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#CDFx 22

Todavía tenemos unos segundos. 

     Cuando al fin dejamos de besarnos, Jaime regresó a su asiento, frente a mí, en realidad él quiso hacerlo a mi lado, pero yo se lo he negado a escasos minutos de la nominación, de repente, los nervios me han traicionado, ¿y si todo depende de esta llamada para enmendar lo que Jaime y yo hayamos podido hacer mal durante toda la noche? Bueno, no ha sido así exactamente cómo se lo he dicho, más bien le hice ver al hombre que amo que estando el uno frente al otro hará que nuestras miradas se vuelvan más descaradas, deliciosas y calientes. Y entonces el hombre que me ama a mí no se ha negado a contradecirme.

     —YA SOLO NOS QUEDA UNA ÚLTIMA LLAMADA ANTES DEL GRAN FINAL PARA EL PROGRAMA DE ESTA NOCHE, ¿ESTÁS PREPARADA, SOFÍA?

     —PARA LA LLAMADA SÍ, TENGO LA SENSACIÓN DE QUE ENTRARÁ ALGUIEN CON ENORME ENERGÍA POSITIVA. Y BUENO, PARA QUE SEA EL FINAl DE LA NOCHE, NO TANTO, RECUERDA LA NOMINACIÓN.

    Porque yo casi la olvido. 

    Y me resultaría de lo mas normal que Jaime también lo hubiera hecho después de la intensidad del programa de hoy, figurate: he descubierto que el autor del incendio es Quino, así Jaime lo ponga en duda, he corroborado que Macarena me odia hasta el punto de no haberle importado joder su vida en un intento de joder la mía y, por supuesto, he comunicado al país entero, con esta bocaza que me caracteriza, que Jaime duerme en el lado izquierdo de mi cama.

     —TRATA DE NO PENSAR EN ESO Y PíDELE A TU FÉNIX QUE TE AYUDE.

    —YA ES TARDE, JAIME, ¿QUE PODRíA HACER NUESTRO ÚLTIMO OYENTE QUE NO SEA MANDARNOS ÁNIMOS?

     —PUES A TI TE VENDRÍAN MUY BIEN OIRLOS, NO VEO YO QUE TENGAS MUCHOS EN ESTE MOMENTO. 

     —EL QUE ESTÁ MUY TRANQUILO ERES TÚ, ¿NO?

     —A ver, Sofía, pues lo normal, no pienso en eso —dice para hacerme entender algo que a él le resulta lógico—, ¿cómo quieres que lo haga, cuando todo el que ha oído En Cadena2 hoy no hace más que especular con “mi mango”?

     —¿Y? —No recuerdo si es el labio inferior o superior, ¿cuál tenía que morderme cuando me excita todo de él?

     —Pues que estoy más pendiente de las conclusiones que están sacando, y que me llegan por WhatsApp, que de ponerme nervioso.

     —¿Y me leerías algunas de las opiniones, para ver si así me olvido yo por un rato? —Alargo la mano al centro de la mesa, sonriendo, para que me pase el teléfono. Pero él prefiere no hacerlo—. ¿De qué te ríes ahora?

     —Que también quieren saber de “tu coco”.

     ¡Qué horror, ¿de mi qué…?!

     —Me parece a mí que el que tendría que llamarnos para despedir el programa, es Eloy, así podríamos decirle un par de cosas en su propia lengua. 

     —Ya lo llamaste extraterrestre, mujer.

     —Poco fue para la que ha liado con su intervención.

     —Él solo se defendió.

     —¡Ha hecho que estén hablando de nuestras “frutas”, Jaime!

     Jaime no puede dejar de reír. ¡Joder!, y si en algo ha cambiado la dinámica del programa, es que ahora también lo hace nuestro técnico de sonido.

     Decidido, pondré cortinas en ese cristal.

     —Eso, tú sigue haciendo méritos para dormir en el sofá.

    Él se ríe más,  con muchas más ganas y a carcajadas, antes de pulsar el botón rojo. Ni me había dado cuenta del aviso.

     —BUENAS NOCHES, QUERIDO FÉNIX, DIME QUE AYUDARÁS AL POBRE ELOY, ¿CÓMO CREES QUE DEBE TOMÁRSELO SOFIA?

    Lo miro sorprendida,  ¿por qué ha desviado de nuevo la conversación hacia mí? Se trataba de hacerles olvidar a todos nuestro fetiche con el coco y el mango.

     Jaime se esmera en hacer sus ya  característicos gestos para demostrarme su apoyo: guiño de ojo y caricias en la mano, añadiendo a última hora un beso que me lanza al aire. No puede ser cierto. ¿Lo ha hecho todo para tranquilizarme, para hacerme pensar en otra cosa que no sea la nominación? Le acepto su beso con una sonrisa tímida y con una caricia más cálida en su mano.

     —¿Para qué, Jaime?, ¿para calmar sus nervios o para que olvide su nuevo disgusto? —pregunta la mujer que,  por cierto, no me ha dado tiempo a decirte antes que lo fuera.

     —Llamarlo disgusto es suavizarlo, ¿no crees? —dice Jaime riendo.

     —Y lo de nuevo también —interrumpo yo sin dejar de sonreír con él—, que todavía me dura el anterior.

     —Eso es lo que hace que tu vaivén emocional nos enamore a todos, que no son ciertos tus enfados —me dice entonces a mí, ella.

     —¿Ah, no? Pues nadie mejor que yo para asegurarte que me enfado, créeme. 

     —Vamos, Sofía, nuestra Fénix te ha calado. No eres convencional, sobre todo cuando hablas al micro y tu corazón empatiza con el que está al otro lado, cuando tu hígado ríe por todo o tu cerebro se activa con tus ganas de aconsejar.

     —¿Acabas de diseccionarme como a un mono de feria, en directo, Jaime?

     —No, acabo de hacerte ver lo especial que eres para tus oyentes.

     Lo miro con ternura, de nuevo Jaime trata de hacerme olvidar que hoy los jueces sí que habrán estado diseccionando cada una de mis palabras, chistes e incluso posibles “insultos”, como seguro que ya hicieron con cada programa ya grabado.

     Y es cuando se oye una tos falsa en su incomodidad, para callarnos y hacerse notar.

     —Me llamo Leire.

     La voz de la mujer corta el silencio que se había formado por culpa del juego de miradas cómplices que nos traíamos aquí, mi compañero y yo.

    —BIENVENIDA A TU PROGRAMA —dice Jaime recuperando su profesionalidad—. Y CRÉEME SI TE DIGO QUE NO RECUERDO QUÉ IBAS A DECIRNOS YA.

     —¿AHORA EL QUE ESTÁS NERVIOSO ERES TÚ?

     —NO, SOFÍA, ESTOY MÁS BIEN EXPECTANTE PORQUE LEIRE PARECE DISPUESTA A PONER EL BROCHE DE ORO A UNA NOCHE QUE NO QUIERO QUE TERMINE, POR HABER SIDO DIVERTIDA, SORPRENDENTE Y…

     —¿MISTERIOSA, CON MUCHAS INCÓGNITAS?

     —ESO QUE LO DIGA LEIRE. 

     Él sonríe y yo no le puedo negar que ha sido una noche para recordar toda la vida. Y nuestras sonrisas son la muestra de que ya no hay más secretos que averiguar por hoy.

      —Gracias, Jaime. Comenzaré diciendo que mi llamada se ha tenido que dar en este mismo instante para cumplir un objetivo con Sofía: hacerle ver que tiene al universo de su parte y que saldrá bien,   porque soy la oyente número 7 que entra en directo —me garantiza Leire.

      —Muy bien, Leire  —le doy la razón sonriendo.

     Y estoy tentada de llamarla bonita, no creas, para llevarme luego el dedo índice a la sien y describir círculos en ella. Pero me contengo por respeto.

     —¿Quieres contarnos más sobre eso? —le pregunta Jaime.

     —Claro que sí, estáis bajo la influencia de la perfección del número siete, así que todo os irá bien.

     —Gracias, Leire, pero entenderás que necesitamos mucho más que saber que la fortuna está de nuestro lado.

     —¿Por qué?

    Miro el micrófono como si pudiese hacerlo con ella misma, alucinada.

     —Pues verás,  porque para ser nominados se necesita contar con otros valores que nada tienen que ver con la suerte.

     —De esos ya los tenéis,  no os falta ninguno —asegura ella confiando en nosotros. 

     —Entonces opinas como Leire, Sofía, es cierto que a partir de aquí estamos solos en esto y es cuestión de suerte —nos interrumpe Jaime riendo.

     Me tapo la cara, este ha caído en el encanto de Leire y la locura esa de sus planteamientos.

     —Bueno, en realidad, eres la octava llamada,  no veo que puedas rebatir eso cuando ahí están los números. —Y me propongo hacerlo yo por ella

     —Ya, pero Eloy no es que ayudara demasiado, ha acabado por liarla. Así que podemos eliminar su orden. 

      —Lo haces a tu antojo para creerte tú misma que es la número siete, ¿verdad? —digo orgullosa de haber descubierto su truco.

     —Sí, así se convence de su porvenir.

     La voz de un hombre ha sonado en su lugar.

     —Eres el hombre maravilloso que la ama por sus extravagancias.  —No he podido evitar sonreír.

     —¿Cómo lo has sabido?

     —He tenido suerte. —Y en cuanto lo digo ellos se ríen, sinceros, al otro lado. Jaime y yo lo hacemos a este otro igual de felices.

     —Escúchala, Sofi, de verdad, no podrás obviar lo que te diga —me pide él.

     —Quedan diez minutos de programa, y creo que a todos nos vendría bien que nos relajásemos para que disfrutemos de la teoría de Leire. Al menos los oyentes quieren hacerlo, Sofía.

     Jaime me muestra el móvil con la cantidad de mensajes que están entrando, tipo, “Oigamos a Leire”, “Sí, que hable Leire”, “Leire presidenta”, “fichadla en el equipo Fénix” e incluso “todo al siete 7”. No tengo excusas para no hacerlo.

     —Leire, vamos, es tu turno. Convénceme.

     —La lista de nominados que encuentras en la web de los premios Red-Ondas,  para empezar —dice casi sin respirar. Lo estaba deseando.

     —Vale,  la web.  —Y callo para darle su momento estrella.

     —Por orden alfabético os corresponde el segundo lugar, por antigüedad más reciente al ser propuestos para el premio sois los últimos,  los novenos. Nueve menos dos, siete, el mismo lugar que ocupáis en la lista.

     Sonrío,  lo siento, pero es que me hace gracia.

     —Vaaaale, alguien no siguió un criterio para apuntarnos en la lista, ¿Y qué?

     —Quieres más. —Y no lo pregunta—. El teléfono del programa 677 45 24 377 suman, en dígitos menores de dos cifras, 7. Si te parece poco, apuesto a que cada llamada que ha entrado desde el primer día a este teléfono, entre todas las que pudieron ser descartadas, tiene al menos un siete en su propio número, ¿no pensarás que yo elegí mi teléfono sin que se repitiera siete veces?

      Jaime me asiente con la cabeza al decirme que su número de teléfono, por lo menos, contiene siete sietes. Me enseña el de Eloy y él tiene dos, y comprobando el resto de esta noche, todos tienen alguno.

    —Eres una crack, Leire —la felicita Jaime.

     —Pero eso entra dentro de los cálculos de probabilidad numérica, Jaime, no es meritorio que tu número de teléfono…

     —Ya se está enfadando —dice Leire.

     —Por eso me encanta —le contesta Jaime.

     —Sofía también tiene sus extravagancias, no solo soy yo.

     —¿Puedo seguir dudando de tu habilidad de pitonisa? Gracias, Leire.

     Ella se ríe a carcajadas por mi corte. 

    —A ver esto, habéis metido corte musical esta noche en siete ocasiones cuando lo habitual en vosotros son dos por bloque. Seis.

     —Hubo un inconveniente, al inicio, que nos obligó… 

     —Justo la noche de las nominaciones, ¿no?

     —Ha sido casualidad.

     —Y ¿por qué no pensar que es una causalidad del 7?

    —Porque eso no existe. —Me encojo de hombros así ella no me vea hacerlo.

    —No la líes, Leire, que ya se está excusado —le reprocha Jaime muerto de risa. Pero ¿es que él no recuerda la intromisión de Don Jaime, la historia que arrastramos con Macarena o lo cabrón descerebrado que ha resultado ser Quino?

     ¡Pues sí que le es fácil olvidarse de todo cuando entra al aire!

    —Espera, Jaime, que la remato con esto —le dice Leire al que parece ser su mejor amigo hoy—. El nombre que elegisteis para vuestro programa, el que será  nominado. Corazón de Fénix suma dieciséis. Uno más seis…

    —¡Ja! —grito contenta de haber desmontado su teoría.

     —No, Sofi, no te precipites, déjala terminar —me pide su pareja.

     —Son catorce letras, uno más cuatro… —digo como lo haría ella.

    —Quien diga esta noche vuestro nombre, lo hará por  haberlo leído antes escrito. Quien mañana dé la noticia de vuestro reconocimiento en los informativos lo hará leyendo el nombre del programa, previamente por haber sido escrito. Cada periódico lo escribirá en sus páginas, cada publicación en internet se escribirá,  ¿y cómo se hace eso para darle sentido a la lectura? Con caracteres de espacios incluidos. Por tanto son dieciséis, y ya sabes que uno más seis…

     —¿Sofía? —pregunta Jaime al verme con la boca abierta, seguro que también tengo la mirada desencajada y el rostro blanco de la impresión. 

     Pero que no se preocupe. Niego con la cabeza, estoy bien, no me ocurre nada. Es solo que Leire, fuera a parte del  número siete y sus deducciones, me ha hecho ver otra cosa más importante. 

     —Fue todo un acierto vuestro nombre —insiste ella.

     —Gracias por tu confianza, Leire, y espero que tengas razón y el siete entre en armonía con nosotros —consigo decir cuando me repongo de esa última explicación, la que me ha puesto la piel de gallina. Después de todo, yo no participé en la elección del nombre. 

     Miro a Jaime, quien me sonríe ajeno a mis cábalas. El nombre es idea suya como lo es por entero el programa,  cuya organización de las llamadas, mensajes y cuñas, sin escaleta previa, corren por su cuenta. Jaime sigue sonriendo de manera tan inocente que me provoca culpabilidad, porque de ser nominados el mérito también será de él. O peor, yo solo he complementado al verdadero locutor aunque no quiera reconocerlo por mi enorme ego.

     —Verás que sí, Sofi, y muchos coincidirán conmigo en que no debéis cambiar nada de vuestro programa, salgáis elegidos o no. Esa manera que tenéis de reíros del amor os hace únicos, como nos hace a todos nosotros únicos para vosotros.

     Don Jaime llama a la puerta para darnos el aviso,  no podemos demorarlo más, es la hora del nombramiento. Nos despedimos de Leire y de su pareja, y dejo que Jaime dé el cierre al directo, como cada noche.

     —Y AHORA SÍ, QUERIDOS FÉNIX, CONECTAMOS CON LA WEB DE LOS PREMIOS RED-ONDAS, PARA LOS QUE EN CADA UNA DE LAS DOCE CATEGORÍAS HABRÁ CINCO FINALISTAS. CORAZÓN DE FENIX OPTA A MEJOR PROGRAMA REVELACIÓN DE LA TEMPORADA, PARA DARNOS EL DE MEJOR LOCUTOR TAMBIÉN, YA LO SABÉIS. DESEADNOS SUERTE AHORA QUE ENTRA LA PUBLICIDAD, QUE ES LA QUE MANDA, Y VOLVEREMOS EN BREVE. —Jiame suspira profundamente—, PODÉIS DEJARNOS VUESTRAS IMPRESIONES A TRAVES DE CUALQUIER MEDIO, WHATSAPP O VUESTRO FORO, LAS LLAMADAS DE MAÑANA NO GARANTIZO QUE PODAMOS CONTESTARLAS SI AÚN ESTAMOS DE CELEBRACIÓN.

     Y el guiño de su ojo esta vez no me alcanza las entrañas, porque mis avispas ya se encargan de recordarme por qué lo amo. 

     Jaime se quita los cascos al tiempo que hace deslizar su silla, y sin levantarse siquiera alcanza el manillar de la puerta para abrirla a su padre, el que trae puesta la cara de Don Jaime. Un semblante serio, aunque esta vez se vea mucho más nervioso.

     Resulta raro ver que padre e hijo no se extrañan de la invitación a pasar, del uno, o la decisión de entrar, del otro. Supongo que siguen manteniendo reuniones en el hogar familiar donde hablaron de esto, como para no verse afectados ahora. 

     —Habéis estado fantásticos,  nadie ha notado el inconveniente de Macarena e hicisteis olvidar esa maldita foto de Sofía. Mi enhorabuena.

     Don Jaime deja caer la mano en el hombro de su hijo y aprecio en ella un leve apretón de ánimo, ¿o tal vez es de agradecimiento? Miro su rostro y adivino que está deseando decirle algo a Jaime, lo que sea, se le atraganta cuando él trata de hablar.

     —Vale, papá —acepta el otro sin demasiadas muestras de cariño— Siéntate a oírlo con nosotros.

     Y no habrá sido un abrazo, pero creo que para ellos esa frase se asemeja mucho, sobre todo porque Jaime le ha dado a su padre unos audífonos para que participe de la primera impresión tras el fallo del jurado.

     —Le hace a uno sentir tan bien volver a ponerse estos cacharros —dice mientras se los ajusta en sus oídos, y me sonríe al sentarse frente a mí, también —¿Puedo decir algo, antes? —pregunta nervioso.

     —¿Jaime II está pidiendo permiso en su feudo? ¿Qué te ha pasado en esta última hora? —digo sonriendo con él. 

     —Digamos que cuando las llamas están a punto de hacerte perder todo, no te queda mas remedio que renacer en una mejor persona.

     —¿Estás melancólico o tienes un cólico a secas? 

     Es ahora que me detengo a mirar a Jaime, está callado pudiendo aprovechar el momento con su padre, el  que parece estar en horas bajas y vulnerable. Pero esa mirada que él le dedica a su hijo está cargada de muchas disculpas.

     —No me mires así, papá, sabes que es mi renuncia de la emisora.

     ¡Joder! La siguiente broma se me atasca en los labios, esto es mucho más serio, ¿qué ha dicho Jaime? 

     —Hijo, piénsalo bien. —La cabeza de Jaime niega una y otra vez así haya escuchado lo que tanto deseaba. Ese “hijo” llega tarde para él—. Pero Sofía lo entenderá.

     Ese es mi nombre, ¿no? Don Jaime pide así mi colaboración para hacer desistir a Jaime de una decisión que tiene ya meditada.

     —¿Habéis tenido un año entero para pulir vuestras diferencias y esperáis al último momento? ¡Por dios, que entramos en cinco segundos!

     Nuestro técnico de sonido escribe a mi  teléfono, quiere saber si nos lanza al aire. Me encojo de hombros, supongo que debe improvisar por nosotros tres, no veo que ninguno estemos pendiente de eso,  ahora.       

     —Es el momento ideal, Sofía —me dice Jaime. 

     De eso nada.

     —¡Y una leche es el momento ideal de nada! El programa eres tú, Jaime Suárez. No hubiéramos llegado hasta aquí sin tu dinámica,  sin tu organización, sin tu manera de hacerme hablar… ¡sin ese maldito nombre que tiene a todos enamorados, joder!, ¡no puedes renunciar a lo que tú mismo has hecho brillar!

     Que suene It's Time de Imagine Dragons, ahora, admito que es todo un acierto, a parte de los cuatro minutos que nos concede.

     —Sofía está en lo cierto, hijo, una decisión tomada durante un directo no es la mejor de las opciones.

     —¿Eso es lo que hacías antes, renunciar por mensajes?

     Jaime baja por un instante la mirada, para alzarla de nuevo, más arriba, sin dejarse intimidar.

    —Quino se dio cuenta antes que nosotros, Sofia, cuando quiso sacarme de aquí. Estamos hechos el uno para el otro y era cuestión de tiempo que lo averiguasemos.

     —Ya, y que le pica demasiado la chorra no, ¿verdad? —No acepto su sacrificio.

    —Entiende de una vez que no iremos muy lejos como pareja si estamos en continua lucha de egos con mi padre. Lo mejor será separar nuestras carreras de En Cadena2 si queremos que no se hunda.

     —¿Y la solución es irte tú del programa?

     —No quiero tener que hacerlo de tu cama —dice sonriendo sin importarle que su padre nos oiga. Menos mal que está vez solo es él, y el técnico,  claro.

     —Deja de hacer eso —le ordeno cuando me guiña el ojo—. La que se va soy yo.

     —¿Qué? —dicen ambos alarmados, demostrando así lo que me quieren.

     —El éxito es tuyo, y de eso no tenemos dudas ninguno, o tu padre no te hubiera pedido la reunión del domingo con los patrocinadores. —Me pongo cómoda en la silla y me cruzo de brazos, desafiando a Don Jaime a que me lo niegue—. De hecho dudo de que estuviese aquí ahora mismo bajándose los pantalones para pedirte que no te vayas si no creyese que eres el corazón de todo esto.

     —Eres una lianta, Arjona. —Ya tardaba en actuar el Don Jaime que conozco—. Y yo no me bajo nada en mi feudo —dice como excusa, una muy debilucha que no llega a nada. Sonrío al verlo nervioso.

     —¿Papá? 

    Jaime lo mira para oír su explicación.

     —Sí,  sí, y sí… mierda, Sofía tiene razón, hijo. Llevo un año jodiéndote la vida para sacar lo mejor de ti, para que no te creyeses intocable y te ganaras el puesto. Quería  que valorases tu suerte por ti mismo, para que llegaras a donde lo has hecho. Solo. No podías llegar de Italia con tu bagaje profesiinal y destruirte aquí.

     —Eres muy retorcido, ¿lo sabías? —le recrimina él, pero para nada resentido porque sonríe. Yo aprovecho que me mira para guiñarle un ojo que me acepta con una sonrisa.—. Los dos sois unos cabrones, ni un examen de ADN podría negar vuestro parentesco en eso.

     —Aprendí del mejor —digo sonriendo a Don Jaime. El que me dice riendo a su vez:

     —Del “astuto”, ¿a que si? Yo también aprendí de ese viejo. —Y es cuando por fin rompe a reír sin miedo a defraudar a su hijo, o a mí, que soy la adoptada—. Os dejo, chicos, os habéis ganado este momento a solas y yo estoy sobrando.

    Don Jaime ordena,  con el batir de su mano, que el técnico de sonido abandone su puesto. A continuación, y tras besar la cabeza de Jaime, echa las persianas que nos aísla de los pasillos y cierra la pueeta desde el exterior dejando la cabina incomunicada.

     —Bueno, ¿qué, principito? —le digo a Jaime acariciando su mano cuando ya estamos solos—, ¿le echas cojones también a lo nuestro, o te vas a poner a llorar porque es muy difícil hacer que funcione?

     Él me mira sonriendo. Sí, y hace ese gesto tan sexi de morderse el labio y negar con la cabeza, lentamente, mientras no quiere dejarme ver que le ha hecho gracia su nuevo apodo.

     —¿Sabes algo, Sofía? Tenía un contrato de confidencialidad, pero no creo que importe ya si lo rompo. —Jaime mira el reloj en su teléfono, ha clavado el tiempo de la cuña musical porque el botón rojo parpadea—. Se ponen en contacto con los nominados de los premios Red-Ondas días antes de dar la noticia en la web. Así que gracias por todo eso que piensas de mí, y mi éxito personal, te dolerá menos cuando oigas mi nombre entre los elefidos. 

    No tengo excusas, siempre fue más veloz que yo.

    —BUENAS NOCHES, Y FELIZ RESURGIR DE TUS LLAMAS, QUERIDO FÉNIX,  SOY JAIME SUÁREZ Y ME COMPLACE COMUNICARTE QUE ESTOY NOMINADO A LOCUTOR REVELACIÓN POR TU PROGRAMA FAVORITO; CORAZÓN DE FÉNIX. 

     Dicen que dos que duermen en el mismo colchón, se vuelven de la misma condición. Bueno, al menos yo comienzo a creerlo, cuando sonrío, me muerdo el labio inferior y niego muy suavemente con la cabeza mientras Jaime me besa la mano.
  
     Siempre fue mejor locutor que yo.

FIN.

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