14: Ladrona
—A ver, repite lo que te acabo de decir.
Melody suspiró y empezó a hablar:
—Debo ir a casa de Diane y mientras esté distraída, tomaré uno de sus cabellos de por ahí.
—Sí, las mujeres siempre botan bastantes cabellos así que no será problema. Fíjate en su cepillo, seguro ahí hay, porque las pocas veces que he ido a visitarla vi que lo deja cerca al espejo que está en su sala, sin duda no va a ser difícil.
—Ayyy, ¿y por qué yooo? —se quejó.
—¿Acaso quieres que bote al gato? —amenacé. Negó enseguida—. Muy bien.
***
Toqué una puerta y suspiré. Las cosas que tenía que hacer, era el colmo. Diane abrió y le sonreí de lado.
—Hola, ¿cómo te va?
Me miró sorprendida, bajó la vista a mi pequeña hermanita, quien la saludó con un nervioso movimiento de la mano. Apoyé mi mano en el marco de la puerta.
—¿Podemos hablar? —murmuré bajo.
Ella no podía lanzarme a su cuervo ni nada estando Melody presente, sabía que así como yo, no tenía permitido hacerle saber a nadie sobre su ente o este podría lastimarla, lastimar a mi hermana, y conociendo a Diane, aun no la creía capaz de hacer eso. Al menos por el momento.
Se encogió de hombros y sonrió.
—Claro. Pasen. Pasa, Melody —le dijo con ánimo.
La niña pasó sonriente.
—Mi madre me la ha dejado a cargo así que he tenido que traerla. ¿No tendrás algún dulce para que no moleste?
Melody se sentó en el sofá. Me puse un poco nervioso al ver al cuervo mirando por la ventana desde afuera. Volví a concentrarme en lo que estaba. Melody soltó una risita al ver al ave, Diane le lanzó una mirada al cuervo y este se fue, para mi alivio.
—No tengo nada. —Noté que había subido la guardia un poco.
Eso no era bueno.
—Entonces hablemos de una vez —comenté con una leve sonrisa—. Por lo que veo, tu mamá no está.
—Ja. ¿Y cuándo está esa perra? —renegó entrando a la cocina.
Le hice una muy disimulada señal a Melody antes de entrar también y cerrar la puerta.
—Diane, Diane —ronroneé—. Es pecado que te expreses así de tu madre.
—¿Has venido a sermonearme? —dijo con diversión siniestra, cruzando los brazos.
—No, he venido a pedir una tregua. —Me le acerqué.
—Las treguas no existen para gente como tú.
—Ni como tú entonces. —La hice quedar contra la pared, pero su mirada desafiante no se iba.
—El cielo ya no es para mí, lo sé.
—Creí que no creías en eso.
—Eso no te interesa. ¿Qué hace tu hermana? No deberías dejarla sola, un demonio ronda.
—No me preocupa, convive con el gato.
—¿Por qué quieres tregua? —susurró entre dientes, molesta—. ¿Me tienes miedo? —Se burló, retándome—. Lo vi en tus ojos aquella vez, aquella vez en la que estuve cerca de matarte.
—Ahora mismo estoy seguro que crees que Darky puede matarme, pero mi gato es más poderoso ahora. Como no quiero eliminarte, y no le veo sentido, vengo a pedirte una tregua.
—Te mataré igual —retó.
Pero tan solo un leve movimiento de sus ojos a mi boca me hizo dar con un posible punto débil.
—No, no lo harás —susurré pagándome más a ella—. No puedes. —Sonreí de lado.
—Ja, pareces muy seguro. ¿Acaso es porque tu demonio es poderoso al fin?
—No. No vas a matarme porque te gusto... —Y la besé.
No creí que terminaría haciendo eso pero ya qué, había acertado en mi suposición, debí haberlo sospechado desde antes. Se aferró a mí y besó con fuerza, estaba loca pero besaba bien. Si no hubiera estado mi hermanita afuera haciendo algo importante, hubiera pasado a siguiente base.
—Alex, quiero hacer pis —llamó Melody.
Esa era la señal.
Diane me soltó sorprendida. Me aclaré un poco la garganta.
—Ya voy —le contesté a mi hermana.
—Bueno —habló Diane—. Te daré un tiempo libre, pero no quiero que alguna zorra se te vuelva a acercar —tenía una expresión bastante sombría—, o me imagino que ya sabrás qué le va a pasar.
—¿Ya te crees mi dueña? —Estaba loca sin duda—. Supondrás también que puedo contrarrestar lo que hagas.
Sonrió un poco siniestra, se empinó y me mordió el labio inferior.
—Eso es lo que tú crees —susurró—. Aun no sabes nada.
Me hizo a un lado y salió de la cocina. Salí también y resoplé mientras ella guiaba a Melody al baño.
—Ya se me pasaron las ganas —refutó. Dio un leve respingo—. Oh, creo que ahora sí.
Se dejó guiar finalmente.
De camino a casa, estando ya bastante lejos de la de la loca, le hice a la pregunta a la enana.
—¿Conseguiste lo que te pedí? Que no por nada tuve que hacer cosas raras ahí —renegué.
—¿Qué cosas raras?
—¿Conseguiste o no? —quise saber con impaciencia, deteniéndome de golpe.
Rió feliz y sacó una pequeña bola de pelos.
—Habían varios.
Hice una mueca y ella rió más.
—Ok, dame. —Se la quité y la guardé—. Solo pedí uno, más te vale que no sospeche al ver su cepillo limpio, o el gato se va.
—¡Ayyy nooo! —pataleó.
—Ya calla o no te compro helado.
—¡Helado! ¡Helado! —canturreó feliz.
Ahora solo me quedaba esperar que en verdad no se diera cuenta la loca, o estaría en problemas. Guardaría su bola de pelos para contraatacar en caso de que se le ocurriera hacer algo.
***
Mi madre me había obligado a ir al baby shower del bebé de mi prima. Estaban los primos religiosos, incluyendo al tal Jesús. También la vieja que no me caía bien por haber dicho que mi hermanita tenía problemas sociales.
No me había dado cuenta antes, pero ahora me era fácil detectar la clase de energía de las personas. Y qué horrible, porque me daba cuenta de la negatividad que la gran mayoría cargaba. Herminia, la mujer rara, ella me traía paz con su energía positiva, igual mi hermana. Diane era pesada como su estúpido Darky. Pero había algo distinto ahora.
La vieja, esa vieja, no lograba detectar qué clase de energía tenía.
Me miró con molestia y yo también lo hice. Sin duda esa tenía algo. Era una tía lejana, tenía dinero, y era madrina de mi prima, eso era lo poco que sabía. A nosotros nos iba bien antes hasta que esa mujer apareció, le dio consejos a mi madre y claro, no funcionaron, su matrimonio se vino abajo. Todo en general. Mientras que a ella todo le iba bien, y eso me daba cólera.
—Tía Leti —la llamó mi muy embarazada prima—. Venga a tomarse fotos...
Aproveché que se fue, para salir de la gran sala al jardín. La casa era de ella, el cuchitril donde vivía mi prima no daba para una celebración como esta. Lo que me jodía era que pidieran dinero con la excusa del bebé, dinero más regalo. Carajo, como si uno les hubiera obligado a tener un bebé, como si fuera nuestra culpa. Celebraciones estúpidas, solo esperaba que la comida que dieran valiera la cuota que mi madre había dado para venir.
Respiré hondo. Sentí a Melody cerca.
—Melody, ¿podrías conseguir algún bocadito de la mesa? A ti no te van a decir nada por ser enana, pero si me ven a mí...
—Ay, sí, sí. —Se fue.
Miré al jardín.
—Gato —apareció cerca. Estiré la mano y un poco de su energía negra vino hacia mí—. Descuida, ya iremos de cacería, necesito esto un rato.
La negatividad mega concentrada del gato era única, era acumulación de muchísimos años después de todo, mientras que la negatividad de una persona no solía ser tanta, eso terminaba matándola. Casos como depresión, y hasta enfermedades, eran causadas porque dejaban que la negatividad se les metiera a fondo, como una nube negra que solo te aplastaba día a día.
Las personas no tenían idea de lo poderosa que era su mente, no sabían que ellos mismos podían alimentar sus desgracias, o alejarlas.
Haría un experimento. Si el poco de energía negra se introducía a la vieja, era negativa pero leve, y si se extinguía, era positiva, pues su energía blanca la iba a desintegrar. Consciente de que nadie la veía, la dirigí hacia la tipa, claro que mi intención solo era experimentar. Si se le introducía se la sacaría para que no la enfermara.
Para mi sorpresa, no entró ni desapareció. La mujer la miró y enseguida alzó la vista, me hice el desentendido, mirando hacia la mesa en donde estaba Melody hablando con otro niñito. Ah, con que por eso nunca me trajo lo que le había pedido.
Miré con disimulo, la vieja aun buscaba a algún culpable de forma recatada. ¿Qué cosa era? ¿Por qué no podía detectar qué clase de energía tenía? No me quedaba otra opción más que planear otra visita a la mujer rara Herminia.
Mi prima vino a jalarme para que me tomara fotos con ellos pero me negué, además ella también era regular negativa y no me agradaba ya, estaba empezando a repeler a los negativos, aunque no pudiera hacerlo con mi madre, y no era porque me estuviera haciendo positivo, simplemente ya no los quería cerca.
***
No pasaron muchos días hasta que fui a ver a Herminia.
—Oye, ¿no tienes un segundo nombre? Herminia es bastante raro.
Resopló y se alejó dejándome la puerta abierta para que pasara. La seguí.
—No, no tengo, mala suerte la tuya.
Lucero vino corriendo feliz como todo buen perro a saludarme. Sirio como siempre, solo distante.
—Esta bien, te pondré uno yo —dije mientras le sobeteaba la cabeza al perro.
—Que ni se te ocurra —amenazó Herminia.
—Ya sé, ¿qué tal Jessenia? Combina con Herminia.
Frunció más el ceño aunque trataba de no reír.
—¿A eso has venido?
—No. —Suspiré y dejé al perro para dirigirme al sofá—. Pasó algo raro. —Vino con interés a sentarse en el sillón—. Hace unos días vi a una mujer, y no fui capaz de saber si es negativa o positiva.
—Cómo...
—Últimamente puedo, pero de ella no pude saber. Creí que era por falta de práctica, porque algunos tienen bien marcada la energía pesada, más que otros. Y otros, como tú, que se les siente a leguas su positivismo, aunque hasta ahora no encuentro a alguien que irradie tanta paz como tú, ni mi hermanita. —Rió y negó como si hubiera exagerado—. El asunto es que quise saber y le mandé un poco de energía negativa. —Me preparé para su grito.
—¡¿Que tú qué?! ¡¿Acaso has aprendido a manejarla?!
—En mi defensa puedo decir que no fue intencional.
—¡Sin vergüenza!
—Tenía que salvarla.
Eso la impresionó.
—¿A quién y por qué?
—Luego te digo, escúchame. La energía que le mandé a la señora fue repelida, es más, la miró y empezó a buscar a quien pudiera habérsela mandado.
—Um, no pensé con llegar a toparme con esos...
Me asusté un poco.
—¿Esos qué?
—Dime algo, ¿desde cuándo la conoces? ¿Quiénes son sus amistades? ¿Es muy cercana a ustedes? ¿Cómo les iba antes de que trataran más con ella?
—Eh... —Me arrepentía de no haber tomado nota de tanta pregunta—. Es de dinero y le va bien, siempre. Es una tía lejana. Antes nos iba bien, estábamos surgiendo, pero ella llegó, le dio malos consejos a mi madre, o al menos eso supongo porque... su matrimonio se fue abajo... Pero bueno, puede ser porque mi padre siempre, siempre ha sido un asco.
—Lo sabía, o bueno, parece ser lo que sospecho...
—Qué, dilo ya, mujer, me matas.
Rió.
—Dios, tranquilo. —Tensó los labios—. Puede que sea una chupadora de energía.
Abrí más los ojos.
—¿Qué?
—Chupa energía. Es muy real y muy posible. Absorbe la buena energía que tienen los demás, se rodea de personas que atraen esa energía buena que por ende atrae buenas cosas, es como si tomara la suerte de los demás. Algunos otros incluso pueden dejarte noqueado si te quitan tu energía, te dejan vacío casi.
—No dejó que la negativa se le acercara por eso —medité casi en silencio.
—Si a ustedes les iba bien, estaban surgiendo, pero llegó ella y ustedes cayeron mientras ella surgió, y dices que se rodea de gente de dinero. Tiene mucha lógica.
—Buen, pues dime cómo tomo la suerte que nos robó.
—¿Qué? No.
Fruncí el ceño.
—¿Cómo que no? No es justo lo que hace.
—Ella ya debe sospechar lo que eres, a ti se te nota así como tú lo notas en otros, no creas que no se va a proteger. Lo que ellos siempre evitan es que otro les quite lo que tienen, también evitan a los que manejan energía negra.
Gruñí un poco y me crucé de brazos.
Vi por la ventana a un hombre anciano, dio un par de pasos y nos miró. De un segundo a otro desapareció. Me puse de pie sorprendido.
—¿También lo viste? —preguntó Herminia. La miré con extrañeza—. Lucía igual que mi padre... que murió hace unos años.
—¿Fue su fantasma?
—No... alguna clase de energía tomó su forma solo para venir.
—¿Eso crees?
—Tiene que ser. —No pareció convencida.
—¿No crees que en verdad haya venido a verte?
—¿Por qué lo haría? Él debe estar en alguna otra parte... o mejor dicho, la energía que contenía su cuerpo... En alguna parte del universo.
—¿No crees que haya un paraíso?
—¿Tú lo crees? —preguntó arqueando una ceja.
Me encogí de hombros.
—Si tú no sabes qué nos espera al morir, yo menos.
—Debiste intentar atraparlo, era energía positiva, aunque muy poca.
—Oh rayos. Bueno igual no me hubiera sentido cómodo atrapando a tu padre.
—Ah, ¿y si fuera mujer, sí?
—Um, con un par de alas, lencería fina y traviesa.
Me dio un manotazo en el hombro y solté a reír.
Antes de que me fuera, me advirtió que no le dijera nada a la vieja ladrona de suerte, y claro no iba a decirle nada...
Técnicamente.
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