Jennie sonreía abiertamente hacia Yeri y Nayeon mientras sacaba su hamburguesa de aquel envoltorio.

Elogió el nuevo cabello corto de Nayeon y rió cuando le dijo que se sentía un poco vieja.

— Yo quiero cortar el mio. Sólo hasta los hombros.—Aclaró al ver la mirada de sorpresa de las chicas.

Habían pasado dos días desde lo sucedido en la fiesta. Al fin era lunes. Jennie no se había comunicado con ninguno de ellos, ni planeaba hacerlo. Se quedaría alejada por un buen rato.

Incluso, apagó su teléfono porque las llamadas de Min Yoongi eran muy tentadoras. Y lo que menos quería era contestar una de ellas.

—Jen.—Hizo un sonido que demostró su atención.—¿Terminaste con Yoongi?

Jennie alzó su mirada de la hamburguesa y se sintió incómoda por primera vez en aquel día. No quería hablar del tema, pero sabía que en algún momento llegaría a la mesa.

Todo era muy obvio. Ella casi nunca salía con Yeri y Nayeon, pero esos últimos días sólo se la pasaba con ellas. Ignoraba a sus amigos y fingía que no existían.

—No lo sé. —Confesó.

Y era cierto. Ya no sabía que pasaba entre ellos dos. Su teléfono vibraba lleno de mensajes suyos, pero su mente le rogaba que no los contestara.

No hasta que él se diera cuenta de lo que estaba haciendo. Aún no.

—Bueno. Tal vez deberías hablar con él.

Jennie frunció el ceño, pero al ver el gesto de Yeri entendió todo. Él venía hacia su mesa.

—Nos iremos.—Avisó la chica de cabello corto.

Y antes de que Jennie pudiese detenerla, ambas se habían marchado. Dejándola sola, frente a quién quería evitar.

—Jen.

Su voz. Habían pasado días desde que escuchó su voz de manera clara. Desde que lo vio en su estado más cuerdo y no bajo la influencia del alcohol o peor aún, drogas.

Y sintió bonito al ver que sus ojos no estaban inyectados en sangre.

Todo lo contrario. Se veían vivos y brillantes. Tal vez podría perderse de nuevo en ellos. Sólo si se lo permite y deja de crear tantas barreras entre ambos.

Sólo si él...

—¿Podemos hablar?

Jennie no sabía qué decir. No sabía si debía aceptar o seguir en su plan de ignorarlo ¿En verdad debería?

—Está bien.—Aceptó.

Y pensó que tal vez, todo saldría bien.