11 - Detalles
Finalmente la nueva familia Hiragizawa se encontró recorriendo un centro comercial, y terminaron cargando más bolsas y paquetes de los que la amatista esperaba.
—Eriol, ¿No te parece que me estas comprando demasiadas cosas? No nos vamos por un mes.
—Ya sé, pero pensé que sería bueno que dejes algo de ropa en casa, después de todo te estas quedando más con nosotros que en tu departamento —respondió el mago con una sonrisa de lado.
—SIIII, mami se va a quedar con nosotros —comenzó a canturrear la pequeña Nakuru mientras saltaba delante de Tomoyo, quien le lanzó una mirada asesina al mago.
—Tú lo haces a propósito, quieres que definitivamente ya no vuelva a mi departamento —dijo entre dientes la amatista.
—¿Cómo puedes pensar así de mí? —se quejó Eriol exagerando— de mí que sería capaz de hacer cualquier cosa por ti —concluyó mirándola intensamente a los ojos, lo que provocó que la amatista se sonrojara.
Hacía demasiado tiempo que Tomoyo no se sentía así. Nadie la confundía tanto como Eriol con sus miradas, sus acciones y cada palabra que le decía.
"Ahí está de nuevo ¿Por cuánto tiempo harás lo que sea por mí?
Dile lo que sientes ¿de qué te sirve discutirlo constantemente conmigo? Ya sabes que estoy loca por él y siempre voy a estar de su lado.
¿Por qué me lo pidió a mí? Seguro que ayer habló o se vio con ella.
¿O puede que haya aprendido y la mandara a freír churros?
Seguro que eso no... él haría cualquier cosa por mí pero el doble por ella. Kaho tiene magia y con eso no puedo competir."
Tomoyo terminó de discutir consigo misma y volvió a prestarle atención a Eriol y Nakuru, y no pudo contener la risa al ver como el pelinegro corría tratando de atrapar a la niña que se movía flotando a unos cuantos centímetros del suelo. Luego de unos instantes el mago atrapó a la pequeña y con una mirada seria la regañó.
—¿Qué dijimos de hacer magia en público? —dijo sin despegar sus azules ojos de la niña, quien rápidamente hizo puchero y buscó con la mirada a Tomoyo—. No señorita no busques ayuda en tu madre —la amatista sonrió al escuchar esto, realmente la hacía feliz tener una familia, aun cuando está era de mentira.
—Pero no sé cómo pasó, yo solo estaba feliz porque mamá se va a quedar con nosotros —Eriol suspiró y suavizó un poco su mirada antes de bajar a la niña.
—Vamos a comer, luego me ocuparé de eso.
Almorzaron sin tocar el tema y después de dar unas vueltas más volvieron a la casa para terminar de prepararse. Mientras Nakuru jugaba con Spinel la pareja se encontró preparando una maleta con algunas prendas.
—¿Tomoyo me vas a decir que pasó finalmente ayer? —preguntó después de un rato el mago. Tomoyo lo miró algo intrigada—... de repente te fuiste y yo no me trago eso de que tenías mucho que hacer, ambos sabemos que te has saltado muchas cosas por Nakuru y en verdad no perderías mucho tiempo por quedarte a desayunar.
—Solo fue eso, lo creas o no —respondió la amatista desviando la mirada y centrándose en la ropa de Nakuru que estaba acomodando en la maleta— ¿Tú quieres explicarme que fue esa repentina fiebre?
—Según el doctor no hay causas físicas y como la magia no ayudo en nada solo me queda pensar que fue la magia de Nakuru expresando los sentimientos de nuestra pequeña...
—¿Quieres decir que estaba así porque estaba molesta conmigo? —preguntó la amatista dejando lo que hacía y centrando sus ojos en el mago.
—Básicamente sí... ¿Ahora sí me vas a decir porque te fuiste? —insistió Eriol acercándose más a la amatista.
—¿Por qué insistes preguntando? Ya deberías saber que me molestó —se quejó Tomoyo comenzando a retroceder sin dejar de ser seguida por el mago, hasta que su espalda chocó contra la pared y se vio acorralada con Eriol cerrándole el paso a solo unos pocos centímetros de ella—. Rayos... ¿Por qué me pediste esto a mí y no a ella?
La voz de la amatista sonó algo nerviosa y sus mejillas habían comenzado a tornarse rojas... fue entonces cuando Eriol descubrió la respuesta, Tomoyo siempre reaccionaba así cuando se trataba de aquella mujer...
"Eriol estaba en la biblioteca leyendo uno de sus tantos libros de magia, parecía tranquilo y despreocupado pasando lentamente aquellas hojas, pero en su interior había una maraña de nervios que crecía y se extendía lentamente. ¿Cómo era posible que su vida se complicara de esa manera en solo unas horas?
Escuchó la suave voz de dos mujeres acercándose y al levantar la vista se encontró a Kaho y Tomoyo entrando en la habitación. Al instante noto aquella sonrisa que la amatista solo mostraba cuando estaba nerviosa y la molestia de la pelirroja que mostraba una sonrisa completamente falsa.
—Eriol cielo, tu amiga llego... ¡No sabía que la esperabas!
—Las casualidades de la vida, ¡¿cuantas cosas no sabemos?!... yo no sabía que volvías hoy y por eso ya tenía planes con Tomoyo —respondió Eriol acomodándose los lentes antes de sonreírle a la amatista.
—Eriol sabes que no hay problema, puedo arreglar algo con Nakuru, si ella está por aquí —el nerviosismo era evidente en la voz de Tomoyo.
—Nakuru tenía una cita con el asistente de mi abogado —respondió el mago poniéndose de pie y acercándose a las mujeres— pero, yo te prometí una cena y que saldríamos esta noche y si hay algo que no me gusta hacer es romper mis promesas.
—Eriol yo volví antes para que pudiéramos pasar tiempo juntos —replicó la pelirroja lanzándole una mirada asesina a la amatista.
—Y si me hubieras avisado no estaríamos en esta situación, además ¿no me dijiste hace un rato que tenías un montón de papeleo que terminar para mañana? —esas palabras dejaron helada a la pelirroja y el mago aprovechó la situación, tomó la mano de Tomoyo y prácticamente la arrastro hasta el garaje.
—Eriol no creo que sea buena idea que salgamos hoy, por mi está bien, quédate con ella —dijo Tomoyo en un tono algo nervioso e intentando liberarse del agarre del mago, el cual al mirarla noto que su amiga estaba bastante colorada.
—Tomoyo prefiero estar mil veces contigo... ella apesta a magia y no es mía —la mirada de Eriol, por un momento, se vio nublada por el odio. Tomoyo suspiró y entró al auto, definitivamente no le gustaba verlo así."
—Yo no he vuelto a ver a Kaho y mientras este en mis manos no volveré a verla, he perdido mucho por ella y no quiero seguir así. Prefiero que tú estés a mi lado y que seas la madre de Nakuru, ¿Dónde podría encontrar una mejor madre para ella? —dijo Eriol sin despegar sus azules orbes de aquellos ojos amatistas.
—¿Y qué hay del mensaje que te dejó ayer?
—Tomoyo ese mensaje término porque yo lo corte, tú has escuchado sus mensajes antes, cuando quiere algo son larguísimos y cuando parece que ya va a terminar continúa, en verdad no creí que lo hubieras escuchado ya que no te quejaste en ese momento.
—Bien si puedes cumplir eso será el primer paso... quedamos en que fingiría contigo hasta que esto termine, y espero que en ese ínterin no me pongas los cuernos —agregó la amatista mientras intentaba escapar, cosa que se le hacía imposible pues Eriol cerraba cada vez más le distancia entre ellos.
—¡¿Cómo crees que sería capaz de ponerte los cuernos?! —dijo el mago mientras sus manos sujetaban el rostro de Tomoyo—. Nunca, nunca haría eso...
—¿Cómo puedo creer eso si a ella con todo lo que decías que la amabas se lo hiciste?
—Sí yo la ame y ella me engaño, estaba confundido y enojado, entonces apareciste tú, tan triste y destruida por culpa de esos idiotas... sé que no puedo justificar lo que pasó, pero si quiero que sepas una cosa jamás podría haber hecho eso con nadie más —terminó en un susurro antes de besarla. Tomoyo correspondió a aquel beso y antes de darse cuenta sus brazos estaban rodeando el cuello de Eriol, su lengua danzaba y se enredaba con la del mago. Era un beso dulce pero apasionado cargado de necesidad y deseo, que lentamente la transportaba a ese mundo donde solo eran ellos dos, donde se olvidaba de todo y donde solo podía pensar que necesitaba más de esos besos.
—Spinel ven aquí —se escuchó el grito de Nakuru cerca de allí y la pareja terminó con el beso.
Tomoyo todavía no terminaba de entender lo que el mago quiso decir con esas palabras, en verdad Eriol la confundía, y sus besos, aunque fantásticos y deliciosos no la ayudaban a aclarar nada y eso en verdad molestaba a la amatista.
—Eriol Hiragizawa, que acepte fingir contigo no significa que me convierta en tu juguete, así que hazme el favor de no volver a hacer eso a menos que sea absolutamente necesario —dijo en un tono serio Tomoyo mientras empujaba al mago y se apresuraba a salir de la habitación dejando completamente confundido al ojiazul.
—Espero que sepas que no me rendiré hasta que seas solo mía —susurró para sí mismo con una enorme sonrisa en su rostro.
Subieron al auto y partieron. Después de unos quince minutos estaban saliendo de la ciudad, ahora el paisaje estaba mucho menos poblado, solo se veía alguna casa o granja cada tanto.
—Tomy, en verdad creo que necesitamos aclarar un poco más algunos detalles de nuestra historia, tanto mi padre como mi madre no se van a quedar tan conformes con lo que le dijimos hoy —dijo de repente Eriol sorprendiendo a la amatista, quien finalmente después de un suspiro hablo.
—Bien ¿Qué quieres aclarar? —preguntó la amatista antes de mirar a la pequeña pelinegra que iba muy callada en el asiento trasero, para encontrarla dormida con Spinel entre sus brazos.
—Por ejemplo ¿cuánto tiempo estuvimos juntos desde que Na nació? ¿Dónde estuvimos? Y cosas así... no te preocupes no va a despertar.
—Ok... nos fuimos de Japón cuando nos enteramos que estaba embarazada, pasamos casi todo el embarazo yendo de un lugar a otro en china, a los siete meses nos mudamos a una isla griega, después de que Na nació pasamos por Italia y finalmente nos instalamos en la campiña francesa...
—Nos movimos bastante en poco tiempo.
—Sí, no te olvides que mi madre me buscaba... los deje cuando Na tenía dos años y un mes...
—¿Por qué?
—Por qué ella me encontró y no quería que supiera de ustedes ya que si algo no le gusta o lo adapta o lo destruye... y por qué es el tiempo exacto que estuve huyendo de ella y mi vida a su lado... dos años y ocho meses donde fui libre —concluyó Tomoyo volteándose hacia su ventanilla y centrando sus ojos en el cielo.
—Tomoyo ¿segura que no quieres decirme que pasó? —volvió a preguntar Eriol en un susurro, sabía que aquellos ojos que tanto le gustaban estaban llenos de lágrimas y quería comprender un poco más a su amiga.
—Segura... ¿con eso estará todo?
—Si no te preocupes.
El viaje continuó unos minutos más antes de que tomaran por un camino de tierra, momento en el cual la pequeña se despertó y desde entonces solo se escuchó su vocecita haciendo exclamaciones y diciendo lo bonito que era todo por allí.
—Mami, ¿tengo tíos? —Tomoyo la miró con una sonrisa y respondió.
—No cielo...
—En verdad sí —interrumpió Eriol ganándose una mirada llena de curiosidad de la amatista—... mis padres adoptaron a un niño hace algunos años, se llama William tiene 10 años, así que básicamente sí tienes un tío.
—Wow, esto me hace ver que todavía hay mucho que no se de ti —dijo Tomoyo en un susurró mirando de reojo al mago.
—Entonces estamos iguales —Agregó Eriol lanzándole una corta mirada a la amatista
"—Jajaja amo a este hombre... te lo mereces ¿por qué no le dices la verdad y ya?
—No puedo, no es mi decisión..." y con eso en mente Tomoyo solo se mordió el labio inferior y no dijo nada.
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