Xmas Gift
Cualquier otro año se habría sentido emocionada, pero este año todo le recordaba a lo que había perdido tan solo meses atrás y es que la perdida tan repentina de su familia era algo que nunca pudo haber esperado, lo unico que agradecía era su mayoría de edad porque automáticamente ella había quedado responsable de su hermano Sota, que tenía 8, y del pequeño Shippo, que tenía 4, aunque Shippo no era su familiar pudo ganar un juicio donde le daban la custodia para cuidarlo, el pequeño también había perdido a su familia en el mismo accidente en el que murió la suya, ambas familias iban de vacaciones, habían planeado por meses salir juntos, los padres de Shippo y sus padres eran amigos de la infancia así que para Kagome ellos eran familia, así que decidió pelear por el pequeño hasta quedarse con él.
Ahora había encontrado un trabajo estable, aunque el dueño, el cual no había conocido, parecía ser un tirano obsesionado con el trabajo, siempre se ponía de malas los dos últimos meses del año, su mal humor terminaba en montañas de trabajo interminable con el propósito de que no salieran a su hora de salida normal.
A pesar de que todos se quejaban por el trabajo interminable nadie se atrevía a decirle nada al jefe, ni siquiera su mano derecha, que también dejaba mucho que desear, le decía nada por el miedo a que lo dejara fuera sin trabajo.
Muy a su pesar, aunque ella no quisiera prestarle atención a nada más allá de lo que le tocaba le era imposible ignorar a sus compañeros de trabajo cuando hablaban tan alto y siempre cercas a ella. Con todos los malos comentarios de sus compañeros comenzó a darse una idea de como sería su misterioso jefe; llevaba más de cuatro años trabajando aquí para nunca haberlo visto.
Inuyasha, el subjefe, decía tantas cosas malas de él que muchas de las ideas que se había formado en su cabeza sobre cómo sería Ito-sama, eran verdaderas.
Inuyasha tenía su propia familia, y así como ella antes del accidente, amaba pasar navidad en casa, desde que había comenzado el mes de noviembre no había dejado de parlotear sobre los regalos que compraría e incluso se atrevió a pedirle opinión sobre los regalos para los niños con la excusa de que ella también tenía niños en casa y sabría que era mejor para alguien en crecimiento, siempre había sido así años anteriores pero este año lo que menos quería celebrar era la Navidad e Inuyasha no lograba entender que todavía dolía.
No entendía el porque un día se había dejado convencer por Inuyasha para salir a comprar regalos, pero aquí estaban en el centro comercial, daba gracias a qué Sango había querido acompañarlos de lo contrario no podría controlar a Inuyasha con la compra innecesaria de cosas, al final ¿Quién no le hace caso a su esposa?
Cuando conoció a la familia de Inuyasha lo ultimo que espero fue llevarse bien con su esposa, desde el primer día parecía que se conocían de años, y desde entonces ambas se habían unido tanto que ahora la consideraba una hermana. Ella había sido su pilar cuando ella se derrumbó.
Para Sango, le parecía increíble que trabajara con su esposo y aunque tampoco hablaba mucho de su cuñado ella aseguraba que las cosas que Inuyasha decía sobre Ito-sama eran exageradas e incorrectas.
¿Quién de los dos tenía razón? Al final no lo sabría, no hasta que lo conociera y eso parecía ser imposible.
Para ella su jefe resultaba ser un Scrooge, no había mejor manera de describirlo.
-x-x-x-
— ¿Escuchaste lo que quiere Ito-sama? -pregunto alguien detrás de ella, de nuevo sus compañeros chismoseaban detrás de ella.
— No, pero estoy segura de que son más horas extras, estamos a seis días para que sea navidad. -contesto alguien más.
— No, este año parece ser diferente. -respondió una tercera voz.
No pudo terminar de escuchar porque su teléfono sonó y sin revisar el identificador de llamada conteste.
— Buen día, le atiende Higurashi ¿En qué puedo ayudarte?
— Higurashi, la quiero en mi oficina, —fue ahí donde miro el identificador de llamada mirando el nombre en la pequeña pantalla se puso nerviosa—, ahora. -y con esas palabras termino la llamada, estaba nerviosa era la primera vez que vería a su jefe.
Levantándose corrió al baño para revisar su aspecto antes de ir a la oficina de su jefe, una vez conforme emprendió el camino.
Sentía las miradas de todos mientras avanzaba, podía escuchar a todos susurrar a sus espaldas.
Los pasillos extrañamente parecían más largos de lo habitual.
Justo cuando estaba por llegar su celular sonó, revisando la pantalla miro que era un mensaje de Inuyasha con la leyenda "mucha suerte"
Soltando el aire que no sabía que estaba reteniendo toco la puerta.
— Pasé. -invito su misterioso jefe.
— Aquí estoy Ito-sama. -entro haciendo una reverencia.
— Higurashi. – fue su única respuesta para después apuntar la silla frente a él del otro lado del escritorio.
Nerviosa por lo que pudiera pasar con su jefe.
— ¿En qué puedo ayudarle? – algo en este hombre le hacia titubear.
— Dejaras lo que estás haciendo y me acompañaras.
— ¿Disculpe? -todo el miedo que sentía hace un momento se habían esfumado por completo.
— Creo que he sido muy claro con mis deseos, por lo tanto, no es necesario que me repita.
— No pretende que abandone mi trabajo cuando tenemos tan cerca navidad.
— Soy tu jefe, si yo te digo que lo dejes lo harás.
— ¿Qué puede ser tan importante para que quiera que deje mi trabajo?
— Te explicaré de camino, las paredes tienen oídos. -fue su única respuesta para después ponerse de pie y caminar en dirección a la puerta.
Suspirando lo siguió a la salida, frente al edificio los estaba esperando una gran limosina negra, miró que él entró sin siquiera mirar si venía detrás.
"Sin modales" fue lo primero que pensó cuando vio su acción.
Sin decir nada lo siguió para subirse al lujoso auto.
— Muy bien, esto es lo que tiene que saber. -habló mientras le extendía un sobre amarillo con un letrero que decía "confidencial"
Con un simple asentimiento tomó el sobre y vació su contenido, leyó atentamente cada una de las hojas que había dentro.
— Nadie sabe nada acerca de esto, serás la única persona que lo sabe, deberé confiar en ti. -la miró fijamente esperando alguna respuesta de ella.
— No se preocupe yo no diré nada, aunque debo decir que no entiendo como este problema tiene que ver conmigo.
— Mi medio hermano no dejó de hablar de usted durante nuestra última cena familiar, dejó saber que usted, Higurashi-san, siempre tenía la razón cuando se trataba de detalles navideños.
Debió haberlo supuesto debido al mensaje que recibió mientras caminaba a la oficina.
"Inuyasha y su gran bocotá" fue lo primero que pensó.
— ¿Entonces me estás diciendo que quieres llevarme de compras navideñas para esa pequeña que está en ese sobre?
— Parece que ya estás entendiendo.
Ninguno de los dos volvió a hablar hasta que llegaron a su destino.
— ¿Tiene algo en mente Ito-sama? -pregunto ella intentando romper un poco el incomodo silencio.
— Sesshomaru. – corrigió.
— ¿Perdón?
— No estamos en la oficina, puedes referirte a este como Sesshomaru.
— Como tú quieras, ¿Tienes algo en mente Sesshomaru? – volvió a hacer la pregunta.
— No soy un experto en esta extraña festividad humana, pero me gustaría decorar la casa para cuando ella regrese del colegio hoy.
Una de las cosas más difíciles era fingir que no veía a los demonios detrás de su disfraz humano, solo pocos sabían de ese pequeño secreto, Inuyasha era uno de ellos, y ahora estaba a punto de revelarse frente a su jefe y no estaba segura de su reacción.
— Oh, a veces olvidó que los demonios no celebran muchas cosas. – respondió sin mirarlo.
— Las celebraciones eran distin... —se detuvo completamente cuando analizo lo que ella acababa de decir —, ¿Desde cuándo lo sabes?
— Todo el tiempo, desde niña veo detrás de ese hechizo que usan todos ustedes.
— Hump. -fue su respuesta ella aun no se atrevía a verlo, tenía miedo, el suave tacto de una mano con garras hizo que lo viera.
Se miraron en silencio él aún sujetando su barbilla.
— Debí haberlo supuesto, después de todo vienes de una familia de santuario.
— ¿Quiere decir que no le parece extraño?
— Mujer, esto facilita más las cosas, ahora entiendo porque Inuyasha habla demasiado de ti.
— Inuyasha y su gran boca. – resoplo mientras se cruzaba de brazos a lo que el no pudo estar más que desacuerdo.
— ¿Qué plan tienes? -volvió a preguntar.
Sesshomaru contempló un momento en silencio la pregunta antes de responder.
— ¿Árbol? Nunca he decorado, pero estoy seguro de que Rin si lo hizo antes de que llegara conmigo, y últimamente he olido tristeza proveniente de ella.
Kagome asintió mientras escaneaba las tiendas que tenía a su alrededor para ver a cuál entrarían primero.
Con el corazón a mil por hora, se atrevió a tomar la mano de su jefe para dirigirlo, al momento del contacto una pequeña descarga recorrió su cuerpo, no estando segura si había sido igual para él decidió dejarlo pasar.
Entraron a la primer tienda, pasaron bastante rato en lo que el se decidía por un pino navideño.
Al final salieron con un enorme pino verde con las puntas escarchadas de blanco, muchas decoraciones de distintos tamaños, Kagome había descubierto que, aunque él era un demonio que decía que no le gustaban las festividades humanas estaba demasiado familiarizado con la navidad, porque ella apenas había dicho poco sobre como decorar y él ya estaba en acción.
¿para que le pidió que vinera? Era una pregunta que constantemente se planteaba mientras lo veía disfrutando de estas compras.
"Extraño la emoción que me hacían las compras navideñas" se lamentó viendo cómo se llenaban cada vez con más bolsas de papel de distintos tamaños.
No pararon hasta que ya no podían agregar nada más en sus manos, tuvieron que ir al auto a dejar todo antes de continuar.
— ¿Ya terminaste tus compras navideñas? – se atrevió a preguntar.
— Solo tengo el regalo para los chicos, este año les compre un videojuego para los dos. – fue su respuesta.
— ¿No le compras nada a tu familia?
— Este año es imposible que les compre algo. – respondió mientras dejaba que la tristeza se apoderara de ella.
— ¿Por qué? ¿Falta de presupuesto? Si es así yo podría cubrir el gasto como agradecimiento.
— Que noble de tu parte, pero, es doloroso para mi todavía, navidad era mi época favorita del año, siéntete libre de preguntarle a Inuyasha si gustas, ellos estuvieron conmigo. -fue todo lo que dijo para después guardar silencio nuevamente.
El resto de sus compras fue en un incomodo silencio que ninguno de los dos se atrevió a romper, no fue hasta que estaban en el auto cuando él fue el primero en hablar.
— Jaken, iremos a la mansión. – ordenó cuando cerró la puerta para que el vehículo avanzará.
— Puede dejarme en la oficina antes? – preguntó.
Sesshomaru la miró en silenció antes de contestar.
— ¿Olvidó algo Señorita? – preguntó Jaken desde adelante.
— En realidad no, pero gustaría terminar mis pendientes antes de que acabe mi horario laboral.
— Mañana tendrás todo el día, por hoy tu trabajo será adornar mi casa para Rin. – fue la respuesta del platinado para después mirar su teléfono nuevamente.
Kagome solo suspiró. Este día sería muy largo.
Las calles estaban llenas de personas comprando, para la fecha en la que estaban aun le sorprendía ver que había grandes multitudes de personas en las calles comprando regalos muy a pesar de la blanca nieve que cubría las calles. No pudo evitar pensar en que Sesshomaru había caído en la misma rutina que todas esas personas: compras de ultima hora.
¿En que momento se le ocurrió a su jefe que ella era buena para estas cosas?
Sacando su teléfono móvil envió un mensaje a Inuyasha.
"Me debes una Inuyasha."
"Juro que yo no dije nada." Fue su respuesta.
"Yo diría que hablaste de más"
"¿Tan mal estuvo tu primer experiencia con tu jefe?" respondió.
"Parece que estoy raptada hasta que termine aquí, ahorita me llevará a su casa"
"Bromeas ¿verdad?" respondió de manera más rápida.
"No"
"Ese bastardo no deja que nadie pise su casa, ni siquiera Sango y yo la conocemos más allá de los jardines" Ante esta respuesta ella se puso nerviosa, ¿debería sentirse alagada?
"Eso es muy exagerado, pero de verdad me debes una."
Y con ese mensaje apago la pantalla del móvil para después regresarlo a su bolso.
Mirando nuevamente por la ventana pudo ver que estaban en una zona que ella conocía muy bien, sorprendida por tal hallazgo que le indicaba que él vivía cerca. Pasaron el santuario de su familia, y una cuadra después giraron a la derecha deteniéndose en la enorme casa que tanto había amado cuando era pequeña. Parecía un castillo.
— ¿Sesshomaru? -habló una vez que el auto se detuvo.
— Hump.
— ¿Puedo ir a cambiarme por ropa más cómoda a casa? – se aventuró a preguntar mientras ambos bajaban del auto.
— ¿Eso queda muy lejos? -preguntó de mal humor.
Ella negó.
— De hecho, esta en la cuadra de abajo, el santuario que acabamos de pasar. -respondió sin mirarlo.
Ante esa revelación el la miró sorprendido.
— Esta bien, te veo en quince minutos. – respondió bajando del auto para entrar por la enorme puerta de madera color caoba.
En silenció caminó hacía su casa, con el corazón latiendo tan rápido que podía escucharlo en sus oídos.
-x-x-x-
Cuando regresó él la estaba esperando en la sala, junto a todas sus compras de la mañana.
— ¿Comenzamos?
Lo primero que pusieron fue el pino, decorarlo fue igual de tardado que cuando lo escogieron en la tienda, Kagome descubrió que a él le gustaba que todo se viera perfecto.
Pero sobre todo descubrió que Inuyasha exageraba en todo lo que decía sobre su hermano. Era frio, sí, pero no era un despiadado hombre como lo pintaban todos en la oficina. Ahí descartó una des su tantas teorías sobre su jefe.
Sin mucho animo decoraría la casa de otros para navidad, eso la ponía triste, ¿Cuántos años había pasado decorando para que su familia disfrutara de los bellos adornos que conseguía? Una parte de su espíritu navideño murió ahí, junto a su familia en la carretera, la otra aun vivía para darle a Sota y a Shippo esa alegría que sabía que extrañarían al igual que ella.
El primer año, siempre las primeras veces eran más dolorosas.
— ¿Qué te entristece? – preguntó mientras sacaban más adornos de las bolsas.
— Oh no es importante. – respondió mientras se tallaba los ojos para limpiarse las lagrimas que amenazaban con caer.
— Ese "no es importante" te puso triste y te hizo llorar, además puedo oler la mentira en tu aroma.
— No es nada, solo que esta temporada del año es difícil para mí este año. —hablo sacando un enorme moño rojo— ¿Dónde quieres poner este? – cambio de tema.
— Lo pondremos en la puerta.
Parece que él entendió mensaje al no querer hablar más sobre el tema que la ponía triste. Para su suerte el resto de la decoración fue rápida.
— Creo que Rin es afortunada— observo toda la decoración finalizada—, deberías dejarla hacer una carta para que le pida regalos a Santa. – aconsejó.
El solo asintió y justo cuando iba a agregar algo más su teléfono lo interrumpió.
— ¿Acaso no pedí que no me molestaran? -pregunto de mal humor.
Lo miro fruncir más el ceño mientras escuchaba lo que decían al otro lado de la línea.
— No, dile que haga cita hasta después de año nuevo, y más te vale que lo soluciones. – y con esas palabras colgó.
— Ya que hemos terminado, creo que es momento que vaya a casa estoy segura de que usted irá por Rin pronto.
El solo asintió acompañándola hasta la puerta.
— Higurashi-san la veré mañana en la oficina.
Caminando en silencio hasta su casa meditando sobre el extraño día que había tenido sin saber cómo tomarlo, estaba impresionada por el comportamiento de su jefe, al final del día muchas de las suposiciones que había hecho gracias a los malos comentarios de sus compañeros fueron erróneas.
Sesshomaru era duro por fuera, pero blando por dentro, solo tenían que ver más a fondo. Después de todo él era un yōkai, uno muy viejo, esa coraza se la debía a todos los milenos que ya vivió.
Esa noche Kagome soñó por primera vez en meses con un enorme perro plateado.
-x-x-x-
La mañana siguiente en la oficina todo era un caos, podía escuchar a sus compañeros hablar de ella mientras la señalaban.
— Salir con el jefe tiene sus beneficios ¿Verdad Higurashi-san? – hablo una chica a su espalda.
— No se a que te refieres Yura. – espeto sin dejar de mirar su computadora.
— No te hagas la estúpida, todos aquí vimos como te fuiste a su oficina para después largarte y no regresar. -hablo otra mujer uniéndose a Yura.
— Y pensar que te veías tan santa. – hablo nuevamente Yura.
Kagome suspiro dejando de hacer su trabajo para mirarlas.
— Lo que el jefe y yo hicimos no es de su incumbencia.
— Eres una perra, ¿Crees que porque te acuestas con él puedes tratarnos como te plazca?
Estaba a punto de contestar cuando sintió el yuki molesto de Sesshomaru.
— Sakasagami-san, Onigumo-san espero que ambas tengan el informe que les solicite terminado porque quiero verlo en este instante.
— I- Ito-sama, pero ese informe es para la siguiente sema...
— Ahora, he dicho. —sentencio sin mirar a Kagome aún — si tienen tiempo para cuestionar lo que hago o no con mis empleados estoy seguro de que su trabajo está finalizado. -agrego para después mirar a la azabache.
Y sin decir nada más se dio la vuelta para caminar hacia el asesor.
— Perra...- volvió a decir una.
— Estoy esperando el informe, tienen diez minutos y si llegan tarde serás castigadas. -hablo desde donde estaba esperando a que se abriera la puerta del ascensor.
Con una sonrisa ella regreso a hacer su trabajo.
Sesshomaru era todo un misterio, después de un día con él quería saber más de él, inevitablemente su corazón se aceleró como nunca había sucedido.
El sonido de su teléfono la saco de sus pensamientos.
— Buen día, le atiende Higurashi ¿En qué puedo ayudarte? -se maldijo internamente al ver qué quien le hablaba era Sesshomaru.
— Si vuelves a tener problema con ellas no dudes en decirme. – fue lo único que dijo para después cortar la llamada.
"¿Qué es lo que acaba de pasar?"
Con el corazón a mil por hora intento volver a concentrarse en su trabajo sin tener éxito.
Viendo el reloj se dio cuenta que era su hora de salida, rápidamente cerró todo para irse a casa, mañana sería otro día y podría terminar lo que este día no pudo.
Salió casi huyendo de la oficina, no quería toparse con nadie.
— ¡Kagome! – ese era Inuyasha llamándola desde la puerta.
"Ahora que quiere Inuyasha" pensó
— Kagome ¿Por qué tardas tanto? Te estoy esperando tenemos todavía unas compras pendientes para antes de navidad.
"Y aquí vamos de nuevo con las compras, ¿Es que acaso no se da cuenta que me lastima?"
Sin darle oportunidad de responder algo la tomo del brazo y la dirigió a su auto, obligándola a subir, sería una tarde muy larga y tediosa.
— ¿Ya tienes todos los regalos para este año? – preguntó mientras arrancaba el auto.
— Creí haberte dicho que este año daría un solo regalo para los dos. – respondió con un resoplido.
— Vamos Kags ¿No le darás nada a tus sobrinos? – preguntó asombrado.
Para los hijos del platinado Kagome era su tía, siempre le habían dicho así y nunca los habían corregido, después de todo ella los amaba como si de fueran sus sobrinos de verdad; Cada año ella les compraba regalos de santa para tener en su casa, les pedía que hicieran una bota con su nombre para colgar en el arbolito para que santa Claus llegara a su casa también a dejarles juguetes. Pero este año no tenía motivación para eso, sin duda comprar regalos le recordaba a su familia, y ahora a su jefe.
Sin saber porque algo la impulso a continuar e intentar divertirse con Inuyasha, quizá lograría encontrar algo para Rin también.
— Kagome ¿me vas a contar que era lo que necesitaba mi hermano ayer?
— No puedo hablar de eso, antes de todo me pidió que ese asunto quedara entre él y yo, si tanto quieres saber pregúntale a él.
— Él no me dirá nada, lo sabes. -respondió de malas.
— Esta vez yo tampoco diré nada.
— Por cierto, Kagome ¿Es cierto que hoy te defendió en la oficina? – preguntó estacionando el auto.
Las mejillas de la azabache se tornaron rosadas.
— Yo no lo llamaría defender, más bien escuchó los horribles chismes que estaban murmurando sobre nosotros en la salida de ayer y se molestó, ¡Caray hasta tú te hubieras molestado de haber escuchado!
— ¿Hablas de los chismes donde dicen que tú y mi hermano tienen una aventura? — ella solo asintió — diablos ¡Claro que me molesto cuando escuché que Sara y Shiori estaban hablando sobre esa posibilidad! Carajo, al final mi tonto medio hermano odia las relaciones con los humanos, no quiero estar en el lugar de todas esas personas cuando Sesshomaru se entere.
Sin comprender por qué Kagome se entristeció con las palabras de Inuyasha.
Entraron a una juguetería e Inuyasha se fue al pasillo de las armas mientras ella se dirigía a mirar por otro lado.
"¿Que podría gustarle a Rin?" se preguntó mientras miraba las barbies.
Tomando la decisión de mandarle mensaje a Sesshomaru sacó su móvil y le mando unas fotos de lo que le había gustado para la niña.
"Rin adora las barbies, la de Rapunzel.
"Oh que sorpresa, igual que yo, ahora mi curiosidad por ella aumenta, quiero conocerla"
"¿Estás sola?"
"No, Inuyasha esta conmigo" envió el mensaje y siguió escribiendo "Fue una trampa para que le diga que querías el otro día para que me sacaras de la oficina"
"¿Estas en el centro?"
"Si"
"No le digas nada a Inuyasha, llego en unos minutos"
Y con eso terminaron su conversación, una sonrisa adornaba sus labios.
— Kagome, ¿Qué diablos pasa? llevo hablándote bastante rato — reclamó cruzándose de brazos — ¿Con quién hablabas?
— Oh lo siento Inuyasha es que me emocioné cuando miré las barbies. – intentó cambiar el tema.
— No va a funcionar esta vez, ¿Con quien hablabas?
Los ojos azules se abrieron como platos al verse descubierta y estaba a punto de hablar sin embargo ni una palabra salió de su boca porque alguien más habló a sus espaldas.
— Será mejor que la dejes en paz, ella no es tu esposa para que deba darte explicaciones.
— ¿Qué haces aquí bastardo? -preguntó de mal humor.
Kagome se rió ante la facilidad de enojo de su mejor amigo.
— No te importa.
Inuyasha se quedó callado intentando comprender, girándose a mirar a Kagome de nuevo entre cerrando los ojos ante la mirada divertida de su mejor amiga pudo darse una idea.
— Diablos, ¿los chismes de la oficina son ciertos? ¿Están saliendo ustedes dos? -preguntó sin dejar de mirarla.
— Sí. -fue la inmediata respuesta de Sesshomaru a sus espaldas, estaba molesto.
— ¿Qué? -preguntó ella con los ojos abiertos por la sorpresa.
— Mira bastardo, no estoy para tus juegos, Kagome es mi mejor amiga y no dejaré que juegues con ella, será mejor que no mientas.
— Esto no te incumbe Inuyasha, sin embargo, me ahorras ir a tu casa, este año las festividades navideñas serán en mi casa, trae a tu familia.
— Eso me huele mal, ¿desde cuando celebras la navidad? -preguntó de malas cruzándose de brazos.
Kagome caminó para pararse al lado de Sesshomaru para mirar a Inuyasha.
— Nunca es tarde para la navidad Inuyasha. -reprendió ella.
— Diablos lo que me faltaba, ¿Por qué no me dijiste que están saliendo? Se supone que somos mejores amigos. -reclamó.
Inuyasha estaba siendo más difícil de lo habitual, el tema de su hermano era algo delicado, siempre lo ponía de malas y no entendía porque Sesshomaru le había mentido sobre estar saliendo, nunca le había preguntado y solo habían ido de compras navideñas hacía tan solo un día atrás, diablos no lo conocía hasta ayer y ahora se le ocurría decir que estaban saliendo ¿Qué tenía en la cabeza?
Sin decir más palabras Inuyasha se retiró molesto algo que la desconcertó bastante. La mano de Sesshomaru sobre su hombro le impidió ir tras él.
— Déjalo ir, estoy seguro de que más tarde te llamará. -aseguró para tranquilizarla.
Se giró para mirar de frente al platinado estaba enojada — ¿Por qué le mentiste a tu hermano sobre estar saliendo?
— No quiero discutir esto contigo en una tienda de juguetes, compremos el regalo de Rin y te llevo a otro lugar para hablar.
No muy convencida decidió acceder— Me debes una explicación.
Siguieron de compras, esta vez fue menos incomodo que el día anterior, todo parecía fluir mejor, y comenzó a disfrutar buscar regalos nuevamente.
Con varias bolsas en las manos Sesshomaru la llevo al estacionamiento donde estaba su auto esperándolos.
Una vez que estuvieron en la privacidad de la parte trasera del auto ella habló retomando la platica que tenían pendiente.
— ¿Y bien?
— Dije lo que él quería oír para hacer que se marchara. -respondió sin mirarla.
— No puedes hablar en serio.
— Miko, yo nunca miento.
— Pues lo acabas de hacer a Inuyasha, tu y yo sabemos que él es un hueso muy duro de roer.
Sesshomaru se quedó callado un momento antes de responder, evaluando las posibilidades.
— Dudo que eso alguna vez llegue a ser mentira.
— ¿Qué estás planeando? -preguntó mirándolo mientras entrecerraba los ojos.
— Lo sabrás en su debido momento.
Algo que Kagome odiaba eran los misterios y las mentiras y este demonio que tenía delante acaba a de hacer exactamente eso. Y la estaba comiendo desde dentro.
Lo observó mirar su reloj y luego presionó un botón y el encanto del glamur se esfumó.
— ¿Qué diablos estás haciendo?
— Usar el glamur es agotador para mi yōki, todo el tiempo me siento oprimido, es liberador poder soltarme de vez en cuando.
El silenció reinó una vez más cada uno miraba por la ventana hacía el exterior bañado de color blanco.
— ¿A dónde vamos? -preguntó por fin después de un largo rato.
— Recogeremos a Rin de la escuela.
Ante la mención de la niña ella quedó nuevamente en silencio, no esperaba conocer a la pequeña niña nunca, pero parecía que él estaba decidió a involucrarla cada vez más.
Tiempo después llegaron a un enorme edificio escolar, observando al demonio miró que nuevamente se ponía el glamur para después salir del auto.
Seguía sin entender porque tenían que esconderse de este mundo criaturas tan bellas con ese tipo de hechizo.
No tardó mucho en regresar la primera persona en entrar fue la pequeña niña, al mirarla sus ojos se veía triste, ella se vio reflejada ahí, sin duda la pobre niña estaba sufriendo.
Rin era hermosa, su estatura quizá estaría entre su hermano y Shippo, por lo tanto, no era tan alta, tenía unos hermosos ojos color avellana, su cabello lo llevaba en su mayoría suelto, a excepción de una pequeña coleta alta atada con una cinta de color naranja y amarillo.
— Tu debes ser Rin, he escuchado maravillas sobre ti. -saludo ella intentando animar a la niña.
Pero ella parecía ignorarla, y la entendía después de todo era una desconocida para ella.
— Rin, ella es Kagome, la persona que me ayudó a decorar para ti ayer.
La niña solo la miró por un largo rato antes de hacer un ligero asentimiento.
El resto del camino fue silencioso, Sesshomaru iba ocupado en una llamada que parecía demasiado urgente y la pequeña iba callada mirando por la ventana y de vez en cuando la descubrió mirándola.
Cuando menos esperó el auto se detuvo frente a su casa y ella bajó sin decir ninguna palabra.
-x-x-x-
Era noche cuando el teléfono sonaba disgustado se levantó para tomar la llamada.
— Bastardo, necesitamos hablar y antes de que te niegues es importante.
Y con esas palabras colgó el teléfono.
"Te veo en el bar cerca a tu casa" recibió un mensaje de su hermano.
Suspirando se cambió la ropa de dormir por unos jeans y una playera holgada blanca con hexágonos rojos con flores de ciruelo en el centro, antes de salir le dio un vistazo a Rin en su habitación una vez que comprobó que todo estaba en orden salió caminando por las oscuras calles rumbo a encontrarse con su despreciable medio hermano.
— Creí que no vendrías y estaba preparando para ir a buscarte.
— Habla Inuyasha ¿Qué es lo que quieres? -respondió con enojo mientras ordenaba una cerveza en la barra.
— Es sobre Kagome. – eso captó completamente su atención.
— ¿Qué tiene que ver ella para que me hablaras a estas horas?
— Vamos debiste haber notado que algo andaba mal cuando mencionaste la cena navideña.
— Ella ha evitado todo lo que es sobre la navidad, por todo lo que cuentas siempre de ella creía que amaba la navidad, pero cuando la saque de la oficina para que me ayudara a decorar mi casa ella parecía miserable.
— ¿Y no se te ocurrió preguntar que pasaba? —preguntó para después darle un trago a su propia cerveza— espera ¿hiciste qué?
— Si le pregunté, no soy estúpido, pero ella no quiso decir nada, inmediatamente me dijo que si quería saber algo te preguntara a ti.
Inuyasha suspiró.
— Su familia murió hace unos meses, ella se quedó solo con su hermano pequeño y ganó un juicio para adoptar al hijo de los mejores amigos de sus padres, esta será su primer navidad sola sin su familia, he intentado sacarla de su miseria, pero es un hueso difícil de roer.
— ¿Y esto que tiene que ver conmigo? -pregunto sin comprender.
— Tengo cuatro años de conocerla, y hoy vi a la vieja Kagome en el centro comercial contigo, más te vale que ella no sufra contigo porque ella ya sufrió mucho, estuvimos a punto de perderla los primeros meses después del accidente, y no soportaría verla miserable de nuevo y menos por tu culpa.
Un silencio los rodeo a ambos platinados, ninguno se atrevió a romperlo por un largo rato.
— Cuando dijiste que estaban saliendo ¿era cierto?
— No, pero espero pronto hacerlo. – confesó dándole un ultimo trago a su cerveza.
— ¿Quieres decir que la has escogido? -preguntó con asombro.
El mayor solo asintió en silencio mientras le hacía una seña al mesero para que les trajera otra ronda de cervezas.
— Diablos, esto es algo que nunca esperé, Kagome es una mujer excelente, ella es demasiado poderosa, una sacerdotisa descendiente del clan que custodiaba la Shikon.
— Ella confesó que puede ver detrás del disfraz ¿desde cuándo lo sabe?
— Oh esto lo hace más sencillo todavía, ella no dice eso tan pronto como te conoce, a mi me lo dijo un año después de habernos conocido, es su más valioso secreto.
Por primera vez en años ambos hermanos estaban hablando tranquilamente, sin duda Kagome sería la culpable de este hecho era la azabache.
— No olvides que este año la navidad será en mi casa, quiero que conozcan a alguien, Kagome no es la única que tuvo cambios en su vida en estos últimos meses.
— ¿Qué quieres decir imbécil?
— Lo sabrás en la cena, no llegues tarde que esta vez el trabajo no será una excusa. – bromeo mientras se ponía de pie para salir del bar.
Para Sesshomaru descubrir que ella había perdido a su familia significo mucho tenía tanto en común con Rin, quizá ella sería la ayuda que tanto necesitaba la pequeña niña.
En su larga vida nunca imaginó que algún día pudiera llegar a estar e la posición en la que se encontraba ahora, su padre estaría riéndose de él en este momento, de eso no tenía dudas.
Ahora que su bestia había despertado y resonado cuando conoció a la miko se sorprendió tanto al descubrir que esa parte que creía inexistente solo estaba esperando por la persona indicada le daba una tranquilidad que jamás esperó experimentar.
Siempre había odiado a su hermano y todo lo que tenía, nunca se lo diría, pero sin saberlo él se había convertido en todo lo que tanto quería ser, desde en vida de su padre siendo él el consentido hasta ahora presumiendo tener una familia propia, algo que, con el paso del tiempo se había convertido en sueño al no lograr despertar a su bestia para que lograra embarazar con éxito a las hembras que en su momento le habían parecido un buen partido para tener a su hijo.
Pero ahora aquí estaba sufriendo por el deseo de su bestia que tenía despierta casi cuatro años y ahora sabía por qué. Ella tenía cuatro años trabajando para él, pero el despertar de su bestia lo había puesto tan de malas y se había forzado a encerrarse en todo momento alejado del mundo porque desconocía el paradero de la persona que había despertado de su sueño a su parte más primitiva y algo dentro de él se negaba a vagar en su búsqueda.
El descubrir que la causante de todo su mal humor trabajaba para él había sido una completa sorpresa, el día que la conoció su inquieto ser se calmó y vibró en sintonía de su energía. No estaba seguro si ella podría sentirlo, pero reaccionaba como si lo supiera.
No fue hasta más tarde cuando ella reveló que podía ver detrás de su disfraz que todo comenzó a tomar sentido, ella era una poderosa miko y ahora sabía porque estaba respondiendo a su aura con la suya, no había sentido sus poderes espirituales hasta que ella rebeló su pequeño secreto.
"¿Dónde vivirá?" fue la pregunta que lo inundó al momento.
Estaba tan concentrado en no ser tan evidente que, estaba seguro de que se notaba distraído.
"¿Tendré que agradecer a Inuyasha por esto?" contempló la idea por un largo momento para después desecharla, el cachorro no necesitaba saber que por su culpa había conocido a su alma gemela.
Con la llegada inesperada de Rin a su vida, todo lo que creía conocer se vino abajo, sin duda nunca se había interesado por celebrar alguna festividad humana, sin embargo, tendría que hacer una excepción por Rin, eso creyó en un principio.
Rin llegó a su vida como resultado del accidente de trafico de la única persona que tenía el privilegio de llamar amiga; Kagura. Aunque al principio la conoció en un lugar de citas rápidas con el objetivo de seleccionar pareja todo resultó completamente diferente, al final ambos descubrieron que no eran lo suficientemente compatibles para ser algo más que amigos y comenzaron una relación más holgada, ella le decía todo lo que pasa en su vida, aunque a él no le importara. Cuando ella descubrió que sería madre la alegría la inundó por completo mientras que a él lo invadieron los celos, intentó ocultarlo, pero al final resultó que ella lo conocía demasiado bien.
El día en que murió fue devastador para él, y resultó que ella lo tenía como responsable de su hija si algo le llegaba a pasar, Rin era una niña alegre e hiperactiva antes del accidente, pero después parecía todo lo contrario, algo que desconcertó a todos los que tenían contacto con la pequeña. El silencio de la pequeña lo estaba matando, no fue hasta que comenzó la temporada navideña que pudo oler un cambio en ella: anhelo y tristeza. automáticamente pensó en que quizá celebrar la navidad este año no sería mala idea.
Y así fue como llegó a la conclusión de que Kagome tendría que ayudarlo, después de todo su hermano no deja nunca de platicar de cuanto la mujer ama la festividad.
Al final del día había disfrutado bastante de la reacción de la pequeña cuando llego a casa, pudo escucharla hablar de nuevo, darle las gracias y llorar en sus brazos.
Una necesidad urgente de protegerla y de tenerla feliz surgió dentro de él.
Kagome sería la clave.
-x-x-x-
Algo que nunca esperó fueron los chismes en la oficina, de antemano sabía que sus empleados eran demasiado entrometidos en los asuntos de los demás, pero jamás esperó ser él un blanco para su cotilleo de los pasillos podía escucharlos a todos desde su oficina, pero lo que más lo molestó fue escuchar como estaban tratando a Kagome, ella se estaba defendiendo bien, pero sus instintos le llamaban a interceder y defenderla, así que hizo lo que quería y la defendió.
Por los rostros de todos sus trabajadores ninguno esperaba verlo ahí en ese momento, quizá dejarían de hablar por un largo rato sobre el asunto, después de todo sabía que le tenían miedo.
En la soledad de su oficina pensó en todo el tiempo que tenía Higurashi Kagome trabajando para él y nunca le había visto, era algo extraño debido a que siempre se topaba con sus empleados, aunque los evitara, de haberla conocido antes el dolor que le estaba ocasionando la bestia se habría evitado.
Y lo mejor fue descubrir que ella vivía cerca a su casa, si lograba aceptar su cortejo no estaría tan lejos para visitarla. Un detalle que facilitaba bastante el proceso.
"¿Será prudente invitarla a cenar?"
Tomando su teléfono para teclear su invitación, se sorprendió al ver que entraba un mensaje proveniente de ella.
Era una foto pidiendo su opinión para un juguete para Rin.
Una sonrisa adornó su rostro, no conocía a la pequeña, pero aun así estaba preocupada buscando un detalle para ella.
"Rin adora las barbies, la de Rapunzel." Fue su rápida respuesta.
"Oh que sorpresa, igual que yo, ahora mi curiosidad por ella aumenta, quiero conocerla" complacido con esa información sonrió.
"¿Estás sola?" la idea de ir con ella se metió en su cabeza.
"No, Inuyasha está conmigo" recibió el mensaje, pero vio que ella seguía escribiendo "Fue una trampa para que le diga que querías el otro día para que me sacaras de la oficina"
"¿Estas en el centro?" no quería que estuviera con Inuyasha.
"Si" fue su rápida respuesta y mientras escribía en respuesta caminó hacía la puerta para tomar su abrigo y salir.
"No le digas nada a Inuyasha, llego en unos minutos" envió el mensaje y se subió al auto.
No tardó bastante en llegar, y cuando lo hizo la encontró fácilmente.
La presencia de su hermano lo irritó porque a ella la estaba perturbando, decidió rescatarla una vez más en el día.
— Será mejor que la dejes en paz, ella no es tu esposa para que deba darte explicaciones. – le habló haciendo que se girara para mirarlo.
— ¿Qué haces aquí bastardo? -preguntó de mal humor.
Pudo escuchar la pequeña risa proveniente de Kagome.
— No te importa. -fue la rápida respuesta que obtuvo.
Inuyasha se quedó callado mirándonos a ambos, intentando comprender que estaba pasando.
— Diablos, ¿los chismes de la oficina son ciertos? ¿Están saliendo ustedes dos? -preguntó sin dejar de mirarla, mi bestia gruño.
— Sí. -respondí molesto, quería que se marchara.
— ¿Qué? -preguntó ella con los ojos abiertos por la sorpresa mirándome.
— Mira bastardo, no estoy para tus juegos, Kagome es mi mejor amiga y no dejaré que juegues con ella, será mejor que no mientas.
— Esto no te incumbe Inuyasha, sin embargo, me ahorras ir a tu casa, este año las festividades navideñas serán en mi casa, trae a tu familia.
— Eso me huele mal, ¿desde cuándo celebras la navidad? -preguntó de malas cruzándose de brazos, podía oler su enojo.
Kagome caminó para pararse al lado de Sesshomaru para mirar a Inuyasha.
— Nunca es tarde para la navidad Inuyasha. -reprendió ella.
— Diablos lo que me faltaba, ¿Por qué no me dijiste que están saliendo? Se supone que somos mejores amigos. -reclamó.
Inuyasha se quedó en silencio después de eso contemplando a ambos para después girarse para marcharte, estaba molesto, y ella estaba a punto de ir tras él con mi mano sobre su hombro se lo impedí.
Ahí decidí que Rin y Kagome tenían que conocerse, quizá eso ayudaría a ambas.
Al terminar las compras nos dirigimos a recoger a Rin de la escuela, sin embargo, no resultó como esperaba.
La pequeña tan pronto la vio se quedó demasiado seria y no pronuncio ni una palabra. Tendría que trabajar más en acercarlas.
No Fue hasta más tarde que Inuyasha lo saco de la comodidad de su casa para verlo en un bar que quedaba cerca a casa.
"¿De qué querrá hablar?"
Con ese pensamiento salió de casa a toda prisa.
Descubrir que Kagome y Rin compartían algo resultó bastante revelador. Jamás imaginó que algo pudiera haber afectado a la mujer a tal grado, para él Kagome parecía una mujer fuerte.
Aunque él nunca festejaba nada de esto, este año podría ser el primero.
Recordó que Rin había escrito una carta navideña la noche en la que vio el árbol, fue por el pequeño sobre para leer lo que decía dentro.
Querido santa, no estoy segura sobre si leerás mi carta aun así me atrevo a escribirte, mis deseos para esta navidad no son juguetes, solo quiero tener una familia nuevamente, mamá se ha ido y no volverá nunca más, amo al tio Sesshomaru, pero el tampoco parece feliz, se ve solitario.
Quiero que el también se emocione por la navidad como solía hacerlo yo cuando estaba mamá.
Eso era todo lo que decía la pequeña carta. Rin era una niña impresionante e inteligente para su edad. Sin duda cada día la amaba más.
Rin era su primer hija y con ella estaba aprendiendo muchas cosas.
Decidido a acabar con el sufrimiento de Rin comenzó a trazar su plan, tenía una idea.
Y con esa idea se fue a la cama.
-x-x-x-
Era jueves, faltaban dos días para navidad y ella aun no sabía que haría para la cena, estaba sorprendida de haberse olvidado por completo de la cena, jamás le había pasado, definitivamente este año no había sido su año.
Su teléfono vibró en su bolsillo cuando estaba a punto de salir de casa.
Era un mensaje de Sesshomaru "paso por ti, llego en cinco." Una sonrisa adornó sus labios y su pulso se aceleró, nunca había experimentado nada de eso con ningún otro hombre, en este caso yōkai, estaba más que sorprendida.
Se regresó al baño para mirarse en el espejo revisando que todo estuviera en su lugar.
El timbre sonó.
— Buenos días Sesshomaru. – saludó abriendo la puerta.
— Buenos días Kagome. – respondió ofreciendo su brazo para caminar al auto.
— Me sorprendiste esta mañana no esperaba que pasaras por mí.
— Hablando de sorpresas, me preguntaba si ya tenías planes para la cena navideña.
— En realidad no, de hecho, saliendo del trabajo planeaba ir a comprar algo al supermercado para cocinar.
— Tonterías, cenaras conmigo, pasare por ti y tu hermano a las 8, no aceptaré un no por respuesta.
— No creo que sea algo prudente, apenas nos conocemos. – intentó negarse.
— No hay mejor manera de conocernos mejor que esta. – fue su respuesta parecía que comenzaba a impacientarse.
Se quedó callada por unos minutos meditando sobre lo que acababa de decirle.
"¿Para qué querrá que se conocieran más?"
— Aceptaré solo con la condición de que me deje llevar algo de comida, no puedo permitir que usted concine todo para nosotros.
Una sonrisa lobuna adornó su rostro.
— Me parece perfecto.
Su día en la oficina fue más rápido de lo que planeaba, se comenzaba a preguntar qué era lo que tramaba su jefe, pero no lograba acertar con claridad así que dejó de pensar en eso.
Sacando su teléfono de su bolso escribió un mensaje a Inuyasha.
"Tenemos que hablar, te veo en la azotea"
Y así como mando el mensaje salió de su lugar para subir por las escaleras de servicio.
Cuando llegó Inuyasha ya la estaba esperando.
— ¿Qué es tan importante?
— No sé qué está pasando, pero esta mañana tu hermano paso por mí para venir al trabajo y me invitó a pasar navidad con él.
— ¿Qué? ¿Hablamos de la misma persona?
— Inuyasha esto es serio, no sé porque, pero estoy emocionada por ello. – aceptó avergonzada.
Los ojos de Inuyasha se abrieron como platos.
— Increíble, ¿no lo sabes aun verdad?
— ¿Saber qué?
— Tú estás respondiendo como si fueras un demonio, jamás había visto algo igual, sobre todo sabiendo que eres una miko, Kagome tu estás respondiendo a la energía de mi hermano, eso solo deja una respuesta como resultado, eres su alma gemela.
El shock ante las palabras de su mejor amiga fue bastante.
— No juegues, sabemos que eso es solo un mito.
— Kagome niégalo todo lo que quieras, solo espero que al final no te arrepientas de nada.
Con esas palabras Inuyasha se marchó y al poco rato ella también lo siguió, aun pensando en el tema de las almas gemelas.
-x-x-x-
Estaba nerviosa, Shippo y Sota estaban más que felices de pasar la noche en casa de la familia de Inuyasha, no les había dicho que en realidad era casa de su jefe.
Y como lo había prometido Sesshomaru había llegado puntal a las 8 por ellos, vestía un traje gris con una camisa azul y su corbata era blanca con diseños hexagonales rojos con flores de cerezo en el centro. No llevaba su glamur puesto, era impresionante.
De repente necesitaba tomar agua.
— Hora de irnos. – llamo a los niños que entusiasmados bajaron las escaleras para toparse con el extraño visitante en la entrada.
— Niños quiero presentarles a Sesshomaru, es hermano de Inuyasha.
— Fabuloso, es un daiyōkai. – hablo fascinado Shippo.
— Es un placer conocerlos chicos, ¿Están listos? – pregunto dirigiéndose una vez más a la azabache.
Con un ligero a sentimiento cerró la puerta y camino tomada de la mano del platinado, los niños caminaban al frente emocionados.
Una vez más su corazón latía a mil por hora.
El corto camino a su casa fue rápido, y los niños corrieron dentro gritando sobre lo hermoso que era la enorme casa.
Ella se estaba riendo.
— ¿Vamos? – le invito ofreciéndole su brazo para que lo tomara.
Al momento en que se volvieron a tocar una corriente los recorrió a ambos y esta vez hubo un brillo en sus manos.
— ¿Qué fue eso? – pregunto sorprendida.
— Son nuestras energías llamándose. – fue su respuesta.
— ¿llamándose?
— Hump. – respondió con un sentimiento y retomando su paso.
— ¿Por qué se llamarían nuestras energías si son opuestas? -pregunto con el ceño fruncido sin entender.
— ¿Qué sabes sobre los demonios? – se aventuro a preguntarle.
— No mucho, solo lo básico, se que nuestras energías son opuestas y están destinados a lastimarse entre si, pero lo que acaba de pasar es todo menos doloroso.
— Bueno, sí eso es correcto, sin embargo ¿Has oído hablar de las almas gemelas?
— No puede ser, ¿También tu? Inuyasha dijo algo sobre eso en la mañana y ahora tú.
— ¿No crees en ello? – pregunto el con una sonrisa pequeña adornando sus labios.
— ¿Tu si? – evito la pregunta con otra.
— Si, creo en ellas, aunque estuve a punto de creer que solo era un mito, algo que no existía.
— ¿Entonces debo pensar que la mamá de Rin fue la afortunada?
— No, la mamá de Rin solo fue una excelente amiga, la persona que despertó a mi bestia fue otra.
— ¿Bestia?
Cuando iba a contestar alguien saludo a su espalda.
— ¡Tía Kagome! -gritaron los hijos de Inuyasha mientras corrían a abrazarla.
Sesshomaru levanto una fina ceja ante tal comportamiento.
— ¡Tío Maru! – saludaron también, aunque no de igual manera que lo hicieron con ella.
— Kagome, que sorpresa. – saludo Sango.
Inuyasha solo los miro a ambos y ofreció una reverencia como saludo.
Todos entraron y fueron recibidos por varios niños jugando, corriendo de lado a lado.
— ¿Gome desde cuando tienes tres? – hablo Inuyasha con molestia.
Un carraspeo por parte del Inu mayor interrumpió lo que iba a decir ella y los niños se detuvieron al instante.
— Rin, quiero que conozcas a alguien.
La pequeña niña se escondió detrás de Sota
— ¿Rin? — la llamo la azabache acercándose a ella — Veo que ya conociste a Sota, mi hermano, y a Shippo mi hijo.
La pequeña asintió mirándola tranquila. — ¿También serás la mamá de Rin? – pregunto en un susurro.
Sesshomaru se arrodillo al lado de Kagome — ¿Te gustaría serlo? -pregunto mirando a la azabache.
— Pero, apenas nos conocemos. -susurro ella.
— Hey tortolitos, estamos nosotros aquí. – llamo molesto Inuyasha.
Todos rieron ante tal comentario.
— ¡Sí tengo familia de nuevo! -grito la pequeña niña para sorpresa de todos.
Y sin esperar mas Sesshomaru beso a Kagome sorprendiendo a todos ante el acto.
La cena transcurrió tranquila y para sorpresa de todos Sesshomaru resultó tener un excelente espíritu navideño.
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