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Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido

-Esto ya está -mi voz resuena en el hangar abandonado donde llevamos los coches a reparar.

Edgar sigue sentado en lo que en su día fue una buena silla, solo se ha levantado para ir a por más cigarrillos. No me ha dirigido la palabra en las dos horas que llevo allí, por lo que mi única compañía ha sido la playlist de Janis Joplin. Me siento a su lado sin atreverme a preguntar que es lo que le tiene tan callado, con toda probabilidad me lo contará y no estoy segura de querer saberlo. Saca los billetes y hago el recuento delante de él. Me ha pagado casi el doble, una buena manera de amortizar mi desastrosa aventura del viernes.

-Ya no vas a poder seguir siendo Suiza -Su cara es demasiado seria.

-Creía que los apodos te acompañaban toda la vida.

-Las cosas se están poniendo muy feas por aquí Olivia-. El que se dirija por mi nombre es un mal augurio-. Se avecina una guerra entre bandas, este barrio pertenece a los Wolves y la mayor parte de tus trabajos los has hecho para nosotros.

-No solo para vosotros, sabes bien que esto lo hago por dinero, no estoy interesada en posicionarme al lado de nadie.

-Es lo que toca, o trabajas para nosotros o no trabajas para nadie.

-¿Pero qué mierda es esta, Edgar? ¿Estás hablando en serio? El alquiler de la casa lo pago con estos curros.

Enciende otro cigarro y pasea nervioso por todo el almacén. Mi mente va a mil en este momento. Si ya no puedo sacar pasta con esto lo vamos a pasar muy mal, aunque consiguiera otro trabajo en ninguno me pagarían tanto como en este.

-¿No has pensado en irte de aquí?

-Todos los días desde que tengo cinco años, pero el barrio es tan encantador que se me hace muy difícil -le contesto sarcástica.

-No te puedo contar más, solo te digo que la cosa esta muy mal, si alguna vez tu madre y tú habéis pensado en serio lo de largaros, no tardéis en hacerlo- Me aprieta ligeramente el hombro y sube al coche que acabo de reparar.

-¡Suiza siempre ha sido neutral! -le voceo mientras sale.

Tengo la sensación de que mi vida se inclina eternamente cuesta abajo, rodando sin cesar. Si me detengo es para que alguien me dé una patada en la boca del estómago y seguir girando hasta que me golpeen de nuevo. Las cosas no estaban yendo del todo mal. Casi no veo a mi madre ahora que hace doble turno, tampoco ha traído ningún cliente desde que trabaja tanto, esa es la parte buena. Está ahorrando dinero para el año que viene, por eso me encargo del alquiler, pero, ¿irnos ahora?, ya nos cuesta mantener esta casa. A veces me gustaría tener diecisiete años, pero diecisiete como el resto de las chicas, las que no se preocupan de bandas, dinero o que su madre sea una puta. Estoy cansada de tomar decisiones, de estar intranquila constantemente, de no ver a mi madre y perderme las cosas divertidas que hacíamos antes. Los maratones de películas de miedo, los bailes en la cocina los domingos por la mañana, o aquella vez que le dio por pintar macetas para llenar todo el porche de flores. Ahora solo hay tiestos rotos y plantas muertas.

Me cepillo las uñas, durante más tiempo del necesario, para quitarme la grasa de motor y la advertencia de mi vecino. Oigo como el móvil vibra con la entrada de los mensajes, Kyle no se cansa de escribir. Me cuenta no sé que historia sobre el entrenamiento y el examen de Literatura con un montón de emoticonos, para acabar diciéndome todo lo que me haría si pudiera venir a verme. Debería contestarle, debería apetecerme hablar con él, no sé hasta que punto es sano vivir esta relación como una obligación. ¿Qué ve en mí para que acepte las migajas que lo doy, cuando desde el primer momento él siempre me lo ha dado todo? Salir con él es cómodo, nadie se me insinúa, ni me molesta, me hace reír, pero estamos a años luz uno del otro. Le he intentado dejar tantas veces que ya ni llevo la cuenta, siempre hay alguna frase, algún chantaje emocional que hace que me detenga, como si de verdad su mundo se fuera a parar si no estoy con él. Nunca le he podido dar lo que necesita, por eso nuestro primer año fue tan desastroso. Yo le dejaba con la esperanza de que encontrara a alguna chica que le hiciera feliz, él lo intentaba, incluso yo lo intenté, para acabar dándome cuenta de que algo malo me pasaba porque no era capaz de conectar con nadie. Y otra vez volvíamos a empezar, hasta que al final ganó con su insistencia y ese romanticismo que no pega con la imagen de duro que quiere dar. Esta es la parte en la que me siento culpable y me esfuerzo por corresponderle. Se supone que todo lo que me ha escrito me tendría que poner mojada y con ganas, pero no hay nada, ni un leve cosquilleo, aún así le contesto lo que quiere leer. Espero a que pueda volver a usar las manos para que teclee - Gracias nena, te quiero - le contesto que también, porque es verdad, pero mi amor no tiene nada que ver con el suyo.

Se me han quitado las ganas de cenar. Me visto con la camiseta amarilla que uso para dormir, la que lleva el logo de Jose Junk Cars con una gran grúa negra, paradójicamente en mi casa no tengo pijama, y me meto en la cama a pesar de que es demasiado pronto. Me pongo a navegar en mi teléfono y acabo buscando información sobre Liam. De los Clayton hay fotos y artículos para parar un tren, pero de él no, salvo una en la que aparece, tras mucho rebuscar, al lado de Bree. La amplío y sus ojos me dan de lleno, el recuerdo de lo que vi en su habitación se presenta con fuerza.

Meto mis manos bajo mis braguitas de Totoro y comienzo a tocarme, tal y como intenta hacerlo Kyle. Cierro los ojos y dejo que mis dedos tracen el camino, mi otra mano llega hasta mis pechos. Me atrevo a ahondar dentro de mí, es agradable, me recuesto para ponerme más cómoda. El cuerpo desnudo de Liam llena mi cabeza, empiezo a mover la mano más rápido. El hormigueo es constante y va subiendo de intensidad al ritmo de mis dedos. Me dejo llevar, el calor avanzando desde las plantas de mi pies, poniendo mis piernas en tensión, hasta que una especie de explosión me invade descontracturando todo mi cuerpo.

¡Joder! ¿Esto es lo que me estaba perdiendo?

Me siento tan relajada, e incluso feliz, que destierro el sentimiento de culpa por no haberme acordado de mi novio. Solo era una fantasía, no cuenta, estoy convencida de que no siempre pensará en mí cuando se toca.

La luz del domingo se cuela por las rendijas de la contraventana, ni me acuerdo de haberme quedado dormida. Ocho horas del tirón, eso sí que es una novedad. Abro la puerta del cuarto de mi madre y entro a darle un beso. Está tan cansada que ni se mueve, en unas horas tiene que volver a salir para hacer el turno de tarde y noche. Desayuno con calma y preparo una mochila. Los padres  de Ruby se van a visitar a unos parientes, no vuelven hasta el lunes por la noche. Me sorprende que me haya invitado a ir a su casa, estaba convencida de que aprovecharía para pasar el día con Grant, pero no pongo pegas, no me apetece quedarme sola y seguro que Lupe habrá dejado comida para un regimiento.

-¡Olivia! Que bien que ya estés aquí- Ruby se comporta de forma muy rara, dando vueltas a mi alrededor como una peonza.

-¿Has fumado hierba? -Por su sonrisa bobalicona, yo diría que sí.

-No te enfades- Una señal de peligro aparece grande y luminosa, algo malo va a pasar y viene directo hacia mí- ¿Te acuerdas de lo que hablamos?

-Por norma general, sí, tengo buena memoria.

-Sobre lo que me contaste de que no sentías lo que deberías sentir-Allá vamos de nuevo, tenía que haber cerrado la boca-. Hablé con Kyle.

-¡Por Dios, Ruby! Se supone que era algo entre tú y yo.

-Vale, no te cabrees -Me sienta en el escalón de la entrada y pone esa expresión de encantadora de gatos -. No le conté todo, solo que bueno ... Que te costaba un poco el tema del sexo.

Hay un silencio incómodo, estoy haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad para no matarla. Ayer me estaba replanteando mi relación con Kyle, otra vez, y ahora vuelvo a estar atrapada con un novio que hará algo para intentar hacerme feliz. Una nueva dosis de culpa dentro de un saco que ya está demasiado lleno.

-Tendría que ser una sorpresa, pero como te conozco y lo borde que puedes llegar a ser, he preferido contártelo antes- Mi enfado va en aumento, respiro varias veces para no cargar contra ella-. Te ha preparado una comida especial, Grant y yo no volveremos hasta la noche, y he puesto sábanas limpias en mi cuarto.

Genial, Kyle en modo romántico y Ruby en plan pierde la virginidad de una puta vez. Me tapo la cara con las manos valorando el salir corriendo, entre los dedos veo a mi novio en la puerta con ojos de cachorro, destilando un amor hacia mí que no merezco. Vuelvo a caer en el pozo de la pena temiendo que sea demasiado evidente, atrapada entre dejarlo y correr a sus brazos, deseando hacer algo que lo aleje de forma definitiva y temiendo que me abandone, siempre confusa y sabiendo que le hago daño, y sigue a mi lado porque soy yo la que no le deja irse.

-Ya sé que no te van mucho estas cosas -me dice con timidez, es tan adorable cuando se pone así que me hace recordar porque sigo con él.

Voy a su encuentro, hacia lo conocido y confortable. Le beso, su felicidad llena los huecos de la mía, quizás sea suficiente con que uno de los dos sea verdaderamente feliz.

La mesa de la cocina aparece adornada con un mantel y unas velas, algo no muy apropiado si tenemos en cuenta que el sol entra a raudales por la ventana, pero me abstengo de hacer ningún comentario sarcástico, aunque mi boca me lo pide con mucha insistencia. Se pone tras la silla y me la retira para que me siente, como el metre de un buen restaurante. No puedo negar que se ha esforzado, hasta ha sacado la vajilla nueva de la señora Morales, más nos vale cuidarla bien.

-¿Te gusta?

-Es precioso Kyle, pero no tenías que haberte molestado tanto.

-Me encantaría poder hacer estas cosas más a menudo, aquí es difícil -me confiesa sirviéndome el vino.

-Echas de menos San Francisco.

-Estos dos años se han hecho más llevaderos contigo- Hace una pausa dudando, algo tiene que contarme y no se atreve.

-Suéltalo Kyle o vas a acabar reventando.

- Mi padre consiguió una entrevista allí, la semana que viene, hay bastantes posibilidades de que le den el trabajo.

Intenta no parecer emocionado, pero lo está. Llevan dos años luchando por salir de aquí. No es fácil acabar en el South Central después de haber tenido una vida acomodada. La empresa del señor Evans cerró envuelta en un escándalo de fraude y juicios de por medio salpicando a todos los directivos, incluso a los que no tenían nada que ver, como el padre de Kyle. Después de eso nadie lo contrató. Acabaron en Los Ángeles tras perder la casa, con un trabajo mediocre y mal pagado, y poco a poco bajaron hacia el Sur. Es hilarante ver el empeño que han puesto en vivir ajenos al barrio, una vida ordenada y contenta en un extraño inframundo que se han inventado para protegerse de la realidad. Kyle, capitán del equipo de fútbol, un tío popular entre los suyos, rodeado de raperos y camellos con muchas probabilidades de entrar en la cárcel. Y en medio de todo, yo, la antisocial y antipática Olivia Miller, la chica mala que se llevó al quarterback que todas las animadoras desean, como si se tratara de una mala película juvenil que tanto detesto.

-Me alegraría mucho por vosotros. -Soy toda sinceridad, su padre no ha perdido la fe en este tiempo-Cambiarán mucho las cosas si te vas.

-No tiene por qué -Arrastra su silla al lado de la mía y me toma las manos-. Podrías ir a la Universidad en San Francisco, si nos va bien buscaríamos un buen trabajo a tu madre y ... -le interrumpo para beberme la copa de un trago, dejándome un regusto amargo en el paladar.

-¿De verdad? ¿Y qué les contarías a tus amigos? Hola, chicos -pongo voz grave para imitar la suya -esta es mi novia Olivia, la que vivía en Watts, y esta es la puta de su madre.

-¿Por qué tienes que ser tan jodidamente hiriente?

-Cuando has ido de visita ¿les has contado donde vives realmente? Apuesto que con decir Los Ángeles es suficiente. No he visto que subas una puta foto del barrio, ni tampoco nada de Ruby o de Grant, una demasiado mexicana y el otro demasiado tatuado.

-No te atrevas a decirme que me avergüenzo de ellos ¿Tan poco me conoces? ¿No se te ha ocurrido pensar que lo hago por mis padres? -Nunca le había visto tan enfadado -. Puede que lleves demasiado tiempo aquí y no sepas como funcionan las cosas al otro lado de la autopista, pero las apariencias lo son todo, te guste o no, y no voy a ser yo quien destroce los sueños de mi viejo.

Sale dando un portazo, dejándome con un vino que no me gusta y una comida que ya no me apetece tomar. ¿Cuántas veces he deseado desencadenar una discusión como esta para acabar con lo nuestro? Me siento como el culo, no se merece nada de lo que he dicho, siempre ha sido un amigo leal dispuesto a todo. Estoy enfadada porque lo va a conseguir, va a salir de aquí dejándome atrás; por ser una estúpida que podría estar rellenando solicitudes para la universidad y sigo atrapada en el último curso; porque hasta Ruby y Grant tienen un plan, todos se irán y me quedaré sola en este barrio de mierda. Salgo a la calle, no se ha ido y se me encoge el alma al verlo llorar. Soy una persona muy tóxica por tratar mal a alguien tan excepcional como él.

-Lo siento -Rodeo su cintura con mis brazos y apoyo mi cara en su espalda-. Me ha cogido por sorpresa, ya sabes que me vuelvo muy imbécil cuando me pongo nerviosa.

-No te imaginas lo mucho que te quiero, lo difícil que va a ser para mí irme, solo quería tu apoyo, que me dijeras que todo va a salir bien, que lo podemos superar. ¿Es mucho pedir?

-No lo es -Le doy la vuelta y le limpio las lágrimas-. Y va a salir bien, haremos que salga bien.

Tiro de él hacia el interior de la casa y le llevo a la habitación de Ruby, sé lo que necesita y se lo voy a dar, porque merece tenerlo, se lo ha ganado aceptándome tal y como soy, aguantando mis desplantes, mi mal humor, mis indecisiones. Le beso con ternura, abriendo su boca para que deje entrar mi lengua. Nos desvestimos poco a poco, su boca llegando a la piel que nunca le he dejado tocar. Me tumba en la cama con delicadeza y dejo que sus dedos entren en mí. Cierro los ojos esperando encontrar las sensaciones de anoche, no aparecen, pero ahora ya sé como fingir. Se tumba sobre mi y abro las piernas, un ligero ataque de pánico se apodera de mi cuerpo.

-No tenemos que hacerlo si no quieres -me susurra.

-Quiero hacerlo, solo ve despacio. - Me incorporo para sacar un preservativo del cajón de la mesita y se lo paso para que lo abra.

Es curiosa esta situación. Mi madre me dio una charla sobre sexo demasiado explícita con trece años, a los dieciséis me llevó a que me recetaran la píldora. Su deseo de que no me pase lo mismo que a ella es casi obsesivo, al igual que su preocupación por cualquier tipo de enfermedad. Voy a perder la virginidad con un novio que merece más amor del que nunca voy a poder llegar a darle, al que no le voy a dejar disfrutar mi primera vez piel contra piel porque en mi cabeza pesan más las conversaciones de una trabajadora del sexo que mis propios sentimientos. Mi saco se vuelve a llenar por estar pensando en todo esto mientras él se pone un condón. Se inclina sobre mí y me besa mientras empuja lentamente. Noto como va entrando, la espera me irrita, quiero que lo haga ya y no estropearle el momento. Elevo mis caderas y un breve dolor me atraviesa.

-No pares ahora.

Se mueve con más rapidez y lo siento en mi interior, deseo con todas mis fuerzas que todo lo que está pasando sea de verdad, pero no estoy disfrutando como debiera. Cierro mis ojos y Liam viene a rescatarme, con su piel suave y su boca carnosa, me concentro en él, lo imagino sobre mi. Me sumo al ritmo de Kyle, frotando y gimiendo, me gusta, me duele, quiero más y a la vez que pare, hasta que esa energía se concentra para luego estallar. Él sigue encima y con un gruñido se corre. Apoya su peso en sus antebrazos para luego hacerse a un lado sobre la minúscula cama de Ruby que huele a detergente. No sé que debo hacer ahora, así que me quedo boca arriba intentando que mi respiración vuelva a ser normal. Kyle se gira y me besa.

-Ha sido alucinante, Olivia.

-Lo ha sido -Sonrío, mientras mi cabeza no deja de repetir, ojalá hubiera sido contigo y no con la imagen de un chico que ni siquiera me cae bien.

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