#CDFx 18
—No ha ido tan mal la emisión, deja de castigarte.
Quino piensa que esa frase de manual le sirve para darme ánimos, pero poco puede hacer por mí cuando él no está en mi lugar. Sí, tendrá días buenos, malos o incluso peores con sus clientes, con sus charlas psicológicas y todo el rollo de la amistad tras una botella, pero yo dispongo cada día en mi trabajo de una audiencia invisible que empatiza conmigo, de programas que me recuerdan constantemente que estar enamorado es una mierda —la que has de sobrellevar solo porque es tu propia mierda—, y que mi compañero me corresponde con ella, sentado al otro lado de una mesa.
—¿Crees que he sido muy dura con Jaime? No debí tratarlo así, no se lo merece —me excuso preocupada, sin mucho sentido ahora que el daño ya está hecho.
Por mí, que no se nos olvide.
—¿Que no se lo merece? Lo que te hizo con tu programa fue muy sucio, Sofía —viene a repetir Quino como si yo quisiera oírlo de nuevo—. Mientras dijo de intercambiar vuestros programas se podía entender como experiencia enriquecedora, ahora ya sabes que fue para lastimarte.
Niego con la cabeza, cada vez más convencida de mi error.
—Lo he exagerado todo. La que teme no saber hacer Corazón de Fénix soy yo.
—Pero has demostrado que sí puedes, ahí tienes tú nominación.
—No, Quino, no, y la puta nominación no ha hecho más que destapar mis inseguridades. No tengo experiencia que avale esos conocimientos, ¡si es que por no temer no tengo ni una relación que me permita compararme con nadie!
Quino se ha acercado a mi mesa, y lo ha hecho con una botella de moscatel y dos vasitos en la mano. Y se equivoca, aunque me conozca y sepa que el moscatel es mi bebida preferida cuando de celebrar algo se trata, por el dulzor de su sabor, en este momento de mi vida no es el caso, así que mejor me sirve licor de almendras, amargo como su puta madre, que me va más a juego con el carácter que se me ha quedado al acabar el programa.
Jaime se marchó sin despedirse de mí y eso que el resto de llamadas de la noche ayudó bastante a calmar nuestras diferencias, sobre todo una del último bloque, la de un tal Lucas, quien al parecer es el jefe de su mujer en la edición de la revista que dirige.
Ese hombre fue el único que consiguió que Jaime sonriese por primera vez desde que retomamos el control de las propias llamadas. Obviamente, ninguno de nuestros oyentes quiso hablar de sus ex y sus trucos para olvidarlos, antes prefirieron darnos apoyo como pareja del momento y que esos trucos fueran encaminados a salvar nuestra relación, cosa que Jaime y yo no pudimos cortar a tiempo y acabamos hablando con ellos las tres horas de emisión.
—Cata domina su trabajo de periodismo a la perfección —dijo Lucas— yo domino el arte de hacerle creer que me domina. A ella no le gusta que le toquen las palmas y por eso evito hacerlo. A mí me sirve, ya llevamos tres años juntos, y creo que cumpliremos muchos más.
—¿Quieres que yo deje que Sofía reciba su nominación, haciéndole creer que no tengo parte de implicación en ella? —En ese momento ya la expresión de Jaime se relajaba.
—Exacto, Jaime, así te evitarás problemas, recuerda que ambos sois buenos por separado, así que juntos no puede ir a peor.
—Pero la nominación… —Jaime no comprendía demasiado.
—Sofía, ¿te hablaron alguna vez de un premio por tu anterior programa? —me preguntó directamente Lucas cortando a Jaime.
—No —contesté yo, sorprendida, y puedo asegurar que sin enfadarme ni nada.
—Ahí lo tienes, Jaime, Sofía es solo una parte de Corazón de Fénix, tú eres el resto. Yo también soy parte del cerebro de la revista Ella's, pero no se lo digamos a Cata.
Y así fue como Lucas arrancó la sonrisa tímida de Jaime mientras yo me imaginaba que ese hombre nos guiñaba un ojo cómplice.
—Vamos, tómate una copa y disfruta de tu éxito —me pide Quino llenando los dos vasos ya.
—¿Llamas éxito a cómo he ninguneado a Jaime, dejándolo en ridículo superlativo, mientras encima lo acusaba de machista y misógino? Yo creo que más bien le hice una una guarrada que no merece ser celebrada.
¡Si al menos dispusiera de los datos de audiencia para que el trago fuera más dulce!
Pero no, resulta que cuando Don Jaime consiguió abrir la puerta de la cabina, o mejor dicho cuando acabó el programa, y nosotros le abrimos la puerta, en lo único que pude pensar fue en que no me afectase demasiado la bronca que nos estaba echando en ese momento por airear nuestras sábanas delante de los oyentes, eso sí, con palabras muy suyas, tales como; ¡Estáis jodidos, niñatos! Después de la gala de nominación nos sentaremos los tres y hablaremos muy en serio de vuestra colaboración mutua, no habéis hecho que la emisora haya llegado tan lejos para que ahora os carguéis su ascenso con una hostia bien dada.
Así pues, dudo mucho de que alguien haya medido la audiencia, o eso hubiera sido nuestro despido inmediato.
Por tanto Quino, al otro lado de la calle y fuera de los límites de la emisora, tampoco es que lo haya hecho. Además, es palpable la envidia que estos dos se tienen, en especial Quino, desde que el sábado Jaime, “el superhéroe”, le arruinara su “baile” conmigo.
—¡Y he disfrutado tanto oyendo cómo lo hacías! —Ahí está su propio éxito, el malestar de Jaime—. Pero te soy sincero si te digo que más me hubiera gustado ponerlo yo en su lugar, se la tengo jurada —confiesa sin dobles lecturas ya.
Nunca vi mala intención en los comentarios de Quino hacia mí, ni siquiera en los piropos que continuamente me dedica. Era tan sencillo como pensar que él estaba ahí, junto a mí, dispuesto a recoger las migajas de Jaime…
—Bebe, Sofía, y disfruta tú.
…las migajas de Jaime, hasta ahora, que no lo veo yo con muchas ganas de esperar demasiado para recogerlas, porque me acerca el vaso de moscatel a la boca casi rozando mis labios.
Me acuerdo de Jaime, aunque eso no es ningún logro extraordinario, puesto que no he dejado de pensar en él un solo segundo desde que abandonamos la cabina, yo para cenar en el bar de Quino, cosa de la que ya me arrepiento, él para marcharse a su casa a esconder la cabeza bajo tierra, como me dijo que haría.
Y entonces yo hago un gesto violento con mi cabeza, cual avestruz asustada, para dejar caer el contenido del vaso.
—Lo siento, supongo que necesito comer antes de beber nada —me excuso para ganar tiempo. Conociéndolo, no tardará mucho en limpiar el líquido oscuro derramado sobre la mesa.
—No te preocupes, para eso estás en mi bar, preciosa. Limpio este desastre y te preparo un sándwich vegetal.
—Muchas gracias, Quino, no sé qué haría mi estómago sin ti —comento distraída a punto de coger el teléfono.
Su sonrisa al alejarse hacia la barra hoy me parece falsa, lo que hace que quiera salir corriendo.
ESTOY EN EL BAR DE QUINO ➡️
Jaime tarda poco en contestar mi mensaje.
➡️ESO ES ALGO QUE YA SÉ.
➡️NO NECESITO QUE ME LO RECUERDES.
ÉL INSISTE EN BEBER CONMIGO➡️
➡️ESPERA, NO LO HABRÁS HECHO, ¿VERDAD?
La pregunta ya de por sí me asusta, y Jaime no tiene que poner un emoji ni nada por el estilo para que me preocupe yo.
NO, POR ESO TE LLAMO, ¿QUÉ HAGO CON ÉL❓️➡️
NO HAY MUCHA GENTE EN EL BAR Y NOTARÁ QUE ME VOY➡️
LE DIGO QUE ME MARCHO SIN MÁS❓️➡️
➡️Y ENTONCES QUERRÁ ACOMPAÑARTE.
NO, DE IRME, LO HAGO SOLA➡️
➡️VOY PARA ALLÁ, SOLO SI ME VE, DEJARÁ DE MOLESTARTE.
➡️MIENTRAS TANTO, DÉJASELO CLARO, NECESITO MEDIA HORA.
ME NOTARÁ EXTRAÑA SI NO BEBO➡️
➡️TÚ DERRAMA EL VASO CUANTAS VECES SEA NECESARIO PARA GANAR TIEMPO.
Sonrío al leerlo.
YA LO HICE, NO TARDARÁ EN LIMPIARLO Y TRAER OTRO➡️
¿PUEDO DECIRLE MEJOR QUE ME ECHAS DE MENOS Y QUE ME RECOGES PARA IRNOS A MI CASA❓️➡️
Vale, he escrito demasiado rápido esta última vez, y mi mente ha ido por delante a la hora de pensar y escribir al mismo tiempo, pero es lo que siento. Solo que en realidad soy yo quien lo echa de menos y por eso quiero que me lleve a la seguridad de mi casa.
Él, por el contrario, se lo toma con calma en contestar.
JAIME ❓️➡️
SIGUES AHÍ❓️➡️
➡️SOLO SI QUIERES QUE DE VERDAD SUBA A TU CASA.
NO TARDES➡️
He ganado media hora. Tal como comprobé que Jaime había dejado el teléfono, entré al baño de mujeres, eso fueron cinco minutos, y he justificado mi salida de allí maquillándome en exceso, así mi cita de reconciliación con Jaime tendría más sentido.
—Te quiso quitar de en medio, Sofía, ese tío te oculta algo más —dijo Quino en cuanto le dije que él venía a por mí.
Yo lo que hice fue pedirle otro sándwich vegetal para llevar a casa, junto al mío, con la excusa de que Jaime llegaba sin cenar, otros diez minutos más que su condición de camarero no le permitió quejarse.
Pero como Quino lo tuvo todo listo, y Jaime no llegaba a recogerme todavía, llamé a mi madre por teléfono. Dile que no tienes ropa para una gala de premios, por si de verdad eres la nominada a locutora del año, y la tendrás otros quince minutos aconsejándote sobre el color, tejido y largo del vestido que te tienes que poner.
Macarena también está en el bar, sentada en la barra, pero a ella no quiero ni mirarla, así que me deja sin opción para perder tiempo, el que Jaime ya ha cumplido y no llega.
—Vamos, cariño, no puedes rechazar mi invitación —dice Quino con la botella y los vasos en la mano—. Quizás sea la última copa que tú y yo podamos tomarnos a partir de ahora, supongo que Jaime te impedirá regresar al bar.
—Jaime no es así de machista, mentí esta noche en el programa.
¿Por qué me molesta que piense de él algo que yo he contribuido a difundir?
—Tal vez no lo veas ahora. Pero acabará por destruir a la Sofía que eres por su propia ambición.
Los vasos de nuevo están preparados. Maldita insistencia, la suya, él es el verdadero tóxico que no tiene pantalones para seducir a una mujer sin necesidad de tenerla drogada.
—Jaime es mucho más hombre que cualquier otro que se jacte de serlo, solo por el hecho de haber admitido su error conmigo a oídos de miles de personas, ¿harías tú igual si yo te descubriese un engaño?
Quino me mira confuso. Es una mirada inquieta, alejada de la suya risueña, una capaz de delatar que me oculta algo. Es más, puedo sentirlo atrapado, porque se toma de un solo trago el vaso de moscatel, ¡y lo hace además con el que iba ser para mí!
Ya no sé qué pensar.
—¡Jaime! —grito sonriendo nada más verlo entrar.
Mi euforia es eclipsada por la de la misma Macarena, que aprovecha que estoy con Quino en el otro extremo del bar para abandonar el taburete de un salto y correr a su lado.
La distancia que nos separa a Jaime y a mí es superior a la que hay entre ellos, por eso mismo Macarena ya lo está besando, como saludo, cuando yo todavía no me muevo del sitio.
Espera, Sofi, Jaime vino a por ti.
—Mi engaño no sería comparable al suyo —dice Quino pendiente de la entrada, donde Jaime ha aceptado los dos besos de Macarena para después apartarla y que no pudiera abrazarlo.
—¿Qué? —le pregunto, sonriendo, sin haberle oído demasiado.
Lo siento. Ese rechazo a Macarena me ha hecho feliz, no voy a negarlo, tanto que voy a reunirme con Jaime olvidando que hablaba con Quino.
—Hola —saludo yo, cohibida, ante la mirada fría de Macarena. Sí, fría, aunque más bien note que me quema, y que de ser posible, ya estaría calcinada por ella.
Puedo llegar a entenderla. Ha de estar pensando lo peor de mí, porque mírame aquí, hace tan solo unas horas que he dejado en ridículo al hombre del que estamos las dos enamoradas, y como si eso no le importara demasiado a él, de nuevo soy yo la que consigo su atención.
Jaime me agarra por ambos hombros para asegurarse de que estoy bien, haciendo con ello que Macarena desaparezca de nuestro lado.
—No tengo que lamentar nada, ¿verdad?, ¿he llegado a tiempo? —me pregunta nervioso.
—Puedes estar tranquilo —le aseguro cuando sus ojos están a escasos centímetros de los míos haciéndome un test antidroga.
¡Que no se pegue tanto a mi cuerpo, por dios! Debería de alejarse, porque solo así podré mantenerme alejada yo.
—Dime que estás bajo los efectos de algún alucinógeno para haberte hecho algo… así —termina diciendo al tiempo que mueve su dedo delante de mis párpados.
¡El maquillaje, qué horror!, ¡y yo creyendo que me examinaba su lado protector, no el cotilla!
Agarro su dedo para que deje de señalarme, y al parecer activo con ello su risa tonta.
—Salgamos de aquí. —ordeno, y sin admitir negativas, porque todavía sujeto su dedo para que podamos irnos del bar.
Ya en la calle, caminamos en busca de su coche, lo hacemos riendo aún.
—Gracias por venir a buscarme.
—Pensaste en mí, Sofia —Jaime recarga su hombro en el mío para darme un toque cariño—. No podía mantenerme al margen.
—Que conste que pensé en ti porque me has metido miedo con respecto a la bebida de ahí dentro —digo sonriendo mientras señalo la fachada del bar, por mi espalda.
Jaime detiene su paso y me hace mirarlo, de nuevo observa mis ojos, pero esta vez no me sonríe.
—¿Solo por eso?, ¿es que vas a mandarme a la zona de amigos, a los que llamar solo si estás en apuros? —Quiere saber muy serio.
—Bueno, yo… —Soy consciente de que desvío un instante la mirada, avergonzada con él, puesto que mis pensamientos son más calientes que los que tendría con un amigo. Pero no sé si me habré mordido el labio ahora que vuelvo a encontrar sus ojos clavados en los míos antes de que junte nuestras frentes.
—Sofía, no podré aceptar de nuevo ese rol, créeme —susurra a escasos centímetros de mi boca—. Me has hecho traspasar los límites de tu piel, y ya no me conformo con menos. Quiero regresar aquí, contigo.
Detengo la mirada en su mano, la que descansa tímidamente sobre mi pecho izquierdo, la que de manera extraña se mueve exaltada por el ritmo de mi corazón mientras la golpea.
—Sofía, ¿estás bien? —De nuevo su beso es para mi frente—. ¿Qué te ocurre, has tomado algo en el bar?
—Jaime, escúchame —confieso ya sin pudor—, te he llamado a ti porque sigues estando aquí, nunca te fuiste. —Ahora soy yo quien pone su mano sobre mi pecho—. Porque no quiero que vayas a ningún otro lugar.
—Sofía —dice emocionado mientras agarra mis mejillas para besarme la frente.
—Oye, Jaime, —interrumpo su bonito beso—, sé que soy más bajita que tú, pero por favor, ¿podrías dejar la frente para cuando estemos en la cama, a la misma altura?
La risa a carcajadas que oigo de Jaime me devuelven al hombre del que estoy completa, irremediable y apasionadamente enamorada. Para eso ya no tengo excusas.
🎙🎧🎙🎧🎙🎧🎙🎧🎙🎧🎙🎧🎙🎧🎙
Como cada noche, bienvenido a tu programa, mi querido Fénix, aquí daremos voz a tu opinión, pregunta o propuesta en el amor.
Queremos oír tu sonrisa.
Hoy el tema será; ¿POR QUE NO COMPARTIR LOS MIEDOS JUNTOS?
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