9 - Erick Hiragizawa
Eriol le pagó al taxi y cuando volvió a entrar en la casa no había ni rastro de Tomoyo, seguramente ya estaba en la habitación de Nakuru. Cerró los ojos un momento y luego miró el sillón que estaba a su derecha, allí estaba Spinel mirándolo fijamente.
"¿Te parece bien hacer que Tomoyo se preocupe así?" Las palabras resonaron en la mente del mago en el mismo tono que acostumbraba usar su guardián.
—Era tiempo de que me hablaras... y no lo hice a propósito, no me gusta verla así, pero creo que sabes bien que si yo no la llamaba en unos minutos hubiera llamado ella —susurró Eriol agachándose para mirar más de cerca al gato y unos instantes después sintió la presencia del doctor que se acercaba a la sala.
—¿Eriol? —dijo el hombre dando una mirada general hasta detenerse donde estaba el mago—. Bien le puse una inyección y le di un poco de este jarabe —agregó acercándose y dejando el frasco de jarabe sobre la mesita del teléfono—, para que le baje la fiebre en verdad no puedo decirte que tiene, porque no le encuentro nada solo fiebre, pueden ser defensas bajas o bien está somatizando algo, por ahora todo lo que puedo hacer es esto, si la fiebre persiste llévala a la clínica mañana.
—Ok, gracias Phill y perdona por molestarte.
—No te preocupes es mi trabajo, ¿Cuántas veces he ido por la madrugada a atenderte? —agregó con un sonrisa—. En verdad no sabía que ya tenías una familia, tu padre no me comento nada, raro que se le haya pasado comentar la hermosura de tu esposa y sobre todo de su nieta, primera y única hasta el momento —comentó con algo de sorna el doctor.
—Bueno, creo que la respuesta es obvia, todavía no lo sabe...
—Eriol Hiragizawa ¡debería darte vergüenza! ¿Cómo puedes ocultarle algo así a tu padre? Más considerando lo deseoso que está tu padre por tener nietos... entiendo que hacía mucho que no estaban en contacto pero igual...
—Phill, es complicado, sobre todo por la familia de Tomoyo.
—Nada es complicado, sabes que cuando se entere que tiene una nieta de cinco años va a querer matarte —Eriol asintió—... no sabes cómo decírselo ¿verdad?
—La verdad que a esta altura no.
—Deberías relajarte y decirle, se va a enojar pero va a estar feliz de que tengas una familia tan hermosa.
—Sí y conociéndolo va a querer hacer una gran fiesta.
—Por supuesto, ¿por qué no quieres mostrarlas? tienes una esposa más que hermosa y tu niña no se queda atrás ha sacado mucho de ambos.
—Hace muy poco que volvimos, no quiero agobiarlas.
—Lo que tú digas. Bien me voy, cualquier cosa ya sabes a la clínica o me llamas —concluyó de doctor dirigiéndose hacia la puerta en compañía de Eriol.
—De nuevo gracias.
—Ahh casi me olvido, con lo que le di va a dormir toda la noche —y con una sonrisa se fue.
Eriol volvió a la sala sin poder quitarse las palabras de Phill de la cabeza. Era verdad estaba evitando a su padre desde la aparición de la pequeña Nakuru, las pocas veces que lo veía era en la oficina y siempre alguno de los dos estaba demasiado ocupado y sino la magia lo ayudaba.
"Es verdad lo que él dijo, no puedes seguir así por mucho tiempo, ¿Cuánto creer que tarde tu padre en enterarse?" la voz de Spinel volvió a sonar en su cabeza.
—Antes de que mi padre se entere Nakuru necesita una madre —respondió Eriol sentándose en un sillón frente al que ocupaba el gato.
"Creí que ese papel ya lo tenía Tomoyo"
—Nada quisiera más, pero en un momento siento que va a dejar todo para quedarse con nosotros y al siguiente su novio sigue allí y la aleja de nosotros...
"¿La magia no te ayuda a ver más claras esas cosas?"
—En verdad la magia me está confundiendo, no puedo leer a Tomoyo con magia.
"¡¿Cómo es eso posible?! ¿Te está pasando algo?" Eriol negó con la cabeza "¿Entonces? Siempre pudiste hacerlo, ¿por qué ahora no?"
—No... nunca necesite leer a Tomoyo con magia, siempre fue tan transparente para mí que no hacía falta... además tú sabes que siempre la quise y con ella podía ser una persona normal.
"Quizás no querías saber o confirmar sus verdaderos sentimientos y enfrentarlos"
—Tú y yo tenemos una charla pendiente.
"¿Qué quieres que te diga que no te hayamos dicho ya? Tienes todo lo que puedes pedir delante de tus ojos y terminas corriendo detrás de Kaho" concluyó Spinel antes de bajarse del sillón y encaminarse hacia la biblioteca.
Las palabras del guardián quedaron dando vueltas en su cabeza al igual que tantas otras cosas que Nakuru y Spinel siempre le decían. Con un suspiro trató de despejar su mente, no tenía sentido seguir dándole vueltas a todo eso. Se puso de pie y caminó hasta la habitación de Nakuru y una enorme sonrisa apareció en su rostro al ver a Tomoyo y Nakuru dormidas. Esa escena le resultó hermosa, ambas se veían tan tranquilas y felices.
Con un movimiento de su mano la luz se apagó y tratando de hacer el menor ruido posible se acercó a Nakuru y dejo un suave beso sobre su frente, pero cuando intentó alejarse sintió la manito de Nakuru sobre su brazo y al mirarla notó que estaba entre dormida y murmurándole un "quédate" sin sonido. Eriol sonrió y se acostó junto a su pequeña. Vio como esos ojitos, que se parecían cada vez más a los de Tomoyo, se cerraban, y luego se centró en el rostro de la amatista, hacia demasiado tiempo que no la veía dormir y esa imagen en verdad le encantaba.
"Eriol entró en su habitación llevando una bandeja con una taza de té y unos pastelillos de fresa, los favoritos de Tomoyo.
En su cama escondida entre el acolchado y algunas frazadas estaba la amatista.
—Eriol mi madre me va a matar, tengo que ir a casa.
—Tienes fiebre, no puedes, además ya llame y le dije que te quedarías aquí.
—¡¿QUÉ?!... ¿Qué dijo? —preguntó sorprendida.
—Obviamente que no había problema —Tomoyo le lanzó una mirada incrédula, Eriol rodó los ojos y suspiró—. Está bien... Usé magia.
—¿Por qué no usas esa magia para curarme?
—Creí que ya había quedado claro que no funciona así, por más de que use magia tienes que esperar al menos un día. Ahora tomate esto y deja que la magia funcione —agregó sentándose en el borde de la cama mientras Tomoyo se acomodaba tratando de no destaparse demasiado.
—Nunca más voy a hacerte caso cuando insistas en que faltemos al colegio —susurró antes de darle un sorbo a la taza de té mientras Eriol se acomodaba a su lado.
—Ehh no fue mi idea corretear bajo la lluvia.
—Sí fue tu idea y ahora tengo fiebre y dolor de cabeza.
—Está bien lo siento, no era mi intención que te enfermara. Ambos tuvimos una semana difícil y sabes que me gusta salir contigo.
—Porque soy la única que te sigue la corriente.
—Porque contigo puedo ser solo yo —sus ojos se encontraron y con una sonrisa en sus labios Tomoyo le quitó los lentes al mago.
—Listo esta es la parte de ti que nadie ve... mmmm... Claro excepto Kaho.
—Me crees si te digo que tú sabes cosas de mi que nadie, ni siquiera Kaho sabe.
—Si te creo... Ahhh me duele la cabeza... Tú tendrías que estar enfermo no yo.
—No hay nada que hacerle, aunque si quieres puedo compartir un poco de tu malestar.
—No tienes que preguntarlo —respondió con una sonrisa la amatista y en ese momento los labios de Eriol se apoderaron de aquella rosada y tentadora boca. La sorpresa dejó helada a la amatista y el mago aprovechó para profundizar el beso y recorrer aquella boca con su lengua, a lo que tímidamente Tomoyo correspondió.
Al terminar el beso sus ojos se centraron en los del otro. La sorpresa era más que evidente en aquellos orbes amatista y con una sonrisa en sus labios Eriol susurró...
—Listo, te vas a sentir mejor, ahora duerme.
—Quédate conmigo —murmuró Tomoyo mientras su cuerpo comenzaba a caer en un profundo y mágico sueño.
Eriol la acomodó a su lado y simplemente se quedó como hipnotizado mirando a su amiga dormida."
La sonrisa en el rostro del mago se amplió con aquel recuerdo "La primera vez que dormimos juntos... no había notado cuánto extrañaba verte así" sus ojos recorrieron el cuerpo de Tomoyo y frunció el ceño "¿Por qué usas negro? Los colores te quedan mucho mejor sobre todo los azules y violetas... esto no puede ser" negó con la cabeza y con un movimiento de su mano el vestido de Tomoyo cambio a un color azul. Eriol sonrió para sí mismo y antes de dormirse tapó a la amatista y su pequeña. "Spinel tiene razón eres todo lo que necesito. Tomoyo Daidouji voy a hacer lo que sea para que te quedes con nosotros."
Al despertar la habitación estaba completamente iluminada, gracias a las enormes ventanas que dejaban entrar la luz del sol. Eriol noto que esas dos hermosuras seguían durmiendo a su lado y tratando de no despertarlas se movió para ver la hora. Ya eran más de las nueve de la mañana, y eso le hizo pensar que era raro que Nakuru no se hubiera despertado todavía. Toco la frente de la pequeña y una sonrisa apareció en su rostro al notar que ya no tenía fiebre.
—¿Todo bien? —susurró la amatista.
—Perfecto sin fiebre —respondió el mago, pero antes de que pudiera decir cualquier otra cosa comenzó a sonar el timbre.
Eriol soltó una maldición entre dientes y se levantó. Caminó rápidamente hacia la puerta, pues el sonido del timbre no se detenía, quien quiera que fuera se había prendido con ganas de aquel botón junto a la puerta. Al llegar a la puerta abrió con una mirada asesina en su rostro, pero esta rápidamente cambio a sorpresa al encontrarse con su padre de pie frente a él.
—Buen día Eriol, ya era tiempo ¿cuántas veces te he dicho que necesitas una empleada? tu tardas demasiado en levantarte... ¿No me vas a invitar a pasar?
—Buen día padre —saludo Eriol antes de moverse para permitirle el paso a su padre—... ¿Qué haces aquí?
—¿Qué no puedo visitar la casa de mi hijo? —dijo mientras le daba una rápida mirada a todo—... además hace mucho que no pasamos tiempo juntos y —las palabras se atoraron en la garganta del señor Hiragizawa al ver a la amatista entrar en la sala con la pequeña Nakuru en brazos...
—Papá no quiero ver al doctor —se quejó la pequeña, todavía entre dormida, mientras Tomoyo se quedaba completamente helada al ver a aquel hombre ya entrado en años, pero tan parecido a Eriol.
—Buen día —susurró la amatista con una sonrisa algo tímida antes de buscar con la mirada a Eriol.
El mago de repente se vio rodeado de ojos que lo apuñalaban con preguntas, pero la mirada más fuerte era la de los azules ojos de su padre. Eriol suspiró resignado y se acercó a la amatista, tomó a Nakuru en brazos, quien ya se había despertado y parecía tener mucha curiosidad por aquel hombre.
—Nakuru saluda a tu abuelo, Erick Hiragizawa —la niña comenzó a mirarlos intercaladamente primero uno luego el otro—... Padre ella es Nakuru Hiragizawa tu nieta y ella —acotó mirando a la amatista— Tomoyo Daiduoji su madre.
Erick quedó completamente helado por la sorpresa. Tomoyo saludo con una sonrisa y Nakuru bajó de los brazos de su padre y corrió a abrazar a su abuelo, quien aunque sorprendido correspondió al abrazo.
—Creo que tenemos mucho de qué hablar ¿no? —dijo Erick levantando a la pequeña en brazos.
—Voy a preparar el desayuno —se apresuró a decir Tomoyo antes de encaminarse hacia la cocina.
"No puede ser, no puede ser... ¿qué rayos es esto?
Genial, es lo que querías eres la mamá de Nakuru y si sigues así pronto serás la esposa de Eriol.
Basta no es gracioso eso no va a ser y le estamos mintiendo al padre de Eriol.
Respira y tranquilízate."
—Tomoyo —Eriol susurró su nombre mientras la sujetaba del hombro para que ella notara su presencia—... ¡Por favor ayúdame!
—Eriol no podemos mentirle al mundo —susurró zafándose del agarre y encendiendo la cafetera.
—Bueno, qué quieres que le diga, él no tiene idea alguna de magia... creerá lo que le digamos, porque el hechizo que mantiene a Nakuru de esa forma es así —los ojos de ambos se encontraron y un suspiro se escapó de los labios de la amatista—... Solo sígueme la corriente...
—¡¿Hasta que el hechizo termine?! —susurró sin poder quitar sus ojos de aquellos orbes azules. "Es nuestra oportunidad, no importa lo que dure será nuestro" comenzó a repetir aquella vocecita en su cabeza.
—Por favor —"Di que sí" suplicó la vocecita ante la insistencia de Eriol.
—Ok —respondió con un suspiro la amatista bajando la mirada, pero Eriol rápidamente sujetó su rostro e hizo que volviera a mirarlo.
—Gracias —susurró antes de dejar un rápido beso sobre aquellos rosados labios y en ese preciso instante se escuchó un carraspeo y una suave risita, ambos miraron de reojo hacia la entrada de la cocina, Eriol con una sonrisa en los labios y Tomoyo comenzando a ponerse colorada.
—Mami ese vestido te queda re lindo me gusta mucho ese azul —la amatista sonrió ante el comentario de la pequeña y no pudo evitar mirarse a sí misma, efectivamente su vestido ya no era negro sino de un azul cielo, hermoso, y al instante sus ojos volvieron a centrarse en el mago.
—Hay que agradecerle a tu padre.
—¿Te dije que me encanta como te queda el azul? —fue todo lo que dijo Eriol, sin dejar de sonreír.
—¿Les parece si desayunamos? ¿Señor Hiragizawa?
—Por favor llámame Erick, después de todo ya eres de la familia y sí, me parece bien creo que tenemos mucho de qué hablar —respondió Erick con una sonrisa antes de lanzarle una dura mirada a su hijo.
—Na, a vestirte, vamos —dijo la amatista a la pequeña antes de volver a mirar a Eriol— ¿Tú terminas aquí?
—Claro, no tarden.
Nakuru tomó la mano de Tomoyo y tiró de ella hasta llegar a su habitación. La amatista miró la mesita de noche junto a la cama y allí seguía, tal y como ella lo había dejado en la noche, su celular apagado. Dudo un momento si debía tomarlo y encenderlo, en ese momento volvió a mirar a Nakuru que ya había comenzado a sacar ropa de su armario.
"Ya sabes lo que pasara si enciendes ese pequeño monstruo.
Me van a matar.
Es fin de semana olvida todo y disfruta de TU familia." Esas palabras resonaron en su mente y con una sonrisa decidió, por esta vez, hacerle caso a su voz interior.
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