Al llegar al hotel, atravesé el umbral de la puerta del gran recibidor y entre al ascensor lo más rápido posible.

El sol de la tarde no duraría mucho más tiempo, y no quería desperdiciarlo por nada en el mundo.

Cruce a grandes zancadas el pasillo e ingrese al cuarto. Lo cierto es que extraño un poco a Stela y Noah. Este seria nuestro verano juntos. Los tres nos iríamos a distintas universidades.

Pero apartando aquellos pensamientos, tome dinero, ropa, mi traje de baño y salí del cuarto.

Al bajar por el ascensor con aquella musica tranquilizadora, me fue imposible no pensar en Marcus. Su hospitalidad fue demasiada. Y no tengo forma de agradecérselo.

Salí del ascensor y camine derecho fuera del hotel. Donde Marcus, Stela y Noah me esperaban enredados en una charla alarmante.

¿¡¿Marcus, Stela y Noah?!?

— ¡Rosie! —. Exclamo Stela aparentemente aliviada de verme —. Creímos que te sucedió algo.

— Creímos que te sucedió algo...hasta que nos clavaste el visto en el WahtsApp —. Soltó Noah con enfado.

Quede enmudecida frente a mi par de amigos.Noah sostenía la cintura de Stela. Stela no lo apartaba.

¡Maldita sea Stela no lo apartaba!

Ellos se veían diferentes, pero diferentes en el buen sentido. Como si...nada importara.

— ¿Que sucede Ro, te comió la lengua el gato? —. Pregunto sarcástica mi amiga.

— No, pero al parecer a ustedes si.

Mi respuesta fue seca y tajante. La mudez se había esfumado.

— ¿A que te refieres? —. Pregunto nuevamente mi amiga.

— No lo se, dímelo tu.

Tanto Stela como Noah me miraban desconcertados. Yo solo camine hasta quedar junto a Marcus y no volví a dirigirles la mirada hasta estar junto a el.

— Nos vemos luego —. Atajo a decir Noah antes de que me montara en el carro de Marcus y me marchara del lugar.

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Tome la tabla de surf entre mis manos y corrí en dirección al mar. Donde me sumergí felizmente y moje mi cuerpo.

— ¡Ro! — Escuche gritar a Marcus desde la orilla —. ¡Te apuesto a que no puedes mantenerte sobre la tabla mas de treinta segundos!

Asentí en forma de aceptación y monte la tabla. Los primeros dos intentos fueron fallidos, pero la tercera es la vencida. Y monte sobre la tabla 43 segundos antes de desmoronarse sobre el agua un tanto fría del mar.

— Muy bien —. Me felicito Marcus mientras yo descansaba sentada con mis piernas a los lados de la tabla al mismo tiempo que me mecía suavemente el mar.

— Gracias, mi talento es maravillan te lo se —. Respondí irónicamente arrogante antes de lanzar una carcajada.

— Aprendiste del mejor —. Presumió Marcus.

— No, en realidad aprendí de ti.

La cara de Marcus era todo un poema y yo no dejaba de reír.

— ¿Siempre pelearas así conmigo?

— Te encanta que lo haga.

— Claro que no.

— Claro que si.

— ¡Vez allí lo haces nuevamente! —. Replico Marcus moviendo sus brazos nerviosamente.

— Bueno de acuerdo, no lo haré más —. Acepte, pero lo cierto es que ni yo misma me lo creía...

El resto de la tarde fue tranquila y divertida sobre nuestras tablas de surf, pero el viento se comenzó a alocar y no nos quedó mas remedio que salir del mar. Lo cual no nos demoramos mucho en hacer.