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Capítulo 12

Batman, Lucifer y sus personajes no son de mi propiedad, únicamente la historia y Manat.

-Diálogo

-"Pensamientos"

El profesor Johnson explicaba su clase de historia leyendo pasajes del libro reglamentario. Mientras hablaba de la influencia de Grecia en la actualidad, observó a los estudiantes de su salón; unos dormían, otros tomaban nota o dibujaban y pocos le prestaban atención. Un día normal, en su opinión.

O eso pensaba hasta que vió a Timothy distraído con el paisaje de la ventana pero con la mente en algún otro lugar que lograba poner una expresión triste y culpable en el rostro del adolescente. Drake era un joven brillante, algo inquieto y reservado, sin embargo bastante apreciado por él y algunos de sus colegas docentes. Por eso, empezaron a preocuparse cuando hace unos meses el adolescente mostró signos de cansancio y estrés en su comportamiento, mucho más de lo que estaban acostumbrados a ver. El chico dormitaba en clase o veía su teléfono cada pocos minutos en lugar de concentrarse, cuando lo confrontaron aseguró que no pasaba nada.

De pronto, unos días atrás, todo el peso invisible que lo aquejaba pareció haberse desvanecido dando paso a una contenida tristeza. Los docentes estaban preocupados y habían discutido sobre la posibilidad de hablar con el tutor de Tim después de conversar una última vez con él.

El profesor no lo sabía pero, incluso si fuera un asunto relativamente normal, Timothy no hubiera hablado porque simplemente le resultaba difícil hacerlo. No solo expresarse, también le era complicado entenderse a sí mismo.

Él no era como Dick, Steph o Carrie. Tim no iba por el mundo con el corazón en la mano.

El pelinegro suspiró con desgana antes de volver su atención al libro, un esfuerzo infructuoso ya que los pensamientos que lo llevan atormentando todo el día no lo dejarían en paz, por lo visto. Él sabía que su método de afrontamiento no era sano al igual que el del resto de su familia, aún así no comprendía la razón por la que se sentía tan entumecido por dentro. Sabía que debía estar triste por lo que pasó con su hermano menor y, de hecho, en el fondo lo estaba pero no más que cuando B cancelaba una salida familiar.

Se sentía tan culpable como confundido porque no tenía ningún sentido que sus emociones fueran tan... ajenas. Honestamente, empezaba a tener miedo, miedo a que en verdad Damian nunca le importó lo suficiente, que el vínculo vacilante que habían estado desarrollando en realidad no significaba nada en el fondo para Tim.

Aún así no era lógico, cuando cargó el ataúd del niño había sentido como si un pedacito de su corazón se le hubiera arrancado mientras lo enterraban. Tim recordaba que había llorado en su habitación sin entender el por qué dolía si el Gremlin y él tenían la peor relación entre hermanos en esa familia. Dick lo había encontrado y lo había abrazado sin decir nada, reteniendo sus propias lágrimas en favor de consolarlo. Grayson no se veía sorprendido de su reacción, con el tiempo, Drake entendió la razón de eso.

Dick se dio cuenta, mucho antes que el propio Timothy, de que Damian sí le importaba más de lo que estaba dispuesto a admitir porque, de alguna manera, el pequeño engendro del demonio se había logrado infiltrar en una parte de su corazón. Sin darse cuenta, las amenazas entre ellos se habían convertido en especie de juego extraño de ingenio, los insultos pasaron a ser el disfraz de las palabras cuando estaban preocupados por la salud del otro y las acciones se volvieron cada vez más calculadas para cuidarse mutuamente pero sin demostrar que era una muestra de cariño.

Por eso no tenía ningún sentido que el pelinegro sintiera tan poco, y ese autoanálisis lo estaba volviendo loco.

No quería hablar de eso con nadie, no quería que lo vieran como si fuera el monstruo que sentía que era en ese momento.

Dejó caer su cabeza en el pupitre cuando la campana de la segunda hora sonó.

Toda esa situación era una total y absoluta mierda.

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Richard regresó a su apartamento en Blüdhaven con la idea de recoger un par de cosas antes de volver a Gotham para estar con su familia, un viaje rápido de un día para poner sus asuntos en orden. Grayson empezó a empacar algo de ropa y su traje de vigilante en una maleta, arrojó encima algunos de los documentos que habían quedado pendientes por revisar desde que recuperó la memoria.

En su prisa por empacar, una de las carpetas cayó de su lugar en la cima de papeles. Las hojas se esparcieron por el piso sacando un suspiro del hombre antes de agacharse a recoger el material. Su subconsciente le decía que debía tomarse las cosas con calma, aún así quería regresar lo antes posible para apoyar a sus hermanos y a quien consideraba un abuelo en su dolor.

Porque era evidente que ellos no estaban bien por mucho que fingieran indiferencia y que no había pasado nada.

Alfred estaba tan sumido en el papel de mayordomo, que resultaba desconcertante verlo.

El hecho de que Jay se quedara en la mansión por voluntad propia era un indicativo en sí mismo de lo afectado que estaba.

Tim le preocupaba un poco más, Alfred y Jay parecían haber procesado parte del duelo hace un tiempo pero su hermano menor apenas se había enterado, en esos pocos días que habían pasado el adolescente se perdía en sus pensamientos más de lo que parecía sano. Richard incluso lo había atrapado mirando a la nada en ciertos lugares de la mansión, perdido en su mente.

Salió de sus pensamientos al recoger los últimos papeles del piso, iba a colocarlos encima del resto en la maleta sin embargo el título del documento que estaba en la cima en ese momento llamó su atención. Dejó la carpeta a un lado en favor de tomar la hoja, se sentó en la cama mientras leía entre sorprendido y curioso el contenido de los papeles de adopción.

La adopción de Damian Wayne, nada menos.

Siendo honesto, Richard se sentía un poco culpable de no sentir nada ante la mención del nombre del hijo de Bruce. Había tantas pruebas de que el niño y él habían sido cercanos, tanta preocupación y compasión en la mirada de sus seres queridos cuando lo veían reaccionar de forma tan pobre ante los estímulos de memoria como si Dick fuera el que había perdido a alguien importante en lugar de ellos, como si el que estuviera dolido fuera él.

Incluso Jason lo vigilaba en ocasiones al igual que lo haría una enfermera con un moribundo que caería en cualquier momento.

Dudando de qué hacer con ese documento, por un lado estaba seguro de que si Bruce veía esos papeles algo se iba a romper entre ellos y Grayson no quería arriesgar su relación con su figura paterna por algo que ni siquiera recordaba haber hecho. Por otra parte, sabía que si quería recuperar todo lo que faltaba de su memoria tenía que ser honesto con las personas que lo ayudaban.

Con la resolución de que no sería la primera vez de que le ocultara algo a Bruce y de que tanto Alfred como sus dos hermanos guardarían el secreto, metió los papeles en el fondo de la maleta antes de continuar dando vueltas por su departamento.

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Constantine hizo la última llamada a unos viejos conocidos de su gremio para confirmar cierta información que lo tenía pensativo.

Al parecer, nadie había sentido la presencia de un nuevo usuario de magia en el mundo terrenal. Lo que no era extraño puesto que el propio John no se habría dado cuenta si no le hubiese parecido extraña la energía de Gotham. Sin embargo, aquel ser no pudo haber aparecido de la nada.

Ya que la primera línea de información no daba resultado, decidió cambiar el enfoque de su investigación hacia el anillo que había visto en la mano del adolescente. Eso, junto al hecho de que estaba acompañado de Melisande le dio un indicativo muy bueno de a quien debía buscar para avanzar en el caso.

Y una llamada a Raven se lo había confirmado.

La medio-demonio le aseguró que no podía sentir la presencia de magia en la Tierra, sin embargo, hace unos meses había sentido una perturbación en el Infierno y en la puerta que lo conectaba con la Tierra. Dado que no había sentido una energía fuerte además de Lucifer, no le pareció importante ya que el Gobernante del Averno prácticamente vivía en la Tierra y regresaba a su territorio en raras ocasiones.

Zatanna, por su parte, le había confesado que hace un tiempo había sentido un rastro de distorsión del tiempo pero era tan poco que no pudo identificar la causa o el autor. Había estado atenta por si volvía a pasar, aún así le advirtió a John para que tuviera cuidado y pudiera volver pronto con ella.

Lástima que Z no pudiera tomarse unas vacaciones de lo que estaba haciendo, el detective mago estaba seguro de que le habría resultado fascinante la magia que él había sentido.

John se recostó en la cama buscando información de cierto club nocturno de Los Ángeles que recientemente había inaugurado una nueva sucursal en Gotham.

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Carrie no era ninguna tonta. Por favor, había trabajado con el clan de los murciélagos por un buen período de tiempo e incluso había tenido a un mini ex-asesino bajo su ala en su rol como profesora. Así que Timothy Drake debería pensar dos veces si en verdad creía que podía evitarla para siempre.

No estaba orgullosa de su método en esa ocasión pero si quería lograr cazar a su objetivo debía hacer sacrificios o, en este caso, dejar en manos de su hábil asistente las dos últimas clases del día mientras ella se retiraba por una "emergencia familiar". No era como si le costara falsificar documentos que justificaran su ausencia.

Ella lo había intentado de la forma normal durante toda la semana al visitar la mansión varias veces siendo recibida por Alfred, quien en lo que estaba segura era un acto de complicidad, le aseguraba que Tim no se encontraba en la mansión. Intentó interceptar a su amigo en los patrullajes cuando su paciencia estaba agotándose, no obtuvo resultados.

Así que, en un acto impulsivo, allí estaba ella, sentada en una de las ramas intermedias de uno de los árboles cercanos al camino de entrada y salida de la institución. Esperó pacientemente hasta que vio a su presa salir con sus amigos pocos minutos después de que sonara la campana, pudo observar el momento exacto en el que Drake sintió los ojos vigilantes sobre él cuando su cuerpo se tensó ligeramente.

-¿Saben qué, chicos? Eh... creo que olvidé uno de mis libros adentro, los veo mañana.

Sin darles tiempo a responder, el pelinegro regresó corriendo al edificio asegurándose de tomar los pasillos menos transitados hasta llegar a una zona sin cámaras. Al llegar al tramo sin vigilancia se detuvo abruptamente antes de lanzar una patada giratoria a la presencia detrás de él, al no sentir el impacto con un cuerpo sólido supo que había fallado.

-¡Caray, Tim! ¡Soy Carrie! -exclamó la rubia al aterrizar de su salto, había evitado por poco el golpe.

-¡Joder, creí que era un secuestrador o algo así! ¿Qué hacías en un árbol?

-Acorralándote ya que obviamente no has querido verme -dijo con sinceridad- Y porque necesito tu ayuda.

-¿Ayuda con qué? -cuestionó rápidamente, tratando de distraerla de la otra pregunta.

-Eban Lahad.

-¿Tu asistente? No me digas que es un nuevo loco para Arkham -suspiró con resignación y fastidio ante la probabilidad.

-No, bueno, no creo que sea el caso -habló Kelley con incomodidad en su rostro- Hasta ahora me parece que es un buen chico.

-Pero... -instó.

-Pero a veces actúa... algo extraño, no sé cómo decirlo...

En realidad Carrie sí sabía cómo hacerlo, sin embargo tenía miedo de que el detective frente a ella no le creyera. No estaba segura de cómo decirle a Tim que tenía la idea de que Eban tenía algo que ver con Damian o con la Liga de Asesinos, si era más específica. Eban tendía a dejar salir una muletilla que era característica del niño de ojos verdes. Además, con cada oportunidad que tenía para verlo tocar el piano pudo analizar los movimientos hipnotizantes que hacía no sólo con las manos, sino con todo el cuerpo de una forma sutil que lograba acaparar la atención de todos aquellos que estuvieran en la habitación.

Sus alertas se dispararon cuando finalmente reconoció la técnica que estaba aplicando, una que solo había tenido la oportunidad de ver una vez.

Damian le había contado, durante una conversación en clase de música, que incluso el Arte podía usarse como un arma. Carrie no le había creído demasiado hasta que el niño la había llevado a un jardín de la mansión y le había retado a salir antes de que los aspersores se encendieran. Ella se había reído de lo fácil que era el desafío ya que todos sabían que se encendían exactamente a las cuatro de la tarde, solo debía estar atenta a su reloj mientras daba su clase.

Cuando faltaba un cuarto de hora para terminar el reto, el infante había sacado su violín de su estuche y empezó a tocar de una manera muy diferente a la que Carrie estaba acostumbrada. De un momento a otro, sus ojos no pudieron despegarse de la figura danzante del niño que se alejaba más y más.

Fue muy tarde cuando registró el sonido de los aspersores empezar a girar arrojando agua hasta empaparla. Hubo una sola cosa que Damian le dijo mientras mantenía un contacto visual muy cargado con ella, su ropa completamente seca al igual que su instrumento.

-Ahora, estarías muerta.

La rubia había salido de su estado aturdido después de cambiarse de ropa, Damian la seguía esperando en las gradas del jardín. Ella hizo varias preguntas y el niño le había contado sobre una rara técnica que se enseñaba en la Liga de los Asesinos en la que participaban principalmente mujeres y hombres cuyo trabajo requería mayor interacción social.

Seducción Corporal.

Carrie sabiamente decidió no preguntar quién le había enseñado a Damian algo así o si alguna vez lo había aplicado. El niño de ojos verdes, tan inteligente como era, adivinó su pensamiento por la mirada horrorizada que le dirigía y le aseguró que él sólo usaba una versión "diluida" en raras ocasiones.

La rubia se asustó del hecho de que no podía decir si él le estaba diciendo la verdad o una dulce mentira. Aún más cuando le hizo prometer que no se lo diría a nadie con la amenaza tácita de no volver a confiar en ella si lo hacía.

A primera vista parecía una tontería, en cambio, gracias a eso Carrie recordó que no estaba tratando con un niño normal, sino con un ex-asesino que había logrado identificar su debilidad por él y la estaba usando en su contra. Decidió guardar silencio, después de todo Damian no estaba más en la Liga, él estaba en Gotham con Alfred y Richard. Él ahora iba a la escuela y ocupaba el puesto de Robin bajo el ala de una persona que lo amaba y procuraba acercarse a él pese a lo difícil que era cruzar la coraza del niño.

Todo estaba yendo por buen camino, hasta que un día no lo fue.

Hasta que un día, Bruce regresó y Richard se marchó.

Hasta que un día, Damian se fue sin avisar.

Hasta que un día apareció un joven extranjero con la mayor parte de su rostro cubierto en la escuela en la que Tim estudiaba y en la que una vez Damian también había estado, usando una técnica propia de la Liga con la finalidad de calmar a los niños inquietos. Además de hablar con una muletilla característica del infante y cuyo expediente carecía de información real.

Por que sí, Carrie se había infiltrado en los archivos de docentes de la institución porque era más fácil pedir perdón que permiso.

El temor por su pequeño Dante no hizo más que aumentar.

Por eso había acorralado a Tim.

-¿"Extraño" en qué sentido? -preguntó Tim sacándola de sus pensamientos.

La rubia decidió arriesgarse.

-Creo que Eban podría estar relacionado con la Liga de los Asesinos -soltó, viendo los ojos del joven agrandarse por la sorpresa- No es que esté haciendo algo sospechoso pero sus movimientos... Su forma de tocar el piano... ¡Ah! No sé cómo explicártelo.

-Carrie.. ¿Estás segura de lo que me estás diciendo?

-La verdad, no -confesó masajeando su nuca sin verlo a los ojos- Es más una corazonada, sin embargo, cuando revisé sus archivos, nada en esa hoja era real. Busqué registros de los títulos que se mencionan ahí pero no existe ninguno con el nombre real de Eban.

-¿Su nombre real?

-Sí, creo que se presenta como Eban porque es más fácil de pronunciar aunque en la hoja estaba un nombre diferente -explicó sacando un papel de su bolsillo y entregándolo al pelinegro.

-Eh, Carrie, este no es un nombre -comentó al leer lo que estaba escrito con letra casi ilegible.

"Ibn La'Ahad".

-¿Entonces?

-Es un apodo, creo, esto significa "Hijo de nadie" en nuestro idioma o algo parecido. No he practicado árabe en un tiempo así que tendría que confirmarlo.

Un silencio contemplativo se instaló entre los dos, ambos mirándose en una conversación silenciosa antes de que Drake finalmente suspirara guardando el papel en su bolsillo.

-Bien, estaré ahí mañana -anunció en lo que la rubia aplaudió contenta.

-¡Gracias, Tim! ¡Sabía que podía contar contigo!

Ella le dio un rápido abrazo antes de marcharse. Tim rezó, a quien quiera que escuchara, deseando que estuvieran equivocados y ambos solo estuvieran paranoicos. No mejoraría la situación pero al menos libraría a un inocente de toda la locura que era su vida.

Por supuesto, como descubriría más adelante, las cosas nunca podían ser así de sencillas.

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Jason consideraba esa como una de las vigilancias más aburridas que había tenido en su carrera como antihéroe. El hombre estaba recostado en la terraza del edificio frente a la tienda de Madam desde las cinco de la mañana los últimos tres días y no había visto nada sospechoso a parte del chico que salía en las madrugadas con su mochila hacia la escuela del Reemplazo.

Sí, lo había seguido, nunca se puede ser demasiado cauteloso. Red Hood podría argumentar que morir y resucitar pone las cosas en perspectiva.

Esta vez iba a procurar permanecer despierto toda la noche hasta el amanecer. Porque, por alguna razón que no logra recordar, había decidido concluir sus vigilancias antes de la mitad de la noche para volver a casa y dormir, algo que estaba pasando mucho últimamente e iba en contra de su rutina habitual de patrullaje. Decidió no prestarle mucha atención porque estaba casi seguro que eso tenía que ver con ese "algo" paranormal que estaba investigando Bruce con Constantine.

Decidió dejarle los magos desquiciados y fantasmas de Navidad al murciélago mayor hasta que lo solucionara o pidiera ayuda porque el problema se le escapaba de las manos, lo que pasara primero.

Pasada las diez de la noche, una hora más de lo que habían durado sus anteriores intentos, creyó que este sería un nuevo día sin resultados sustanciales hasta que vió la puerta de la tienda abrirse nuevamente y al pelinegro de gafas oscuras salir por ella.

-Con que saltándote la hora de dormir, ¿eh? -murmuró siguiendo con la vista la ruta del chico- No te ves para nada sospechoso, niño -resopló con sarcasmo antes de seguirlo.

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El hecho de que John fuera bastante imprudente en sus acciones no quería decir que se lanzara sin pensar en cualquier situación. Para muestra, varios botones pero solo se mencionará uno a continuación.

Constantine sabía que era muy riesgoso meterse en el caso actual que afectaba al territorio de los murciélagos y ni siquiera era porque le tuviera miedo a Bats o a sus crías, sino porque había el espíritu de una bruja poderosa con el que no se debe jugar y, si sus sospechas son correctas, más de un usuario de magia o ser inmortal involucrado en todo el asunto.

Ahora, John Constantine es, ha sido y siempre será curioso. Y por mucho que no quiera toparse con Melisande en el próximo siglo, el tiene que conocer a la persona que posee una magia tan pura y poderosa, si es posible, quiere probarlo en más de un sentido.

No te equivoques, John nunca ha sido un ángel, tampoco un demonio. Solo es John y al igual que muchos insectos, se siente atraído por la luz.

Así que para descubrir la fuente, primero debe atravesar el infierno o, en este caso, el Lux. La tentación de la carne se le atravesó ni bien cruzó la puerta, hombres y mujeres que lo invitaban a bailar o a tomar una copa con miradas que prometían más que una charla. Si fuera alguien normal, fuera un idiota y no estuviera en una misión, hubiera aceptado.

Borra eso, lo único que se lo impedía era que sus sentidos le gritaban que Lucifer estaba en ese club y tenía más de un acompañante "no humano" en el lugar. Ahora, si Satanás y dueño del local no estuviera ahí, se habría dejado caer en el pecado ni bien puso un pie adentro.

Lucifer y él no eran precisamente buenos amigos pese a que tenían varios pecados en común tanto en variedad como en cantidad. John debe admitir que tiene un poco de culpa en ese hecho de su relación.

El problema era que Luci ya no le debía nada después de darle un pase al infierno, así que John podría estar perdiendo el tiempo al estar buscando al ángel caído en el Lux.

Aún así, quien sabe, la gente cambia y si los rumores sobre Lucifer eran correctos, el Diablo también.

Encontró una mesa libre cerca del escenario desde donde pudo ver tocar el piano a Lucifer con maestría y soltura, animado por el público y la cantante de momento. El detective de lo paranormal tuvo que reconocer que el diablo era muy hermoso cuando se desenvolvía en su ambiente. La música terminó y el Gobernante del Infierno hizo reverencias ante los aplausos de su público mortal, sus ojos se fijaron en el rubio y una sonrisa agresiva se posó en sus labios mientras se acercaba.

-Mira a quién tenemos aquí -soltó la voz sedosa mientras se sentaba frente a él- Si no es otro que John Constantain.

John sintió un leve tic en el ojo querer hacer acto de presencia pero su autocontrol fue más grande.

-Es Constantine.

-Como sea, no me interesa -afirmó con su sonrisa y honestidad habitual mientras tomaba una copa de una de las meseras de paso- ¿Qué te trae al humilde negocio de este honrado diablito? -se burló.

-Lamentablemente, no es por placer. Aunque me sorprende que te hayas acercado voluntariamente.

-Consideré ignorarte y hacerte lidiar con Maze hasta que encontraras la manera de escapar y encontrarme pero me sentí generoso esta noche -explicó antes de beber de su vaso.

John, en ese instante, supo que Satanás tenía algo que ver con lo que estaba pasando en Gotham o de lo contrario no estaría tan a la defensiva con él.

-Suerte la mía, Samael -Constantine no pudo evitar sonreír socarronamente cuando vio a Lucifer apretar los dientes disimuladamente al escuchar su antiguo nombre- Necesito hacerte algunas preguntas, Luci.

-De detective a detective, Johnny. ¿Qué te hace pensar que te ayudaré cuando ya he saldado mi deuda contigo?

-Ah, entonces es cierto -exclamó John con sincera sorpresa- Pensé que estaban bromeando cuando me dijeron que estabas jugando al detective en Los Ángeles.

-No cambies el tema, John. Dime ¿qué obtendré a cambio de ayudarte?

-¿Qué deseas?

El ángel caído se mostró pensativo unos segundos mientras bebía un poco de licor, lo vió de forma contemplativa como si tuviera demasiadas opciones en la cabeza. Lucifer consideró por un segundo pedir ayuda al rubio frente a él pero si ni él ni Manat habían logrado solucionar el problema, John por muy ingenioso que fuera no podría hacerlo tampoco.

Satanás, a regañadientes, reconocía que Constantine era bastante inteligente, después de todo consiguió la inmortalidad con mera astucia. Aún así, su poder era limitado para lo que ellos necesitaban, una cosa era ayudarlo para que Maze pudiera permanecer en la Tierra sin necesidad de poseer un cuerpo. El caso del Little Dementor era, por mucho, más complicado que eso.

Un favor a futuro sería de mucha utilidad, aún así había algo que necesitaba con más urgencia y John era una vía medianamente rápida.

-Información, John. Serás mi fuente de información ilimitada y, a cambio, tendré la misma cortesía contigo.

El detective paranormal lo observó con sospecha. Él sabía, por experiencia, que la información podía ser mucho más poderosa que un arma o cualquier otra cosa, aún así, Lucifer era un sospechoso en su caso, sería un tonto en aceptar a ciegas.

-¿Cuál es el truco, Luci?

-Nada complicado, John -aseguró sonriendo- Sabes que nunca miento, te diré toda la información que necesites del caso en que trabajas actualmente... si haces las preguntas correctas.

-¡Lo sabía!

-Oh, vamos John, es lógico. Si no haces las preguntas adecuadas y solo me pides contar la historia de mi vida tardaremos décadas en resumir millones de años. Además, la misma regla aplica a mí, solo tendrás que darme la información que responda mis preguntas podrás guardarte la información adicional para tí.

Ambos ganan y ambos pierden, concluyó el rubio. Nunca dejaría de sorprenderle que para alguien a quien los humanos retrataban como el mal encarnado, era más honesto que nadie.

-Bien, acepto tus términos -afirmó extendiendo la mano.

-Me lo imaginaba -aseguró Samael estrechando su mano unos segundos mientras la magia sellaba el acuerdo- Ahora, ¿qué quieres saber?

-Hace unos días llegué a Gotham por un trabajo ajeno al caso actual. Sin embargo, cuando entré en la ciudad noté un cambio en la energía que emitía, me imagino que tú puedes sentir que tan engullido está este lugar en la energía negativa.

-Sí, es asqueroso y da arcadas. Continúa.

-Lo que me llamó la atención es que el nivel de esa energía es poco comparado a como estaba antes -comentó sin perderse las reacciones de Lucifer- Una noche alcancé a ver al responsable. Parecía un adolescente, un adolescente con una magia purificadora muy poderosa. Capaz de limpiar a los espíritus atrapados mientras manipula mentalmente tanto humanos vivos como muertos y, además, mantiene abierta una brecha al mundo espiritual.

Constantine alcanzó a ver un fugaz brillo de orgullo en el rostro del Diablo, casi creyó que se lo había imaginado.

-Considérame intrigado, John -habló acomodando su postura- Es un escenario fascinante pero me gustaría saber qué tienes que ver tú en todo esto. Normalmente ya te habrías escapado si fuera un peligro.

-Sucede que hay este bastardo de orejas puntiagudas que está al tanto de esa presencia y no le gusta ni la magia ni los metahumanos en su territorio y ya que parece que ese ser solo afecta el terreno de los murciélagos, quiere cazarlo.

El leve tic en la sonrisa de Lucifer le dio impulso para continuar.

-No lo estoy ayudando, sin embargo decidí continuar por mi cuenta esta investigación porque necesito saber que tan jodido va a estar Batman cuando se meta con fuerzas que no entiende y si voy a poder arreglarlo. Aquí es donde viene lo interesante, mientras hacía mi trabajo noté un par de cosas bastante peculiares, ¿sabes? Empezando porque nadie puede sentir su presencia mágica, como si no existiera.

John se preparó para su segundo golpe.

-También estaba el hecho de que al parecer es protegido de Melisande Al Ghul, la esposa muerta de Ra's Al Ghul, ¿recuerdas? ¿El hombre al que le encanta escapar del Infierno con la profanación de Lázaro?

Eso hizo que la sonrisa de Lucifer se perdiera por completo.

-Aunque, lo que llamó mi atención más que nada, fue un bonito anillo que llevaba en la mano. Era muy similar al anillo de Lilith que llevas en tu... Ups -fingió escandalizarse- Que llevabas en tu mano. ¿Lo perdiste, Luci?

Por la expresión en el rostro del ángel caído, era momento de dejar de jugar.

-¿Qué es exactamente lo que quieres saber, John?

-Quién es, qué carajo hiciste para que tuvieras que darle el anillo de la inmortalidad y por qué demonios nadie puede sentir su presencia.

Lucifer detuvo a una de las meseras para murmurar algo en su oído, la mujer asintió y miró a Constantine con sospecha antes de alejarse rápido. El rubio tardó unos segundo en darse cuenta de que la mujer era Mazikeen.

-Las dos últimas no podré responderlas ahora, necesitaremos ir a un lugar más privado, Detective. Sobre la primera, bueno, esa podemos despejarla en este momento.

Había una presencia detrás del detective paranormal, un adolescente vestido de mesero con manos y rostro cubiertos, Constantine sintió un escalofrío al darse cuenta que ni siquiera lo notó acercarse. Lucifer sonrió como el maldito gato de Cheshire con su bonita y perfecta dentadura.

-Detective, le presento a Ibn La'Ahad. Ya que tiene tanto interés es mejor que lo conozca en persona ¿no cree? Después de todo, él y Melisande se unirán a nuestra charla.

El mago inmortal tuvo el breve pensamiento de que debería recordar con más frecuencia que la curiosidad mató al gato.

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Red Hood jugó con los envoltorios de las hamburguesas que había devorado minutos atrás, había conseguido un dato interesante sin embargo su objetivo aún no salía del lugar y él debía esperar en un tejado más cercano, tenía que matar el aburrimiento con algo.

Estaba pensando seriamente en intentar hacer origami cuando el vigilante más antiguo de Gotham apareció en su terraza. Jason no se distrajo de su tarea autoimpuesta, Bruce estaba perdiendo el toque si Todd podía percatarse de su presencia a tres azoteas de distancia desde hace una hora.

-Hood -saludó

-Hola, anciano

Adivinen quién se va a graduar y está teniendo ataques de ansiedad por eso. Dios, soy un desastre.

Déjenme sus reviews, quejas y sugerencias, que son el pan de cada día para los escritores como yo.

También acepto tomates y floreros.

Gracias por leer, nos ¿vemos? Luego

Los quiero, chicos y chicas.

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