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Mala noche, extraña mañana.

Antes de comenzar solo quiero aclarar que los personajes de esta historia pertenecen a Clamp, más específicamente a CCS. Adoro a Tomoyo y Eriol. Espero les guste.

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La luz del sol iluminaba por completo la habitación, el pelinegro se removió en la cama y entreabrió los ojos, para cerrarlos al instante, la claridad era demasiada y le dolía mucho la cabeza para enfrentarse a ella. Se cubrió los ojos con el brazo derecho, por un momento, mientras maldecía mentalmente a Nakuru por dejarle todas las cortinas abiertas. Volvió a abrir los párpados lentamente, tratando de acostumbrarse a la luz. Una vez que pudo mantener los ojos abiertos miró el reloj que descansaba sobre la mesita de noche, el cual marcaba las nueve de la mañana. Centró la vista en el techo y rememoro los sucesos de la noche.

"Nakuru entró en la habitación de Eriol como alma que lleva el diablo. El pelinegro estaba terminando de prenderse la camisa y se detuvo a observar a la castaña que comenzó a caminar como animal enjaulado de un lugar a otro en la habitación.

―No puedo creer como te sigues haciendo esto... pasamos cinco años lejos de todo yendo de un lugar a otro para que pudieras alejarte y olvidarte de ella... y cuando volvemos a la primera que aparece vuelves a caer en sus redes, pero...¿Qué demonios pasa por tu cabeza?

―Nakuru ya hablamos de esto hace dos meses ―respondió el pelinegro mientras le hacia el nudo a su corbata.

―No hablamos, tu solo volviste con ella ―dijo la guardiana sentándose en la cama de su amo―... solo queremos que seas feliz...

―Na... ¿Qué te hace pensar que no soy feliz?

―La realidad, tú no eres feliz con ella, solo estas obsesionado porque te rompió el corazón y ahora va a volver a hacerlo... ¿Por qué no buscas a alguien que si te haga feliz? ―preguntó la castaña lanzándole una mirada triste a su amo.

―Nakuru, ¿Por qué no puedes aceptar que quiero a Kaho?... soy muy consciente de todo lo que sucedió, pero esta vez es diferente, te lo aseguro... así que no te preocupes ―respondió el mago acercándose a la puerta, ya dispuesto a irse.

―Eriol Hiiragizawa si te vas de aquí te juro que me lo pagaras ―dijo en un tono desafiante la guardiana. El pelinegro solo la miró de reojo y sin decir nada salió de la habitación.

Abandonó la casa algo molesto. Todavía no podía creer que sus guardianes le hicieran todo este tipo de planteos sobre su vida. Hacía dos meses que había vuelto a Inglaterra y se había reencontrado por casualidad con la pelirroja, encuentro que termino con ellos nuevamente en una cama y después de eso volvieron a estar juntos como si nada hubiera pasado entre ellos. Pensando en todo esto condujo hasta el restorán donde había citado a Kaho y una vez en su mesa pidió un whisky, el cual bebió de un trago.

Cuando la pelirroja llegó ya se había tomado seis vasos de aquel ambarino líquido. La mujer lo miró sería y se sentó antes de que él pudiera pararse para correrle la silla, como solía hacer.

―Eriol tenemos que hablar ―aquellas palabras salieron de la mujer en un tono frio que llamó mucho la atención del pelinegro.

―Oh Dioses ―dijo en un suspiro el mago mientras trataba de acomodarse en la silla y justo en ese momento un mesero que pasaba detrás de él derramó la bandeja, con los cinco tragos que llevaba, sobre la cabeza del pelinegro.

Era como si el cosmos se complotara en su contra. La furia destellaba en sus azules ojos que no se despegaban de la pelirroja delante de él. Como pudo, todo empapado en licor, dibujó una sonrisa, que asustaría a cualquiera, en su rostro y la hizo una seña a aquella mujer para que continuara. Si el cosmos quería que el pasara un mal momento no le quedaba más que soportarlo.

―Definitivamente no eres lo que esperaba, creí que después de tanto tiempo podría estar bien contigo, que habrías madurado y que serias más el tipo de hombre que yo espero y merezco... se que hace cinco años cuando me fui de Japón tuviste una aventura con alguien, lo deje pasar, después de todo volviste a mí, pero no importa lo que hagas, no cumples mis expectativas...

―¿Qué? ¡¿De qué rayos hablas?! Creí que estaba claro yo no soy Clow ―en ese momento todo el enojo que había estado intentando ahogar con whisky salió a flote con más fuerza que antes―. Sabes que, vete con algún mago decrépito a ver si encuentras a alguno que cumpla con tus expectativas, en cuanto a eso de que te engañe, no hice nada que tu no hubieras hecho ya ―agregó poniéndose de pie sin despegar sus ojos de la ahora sorprendida Kaho―... y sí tienes razón, reconozco que soy un inmaduro y si en este momento tuviera la oportunidad de engañarte con aquella misma persona lo haría, sin dudarlo. Si no soy lo que tú mereces hazme un favor y no me busques.

Con aquella última frase el mago salió del lugar. Podía sentir todas las miradas sobre él, era obvio después de todo acababa de hacer una escena en uno de los lugares más elegantes de la ciudad, eso era algo poco común."

Una sonrisa triste apareció en su rostro.

―Soy un idiota ¿Cómo pude pensar que esta vez sería diferente? Lo peor es que le tengo que dar la razón a Nakuru ―susurró para sí mismo mientras se sentaba en el borde de la cama―. Esto me lo va a echar en cara por mucho tiempo... definitivamente tengo que sacar a esa mujer de mi vida, no puedo volver a caer solo con su sonrisa ―agregó en un tono muy decidido antes de ponerse de pie y dirigirse al baño.

Se metió en la ducha y mientras el agua corría siguió meditando sobre su vida.

Desde que tenía memoria todos esperaban que el fuera Reed Clow, pero por más de que tuviera muchas cosas de él, entre ellas su magia y sus recuerdos, él no era aquel gran mago ni le interesaba serlo. Solo quería ser él y que lo aceptaran tal cual es, cosa que muy pocos hacían o habían hecho alguna vez.

"El pelinegro se encontraba detrás de una parva de libros y papeles. Hacía tres días que estaba encerrado en aquella biblioteca, desde que Kaho le había comunicado que debía hacer una presentación ante el consejo de magos.

―¿Por qué haces eso Eriol? ―aquella dulce voz llamó su atención. Apartó la vista de sus anotaciones y centró sus ojos en la puerta que daba acceso a la biblioteca, allí se encontró con la figura de aquella joven que tanto había llegado a querer.

―¡Tomoyo! ¿Qué haces aquí?

―Hace días que no te veo y como no contestas las llamadas de nadie, me preocupe y heme aquí ―dijo como si nada acercándose al escritorio.

―Lo siento, he estado muy ocupado, tengo que hacer una presentación en dos días ante el consejo de magos y todavía no puedo terminar ―respondió el mago agarrándose la cabeza y centrando su mirada en los papeles sobre el escritorio.

―Si, algo me comento Nakuru ―dijo la amatista bordeando el escritorio hasta quedar a la derecha del joven, entonces se sentó sobre el escritorio y clavó sus ojos sobre el mago―... lo que no entiendo es ¿Por qué te esfuerzas tanto en algo que no te interesa?

―¡¿Qué?!

―A ti no te interesa impresionar a las personas con tu magia, ¿por qué haces esto? ―esos orbes amatistas seguían clavados en él y las palabras no encontraban orden en su cabeza―... lo haces porque ella lo quiere, ¿Cuándo vas a hacer algo que tú quieras? ―preguntó con una sonrisa triste.

―¿Nakuru estuvo hablando contigo?

―No necesito que Nakuru me diga nada, puedo ver las cosas como son por mí misma. A ti no te interesa que ellos te reconozcan, quieres que ella te vea y sabes que ella solo te verá si eres igual a Clow."

Una sonrisa triste apareció en su rostro, hacia mucho que no pensaba en su amiga, la que siempre lo vio tal cual era y la que no tenía ningún tapujo al momento de decirle las cosas tal cual eran, la misma a la que hacía cinco años que no veía, ni sabía nada de ella.

Tanto aislamiento en vano, nunca pudo dejar de pensar en la pelirroja y difícilmente sonreía. Cinco años yendo de un lugar a otro, para volver a estar con ella a las dos semanas de haber regresado a Londres. Era un idiota.

Cuando salió de la ducha una pregunta se había instalado en su mente «¿Cuándo fue la última vez que me sentí realmente feliz?» y con esa pregunta pateando su cabeza se vistió y finalmente salió de su habitación.

Caminó hasta la cocina rogando que Nakuru no estuviera allí, en verdad no tenía ganas de discutir con ella. Al entrar en la cocina y notar que la castaña no estaba, un suspiro de alivio se escapó de sus labios. Vio la silueta de Spinel en su silla habitual, pero no le prestó demasiada atención, fue directo a encender la cafetera.

Mientras esperaba a que estuviera su café, en su cabeza no dejaban de dar vuelta todos los sucesos de la noche anterior y todo lo que había estado meditando durante su ducha. Se sirvió una taza de aquel humeante y negro líquido. Dio dos pasos para acercarse a la mesa y se detuvo al escuchar unos rápidos pasos que se acercaban. Había una presencia allí, pero era extraña se parecía a la de Nakuru pero no era la misma. Sus azules ojos se centraron en la puerta y se quedo helado al ver a una pequeña de unos cinco o seis años, de cabello largo y negro, enfundada en una remera roja que le daba hasta las rodillas, que corría hacia él con una enorme sonrisa en su rostro. La sintió abrazarse a sus piernas y casi le da algo cuando la escuchó decir...

―¡Buen día papá!

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Hola, solo espero que les haya gustado este primer capitulo y aclarar que puede que me demore un poco en actualizar, mis tiempos están algo complicados, pero no podía dejar de escribir y publicar esta historia.

Dudas o sugerencias pueden dejar un comentario.

Gracias por leer, saludos.

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