Cuando el Sol desapareció y la Luna se asomó, Marcus y yo salimos del mar.

Eso sonó muy poético

Para mi asombro el clima había cambiado drástica y rápidamente. Tornando el calor agobiante de algunas horas atrás, en un frío absoluto.

— ¿Quieres mi camiseta? —. Ofreció Marcus sacudiéndole la arena.

Me asombraba que nadie se la hubiese robado. No era tan fea.

— Si —. Acepté sin dudar.

Me coloque la prenda sobre el traje de baño mojado y ambos salimos caminando de la ahora también ventosa playa.

— ¿Quieres venir a mi casa? —.  Pregunto sorprendiéndome —.  Haremos una barbacoa y tendremos una fogata —. Aclaro entusiasmado.

— Claro, con mucho gusto. Solo dejame avisarle a Stela.

Toque mi trasero pensando que mi teléfono móvil estaría en algún bolsillo trasero. Pero me frustre al darme cuenta de que solo traía el traje de baño.

— Tendré que ir al hotel y buscar mi móvil —. Solté en un bufido recordando que lo había dejado sobre la mesa de noche.

— No te preocupes, puedes usar el mío —. Ofreció amablemente Marcus —. Claro que primero tendremos que ir a mi casa y tomarlo.

De alguna forma que no comprendía, ir a su casa no me molestaba en absoluto. En realidad de seguro nos divertiríamos.

Juntos caminamos dos calles después de salir de la playa. Para encontrar de frente entre muchos otros carros, el carro negro de Marcus.

El muchacho sujetó fuertemente la tabla de surf con dos cuerdas sobre el techo del carro. Y luego nos montamos en el.

El interior del vehículo era cómodo, nuevo y estaba muy aseado. Prácticamente el cuero de los asientos brillaban.

— Lindo carro —. Lo felicite sincera.

— Gracias, me costo mucho trabajo poder obtenerlo.

Trabajo. Mi padre siempre hablaba del trabajo. Constantemente nos recordaba tanto a mi hermana y a mi cuánto le costo todo lo que nos rodeaba en la casa . Pero su insistente énfasis en el tema era mas como un reproche, como si no nos mereciéramos tanto esfuerzo de su parte.

— Yo trabaje día y noche para que ustedes tengan todo —. Decía en cada oportunidad que se le presentaba. 

Recuerdo un día en particular, en el que mi padre y mi madre discutieron a altas horas de la madrugada. El la trataba mal. La había humillado esa tarde.

-¿Como pudiste? -Preguntaba entre llantos mi madre.

-Tu te lo buscaste, te ordene que lavarás los trastos y no lo hiciste.

-Yo no soy tu doncella, ayudarme no te mataría.

-Eres la mujer de la casa, y como tal debes hacer los quehaceres.

-Ese pensamiento estúpido y machista es el que me molesta.

-No, lo que a ti te molesta es limpiar. Eres una mujer sucia Elizabeth. Si yo no trabajara incansablemente, viviríamos en un basural.

Mi madre es casi una obsesiva compulsiva con la limpieza, de tal modo que decir que ella era sucia era como clavarle un puñal en el pecho. Si no lavo esos trastos es por que realmente estaba agotada. Pero mi padre no la comprendió muy bien.

Marcus aceleraba el motor del carro negro en el que nos transportábamos y de alguna manera el sonido me relajaba, alejando todos aquellos recuerdos de mi mente.

— Llegamos —. Informó sacudiéndome un poco, pues me había quedado dormida unos minutos.

Al bajar del carro vi la casa, se observaba pequeña, con tejas rojas en el techo y ventanas con puertas de madera, algunas zonas de la pared delantera estaban cubiertas por enredaderas. Pero lo que mas me sorprendió era el humo que salia por la chimenea.

— Mi hermano ya comenzó a azar la barbacoa, sera mejor que entremos pronto.

Ambos caminamos lentamente hacia la puerta de ingreso de la casa, donde Marcus saco una llave y la coloco dentro de la cerradura

* * *

Dedicado a @WashiiWashii mi lectora mas fiel <3