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29: Decisiones

"Dos voces me dijeron esto en sueños, no sé qué tan cierto, aparte de raro, sea, pero por si acaso lo anoto.

Las almas pueden ser eternas. Se alimentan y cultivan con los sentimientos, con la pureza, con la energía. Cuando un animal, por más pequeño que sea, presenta señales de ser listo, tener algo especial, parece tener propia personalidad, su alma es ya consciente y está lista para nacer en un cuerpo humano.

Su ardua tarea de continuar purificándose y alcanzando un mayor nivel de consciencia empieza. Muchas almas "neutras" tardan varias vidas en siquiera darse cuenta de lo que deben hacer. Y lamentablemente muchas empiezan a retroceder, haciéndose cada vez más oscuras en cada existencia."


Entré a casa con los cabellos alborotados, traté de acomodarlos, sorprendiéndome al no ver a Jenny entre los presentes. Ni a ella ni a Claudia.

—Qué hay —saludé sin gracia—. ¿Y Jenny?

—Ella ya no vendrá —dijo el mastodonte del hermano.

—¿Se puede saber por qué?

—Al parecer tú la andabas inquietando, porque me dijo las mismas blasfemias que tú decías, así que se lo he prohibido rotundamente.

—Bueno, resulta que tú no tienes por qué mandar en su vida, es una mujer de casi veinte años, creo, ya bastante la están retrasando, quieren mantenerla ignorante, no quieren que ni vaya a la universidad.

—Tú no eres nadie para decirme eso. Soy su hermano mayor, y me debe respetar.

—El respeto no se impone, idiota.

Las mujeres se alteraron un poco.

—Alexander, haz el favor de callarte —exigió mi mamá.

—No.

—Déjelo, señora, a palabras necias oídos sordos.

—Piensa lo que quieras, gordo, Jenny aún tiene medio cerebro despierto, así que no te va a seguir sumisa toda su vida.

—No puedo creer que tremendo hereje lleve colgado un collar como ese —reclamó asqueado señalando el collar de Herminia.

De seguro al escapar como loco había saltado a la vista otra vez, pero ya no me molesté en ocultarlo.

—Aunque no lo creas, aquí el hereje eres tú.

Di media vuelta y preferí salir de casa.


***

"Aquel hombre al que yo amaba se reencontró conmigo en otra época, y esa época esta vez no era tan antigua. Lo había conocido y nos habíamos enamorado casi al instante, éramos felices. Lamentablemente yo lo dejé... Lo dejé por culpa de un cáncer. ¿Por qué sueño estas cosas? Porque más que sueño, se sienten como recuerdos."


—Qué bueno que no hallaron pruebas de abuso ni nada por estilo —comentó una enfermera—. Aunque ese investigador parecía decepcionado de no poder inculparte.

—Humm —respondí distante, perdido en el cuaderno.

"Dejé a mi novio porque descubrí algo oscuro en él, algo de lo que me había costado alejarme, un ente demoniaco lo perseguía, y él parecía saberlo, eso era lo peor, no quería decírmelo, a pesar del tiempo que llevábamos juntos, y de las cosas que habíamos pasado. Se ha ido muy molesto, y ha dicho que lo pagaré. ¿Cómo puede alguien decirte que ama, y luego desearte el mal?"


La enfermera me dejó solo con Herminia, la miré, todavía parecía simplemente dormida, sin contar los aparatos de hospital...

—Me hubieras contado de ese gran maldito para darle su merecido —murmuré. Aunque conociéndola, no me lo hubiera dicho justamente porque sabía que iría tras él. Cerré el cuaderno y respiré hondo. Fuera como fuera ahora que lo sabía, iría—. Me dicen que eres donante de órganos —una leve sonrisa se apoderó de mis labios—, debí suponerlo. —Le di una suave caricia en la mano—. Lo lamento, lamento todo esto —susurré.

Me puse de pie tras varios minutos de observarla, y me fui a hacer lo que debía.


***

"Quizá mi ex tenía razón. Mi madre cayó en coma... Se acabó el principal motivo de mi vida.

Iré a rezar, quizá eso me hace falta, en vez de andar buscándole otras explicaciones a Dios.

Un chico algo atormentado me escribió al blog, y traté de explicarle lo que sabía, espero le haya ayudado."


—Alex. —Esa voz me hizo alzar la vista.

Jenny estaba frente a mí, ya que había ido a seguir leyendo a un parque por el centro de la ciudad.

—Vaya. ¿Cómo vas?

Se sentó a mi lado.

—Me prohibieron verte...

—Lo sé. No sé cómo dejas que controlen tu vida. Desearía haber tenido tu edad para buscar trabajo y poder largarme...

—Me han dicho que andas triste...

Fruncí el ceño y miré a otro lado.

—No tanto así...

—Puedes contarme. ¿Es por una chica?

Bajé la vista.

—No me pasa nada...

—También he estado triste. —La miré con algo de sorpresa—. La chica que trabajaba en el asilo, de un momento a otro... —Se percató de mi expresión de leve angustia que no pude evitar poner—. Ay, no —susurró.

Volví a bajar la vista y crucé los brazos.

—¿Te molestarías conmigo si te dijera que fue mi culpa?

—No digas eso... Las cosas pasan por...

—No. No es así.

Suspiró.

—No estés triste.

Se acercó y recostó su cabeza en mi hombro.

—Jum. Esto no me consuela, ¿lo sabes?

—Bueno, lo intento... ¿La querías mucho?

Apreté los labios.

—No tuve tiempo de descubrirlo bien... —murmuré con melancolía—, pero con gusto cambiaría de lugar con ella. Es que yo no... Ella era...

—Entonces sí —susurró—. Es solo que creo que nunca te habías enamorado, ¿verdad?

Negué en silencio.

Estuvo ahí unos minutos más hasta que se reincorporó.

—Aunque me hayan prohibido verte, lo haré, si gustas...

—No, descuida, no te metas ya en más problemas. Haz lo que gustes pero porque tú lo quieres, no porque te lo digan.

—Yo quiero verte —insistió con algo de pena—. Bueno. Hasta luego...

Se puso de pie y la seguí, iba a irme también, cuando caminando un poco más allá un hombre predicaba lo que decía su biblia. Resoplé, de esos nunca faltaban en la plaza de esta retrasada ciudad. Y claro, el túmulo de gente escuchando.

—Sí, deberían todos arrepentirse de sus pecados y largarse —murmuré al verlos querer golpearse el pecho—, hay cosas más importantes que hacer que lamentar sus existencias.

—¿Qué tiene de malo que recen? —quiso saber Jenny.

—Que lo hacen mal. Dios no quiere que pidan piedad por sus errores, ni que pidan soluciones y solo eso. Y es que no entienden aún cómo funciona él. No es un ente que esté arriba escuchando, ya te lo he dicho. Está aquí —toqué mi pecho y luego señalé el suyo—, y ahí. En realidad está en todo. No deberían buscarlo ni arriba ni en las iglesias, deben buscarlo en ellos mismos.

Me di cuenta de que todos me miraban, incluso el sujeto de la biblia. Había hablado demás quizá, pero me sorprendí al ver a Lucero asomarse a lo lejos.

—Ajá, y según tú, ¿cómo se debe rezar? —cuestionó el tipo, cruzándose de brazos.

—Me dirás loco si te hablo de ciencia pero lo haré, no me importa. El universo es él también y se rige por leyes, leyes perfectas que no fallan, las mismas que rigen cada una de nuestras moléculas. Él es energía, esa misma que se manifiesta de muchas formas, y en todos los seres. Para rezar no debemos enfocarnos en los males, o los atraeremos, dando opción a que la contraparte de Dios entre y nos haga mal. Debemos enfocarnos en lo bueno que queremos.

—¿Y por qué?

—Esa clase de energía va a donde se siente atraída: con su equivalente. Piensa y siente cosas negativas y eso atraerás. Piensa y siente cosas positivas y eso vendrá. No es necesario entender mucho, solo creer. Piensen y sientan, con fe, esa fe suya que se supone es inamovible. Ya basta de lamentos, ya basta de angustiarse, por favor, mírense, ya basta. Sean felices, siéntanse sanos, prósperos. Si no quieren enfermar no piensen en la enfermedad, mentalícense y digan: yo estoy sano, yo soy feliz. Siéntanlo como algo real, como algo que ya ocurre.

—¿Que alusinemos o algo así?

—No. Este es el asunto. Si viven diciendo: "no quiero tener este mal, no quiero tener problemas", lo estás atrayendo porque te enfocas en ello, toda tu energía está en ello, y el universo seguirá poniéndotelo. ¿Por qué los pobres son más pobres y los ricos más ricos? ¿Por qué tanta campaña contra el cáncer es en vano porque sigue habiendo más y más? ¿Por qué crees que mientras más piensas en tu miseria, más miserable eres y más miseria te viene? El mundo siempre fue abundante, somos nosotros y nuestras complicaciones los que nos hicimos miserables.

—Tiene lógica —murmuró alguien.

Suspiré.

—Escuchen... Dios quiere que sean felices. Háganlo. Agradezcan y gocen lo que tienen, vayan abracen a su familia, jueguen con sus hijos, sean felices. No hagan marchas contra el cáncer, hagan marchas pro salud, por la paz, por la comida abundante en el mundo. Y no flanqueen en lo que quieren, verán que si lo hacen como les digo, les garantizo que lo tendrán. La humanidad debe despertar, buscar cada uno su felicidad, enriquecer su espíritu, dejar de pelear, de desear mal a otro. Todos somos expresiones de Dios, él nos hace a su imagen y semejansa así como a cada ser, porque todos somos seres de energía. En cada uno hay suficiente para iluminar una ciudad, somos poderosos, en nosotros está la capacidad de cambiar, no dejar que el azar o el supuesto destino hagan lo que quieran. El día en el que no nos lancemos unos contra otros, que no haya fronteras, que un hombre sea capaz de voltear y decirle "no" a la órden de matar a otro, ese día habrá habido un cambio.

—¿Cómo creerte? —preguntó una señora.

—Sé que en el fondo saben que estoy diciendo la verdad. Además la misma biblia lo dice. En Marcos: "por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas". —Quedaron sorprendidos, y yo también, porque nunca había leído la biblia. Lucero de seguro tenía la culpa, lo vi de reojo—. Puede decirse que Dios acaba de hablar a través de mí. Ya saben. Sientan su felicidad, sientanse amados, sanos, aunque no lo sean, sientan todo como algo que ya ocurre, y agradezcan siempre. Dios capatará el mensaje y eso será lo que les mandará. Les doy mi palabra. Lo más importante: sean como él, lo que ha querido enseñarnos desde siempre. Compartan con el prójimo, hagan el bien. Recen. Recen, y sean como él, vivan en él. ¿Y qué es él?

—Amor —murmuró el de la biblia.

Asentí y sonreí a labios cerrados.

—Ahí lo tienen.

Lucero pegó su nariz húmeda a mi mano y la aparté mientras las personas se iban. Jenny empezó a aplaudirme. Moví la cabeza en negación con algo de vergüenza. Ni yo sabía todo eso, Lucero había puesto muchas de las palabras en mi boca, o quizá las había traído desde lo profundo de mi propio ser.


***

"Hoy conocí a alguien. Era él, lo supe apenas lo vi, era él. Nuevamente otro rostro, otra voz, pero era él, el de mis sueños. Un chico, que aunque alto, parece ser mucho menor que yo. Es una extraña coincidencia, que en mi último sueño en el que estuve con aquel que amaba, yo hubiera muerto antes, y ahora estoy aquí, siendo mayor que él, como si ese sueño hubiera sido una vida anterior y al morir primero, nací primero.

Aunque me decepcioné al sentir su esencia, es de esos a los que no les importa nada, trivial, y no muy lejos había detectado a uno de esos entes demoniacos de los que había logrado alejar de mi vida. Cuando pregunté qué hacía, respondió con toda naturalidad, que escapaba de un demonio. Sospeché que podía ser el que me escribió al blog y tuve razón. Le respondí mal y salí, como lo esperaba, me siguió. Terminó en mi sofá prácticamente lamentando su suerte.

Sentí lástima. Le hablé lo que sabía de energías, y dijo que le fascinaba. Lo mandé a su casa con lucero, que parece encariñado con él, y volvió ladrando como loco, tanto que me hizo seguirlo. Terror para mí fue llegar a su casa y escuchar los gritos. Llamé a la policía y justo salió su mamá, tenían al chico inconsciente en su sofá, supe que se llama Alex por los gritos de su madre. Aproveché que le recriminaba al que supongo es su papá, y traté de curarlo como había aprendido, atrayendo energía buena.

No pude evitar acariciar su cabello, tenía una mancha de sangre por su mentón. Su padre es un salvaje, con razón él es así medio arisco, no voy a dejarlo solo, le pediré a lucero que esté atento, sé que estos perros, de algún modo, entienden lo que les digo."


Estaba interesando en lo que había escrito sobre mí, sin embargo más allá de eso no había mucho, aunque a pesar de ser poco, había más de mí que de su ex.

—A comer.

Puse los platos y los perros se acercaron. Los miré de forma detenida.

—Saben, esto es raro. Estoy seguro de que si yo fuera chica, habría esperado que tuvieran forma humana, de hombres para ser exacto. ¿Eso lo deciden ustedes?

Sirio alzó la vista.

—Así es. Lo decidimos nosotros.

—Um... Si alguna chica lo supiera, se decepcionaría, quizá. Ya saben, alucinan mucho, ¿no han leído las historias? Me he dado cuenta de que ustedes no tienen género, digo, son asexuales o algo así.

—Así es, igualmente los demonios. Somos energía.

—Por cierto. Mencionaste a los arcángeles... ¿Son como ustedes o cómo...?

—Así como los demonios tienen su forma de aumentar su poder tragando a más almas oscuras. En nuestro caso, la buena energía nos alimenta, pero también si llegamos a fusionáramos Lucero y yo, u otros ángeles, nos convertiríamos en un arcángel. Aunque hay existencias que avanzan tanto en una sola vida, que pasan a ser arcángeles de frente.

—Oh, interesante...

Recordé que por ahí ya cerca, casi al final de las páginas escritas del cuaderno, había leído de forma fugaz algo así. Lo busqué.

"Cuando un alma se hace negra, ya no vuelve a nacer, queda condenada a vagar eternamente, a ser atormentada, y a ser cazada por los demonios.

Cuando un alma se hace blanca, sube y es testigo de la presencia de Dios, luego podrá ser parte de los ángeles, o incluso hasta arcángeles, según su nivel. Dicen que recuerda las vidas que ha llevado, es solo que cada vez que pasa a formar parte de un cuerpo físico, este se sobre pone y empieza a grabar sus propias y nuevas experiencias.

-La gran mayoría de almas que en el transcurso de sus existencias llegan a conectarse con otra, mediante un sentimiento poderoso, cuando abandonan sus cuerpos terrenales, se buscan para volver a nacer cerca el uno del otro.

Muchos ángeles tienen un compañero gracias a eso.

He pensado que quizá es verdad, quizá mis sueños con esos hombres en distintas épocas eran recuerdos... Recuerdos de aquella alma que amo."


Sin darme cuenta estaba apretando el cuaderno en mis manos. No podía ser. Lo puse a un lado. La rabia volvía a inundarme, tanto que Lucero pareció notarlo.

—Era tu futuro ángel compañero... Lo siento.

—¿Lo sientes? Lo dudo en verdad —dije entre dientes.

—Es probable que Dios te asigne otro compañero...

—No gracias. ¡Lo haré yo solo!

Me puse de pie y los dejé. Estaba enfadado. Tantas existencias nos habíamos buscado, y yo en una lo arruiné todo. No la pude cuidar, no la tuve a mi lado, no la pude proteger. ¡Eliza lo pagaría! Iba a ver cómo exterminar a esa cosa rompe reglas demoniaca.


***

"Ya me atraía desde antes, pero ahora empieza a atraerme más. Su aroma, su risa. Tiene ese toque de joven adulto que es potencialmente atractivo para una mujer mayor que él. Mi corazón empieza a usar esa excusa pero no es correcto, mi mente está en desacuerdo con él, como de costumbre. Es culpa de esos sueños, si no les hubiera dado importancia esto no pasaría."

"Nos hemos visto con frecuencia, ha ido progresando, al menos a veces lo parece, otras veces no..."

"Me gustaría escribir aquí todo de él, pero si un día cae en manos equivocadas, podría tener problemas. Aunque siempre estará la opción de borrar o arrancar las páginas, pero será luego. Además él no tendrá esa edad para siempre. Aunque eso tampoco es excusa."


"Mi madre murió. Ya lo esperaba. Todo ha sido raro, porque su coma no era normal, no como para lo que tenía. Él estuvo ayudándome, y su abrazo a la hora del entierro fue lo que más necesitaba y esperaba."


"Cometí un error. Lo besé.

Me correspondió, y mi cuerpo vibró de felicidad, pero mi razonamiento me repite a cada segundo que cualquier chico de su edad correspondería casi cualquier beso que le dieran, así que mi corazón ya lleva callado un buen rato.

Es el colmo, cada vez que ha estado cerca he estado tentada a acercarme más, a tocarlo con cualquier excusa, abrazarlo. Encima ese aroma suyo que me gusta, y su atrevimiento de tocarme la nariz reiteradas veces. Deberían encerrarme por depravada, solo tiene 17 años, aunque aparente un poco más y aunque no sea inocente, eso no es excusa. Ahora esto.

Debo alejarme, debo irme. Lo que quiero para él no son más problemas, sino todo lo contrario. Merece alejarse de esos demonios, enamorarse de una chica de su edad, o por lo menos no tan mayor, estudiar alguna carrera, vivir su juventud, ser feliz como cualquier chico.

Yo estaré a su lado en esta vida como su mentora, solo eso, pero por ahora me alejaré, desapareceré de su vida, o casi, porque seguiré mandando a Lucero a que lo cuide. Cuando controle este insensato amor que siento podré volver a verlo."


Quedé mirando esas últimas líneas. No había más.

No había más.

Ya no había escrito sobre lo que pasó después, quizá por falta de tiempo. Pasé el resto de páginas vacías, sintiendo que eso era como su despedida, sintiendo que volvía a dejarme solo.

Solo... Otra vez.

Agarré la cruz del collar que llevaba conmigo colgando de mi cuello.

—Sí iré a la universidad —susurré.

Esperaba tener tiempo para terminar de estudiar e ir al examen. Esperaba. No quería pedirle dinero a mi mamá, porque era probable que fallaría, así que no me quedaba más que intentarlo con el poco dinero que tenía ahorrado, gran parte lo había gastado en estupideces, y ahora me arrepentía.

Me puse de pie y apagué la música que a pesar de haber estado sonando el rock a todo volumen, este había pasado desapercibido finalmente para mis oídos.

Escuché un ladrido y me asomé a la ventana. Gruñí al ver a los perros.

—Debes seguirnos —habló uno en mi mente.

—Tengo cosas que hacer. Y quiero estar solo.

—Síguenos.

No podía decir que no a esa orden y no supe por qué, pero ya qué más daba. Bajé y salí, apenas me vieron emprendieron su caminata.

No dijeron nada, andaban y andaban, no respondieron a mis preguntas de qué era lo que querían esta vez. Me hicieron incluso subir a un bus que me dejara cerca de las afueras, casualmente ellos estaban ahí cuando bajé.

—Están actuando algo raros, ¿no creen?

Pero tampoco hubo respuesta. Terminamos adentrándonos cerca de donde empezaban los terrenos de sembríos, y las dunas del desierto que se veían a lo lejos.

—¿Han conseguido a alguien que pueda molerme al golpes por lo que pasó ya que ustedes no pueden hacerlo?

Se pusieron uno a cada lado, me miraron y luego hacia el frente.

Espanto sentí cuando todo se iluminó, abrí mucho los ojos al ver aparecer dos figuras luminosas y dos oscuras. ¿Qué rayos significaba? Los perros de un destello también me cegaron y al segundo los vi transformados en lo que eran, haciendo una especie de reverencia.

Volví a ver al frente y pude distinguir a los cuatro seres altos, los dos luminosos con enormes alas de luz cuyos rayos se perdían en el cielo, rostros casi planos como los de los demonios a sus costados, y ojos amarillos y grandes. La única diferencia entre los blancos y los oscuros era el color y la naturaleza de cada uno.

No sabía si estaba a salvo o condenado.


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