Capitulo 41
Magui corrió a abrazarme con ansías. Yo le correspondí y al levantarla en voladas ella soltó pequeñas risitas.
— Rosie, no te vallas —. Suplico la pequeña.
— Tengo que ir a ver a mi familia cariño —. Le explique con paciencia apenas colocó sus pies en el piso nuevamente.
Ella se limito a rodearme con sus pequeños brazos y yo la imite.
Cuando la niña se marcho de mi lado, Tom vacilante me observo. No se despidió de mi. Solo me observó.
— Vamos a hacer unas ricas pizzas en honor a Rosie, para que mañana viaje con el estomago lleno —. Animo el abuelo acercándose para darme dos palmadas en la espalda.
— Eso suena delicioso —. Confirme sonriente.
Las cinco personas que anteriormente ocupábamos la sala de estar, nos encaminamos a la cocina.
Marcus y su abuelo tomaron todo lo necesario para realizar la pizza: la harina, la sal, la levadura, el tomate para la salsa y el resto de las cosas.
— Rosie, que tal si hacemos la salsa juntas —. Sugirió Magui.
— Claro, pequeña —. Respondí complaciente.
— Yo las ayudare —. Dijo Marcus tomando me por la cintura.
Colocamos los ingredientes que utilizaríamos para hacer la salsa sobre la mesa, mientras el abuelo cortaba el queso y Tom realizaba la masa.
— Muy bien, el primer paso es triturar los tomates —. Informe con voz de locutora.
Marcus y Magui colocaron un par de tomates -luego de lavarlos- en un recipiente y los cortaron en trozos para luego poder triturar los.
— Ahora por favor, coloquen le sal y orégano —. Indique.
Marcus y Magui obedientemente lo hicieron.
— ¿Algo más cocinera en jefe? —. Pregunto Marcus en tono burlón.
— Ahora mezclen los ingredientes señor y señorita cocineros —. Respondí realizando ademanes innecesarios, que causaron algunas risas en los que realizaban la salsa.
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— ¡Esto esta delicioso! —. Exclame al morder un trozo de pizza.
— Si es cierto, un aplauso para los cocineros —. Sugirió el abuelo seguido por los aplausos de todos en la mesa.
Comimos la pizza junto con una armoniosa charla. Hace tiempo no la pasaba tan bien en una cena.
— Creo que ya es hora de ir a dormir Ro —. Sugirió Marcus amablemente.
— Claro.
Me despedí de todos en la mesa con un beso en la mejilla y luego subí junto a Marcus las escaleras rumbo a su cuarto.
Al ingresar en el cuarto lo primero que hice fue ordenar mis prendas, las cuales estaban un tanto desordenadas. Y luego de haber terminado de empacar lo todo. Marcus y yo nos recostamos en la cama, que el previamente había realizado.
Dormirme fue complicado, no se si por las ansias del viaje que emprendería mañana, o por tener que olvidarme de Marcus.
El fue muy amable conmigo todo este tiempo, y que ya no pueda formar parte de mi vida me asusta un poco.
En una semana se volvió muy importante para mi. Lo cual es muy extraño, ya que suelo ser un tanto desconfiada y me toma tiempo hacerme al menos, amiga de alguien.
Sin conseguir dormirme, la sed invadió mi boca.
Vacilante salí del cuarto y baje las escaleras. Al llegar a la cocina y prender la luz casi me da un ataque cardiaco del susto.
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