Capítulo 8: La raíz cuadrada de dos.
Un grupo de chicos hicieron que Tessa y Duckie se tomaran siete shots de tequila seguidos, lo cual fue suficiente para que no pudieran ni decirme cuál era la raíz cuadrada de dos.
Me sentía culpable, responsable y avergonzada. Culpable porque si ellos se hubiesen mantenido conmigo, nada de esto hubiera pasado. Responsable por ser la única que no estaba intoxicada con alcohol. Y avergonzada, porque luego de que Duckie comenzara a decir tonterías frente a Ryan, él me vomitó encima.
—Tenemos que llevarlos a casa —sugirió Penny, tratando de mantener a Tessa de pie.
—Nina... —Duckie susurró en mi oído. Arrugué la nariz, su aliento olía a vomito mezclado con alcohol.
—¿Cómo se supone que haremos eso? —le pregunté, acomodando el delgado brazo de Duckie sobre mis hombros. Él puede ser delgado, pero con siete shots de tequila encima, parecía pesar más de lo normal—. Nuestra conductora apenas puede mantenerse de pie. Tú no tienes licencia de conducir aún, y yo no sé conducir.
Mi compañera hizo una mueca.
—¿Conducir...? Ja, yo puedo conducir —balbuceó Tessa, meneado la cabeza de un lado a otro.
—Déjame ayudarte, Nina —Oh Dios, Ryan todavía estaba ahí.
Él tomó a Duckie antes de que yo pudiera reprochar y lo recostó a un costado de su cuerpo, colocando una mano en su cintura y el brazo de mi amigo ebrio sobre sus hombros.
—Nina... —Spike susurró de nuevo, esta vez alzando su brazo libre y tanteando en el aire en busca de mi rostro, sin tener mucho éxito—. La raíz cuadrada de dos...
—¿Trajeron auto? —nos preguntó Adam, quien ahora tenía a Tessa cargada en sus brazos.
—Sí, pero Tessa es la que conduce —le contestó Penny mordiendo su labio inferior con fuerza—. Y bueno, ella está un poco fuera de combate.
Adam y Ryan intercambiaron miradas, parecían estar teniendo una intensa conversación mental, ya que Adam le frunció el ceño y Ryan asintió una vez con la cabeza.
—Llevémoslos a ellos primero a su auto —farfulló Adam, como si se estuviera dando por vencido con algo.
No había tiempo de sobre-analizar la situación, nos alejamos de los murmullos y risitas a nuestras espaldas, y salimos hacia el patio delantero, tropezando con parejas, personas inconscientes en el piso y con los chicos peludos fumando porros de marihuana. Dos de ellos ya estaban inconscientes.
No quería hablar con Ryan, me sentía con ganas de llorar y necesitaba llegar a casa pronto para quitarme la blusa apestosa a vómito de Duckie.
Después de este incidente, no creo que pueda verlo a la cara de nuevo sin sonrojarme intensamente.
Penny Lane sacó las llaves del Monza de su bolso y les abrió la puerta, se unió a mí y esperó a que los chicos depositaran a Tessa y a Duckie en el asiento trasero del cacharro.
—Estos dos no saben lo que les espera mañana —me dijo ella al oído—. Los obligaré a ver un maratón de Honey Boo Boo, los amarraré al sofá si es necesario, juro que de esta no salen sin un daño mental severo.
Sabía que ella hablaba totalmente enserio.
—Técnicamente no fue culpa de ellos —Crucé los brazos sobre mi pecho, mi cuerpo comenzaba a ceder al frío, y el húmedo vómito en mi blusa no me ayudaba tanto.
—Nina, no los defiendas que nadie les apuntó con una pistola —gruñó Penny molesta—. Esos dos acaban de arruinarnos, mejor dicho, acaban de arruinarte la noche, Ryan está completamente interesado en ti, creo que todo el mundo lo notó.
Me encogí de hombros. Mis dientes empezaron a castañear.
—No es como si entabláramos una larga conversación... —comenté, llena de completa y plena decepción.
Ella resopló, y pasó su brazo por mis hombros de manera reconfortante.
—Adam buscará mi auto, los llevaremos a casa —Ryan se nos acercó—. Yo conduciré el Monza y él irá tras de mí en mi auto, ¿vale?
—N-No tienes por qué hacer eso —Me apresuré a decir—, ustedes deben quedarse, nosotras...
—Nina —Él me cortó al instante—, solo tienes que dar las gracias, enserio, no hay ningún problema.
Mis labios se alzaron levemente y el rubor se hizo presente en todo mi rostro.
—Gracias —le dije, sintiendo un revoltijo en el estómago.
—¿Puedo ir yo con Adam en tu auto y Nina contigo en el cacharro? —le preguntó Penny Lane, poniendo esa voz de “inocente” que hace que las personas cedan a lo que sea que ella quiera hacer—. Es que los chicos ocuparon todo el asiento trasero y no creo que quepa igual.
La miré con los ojos muy abiertos. ¿Qué trataba de hacer exactamente?
—Sí, sí, está bien —Le sonrió él ampliamente.
Tragué saliva con fuerza. Dios, solo quería esconder mi cabeza en algún agujero igual que un avestruz.
—¿Tienes frío? —La pregunta de Ryan me tomó desprevenida, ya que ni siquiera me había percatado de que se encontraba a mí lado.
No lo miré, sabía que moriría de vergüenza, como también sabía que él no me diría nada acerca de lo ocurrido, pero aun así, no dejaba de pensar en su rostro en el momento en el que Duckie se abalanzó sobre mí, diciendo cosas incoherentes sacadas de su extenso repertorio de Pretty in Pink, y luego, para el gran final, mientras me abrazaba con total torpeza, vomitó en mi blusa el sándwich de atún que se había comido en la cena.
—Puedo escuchar tus dientes castañear desde aquí —Volvió a hablarme, esta vez captando mi atención al notar por el rabillo de mi ojo cómo se comenzaba a quitar su chaqueta de los Guepardos.
En cuanto sentí el calor de esta colgándose sobre mis hombros, me aparté rápidamente.
—Estoy bien —murmuré bajando la cabeza—, se ensuciará de vómito, estoy bien...
—Vas a enfermarte —insistió, colocándomela de nuevo—, no importa si se ensucia, solo tómala.
—Gracias —Mi agradecimiento fue apenas audible, y fue opacado por el ronroneo de su auto siendo aparcado por Adam tras el Monza de Tessa.
Unos minutos más tarde, me encontraba en el asiento de copiloto, rodeada de un tormentoso silencio aunque Duckie se quejaba en la parte de atrás, y junto a la persona con la que menos esperé estar en un auto pasando por esta situación tan vergonzosa.
Penny Lane nos había dejado solos a propósito, eso me quedó bastante claro, pero hasta los momentos, su plan no estaba funcionando para nada, ninguno se atrevía a decir algo y yo temía que hubiera recapacitado y que se hubiese dado cuenta de que Nina Landfield era demasiado rara, con amigos aún más raros.
Sin embargo, el olor de su chaqueta me tranquilizaba, bizarramente hablando, me hacía sentir a gusto. No olía a rosas o algo parecido, era una peculiar mezcla entre su colonia, una suave fragancia a lavanda y un toque de sudor. No, no era desagradable, al menos para mí, la chaqueta olía a él.
—Nina... —Duckie se quejó de nuevo—. Déjame abrazarte... La raíz cuadrada de dos...
Me encogí más en mi asiento, sonrojada hasta las orejas.
—Sé que estás avergonzada —dijo Ryan de repente—, no lo estés, créeme cuando te digo que he pasado por momentos peores.
Giré mi cabeza hacia él, para encontrarlo mirándome de reojo.
—¿Quieres que te diga que es peor a que un chico ebrio te vomite encima? —Me dedicó una media sonrisa, deslizando sus ojos de nuevo al frente.
Él tomó mi silencio como señal para continuar con la charla.
—Tener que caminar desnudo por todo un hotel repleto de desconocidos, eso es mil veces peor, ¿no lo crees?
—¿Tú hiciste eso? —le pregunté bastante sorprendida.
—Si —Se echó a reír—. Bueno, no fue por gusto, no creas que soy alguna especie de pervertido.
Dejé escapar una suave risa. Su risa no era melódica como la de mamá, era profunda, rasposa, casi perezosa. Me gustaba.
—Fue una broma que los chicos me jugaron cuando empecé en el puesto de capitán —se explicó—. Estábamos en un partido fuera de la ciudad, era mi primer partido como capitán. Nos quedamos a dormir en un hotel, y yo obtuve una habitación para mí solo. Mientras me bañaba, los chicos entraron a llevarse toda mi ropa, me esperaron a que saliera y me empujaron al pasillo, no sin antes quitarme la toalla.
—Vaya... —mascullé con los ojos muy abiertos.
—Eso no es todo, Nina —A él parecía divertirle mi exaltación ante la anécdota—. Traté de buscar ayuda con los demás, pero todos estaban enterados de lo que pasaría —hasta el Coach— y pues, ninguno me dejó entrar a sus habitaciones, así que tuve que ir a recepción con tan solo un delantal que la señora de servicio me prestó luego de observarme detenidamente con desaprobación. ¿Qué momento crees que es más vergonzoso ahora?
Los dos nos volvimos a mirarnos al mismo tiempo, y sonreímos. Las mariposas revolotearon en mi estómago, Ryan intentaba hacerme sentir mejor al compartir su momento vergonzoso conmigo. Él no dejaría de ser amable y yo no tenía idea por qué nos estaba ayudando, o por qué quería animarme, o por qué quería entablar una conversación conmigo. ¿Quizá todavía se sentía culpable por el incidente en el campo? ¿Por haberme dejado marcas en mis codos?
—¿Puedo decirte otra cosa? —Aún no nos dejábamos de mirar.
—¿Qué es? —Lo incité a continuar, perdida en sus brillantes ojos verdes.
—Agradezco que ese incidente ocurriera —me espetó, sin abandonar mi mirada—, ya que dejaste de ser “la rubia solitaria que se sienta todos los días a la misma hora a escribir en un bloc color púrpura y luego se va sin mirar a nadie, como si tratara de pasar desapercibida a pesar de ser la única en las graderías”.
Pestañeé repetidas veces, sin saber qué decir a eso.
—Me alegra que ahora solo seas Nina Landfield, “la chica que está a mi lado usando mi chaqueta porque su amigo le vomitó encima, y sonríe, se sonroja, tiene una voz, y habla, y hace contacto visual con las personas también”.
Tomé fuerzas para poder darle una gran sonrisa, una sonrisa digna a sus lindas palabras.
—¿Pensabas que era una solitaria? —le pregunté de manera burlona.
—Llegué a pensar que eras una espía de la secundaria Monroe que se sentaba allí, siempre sigilosa, para solo copiar nuestras estrategias y enviárselas al Coach Tanner luego —me contestó con diversión—. Estoy aliviado de saber que eres totalmente inofensiva.
Solté una carcajada sin poder evitarlo.
—Nina... —De nuevo Duckie—. No te rías con él, Nina... no con él... Nina, te quiero... la raíz cuadrada de dos...
Dejé de reírme de inmediato, cayendo en la realidad, recordando dónde me encontraba, con quién me encontraba y por qué. Por un momento me había olvidado de todo.
—Lo siento —me disculpé con Ryan, sintiendo el calor llegar a mis mejillas.
Acerqué mi mano al reproductor de música y lo encendí. Kurt Cobain y All Apologies ahogaron las palabras de Duckie… y también dieron por terminada nuestra conversación.
Mamá me llevaba a la escuela, así eran los lunes, los martes y los miércoles. Mis párpados me pesaban debido al desvelo de anoche, agregando que no pude dormir bien después por estar solo dándole vueltas a todo el asunto llamado Ryan Hamilton.
¿Qué pasaría hoy? ¿Adam y Ryan se habrían metido en problemas con Kevin por abandonar la fiesta repentinamente? ¿Debía preocuparme porque ayer estuvimos expuestas a la mayoría de las personas del “trono” de popularidad? ¿Debía preocuparme por Lauren, la de los labios de payaso, porque esta se aproximó y comenzó a examinarme, a decirme cosas extrañas?
No me gusta llamar la atención de los “grandes”, ni siquiera de los “inferiores”, simplemente no me gusta llamar la atención.
—Que tengas un buen día, querida —se despidió mamá con un beso en la mejilla mientras bajaba de su auto.
—Tú igual —Le sonreí.
Visualicé el cabello rosa de Penny Lane junto a la entrada de la escuela, ella agitaba sus brazos en el aire y parecía discutir acaloradamente con alguien, no fue hasta que me acerqué lo suficiente y me fijé mejor, que me di cuenta que ese “alguien”, eran Spike y Tessa. Apenas podían mantenerse de pie.
—¡Y espero que les duela bastante la cabeza! ¡Bastante, bastante! —bramó ella enfurecida—. ¡Se lo merecen los dos!
Ambos bajaron la cabeza, avergonzados.
—¡Oh, Nina, estás aquí! —Penny se percató de mi presencia—. Solo le decía a estos dos lo mal, mal que se portaron ayer.
—Lo siento, Nina, no sé qué me pasó —Tessa se acercó a mí—. No quería arruinarte la noche, de verdad lo siento.
—Descuida —le dije, colocando mi mano en su hombro—, no fue tan malo.
—¡Cierto! —Mi otra amiga comenzó a zarandearme con euforia—. ¿Qué pasó en el auto? ¿Hablaron tú y Ryan? ¿De qué hablaron? ¿Te dijo cosas lindas? ¿Fue amable, lindo, divertido, cortés, arrogante, malo, aburrido? ¡Tienes que contárnoslo!
Escuché cómo se le escapaba un gruñido a Duckie. Él probablemente ni recordaba haber sido el culpable de ponerle fin a nuestra conversación.
Entramos al edificio, las chicas no dejaban de hacerme toda clase de preguntas, yo trataba de responder lo más breve posible, ya que aunque yo no había tomado alcohol, me dolía la cabeza.
—¿Qué es eso? —preguntó Duckie al detenernos en mi casillero—. Es una nota.
Tomé el pequeño papel color rosa y lo abrí, completamente curiosa. Pero mis pulmones se vaciaron de la sorpresa al ver lo que había escrito.
“Aléjate de Ryan, pequeña cara de rata.”
N/A: Pues, aquí está el capítulo, pues, el final... lo sé, lo sé xD.
Ryan, I love you babe, y quisiera yo haberte visto en ese hotel (Okno).
Nina nunca se enoja por nada.............. e.e
Duckie, no sé si me cae bien o mal. No lo sé, aún no sé que pensar de su actitud xD.
Bueno, me despido, besitos, comentes y nos leeremos la próxima vez.
Bye ;).
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