Con él?— el Uchiha alternaba su mirada entre Tokuma y Hoshi, sus ojos reflejando un profundo odio y desdén.
Hoshi sintió una oleada de emociones conflictuadas, recordando los días en que compartía una conexión profunda con Madara, y ahora enfrentando el presente junto a Tokuma. La tensión en el aire era demasiado densa, y la presencia de su hijo sólo hacía el momento aún más delicado.
—Madara-san...— Hoshi escupió sangre, el movimiento fue tan rápido que no logró detenerlo.
Binnie gritó asustado cuando miró que el hombre al que llamaban Madara atravesó el cuerpo de su madre.
—Binnie, vete de aquí— le gritó Tokuma mientras lo apartaba de su lado.
El niño corrió a toda prisa en dirección a la aldea, esperando encontrar ayuda. Si lo conseguía, podrían salvar a su madre y apoyar a su padre.
Hoshi cayó al suelo, no pudo moverse por más que lo intentó, sólo le fue posible sentir como el dolor la iba consumiendo. Miró a su hijo huir y a su esposo enfrentarse a Madara.
Nunca imaginó que iba a morir en manos de su primer amor.
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Hinata limpió sus lágrimas con las mangas de la capa de Obito, se sentía triste al escuchar la historia de su vida anterior. Resultó ser muy parecida a la que Obito le había contado sobre Hanae.
—La historia no deja de repetirse... He hablado con tantas pero ninguna es Hanae— susurró la Hyuga derrotada. Por más que lo intentaba, no lograba dar con la persona que estaba buscando.
Cerrando sus ojos y apretando sus manos con gran fuerza, Hinata pidió en tono bajo ayuda a Izanami, rogando que en esta ocasión le cumpliera su deseo de hablar con Hanae. Al abrir nuevamente sus ojos, se observó en el reflejo de la cascada.
Tardó unos segundos en comprender que no se estaba viendo a si misma, su reflejo llevaba puesta una vestimenta completamente diferente. Parecía una joven sacada de una historia antigua.
Hanae por fin se presentaba en su reflejo del agua, y al verla Hinata logró darse cuenta de que Kaede tenía razón, ellas dos eran idénticas.
—Mi nombre es Hanae Ōtsutsuki— se presentó la joven, su voz fue suave, a Hinata de cierta forma le pareció familiar. Ya la había escuchado antes, en los fragmentos de sus sueños.
—Por fin puedo verte, necesitaba tanto comunicarme contigo. No dejo de tener pesadillas sobre tu vida— comenzó Hinata con cierto nerviosismo. De no ser porque otras mujeres le habían hablado desde el otro lado del agua, se habría asustado de oír a Hanae.
En momentos pensaba que se estaba volviendo loca.
—Son tus recuerdos, recuerdos de una vida anterior— la corrigió Hanae con una sonrisa amable —Tú eres yo— le confesó, porque para Hinata parecía todavía no quedar claro.
—Hasta ahora, todas excepto Yoki han tenido el mismo destino. Mueren por el amor al que no corresponden— murmuró Hinata cabizbaja, después de Hoshi, la mujer que renació tuvo una vida aparentemente tranquila, su muerte temprana fue en el campo de batalla, no por alguna ex pareja.
—Mi historia no fue muy diferente, supongo que todo comenzó desde mi— Hanae pareció suspirar —Es hora de contarte mi historia— ambas se miraron a los ojos. Hinata se sonrojó ligeramente debido a la emoción.
Por fin después de tiempo, creía estar cerca de encontrar de nuevo la paz en su corazón.
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Notas de la autora:
• Puede contener errores ortográficos.
• Bueno, empezamos primero con la historia de Madara y su amor no correspondido, ¿Qué les pareció? 👀
• Hubo un pequeño guiño a una relación entre Uchiha/Yamanaka, porque obvio Itachi e Ino también tenían que haberse amado en otra vida ;)
• Se imaginan cuál sería la reacción de Madara al ver a Hinata y encontrar su parecido con Hoshi?, Además de darse cuenta que su discípulo le anduvo pedaleando la bicicleta jaja
• Tokuma vendría a ser un antepasado de nuestro Tokuma actual, así que en otra vida Obito fue como un bisabuelo de su actual rival amoroso, las complejidades de la vida 🙈
• Después de que Madara asesinó a Hoshi y a su esposo, tomó ese acto para revelarse contra su aldea y tener su gran batalla con Hashirama.
• Yoki Hyuga sería quien renació después de Hoshi y la vida anterior más próxima de Hinata. Como Hoshi murió pero Madara no y él se mantuvo escondido, nunca la conoció, así que ella es la única que si ha tenido una vida feliz con la reencarnación de Obito. Aunque murió joven, y Obito en esa vida murió antes que ella. Por eso ahora Obito es mayor 🤠
Dejen sus votos y comentarios 💖
Nos leemos en la próxima actualización 👀💜
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