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13 - Me conformo / Mamá

Al despertar esa mañana Tomoyo se encontró con aquella pequeña durmiendo entre sus brazos. Sintió la cálida respiración de Eriol en su cuello, ese cuerpo pegado al suyo y aquel brazo rodeando su cintura. Una enorme sonrisa apareció en su rostro y supo que ese era su lugar, deseaba despertar así cada día, rodeada por el calor de esas personas que la querían de verdad.

Después de desayunar las dos familias partieron hacia la ciudad. El viaje duro casi una hora, faltaban pocos minutos para las diez cuando llegaron a la casa de Eriol. Nakuru estaba más que feliz ya que no había ido al colegio, pero no podía decirse lo mismo de Tomoyo. Aunque su rostro mostraba una sonrisa sus ojos revelaban su preocupación. Eriol la siguió hasta la habitación donde comenzó a desempacar y simplemente la observo un rato en silencio.

—¿Qué? —preguntó la amatista sin dejar de sacar ropa de la maleta.

—Eso pregunto yo ¿Qué te preocupa?

—¿Desde cuándo haces preguntas de las que ya conoces la respuesta? —se quejó Tomoyo volteando a mirarlo—... si no recuerdo mal ayer te dije que me preocupaba.

—Y yo te dije que te ayudaría con eso —respondió Eriol acercándose a ella—... te tengo dos opciones, una sin magia y una que es magia pura ¿Cuál quieres?

—Viniendo de ti me dan miedo cualquiera de las dos —susurró Tomoyo con una sonrisa sentándose en la cama.

—Que feo lo que dices Daidouji —se quejó el mago mirándola con los ojos entrecerrados— ¿Quieres escucharlas? —Tomoyo asintió y ahora con una sonrisa en su rostro Eriol continuó—. Sin magia, podemos tomarnos un avión, los tres y perdernos en alguna isla del Pacífico... o la opción con magia...

—¿Omitir el avión y simplemente aparecer allí? —interrumpió entre risas la amatista ganándose una sonrisa pícara del mago.

—Mi idea era usar magia para que tu madre no te molesto respecto a eso, para ella será como si no hubieras desaparecido pero me gusta tu idea, si eso deseas puedo hacerlo —concluyó Eriol acercándose peligrosamente.

—No hace falta —se apresuró a decir Tomoyo poniéndose de pie y volviendo a lo que hacía para esquivar la mirada y la cercanía del mago—, si mi madre no me molesta es suficiente.

—Ok —fue todo lo que dijo Eriol y para sorpresa de Tomoyo, repentinamente la sujetó de la nuca y se apodero de sus labios, en un profundo, fuerte y apasionado beso. Sintió un extraño cosquilleo que comenzó en su lengua y lentamente se expandió por su cuerpo. Con una suave mordida a su labio inferior el mago terminó con aquel beso que definitivamente dejo sin aire y completamente intrigada a la amatista. Eriol sonrió al verla y dijo—. Listo... la magia cosquillea ¿no?

Tomoyo solo asintió, nunca había recibido un beso así de intenso. Eriol siempre la dejaba deseando más, pero esta vez había sido demasiado y la amatista en verdad no sabía cómo había hecho para no abalanzarse sobre él en ese mismo momento.

"—Ya veo por qué dicen que la magia atrae a la magia... no hay forma de igualar esa sensación...

Tú no crees eso... si en verdad fuera así él nunca hubiera dejado a Kaho.

—Solo se mantiene lejos de ella, eso no significa que dejara de amarla.

—¿Cómo puedes estar segura, se lo preguntaste?

—No necesito hacerlo.

—Déjame a mí, yo lo haré.

—Claaaro si te dejo a ti terminaremos como el sábado a la noche y ¿quién sabe hasta dónde lleguemos?"

La mente de la amatista volvía a ser un lío, no había podido dejar de pensar en ese beso, el trabajo se acumulaba en su escritorio y ella apenas lo tocaba, seguía en las nubes y no quería bajar, pero su nube se deshizo cuando escuchó la voz de su madre llamándola. Al mirar a su alrededor se encontró con su madre y Alfred en la puerta de su oficina. La sonrisa que se había instalado en su rostro desde esa mañana desapareció definitivamente al ver la mirada fría y gris del rubio.

—Hola mamá, Alfred —dijo en un tono muy suave la amatista y para su sorpresa la expresión seria de su madre desapareció para darle lugar a una tenue sonrisa.

—Tomoyo me asustaste mucho ¿Dónde has estado? —dijo Sonomi acercándose a ella para abrazarla, cosa que sorprendió a la amatista y al rubio que seguía junto a la puerta.

Tomoyo correspondió aquel abrazo y por un momento su corazón se sintió muy feliz. Hacia demasiado tiempo que Sonomi no se comportaba así con ella. Más específicamente hacia cinco años que la actitud de su madre había cambiado, era como si ese cariño e instinto materno hubieran muerto, pero este abrazo se sentía como el de una madre que la amaba y que en verdad se había preocupado por ella y no por perder un buen negocio.

—Lo siento, te deje un mensaje la hija de mi amigo estaba enferma y no podía dejarlos —respondió Tomoyo separándose un poco de su madre.

—Ahh, pobre... ¿La hija de quien cielo?

—¿Te acuerdas de Eriol? Tiene una niña de cinco años —susurró Tomoyo para que solo su madre escuchara.

—Claro que me acuerdo —dijo Sonomi entornando los ojos y acercándose más a su hija para susurrar—. Ese amigo que se fue y te dejo tan triste hace... cinco años... ahh ¿por eso se fue? iba a ser padre...

Tomoyo solo asintió no quería hablar mucho de Eriol y menos frente a Alfred. Un carraspeo llamó la atención de las dos mujeres y al girarse vieron al rubio sentado frente al escritorio.

—Sonomi ¿en verdad vas a creer eso? ¿Ese es un motivo para huir a escondidas? ¿No podías decirnos eso y mantenerte en contacto? —en el tono de Alfred se notaba que estaba realmente molesto.

—Bueno yo creo en mi hija y para mi está bien lo que me dijo, si tú quieres arreglar algo más ocúpate tú, tengo cosas que hacer —respondió Sonomi mirando seria al rubio—... me voy cielo luego nos vemos —concluyó antes de dejar un beso en la mejilla de la amatista y encaminarse hacia la puerta, dejando completamente perplejo a Alfred.

—Nos vemos mamá —acotó Tomoyo todavía algo sorprendida por la actitud de su madre.

—Bien creo que tendremos que aclarar esto solo entre nosotros Tomoyo —dijo entre dientes el rubio— ¿vas a responderme?

—Lo que dije es verdad —los ojos de Alfred seguían confirmando que no le creía—... en la cena te enojaste porque estaba esperando una llamada y esa llamada era por la hija de mi amigo, la niña había estado mal todo el día y estaba esperando que me llamaran para confirmar que había dicho el médico y como tú estabas demasiado exaltado y con ganas de discutir esa noche solo decidí no decir nada e irme —respondió Tomoyo en un tono más tranquilo del que esperaba.

—¿Y ver a una niña enferma te llevo todo el fin de semana? Debe tener una enfermedad muy grave —dijo Alfred entornando los ojos.

—Por suerte no... solo me quede porque ella y sus abuelos insistieron —respondió en el mismo tono que había usado antes "Wow ¿cuándo recuperamos la confianza de la antigua Tomoyo?" preguntó entre risas aquella vocecita en su interior.

—La verdad ¿no sé porque me sigue sorprendiendo que cualquier cosa pueda ser más importante para ti que nuestro futuro? —dijo en un tono triste el rubio. Esas palabras hicieron dudar a la amatista.

—¿Por qué insistes tanto en esto? —preguntó la amatista antes de soltar un suspiro.

—Porque para mí esto siempre fue más que una relación conveniente, me gustas, te amo y me molesta mucho que no puedas tomarlo en serio, que no veas que todo lo que hago es porque en verdad te amo... me vuelven loco los celos hacia esa persona que no conozco —Tomoyo le lanzó una mirada inquisidora—... sé que te enamoraste de alguien y huiste con él, también sé que te abandono y que permaneciste triste y sola hasta que tu madre te encontró... ahora no entiendo porque sigues negándote a que otra persona entre en tu corazón, yo...

—Basta —interrumpió Tomoyo poniéndose de pie y girando para centrar sus ojos en aquel paisaje urbano que le mostraban las enormes ventanas—... tú no sabes nada de mí, no puedes decir que me amas.

—Sé lo que me ha contado tu madre y no necesito demasiado para enamorarme de ti, te aseguro que esto es más que un buen negocio para mí... y quisiera creer que después de todo lo que pasamos me quieres un poco, haré cualquier cosa por ti, menos dejarte...

—Te quiero —dijo casi en un susurro Tomoyo y una sonrisa comenzó a aparecer en el rostro de Alfred—... pero no te amo ¿seguirás insistiendo? —concluyó en un tono serio casi sin inmutarse, pues en el fondo sabía que ese hombre solo amaba sus acciones en la empresa.

—Con eso me alcanza, tengo fe en el tiempo —respondió el rubio acercándose y dejando un fugaz beso en los rosados labios de Tomoyo—... nos estamos viendo recuerda que el sábado es la fiesta y prometiste estar allí.

—Allí estaré —Alfred se retiró al escuchar esas palabras, pero se detuvo en la puerta.

—Invita a tu amigo, quiero conocerlo —dijo y se retiró sin esperar respuesta alguna.

—Te aseguro que no quieres —susurró para sí misma mientras volvía a sentarse para comenzar a analizar todo lo sucedido.

Su mente era un completo lío y en verdad necesitaba aclarar lo que sentía y lo que debía hacer. Salió de su oficina y fue directo a su departamento, quería paz y tranquilidad, cosas que no conseguiría con personas rondando cerca. Dio vueltas en su habitación y después de un buen rato termino sentada en aquel sillón junto a la ventana.

—¿Cuándo mi vida se fue a la mierda?...

"—Sonríe, sonríe, sonríe —la voz de Nakuru resonaba en la habitación—, no puedes dejar que esto te entristezca, lo podemos arreglar...

—Na, solo déjalo, no digas ni hagas nada, si él es feliz con ella que así sea —susurró Tomoyo mientras las lágrimas desbordaban sus ojos. La castaña que había estado yendo de un lado a otro en la habitación, se sentó a su lado y la abrazó.

—No puedo matarla, pero te juro que le voy a hacer la vida imposible si se vuelve a acercar a él... Eriol es un idiota tiene muchos poderes pero no se da cuenta de lo más importante... ¿Sabes qué? No importa el tiempo que me tome, ni lo que me cueste haré que se dé cuenta...

—No llores Tomoyo —las dos mujeres miraron hacia el balcón y allí se encontraron con el pequeño guardián flotando y acercándose lentamente a la amatista—, él es muy feliz contigo, solo esta segado por esa bruja —agregó Spinel mientras se sentaba en el regazo de la amatista, quien lo tomó en sus brazos y le regaló una triste sonrisa.

Spy gracias por venir.

—Nos aseguraremos de traerlo de vuelta cuando saque de su cabeza a esa mujer...

—Spinel ¿Qué dices? Se va a casar con ella susurró Tomoyo mientras otra lágrima escapaba de sus ojos.

Noooo eso es una mentira de esa bruja —dijeron los dos guardianes al unísono sorprendiendo a la amatista.

—Solo espéranos te lo traeremos de nuevo —susurró el pequeño guardián antes de dejar un beso en la mejilla de Tomoyo.

—Trata de ser feliz, puede que nos tardemos un poco pero volveremos, es una promesa."

Esa fue la última vez que vio a los guardianes o que supo algo de Eriol y podría decirse que ese fue el día en que esos guardianes sembraron la semilla de la esperanza que le permitió seguir allí, pero​ al poco tiempo su madre comenzó a comportarse más extraña que nunca...

"—Tomoyo tengo a alguien perfecto para ti, es hijo de un importante empresario, te casarás con él, esto será maravilloso para la empresa —dijo Sonomi como si nada con una enorme sonrisa y un extraño brillo en los ojos

—¡¿Qué?! —preguntó realmente extrañada la amatista—, primero quisiera terminar mi carrera en diseño y en algún punto me casare, pero te aseguro que no va a ser por que sea bueno para la empresa.

—Tomoyo Daidouji, vives bajo mi techo harás lo que yo diga, realmente no me interesan tus planes, eres mía, harás lo que yo quiera —concluyó Sonomi con una extraña sonrisa y ese tono amenazante que solía utilizar en la empresa, que por lo general intimidaba a cualquiera, y Tomoyo no fue la excepción."

No alcanzó a vivir ni quince días bajo las condiciones de su madre. Esa mujer ya no se comportaba como la Sonomi que la había criado y Tomoyo realmente no lo soportaba por lo que no lo dudó ni un momento tomó algunas cosas y se fue.

—¿Cómo puede cambiar tanto una persona de la noche a la mañana? —se preguntó a sí misma mientras miraba como el cielo comenzaba a oscurecerse y las luces a iluminar la ciudad—... la magia me devolvió a mi mamá ¿Cuánto tiempo durara eso? —la voz de Tomoyo reflejaba su tristeza, extrañaba a esa mujer que la queria

El sonido del teléfono sacó a Tomoyo de su meditación, se levantó de aquel sillón y caminó hasta el pasillo donde tomó aquel aparato que seguía sonando y contestó.

—Hola ¿Quién es? —dijo realmente sin ganas, mientras sus ojos comenzaban a nublarse.

—Mamá... ¿estás bien? —escuchó la voz de su pequeña Nakuru en verdad no esperaba que fuera ella. Sus ojos comenzaron a desbordar de lágrimas,.

—Si cielo estoy bien, solo tengo que quedarme aquí hoy —respondió haciendo un gran esfuerzo para que su voz no sonara afectada por las lágrimas.

—Ahh, llamaba para avisarte que no iba a estar en casa papá me dejó con los abuelos.

—¿Por qué hizo eso?

—Dijo que tenía que buscar algo, bueno solo quería decirte eso y darte las buenas noches. Te quiero mucho mami, nos vemos mañana.

—Yo también te quiero mucho, nos vemos mañana —dijo Tomoyo antes de terminar la llamada. Las lágrimas rodaban por sus mejillas y estaba segura de que se había notado que estaba llorando.

En unos instantes terminó sentada en el piso abrazando sus rodillas y apretando el teléfono en su mano. Las lágrimas no dejaban de caer y como pudo marcó un número en el teléfono y llamó.

—Hola —se escuchó la voz de hombre adormilado después de un buen rato de que el teléfono sonara.

—Papá —la palabra salió entre sollozos y el teléfono se le cayó de las temblorosas manos por lo que solo lo puso en altavoz.

—Tomoyo ¿Qué sucede? —preguntó el hombre ya completamente despierto y preocupado.

—No sé, estoy confundida y no sé... ¿qué hago? —la voz de Tomoyo sonaba algo ahogada.

—Tranquila, tranquila... respira profundo —dijo el hombre en un tono suave y Tomoyo hizo lo que le pedía—, solo escucha mi voz, olvídate de todo por un segundo... bien ¿ya? —la amatista respondió con un "ajá"—. ¿Qué pasó? ¿Tu madre hizo algo?

—Fue linda conmigo, como antes, aunque no va a durar... pero ese no es el problema.

—La boda... creí que eso ya estaba, es la única forma que tienes de liberarte de las presiones de tu madre, ya que si huyes te va a perseguir por todo el mundo...

—Eso lo sé y sigue en pie, pero no es eso —la última parte volvió a salir con la voz ahogada por las lágrimas.

—¿Entonces que es mi amor? ¿Volvieron las pesadillas?

—Si volvieron, pero el mayor problema es que... tengo una familia y soy feliz, feliz de verdad, pero todo es una mentira... una mentira tan hermosa que no quiero que termine... mi amor por Eriol es más fuerte que antes y me confunde cada vez más... me va a romper otra vez...

—Tomoyo, mi cielo... no...

—Es una locura él me quiere como amiga, yo lo amo a penas siento algo de cariño por Alfred y él dice que me ama pero...

—¿Quién dijo que solo te quiero como una amiga?

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