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Capítulo III: Kaede y Hanae.

Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.

Sus ojos se llenaban de lágrimas, en ese instante se sentía demasiado impotente, nada de lo que intentaba funcionaba. Presionaba su herida, pero la sangre no paraba de salir a borbotones, las mangas de su lindo kimono blanco se habían teñido de un fuerte rojo carmesí. Las gotas de agua salada que salían de sus ojos perla terminaban cayendo cerca del gran hueco en su pecho, sabía que él sufría, pero no quería dejarlo ir, no sería la misma si su amado la abandonaba. ¿Estaba siendo egoísta?, Probablemente, ¿El amor era egoísta?, Ya no conocía la respuesta. Lo amaba, empero, eso no significaba que era tan fuerte como para dejarlo ir.

¿Quién se atrevió a hacerle daño a un ser tan puro como su amado Kaiten?, Él jamás le haría daño a alguien, si solía sentirse mal cada que miraba a algún animal muerto, por eso mismo era vegetariano. No comía nada de carne, solamente cuidaba de algunos animales para obtener leche y algunos huevos que entregaba al templo, el alimento que terminaba de completar lo necesario para todos era lo que cosechaba de sus cultivos. Como era una persona importante para el funcionamiento del templo, su padre lo había elegido como su esposo. Al principio tenía miedo, pero él y sus sonrisas la convencieron de su sinceridad, Kaiten y ella aprendieron a amarse, no era justo que alguien quisiera arrebatarles esa felicidad.

—Kaiten... Por favor...— rompió las mangas de su kimono, sin importar que fueran de seda y que probablemente recibiría algunas reprimendas de los sabios del templo, ya nada le importaba, solamente quería detener a cualquier costa el sangrado de su esposo.

—No llores, quiero que mi último recuerdo sea el de tu rostro sonriendo— los ojos oscuros de su esposo estaban más apagados que otros días, y aun con el sufrimiento que recorría cada parte de su cuerpo, se esforzaba por sonreírle. Con lentitud, la mano fría de su amado Kaiten avanzó hasta posicionarse sobre su mejilla, él trataba de limpiar el rastro que dejaban sus lágrimas.

—No digas eso, por favor... Tú no puedes dejarme— aunque quería detener su llanto para cumplir la petición de su amado, simplemente no lo conseguía. Estaba destrozada, la vida de su esposo escapaba de su cuerpo sin que ella pudiera hacer algo para detenerlo —No puedes dejarnos— su embarazo de ocho meses era algo imposible de pasar por alto, y su esposo era consciente de ello, era tan enorme que le resultaba increíble pensar que sólo un bebé venia en camino.

—Hanae, te amo— Kaiten sentía como en momentos perdía la razón, sus ojos se cerrarían pronto y antes de que eso sucediera, anhelaba poder confesar sus sentimientos una vez más. Fue muy fácil enamorarse de Hanae, ella era una mujer fuerte, inteligente, amable, honesta, agradable, había infinidad de palabras positivas con que podía describirla. Sus ojos lo cautivaron desde el primer día que se vieron, y cuando le dieron la noticia de que sería su esposa, le prometió al cielo que haría todo lo posible por recuperar su sonrisa.

—Ya basta, Kaiten... Voy a curarte, estarás bien— las ideas escapaban de su mente, no podía dejarlo solo para pedir ayuda porque eso significaría que no habría alguien que hiciera presión en su herida, Kaiten ya no tenía fuerza suficiente para evitar que su sangre siguiera saliendo, ¿Qué se supone que haría si ni siquiera contaba con herramientas para tratarlo?

—No puedo sentirlo, veo que sostienes mi mano pero no me es posible sentirte— y dolía, los dioses sabían cuánto dolía no poder sentir la mano de su esposa, más que la herida que se abría sobre su pecho. Ella soltó su mano para presionar su herida con ambas, en un intento desesperado por darle unos minutos más de vida, tal vez el cielo escucharía sus plegarias y llevarían a persona que pudiera ayudarle.

—Kaiten, si tú no estás conmigo... Si tú no estás conmigo, ya no tendré a mi alma gemela, ya no...— ya no tendría sentido vivir, Kaiten fue la persona que le devolvió la esperanza y le hizo creer en el verdadero amor. Tenía a su hermana, también la amaba, y tampoco le agradaba la idea de dejarla a ella, pero es que todo era tan difícil, no quería imaginar una vida sin Kaiten. Su hermana Kaede sería lo único que le quedaría, ella que siempre la apoyaba.

—Estarás bien, Hanae. Eres la mujer más fuerte que he conocido, tú y Kaede cuidarán bien de nuestro hijo— el pelinegro se esforzó por acariciar su vientre abultado, siempre le gustó tocarla y sentir como su hijo se movía en el interior de su esposa. A ella en ocasiones le causaba náuseas, y se sentía mal de estar alegre de percibir las pataditas del bebé si ella tenía esa expresión de querer regresar el desayuno. Ahora era diferente, su amada Hanae no parecía querer vomitar, en realidad, sus lágrimas y la tristeza que cubría sus lindas facciones le debían impedir sentir otra cosa.

—Kaiten, no te rindas, te lo suplico— sostuvo su mano, aquella que acariciaba su vientre de ocho meses. Sabía que él no podía sentirla, y lamentaba que siguiera esforzándose por ellos —Solamente concédeme un día más— no pretendía ser egoísta, reteniendo a su esposo cuando él sufría tanto, empero, tampoco quería estar sin él. Ya nada sería lo mismo, aunque su hermana le estuviera consolando, no soportaría que le suceda algo malo a su amado.

—Escoge un lindo nombre para nuestro hijo, presiento que será un niño— Kaiten siguió frotando la tela que cubría su vientre, le dolía pensar que no podría estar presente en su nacimiento, que no cuidaría de su esposa y su hijo como le prometió tantas veces a Hanae. Seguramente los dioses le castigarían por ello, aunque debían tomar en cuenta que él nunca pretendió abandonarlos a propósito —Perdona que tu padre sea tan lento para elegir, pequeño— le habló al bebé, y con la voz de su esposo, Hanae sintió como si se removiera en su interior. Kaiten sonrió, cuando el vientre de su esposa comenzó a ser más voluminoso, el presentimiento de que serían gemelos se instaló en su corazón, ahora ya no le sería posible comprobarlo.

—No quiero que mi hijo no te conozca, no quiero vivir en un mundo donde tú no estés— las manos de Hanae se acercaron al rostro de su esposo, llenando sus mejillas con manchas de su propia sangre, que intentaba quitar con las partes limpias de su kimono. Ya no había salvación para su amado, lo entendía, pero no quería aceptarlo. Era injusto, le estaban arrebatando a una de las personas que más amaba, Kaede y Kaiten lo eran todo para ella.

—Los amo, Hanae. Te prometo que en mi siguiente vida volveré a encontrarlos— su esposo hizo un intento por acercarla a él, Hanae lo comprendió y rápidamente se recostó a su lado, tomando su mano y besando sus labios por última vez. Deseaba demostrarle cuánto la amaba, en meses se había ganado su corazón, aunque sentía como si lo hubiera conocido de toda la vida. Con Kaiten podía ser sincera, al igual que con su hermana, a su esposo podía contarle todos sus secretos. Confiaría en él, confiaría en que en su siguiente vida, podría ser feliz a lado de Kaiten.

—Espera por mí— le suplicó, abrazándose a su cuerpo que lentamente iba perdiendo el aliento. Aunque tenía la esperanza de reunirse nuevamente con él, todavía no aceptaba que lo perdería en ese momento —Cariño, te necesito desesperadamente aquí conmigo— sostenía su mano y la frotaba contra su mejilla, desde hace poco, Kaiten había cerrado los ojos, presentía que no volvería a abrirlos.

—Encontraré la manera de verte de nuevo— le prometió de nuevo él con una sonrisa dibujada sobre sus labios, todavía con su último aliento, suplicaba a todos los dioses que le permitieran ver a su familia en su siguiente vida. En el templo se les hablaba sobre las reencarnaciones, él lo creía, y esperaba que le concedieran el regalo de volver a conocer a Hanae. Sólo deseaba que su amada Hanae no sufriera tanto como lo hizo en esa vida.

—¿Quién te hizo esto?, Dime el nombre de ese maldito— la ojiperla apretó la mano con que no sostenía a su esposo, era evidente que no se trataba de un accidente, tampoco creía que alguien fuera tan idiota como para tratar de atacar su aldea. Necesitaba saber quién se atrevió a lastimar a su amado, a un inocente civil que ni siquiera llevaba un arma con que defenderse en ese momento. Encontraría a esa persona y le haría sufrir hasta que se disculpara y suplique por su vida.

—Fue él, lo hizo...

Hinata despertó de golpe, incorporándose sobre la pequeña manta en que había estado recostada y quitándose la que la cubría de un frío que no existía en esa dimensión desconocida. Sentía como si todavía tuviera en sus manos la sangre de ese hombre, no lo había salvado, alguien murió frente a ella sin que hiciera algo para evitarlo. Se encontraba en un momento muy confuso, como si siguiera dormida en esa pesadilla donde un hombre que se refería a ella como a su esposa, moría con una sonrisa en el rostro.

—¡Kaiten!— Tobi se había acercado a ella cuando la miró levantarse, debía sostener sus brazos para evitar que se hiciera daño o que intentara incluso atacarlo a él. No solía dormir por las noches, menos desde que comenzaron las pesadillas de Hinata, prefería quedarse cerca para estar al pendiente de su seguridad.

—Tranquilízate, Hinata— le habló con la intención de hacerla entrar en razón, pero ella seguía murmurando cosas sin sentido, inclusive estaba seguro de haber visto lágrimas en sus ojos. En ocasiones se culpaba de su estado, seguramente su oscuridad era tan grande que la estaba arrastrando a él sin que fuera plenamente consciente de ello.

—No, por favor. No te mueras, no me dejes— la voz de la joven estaba cargada de dolor y tristeza, reconocía bien ese sentimiento que estaba experimentando. Pérdida. Él también había sufrido grandes pérdidas en su vida, primero su abuela, después la mujer que amaba, y lo que terminó de quebrar su poca estabilidad, la muerte de su hermano.

—Fue sólo una pesadilla, todo está bien— ella se dejó consolar, los brazos que la rodeaban en ese instante le parecían cálidos y familiares. Las manos de Obito se dirigieron a los ojos de Hinata, retirando con delicadeza las lágrimas que los hacían lucir menos lindos. No era bueno consolando personas, la verdad es que no le interesaba hacerlo, pero ella se miraba tan vulnerable esa noche, que nació un pequeño deseo de ayudarla. Lo atribuía a que habría querido que hicieran lo mismo con él cuando lo necesitó.

—No nos dejes, no quiero que te vayas. Quédate conmigo, Kaiten— Hinata continuó llorando entre los brazos de Tobi, continuaba en un estado de trance del que parecía no querer salir. Sus ojos se cerraban con fuerza y él no podía hacer algo para despertarla, porque daba esa impresión de que seguía dormida. Existía un delgado hilo entre la realidad y la fantasía, y ella estaba perdiendo ese hilo.

—Despierta Hinata, ya estás bien— le repitió con calma, acariciando su cabello y buscando la manta que ella se quitó para volver a arroparla. No sabía si tenía frío debido a esa pequeña pijama que llevaba puesta, pero la sentía temblar bajo sus brazos, e imaginó que no lograba entrar en calor.

—¿Tobi?— la Hyūga lo llamó despacio, recuperando poco a poco el sentido. Reconoció el entorno, se encontraban en la dimensión desconocida a la que sólo Tobi tenía acceso. Se dio una rápida mirada a sí misma, ruborizándose al instante al ver que llevaba una pijama demasiado corta para su gusto. Una blusa de tirantes y un short, ambos en color lila, sin mencionar que no estaba utilizando sujetador.

—¿Una pesadilla?— centró sus ojos perla en él, no estaba utilizando la capa que lo caracterizaba como un miembro de Akatsuki, solamente usaba ropa negra, tan apegada a su cuerpo que le era posible notar cada marca de sus músculos. Asintió como respuesta a su pregunta, desviando la mirada para no seguir sintiendo que lo veía más de la cuenta.

—¿Por qué sigue despierto?— murmuró mientras cubría su cuerpo de mejor manera con la manta, todavía no realizaba un intento por separarse de ese abrazo que la mantenía unida a Tobi, y él tampoco la separaba de su lado.

—No eres la única con sueños malos— Obito guardó silencio después de decir esa oración, no quería hablar con ella sobre sus problemas psicológicos o emocionales. Los ojos de su hermano menor lo perseguían en cada sueño, sí, pero Hinata Hyūga no necesitaba saber eso.

—¿No ha dormido nada?— Hinata acercó su mano hacia Tobi, tocando la parte de su máscara que cubría su mejilla, era fría y daba la impresión de que no ocultaba todo como aparentaba. Acarició la textura, la preocupación con que ella lo miraba le causó un pequeño conflicto interno.

—No lo necesito— posicionó su mano sobre la de ella, apartándola sin intención de ser demasiado brusco. No le gustaba que la conversación estuviera cambiando de rumbo hasta el punto de tornarse en dirección a él —¿Me dirás qué fue todo eso?, ¿Quién es Kaiten?— fue en ese instante que ella se apartó de sus brazos, como su hubiera tocado un tema sensible.

—¿Kaiten?, Sólo me parece conocido por ser el nombre de una de las técnicas de mi Clan— técnicamente no estaba mintiendo, la rotación que aprendió gracias a su primo Neji, se llamaba de esa manera. Aunque también coincidía con el nombre de la persona que aparecía en sus sueños últimamente, sueños que en ocasiones parecían ser más pesadillas que otra cosa.

—¿Realmente no recuerdas nada?— le preguntó Obito, quien no creía en nada de lo que ella decía, por sus reacciones, estaba seguro de que Hinata sabía más de lo que pretendía aparentar. Le estaba ocultando información, y le interesaba saber el motivo de sus acciones.

—Yo... Tengo pequeños fragmentos, aunque si intento forzarme a recordar mi cabeza da vueltas— lo recordaba todo muy bien, empero, era verdad que si se esforzaba por recordar detalles más específicos de sus sueños, se mareaba al grado de casi sentir que se desmayaba. Todo era muy extraño, es como si alguien intentara mostrarle algo a través de sus sueños, y Hinata todavía no comprendía su significado exacto. Tampoco quien era la persona que quería comunicarse con ella.

—¿Y qué es lo que recuerdas?— ambos permanecían sentados sobre el suelo, a unos cuantos centímetros de distancia uno del otro, Hinata había roto el abrazo, aunque no se alejó demasiado de él. Obito tampoco se apartó de ella, quería estar cerca de Hinata para asegurarse de que no le estaba mintiendo.

—Un hombre, tiene una herida en el pecho... Por más que ejerzo presión en su herida, la sangre no se detiene— sus sueños eran diferentes otros que haya tenido, es como si estuviera viendo la vida de otra persona, ella era la protagonista y a la vez no. Por más que lo intentaba, no podía controlar su cuerpo y sus palabras, se encontraba atrapada todo el tiempo dentro del cuerpo de Hanae. En ocasiones creía que no volvería a despertar, porque por raro que parezca, Hinata era consciente de que todo se trataba de un sueño del que no era posible escapar.

—¿Lo conoces?— sonaba muy fantasioso decir que soñabas con alguien que no conocías, y de no haber visto con sus propios ojos el estado en que las pesadillas dejaban a Hinata, seguramente no le habría creído si ella se lo decía. Resultaba evidente que a Hinata Hyūga se le hacía más difícil despertar conforme avanzaba el tiempo, admitía que la posibilidad de que se quedara dormida para siempre ya le había cruzado por la mente.

—No, estoy segura de no haberlo visto antes— le parecía familiar, pero jamás había visto a una persona igual a él, la forma en que su cabello siempre iba desordenado es un detalle que recordaría de cualquier persona. Era parecido al corte de Naruto, y a la vez no tenía demasiada similitud con su amigo. Sus tonos de piel, el color de sus ojos y cabello eran muy diferentes.

—¿Y cómo es él?— inquirió Obito, cada vez más interesado en esa conversación, sentía como si llegaba al punto que quería.

—Sus ojos son oscuros, tanto que es como un gran abismo. Su cabello es del mismo tono, parece como si de algunas partes estuviera rizado, aunque la mayor parte está en desorden— si se esforzaba y cerraba los ojos, todavía podía percibir la sensación que le quedaba en sus manos al tocarlo. Sus mejillas se pintaban de rojo y su corazón saltaba de alegría, como si fuera posible sentir todo el amor que Hanae le profesaba —Su piel es clara, e incluso tiene un pequeño lunar en su cuello— se sorprendió a sí misma al recordar ese último detalle, en uno de sus sueños, había visto a Kaiten quitarse la camiseta para poder darse algo de aire con ella. Después de una tarde bajo el intenso sol, recolectando alimentos de sus cultivos, le parecía entendible que lo hiciera.

—Escucha, Hinata. Probablemente no soy el indicado para decirlo, pero considero que tus pesadillas no son normales— alguna vez escuchó habar a alguien sobre la parálisis del sueño, cuando le ocurría a una persona, a la misma le resultaba imposible poder moverse o hablar, mucho menos levantarse. Creía que ese era el problema que afectaba a Hinata, y que probablemente si la llevaba con algún acupunturista, podría solucionar su estado.

—¿A qué se refiere?— dejó de fantasear con sus sueños para concentrarse en Tobi, el único orificio de su máscara le permitía saber que él la estaba observando. No se sentía como al principio, ahora podía percibir que de verdad mostraba interés en lo que le sucedía, le estaba teniendo empatía.

—Desde hace un mes sucede lo mismo, despiertas agitada, gritando nombres que no conoces y al día siguiente lo olvidas todo— las primeras noches llegó a creer que solamente estaba fingiendo para obtener atención especial de su parte, la consideraba una niña mimada de la rama principal del Clan Hyūga, alguien que siempre buscaba recibir un traro adecuado al que le debieron dar toda su vida. Aun sin confiar demasiado en ella, comenzó a dormir cerca de la joven para vigilar su sueño, descubriendo que sus pesadillas eran auténticas, además de que la mecánica siempre se repetía. Hinata despertaba gritando cada noche, esforzándose por respirar y por abrir sus ojos.

—No lo olvido todo, le he mentido. Me avergonzaba que usted creyera que estaba teniendo demasiada confianza hacia su persona— también tenía miedo de que la considere una loca, porque ella misma comenzaba a creer que estaba perdiendo la cabeza. Obito suspiró al escucharla, con los pocos meses que pasaron juntos, le fue posible ver que ella no era lo que en un principio imaginó. Hinata era en extremo amable, se ofrecía a prepararle comida o incluso lavar su ropa, y si regresaba herido de alguna misión, la Hyūga lo curaba y le permitía descansar por horas sin ir a molestarlo.

—Hinata...

—Sé que los trabajos que he realizado para usted son menores, solamente he asesinado a algunos criminales de sus listas por las recompensas, pero...— entendía bien que Tobi todavía no confiaba por completo en ella, había revisado las listas de criminales que buscaba su organización para obtener recompensas, encontrando que siempre le daba a ella la tarea de capturar ninjas que no signifiquen un verdadero problema. Además, hasta el momento jamás le había contado sobre sus verdaderos planes, ¿Qué buscaba al obtener toda la información que guardaba el santuario Nakano? —Usted no me ha llevado al santuario Nakano para ayudarlo como acordamos en un principio, y siento que en lugar de ser de ayuda lo estoy retrasando— solamente estuvieron una vez en ese sitio, aunque fue lo suficiente para darle comienzo a sus pesadillas.

—Desde que tuviste ese encuentro con Kaede, no dejas de tener pesadillas. No creí correcto a arriesgarme a que tu estado empeore— Obito cruzó sus brazos, podía asegurar que el espíritu del lago era el responsable del estado actual de Hinata, desde que ella entró en contacto con Kaede, no dejaba de tener sueños extraños. No encontraba una razón para ello, Hinata no había querido decirle lo que Kaede le contó aquel día.

—Kaede... ¿Ese es su nombre?— Hinata se abrazó a sus piernas, entonces, quien trataba de comunicarse con ella era la mujer de su encuentro pasado en el lago. No tenía sentido que fuera capaz de entrar a sus sueños y proyectar lo que quisiera, pero jamás volvería a dudar de lo que podían hacer los espíritus.

—Así la llamaban todos los ancianos de mi Clan— cuando era más pequeño, su abuela lo llevaba al santuario Nakano al igual que a su hermano menor, los ancianos hacían ceremonias donde rezaban por el alma de sus antepasados, pidiendo descanso eterno para todos ellos. En ocasiones especiales, se acercaban a Kaede para llevarle ofrendas de paz, ella estaba en ese lugar mucho antes que los Uchiha se establecieran en la zona, por lo que los ancianos mencionaban que el espíritu podía llegar a sentirse invadido. Parecía que podrían llegar convivir en armonía, Kaede algunas veces les concedió predicciones para su futuro, pero Obito había descubierto que era cruel y engañaba a cualquiera por diversión. Fue ella la que le dijo a Fugaku Uchiha que su Clan saldría victorioso si efectuaban un golpe a Konoha, y al mismo tiempo le decía a Itachi Uchiha que la única salvación era exterminar a su Clan. Obito lo había visto todo desde las sombras, viendo la oportunidad de aliarse a Itachi debido al engaño que sufrían padre e hijo.

—¿Me dirá más sobre ella?— preguntó Hinata con verdadero interés, Tobi nunca quería decirle información sobre el espíritu con el que se encontró, él era su única esperanza de encontrar respuestas a las incógnitas que le quedaban con sus sueños.

—La respuesta sigue siendo no— el Uchiha se levantó del suelo, dándole la espalda rápidamente para estirar un poco su cuerpo. Lo necesitaba, pasó gran parte de la noche sentado en el suelo, recargándose en una pared, todo eso sólo para no bajar la guardia.

—¿Por qué?, Usted mismo ha dicho que mis pesadillas comenzaron cuando la conocí— Hinata cubrió su boca al terminar de hablar, estaba tan frustrada por todo lo que le sucedía y los secretos que él se negaba a revelarle que terminó alzando la voz. Tobi se había dado la vuelta para verla cara a cara, Hinata retrocedió un paso, avergonzada por gritarle cuando se podía decir que trataba de ayudarle.

—¿Para qué quieres saberlo?, ¿Y si vuelves a tener ese sueño dónde te asesinan?— esa noche ella se despertó muy asustada, estaba más pálida de lo normal, no quiso volver a dormir por temor a tener esa pesadilla de nuevo. Obito fue avanzando hacia ella, pretendía intimidarla lo suficiente para hacerla ceder a su idea.

—No lo tendré— la ojierla desvió la mirada, aunque no retrocedió por más que sentía como Tobi se inclinaba ligeramente hacia ella para observarla mejor con el único ojo que le era posible ver. Se obligó a no retroceder y mantenerse firme, Neji y Naruto nunca lo harían, ella debía seguir su buen ejemplo.

—Por favor, casi dejas de respirar cuando despertaste. No dudaste en atacarme, imaginando que era yo quien te lastimaba— le recordó un tanto molesto, ese día, cuando quiso ayudarle a despertar, Hinata logró golpear su brazo con su puño suave. En aquel momento, Obito ni siquiera se percató del segundo en que ella activó su Byakugan, todo fue tan rápido que debió cuidarse de ella mientras a la vez trataba de despertarla.

—Ya me he disculpado por ese incidente, Tobi— Hinata le miró con sus lindos ojos perla, le había pedido perdón durante casi dos semanas. El Uchiha le encargaba ejercicios muy difíciles en su entrenamiento después de lo sucedido, Hinata estaba completamente segura de que lo hacía por venganza.

—No te hablaré sobre ella, o comenzarás a confundir la realidad con tus pesadillas— Obito tomó el mentón de la joven con sus dedos, elevándolo ligeramente para que ella no siguiera evitándolo. Hinata pasó saliva fuertemente, sintiendo a su corazón latir con prisa, no sabía si de temor o emoción.

—Pero...

—Esta noche entrenaremos hasta que estés exhausta, tus habilidades de fuego siguen siendo patéticas— la soltó en ese instante, consiguiendo que Hinata volviera a respirar, en algún momento en el que sus miradas se cruzaron, aguantó la respiración sin ser consciente de ello. La Hyūga observó cómo su acompañante recorría las mangas de su suéter y ajustaba las muñequeras negras que usaba la mayor parte del tiempo, rápidamente comprendió que hablaba en serio, ambos se pondrían a entrenar hasta quedar agotados.

—¡No es verdad!— intentó defenderse de su acusación, hincándose en el suelo para buscar su chaqueta lila y ponérsela sobre su pijama. No se pondría a entrenar en pjiama, mucho menos se cambiaría frente a él.

—¿Ah, sí?, Muéstrame entonces una verdadera bola de fuego— la retó Obito, apartándose de su lado para darle oportunidad de buscar entre sus cosas. Hinata cerró su chaqueta, sintiéndose más segura al tener algo que la cubriera más. El Uchiha se alejó lo suficiente para no sentir el calor del fuego, aunque no demasiado como para perderse cada detalle de ella y su técnica.

Hinata respiró profundamente antes de comenzar, intentó concentrar la mayor cantidad de chakra dentro de su cuerpo, preparándose para cuando debiera convertirlo en fuego. Sus manos se movieron rápidamente para crear una serie de sellos, Serpiente, Carnero, Mono, Jabalí, Caballo y Tigre, con ese último estaba lista para expulsar el fuego por su boca —Katon, Gōkakyū no Jutsu— sentía que sus labios quemaban, el fuego fue lo suficientemente caliente como para dejar algunas marcas en el suelo.

—Vamos, Hinata. A los cinco años podía hacer algo mejor que eso— le gritó Obito desde su posición, el alcance de la técnica de Hinata no había superado los cinco metros, por lo que seguía considerando que era demasiado débil —Y a esa edad no era tan fuerte— era claro que todavía debían seguir entrenando, con esfuerzo en algunos meses podría hacer algo más decente.

—No es justo, usted es un Uchiha. Los Uchiha nacen lanzando fuego por la boca— murmuró Hinata al verlo avanzando hacia ella, se sentía mal cada que entrenaba con Tobi, en lugar de motivarla a mejorar como lo hacía su primo Neji, Tobi siempre se reía de ella y le recordaba que continuaba sin mejorar demasiado.

—No uses una excusa tan deplorable— con su mano extendida en lateral, Obito golpeó ligeramente la cabeza de la joven, que no tardo en quejarse por su reprimenda. La Hyūga de inmediato comenzó a frotar el área afectada, aunque el golpe no dolió, le pareció infantil de su parte hacerlo.

—Bueno, hemos estado juntos por más de tres meses y usted nunca me ha mostrado su técnica— al entrenar con Neji sobre un nuevo ejercicio, su primo siempre le mostraba primero la manera en que lo hacía, después ella seguía cada una de sus instrucciones. Probablemente, si Tobi adoptaba los métodos de enseñanza de su primo, a ella le sería más sencillo aprender.

—¿Estás tratando de insinuar que no puedo hacerlo?— arqueó su ceja, no creía que esa niña tendría alguna vez el valor para retarlo. Si ni siquiera quería atrapar a un pez cuando iban al río, todo porque decía que era un ser que merecía vivir.

—¡N-no!, Yo no quise decirle...

—Bien, si lo que querías era ver la demostración de un verdadero Uchiha, lo has conseguido— no perdió detalles de ninguno de sus movimientos, su mano había ido directo a su máscara, retirándola con cuidado pero sin llegar a descubrir sus ojos. Lo poco que lograba ver del lado izquierdo de su rostro, era una nariz casi perfecta y unos labios delgados.

—¿De verdad me lo mostrará?— le causó ilusión ver la demostración de esa técnica directo de un miembro del Clan que lo creó, el único Uchiha al que conocía era a Sasuke, pero no recordaba haber visto a su compañero usando ese Jutsu, tal vez sólo en la academia.

En el pasado, cuando sus equipos fueron formados, Sakura pasó casi una semana entera hablando sobre lo hábil que era Sasuke usando el fuego, cosa que molestaba mucho a Ino, es como si Sakura le estuviera restregando que ella era la compañera de equipo de Sasuke. Hinata no sabía cómo evitar en aquel entones un enfrentamiento entre sus amigas, probablemente eso no había cambiado.

—Mantente alejada— le advirtió Obito, a diferencia de Hinata, su habilidad era tan grande que tenía mayor alcance. Hinata decidió situarse cerca de él, sorprendiendo al Uchiha en el proceso —O a mi lado si lo prefieres— se rió un poco, de todos los lugares que habían disponibles, no pensó que ella quisiera estar a unos centímetros de él.

—Aquí no podrá lastimarme— Hinata le sonrió, y con ese pequeño gesto, Obito se obligó a centrar su vista al frente. Si lanzaba el fuego en la dirección que miraban su ojo derecho, ella no resultaría herida, solamente sentiría un poco de calor.

—Bien pensando, Hinata— le dio una pequeña palmada a su cabeza antes de tomar posición, la ojiperla esperaba ansiosa su demostración.

—¡Ahora!, ¡Por favor!— le pidió un poco desesperada, sus manos estaban entrelazadas frente a su pecho y sus ojos perla brillaban como si fuera una niña pequeña a punto de recibir su regalo de navidad.

—Katon: Bakufū Ranbu— su pecho pareció inflarse ligeramente antes de que una gran ráfaga de fuego saliera disparada de su boca. El Fuego era diferente al que ella había creado, el de Tobi giraba hasta el punto de formarse un gran remolino, el suelo estaba quedando con grandes manchas negras debido al daño que sufría. Obito activó su Kamui en ese instante, como un toque extra para combinar a su técnica y sorprender a la inocente joven.

—Es maravilloso— susurró sorprendida, en sus ojos se veía el reflejo del fuego. En su Clan decían que el fuego era destrucción, entonces, ¿Por qué se miraba tan hermoso?

—¿Sólo eso dirás?— Obito sonrió al terminar con su demostración, ella realmente estaba muy impresionada, seguía viendo el sitio donde su fuego había estado hace sólo unos segundos.

—Debe enseñarme a hacerlo, dígame cómo puedo conseguir ese nivel— le suplicó ella emocionada, olvidándose por un instante de respetar su espacio personal y tomando las manos del Uchiha. Tobi debió soltar una de sus manos para acomodar su máscara, no estaba seguro de si ella lo había visto o no. Sospechaba que no lo hizo, parecía más entretenida pidiéndole que le enseñe a manejar esa habilidad.

—Cien sentadillas y doscientas abdominales, ahora— ella lo soltó al escucharlo, posiblemente no le gustó que lo hubiera tocado, era tan cruel que la castigaría haciendo ejercicio hasta que sus músculos suplicaran piedad.

—¿¡Eh!?, ¿Por qué?

—Aumentaremos tu resistencia— fue la única respuesta que obtuvo de su parte, Hinata suspiró casi resignada.

—Ah, está bien— la ojiperla adoptó una posición adecuada para realizar las sentadillas, comenzaría con ese ejercicio, debido a que era el que menos se le complicaba. Siempre que practicaba con su primo Neji, las sentadillas eran lo más sencillo de su lista.

—Será mejor que no te quejes, o aumentaré la cifra— la amenazó Obito al ver en su cara una expresión de disgusto, era muy probable que la hubiera hecho enojar, y esa situación le causaba gracia. Resultaba muy difícil mirarla enojada, pero valía la pena, era divertido ver como sus mejillas se inflaban y su ceño se fruncía.

—De acuerdo— ella no contestó de mala manera, cuando lo hacía, Tobi siempre le obligaba a ejecutar una serie más de ejercicios.

—Tal vez lo consigas en dos semanas— bromeó un poco con ella, queriendo provocarla más para seguir viendo el adorable mohín que se dibujaba en su rostro.

—¿De verdad?— preguntó ella ilusionada, le encantaría hacer una técnica tan buena como la de Tobi.

—¡No!, Demonios, no seas tan crédula— de verdad que ella era en extremo inocente, no entendía del sarcasmo o es que simplemente era demasiado despistada para notarlo.

—Y usted no sea tan malo conmigo, por favor— le pidió ella con cierta molestia, Obito estuvo feliz al ver su objetivo cumplido.

—Cien abdominales más, pequeña torpe— le ordenó sonriendo, sabía que ese era el ejercicio que ella detestaba.

—Está bien— no lo contradijo, o estaba segura de que era capaz de ordenarle hacer otra serie. Ya tendría alguna oportunidad de ponerse a mano, tal vez si le colocaba más sal a su comida...

El equipo diez por fin regresaba a la aldea después de una larga misión de poco más de tres meses, tanto Ino como Chōji se habían quejado la mayor parte del camino. Shikamaru lo entendía perfectamente de su compañera, ella era demasiado problemática, en cambio su amigo, fue algo que jamás esperaría. Los tres saltaban entre las ramas de los árboles, Ino al frente y sus compañeros detrás, era muy evidente quien tenía mayor deseo de regresar.

Debido a su posición, Shikamaru no podía evitar que sus ojos se fijaran en las torneadas piernas de su amiga, al parecer, su viaje no había funcionado para terminar con esos extraños sentimientos que lo invadían desde que pasó su primera noche con ella. La muerte de Asuma les dolió demasiado, Shikamaru e Ino intentaron aliviar el dolor volviendo su relación en algo más cercano, empero, Shikamaru quiso detener todo antes de que se volviera imposible no quemarse con el fuego que Ino siempre encendía entre ambos. Terminaría mal, lo presentía, por eso prefería que regresaran hasta cuando sólo eran dos adolescentes compartiendo un beso producto de un reto de Chōji, no, antes, regresar a cuando no eran tan problemáticos.

—¡Ah!, Muero por llegar a mi casa y tener un baño decente al fin— Ino interrumpió sus pensamientos, no notó el momento en que ella y Chōji iniciaron una conversación. Era posible que ya llevaran bastante tiempo de esa forma, puesto que parecía que su amigo se había acercado más a Ino, dejándolo a él atrás.

—Yo quiero comer con mi familia— Chōji respondió en apoyo a su compañera de equipo, él al igual que Ino, había detestado esa misión en que Shikamaru pretendía distraerlos un poco de la muerte de Asuma. Prefería quedarse a entrenar con su padre, ayudarle a Ino con los encargos de su florería o ayudar a su madre a preparar la comida.

—Chōji, tú solamente piensas en comida— Ino lo regañó como de costumbre, su amigo sonrió al verla regresar a su actitud de siempre. No le gustaba si Ino lo reprendía para que cuide su alimentación o le insista en hacer una dieta junto a ella, pero estaba dispuesto a aceptarlo con tal de que ella ya no tuviera la expresión de tristeza que siempre le acompañaba desde la muerte de su maestro.

—¿Ya pensaron en quién presentará el informe de la misión a Tsunade-sama?— el genio del grupo llamó la atención de ambos, no paraban de hablar sobre lo que querían hacer al llegar a Konoha y hasta el momento ninguno se detuvo a decidir quién sería el encargado de elaborar el reporte que siempre pedía la Hokage al terminar una misión tan larga como la que tuvieron.

—Tú, obviamente. Eres el genio de este grupo— el tono de Ino mostraba su molestia con su compañero, estaba siendo sarcástica, aunque Shikamaru se obligó a no caer en sus provocaciones.

—Sé que te estás burlando, Ino— Shikamaru resaltó lo obvio, causando que Ino riera sin verdadera intención de hacerlo. Estaba molesta con Shikamaru, demasiado molesta. A ninguna mujer le agradaba que el chico que le gustaba estuviera coqueteando con otra justo frente a su cara. ¿Y tenía que ser rubia también?, Ino sentía que le estaba buscando un reemplazo barato.

—Vamos, chicos. No comiencen de nuevo— murmuró Chōji incomodo, en esos tres meses pasó la mayor parte del tiempo siendo intermediario entre ambos. Cuando se molestaban, era Chōji quien trataba de tomar las medidas necesarias para que llegaran a un acuerdo. En lugar de tener descanso, Chōji sufrió una de las peores misiones de su vida.

—Yo no necesitaba una misión larga para distraerme de la muerte de Asuma-sensei...— soltó Ino con desdén, claramente dirigiéndose hacia Shikamaru, que fue la persona que los propuso ante Tsunade.

—Ino, estabas descuidando tu salud. No era correcto, además de mencionar que es algo impropio en ti— Shikamaru terminó hablando con demasiada seriedad para su propio gusto, comenzaba a creer que cada cierto tiempo se iba transformando en una versión más joven de su maestro. De sus tres alumnos, Asuma había conectado en mayor parte con Shikamaru, probablemente porque tenían más cosas en común de lo que el genio Nara estaba dispuesto a aceptar.

—¿Y qué debía hacer?, ¿Jugar en la arena con mi nueva novia?— Ino no giró a verlo, aunque realmente estaba deseando hacerlo. Quería gritarle que era un patán, por haberle robado su mejor noche para luego decirle que lo de ellos no tenía futuro, por mostrarle que estaba dando un paso adelante con Temari cuando ella iba en retroceso. Pero debió guardarse sus comentarios, no haría una escena frente a Chōji.

—Escucha, sé que estás molesta...

—Estoy de acuerdo con Ino en esta ocasión. Nos arrastraste a una misión a Sunagakure solamente para pasar tiempo con Temari, sin pensar en lo que nosotros queríamos— Chōji volvió a apoyar a Ino, porque sabía perfectamente que de los dos, era ella la que necesitaba más ayuda. No sabía exactamente qué sucedió entre sus compañero, pero sospechaba que terminaron confundiendo amistad con sentimientos amorosos, la predicción que alguna vez le dijo su maestro Asuma se estaba cumpliendo.

—¿Tú también, Chōji?, Mendokusai— se quejó Shikamaru, ahora también estaba deseando regresar a casa, así ya no tendría que lidiar con sus dos compañeros de equipo.

—Si tenías algo que demostrarme, debiste hablarlo conmigo de frente— Ino bajó de un salto al suelo al terminar esa oración, ya no soportaba seguir en el mismo espacio que Shikamaru. Era probable que podría superarlo, pero no sería ese día, tampoco el siguiente. Prefirió seguir por el suelo para evadir a sus amigos, además, ya estaban a unos metros de Konoha, no había nada que temer.

—Ino...— susurró Shikamaru, siendo consciente de que ella ya no podía escucharlo.

—¿Sucedió algo entre ustedes?— Chōji observó a su migo fijamente, Shikamaru tenía un pequeño tic que lo delataba cuando estaba mintiendo, los dedos de su mano derecha se movían ligeramente.

—No.

Se percató de su engaño en el instante que miró sus dedos moverse. Las dudas fueron confirmadas, sus amigos habían tenido alguna clase de relación que involucraba algo más que la amistad, justo como había sospechado en toda su misión,

—Creo que será mejor si la dejamos adelantarse un poco— le dijo Chōji, cuando Ino Yamanaka estaba molesta contigo, lo mejor para tu seguridad era esconderte y suplicar por tu vida. Ino era una mujer que no se dejaba intimidar por nadie, era capaz de atemorizar hasta al hombre más rudo, o al menos es lo que el Akimichi creía firmemente.

—Se acaba de detener— le indicó Shikamaru, Chōji siguió la dirección que le señalaba con el dedo índice.

—¿Qué?, ¿Por qué?— ambos se detuvieron, queriendo saber porque Ino se detenía tan repentinamente.

—Al parecer, está viendo algo en ese árbol— Chōji asintió al ver que su amigo tenía razón, Ino miraba alguna clase de folleto que se encontraba pegado al árbol, le interesaba tanto que inclusive lo arrancó de la madera con rapidez.

—¿Será apropiado bajar con ella?— el castaño se dirigió a su mejor amigo, Shikamaru no sabía que responder, quizás era mejor esperar a que Ino les hable primero.

—Chicos, Hinata está desaparecida....— la voz de Ino apenas salió de su boca, fue como un corto susurro que sus amigos apenas y alcanzaron a escuchar. No tenía sentido, ellos se fueron hace sólo tres meses y ahora resultaba que una de sus amigas estaba desaparecida. ¿Qué fue exactamente lo que le sucedió a Hinata?

—¿Qué?— Chōji y Shikamaru bajaron del árbol para reunirse con Ino, ella no tardó en mostrarles el folleto en donde aparecía una imagen de su amiga junto a un pequeño mensaje. Cualquiera que llevara a Hinata Hyūga a salvo o que posea información verídica de su paradero, obtendría una fuerte suma de dinero como recompensa.

—No lo entiendo, antes de irnos ella estaba... Me había llevado flores para animarme por...

—Debe ser algún error— Shikamaru interrumpió a su amiga, queriendo convencerla de que todo estaría bien y a él también en el proceso. Simplemente no tenía sentido, cuando ellos se fueron de la aldea, Hinata ni siquiera tenía asignadas misiones. Lo sabía porque en ocasiones ayudaba a la Hokage a ordenar y proponer equipos para cumplir con los encargos que llegaban a la aldea.

—¿No estás viendo?— la joven Yamanaka agitó el folleto frente a Shikamaru, Chōji en algún momento llegó a creer que se lo restregaría en el rostro —Aquí dice que Hinata está desaparecida desde hace tres meses, lo mismo que llevamos nosotros en Sunagakure— ahora su molestia hacia Shikamaru creció, si ellos hubieran estado en Konoha cuando sus amigos estaban en peligro, habrían podido ayudarlos. ¿Y si alguien más aparte de Hinata se encontraba en problemas?, ¿Qué era lo que sucedió?

—¿Y cómo desapareció?, Si ella es la líder del Clan Hyūga— Chōji no comprendía bien lo que sucedía, si algo malo le sucedía a su amiga, imaginó que se podrían enterar antes. Ellos estuvieron en Sunagakure, y era bien sabido que se trataba de una de las aliadas de Konoha, ¿Por qué no les dirían si su aldea estaba en problemas?

—El Clan Hyūga es en este momento uno de los más fuerte de Konoha, no creo que hayan capturado a su líder tan fácilmente— Shikamaru frotó su barbilla por unos segundos, su única teoría era que para estar desaparecida, alguien debió secuestrar a Hinata, lo cual resultaba imposible si tomabas en cuenta que era resguardada por una larga lista de ninjas pertenecientes al Clan Hyūga. Además, Neji jamás se separaba de ella, juntos eran un dúo que a cualquiera se le haría difícil derrotar.

—Ella no quería ese puesto, su hermana Hanabi sería sellada— algunas veces Hinata les contaba a Sakura y ella sobre sus preocupaciones por su hermana, lamentablemente, ninguna podía darle un consejo que la anime. Si Hinata había dejado la aldea y de ahí su desaparición, ¿Eso sería culpa de Sakura y ella?

—¿Qué estás insinuado?— Chōji se acercó a su amiga para tomar su hombro derecho, repentinamente, Ino parecía estar muy desanimada. No le gustaba verla triste, Ino era todo sonrisas y palabras agradables, alguien que siempre se preocupaba por ellos.

—¿Y si ella desertó igual que Sasuke-kun?— susurró Ino con una evidente preocupación, habían pasado años sin poder traer a Sasuke de regreso, y ahora Hinata también desaparecía. ¿Cómo podrían salvar a su amiga?, si ni siquiera habían conseguido rescatar a Sasuke.

—Hinata no sería tan estúpida— Shikamaru se cruzó de brazos, la idea de Ino comenzaba a sonar con más fuerza en su cabeza. Era cierto que invadir a Konoha para secuestrar a Hinata representaba una misión casi imposible, ningún extranjero sería tan idiota para siquiera penarlo, y no tenía conocimiento de que ella hubiera salido de la aldea, por lo que la idea del secuestro empezaba a ser poco factible.

—Es verdad, Ino. Hinata adora a Hanabi, pero no sería capaz de traicionar a la aldea— Chōji continuó animándola, era el único del grupo que seguía pensando positivo, tratando de creer que solamente era un error o una broma de mal gusto. Naruto se encontraba en la aldea, él nunca permitiría que uno de sus amigos cayera en manos enemigas.

—Sí, tienes razón. Debe haber una explicación— la rubia encontró paz en las palabras de Chōji y Shikamaru, Hinata no tomaría una decisión tan precipitada, ¿Verdad?

—Estamos a unos metros de Konoha, obtendremos una explicación en la entrada— Shikamaru la animó, pero sin atreverse a acercarse a ella, tenía ese presentimiento de que Ino no lo quería ni a un centímetro de distancia. Quizá solamente ere él y su imaginación, pero no se arriesgaría a volver esa situación en algo incómodo.

Ino miró en dirección a la entrada de la aldea, quedaban menos de siete metros para llegar, a una buena velocidad llegaría en cuestión de minutos. Necesitaba llegar con urgencia e ir de inmediato hacia el distrito Hyūga para comprobar con sus propios ojos que su amiga estaba a salvo, que sólo era un mal entendido, tal vez alguna alucinación suya por haber pasado tanto tiempo en el desierto.

—Ino, despacio— le gritó Chōji al verla correr desesperada hacia la entrada, tanto Shikamaru como él no tardaron en seguirla. ¿Cómo es que Ino seguía teniendo tanta energía?

Izumo y Kotetsu esperaban en la entrada como de costumbre, sentados dentro de un pequeño cubículo donde esperaban aburridos ver pasar a la próxima persona que saliera o entrara a la aldea. Su espara terminó cuando vieron llegar a Ino Yamanaka a gran velocidad, la joven colocó el folleto en sus manos cerca de sus rostros, Izumo y Kotetsu se vieron entre sí antes de decir algo.

—¿Qué significa esto?— exigió saber Ino, sujetando el chaleco de Kotetsu para impedir que siguiera desviando la mirada cada que tenía oportunidad. Chōji llegó justo en ese instante, y sin pensarlo demasiado, apartó a su amiga de vuelta a su lado.

—Oh, todavía no lo saben. Hinata Hyūga fue secuestrada— Izumo habló frotando su cuello, era triste saber que un camarada estaba en manos de los mismos sujetos que asesinaron a Asuma.

—No, Hinata-chan no— Ino casi cae al suelo, fue Shikamaru quien las sostuvo y le dejó llorar contra su torso. No era posible, alguien había sido tan cruel como para capturar a su amiga. Hinata era demasiado inocente, no creía que resistiría tanto tiempo lejos de Neji, Hanabi y sus amigos.

Hinata secaba su cabello con una pequeña toalla, Tobi la había llevado a un río donde le fue posible tomar un baño muy relajante, ahora estaba de regreso en la dimensión desconocida, esperando que su acompañante dijera algo. Lo miró llegar con una pequeña bolsa de papel, como esas en que siempre le llevaba fruta, pensando que podría comer algo después de su desayuno, la ojiperla se sintió realmente alegre.

Era muy solitario estar en ese lugar, donde ni siquiera escuchaba cantar a algún pájaro, por ese motivo siempre disfrutaba que él estuviera cerca. Aunque Tobi no solía conversar mucho con ella, cuando lo hacía era entretenido y productivo, le ayudaba a mejorar sus posturas y corregir sus errores para realizar de mejor manera su control del fuego.

—Toma— Obito le lanzó la bolsa de papel al ver que ella todavía no terminaba de secar su cabello, no quería esperarla hasta que decidiera terminar. Hinata atrapó la bolsa por reflejo, mirándolo un poco molesta por haberle aventado el objeto en lugar de pasárselo como cualquier persona normal.

—¿Qué es esto?— la Hyūga intentó abrir la bolsa sin romperla demasiado, lo cual no fue posible, al final terminó rompiendo el papel y dejando caer su contenido sobre sus piernas. La tela oscura al igual que el calzado blanco le hizo ladear ligeramente la cabeza, no comprendía si era un regalo o no.

—Un cambio de ropa, si trabajarás para mí debemos cambiar tu vestimenta— él se quedó observando a la joven, esperando ver sus reacciones para saber si la ropa le gustaba o no —Konoha te está buscando, en la fotografía que usan para que te reconozcan, tienes este mismo suéter— Obito tocó la manga de su suéter y después dejó caer su mano, Hinata instintivamente acarició la parte que él había tentado. Saber que en su aldea la estaban buscando le hizo sentir culpable, ella estaba a salvo, pero claramente no podía decirle eso a su familia o amigos.

—Oh, ya entiendo— murmuró bajando la mirada, todas la acciones de Tobi tenían un propósito, uno donde solamente importaba la seguridad para sus planes. Nunca tenía un verdadero detalle de amabilidad hacia ella, incluso cuando la entrenaba, era únicamente para que le ayudara a él.

—La anciana que me lo vendió dijo que era la sensación entre las Kunoichi de tu edad, así que no te quejes—mintió descaradamente, él no tenía idea de que ropa podría gustarle a una joven de la edad de Hinata, no sabía si debía escoger entre tela de algodón o seda, era comprensible porque no le interesaba comprar ropa para mujeres. Con todo eso en contra, debió dejar de lado su orgullo para preguntarle a la única mujer aparte de Hinata que conocía, el único miembro femenino del grupo de Akatsuki. Fue muy ridículo tener que describirle a Konan el aspecto y medidas de Hinata, no es como si él se fijara en la anatomía de la joven Hyūga, empero, existían ciertos aspectos de ella que resultaban imposibles de ignorar.

—No planeaba quejarme, en realidad, es lindo— Hinata acarició la tela de la que sería su nueva vestimenta, era suave, increíblemente suave. Se trataba de una especie de vestido de cuello alto y de mangas largas de color negro, con botones al centro que le ayudaban a ajustarlo a su cuerpo, además de un cinto blanco que se marcaba un poco su cintura. Unas botas blancas que llegaban por debajo de sus rodillas complementaban su atuendo, al igual que una capa del mimo color que se sujetaba por un broche rojo con forma de flor. Le gustaba, o mejor dicho, le encantaba.

—Bien— respondió Obito sin agregar más, estaba satisfecho al saber que a ella le gustaba.

—Gracias— todavía hincada en su lugar, Hinata hizo una pequeña reverencia como parte de su agradecimiento —¿Esto quiere decir que ya es mi compañero?— ella y sus ojos perla le vieron con cierto toque de ilusión, Hinata esperaba que si estaría tanto tiempo con él, por lo menos consiguieran llevarse bien, tal vez ser amigos. Era extraño querer ser su amiga, pero por lo poco que llevaban conviviendo juntos, no lo consideraba una persona tan malvada.

—Supongo— Obito alzó los hombros, pretendiendo que no le interesaba lo que ella estuviera imaginando.

—¿Se puede dar la vuelta?, No me cambiaré si está viendo— Hinata sintió la oscura mirada de él sobre su cuerpo, precisamente en ese instante, de inmediato llevó su ropa nueva frente a su torso, pensando que sería suficiente para ocultarse de sus ojos.

—¿Los compañeros no comparten estos detalles?— ella se sonrojó al oír su pregunta, sumado a eso que Tobi se acercara tanto hasta tomar sus hombros, casi le hace sufrir un desmayo. Obito sonrió debajo de la máscara al verla en ese estado, se miraba tan avergonzada que inclusive parecía que pronto echaría humo por las orejas. Siempre era divertido molestar un poco a esa chica.

—¿¡Eh!?, No, claro que no— la ojiperla movió su cabeza de un lado a otro, negando fuertemente e intentando escapar de su agarre, ¿Por qué la seguía viendo de esa froma?, ¿No se daba cuenta de que la estaba avergonzando? —De-debe darse la vuelta— usó sus manos para apartar las que Tobi mantenía sobre sus hombros, poniéndose de pie de golpe y obligándolo a voltearse en otra dirección con ligeros empujones.

—Ya, sólo era una broma— el Uchiha reía gracias a ella, de cierta manera, le parecía entretenido conversar con Hinata.

—¿Sí?— inquirió la Hyūga no tan convencida.

—Te prometo no ver— Obito alzó los brazos, justo como alguien pretendía demostrar que era inocente. Hinata no le creyó demasiado, pero prefirió dejarlo pasar por esa ocasión.

—Está bien— ella se alejó de regreso a donde había dejado su ropa, necesitaba cambiarse y tendría que hacerlo en ese mismo sitio. No es como si en la dimensión desconocida de Tobi existieran los vestidores o si quiera una habitación —Ya casi— le dijo al notar que su acompañante constantemente golpeaba el suelo con su zapato.

—¿Terminaste?— le preguntó al pasar unos minutos, no sabía lo que ella hacía, pero la escuchaba guardar algunas cosas en su mochila de siempre.

—Sí, estoy lista— Hinata ajustaba el botón que no quería permanecer en su lugar, el nuevo atuendo le quedaba más ajustado de lo que le gustaba usar. Ella siempre utilizaba ropa de tallas más grandes, pero no es como si pudiera ponerse exigente en ese momento.

—Te faltó este botón, pequeña torpe— Obito se acercó a ella, el botón al centro de la línea que dividía el vestido no estaba bien puesto, provocando que fuera sencillo ver parte de su blusa de malla y su sujetador —¿O querías que viera tus senos?— le preguntó directamente mientras acomodaba el botón en su lugar, lo cual no era tan sencillo como imaginó. Los senos de la joven eran demasiado grandes para entrar bien en ese vestido.

—¡N-no!, Yo no... Es sólo que, es sólo que— el color rojo fue abarcando una mayor área de su rostro conforme hablaba, no encontraba una mentira que fuera convincente, por lo que terminó siendo sincera —Mi pe-pecho es muy gran-grande— admitió en un tono tan bajo, como si de verdad quisiera el Uchiha no la escuche. ¿Qué más podía decirle?, Era menos vergonzoso que él supiera eso en lugar de que piense que trataba de provocarlo.

—Hay formas más sutiles de seducirme, Hinata— Obito sonrió al terminar de colocar el botón en su lugar, aunque no fuera su intención, no pudo evitar ver donde no debería. Hinata había conseguido darle una nueva manera de molestarla, además de una buena vista.

—¡Ah!, No diga esas cosas. No intento seducirlo— Hinata se apartó de él, cubriendo su rostro con ambas manos para que Tobi no pudiera ver el sonrojo que parecía querer llegar hasta sus orejas. Sentía la cara en extremo caliente, más que cuando practicaba la bola de fuego, lo cual no creyó posible.

—Eso me ofende— el Uchiha se cruzó de brazos, siguiendo con la pequeña broma que le estaba gastando. Hinata sentía a su corazón latir a lado de sus orejas, como un gran tambor que no dejaba de sonar.

—Tobi...

—Solamente juego contigo— él se inclinó para recoger la mochila que Hinata dejó en el suelo, extendiéndosela en el momento que ella se apartó ambas manos de la cara —¿Estás lista para ir al santuario?— cambió el tema, ya era suficiente de reírse a costillas de esa inocente joven.

—Lo estoy— le aseguró, ajustando bien las correas de su mochila y buscando su portador de armas para colocárselo sobre su muslo derecho. Llevar la mochila sería muy complicado, era más práctico solamente llevar lo indispensable.

Hinata sintió la mano de Obito sobre su hombro, apenas logró verlo, su técnica de espacio tiempo los transportó tan rápido que le hizo sentirse un tanto mareada. Reconoció el interior del santuario Nakano, contó los tatamis hasta llegar al indicado. Se trató de memorizar los sellos manuales, pero Tobi era realmente rápido en ello.

Ambos bajaron por las escaleras de la primera ocasión, sin rodeos avanzaron directamente hasta las piedras que tenían grabado toda la información de los antepasados de los Uchiha. Para sorpresa de la ojiperla, Tobi tomó su mano para llevarla con él.

—Escúchame bien, no quiero que te separes de mí. No vuelvas a caer en las trampas de ella— no la soltaba, seguía avanzando en dirección a las primeras piedras, los ojos de Hinata no se separaban de su unión. Se preguntaba si seguía molesto por lo que pasó hace tiempo, técnicamente había desobedecido sus órdenes, aunque no fue intencionalmente.

—No lo haré, me quedaré a su lado— ella le sonrió, le gustaba que siguiera tomando su mano, se sentía cálido, se sentía como cuando estaba preocupada y Neji la consolaba, como cuando sus amigas la ayudaban a encontrar soluciones a sus problemas, justo igual a sus sueños....

—Iniciaremos con estas rocas, en ellas se habla sobre el inicio de Rikudō Sennin. ¿Algo especial que tu Byakugan pueda ver?— Tobi la soltó, interrumpiendo todos sus pensamientos y haciéndola regresar al presente. Activó su Byakugan sin usar sellos, sus ojos amables ahora parecían más intimidantes.

—No hay ninguna trampa en esta sección, al menos en un radio de siete metros. Después de esa distancia, existen algunos tablones falsos en el suelo, parecen imperceptibles al ojo común, pero no a mi Byakugan— siguió analizando el área, buscando cualquier detalle por más pequeño que fuera, pronto el lago entró en su campo de visión. Quiso acercarse a ese sitio, buscar la manera de volver a tener contacto con el espíritu que Tobi le prohibió, esperaba poder preguntarle a ella sobre sus extraños sueños.

—Perfecto, ¿Otro detalle que quieras compartir?— preguntó Obito, ella se miraba realmente concentrada en las piedras, las tocaba y analizaba cada detalle con sus ojos perla. Las venas a los costados de su rostro desaparecieron, presentía que ella había descubierto algo en las piedras y su curiosidad crecía por ello, quería saber lo que ella estaba viendo.

—Creo que alguien ha alterado la información de estas rocas— por unos segundos cerró los ojos para apreciar las texturas de las letras que estaban grabadas en las piedras, eran diferentes unas de otras, tenía un mal presentimiento sobre toda esa situación.

—¿De qué estás hablando?— inquirió Obito más interesado, Hinata Hyūga ahora tenía todo su atención. Si existía la posibilidad de que la información estuviera alterada, quería decir que todos sus planes deberían ser analizados nuevamente, eso sin duda sería muy complicado.

—Esta caligrafía no es igual a la que se mira al comienzo de los escritos— Hinata señalaba las diferencias para que Tobi lo notara, y aunque realmente lo intentaba, a él le parecían letras muy similares. Tal vez la pequeña Hyūga sólo estaba imaginando cosas, no es como que su mente estuviera muy bien el último mes.

—Probablemente no era la misma persona la que escribía todo— trató de señalar lo obvio, existía la posibilidad de que distintas personas hicieran todos esos grabados. Porque siendo sinceros, ¿Quién desearía escribir en piedras de más de tres metros de alto?, Sin contar que la fila de piedras se extendía por una distancia realmente considerable.

—Pero, observe con detalle las rocas. Esta de aquí no se mira en el mismo estado que la siguiente, lo que indica que fue plantada tiempo después de la primera— ella podía asegurarlo, en su Clan siempre les ponían pruebas extrañas a Hanabi y ella, consistían principalmente en encontrar las evidencias de que las reliquias de la familia eran falsas o alteradas. Su hermana menor siempre terminaba engañada, pero Hinata conseguía aprobar en al menos un noventa por ciento. El propósito de esas actividades era asegurarse de que no roben los tesoros de la familia y los reemplacen por otros, hasta ahora Hinata se agradaba de prestar atención a esas clases. Algunas de las piedras del santuario Nakano eran falsas, no tenía ninguna duda de ello.

—Hinata...

—Lo sé, puede parecer extraño que se lo diga con tan pocas observaciones, aunque no logro evitar ese presentimiento— era como un pequeño susurro cerca de su oído, alguien había querido engañar a los Uchiha alterando la información, y en ese momento no podía pensar en bien sería capaz de algo así. Debía ser un Uchiha, o alguna persona que tuviera acceso al santuario y logre pasar desapercibido —El estado de las piedras y la caligrafía no coincide, y si mira con atención el suelo, se dará cuenta de que algunas rocas no llenan el espacio— de su porta herramientas sacó un Kunai, con el trazó en el suelo una línea que indicaba el sitio en que debería ir originalmente la piedra. Había un hueco que no se podía ignorar, como si a la roca que estaba en ese lugar le faltara ser más grande para llenar el espacio.

—¿Qué insinúas?— se arrodilló a lado de Hinata con la intención de apreciar mejor el entorno, la idea de la Hyūga comenzaba a tener sentido. Se sentía molesto, demasiado molesto, alguien lo había estado engañando todo el tiempo. Lo que creía como una verdad del Clan Uchiha, podría resultar ser sólo una mentira.

—Alguien ha cambiado la información original. Las piedras con el tiempo crean asentamiento, eso depende mucho del tipo de suelo— en ciertos casos, algunas construcciones o formaciones naturales se hundían con los años. Ella lo había visto en la gran montaña dónde estaban tallados los rostros Hokage, también en algunas bodegas de su Clan, dónde los Hyūga guardaban alimentos como reserva —Mi teoría es, que alguien colocó la piedra original y esa misma dejó esta huella que no se ha eliminado del todo con el paso de los años. Después, otra persona colocó una piedra de tamaño ligeramente menor, debido a eso las marcas no coinciden— giró a verlo, Tobi estaba muy cerca de ella, viendo y analizando lo que ella le mostraba.

—¿Estás completamente segura?— se negaba a creerlo, entonces su plan para hacer a todos vivir en paz, ¿Podría ser todo una trampa?, ¿Quién estaba detrás de eso?

—Sí, apuesto mi vida a qué alguien ha alterado la información de sus antepasados— Hinata tocó su hombro para mostrarle apoyo, no imaginaba lo que debía sentir al enterarse de que alguien profanó la memoria de sus antepasados, era posible que toda la información sobre el Clan Uchiha estuviera mal.

—Eso me irrita— Obito se apartó de ella al pasar unos minutos, poco a poco iba procesando lo sucedido. Si la teoría de Hinata llegaba a ser cierta, quién se atrevió a cambiar todo estaría en serios problemas. Su principal sospechoso era Madara, nunca confió en ese anciano.

—¿Qué hace?— preguntó la joven Hyūga al notar que Tobi usaba los Kunai para picar una parte de la piedra, evitando de momento dañar la información.

—Llevaremos muestras de las rocas a un coleccionista, necesito que me confirmen tu teoría. Si el coleccionista logra identificar menor desgaste en la piedra que te parece sospechosa, habrá altas posibilidades de que estés en lo correcto— y deseaba que se tratara de un error, sus planes de años se estaban derrumbando justo frente a sus ojos, todo por esa Hyūga que realmente le demostraba ser una pieza valiosa. Ya no la miraba sólo como un par de ojos que lo ayudaban a encontrar lo que buscaba, Hinata era quizá una nueva aliada. Al menos no demostraba querer traicionarlo, al contrario, lo ayudaba cada que tenía oportunidad. Igual que lo hacía en ese instante.

—Entonces, deberíamos conseguir una cámara también. Con ella podremos tomar fotografías de las distintas caligrafías y llevarlas con un experto— le sugirió Hinata luego de pensarlo bien, había ciertas personas que lograban identificar cuando alguien intentaba falsificar la letra de otro. Los Uchiha podían copiar la letra con su Sharingan, por lo que Hinata comenzaba a sospechar, que quién hizo todo ese engaño, era una persona ajena a ese Clan.

—Buena idea— Obito guardó las muestras de las rocas, ahora solamente debía investigar si lo que decía Hinata era cierto o no.

Hinata miraba su reflejo en el agua de un río, Tobi y ella habían decidido pasar la tarde en el bosque para poder comer los peces que entre ambos trataron de pescar. La ojiperla permanecía cerca del agua, limpiando sus manos después de haber preparado el alimento y colocarlo cerca del fuego, Tobi se había quedado a vigilar que no se queme, mientras ella quitaba cualquier rastro de pequeñas gotas de sangre de sus manos. Al verse mejor en el agua cristalina, se dio cuenta de que no era ella misma a quien miraba, sus facciones eran idénticas, pero su vestimenta no. Hinata no usaba Kimono a menos que fuera una ocasión especial, y jamás usó uno como el que su reflejo mostraba, era demasiado elegante incluso para su familia.

Movía sus manos y tocaba su rostro, su reflejo respondía a todos sus movimientos, aunque vistiera de manera diferente, era a ella a quien veía. Tocó el agua, espantando a los pequeños peces que se escondían a la orilla. Por un instante perdió la razón, creía que sería buena idea acercarse tanto a su reflejo hasta el punto de atravesarlo y entrar al agua. En sus sueños, había usado ese kimono, estaba segura de ello, recordaba a la perfección las mangas que se llenaban de la sangre de Kaiten.

Sus intenciones de entrar al agua no se cumplieron, alguien le había rodeado la cintura, sentía unas manos grandes presionando con fuerza su piel y alejándola al instante del río. Miró entonces a Tobi, él todavía sostenía su cintura, sin querer cambiar ese hecho. Obito decidió ir a buscarla al no obtener una respuesta de ella, ya llevaba más de diez minutos llamándola para que iniciaran a comer.

—¿Qué crees que haces?— el Uchiha la observó con curiosidad, su tono claramente parecía ser alguna clase de acusación. ¿Qué pensaba Hinata al querer entrar al río?, No era apropiado hacerlo si llevaba sus zapatos puestos, sin mencionar que su mirada tan perdida no le agradaba.

—¿Usted no la ve?— Hinata señaló el río, en el agua cristalina todavía podía verse un poco de su kimono. Su reflejo no sonreía, no se movía, permanecía en el mismo lugar que miró hace poco. Daba miedo, le causaba escalofríos verse a sí misma y tener ese presentimiento de que no era ella.

—Sólo puedo verte a ti— Obito la ayudó a acercarse al agua para que Hinata comprobara con sus propios ojos que no había nada en el agua, ella se frotó los ojos en un intento de convencerse que estaba viendo mal. Su reflejo en el agua ya no usaba el Kimono, solamente la ropa que Tobi le había obsequiado, ahora hasta veía a Tobi a su lado.

—Estuve mirando por un momento... Mis sueños me están rompiendo en pedazos— la abrazó al verla llorar, no le gustaba ver como sus ojos perla se empañaban, le quitaban ese brillo de felicidad e inocencia que siempre le acompañaban. No sabía qué hacer para ayudarla a superar esas constantes pesadillas, y de haber sabido que ese sería su estado sólo por conocer a Kaede, no la habría dejado sola la primera vez que estuvieron en el Santuario Nakano.

—Olvida eso, debemos ir a comer antes de que se queme el pescado— ella le permitió limpiar sus ojos, también levantarla del suelo y llevarla hacia done habían improvisado su campamento. Tal vez él tenía razón, no debía seguir pensando tanto en sus sueños, no al menos a la hora de la comida.

Ambos se separaron al llegar al campamento, Obito se dirigió a buscar algunos recipientes que les funcionen para reemplazar platos, Hinata buscó los palillos que compraron un día anterior para usarlos de cubiertos.

—El pescado está listo— le dijo Hinata mientras picaba los costados del pescado con unos palillos. Tobi asintió y le ayudó a retirar el alimento del fuego.

—Bueno, parece que tu fuego ahora es más caliente— le felicitó al comprobar por sí mismo que el pescado estaba listo, cocido a la perfección y con un agradable sabor. Desde que Hinata se unió a él, le era posible probar comida decente después de tantos años. Nuna fue muy bueno para preparar comida, creía que su hermano menor lo hacía mejor.

—¿Ya no tardé demasiado en cocinar el pescado?— le preguntó Hinata emocionada, en otras ocasiones, tardaba horas en cocinar los alimentos debido a que las fogatas que Tobi le obligaba a realizar no contaban con la suficiente intensidad. Sus habilidades de fuego no eran tan efectivas como las de su compañero, empero, él se negaba a ayudarle a encender la fogata, decía que debía aprender a hacerlo ella misma.

—No, lo hiciste bien— le dió otro bocado a su pescado, el sabor era tan exquisito que se extendía por todo su paladar —¿Puedes observar la llama azul en la fogata que hiciste?, En esa parte es donde se concentra más el calor— ella dejó de verlo para centrar su atención en el punto que le señalaba, era cierto que entre el fuego de su fogata, brillaba una pequeña llama de color azul.

—¿El fuego azul es más caliente?— se interesó en el tema, sabía que existían distintos colores para el fuego, aunque no estaba segura de entender exactamente a que se debía ese fenómeno.

—Lo es, además de ser más limpio. Mira esto— la joven Hyūga admiraba la forma en que el fuego brillaba sobre la palma de la mano de Tobi, el color no era rojo como de costumbre, el azul predominaba en ese instante. Obito había retirado uno de sus guantes para hacer su demostración, creando una llama azul momentáneamente, ella le miraba maravillada —Yo no puedo usar un fuego tan caliente por mucho tiempo, debo utilizar antes algunas pomadas para que mi piel lo soporte. Para conseguir hacerlo cambiar, debo emplear también una mayor cantidad de Chakra— el fuego desapareció de su mano, y Hinata notó un pequeño moretón en su piel, igual que los que le aparecían a ella en sus labios después de usar la bola de fuego.

—El fuego también lastima mis labios, ¿Cree que pueda enseñarme algo sobre esas pomadas?— en su Clan existían recetas secretas para crear pomadas curativas, siempre conseguían crear un producto eficiente gracias a las buenas plantas medicinales que ofrecían en la florería Yamanaka. Crear una pomada no representaba un problema para ella, solamente debía conocer la receta.

—Sí, sería ideal hacerlo siendo que eres principiante en esto— hasta el momento no lo había pensado, pero podía llegar a ser una buena idea, de esa manera Hinata podría avanzar más rápido. Solamente debía entender que las pomadas eran de ayuda, no debía acostumbrarse a ellas, porque llegaría un momento en que dejaría de usarlas para lograr avanzar.

—Ayer, tenía otra pesadilla— murmuró Hinata cuando terminó su pescado, Tobi ya había terminado desde antes que ella y ahora se servía un poco del arroz que prepararon por la mañana. Él no se quitaba la máscara por completo, sólo lo suficiente para poder comer.

—¿Y qué soñaste?— sentía que se iba arrepentir de hacer esa pregunta, empero, entendía que ella debía querer contarle a alguien de sus preocupaciones, y para mala suerte de alguno de los dos, Hinata solamente tenía contacto con él.

—Me veía sola en una habitación, escribiendo técnicas de mi familia que solamente sabe la rama principal— si cerraba los ojos, aun recordaba la pluma que usaba, el color de la tinta y la textura del pergamino en el que escribía. Se encontraba en una habitación oscura, iluminada apenas por unas cuantas velas, debía ser de noche, porque la luz del sol no entraba por las ventanas.

—No suena a una pesadilla— Obito le restó importancia, no quería que Hinata se siguiera atormentando con sus sueños raros.

—Usted no lo entiende, algunas de esas técnicas yo no las domino. No es posible que yo estuviera escribiendo respecto a algo que todavía no me habían enseñado— reconocía que eran técnicas de su Clan porque hablaban sobre el uso del Byakugan, también debido a que los textos eran parecidos a los que su padre le mostró unos días después de que obtuviera el título de líder. Apretó sus manos al recordar a toda la gente que abandonó por temor a que sellen a su hermana, ¿Estaba siendo egoísta al pensar sólo en Hanabi?, la verdad es que ella era de las únicas personas por quién arriesgaría todo sin importar las consecuencias.

—Sólo fue un sueño— Obito continuó fingiendo que no le interesaba el tema, esperando que la Hyūga fuera lo suficientemente lista como para entender que esa conversación había terminado. Claramente no sucedió como él quería, Hinata no estaba dispuesta a retroceder.

—Quiero que me hable sobre Kaede y Hanae, son ellas las que aparecen en mi sueño— ya no le quedaba ninguna duda sobre ello, en sus sueños, los nombres de ellas siempre aparecían. Además de otros más que no conocía, pero las protagonistas la mayor parte del tiempo eran ellas dos.

—No te hablaré sobre ellas, ya te lo dije antes. No está a discusión, ahora termina de comer— Obito le extendió un recipiente con arroz, para su sorpresa, ella lo rechazó apartando su mano. Giró su cuello para verla, esa joven estaba enloqueciendo, todavía que tenía por fin un detalle con ella al ofrecerle de comer, y terminaba dejándolo con la mano extendida.

—Si usted no me lo dice, entonces voy a obtener las respuestas por mi cuenta— se levantó del suelo, dejando los restos del pescado en el suelo, tomado solamente su cantimplora llena de agua. Tobi no quería compartir con ella los secretos de Kaede, entonces era momento de que ella busque la verdad.

—¿Qué quieres decir?— Obito no dejaba de verla, sabía perfectamente lo que ella estaba pensando, y no encontraba la respuesta a la pregunta que se formaba dentro de su mente al verla tan decidida. ¿Quería detenerla?

—Me iré, buscaré las respuestas a mis pesadillas. No puedo seguir viviendo de esta forma, asustada de la hora en que debería sentir descanso— se esforzó porque su voz no se quiebre, quería llorar porque la única persona con quien podía hablar no le comprendía. Sus pesadillas eran horribles la mayor parte del tiempo, soñaba como abusaban de ella, soñaba con la muerte de una persona, y para rematar, también soñaba como la asesinaban. Cada que cerraba los ojos, todos esos malos recuerdos la asechaban, entendía que la vida de Hanae no fue linda, ¿Eso qué tenía que ver con ella?, ¿Por qué no dejaba de ver a través de su mirada?

—Haz lo que quieras, yo no te necesito. Estás equivocada si piensas que te detendré y te diré todo lo que quieres saber— le dio la espalda, no estaba dispuesto a contarle nada a Hinata, no lo creía buena idea. Decirle la historia de Kaede y Hanae sólo tenía dos posibles resultados, el primero era un escenario donde ella lograba superar el hecho, el segundo y más probable, Hinata terminaría de perder la razón. Ella era así, demasiado sensible, la historia de Kaede y Hanae no era precisamente linda, temía que Hinata se quiebre al enterarse de la verdad.

—¿Eso es todo?, ¿Terminamos nuestro trato?— la Hyūga juntó sus manos justo frente a su pecho, esperaba que estuviera mintiendo, jugándole una broma como siempre. Se daría la vuelta pronto, le diría que estaba fingiendo, y por fin le concedería todas las respuestas que necesitaba.

—Es todo. Ahora lárgate— las esperanzas que tenía en él se vinieron abajo, Tobi continuaba dándole la espalda, no iba a cambiar de opinión por más que ella lo requiera. En ese momento ella también se dio la vuelta para no verlo, dirigiéndose a una de las tiendas de campaña que montaron para recoger la mochila donde cargaba sus pocas pertenencias.

—No regresaré— le advirtió Hinata antes de retirarse, ajustando bien su mochila a su espalda y el portador de armas a su muslo. Obito observó la silueta de Hinata, ella realmente pensaba abandonarlo.

—Y yo no iré a buscarte— soltó molesto, se repetía que él no necesitaba de Hinata Hyūga. Antes ni siquiera sabía de su existencia, ella no pertenecía a ninguna fase de sus planes, así que estaría bien.

La observó hasta que desapareció de su rango de visión, la ojiperla ni siquiera volteó hacia atrás para verlo por última vez. Todavía sentado cerca de la fogata, golpeó el suelo con su mano derecha, fue tanta la fuerza que usó, que sentía sus guantes húmedos por culpa de la sangre. El fuego que ella había encendido para cocinar la comida se fue apagando, el único recuerdo de Hinata se extinguía frente a sus ojos.

Hinata corría sobre el suelo del bosque, sus árboles eran tan grandes que daba la impresión de que tal vez acariciaban el cielo, al menos en las copas de los pinos se lograba apreciar un poco de nieve, aunque para conseguir verlo debía activar su Byakugan. Nadie la había seguido en todo su trayecto, a pesar de que el sitio era muy desolado, no encontró posibles ladrones o ninjas renegados buscando esconderse.

Llevaba toda la tarde escapando del lugar en que se separó de Tobi, quería poner suficiente distancia entre ellos para que no tuvieran que verse ni por casualidad. La noche amenazaba con caer pronto, el sol desde hace tiempo venía ocultándose, obligando a Hinata a buscar un espacio donde le fuera posible resguardarse. Estaba sola, así que acampar al aire libre no era una opción, probablemente dormir un poco en lo más profundo de una cueva representaba su única salvación.

—Él es tan malo conmigo, ¿Por qué no quiere decirme la verdad?— habló en voz alta, nadie podía escucharla dentro de ese bosque, así que no encontraba problema a hacerlo. Requería desahogarse con gran desesperación, no soportaba tener las respuestas a sus pesadillas tan cerca y a la vez tan lejos, Tobi jamás hablaría.

Apretó más las correas de su mochila, que se iban moviendo conforme ella seguía avanzando. Extrañaba a su hermana, a su primo Neji, a su padre, a su equipo, a Ino y Sakura, a Naruto, incluso a Tokuma, quien comenzaba a ser un buen amigo antes de que decidiera huir. Se sentía culpable también por no estar con su maestra Kurenai, ella que debía necesitar tanto su ayuda debido a su embarazo.

—Neji-niisan, seguro que tú lo harías hablar. Siempre les causas miedo a los demás— nadie podía acercarse a ella sin recibir una severa mirada de su primo, era demasiado sobreprotector. Recordaba que cuando alguien trataba de invitarla a salir, al día siguiente se disculpaba con ella y le daba un pretexto de porque no podría asistir. Hanabi descubrió que esa razón no era algo más que su querido primo Neji. Incluso causaba que Naruto y Lee se sintieran intimidados con su presencia, su primo era sencillamente sorprendente.

Avanzó algunos metros más con su Byakugan activado, no existía ningún peligro alrededor de varios kilómetros, por lo que sería una buena opción dejar de usar su Dōjutsu para descansar por un tiempo su vista. No se confiaría de todas maneras, en algunos minutos volvería a activarlo para comprobar que su alrededor se mantenía en orden.

Pronto Hanae volvió a invadir sus pensamientos, quería saber quién era ella realmente, ¿Por qué no le daba ni un descanso?, ¿Por qué siempre volvía cada noche para ocupar su mente?

—¿Y si es una historia muy mala?, Tal vez no quiere decirme porque sabe que no me gustará la respuesta— intentó encontrarle sentido a sus acciones, empero, después se molestó con ella misma por defenderlo —No, no debes excusarlo, Hinata— se regañó por hacerlo, debía aprender que no siempre existía bondad en las personas. A Tobi solamente le importaban sus propios intereses, ella no era parte importante de la ecuación.

Cerró los ojos y suspiró profundamente, queriendo concentrarse antes de activar de nueva cuenta su Byakugan. Llegó a la conclusión de que si lo utilizaba cierto tiempo cada quince minutos, lograría no esforzarse demasiado, ya lo había usado desde que se fue del campamento que compartía con Tobi, si continuaba a ese ritmo, sus ojos estarían en desventaja ante un posible encuentro. Debía encontrar un escondite justo ahora.

—Byakugan no Hime— aquella voz fue como un susurró, una voz infantil, tan dulce y chillona. De cierta manera le recordó a su hermana Hanabi cuando tenía tan sólo cinco años.

—¿Qué?— abrió sus ojos en ese instante, siendo consciente de que era posible que alguien quisiera atacarla. Lo único que le fue posible ver, es que ya no se encontraba en el bosque, el paisaje de la naturaleza había sido reemplazado por el de una ciudad antigua, con casas pequeñas y torres altas.

—Byakugan no Hime, debe venir a verme— un niño de cabello oscuro se acercó a ella y tomó su mano, su sonrisa de alegría le hacía imposible desconfiar de él. Usó el método que su maestra Kurenai les enseñó para salir de Genjutsu, pero no funcionó, lo repitió infinidad de veces, obteniendo el mismo resultado. Ese no era un Genjutsu, de nuevo estaba soñando.

—Hicimos un dibujo para usted— otro niño apareció a su izquierda, mostrándole una hoja donde habían pintado un tierno dibujo de una mujer con un notorio bulto en el vientre.

—Niños, mi esposa necesita descansar— frente a ella apareció Kaiten, su sonrisa hizo vibrar su corazón y encender sus mejillas. Estaba vivo, Kaiten no había muerto, ¿Verdad?

—No es justo, queremos que nos cuente historias sobre su padre— el pequeño pelinegro agitó la manga de su Kimono azul, capturando su atención nuevamente. Kaiten parecía entretenido viendo como los niños se llevaban tan bien con ella.

—Sí, él vive en la luna— el pequeño del dibujo apoyó a su amigo, Hinata tomó el papel que le extendía y acarició su cabeza. Ambos niños eran muy tiernos, provocaban que imagine a su querida Hanabi pidiéndole jugar a los ninjas.

—Kaede también puede hacerlo, Hanae necesita descansar en este momento— Kaiten se inclinó para estar a la altura de los niños, no los estaba regañando, tan sólo les pedía amablemente que la dejaran tranquila. Hinata no dejaba de verlo, sus oscuros ojos mostraban una gran bondad, él se percató rápidamente de que ella no le quitaba la vista de encima.

—Está bien, mañana volveremos— los dos niños soltaron sus manos, el que parecía ser mayor, debió llevarse al otro.

—Adiós, Byakugan no Hime— se despidió el niño del dibujo, Hinata agitó su mano, indicando el fin de su corta conversación.

—Kaiten...

—Disculpa a los niños, son muy inquietos a esa edad— lo entendía, calculaba que no pasaban de los siete años de edad, ambos eran dos pequeños llenos de vida y alegría.

—"¿Por qué...?, ¿Por qué estoy embarazada?"— pensó para sí misma al ver su vientre de gran tamaño, ahora entendía porque los niños la habían dibujado de esa manera.

—He preparado tu postre favorito, mi pequeño bebé te ha molestado por eso, ¿Verdad?— Kaiten se acercó más a ella, entrelazando su brazo con la ojiperla y aprovechando el estar a su lado para acariciar su vientre. Dentro de su amada crecía su hijo, contaba los días para tenerlo entre sus brazos y poder consentir a su nueva familia. No sabía que fue lo que hizo bien en su vida, pero el cielo lo estaba recompensando al permitirle ser amado por Hanae.

—¿Cuál es mi postre favorito?— Hinata se sorprendió al poder hablar, era el primer sueño en que podía hacerlo, era la primera vez que no veía todo desde la perspectiva de Hanae. Por fin controlaba sus movimientos, sus palabras, era ella misma de nuevo.

—Pastel de frutos rojos, me llevó toda una semana poder encontrarlos— Kaiten siguió caminando, su sonrisa nunca desaparecía. Se había esforzado por buscar frutos rojos para cumplir el antojo de su esposa, estaba seguro de que su trabajo sería recompensado al ver a Hanae feliz. Ya después sería momento de que ella le concediera uno de sus inocentes besos.

—¿Me respondiste?— el asombro de Hinata creció rápidamente, no solamente podía controlar su cuerpo, también mantenía una conversación con Kaiten que no fuera las que siempre recordaba. Ella le había hecho una pregunta y él respondió, era algo completamente nuevo.

—¿Por qué no lo haría?— el pelinegro la observó curioso, su amada esposa estaba actuando un tanto extraña. Se veía perdida, como si no conociera a nadie y jamás hubiera visto ese camino por el que siempre regresaban a casa.

—Tienes que ayudarme, no sé que estoy haciendo aquí. He tenido tantas pesadillas en estos meses, te he soñado a ti, a ti en...

—¿Estás bien, Hanae?— ella se había detenido, tomando ambos brazos de Kaiten para que le preste total atención. Él se encontraba preocupado por ella, hablaba cosas sin sentido tan repentinamente que no lograba comprender que le ocurría.

—Deja de llamarme así, mi nombre es Hinata— le pidió la joven al punto de las lágrimas, estaba cansada de esos episodios en que comenzaba a distorsionara la realidad, haciéndole imposible descubrir cuando estaba soñando o no.

—¿Ya estás pensando en nombres para nuestro bebé?— preguntó el confundido. Si lo pensaba bien, Hinata era buen nombre, funcionaba para niña y niño.

—Yo no pertenezco a este lugar, déjame ir— Hinata sollozó, Kaiten se sintió triste al verla así, por lo que rápidamente usó sus dedos para limpiar su ojos. Acarició sus mejillas, eso siempre animaba a Hanae, aunque sentía como si ella no fuera en verdad su esposa. Era extraño, se parecía a su amada, pero no tenían el mismo tono de voz.

—Yo no te estoy deteniendo, Hanae. Eres tú quien me ha estado buscando— le respondió, los ojos perla de ella chocaron contra los oscuros de él. Tenía ese resentimiento de que Kaiten había conseguido comprender algo que ella no.

—¿Por qué?— ella dejó de temblar en el momento que Kaiten besó el dorso de su mano, ese pequeño gesto le hizo sonreír ligeramente.

—No tengo la respuesta a eso— se lamentó el no poder ayudarla, esperaba que ella consiguiera encontrar lo que tanto buscaba.

—¿Y quién si?, Dime donde debo buscar todas las respuestas que necesito— le suplicó Hinata, ahora Kaiten representaba toda su esperanza, solamente él podía darle una pista que le ayude a resolver todo ese lío entre Kaede y Hanae. Era muy extraño estarle pidiendo consejo a alguien que tal vez era producto de una alucinación, empero, en ese instante, para Hinata era muy real.

—Busca donde todo comenzó, tienes que ir a la ciudad de las alturas— Kaiten volvió a besar su frente, Hinata sintió como si se estuviera despidiendo de ella. Él la abrazaba, en los meses que había estado lejos de Konoha, ese era sin duda el mejor abrazo que había recibido.

—¿Puedo volver a verte?— no quiso irse hasta saber que podría encontrarlo de nuevo, era el único en sus sueños que realmente parecía querer ayudarle. ¿Acaso estaba enloqueciendo?

—Ya me has visto, te dije que te encontraría de nuevo— acarició su cabello, buscando consolarla y hacerla sentir mejor. Hinata se permitió sentirse protegida por ese hombre tan amable y lindo.

—No te vayas, no me dejes sola aquí— le dijo Hinata preocupada, por alguna razón, no quería despertar todavía. Estar con Kaiten le traía paz, algo que necesitaba desde su pasado encuentro con Kaede.

—Te amo, Hanae.

Estaba cansado, simplemente quería llegar a alguno de sus escondites y permitirse dormir aunque sea unas horas. Su última misión en solitario fue realmente agotadora, al menos había conseguido información importante y asesinado a otro más de los criminales de la lista que tenía la organización a la que pertenecía.

Saltaba por las ramas de uno de los bosques que conectaba hacia una aldea pequeña en donde la mayoría se dedicaba a los cultivos y a criar animales pequeños. Cerca de ese lugar estaba escondido una de sus guaridas, en lo profundo de una cueva a la que nadie se atrevía a entrar. Contaban historias muy escalofriantes sobre ese sitio, principalmente de fantasmas, a él no le causaba miedo. Ya había perdido gran parte de su alma al asesinar a tantas personas, no se preocupaba por historias de terror.

Su paso se detuvo al notar a alguien en el suelo, una persona estaba inconsciente, y si su vista no fallaba, se trataba de una mujer. Se acercó a ella, reconociendo al instante a la joven como Hinata Hyūga. Tomó su muñeca para comprobar su pulso, ella estaba bien aparentemente, no parecía haber estado en batalla. Al tocar su frente, entendió que probablemente se desmayó por culpa de la fiebre.

—¿Por qué asesinaste a mi querido Kaiten?— la escuchó delirar entre sueños.

—Tienes fiebre, también parece que perdiste la razón— revisó la mochila de la joven, aparentemente no le habían robado. Buscó también alguna herida en su cabeza que se hiciera al momento de caer, pero de nueva cuenta, ella corrió con suerte.

—No te voy a perdonar— susurró Hinata, el Uchiha fue consciente de que ella seguía profundamente dormida. Se preguntaba que estaba soñando que le hacía decir esas palabras.

—Hinata Hyūga, tu Clan ofrece una recompensa muy grande por ti— con cuidado, tomó a la joven ojiperla para llevarla en su espalda, el escondite a dónde se dirigía no quedaba demasiado lejos, podría llegar ahí y cuidarla para bajar su fiebre.

Durante todo el camino ella se la pasó murmurando nombres desconocidos para él, preocupando un poco al Uchiha cada que la joven se removía. Hinata estaba demasiado perdida en sus pesadillas, ya no era consciente de lo que hacían con ella es esos momentos. La entrada a la cueva estaba resguardada por una serie de de sellos que quitó gracias al Sharingan, mismos que colocó de nuevo después de dejar a Hinata recargada en una pared y cubierta por su capa de Akatsuki. Rápidamente comenzó a preparar el lugar, acercándose a dónde tenía un saco de dormir individual y algunas mantas, prendió todas las velas para iluminar bien el sitio dónde estaría cuidando de ella.

No había demasiadas cosas en su escondite, algunos muebles pequeños dónde quedaba herramientas ninja, botiquines y algunas libros. En los cajones encontró todo lo necesario para realizar un poco de acupuntura en Hinata, también el alcohol y otros utensilios que usaba para desinfectar. Ese era un juego nuevo de agujas, sin embargo, seguía creyendo que no perdería nada si lo desinfecta. En ese mismo cajón, buscó el libro que lo ayudaba a guiarse para encontrar lo sitios exactos dónde colocar las agujas, no tenía tanta experiencia en esa práctica pero esperaba hacerlo bien.

Pidiéndole disculpas por lo que estaba por hacer, el Uchiha la tomó en brazos para quitarle la capa blanca y el vestido negro al igual que su calzado. Ella sólo vestía una blusa de red y un short negro, se alivió al ver que no tendría que desvestirla por completo. Con Hinata en recostada en la camilla, él se alejó un momento de ella para ir a buscar agua fría, primero debería bajarle la fiebre.

—Me traicionaste, te casaste con otro— su tono era molesto, sus ojos más fríos que en el pasado. Hanae no sintió temor, llevaba un arco y su estuche de flechas en la espalda, haría sufrir al hombre que se atrevió a asesinar a su esposo.

—¿Por qué lo hiciste?, Yo lo amaba— ella gritó, estaba molesta al no poder salvar a su amado Kaiten, al permitir que la persona frente a ella vuelva a hacerle daño. Tal vez debió esperar a Kaede, idear un plan antes de ir a retarlo, empero, no podía desperdiciar el tiempo.

—No soporto verte con otro, Hanae— es la sencilla respuesta que él le dió, lo que hizo enfadar más a la ojiperla. Él le hizo mucho daño en el pasado, ¿Qué le hizo creer que lo estaría esperando con los brazos abiertos?

—Te reto a un duelo, no pasaré por alto la muerte de mi esposo— Hanae retiró una de sus flechas de su estuche, encendiendo la punta gracias a una pequeña técnica de fuego. Lo haría, sin importar que su familia pueda tener problemas, ella lo asesinaría en ese preciso instante.

—No quiero una batalla contigo— él le dió la espalda, aunque le dolía sentir que la mujer que amaba lo traicionó, no quería hacerle daño —Maldita, vas en serio— murmuró cuando la flecha de Hanae atravesó su hombro derecho. Quitó la flecha de su cuerpo, dejando una herida de la que pronto salió sangre.

—Te haré pagar por separarme del amor de mi vida— su ataque fue una advertencia, ella jamás fallaba en el tiro con arco. Si no le apuntó a su corazón, era sólo porque él le daba la espalda, y no atacaría a alguien que no le miraba de frente.

—No te preocupes, pronto volverás a verlo— la sonrisa de él no le causó miedo, ahora solamente le importaba obtener justicia para Kaiten.

Hinata despertó e intentó incorporarse sobre las pequeñas mantas dónde estaba recostada, una mano sobre su frente le impidió moverse. Sentía como si varias agujas estuvieran presionando su piel, le dió miedo pensar que seguía soñando.

—No, por favor— sollozó en contra de su voluntad, no quería morir, no sin antes poder ver a Hanabi por última ocasión. No pedía más, tan sólo poder despedirse de su hermana menor.

—Está a salvo, no se preocupe— no apartó su mano de la frente de Hinata, teniendo que ella se levante y se lastime al tener las agujas todavía en su cuerpo.

—No quiero morir, no quiero morir— lo repitió más de diez veces, ella realmente pensaba que iba a morir. El Uchiha no tenía idea de que estaba soñando, pero imaginaba que se trata de una pesadilla muy mala.

—Está bien, despierte— le habló despacio, esperando que ella se tranquilice si colocaba unas cuantas agujas más.

—¡Kaiten!— gritó Hinata al tiempo que sus ojos perla se abrían. Apresar de tener sus ojos abiertos, no podía ver nada debido a la falta de luz. Intentó activar su Byakugan, pero las pequeñas punzadas que se sentían como agujas sobre su piel le impidieron hacerlo.

—Hinata-san...

—¿Dónde estoy?, ¿Cómo sabe mi nombre?— no reconocía esa voz, y tampoco le hacía sentirse segura el hecho de no poder ver a quien le hablaba.

—Hay anuncios con su fotografía y nombre en todas partes, su familia la busca desesperadamente— le explicó con tanta tranquilidad que Hinata imaginó que no sabía bien el problema en que se estaba metiendo, si alguien llegaba a verlo con ella, podría acusarlo de ser su secuestrador —Y respondiendo a su primer pregunta, estamos en uno de mis escondites— él quitó una de las agujas de su cuerpo, y ella no lograba verlo bien por culpa de la baja luz de las velas.

—¿Quién es usted?— la Hyūga respiraba con calma, aunque debía sentirse asustada, la verdad es que encontraba paz al estar recostada sobre esa cálida manta. Notó por el frío del lugar que no llevaba su vestido puesto, pero sintió alivió al verificar que seguía teniendo su blusa interior a igual que la licra que usaba bajo el vestido.

—Recuéstese, no quiero que se lastime— sintió que él quitaba una compresa de su frente, después del sonido de un chapoteo, la tela fría entró en contacto con su piel otra vez. Fue evidente que su acompañante estaba utilizando una prenda y un balde con agua —Mi nombre por ahora no es importante— las manos del Uchiha se posaron sobre sus mejillas, la fiebre de la joven estaba disminuyendo.

—¿Qué es esto?— señaló como pudo a las agujas incrustadas en sus brazos y piernas, no podía moverse demasiado porque le daba temor lastimarse. No sabía bien como funcionaban, pero alguna vez escuchó que encajar agujas en ciertos puntos lograba paralizar partes del cuerpo.

—Se llama acupuntura, es un procedimiento que mi madre me enseñó, funciona para tratar el dolor— el Uchiha revisó una vez más los apuntes de su libro, ya iba siendo hora de que le quite las agujas, pero no quería hacerlo si ella podía verlo. Por el momento prefería permanecer escondido entre las sombras.

—¿Por qué lo usa conmigo?— preguntó Hinata, moviendo sus ojos en todas direcciones, buscando a la persona que le estaba ayudando. Todavía seguía sin poder activar el Byakugan, lo que le parecía extraño, no se había esforzado más de la cuenta.

—La acupuntura ayuda a equilibrar el flujo de energía, siento que está pasando por un momento en donde no le es posible encontrar paz— las palabras de él fueron tan acertadas, que Hinata creía que la conocía de alguna manera. No podía saber de su estado sólo con haberla visto, ¿Verdad? —La encontré desmayada en el bosque, hablaba dormida, principalmente cosas sin sentido para mí— se preocupó al instante, preguntándose cuántas horas llevaba dormida, o si quizás fueron días.

—Lo siento, lamento causar molestias— se disculpó Hinata, cerrando los ojos por algunos segundos. Había provocado que un desconocido le cuide, cuando probablemente tenía cosas mucho más importantes que hacer.

—¿Le ocurre frecuentemente?— de nuevo cambió la compresa de su frente, también algunas que tenía en los brazos. Hinata quiso esforzarse para ver su rostro, pero la luz seguía siendo de baja calidad.

—Es la primera vez, quiero decir... He tenido pesadillas desde hace poco, pero jamás me había desmayado durante el día por ello— suspiró al recordar su peculiar encuentro en el bosque, al fin había obtenido una pista, aunque eso la dejaba con más preguntas. Se dijo a sí misma que no debía perder la esperanza, era tiempo de actuar en lugar de quedarse a lamentarse.

—Se ha preguntado, si en lugar de ser pesadillas, son recuerdos— le sugirió él, y como si fuera una bombilla que recibía corriente, algo encendió dentro de su cabeza. Recuerdos, ¿Eso era posible?

—¿Recuerdos?— repitió ella, sonaba como una idea muy alocada, pero tal vez tenía sentido. Anteriormente se había soñado escribiendo técnicas de su Clan, probablemente ese era un recuerdo de su ascenso a líder que por algún motivo estaba suprimiendo.

—¿Cree en las reencarnaciones?— colocó su mano sobre los ojos de Hinata, obligando a la joven a cerrarlos, la pequeña prenda que se encontraba sobre su frente, ahora le impedía ver. Con la vista de Hinata obstruida, el Uchiha comenzó a quitar las agujas.

—Yo... No lo sé, apenas y distingo la realidad. Probablemente esté alucinando con usted ahora— Tobi tenía razón, su estado estaba empeorando, por culpa de sus pesadillas, su mente comenzaba a alterar la realidad. Ya no sabía con exactitud lo que era cierto o falso, quizás seguía soñando.

—Debo suponer que su desmayo no fue producto de un daño físico— ella se quejó ligeramente al sentir que retiraba una aguja de su brazo derecho, lo cual le hizo creer que se trataba de un punto sensible para la Hyūga.

—No, comencé a soñar despierta— se avergonzó al decirlo en voz alta, seguro que la persona que la salvó debía imaginar que estaba enloqueciendo. Si hasta ella lo creía, ¿Qué pensarían las personas a su alrededor?

—Listo, no se mueva por unos minutos— el Uchiha retiró la última aguja de su cuerpo, consiguiendo que Hinata se sintiera más aliviada. Estaba un poco débil después de la fiebre, pero a la vez creía haber encontrado la paz que tanto anhelaba en ese último mes. Si se mantenía con los ojos cerrados, los recuerdos de Hanae ya no la invadían.

—Gracias— intentó moverse, pero su salvador tenía razón al decirle que no lo hiciera. Resultaba ser un poco doloroso, como si cada movimiento significara un gran esfuerzo.

—Si puedo ofrecerle un consejo, le recomiendo que busque el lugar donde todo comenzó— sus palabras se le hicieron familiares, en ese segundo su conversación con Kaiten se proyectó a gran velocidad en su mente. El lugar donde todo comenzó, ¿A qué se refería exactamente con eso?

—La ciudad de las alturas...— susurró lo que Kaiten le dijo antes, en una de sus últimas alucinaciones. Lo repitió varias veces para sí misma, creyendo que en algún momento les encontraría significado —¿Usted sabe dónde se encuentra?

—No, lo lamento. Probablemente si me diera una pista...— le propuso él, la verdad es que no tenía idea de que hablaba Hinata. Conocía el nombre de muchos pueblos, incluso de algunos tan pequeños que pasaban desapercibidos en los mapas, ninguno tenía un nombre similar al que ella mencionó.

—Creo... Creo que se relaciona a mi Clan, el Clan Hyūga— si uno de sus recuerdos de sus pesadillas era el de estar escribiendo técnicas secreta de su Clan, eso quería decir que existía la posibilidad de que Kaede y Hanae se conecten d alguna manera con el pasado de los Hyūga. Tenía sentido, por eso Kaede le habló y trataba de comunicarse con ella, quería mostrarle algo sobre los Hyūga.

—Existe alguien que puede ayudarle— esa declaración fue como un rayo de esperanza, al fin los dioses se apodaban de ella y le mostraban una posible respuesta a todas sus dudas. Ya sabía lo que tenía que hacer, buscar todo acerca del pasado de su Clan.

—¿Quién?— intentó disimular su emoción, lo que no resultó muy bien. Estaba feliz, su encuentro con Kaiten y con ese extraño no estaba saliendo tan mal.

—Uchiha Madara.

—¿Uchiha Madara?— repitió Hinata confundida, al parecer, no era la única que enloqueció en ese lugar. Madara Uchiha murió hace años, incluso antes que el primer Hokage. Cualquiera en su aldea conocía aunque sea un poco de historia.

—De alguna manera, ha logrado burlar a la muerte. Madara es quien más conoce sobre el pasado de Konoha, y por consiguiente, del Clan Hyūga— era muy difícil creerle, pero hasta hace poco ella creía imposible que los fantasmas existen. ¿Y si resultaba ser cierto?, ¿Y si Madara Uchiha era tan real como el espíritu del lago?

—¿Dónde puedo encontrarlo?— intentó incorporarse, solamente existía una forma de saber si le mentía o no, debía ir a buscar a Madara Uchiha. Si no fuera por el hecho de que apenas y podía sentarse sin sentirse tan débil, iría ese mismo día.

—Ya lo ha visto, él la ha encontrado a usted— lo había visto con sus propios ojos, Madara Uchiha a lado de Hinata Hyūga, algo casi imposible. No sabía bien qué tipo de trato tenían ambos, pero en los días que debió dejar a Hinata en su escondite para regresar con Akatsuki, logró ver a Madara muy molesto. Incluso lo atrapó hablando solo en una pequeña habitación, al parecer, él no tomaba bien que Hinata lo hubiera abandonado.

—Disculpe, no logro comprender— la prensa que él le colocó sobre sus ojos había caído en el momento en que se sentó sobre las mantas en que permaneció recostada, aún sin algo que le impidiera ver, continuaba batallando para enfocar a la persona que la rescató.

—Uchiha Madara es el hombre para el que trabaja, el hombre de la máscara— su declaración la asustó, Hinata llevó su mano a su pecho, justo en el lugar donde su corazón saltaba con prisa. Tobi y Madara Uchiha siendo la misma persona... Imaginó que Madara sería un anciano, no un hombre tan joven, porque Tobi no parecía tener tantos años.

—¿Cómo está tan seguro de que él lo sabe todo?— no quería regresar con Tobi, ya se había percatado de su él no hablaría. Lo mejor sería buscar por su cuenta.

—Ha sido mi maestro, me ha enseñado lo que yo desconocía para atraerme a su lado— Madara le enseñó a descubrir todo el potencial de sus ojos, lo que pensó que podría aprender algún día de Shisui Uchiha, terminó conociendo de la mano de un criminal que respresentaba un gran peligro para el mundo como lo conocían.

—¿Quién es usted?— Hinata encendió una pequeña llama en la palma de su mano, acercándose hacia el lugar en que provenía la voz de aquel hombre —Uchiha Itachi...— comenzó a retroceder después de verlo, la persona con quién hablaba, no era otro que quién cometió una masacre con su propio Clan. Siguió retrocediendo hasta que su espalda chocó contra una pared, no podía ser cierto, iba a morir a manos de Itachi Uchiha.

—No planeo hacerle daño, Hinata-san— le dijo Itachi mientras trataba de acercarse a ella, fue necesario para él tomar una de las velas que previamente había encendido. Su vista no era muy buena, y en la oscuridad todo empeoraba.

—¿Por qué me salvó?— Hinata intentó activar su Byakugan para tener con que defenderse, pero sus fuerzas seguían abandonándola. Se sentía demasiado débil, y fue entonces que comprendió que llevaba días inconsciente, sin haber probado un solo alimento.

—Necesito pedirle un favor— fue sincero con ella, la única razón por la que la mantenía con vida, es porque ella podía reemplazarlo en su misión de vigilar a Madara Uchiha.

—¿Cuál es?, No creo tener algo que ofrecerle— ella no era tan fuerte como su primo Neji, sí, quizá poseía un mejor rango de visión con su Byakugan, pero no creía que a Itachi le interese eso.

—Lo tiene, y es increíble que usted no pueda verlo— para tener los ojos que todo lo ven, Hinata Hyūga parecía estar más ciega que él. No se reconocía a sí misma, lo que era realmente triste.

—No soy tan fuerte como usted...

—Poder perdonar y ser consciente de uno mismo, es lo que realmente significa ser fuerte— le respondió Itachi, estaba seguro de que Hinata Hyūga escondía más fuerza de lo que ella imaginaba. Por algo Madara la había escogido a ella, y por algo es que estaba tan molesto al no tenerla cerca.

—Yo...

—No me queda mucho tiempo, pronto voy a morir. Sin mí, no habrá alguien que pueda seguir los pasos de Madara y detenerlo— si Itachi Uchiha era demasiado malvado como lo describían en su aldea, y él mismo le confesaba que quería detener a Madara, ¿Qué tan perverso podría ser Tobi?

—¿A qué se refiere?— quiso saber la joven Hyūga, ¿Por qué Itachi hablaba de morir?, Él se veía muy bien justo ahora. Aunque era posible que ella estuviera demasiado confundida todavía.

—Usted es la única persona que ha conseguido acercarse a Madara en tan poco tiempo, es la única que puede reemplazarme— de alguna forma que él no entendía, Madara eligió a Hinata Hyūga para ser una de sus cómplices. En ella estaba confiando para encontrar la forma de descifrar los secretos del santuario Nakano, una misión que ni siquiera a él le encomendó.

—Yo no... No creo ser capaz de lograrlo— al menos no después de su última discusión con Tobi, ellos habían terminado su trato, no creía que él quisiera trabajar con ella nuevamente.

—Madara no la asesinó, incluso ahora que usted lo abandonó— en otras circunstancias, Madara habría acabado con su vida antes de pensar en dejarla escapar. Con Hinata no lo hizo, y eso despertaba la curiosidad de Itachi —¿Quiere saber qué le hizo al primer miembro que renunció a él?

—¿Qué le hizo?— sabía que la respuesta no sería agradable, pero necesitaba saber a qué se estaba arriesgando si se involucraba otra vez con Tobi.

—Lo asesinó, de forma muy cruel— por ese motivo buscaban a Orochimaru también, porque Madara Uchiha no toleraba a los traidores —A usted no la asesinó, le permitió irse fácilmente. Además, se ofreció a entrenarla— le estaba dando a entender que de alguna manera retorcida, ella era importante para Madara. Tal vez formaba parte de alguna fase de su plan, y debido a eso le perdonó la vida, aunque Hinata se encontraba lejos de poder comprenderlo.

—Se ofreció porque pensaba que yo sería un estorbo— así fue como Tobi lo manejaba, o eso logró entender. Él no quería detenerse a tener que rescatarla si se presentaban problemas, aunque Hinata pensaba que podía defenderse, prefirió aceptar que Tobi fuera su nuevo maestro, y no le fue tan mal con eso.

—No, lo hizo porque su pasado se veía reflejado en usted— Itachi le extendió un pañuelo para secar el sudor de su frente, la fiebre no estaba volviendo, pero el encierro en ese lugar aumentaba el calor de afuera.

—¿Qué intenta decirme?— la ojiperla limpió su piel, deseando que Itachi también le hiciera saber dónde podía tomar un vaso de agua. Su boca se encontraba seca, y era muy incómodo estar de esa manera.

—Probablemente, Madara ha logrado conectar con usted, más que conmigo. Puede que resulte sencillo para él contarle esos planes que a mí me negó— Itachi se recargó también en la pared, alejado de ella por casi dos metros. No quería invadir su espacio, aunque necesitaba estar cerca de Hinata para poder ve bien su rostro y analizar sus gestos. Saber si podía confiar en ella, o si se equivocó, y la lealtad de la Hyūga ya le pertenecía a su mentor.

—No, no tiene sentido— le dijo Hinata, Tobi solía ser muy cruel, le jugaba bromas pesadas y la mantenía haciendo ejercicios pesados. ¿Cómo eso sería tener una conexión? —Además, ¿Cómo puedo confiar en usted?

—Si en verdad quisiera hacerle daño, lo habría hecho mientras estaba inconsciente— ella quiso replicar, empero, Itachi tenía razón. Él la había cuidado por sólo Dios sabe cuántos días, era natural que pediría algo a cambio —O simplemente dejarla abandonada en el bosque, aunque créame que si otro la encontraba, no dudaría en lastimarla— y no lo dudaba, el mundo ninja también estaba lleno de gente muy cruel. La prueba estaba en los miles de criminales que se aprovechaban de mujeres y niños inocentes.

—Si acepto, ¿Qué debería hacer?— a ese punto, ya no perdía nada si realizaba una alianza con un criminal más. Si Tobi representaba un peligro, alguien debía detenerlo, no podía permitir que el mundo en que vivía su hermana sufriera problemas. Todo sería por su amada Hanabi.

—Continúe ganando la confianza de Madara, y avise a Konoha si sus planes avanzan demasiado— a él no le creerían por ser un criminal, pero Hinata Hyūga era un caso totalmente diferente. Ella era la líder de uno de los Clanes más respetables de Konoha, la actual Hokage tomaría su palabra en serio.

—No sé si pueda hacerlo, yo no...

—Es la única manera de obtener respuestas, Madara debe saber dónde se encuentra el lugar que buscas— Itachi no se sintió muy bien al aprovecharse de la debilidad que tenía Hinata en ese momento para hacerla aceptar su trato, sin embargo, técnicamente no estaba mintiendo. Madara Uchiha conocía infinidad de secretos sobre Konoha, era posible que sea la persona que pueda ayudarle a encontrar solución a sus pesadillas.

Notas de la autora:

• Kaiten era el esposo de Hanae, la hermana menor de Kaede. Y Hanae todavía con sus ocho meses de embarazo, fue a retar al asesino de su esposo. Saquen sus teorías chic@s, muestren su talento 👀

• Decidí darle un hermano menor a Obito para que se entienda mejor porque aceptó el plan de Madara, ha perdido a las personas más importantes de su vida, perdiendo también la esperana como ya todos sabemos. Eso le permite tambien conectar más con Madara, por el hecho de que ambos sufrieron la muerte de sus hermanos menores. ¿Pueden adivinar quien será?   

• Como ya les había mencionado antes, Hinata puede manejar el elemento fuego, y aquí la vamos iniciando a usarlo. Les comparto una imagen para que la imaginen mejor ❤️

• También les dejo una imagen de la técnica que usó Obito al principio del capítulo, es como una variación de la bola de fuego

• El equipo diez hace su primera aparición, ¿Cómo creen que manejarán la desaparición de Hinata? 😬

• Bueno, Obito le ha comprado ropa nueva a Hinata para que pase desapercibida, también se puede decir que coqueteó un poco con ella xd Les presento su nuevo atuendo 💜

• Ahora que Obito y Hinata se separaron, ¿Quién creen que va a caer primero e irá a buscar al otro? xd

• Si se dan cuenta, las pesadillas de Hinata aumentan de nivel, ¿Ustedes que opinan al respecto?

• Todos sabemos que Itachi es muy inteligente, todo lo que hace tiene un propósito. Itachi ha escogido a Hinata para realizar su trabajo, quiere que vigile a Obito ahora que él planea morir a manos de Sasuke. Si la escoge a ella, es porque ha observado que Obito no le hace daño, aun en situaciones en que podría intentarlo. 

Dejen sus votos y comentarios 💖

Nos leemos en la próxima actualización 👀❣️

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