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#CDFx 10

Hubo tanta reacción al llamamiento de Jaime, durante la primera hora, que ni las cuñas musicales tuvieron cabida después de Flowers. Las llamadas de nuestros Fénix fueron de todo tipo, tanto de condolencias fingidas como de ánimo real, pasando por las que querían el teléfono privado de Jaime para irse de fiesta con él a fundar una ganadería nueva, los florencios, me pareció escuchar que la llamarían, es que me reía a carcajadas en ese momento y poco pude oír. Así fue cómo escuchamos a quien le dijo que “arrancase de raíz” cualquier vínculo que pudiera tener todavía con la “malahierba”  de su ex o al que le propuso cagarse en ella directamente como método de “abono”. ¿La más sensata de las que pude escuchar?, que una flor saca a otra flor, ya, ya, todos sabemos que es un clavo el que funciona como refrán, pero por eso me gustó la comparación que el Fénix escogió, y porque me vi siendo yo la “trasplantada”, claro.

     Cuando una hora más tarde hemos abierto el teléfono de la “sinceridad” la afluencia de llamadas ha sido mucho mayor, todos quieren contar su experiencia. 

     —¿Crees que después de esto deberíamos seguir con la idea de realizar podcasts —le pregunto a Jaime en una pausa publicitaria. Está previsto que el lunes den comienzo las descargas de las emisiones—. Llevamos solo dos días y los oyentes han demostrado que quieren participar con nosotros.

     —Tienes razón, no lo veo por el momento, perderíamos ese feeling que ha surgido entre todos y la retroalimentación no se daría.

     —Necesito esas llamadas para ingeniar mis chistes —confieso cohibida.

     —Lo sé, me ocurre igual con los consejos —dice sonriendo—, además, ellos no tardarían en aburrirse solo con las escuchas.

     —¿Hablas tú con tu padre o lo hago yo? —Macarena nos hace la señal de entrada, no tenemos tiempo de más 

     Jaime se pone sus cascos y deja su respuesta en el aire, y por aire me refiero a los gases en suspensión, porque por el de las ondas bien que entra su saludo.

     —ES MEDIA NOCHE AHÍ FUERA —dice Jaime con la señal horaria sonando en directo— Y TODAVÍA NO TE DESHACES DE NOSOTROS, FÉNIX. NUESTRA CHARLA SIGUE POR UN RATITO MÁS, ASÍ QUE DEMOS PASO A NUESTRO PRÓXIMO OYENTE… HOLA…

     —Buenas noches, soy Paola.

     —Encantado de oírte, Paola, ¿qué quieres contarnos hoy? —pregunta él, mientras yo tomo nota de lo que pueda decir ella, por si las necesitase.

     Me pongo mis cascos que hasta ahora no lo había hecho, absorta como estaba en esa pregunta que Jaime no me ha contestado, ¿habla con su padre o lo hago yo?

     —Tengo una relación desde hace solo un año,  y es de la que os hablaré.

     —¿Y estás del lado bueno o malo de la situación?, ¿a favor o en contra de decir toda la verdad, de toda situación,  en todo momento? —pregunta Jaime muy chistoso.

     Se ha llevado la noche entera haciéndome ver a través de lo oyentes que no por decir siempre la verdad se está del lado de los buenos, que no todo el que la dice sale ganando en el amor y que hay matices en la frecuencia e intensidad de esas mentiras, mentiritas o mentirijillas de nada. 

     Pero para mí no, que he aprendido con los años y las relaciones fallidas a que es mejor saberla para que puedas actuar en consecuencia.

     Ahora mi compañero ya sabe que conmigo todo ha de ser transparente. Yo podré opacar la realidad de mis sentimientos con excusas para no acercarme demasiado a él, pero no soportaría descubrir que él ensucia los suyos con mentiras, por el contrario, para acercarse a mí.

     —En este caso, es obvio que del tuyo, Jaime.

     Él me mira y sonríe, creo que con esta mujer ya son el 99,99% de las llamadas a su favor. La chica que llamó diciendo que apoyaba la sinceridad máxima, conmigo, no cuenta, su relación tiene menos de veinticuatro horas, y dudo mucho que su pareja esté enterada de que tienen una relación siquiera. 

     —Dejemos que Sofía anote mi nuevo punto y ya podrías comenzar.

     —¿En serio lleva toda la noche haciéndolo? —pregunta Paola,  sorprendida. De todas las llamadas y mensajes entrantes, es la primera persona que lo quiere saber, el resto se rió directamente de lo que creyeron que era una broma de Jaime.

     —Uy, deberías conocerla, es muy competitiva.

     —¡Eso no es cierto! —grito para hacerme oír, y lo lamento inmediatamente por quien esté al otro lado con los audífonos puestos.

     —Vamos, Sofía, que la de Paola ya es la llamada número veintidós, debiste dejarlo,  como poco, cuando aquel hombre de Canarias, Jonay, nos dijo que aunque ahora ama a la familia de su mujer, Drizella, tanto como la ama a ella,  agradeció el desconocimiento que tuvo al inicio, cuando aún su casa no era un hotel para sus cuñadas.

     —Uy, sí, yo también sentí que Jonay tuviera tres cuñadas, a cada cual más bruja —dice la Fénix de la que ya casi me olvidaba.

     —No le hagas caso a Jaime, Paola. Me gusta el orden y que las cosas no se escapen de mi control, ¡por eso lo estoy apuntando todo!

     —Y porque quieres que alguien te apoye y me diga a mí lo contrario. ¿Qué te decía, Paola? —insiste Jaime—, Sofía es adrenalina pura, no sabes que te depara su compañía —dice Jaime riendo a carcajadas, que esa misma mujer acompaña con las suyas.

     —Pues mira, Jaime, en eso me parezco a Sofi —admite ella—, como instructora de Taekwondo que soy, no me gusta perder.

     Y como sé que esta llamada va encaminada a “demos una lección a Sofía” como ya ocurriese con Andy y Elena ayer, golpeo la espinilla de Jaime para que se calle y me deje hablar.

     —Admiro tus triunfos en el deporte, Paola —digo molesta—, pero aquí solo hablaremos, porque tú has llamado para hablar y no para reírte de mí con Jaime, ¿verdad?

     —Sí —me contesta riendo—. Quería decir que yo tampoco pienso que ser extremadamente sinceros en una relación te garantiza crear vínculos de pareja.     

     —Pero ocultarla lo hace mucho menos.  —Sigo insistiendo. 

     —Al menos al principio creo que decir la verdad, así de golpe y sin filtro, no es lo más apropiado. Debes mantenerte a salvo, si no, que se lo digan a las cuñadas de Jonay —dice, y al recordar a ese hombre, Paola ríe—. Y luego, como ha dicho Jaime al inicio del programa,  que cada uno cumpla su penitencia por mentir  u ocultar algo a su pareja 

     —Te pasó a ti —afirmo yo sin esperar mi turno.

     —Hugo y yo terminamos por un tiempo —explica ella—, pero menos mal que me dio tiempo a enamorarlo, si no, la ruptura que tuvimos hubiera sido para salir en los libros de historia. Y no exagero.

     —Esto me interesa, ¿así que tu pareja no aceptó tu mentira, entonces?

     Cuando le hago la pregunta a Paola es Jaime quien se mueve inquieto en la silla.

     —Llamémoslo desinformación, me hace sentir mejor.

     —Bueno, verás Paola, ¿cómo le sentó a Hugo tu desinformación?, ¿él la llamaría así? 

     —Él emplearía mejor la palabra putada, pero entendió al final por qué lo hice.

     —¿Si es una putada con significado, es menos putada? —Espero que mi ironía haya cruzado las ondas para avergonzarla.

     —Pero fue solo al principio, ¿verdad, Paola?,  hasta conoceros bien y sentiros correspondidos por el otro, ¿no?

     Jaime la excusa como si se tratara de él mismo. Me ha guiñado el ojo, pero no me callo.

     —Eso no es justificable, Jaime —insisto yo sin ganas de reír. No sé qué le ocultaría ella a su pareja, pero no lo comparto—. Le salió bien solo porque ese hombre la quiere, de haberlo sabido antes quizás él no se hubiera enamorado y no habría penitencia que lamentar.

     —Por esa misma razón, hay excusas para mentir, Sofía —dice Jaime mirándome a mí—. Drizella la tuvo para no asustar a Jonay y que saliese huyendo de ella, ¿cuál  es la tuya, Paola?

     —No podía decirle a Hugo quien era yo hasta asegurarme de que me quería a mí y no mi dinero.

     —Ahí lo tienes, Sofía, una excusa más que justificada. No es como traicionarlo, por dios, solo se protegía de los tíos interesados.  —Jaime se alegra por Paola cuando me hace ver que la neurótica y equivocada con las mentiras soy yo.

     —¿Está Hugo ahí contigo?, ¿puedes darle el teléfono?, zanjemos esto entre los cuatro, por favor —propongo para acabar con esa sonrisa de Jaime.

     Me he llevado al terreno personal esta intervención y es que solo de imaginar que me ocurrirá algún día algo similar me está alterando demasiado.

     —Hola, Sofi —saluda el hombre.

     —Vamos a aclarar esto, Hugo. Paola te ocultó su identidad…

     —Antes tengo que decir que de no haberlo hecho, jamás me hubiera fijado en ella. 

     —¿Me quieres decir que apoyas que te engañase? 

     La pregunta ha sido para Hugo, pero es mi mirada la que, sorprendida, busca el apoyo de Jaime, él la esquiva por primera vez para detenerla en Macarena.

     —Se tuvo que dar así, Sofi, y lo entendí. Yo arrastraba mis propias inseguridades con una ex, y creí que la ruptura era lo mejor cuando me enteré de la verdad. Me equivoqué. 

     —Eso te hace humano —dice Jaime empatizando con él.

     —Oh, venga ya, hombre, eso es de cobardes —me dirijo a mi compañero, pero acabo hablando al micro para que se entere Hugo.

     —Es de precavidos —asegura Jaime.

     —Como sea, Jaime, no entiendo, entonces, la postura de ambos si ya comprobaron el daño que puede hacer la mentira, tendrían que estar de mi parte.

     No quiero que esta llamada,  que me da que será la última del programa de hoy, alcance ese 100%  que le permita a Jaime empatizar con los Fénix mejor que yo.

     Espera, Sofi, ¿eso que sientes son celos profesionales? El caso es que te gusta que te duela el estómago por Jaime y ahora que ya tus avispas no se alborotan por otra mujer, quieres que lo hagan por su éxito en el trabajo.

     Hugo quiere ahora defender al único locutor que lo apoya.

     —Hemos llamado para decirles a los Fénix que solo tienen que asegurarse de que el amor que se tienen con sus parejas esté por encima de todo. Luego ya, la sinceridad quedará en segundo lugar.

     —O en tercero, o en cuarto…, qué más da si ya os queréis, ¿no? Dijimos que está sobrevalorado —suelta de pronto Jaime, justo cuando yo iba a decirle a Hugo que no estaba de acuerdo con otro lugar para la verdad que no sea el primero. 

     Hugo se ríe. No dudo de que divertirse, bien que lo hace con el programa. 

     —¡Me recordáis tanto a nosotros!, así empezamos Paola y yo, intercambiando golpes con el otro.

     Ah, no, me equivoqué, que lo que hace Hugo en realidad, y sin excusas, es reírse de Jaime y de mí.

    Al terminar la llamada de Hugo y Paola, con una broma final de despedida entre ellos tres, nos dio tiempo de que entrara al aire la última intervención. Más de lo mismo para Jaime, menos de lo mismo para mí, mi compañero es más popular que yo.

     Me siento aliviada de que haya terminado el programa, ha resultado ser un desgaste emocional para mí, puesto que los Fénix de hoy han evidenciado el distanciamiento que hay entre Jaime y yo. Quizás entre nosotros haya una atracción física, pero de compatibilidad de parejas él y yo andamos escasitos.      

      —Y AHORA SÍ, MIS SOMNOLIENTOS Y PÍCAROS FENIX, YA ES HORA DE IRNOS. TE ESPERAMOS MAÑANA, Y RECUERDA QUE ES SÁBADO Y SERÁ UN POCO ANTES. A LAS OCHO YA PUEDES CONECTARNOS. BUENAS NOCHES, Y SED SINCEROS CON VOSOTROS MISMOS.

     Y él se ha despedido de todos,  con su guiño característico hacia mí.

     Nos quitamos los cascos apresuradamente mientras suena la música del corte final, yo además recojo mis cosas para irme cuanto antes.

     —Te llevo a tu casa. —Jaime no me lo pide, ya ha dado por hecho que aceptaré.

     —No será necesario, hoy no he bebido.

     —Sofía. —Y se ha puesto delante de la puerta para que no pueda salir si no es tocándolo.

     Evito mirar a Macarena, no sé si los micros estarán apagados, pero el cristal sigue siendo transparente. 

      —Mira, Jaime, necesito salir de aquí, no me lo pongas más difícil, por favor.

     Su expresión se endurece, Jaime busca en mi mirada la pista que le diga algo de la extraña actitud que estoy teniendo. Estúpida, infantil y extraña actitud, todo sea dicho con sus palabras. 

     —Te pasa algo conmigo, ¿verdad?

     Mira, me vale su conjetura. He tratado de defender la sinceridad lo máximo posible, y en toda la noche lo he conseguido, así que no me marcharé de aquí sin ser fiel a mí misma.

     —Pues claro que me pasa, Jaime. Has acaparado el programa, no me has tenido en cuenta para nada, y cuando buscabas mi participación era para reírte de mi punto de vista con alguno de tus Fénix. Una cosa es hacerte el gracioso para ellos y otra  muy estúpida tomarme como blanco de tus chistes porque esté sentada frente a tí. A lo mejor deberíamos hablar con Don Jaime para que me devuelva mi programa, así yo también podré hacer mis propios chistes.

     Espera, Sofi, te gusta Jaime, tampoco lo espantes del todo, mujer. Recula en tus argumentos, porque si no al final él tendrá la razón y la sinceridad en esto de las relaciones es un asco, ¡mira qué cara de espanto tiene!

     —Si no entiendes que ha sido por la conexión  con el oyente,  es que no has entendido nada de este tipo de programas. 

     —Ya te dije que no estaba hecha para dar consejos con interacciones tan directas con los oyentes.

     —Ese es tu problema, Sofía, que serás muy buena para reírte de las opiniones y actos de los demás, pero cuando se trata de ti, al resto bien que nos pones límites cuando replicamos. Una actitud muy profesional, sí señor.

     —Pues como la tuya ahora, que no aceptas  que quiera dejar el programa.

     —Estás equivocada, ya tardas en pedírselo a mi padre. Buenas noches, Sofía.

     No he necesitado salir primero, él me deja tirada en la cabina.

     Cuando me decido a irme, pues he perdido tiempo dándole vueltas a lo que ha pasado sin encontrarle mucho sentido, Macarena se me acerca. Ahí está el motivo de mi agresión gratuita a Jaime, no solo ha sido por lo del programa. 

     Mi amiga me mira con una sonrisa bonita.

     —Sofía, ¿podemos hablar?

     —Macarena, no, si vas a decirme algo parecido a; “ya te lo dije”, puedes callártelo.

     —No —me interrumpe ella—, jamás diré nada parecido. Y lamento todo lo que te dije en el bar de Quino, no quiero que eso nos distancie, ¿qué te parece si celebramos nuestra amistad?

     —Me gusta tu sugerencia, no quiero enfadarme contigo —admito de corazón—. Has oído, tan bien como yo, la postura de Jaime en cuanto al programa y la sinceridad, así que ya podemos decir que es definitiva nuestra incompatibilidad.    

     —Por eso mismo, —Macarena echa su brazo por encima de mi hombro para obligarme a salir de la cabina—, deberíamos hablar de tu futuro, uno que en menos de veinticuatro horas podría estar atado a un uniforme —dice mientras eleva sus ojos varias veces.

     —Tú cumpleaños,  ¡es verdad, amiga!

     —Venga, que te invito a una copa en nuestra celebración privada y así me cuentas de qué uniforme disfrutaremos mañana.

     Tengo de excusa que quiero irme a casa, sola, para encender la vela de Jaime mientras me ducho y pienso en que quizás deba dejar de trabajar con él. Aunque en realidad me apetece desconectar, y volver a reírme con mi amiga es mejor opción que llorar en la ducha.

     —Pero solo una, ¿eh? —acepto sonriendo—, no quiero llegar a mañana y estar detenida, o en el peor de los casos en un hospital. Demasiado uniforme que no me pone.

     Nuestras risas nos devuelven a las Macarena y Sofía que fuimos hasta hace unas horas. Pisar el bar de Quino nuevamente acabará por limpiar nuestros malos rollos.

Como cada noche, bienvenido a tu programa, mi querido Fénix, aquí daremos voz a tu opinión, pregunta o propuesta en el amor.

Queremos oír tu sonrisa.

Hoy el tema será;  CUANDO NADIE NOS MIRA, TE COMPORTAS DIFERENTE .

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