Notas de Luka
Era complicado. Cada vez que estaba a su lado yo era vitalidad, alegría pura y la fuerza de una costa del Atlántico; pero cuando estaba lejos de ella, yo me volvía temor, la penumbra de la habitación en una casa solitaria, un miedo que no cesa.
Era malo sentirse así, lo sabía, por eso una parte de mí evitaba profundizar en esto y continuar como si nada, como si no existiera una dependencia de mi parte.
¿Pero cómo sentirse feliz si sabes que eres un secreto? No estoy seguro si este era el tipo de amor que ansiaba experimentar.
Los días se tornaban de un color extraño. Recordé cuando era niño y jugaba con plastilina, en algún momento tomaba todos los colores que tenía y las mezclaba en una masa esperando obtener un color arcoíris. El color arcoíris no existe, en cambio, se volvía una bola amorfa de un color desagradable; o quizás en realidad ese era el color arcoíris y es menos bello de lo que uno se espera.
Pues ese era el color de mis días, un desagradable color arcoíris.
Sentía como si últimamente, se hubiera dibujado una línea invisible entre los dos, como si esa conexión tan fuerte que sentía que nos ataba ahora se estaba desvaneciendo con el paso del tiempo.
Ahí estaba, tirada sobre mi cama leyendo una revista de cotilleo mientras sus elegantes piernas se movían en un subir y bajar. Observaba sus dulces labios moverse suavemente al compás de su lectura.
—¿Pasa algo, Luka? Hoy has estado muy callado.— me cuestionó como si me hubiera leído la mente. Agaché la mirada, tenía ganas de gritarle todo lo que sentía pero a la vez no quería que mis palabras fracturaran lo nuestro.
Me quedé en silencio un momento. Sabía que la estaba preocupando.
¿Hay alguna palabra precisa que resuma el mar de sentimientos que provoca besar los labios de una persona que amás y odias tanto a la vez?
—Estoy algo distraído, eso es todo.— y aunque yo me quejaba de que ella siempre me mentía, yo también lo hacía, aunque no estaba seguro si lo hacía para mentirle a ella o a mí mismo. Ella me vio con tristeza y se me acercó.
—Sé que no es así.— dijo acariciando mi mejilla. Cada que sentía su tacto era difícil retener mis impulsos, no caer bajo sus encantos.
La distancia se empezó a acortar entre nosotros a un lento compás, sus pupilas dilatas se centraban en la mías, su cuerpo poco a poco ponía menos fuerza y se rendía entre mis brazos. Mis vellos se erizaron cuando por fin la distancia fue nula y sus labios ya se derretían sobre los míos, sus manos sostenían con fuerza mi cabellera y su cuerpo se adhería más a mi torso si eso era posible.
Su aliento me exigía, su ternura me consumía y mi corazón buscaba escaparse de mi pecho. Mis manos en algún momento comenzaron un juego peligroso, un atrevimiento al que nunca habían llegado ni ella ponía oposición.
Sentir su lengua cálida, ver su mirada decidida. Mierda, podía olvidarme de toda la tristeza que había consumido mi mente toda la semana, y si ahora mismo ella me tiraba sobre mi cama, sabía que no podría detenerme.
No detenerme, sería tan hermoso.
Pero...
—Chloe...— coloqué un espacio mínimo entre nosotros dos, no bastante para apagar la atmósfera que había pero sí para decir esto que carcomía mi alma.—Ya no quiero que me escondas más.
A eso se resumía todo mi dolor, mi sufrimiento, mis penas; quería que el sol pudiera ver nuestra relación, no ser un secreto de la luna.
Sin embargo, en vez de ser callado con un beso o con una respuesta, procedió un silencio. No se sentía incómodo, quizás algo inquietante. Ella no alejaba mi vista de mí, pero parecía seguir encontrando las palabras adecuadas.
—¿Por qué me escondes?— sentía como mis pulmones se habían vuelto a llenar de aire, no me había dado cuenta cuánto tiempo llevaba reteniéndolo.— No te apeno ¿Verdad?
Ella por fin se alejó de mí con una expresión entre indignada y confundida, pero no molesta. Empezó a negar.
—No, por supuesto que no ¿Qué te hace creerlo?— respondió, inhale profundo, la verdadera pregunta debería ser ¿Que razón hay para no creer que es así?
—Al principio creí en lo que me decías, en que no me involucrara con personas como ellos y esas cosas, pero Chloe, ya ha pasado casi dos meses y aún parece que buscas a toda costa que nadie se entere ¿Hay algo de malo en mí?
¿Por qué me sugestionaba eso? No podía ser mi culpa no haber nacido con todo ese dinero ¿o sí? Si es que era eso, pero incluso me sentía mal pensar que Chloe me juzgaría por algo así.
Pero su silencio, lo mucho que tardaba en darme las respuestas que quería, esto no era bueno.
—¿Hasta cuando voy a tener que esperar para dejar de ser un secreto?— tras la pregunta se formó un nudo en mi garganta. Ella hora parecía una presa asustada, viéndome desde una esquina de la habitación buscando la manera de escapar de esta situación. Por primera vez en mucho tiempo me sentía molesto, una parte con ella por ser tan esquiva, pero más que nada me sentía molesto conmigo, por ponerla en esta situación cuando todo había estado fluyendo tan bien. Apreté los puños, después los solté.—Más bien ¿En algún momento tenías pensado que dejara de ser un secreto?
¿Por qué no me respondía? ¿Por qué le costaba tanto darme una respuesta? ¿No veía que me estaba lastimando?
Sin decirle más tomé mi guitarra y salí fuera de la habitación del barco. Esa tarde era linda, anaranjada y con los colores del cielo reflejándose sobre el calmado Senna; me tiré sobre el asiento y sin poner mucha atención deslizaba mi mano sobre las cuerdas de la guitarra, sin tocar algún acorde en específico, solo para excusar que no se podían mantener quietas.
Sin darme cuenta había comenzado a llorar. Había sido ingenuo, sumamente ingenuo creyendo que alguien como ella en serio vería algo más en mí; pero aún así, no sabía si este pecador había merecido todo este infierno que vivió por probar la manzana de aquel árbol.
¿Alguien que sólo busca amar merece ser engañado?
—Luka.— no me sentía bien como para escuchar su voz, porque sabía que fuera lo que fuera que ella me estuviera a punto de decir, yo cedería con tal de obtener un beso suyo que quitara este mal sabor en mi boca; pero tampoco podía ignorarla.
—Dime.— no quería soñar cortante, pero no podía formular oraciones más extensas.
—Perdóname, yo... la verdad es que ni siquiera estoy segura de porqué lo hago.— esa no era una respuesta reconfortante.— O al menos, no lo estaba.
—¿A qué te refieres?— sentía que por fin estaba a punto de escuchar la verdad, y aunque mi corazón ansiaba callarla para que esa verdad no fuera a lastimarlo más, en serio necesitaba oírla.
—Te dije que había peleado con un amigo que realmente me importa. Él es mi mejor amigo.— regresé mi mirada hacia ella, estaba sentada en un banco a mi lado mientras su vista estaba entretenida en sus manos.— Siempre hemos sido nosotros dos y bueno, cualquier cosa parecía fácil cuando él estaba a mi lado.— sentía la pesadez en sus palabras, me daba miedo lo que venía.— En Agosto, pocos días antes de conocerte, en mi fiesta de cumpleaños él me besó.— no debería significar nada puesto a que lo hizo antes de siquiera conocernos, pero que está fuera su respuesta a porqué se mantenía alejada de mí en serio me causaba escalofrío en la piel.— En ese momento creí que lo había hecho por una apuesta con un amigo suyo pero, después de conocerte ya, me enteré que él podía tener sentimientos por mí, ya sabes, como más que amigos...
—¿Y tú también tienes sentimientos por él ahora?— mi voz no tenía ningún tino emotivo, pero era más que nada porque buscaba que no se diera cuenta lo mal que esto me empezaba a tener.
—Yo...— guardó silencio, un silencio que respondía la mitad de mis preguntas pero generaba otras más.— La verdadera razón por la que te escondo fue porque no le correspondí el beso y él empezó a recibir burlas de ello de parte de nuestros amigos, yo lo he visto mal por eso y una parte de mí supuso que, si ellos se enteraban de mi relación contigo...— sus palabras se detuvieron, la miré a los ojos; había lágrimas retenidas en ellos. Hubiera dado todo porque ella en ese momento no llorara, porque a pesar del profundo dolor que me estaba causando, aún podía decir claramente que la amañaba.
—...si ellos se enteraba de tu relación conmigo, a él le iría peor, o lo lastimarías más ¿no es así?— ella asintió con tristeza, con una lagrima deslizándose sobre su mejilla. Quería secarla con mi pulgar, evitar que ésta tocada el suelo.
No lo hice; ella podía tener sus razones para haber hecho todo esto pero eso no justificaba el dolor que me había hecho pasar a mí.
—¿En algún momento consideraste que todo lo que estabas haciendo me lastimaba a mí también?— el silencio volvió a su boca. Maldición.— Porque, supongo que en algún momento te viste en la necesidad de priorizar la felicidad de él sobre la mía.
No la podía culpar, era su mejor amigo, su compañero en toda esta vida, alguien al que yo jamás podría remplazar.
—Chloe.— continué al ver que ella no decía ni una sola palabra.— No tenias que hacerlo, yo jamás te hubiera puesto a elegir entre mi felicidad y la de alguien que conoces de años porque es lógico la elección que ibas tomar; pero aún así lo hiciste sin siquiera consultármelo y me causaste días donde no dejaba de culparme a mí mismo el porqué me hacías esto, empecé a enlistar mis defectos para comprender el porqué no me querías mostrar a nadie ¿Sabes cómo te deja eso?
—Luka, yo...
—No, Chloe, no quiero tú perdón; tampoco es que tú tengas la culpa de que yo hiciera eso...— mi pecho ardía, sentía algo atorado en mi garganta y mi cabeza tenía migraña. Pero mi boca hablaba por mi corazón, sin darle lugar a la mente que desesperada buscaba parar todo esto.— pero quizás si hubieras hablado antes, si me hubieras dicho algo... Chloe, tus labios temblaron cuando dijiste que él te besó.— quizás esta era la razón de todo mi dolor.— Titubeaste.
Por fin había logrado decir todo lo que le quería decir, y aunque no creo que había manera de arreglar de manera sencilla toda esta situación y seguir con nuestra relación como si nada, me sentía extrañamente ligero, libre.
—No sé porqué lo hice. Luka, han sido días raros...
—Él te gusta, Chloe ¿no es así?
Pude ver como sus labios se movieron intentando decir no, pero antes de siquiera responder se detuvo. Esa era la respuesta más clara que me había dado hoy.
—Entonces...— me levanté de mi asiento.— creo que sólo me queda darte las gracias por todos los momentos que pase a tu lado.— ella no me miraba feliz, a cada segundo que pasaba su mirada se inundaba más en lágrimas.
—¿Qué?— pronunció con dificultad.
—No quiero seguir en la sombra, Chloe, ni quiero competir por tu amor sin tener una sola oportunidad; y si te soy honesto, en este momento sólo quiero espacio, aún te quiero demasiado pero me estoy haciendo daño a mí mismo con esto. Puedes quedarte aquí hasta que lleguen por ti, no hay problema.
Me empecé a dirigir nuevamente al cuarto. Me sentía completamente destrozado pero liberado al mismo tiempo. Y en un segundo fugaz, la imagen de aquel rubio que vi esa tarde vino a mis recuerdos.
—Sólo, un consejo, creo que ocultarle cosas en vez de protegerlo lo lastima más.
Por fin, ahora sí no quedaba palabra entre nosotros.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro