Capítulo 1 - Feliz cumpleaños, pedazo de idiota
Bastian revisó nuevamente todas las bolsas de compras y se dio prisa en correr hacia el Roll Royce parqueado ante la tienda. Una vez que logró acomodarse en el interior del vehículo y le informó a su chofer a dónde habían de dirigirse, marcó un número en su teléfono y esperó unos segundos:
_ No fuiste a clases._ dijo una voz seca del otro lado de la línea.
_ Ya me darás los apuntes luego. Acabo de hacer las compras para lo de esta noche.
_ ¿Sigues con la idea de celebrar el cumpleaños de tu novio? Pensé que habías renunciado a ello luego que te dijo que quería pasar una noche tranquila en casa, solos tú y él.
Bastian entornó los ojos. Odiaba cuando su amigo Dylan lo llenaba de reproches y le hablaba como si fuera su propia madre. Sosteniendo el teléfono con la cabeza y un hombro, revisó nuevamente el interior de las bolsas para ver si estaba todo lo que necesitaba para esa noche:
_ ¿Puedes dejar de sermonearme, Dylan? Pareces mi madre.
_ Me halagas con la comparación, teniendo en cuenta que tu madre es una dama refinada, elegante y muy metódica.
_ Escucha, solo te llamé para recordarte que les digas a los chicos que vengan al departamento de Douglas en cuanto acaben la última clase. Necesitaré toda la ayuda posible. Quiero que esta noche sea perfecta. Un cumpleaños que Douglas no pueda olvidar jamás.
_ ¿Siquiera le dijiste que le harás una fiesta en su casa?
_ ¡Dylan! ¡Es una fiesta sorpresa! ¿Cómo crees que voy a decirle que le estoy preparando una celebración por su cumpleaños? ¡Si lo hiciera, ya no sería sorpresa!
_ ¿Te dije ya que no me gusta para nada esta idea tuya?
Bastian reprimió un bufido:
_ Si, Dylan. Ya me lo has dicho en más de una ocasión. Y también Anthony, Chris y Jackie. Ya sé que Douglas nunca les ha caído bien, pero ¿podrían hacer a un lado ese rechazo absurdo y ayudarme para que logre prepararle algo muy especial a mi novio esta noche por su cumpleaños? ¿Por favor?
Casi percibió la expresión de Dylan, sin verla siquiera. De seguro estaba torciendo sus gruesos labios y volteando los ojos. Su voz sonó cansada al decir:
_ De acuerdo, te ayudaremos... ¿Dónde estás ahora mismo?
_ En el auto, rumbo a su departamento.
_ ¿Y si aparece de momento?
Bastian consultó su reloj de pulsera:
_ Oh no, no hay peligro. En estos momentos está en una sesión de fotos. Eso le tomará todo el día.
_ Bien. Voy a buscar a los demás y en breve estaremos contigo.
_ ¡Por eso te quiero tanto, Dylan!_ sonrió Bastian.
_ Ya, no necesitas ser tan lambiscón. Yo también te quiero, y sabes que siempre te ayudaré en lo que sea, aunque signifique ser tu padrino el día que decidas casarte con ese pedazo de idiota que tienes por novio.
Bastian soltó una risita. Se despidió y arrellanándose en el asiento, dejó escapar un suspiro profundo.
Douglas y él llevaban cerca de un año de noviazgo. Seguía sin entender por qué sus amigos continuaban sintiendo aquella especie de aversión por su novio. Douglas era alguien encantador. Hasta la fecha, era el novio más guapo que Bastian había tenido en sus veintitrés años de existencia. Y también su relación más larga. Hasta que Douglas llegó a su vida, su estatus amoroso fue un entrar y salir de relaciones tóxicas que acababan hundiéndolo en un mar de depresión del que salía afortunadamente con la ayuda de sus mejores amigos. No entendía por qué los tipos con los que se involucraba acababan siendo unos imbéciles incapaces de comprometerse y establecer una relación seria. Los hombres gais parecían más interesados en follar libremente, y no se molestaban en ocultar su fobia por el compromiso, por el romance. Agh... Si Chris pudiera leer sus pensamientos ahora mismo le diría que dejara de ser tan ridículamente soñador.
Pero Douglas llegó afortunadamente a su vida, a pesar de lo que dijeran Dylan, Anthony y Jackie, dando por cierto que era Douglas quien debía sentirse afortunado de estar con alguien como él, y no al revés. Se habían conocido en un club, en una de esas tantas noches en que sus amigos lo habían arrastrado de fiesta para superar al último idiota de turno que le había destrozado el corazón.
Ah, lo recordaba bien. El imbécil aspirante a músico, con mal aliento y pésima higiene. Lo encontró engañándolo con otro mediocre con ínfulas de Mozart. Lo echó a la calle y arrojó toda su ropa y sus pertenencias por el balcón, incluyendo sus preciados instrumentos musicales.
Mas, ni así logró sentirse mejor, y estuvo varios días encerrado en su departamento, embutido en la cama, llorando y lamentándose por ser tal desafortunado en el amor, dando por hecho que su destino en la vida sería envejecer solo. Pero una vez más, sus chicos, sus amigos, acudieron al rescate, y tras beberse cerca de cinco botellas del vino más caro que pudieron comprar y devorar toda una cubeta de helado de chocolate mientras se desahogaban escuchando canciones de Madonna y Cher, pusieron en práctica el único remedio infalible para superar una ruptura: salir de fiesta.
Y fue esa noche, en aquel club de moda que estaban frecuentando desde hacía varias semanas, que Bastian tropezó accidentalmente con Douglas, aunque luego daba por cierto que no había sido un accidente, sino obra directa del destino. Fue pasión y amor a primera vista, o eso se repetía constantemente.
Por aquel entonces, Douglas, quien era modelo, estaba protagonizando una campaña publicitaria para la Calvin Klein, y había imágenes suyas en ropa interior circulando por toda la ciudad. Era imposible apartar los ojos de aquel cuerpazo musculoso y bronceado, y del bulto enorme tras los calzoncillos blancos.
Bastian cayó derretido esa misma noche en los brazos de Douglas, a quien no pocos en el club querían llamar su atención. Pero Douglas solo tuvo ojos para Bastian y nadie más.
Al día siguiente, Bastian despertó en el apartamento del joven modelo, desnudo en su cama, y cayó en la cuenta de lo ocurrido. Había pasado la noche con un completo desconocido, lo cual era algo bastante impropio viniendo de él, quien nunca se iba a la cama con alguien al menos hasta después de la tercera o cuarta cita. Pero Douglas había logrado sacar a flote su lado más salvaje. Y vaya si lo había hecho... No recordaba haber tenido un sexo tan espectacular como el de la noche anterior. Fueron dos sesiones, y cuál de ellas más intensa que la otra. Pero era el momento de volver al mundo real. Antes de que Douglas le pidiera amablemente que se marchara, prefería mantener intacta su dignidad pisoteada tantas veces y largarse por voluntad propia, llevándose, eso sí, el dulce recuerdo de haber compartido una noche verdaderamente apasionada con un hombre con el que solo habría soñado alguna vez con intimar.
Casi estaba a punto de salir de la cama y vestirse para salir corriendo, cuando Douglas entró a la habitación portando una charola con desayuno para dos. Aquella fue como una señal de los cielos para Bastian. Jamás ninguno de los imbéciles con los que se había involucrado en el pasado, había tenido semejante detalle para con él. Todos eran, en palabras de Dylan, o bien unos narcisistas arrogantes, o unos incapacitados emocionales, o en el mejor de los casos, unos completos estúpidos descerebrados con más pollas y culos que sentido común en sus cabezas.
Pero Douglas no era así. No era simplemente un tipo súper guapísimo, sino también todo un caballero lleno de detalles. Y el sexo... ¡Oh-por-Dios! Era sexo con él era genial, no se cansaba de repetirlo. Hasta entonces, Bastian creía haberlo experimentado casi todo en el arte de follar, pero con Douglas, sentía que estaba realmente a otro nivel.
Durante el primer mes juntos, todo pareció ir normal, incluso sus amigos estaban felices por él, y solo él era capaz de asimilar el hecho de que sus amigos siempre tenían algo malo que señalar en cualquiera de sus conquistas, aunque igual no dejaron de manifestarle lo preocupados que estaban con el hecho de que ya hubiera superado al musiquillo mediocre y estuviera enamorado del modelo con tanta rapidez:
_ Deberías ir más despacio._ le aconsejó Dylan frunciendo sus tupidas cejas negras._ Creo que vas demasiado aprisa con ese tipo. Apenas llevan un mes saliendo.
_ Un mes y quince días._ especificó Bastian.
_ Exactamente,_ intervino Jackie con acritud._ A estas alturas me imagino que ya debes tener planificada la canción que bailarán juntos el día de la boda.
_ ¿Qué? ¡Nadie ha hablado de boda! No exageren.
_ Te conocemos, papacito._ suspiró Anthony con aburrimiento._ Te tomas demasiado en serio las relaciones desde el comienzo. Por eso la mayoría de los tipos con los que te involucras acaban huyendo asustados.
_ ¡Ay perra, no se lo digas así!_ se lamentó Chris con una mueca de horror.
_ ¿Por qué no? Ya es hora de que alguien se lo diga de una vez. Y nadie mejor que nosotros, sus amigos. Nunca tendrá una relación estable si ya desde la segunda cita quiere que se muden juntos y adoptar un perro hasta que decidan buscar un vientre de alquiler para tener un hijo humano.
Bastian comprendía la preocupación de sus amigos, y por eso no se molestaba con ellos cuando lo abordaban de aquella manera, aunque tampoco era que disfrutara siendo sermoneado por ellos, soportando como le restregaban sus defectos en la cara, aunque lo hicieran con la mejor de las intenciones.
En algo tenían razón. Estaba tan desesperado por amar a alguien y que ese alguien igualmente lo amara, que se dejaba llevar demasiado pronto por la ilusión y el entusiasmo. Pero algo le decía que su búsqueda y su espera habían acabado desde el momento en que Douglas y él se conocieron.
Douglas tenía veinticinco años, y estaba realmente volcado de a lleno en su carrera en el modelaje, pero igual se comportaba como un novio cariñoso y apasionado, aunque también tenía sus manías, y fueron estas manías las que comenzaron a despertar el desagrado en los amigos de Bastian.
Douglas podía ser verdaderamente incisivo con la cuestión de la ropa. Bastian y sus amigos se consideraban personas gais con un gusto exquisito por el buen vestir, y de hecho, siempre lucían extremadamente elegantes en todo momento y les encantaba la alta costura. A eso se sumaba que los cinco estudiaban en el Fashion Institute of Technology, la escuela de modas y diseño más prestigiosa del país. Habían sido más que afortunados al ser admitidos los cinco. Aunque el hecho de pertenecer a prestigiosas familias que se desenvolvían en el mundo de la moda, también había influido en gran medida.
Pero Douglas parecía no estar impresionado con esto, y acostumbrado a vestir y disfrutar de lo último que salía en el mercado, y de estrenar costosas prendas provenientes de las mejores marcas de ropa, llegó en varias ocasiones a criticarlos duramente por las combinaciones de prendas o sus estilos de vestimenta. Con Bastian era incluso tajante en no pocas ocasiones, haciéndole cambiar de vestuario por considerarlo poco elegante o anticuado.
También era exquisitamente selectivo con la comida, cuidando metódicamente su dieta de alimentación. Cero carbohidratos, azúcares y grasas. Solo proteínas, vegetales y frutas. Y su rutina en el gimnasio era sagrada. Casi lo más sagrado que tenía en su apretado horario y que no violaba a menos que fuera por cuestiones laborales muy justificadas. Tenía un personal trainer, llamado Phil, y cada orden que Phil le diera, era acatada sin ninguna discusión. A veces, Bastian llegaba a creer que Douglas le prestaba más atención a Phil que a él mismo, y que su respeto y admiración por el hombre resultaban un poco exagerados. Pero eran solo pensamientos pasajeros que desaparecían de inmediato y que jamás se atrevió a compartir con su novio por temor a que fuera a molestarse por ello.
A los tres meses de estar saliendo, Bastian se llenó de valor y le sugirió a Douglas que vivieran juntos. Bastian tenía su propio apartamento, que le habían regalado sus padres cuando matriculó en la escuela de modas y diseños, por lo que dejó a libre elección quién podía mudarse con quién. Pero Douglas declinó amablemente el ofrecimiento, alegando que aún era muy pronto para tomar una decisión semejante, pero que más adelante podrían valorarlo. Aún así, quizás para que el chico no se sintiera tan mal, le facilitó una llave para que fuera siempre que quisiera. Bastian se sintió feliz y honrado por el detalle, y aunque no fue la respuesta que deseaba escuchar, igual aceptó el obsequio y se propuso ser el mejor novio posible para que Douglas no quisiera dejarlo nunca. Su amor y pasión por el modelo se hicieron aún más intensos a partir de ese momento.
Sin embargo, las antes mencionadas manías y otras facetas de Douglas, muy pronto despertaron un abierto rechazo por parte de Dylan, Jackie, Anthony, e incluso, del propio Chris, quien era tan simplón que parecía incapaz de detestar a alguien en el mundo. Y es que Douglas realmente llegaba a creerse en ocasiones que era una especie de superestrella, demasiado imbuido en su rol de súper modelo mega famoso, de tipo guapetón cuya elegante y envidiable figura podía apreciarse en gigantescas pantallas en céntricas avenidas, vallas publicitarias e incluso, en el transporte público, luciendo su gallarda figura en ómnibus y taxis.
Mientras Bastian estaba cada vez más ilusionado y enamorado, sus amigos se volvían cada vez más desconfiados y desagradables con Douglas, al que ya no se molestaban en rechazar abiertamente, a pesar de los infructuosos intentos de comportarse y fingir ser amables cuando Bastian estaba acompañado del insoportable modelo.
Dylan aseguraba que Douglas no era tan perfecto como Bastian lo creía. Y estaba casi seguro de que ocultaba algo turbio.
Jackie manifestaba lo mucho que le encantaría golpearlo en su perfecto y siempre sonriente rostro:
_ Me molesta ver su hermosa y perfecta sonrisa falsa._ gruñía en voz baja._ Me encantaría borrársela de la cara a fuerza de puñetazos.
Anthony, más desenfadado y divertido, tenía el criterio de que todo en Douglas era tal vez demasiado sobrevalorado:
_ Y no tiene tanta pinta de ser tan bueno en la cama como asegura Bastian.
En cuanto a Chris, su opinión con respecto al asunto en cuestión se resumía a que Douglas era realmente hermoso, follable y que de no ser porque se trataba del novio de una de sus mejores amigas, no dudaría en convertirse en su esclava sexual. Pero así y todo no podía perdonarle el que se hubiese burlado en una ocasión de un conjunto de pantalón y chaqueta de Chanel, catalogándolos de anticuados y poco elegantes:
_ Jamás olvidaré semejante ultraje a mi persona y mucho menos a la Casa Chanel._ manifestó Chris en un dramático arranque de dignidad herida.
El lujoso auto se detuvo ante el elegante edificio en el que residía Douglas y Bastian descendió del vehículo tras decirle al conductor que no le esperara. Acarreando todas las bolsas, sonrió ampliamente. Había un Porshe de color azul metálico estacionado junto a la acera, y recostado al vehículo, estaban cuatro jóvenes que se irguieron al verle:
_ Un poco de ayuda me vendría bien._ dijo Bastian alzando las bolsas._ ¿Hace cuánto que están aquí?
_ Llegamos no hace mucho._ respondió Anthony quitándose unos cascos de las orejas y golpeando suavemente a Chris, que estaba demasiado entretenido haciéndose selfies en poses realmente escandalosas y provocativas.
El chiquillo lanzó un chillido y corrió hacia Bastian, abrazándolo cariñosamente:
_ ¡Hola perra! ¡Me encantan las fiestas! ¡Lástima que esta sea para el grosero de tu novio! ¿Habrá una orgía esta noche?
_ Chris no hables así de mi novio. Además, Douglas no es grosero. Es la persona más decente y respetuosa que conozco... Y no, no habrá orgías.
_ Pues si tu novio es la persona más decente en tu opinión, entonces debes conocer a muy pocas personas._ musitó Jackie con una mueca. Anthony reprimió una risita.
_ Excuse moi._ chilló Chris._ Cualquiera que se atreva a insultar a la prestigiosa Casa Chanel, no es solo un grosero, sino un criminal que merece la pena máxima.
_ Ya deja de ser tan dramática, Chris._ gruñó Jackie tomando algunas de las bolsas de Bastian, a quien preguntó seguidamente._ ¿No hay peligro de que el indeseable aparezca y descubra tu plan?
_ Seguro._ respondió Bastian ignorando la manera en que su amigo se había referido a su novio._ Estará todo el día fuera, posando para las cámaras.
_ ¿Y en serio no sospecha lo que le estás preparando?_ preguntó Dylan enarcando una ceja mientras revisaba las otras bolsas que había tomado.
_ Para nada. He sido muy cuidadoso.
_ ¿Cuidadoso? ¿Tú? ¡Por favor!_ se burló Anthony._ Tu cara dice claramente que te traes algo entre manos, y si él no se ha percatado, entonces mis sospechas son ciertas y es un completo pendejo con la cabeza demasiado metida en su precioso culo.
_ No sabes si su culo es precioso._ gimió Chris con un puchero._ Y aunque no nos agrada es algo que realmente quisiéramos comprobar. Todas nosotras.
Bastian entornó los ojos y resopló:
_ Oigan, no los hice venir para que se explayaran hablando mal de mi novio. Ya entendí. Sé que no les agrada, y me duele que sea de esa manera, porque Douglas es importante para mí y me gustaría que compartieran mi felicidad. Pero necesito que me ayuden en esto. Él y yo casi llevamos juntos un año, y no sé por qué pero sospecho que pronto me hará la pregunta.
_ ¿Qué pregunta?_ preguntó Dylan con recelo.
_ No puede ser._ masculló Jackie con una mueca.
_ ¿Acaso crees que...?_ comenzó a decir Anthony pero Chris se le adelantó, sacudiendo las manos con emoción, dando saltitos y chillando.
_ ¿Crees que te pida matrimonio, perra?
_ ¡No!_ negó Bastian con una sonrisa, aunque su cara expresaba claramente que nada le haría más feliz._ Que nos mudemos a vivir juntos.
Chris pareció decepcionado, pero en cambio los otros respiraron con alivio, aunque igual intercambiaron miradas de complicidad. Dylan tomó entonces la palabra:
_ Muy bien, prometemos no volver a cuestionar, criticar o insultar al idiota de tu novio... Perdón, a tu novio.
_ ¿En serio lo prometen?_ preguntó Bastian no muy convencido.
Dylan asintió y miró a Anthony, quien ejecutó un saludo militar. Chris por su parte asintió con énfasis. Los cuatro se giraron al mismo tiempo hacia Jackie, que guardaba silencio. El joven volteó los ojos y largó un poderoso suspiro:
_ OK, ya. No me miren así, prometo no hacer ningún comentario acerca de Douglas El Hermoso.
Bastian hizo un sonido de ternura y abrazó a los cuatro a la vez:
_ ¡Ay chicos en serio los amo! ¡Y sin importar que Douglas sea parte de mi vida, ustedes siempre serán mi familia, mi mayor bendición!
Los cinco se dirigieron hacia la entrada del edificio. El portero, un sujeto joven y robusto, al verlos aparecer y reconocerlos pareció ponerse pálido, sobre todo al reparar en Bastian. Solamente bajó la mirada y apenas respondió al saludo del joven, quien le anunció amablemente que prepararía una fiesta sorpresa por el cumpleaños de Douglas, que se celebraría esa noche y al que esperaba su asistencia. Jackie lanzó una mirada suspicaz al sujeto antes de preguntar en voz baja a Bastian:
_ ¿Y él qué tiene? ¿Qué le pasa? Luce bastante nervioso.
_ Ni idea._ contestó Bastian con un mohín.
_ OK perras,_ chilló Chris aglutinándolos ante el elevador y enfocando su teléfono móvil._ todas posen, sonrían, y digan: Verga.
_ ¿Por qué debes ser tan ordinaria?_ se quejó Dylan con una mueca y así quedó plasmado su rostro en la fotografía.
_ ¿Y qué tienes pensado para esta noche, papacito?_ quiso saber Anthony apretando uno de los botones del panel.
Bastian les explicó en breves palabras la idea general de la celebración. La última campaña de publicidad protagonizada por Douglas era acerca de un perfume, y quiso hacer énfasis en ese concepto. Con ellos, una pareja de ancianos también abordó el ascensor. Mientras ascendían, y a pesar de los insistentes gestos de Bastian para que no lo hiciera, Chris, con aspecto juguetón, puso música en su teléfono, y al momento los otros cuatro estaban canturreando y bailando al ritmo de Ray of Light, de Madonna, provocando la incomodidad de la pareja:
♪...And I feel like I just got home
And I feel...
And I feel like I just got home
And I feel...♫
El matrimonio pudo escapar en cuanto tuvo oportunidad, y la mujer, volteándose hacia los cinco jóvenes, masculló:
_ Pervertidos desvergonzados.
_ Gracias por el cumplido abuela._ sonrió Anthony y soltó una carcajada grotesca mientras Chris saltaba sobre él, colgándose de su cintura y se inclinaba completamente hacia atrás, mostrándole la lengua a la pareja, que se alejó indignada por el pasillo, rumbo a su departamento.
_ ¿Acaso se volvieron locos?_ protestó Bastian._ No pueden ir molestando a los inquilinos de esa manera. Podrían meterme en un lío. Lo que es peor, podrían meter a Douglas en un lío.
_ Ya cálmate papacito._ se rió Anthony._ Estamos preparando una fiesta ¿No? Pues vamos a divertirnos desde este mismo momento.
Bastian quiso imponerse y mostrar madurez y autoridad, pero le resultó imposible. Al final acabó uniéndose a ellos y bailando y cantando a ritmo de Madonna.
Se conocían desde niños, y desde ese entonces habían sido los mejores amigos inseparables. Más que amigos, eran como familia. Los primeros habían sido Bastian, Dylan y Chris, los únicos chicos afeminados del internado de élite en el que se habían conocido y en el que habían armado una especie de fraternidad para muchachos sensibles, amantes de la moda y enemigos de los deportes y la falta de modales o encanto. Más adelante, se les unieron Anthony y Jackie, que si bien no lucían tan gais, igualmente se descocaban por los chicos guapos.
Dylan Clarke era el más cercano a Bastian, y a veces, o bueno, siempre, era una especie de figura paterno-maternal dentro de la pandilla, preocupándose por todos y cada uno, tratando de ser la voz de la conciencia de sus amigos cuando estos parecían perdidos. Era un chico negro con un abundante y ensortijado afro en la cabeza. Tenía unos ojos color café muy expresivos, y una boca amplia de gruesos labios. Su familia era propietaria de un muy prestigioso salón de belleza entre las élites afroamericanas. En su vasta y exclusiva clientela, destacaban importantes figuras públicas, incluyendo reconocidísimas estrellas de la farándula, como el caso de Beyoncé, Jennifer Hudson, Halle Berry y Whoopy Goldberg. Incluso, en una ocasión, la mismísima ex Primera Dama, Michelle Obama, había sido cliente del salón. Además tenían varias tiendas de alta costura, con estilos muy personalizados basados en la cultura africana. Dylan gustaba vestir ropas de colores fríos, y era bien conocida su afición por las bufandas y los suéteres con cuello de tortuga. Ah, y también por las marcas Gucci y Prada, sus favoritas.
Jackie era un chico de facciones asiáticas. Su familia, procedente de Taiwán, también se movía en el mundo de las modas, siendo propietaria de un gran negocio de confección de telas, pieles y otras texturas. Eran muy prestigiosos y sus servicios bastante demandados, aunque igualmente eran criticados y temidos, ya que se rumoraba que el señor Chen se movía en ciertos sectores del bajo mundo, y que sus negocios no eran sino tapaderas de otros oficios más turbios y oscuros.
De los cinco, Jackie era considerado el más lindo, con sus rasgados ojos oscuros cargados de misterio y su cabello tan negro como la noche. Era el menos afeminado y el más malhumorado también. Su estatura era imponente, siendo el más alto, y tenía un envidiable cuerpo de atleta por su constante práctica de deportes y ejercicios físicos que lo mantenían en forma. Jackie era también el más propenso a enojarse, sobre todo con cuestiones respecto a su nombre. Una de las cosas que más odiaba el joven, era el haber tenido que soportar desde pequeño, constantes burlas acerca de su apellido. Su nombre completo era Jackie Chen, pero desde siempre, los otros niños lo llamaron Jackie Chan, como el afamado actor de las películas de artes marciales. Jackie acabó odiando al actor, su nombre y apellido, y a todo aquel que se atreviera a bromear al respecto. La última persona que se atrevió a mofarse y emplear el odiado apelativo, casi acabó en el hospital. Ah, e igualmente, detestaba que le dijeran que se parecía a un BTS.
Bastian y los otros eran extremadamente cuidadosos en lo que al nombre de su amigo se refería, y el chico en verdad era bueno peleando, no solo por todo el rigor físico del que gozaba su cuerpo, sino porque desde pequeño había aprendido a dominar el kárate, el judo, el taekwondo e incluso, algo de jiu-jitsu. Jackie en verdad era de temer cuando montaba en cólera, y su mal genio solo se equiparaba con su refinado gusto por la moda más exquisita. Amaba los colores cálidos, pero sentía especial predilección por las ropas blancas, que usaba mayormente. Armani, Michael Kors y Dolce & Gabbana estaban entre sus casas de modas favoritas.
Anthony Muñiz era un chico de ascendencia latina, y el más bajito en estatura de los cinco, cosa que le incomodaba la mayoría de las veces, pero que no disminuía en nada su exceso de alegría y el desenfado propio de los caribeños, ya que su familia había emigrado hacía muchos años desde Puerto Rico y se habían establecido, levantando un sólido negocio que se había multiplicado enormemente con el paso del tiempo. Contaban con una sastrería y casa de modas que gozaba de gran prestigio entre las élites de la ciudad, por su extremo cuidado y perfección en la labor que ejercían. Anthony no solo era el bromista de la pandilla, sino el más dado a irse de juerga. Le encantaba bailar, y era envidiable la manera en que su organismo asimilaba el alcohol. Por más que bebía, ninguno recordaba haberlo visto borracho alguna vez. Anthony era amante de los tatuajes, y exhibía no pocos en su cuerpo tonificado. Lo único que sus amigos le reprochaban, era su afición por la música urbana de la peor calidad, dígase el reggaetón latino y el último bodrio que este había generado, el trap. En cuanto a su estilo de vestir, a pesar de lucir siempre muy elegante, era quizás uno de los que más resaltaba de entre los cinco. Adicto a los diseños de Versace, con estampados de colores ocres o con gran propulsión de brillo, Anthony resaltaba en ocasiones por su estilo casi carnavalesco.
Luego estaba Chris Davenport. Quienes lo conocían, estaban conscientes de algo: Estaban las personas heterosexuales, los homosexuales y luego estaba Chris, quien llevaba el concepto de ser gay a otro nivel. Los Davenport eran los dueños de varias revistas de moda: TeenFashion, Vintage Chick, Wedding Dress y otras publicaciones de gran popularidad. Chris era el más afeminado del grupo, y también el más escandaloso y despistado, con su actitud a veces demasiado infantil. Junto a Jackie, era uno de los que más resaltaba por su atractivo, siendo un bellísimo joven de abundantes cabellos dorados y hermosos ojos azules. Todo en él era muy delicado, y su gusto por la moda era tan excéntrico como su persona. Tenía un talento innato para la costura, el maquillaje y la peluquería y una tendencia a querer vestirse de mujer en ocasiones. Le encantaba explorar todos los estilos y marcas más glamurosos, aunque Chanel y Dior eran sus favoritos. Sentía gran debilidad por todo lo vintage, y por las actrices de la era dorada de Hollywood. Idolatraba a Madonna, a Cher y a Britney Spiers. Todo el tiempo estaba pegado a su teléfono móvil, principalmente manejando varios canales en los que hablaba de modas, tendencias y cultura LGBTQ+, y también navegando en páginas porno y Grindr, en busca de aventuras de una noche, ya que, de los cinco, era el de mayor apetito sexual. Sus conquistas y hazañas amorosas, principalmente en lo que a la caza de tipos que se autodenominaban heteros y que caían rendidos ante el innegable encanto del chiquillo se refería, eran absolutamente legendarias.
Y finalmente estaba Bastian Donohue, el dulce pelirrojo de tiernos y verdes ojos, y un aniñado y encantador rostro. Al igual que los otros, Bastian provenía de una familia acaudalada, dueña de una cadena de boutiques de ropas y artículos de primerísima línea y grandes diseñadores. Había sido él el primero en acercarse a los chicos. De alguna forma, él había sido el fundador de aquella sólida y exclusiva fraternidad.
Las puertas del ascensor se abrieron al llegar al último piso, donde estaba el pent-house en el que residía Douglas. Los jóvenes salieron riendo y bailoteando al ritmo de la canción de Madonna, y Bastian se dispuso a abrir la puerta del lujoso apartamento, pero se detuvo en seco cuando alguien se le adelantó, abriéndola desde dentro.
Ante ellos estaba un sujeto de gran atractivo, piel bronceada cubierta de tatuajes, prominente musculatura, y un rostro de ensueño donde brillaban un par de ojos intensamente azules. Tenía el cabello negrísimo y un poco largo, rozándole el cuello. Estaba acabando de ponerse una playera y parecía ansioso y hasta agitado, como quien hubiera estado haciendo ejercicios físicos. Bastian parpadeó confundido:
_ ¿Douglas?
_ ¿No que no iba a estar en casa?_ preguntó Chris a Dylan por lo bajo.
_ ¡Cariño!_ exclamó el modelo y lo besó en la boca con un pico apresurado._ ¡Qué sorpresa!
_ ¿No se suponía que el idiota no estaría aquí?_ gruñó Jackie y Anthony lo golpeó con el codo en el costado.
_ Pensé que estarías en una sesión de fotos todo el día._ empezó a decir Bastian.
_ Eh... a última hora la cancelaron. Pero tú me dijiste que estarías haciendo unos deberes de la universidad, que nos veríamos en la noche.
_ Vaya,_ suspiró Chris mirando distraídamente la pantalla de su teléfono._ después de esto, me imagino que la fiesta sorpresa ya no lo será tanto.
_ ¡Chris!_ chilló Bastian mirándolo con reproche.
_ Ay lo siento, se me escapó._ dijo Chris con expresión arrepentida.
_ Tú y tu boquita._ dijo Dylan moviendo la cabeza despacio.
_ ¡Oh! ¿En serio amor?_ sonrió Douglas y abrazó a Bastian._ ¿Ibas a prepararme una fiesta sorpresa por mi cumpleaños?
_ Esa era la idea._ masculló Bastian y alzó las bolsas._ Feliz cumpleaños amor. Íbamos a aprovechar que no estabas para decorar y darte una sorpresa en la noche. Sé que me dijiste que no querías una fiesta, pero no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de celebrar juntos como pareja tu primer cumpleaños. El primero de muchos.
Douglas le tomó el rostro entre las manos y lo besó cariñosamente:
_ Eres un encanto.
_ ¿No estás molesto?
_ ¡Claro que no! Es más... Quiero que sigas con los planes de la fiesta. Pero, ¿qué te parece si en vez de hacerlo aquí, lo pasamos a tu departamento?
_ Pero se le dijo a todos los invitados que la fiesta sería aquí.
_ Pues llámalos y diles que hubo un cambio de sitio, amor. Tus amiguitos pueden ayudarte con eso._ sonrió Douglas dándole unos toquecitos en la nariz.
_ ¿Hay alguna razón específica para que no podamos hacer la fiesta de tu cumpleaños aquí en tu casa?_ preguntó Dylan tajantemente.
_ ¿Qué?_ preguntó Douglas poniéndose serio de forma abrupta.
_ ¿Quién más está contigo ahí dentro?
La pregunta de Jackie hizo que Douglas se pusiera pálido, aunque se recuperó pronto y trató de sonreír, sin poder ocultar su actitud nerviosa:
_ ¿De qué hablas? No hay nadie aquí conmigo. Estaba solo y aprovechando para descansar un poco hasta que ustedes llegaron.
_ ¿Jackie qué estás insinuando?_ preguntó Bastian con expresión preocupada.
Jackie se adelantó unos pasos hasta quedar frente a frente a Douglas, encarándolo con frialdad al decirle:
_ Imagino que el portero te avisó por teléfono en lo que nosotros estábamos en el elevador. Por eso se puso nervioso cuando nos vio llegar, y por eso tú abriste la puerta antes de que Bastian entrara. No tienes pinta de haber estado descansando, sino todo lo contrario. Y la razón por la que quieres deshacerte ahora mismo de nosotros, es porque no quieres que entremos y comprobemos que estabas revolcándote con alguien, alguien que sigue ahora mismo dentro de tu espléndido pent-house.
Hubo un incómodo momento de silencio. Douglas intento reírse:
_ Qué cosas se te ocurren, Jackie._ tomó entonces las manos de Bastian, mirándole fijamente a los ojos verdes cargados de inseguridad._ Amor, espero que no creas lo que acaba de decir. Sabes que tus amigos no me toleran, nunca lo han hecho. Y harían cualquier cosa para tratar de separarnos.
_ ¡Ey cabrón!_ bramó Anthony._ ¡Eso no es cierto!
_ Que hijo de puta._ musitó Dylan mientras contenía a Jackie, cuyas intenciones fueron irle encima a Douglas para golpearlo.
Chris agitó las manos violentamente, aunque su actitud resultaba totalmente irrisoria:
_ Oh-por-Dios... No puedo creer que esta perra acabe de decir algo así... Díganme por favor que escuché mal.
_ Escuchaste perfectamente bien, Chris._ gruñó Jackie tratando de soltarse de Dylan.
_ ¿Amiga a quién vas a creerle?_ chilló Chris.
Bastian tragó en seco y miró a sus amigos y luego a Douglas, que le sonreía de esa manera tan encantadora que provocaba el revoloteo de mariposas invisibles en su estómago. Pero hasta él se había percatado de que algo no encajaba en aquella historia:
_ Douglas,_ comenzó a decir finalmente._ mis amigos no te soportan, es verdad. Pero ellos jamás han hecho nada para perjudicar nuestra relación.
Chris chasqueó los dedos varias veces en el aire:
_ Eso es amiga, déjaselo claro.
Douglas frunció los labios. Bastian cerró los ojos un instante, tragó saliva y su mandíbula tembló un poco antes de atreverse a preguntar:
_ ¿Es cierto? ¿Jackie tiene razón en su teoría? ¿Me estás...? ¿Estás engañándome con alguien más?
_ Amor..._ quiso decir Douglas pero Bastian lo apartó bruscamente y entró al departamento.
_ Apártate imbécil cabrón._ ordenó Anthony usando su tono de voz más amenazante.
Dylan tuvo que emplear toda su fuerza para impedir que Jackie agrediera a Douglas, que reponiéndose, fue tras los cinco jóvenes, especialmente de Bastian, quien se dirigió hacia la recámara:
_ Bastian, cariño no entres a la habitación, por favor._ rogó, aun sabiendo que de nada le serviría.
Bastian empujó la puerta de la recámara y se detuvo en el umbral, sintiendo como de repente, todo su mundo se derrumbaba.
Había otro hombre en la habitación. Un tipo de aspecto mediterráneo, muy parecido a Douglas, aunque sus ojos no eran azules, sino negros. Era Phil, el personal trainer del modelo, y estaba acabando de vestirse tranquilamente. Miró a Bastian de un modo casi desafiante:
_ Me cago en la puta._ chirrió Anthony parpadeando varias veces.
_ Ya vemos qué tipo de descanso era el que estabas tomándote._ masculló Dylan cruzando los brazos sobre el pecho y dedicándole una mirada de desprecio a Douglas.
_ Deberías avergonzarte, idiota._ graznó Chris._ ¿Cómo pudiste hacerle esto a mi amiga?
Bastian giró la cabeza hacia Douglas. No había ira en su expresión. Solo dolor:
_ ¿En serio, Douglas? De todas las personas de este mundo, de esta gran ciudad... ¿Tenías que serme infiel precisamente con Phil? ¿Con tu entrenador personal?
_ Eres un puto cliché, perra._ escupió Anthony.
_ Bastian lo siento mucho._ empezó a decir Douglas intentando acercarse al muchacho que parecía estar en shock y no dejaba de mirar en dirección a Phil.
Chris se interpuso en medio:
_ Ah-ah... Ni se te ocurra acercártele, perra maldita. Y para tu información, en estos momentos, tus disculpas no sirven de nada.
Phil se acercó a Douglas:
_ Es mejor que ya se haya enterado, Doug. Ya no tienes nada que ocultar.
_ ¡Y tú cierra la boca, maldita perra quita-hombres!_ vociferó Chris totalmente descompuesto.
_ ¿A quién crees que le hablas en ese tono, rubita en miniatura?_ dijo Phil y se cohibió de avanzar amenazante hacia Chris cuando Jackie se interpuso en medio. Algo le indicó de alguna manera, que enfrentar a aquel chico asiático no sería una buena idea.
Douglas, por su parte, trató de tomarle las manos Bastian. Parecía realmente afectado con todo lo sucedido:
_ Bastian, en verdad lo lamento. No se suponía que te enteraras de esta manera. Por favor, perdóname.
Pero sin responder nada, y con los ojos anegados en lágrimas, Bastian dio media vuelta y salió de la habitación, no sin antes arrojarle a Douglas todas las bolsas con las compras realizadas. Dylan lo siguió tras lanzarle una mirada terrible a Douglas. Anthony hizo otro tanto, dejando caer al suelo las bolsas que llevaba:
_ Eres un cabrón, un pendejo. Siempre lo supimos. Bastian no se merecía que le hicieras algo así. Eres repugnante.
Y añadió algo más en español que los demás no pudieron entender pero que sonó claramente a un insulto.
Jackie fue a seguir a sus amigos pero antes se volteó hacia la pareja:
_ Una cosa más, Douglas...
Phil corrió hacia su amante cuando este cayó al suelo, lloriqueando, luego de que Jackie le rompiera la nariz con un puñetazo que le hizo sangrar profusamente. Douglas gemía y se lamentaba, temeroso de cómo habría de quedar su precioso rostro luego de aquel golpe, mientras que Chris chillaba y aplaudía con entusiasmo infantil, y Anthony vociferaba y celebraba el suceso. Jackie miró a la pareja en el suelo con una mueca de asco, y escupiendo a un lado, masculló:
_ Feliz cumpleaños, pedazo de idiota. Vámonos de aquí, chicos. Este imbécil no merece nuestra atención, ni siquiera para que siga golpeándolo como se merece.
Y los tres se dieron prisa en alcanzar a Dylan y a Bastian, al cual encontraron llorando convulsamente en los brazos del muchacho, que le susurraba palabras de consuelo.
Ninguno dijo nada, solo se unieron al abrazo y pensaron en la forma de, una vez más, remendar el corazón roto de su mejor amigo.
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