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Parte 4 - Vamos al Nice Club

Nicol

Me quité el casco negro, aparcando mi motocicleta frente al estudio de tatuajes de Will, en el que Scott y yo trabajábamos ya hacia un tiempo. Empujé una de las puertas de cristal, entrando. Lo primero que tuve a la vista fue a Will acostado sobre el sofá de cuero negro que teníamos en la entrada.

— Terminator — dijo saludándome con una sonrisa.

Dejé mi casco sobre el mostrador, acomodándome en mi puesto.

— Con este calor vas a dejar esos tatuajes pegados en el sofá.

Y es que, si Scott y yo teníamos tatuajes, Will tenía piel en los tatuajes. Hasta el momento el único lugar que le conocía sin tinta era su cara.

— ¿Cómo va la escuela?, ¿ya casi eres doctora? — Preguntó divertido.

Reí.

— See, algo así.

— Ey enana, ven — la cabeza de Scott se asomó por la puerta de su estudio.

— Me voy a dormir, despiértenme si pasa algo — dijo Will, dándome la espalda y acostándose completamente en el sofá.

Sí, ese era nuestro jefe.

Me levanté de mi asiento caminando hasta donde estaba mi hermano.

— No voy a ir a comprar nada — hablé, antes de que él lo hiciera.

Scott me miró.

— Que agresividad — luego me mostro su libreta de diseños — y yo siendo buen hermano.

Me acerqué para mirar mejor.

— ¿Son los diseños que te pedí?

— No, te estoy enseñando mis dibujitos para que me felicites — habló sarcásticamente.

Ignoré su comentario, tomando la libreta para comenzar a verlos.

— ¿Te vas a hacer un nuevo tatuaje Nicky?

Alcé la vista, encontrándome con Will.

— ¿Qué no te ibas a dormir? — le pregunté.

— El chisme es primero — dijo, para luego bostezar.

— No, es para un chico que perdió una apuesta contra mí — hablé, volviendo a mirar las hojas.

Oí su risa.

— Esa es mi Nicky. Consiguiendo más trabajo para el local y humillando gente — rio por última vez, para luego irse.

Sonreí al ver el diseño. Había encontrado al elegido.

— Este — dije mostrándoselo a Scott.

Giró un poco su cuello, para mirarlo, y sonrió igualmente.

— Sí, supuse que ibas a elegir ese.

Me levanté de la silla.

— ¿Lo puedes hacer hoy?

— ¿Y yo qué voy a saber? Tú eres la chica horarios.

Le levanté el dedo medio y fui hasta la computadora, para revisar si tenía algunas citas.

— Pues, tienes una cita hasta dentro de dos horas — sonreí malévolamente — así que sí.

— No se diga más, hay que humillar gente — dijo frotándose las manos con una sonrisa.

Tomé mi celular y busqué el número de Ryan, hasta que lo encontré y lo pulsé. Luego de varios segundos de espera, contestó.

"¿Hola?" — Su voz sonaba como que estaba dormido. Ahh, no podía tener mejor noticia al despertar.

"Ey niño bonito, soy Nicol, te espero en el local de Will, tu tatuaje está listo, ven rápido"

"¿Eh?" — la confusión en su voz era real.

Evité reírme.

"Te envío la ubicación por mensaje, si tardas más de quince minutos habrá otro castigo"

— ¡Y no será sexual! — gritó Scott.

Colgué. El tiempo pasó, y mientras yo veía entusiasmada el reloj, esperando a que Ryan llegara tarde, eso no pasó. Y ahora solo lo veía expectante desde el marco de la puerta, mientras sufría en la silla de Scott.

— ¿Es enserio que no me vas a decir que es? — Preguntó enojado, cubriéndose la cara con su antebrazo.

— Claro — sonreí — cuando termine Scott, lo vas a ver.

Lo único que se escuchaba era a la máquina de tatuajes haciendo su zumbido sobre la costilla derecha de Ryan.

— Juro que si es un pene...

— ¿Por qué piensas que lo peor que puedes tener tatuado es un pene? — Lo miré.

— Además, ya tienes un pene. ¿No sería increíble dos? — habló Scott, molestándolo.

La cara de Ryan estaba roja, y no sé si era del enojo que estaba pasando, o del dolor que era ser tatuado en esa parte. Una hora después, Scott había terminado de tatuarlo.

— Listo guapo — mi hermano sonrió.

Ryan tomó una profunda respiración, quitando el antebrazo de su cara.

— ¿Un pañuelo para la damisela? — Le ofreció Scott.

Pero él solo se levantó de la silla de cuero, caminando directamente al espejo, se movía tratando de descifrar el tatuaje.

—¿Qué carajos dice? — Preguntó, volteando hacia nosotros.

— Niño bonito — contestamos Scott y yo riendo.

Él no seguía mirando, esperando a que solo fuera una broma.

— ¿Es enserio?

— ¿Te lo cambio por el pene? — lo molestó Scott.

Oí la puerta de la oficina de Will abrirse, y se colocó a mi lado.

— Ah, así que tú eres el niño bonito — dijo, girando un poco su cabeza para leer el tatuaje.

Mi hermano y yo no pudimos más, estallando en risas.

— Ven primor — Scott palmeo la silla — vamos a ponerte el plástico protector en lo que la enana de allá te hace tu recibo.

Miré a Will.

— ¿Merezco un ascenso?

Él sonrió.

— Ahora eres jefa de escritorio.

Reí, caminando hacia mi puesto e imprimirle el recibo a Ryan. Lo tomé, y fui nuevamente al estudio de Scott.

— Son mil dólares — pude ver como Ryan abrió enormemente los ojos, bastante asustado — pero como hoy estamos de buenas, y más un descuento. Cien dólares es suficiente.

Se colocó nuevamente su camisa, sacando su billetera y entregándome un billete.

— ¿Tú trabajas aquí?

— No, solo me gusta hacer caridad y venir todos los días — dije, dándole la espalda y guardando el dinero en la caja.

Me miró divertido, él sabía que había hecho una pregunta muy estúpida.

— ¡Vuelva pronto! — Gritó Scott desde su silla.

Ryan borró su sonrisa.

— Ni muerto — dijo para luego salir del local.

Los tres lo vimos hasta que desapareció.

— Sí, bueno. Ya me voy — Will tomó su chaqueta de cuero — le voy a patear el trasero al que no cierre bien mi local — y con eso se fue.

Scott y yo nos miramos mutuamente.

— ¡Safo! — grité primero.

— ¡Safo! — levantó las manos.

Sonreí malévolamente levantándole el dedo del medio.

—Te jodiste.

Él imitó mi sonrisa, levantándome ambos dedos.

— Púdrete enana.

Me senté y empecé con mi trabajo habitual, recibir llamadas y programar citas.

— "Hola, local WILL'S AND TATTOO" — dije atendiendo una llamada.

Luego de algunas horas de aventarme bolitas de papel con Scott, miré el reloj y vi que ya era momento de irme.

— Ni modo, te toca cerrar — tomé mi casco — para la otra sé más rápido — le sonreí a mi hermano.

Piri la otra si mis ripido — habló tratando de imitarme — luego no preguntes quién toma tu moto sin permiso.

Ignoré su comentario saliendo del local y montándome en mi moto para irme directo al departamento, no tenía fuerzas para algo más. Amaba la adrenalina que sentía al momento de conducirla, cada vez que mi mano giraba para aumentar la velocidad era increíble.

Me estacioné en la cochera y bajé de mi motocicleta. Mientras subía las escaleras hacia la puerta, me quité el casco.

— Hey — saludé, abriendo la puerta y dejando las llaves sobre la mesita de la sala.

Kelly estaba sobre el sofá, vestida toda de negro.

— ¿Cómo te fue? — palmeo el lugar a su lado.

Caí sobre el sofá, hundiéndolo un poco.

— Normal — ignoré que había hecho que Ryan se tatuara — ¿Cómo sigues tu?

— Ya tengo un plan — ignoró mi pregunta — y necesito que me ayudes.

Tenía una sonrisa llena de malicia.

— ¿Es peligroso?

— Sí — asentó sin parpadear. Casi me estaba dando miedo.

Suspiré.

— Estoy dentro — sonreí de igual manera.

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Mi único plan para después del trabajo era acostarme en el sofá, cenar cereal y caer completamente dormida, pero ¿qué estaba haciendo ahora. Estaba en la universidad a medianoche, más específicamente en la oficina del rector.

— ¿Ya los tienes Kelly? — pregunté, y volví a asomar mi cabeza hacia ambos lados del pasillo, asegurándome que nadie viniera hacia acá.

— Ya... casi.

Golpeé suavemente la puerta con mis uñas. No tenía miedo de un castigo, sino que mi expediente se manchara y ya no me aceptaran en la...

— ¡Listo! — gritó escandalosamente ella.

— ¡Shhhh imbécil! — le susurré fuertemente.

Kelly sonrió.

— ¿Sabías que el director tiene un gato llamado Michi? — me mostró un portarretratos con una foto.

— Preferiría tener esta conversación en otro lugar donde no nos puedan meter a la cárcel.

El estómago de Kelly gruñó.

— ¿Qué acaso no cenaste? — la miré.

Y antes de que me pudiera contestar, el mío gruñó igualmente.

— Ah no — levanté un dedo — antes de que digas algo, no, yo no cené por venir a ayudar a mi amiga la loca.

— Ni modo, fue lo que te tocó — sonrió, abriendo una ventana.

— Kelly — la llamé, pero ella ya estaba con un pie afuera — ¿qué haces loca? Estamos en un segundo piso...

Y justo cuando acabé de decirlo, ella se lanzó.

Corrí por la habitación, poniéndome de puntitas para mirar por la ventana.

— ¿Kelly? — pregunté.

Y ahí estaba. Había caído sobre un enorme arbusto.

— Todo sea porque el plan salga bien — levantó un pulgar.

Luego de nuestra linda, y nada peligrosa aventura. Por fin estábamos nuevamente en el departamento cenando.

— ¿Le hiciste que se tatuara? — Preguntó Kelly riendo.

— Mhh — asentí.

— A veces siento que tus hermanos son una mala influencia para Ryan — me miró.

— Kelly, mis hermanos son una mala influencia para todos — me metí otra cucharada de cereal a la boca.

— Es que veo a Ryan y... cosita — sonrió — es demasiado tonto.

La miré sin expresión alguna en mi rostro.

— Qué amable eres — reí.

Giré ligeramente mi cabeza, viendo una maceta con rosas.

— Nosotros no tenemos rosas — volteé mirando a Kelly.

Ella me ignoró y siguió cenando.

— ¿Le robaste una maceta a la señora Martines? — entrecerré los ojos, mirándola.

— En mi defensa, me gritó puta por salir a tirar la basura en short — se encogió de hombros.

Podía seguir alegando que no estaba bien que se peleara con una vecina por mil y un razones, y más porque era una persona de casi noventa años. Pero... yo estaba muy cansada y Kelly iba a seguir haciéndolo, así que no tenía caso. Tanto que en algún momento mientras las dos estábamos acostadas en el sofá, viendo una película, caímos rendidas.

Un celular estaba sonando, y ese fue el quién nos despertó.

— ¿Hola? — Kelly tomó su celular, "contestando"

— Es la alarma — se lo quité.

Me quedé un momento viendo al frente, tomando fuerzas para poder levantarme.

— Mierda — dije, al estirar mi cuerpo — no volveré a dormir aquí.

— Hoy no importa tu cuerpo de anciana — sonrió — es un buen día.

Reí y asentí para luego dirigirme a mi habitación. Tomé una ducha rápida y el primer conjunto deportivo que vi.

— ¡Te veo en la cafetería! — grité, tomando mi casco y llaves, saliendo.

Tuve que manejar un poco más rápido de lo normal, porque de lo contrario llegaría tarde a mis clases. La primera hora fue logística. Me gustaba bastante. Y así transcurrieron las demás con normalidad. Y era momento que todo estábamos esperando, bueno, mínimo Kelly y yo: la hora del almuerzo.

— Hey — saludé poniendo el almuerzo de Kelly y mío en la mesa donde estaban todos mis hermanos, y más gente.

Vi que Scott tenía algunas de las porristas a su lado. Genial, más público.

— ¿Y esa sonrisa estúpida qué? — Scott me miró.

Pero antes de que pudiera siquiera decir algo, las bocinas comenzaron a encenderse.

"Alumnos — la voz algo distorsionada de una mujer era la que estaba hablando — quiero darle un reconocimiento y las gracias a un alumno, Scott Miller — Todos voltearon a verlo, y mi hermano tenía una cara, que no dudé otro segundo en sacar mi celular y comenzar a grabarlo — él ha donado dinero a una fundación para personas con herpes genital, nos cuenta desde su propia experiencia que su caso ha sido duro — y las porritas que estaban con él, comenzaron a irse, mientras que los demás no parábamos de reír — gracias Scott Miller por contarnos tu historia, debería de haber más como tú."

Y con eso, las bocinas volvieron a apagarse.

— La voy a matar — dijo Scott apretando los puños sobre la mesa.

Y bueno, no faltó mucho para que Kelly se apareciera.

— Oh Dios — se sentó a mi lado — acabo de oír eso, debes de saber que estamos contigo — hizo como que se limpiaba las lágrimas.

— Eres muy graciosa — mi hermano entrecerró los ojos — ¿segura no trabajas en el circo?

— ¿Yo? ¿por qué? — Lo miró inexpresiva.

— Me las pagaras

— Tranquilo, te quiero a cinco metros de distancia — tomó una manzana, mordiéndola — no quiero que me contagies.

Yo me concentraba en mi almuerzo.

— Y tú fuiste su jodida cómplice — Scott me lanzó una servilleta.

— ¿De dónde sacas eso? — sonreí.

James pasó a nuestro lado, levantando sus palmas para que Kelly y yo le diéramos los cinco, y eso hicimos.

— Anotaré este punto en el tablero — dijo sonriente.

— Imbeciles, muéranse todos — Scott se levantó, yéndose.

Algunos minutos pasaron, y ya había acabado de almuerzo.

— Nicky.

Volteé viendo a Ryan venir hacia acá.

— Bueno, esa es mi señal para irme — dijo Kelly, levantándose — te veo en la casa.

Asentí y con eso se fue.

— ¿Qué tal tu tatuaje? — lo molesté, levantándome igualmente.

— Creo que va mejor que la reputación de Scott — contestó, siguiéndome.

Reí y seguí caminando hacia el gimnasio. Ambos entramos y comencé a ponerme las vendas.

— Pero no debo sudar — dijo apuntando a su tatuaje.

Terminé con la última venda.

— Pues no lo hagas — me miró sin gracia — oye, yo no fui la que no pensó dos veces antes de hacer una apuesta.

Abrió la boca, pero decidió no decir nada.

— Vamos, solo será una clase teórica.

Asintió, poniéndose las vendas y subiendo conmigo al ring.

— Siempre debes de guardar energía, he visto que te desgastas, eres un tanto impulsivo, debes de mirar todos los movimientos de tu contrincante — comencé, mostrándole unos movimientos.

— ¿Para qué?

— Somos seres humanos y tendemos a repetir movimientos.

— ¿Desde cuándo entrenas box?

Fruncí el ceño, confundida.

— Desde los siete — contesté, no dándole importancia.

Ryan bajó la guardia.

— ¿Te molestaban?

Dejé que mis manos cayeran a mi costado.

— ¿Qué?

— ¿Que si te molestaban?, no creo que a los siete años alguien quiera entrenar box si no es por eso — me miró, esperando mi respuesta.

Tomé aire.

— Sí, unos niños de la escuela. Además, vivir con cinco hombres no era fácil. así que creo que aprendí más en casa que en clases — sonreí, recordando las peleas que teníamos mis hermanos y yo cuando éramos niños — ¿y qué hay de ti?

— Desde los diez — me dio una sonrisa de boca cerrada — unos niños me molestaban, pero al contrario de ti, yo no tenía hermanos. así que me las tuve que arreglar yo solo.

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Luego de un día de trabajo lidiando con estúpidos adolescente por fin estaba en casa.

— ¿No me ha llegado nada? — pregunté, revisando el correo.

— Noup — contestó Kelly acostada en la sala.

Asentí.

— Y ¿cómo te fue? — le pregunté a Kelly, ya que ser recepcionista en el gimnasio al cual asistían mis hermanos, no debía ser fácil.

— Bien, aprendí a lidiar un poco más con tus hermanos.

— ¿Recuerdas la primera vez que fuiste a casa? — Pregunté, entre risas.

— Sí — sus facciones se volvieron serias — tus hermanos me ataron a una silla.

— Lindos tiempos — sonreí.

— Aja — dijo, dándome el avión — estoy aburrida y tengo ganas de emborracharme. Vamos al Nice Club esta noche.

Sonreí.

— Seep, llamaré a Patrick para los tragos.

— ¡Eso! — gritó Kelly, yéndose a su habitación — ¡hay que emborracharnos hasta no saber de nosotros!

Yo caminé hacia la mía mientras hablaba con Patrick y le explicaba nuestro plan y claramente accedió.

Luego de colgar la llamada, comencé a arreglarme. Normalmente no era de usar vestidos, ya que desplazarse con ellos en motocicleta no era lo más cómodo del mundo. Pero esta vez íbamos a ir en la camioneta de Kelly, así que tomé uno negro de mangas largas ceñido al cuerpo. Realmente me gustaba cómo se veía en mí. Tomé unas mallas de red y unas botas cargo.

— ¡Ya casi estoy lista! — grité mientras me maquillaba para así apresurar a Kelly, porque sino lo hacía ella podía durar horas arreglándose.

Arreglé mi cabello en una trenza, dejando algunos mechones de mi pelo castaño afuera.

— ¡Terminé! — avisé, tomando mi bolso.

Kelly salió de su habitación, también usando un vestido. Y había que decirlo, realmente le sentaba de maravilla.

— Se me ve un culazo — dijo, lanzándome las llaves.

Reí y asentí. Ambas nos montamos en su camioneta. Manejando hasta el bar. Al llegar, notamos que casi no había gente, y eso era más que perfecto. Tomamos asiento en la barra, esperando a que nuestro acompañante llegara.

— Hola chicas — Y Patrick por fin había aparecido — yo digo que hay que ir a una mesa.

Miré a Kelly y ambas asentimos.

— Pues ya que tú pagas, aceptamos — dijo mi amiga, sonriente.

Era una mesa con sillas algo altas.

— Hey— llamé al bartender — ¿podrías traernos una ronda de shots por favor?

— A su cuenta - dijo Kelly señalando a Patrick.

Mi amigo me miró.

— Iniciamos fuerte — habló divertido.

Luego de que el chico trajera nuestros tragos, cada quién tomamos uno.

— Y ese milagro que veo a Nicole Miller en vestido.

Reí.

— Cállate idiota — dije y todos nos tomamos el shot.

Los tragos seguían llegando a nuestra mesa, y ya comenzaba a alegrarme

—El Nice Club — comenzó Patrick y me dio otro shot, al igual que a Kelly. Los tres chocamos nuestros vasitos y nos los bebimos — ¿por qué?

— Bueno, quiero emborracharme sin toparme a mis hermanos.

Él rió.

— ¿Y tú piensas que aquí no vienen?

— Es un bar más caro que a los que suelen ir, así que tendrían que echarlos de todos para que escojan este — dijo Kelly.

La música cambió y cerré los ojos.

— ¡Esa es mi canción! — gritó mi amiga, y como lo estaba esperando, me tomó de ambas manos sin escapatoria — ¡vamos a bailar!

Negué con la cabeza.

— Soy una tabla para eso — dije, mirando a Patrick, esperando que me salvara.

Pero él ya estaba riendo con una chica, sin prestarnos la más mínima atención.

— Mierda — dije, cediendo.

Ambas nos dirigimos hacia la pista con nuestras bebidas. Me tomé hasta el fondo de ella, mientras bailaba con mi amiga. Las canciones pasaron y siguieron pasando hasta que sentí como mis pies empezaban a doler.

— Hola — dijo alguien a espaldas de Kelly.

— Hola Scott — habló ella, sonriendo.

Ay no, mierda. ¿por qué?

— ¿Cómo va tu herpes?

— Todo ben gracias por preguntar — mi hermano le sonrió — espero no habértelo pegado.

— Ay, que tierno, pero tranquilo. Déjame te explico que para que pueda suceder eso, tu... — le dio una mirada a sus pantalones — eso, tendría que tener la suerte del mundo para poder tener algo que ver conmigo.

— Ehh... yo me voy de aquí — dije, caminando nuevamente hacia la mesa.

Pero alguien me tomó de la muñeca, volteé viendo a Ryan con una sonrisa.

— ¿Qué pasa Ryan? — dije amablemente.

Me tomó de la cintura, pegándome a él.

— ¿Quieres bailar?

— ¿Qué?

Me colocó un mechón de pelo detrás de mi oreja.

— Te ves muy bonita.

— Oye — Me zafé de su agarre — creo que estas confundiendo las cosas. Agradece que no te parto la cara.

Y sin más qué decir caminé hacia la mesa. ¿Qué mierdas le pasaba? ¿por qué no le partí la cara? Si hubiera sido otro tipo cualquiera que simplemente se me acerca, no lo hubiera dudado ni por un segundo. Pero ¿por qué mi corazón latía tan de prisa?

— ¿Tan rápido? — dijo Patrick, divertido.

— Ah, ahora sí nos prestas atención.

Él levantó las manos, inocente.

— Cuando el clan Miller se aparece es imposible no prestar atención.

Ignoré su comentario y comencé a mirar hacia la pista.

— ¿Y Kelly?

— Ahí viene — apuntó con la barbilla hacia un montón de gente.

Y ahí estaba una Kelly hecha una furia con Scott detrás de ella.

— ¡Ya te dije que te vayas, mierda! — Gritó ella plantándosele a Scott enfrente.

Había que admitir que se veían muy graciosos, mi hermano era una persona bastante brumosa y mi amiga era todo lo contrario.

Kelly se sentó frente a mí.

— Dame eso — me quitó mi trago.

— Oye, yo no soy mi hermano — la miré.

— Hola hermanita — Y ahí estaba, poniéndose al lado de Kelly pasándole el brazo detrás de los hombros.

Kelly rodó los ojos.

— Mocosa — James me dio un ligero empujoncito.

— ¡Ey Nicky! — Allen tomó uno de los shots de la mesa.

— ¿Es el vestido que te regalé en tu cumple? Está lindo — Carter sonrió.

— ¿Por qué tan peinada? — Dean tomó mi trenza.

— Excelente — golpeé su estómago — reunión familiar — le quité mi bebida a Kelly, dándole un trago.

—Nicol — Ryan vino con nosotros.

—¡Ryan!, siéntate — lo invitó Allen.

— ¿Qué mierdas? — me levanté de mi silla — solo vinimos a pasar la noche Kelly y yo, y ya terminamos con una reunión familiar más Ryan.

— Oye, si querías que nos fuéramos solo tenías que decirlo — Dijo Allen.

— Fuera — apunté hacia la puerta.

— Lo siento, tardaste mucho en responder — me sonrió.

— Váyanse todos a la mierda — dije tomando mi bolso

Kelly me imitó levantándole el dedo corazón a Scott, y ambas salimos al estacionamiento.

—Ey, Nicol, ¿podemos hablar? — habló detrás de mí.

— ¿De qué quieres hablar?

— Te espero en el auto Nicky — Dijo Kelly, yéndose.

Volteé hacia Ryan.

— ¿Y bueno?

— Oye, perdón por lo de hace un rato.

— Ryan, no me estas entendiendo. Me agradas como persona, pero nada más de ahí.

— ¿Tú crees que no me he dado cuenta de eso?, pero no quiero cagar mi... ¿amistad?, contigo o lo que sea que me consideras. No quiero joder eso Nicol, lo siento.

Suspiré, mientras oía como Kelly hacia sonar el claxon hasta morir.

— ¡Nicky, apúrate, mierda! — Gritó Kelly desde el auto

— Buenas noches, Ryan — dije, yendo hacia el auto.

Ambas nos quedamos en silencio, estábamos procesando todo lo que había pasado esta noche. Cada quién con su historia.

— Oye, mañana es la noche en familia con mi padre — dije, rompiendo el silencio —¿piensas ir?

— Si por mi fuera no iría, pero extraño a tu padre — hizo un puchero — y sus historias, pero tus malditos hermanos lo joden todo.

Reí.

— Sabes que los amas — dije tocándole el cachete

— Voy a chocar — me miró — y ni de broma. además, el maldito de Scott es un imbécil, todos los demás no lo son tanto.

— Ellos te aman — Evité decir algo más.

Y era cierto, Kelly había estado tanto tiempo con nosotros que ya todos la considerábamos parte de la familia.

                                                                                         ~~~~~~~~~~...............~~~~~~~~~~

Unos putos zumbidos no me dejaban dormir.

— ¡Kelly apaga tu puto teléfono!

— ¡Es tu maldito hermano que no deja de joderme!

—¡Pues ya cásate con él o cógetelo, pero déjenme dormir!

— ¡Muerte!

Minutos después alguien estaba tocando nuestra puerta. Suspiré resignada a que no iba a poder dormir, cuando me levanté para abrir, vi que Kelly ya estaba en la puerta.

— ¿Qué carajo haces aquí Scott? — Preguntó Kelly, enojada.

Entrecerré mi puerta para que no me vieran, pero lo justo para ver.

— Te viniste enojada del bar y no me contestabas los mensajes, pensé que te había pasado algo — dijo y desde aquí, pude ver sus ojeras.

— Agh, ¿y eso a ti en qué mierdas te afecta?

Uh, esta mierda se ponía buena.

— Vamos Kelly, sabes que me importas — metió sus manos en los bolsillos de su pantalón.

— No — mi amiga cruzo los brazos sobre su pecho — no lo se.

— ¿Ah no? — preguntó con una sonrisa maquiavélica y supe que estaba a punto de hacer una idiotez.

Tomó a Kelly de la cintura y con su otra mano la retuvo de la nuca, besándola. Los segundos pasaron y yo estaba con los ojos más abiertos que los de mi amiga.

Ambos se separaron.

— ¡Eres una puta bestia, imbécil! — Gritó Kelly lanzándole revistas.

Vi la sonrisa de satisfacción de mi hermano al irse, mientras esquivaba las cosas que ella le lanzaba.

— Nos vemos mañana Kelly — Se despidió y oí el ruido de su motocicleta irse.

— ¡Eso si no te corto las pelotas!

Supe que se había ido cuando Kelly cerró la puerta de un fuerte azotón.

— ¿Y tú qué mierdas miras? — entró a su habitación, también cerrando la puerta fuertemente.

Levanté las manos.

— Nada.

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