Capítulo 4
La escuela para jóvenes superdotados resultó ser una mansión; una mansión impresionante.
Desde el interior del kinjet; Pietro Maximoff observaba la imponente edificación de piedra, construida alrededor del siglo XV.
Los grandes muros de piedra protegían el interior de la escuela y a los estudiantes que habitaban en ella, los grandiosos ventanales dejaban a la vista a una que otra persona rondando por los pasillos. Por fuera estaba rodeada de verdes y amplios jardines y las enormes copas de los árboles ocultaban a la escuela de ojos curiosos. Su ubicación ya no era tan desconocida, pues se encontraba en el 1407 en Salem Center, una comunidad de North Salem, en Westchester, aproximadamente a 93 kilómetros al noreste de la ciudad de Nueva York.
El profesor Charles les informó que la escuela también era conocida como la mansión X y el título de "escuela" además de serlo, era también una distracción, pues el complejo era al mismo tiempo la residencia oficial, centro de operaciones y entrenamiento de los x-men, así como también el cuartel general de la corporación X, el instituto que lucha por los mutantes mundialmente.
Los mutantes les hablaban con mucho orgullo de los logros de su escuela, y de lo que su corporación hacía por los mutantes. Wanda lo escuchaba todo con mucha atención y felicidad. Pietro veía a su hermanita más relajada y eso le gustaba mucho, verla sin ninguna preocupación y sonriendo para variar.
Después de que Pietro regresara de la muerte, se prometió a sí mismo, nunca más dejar a su hermana sola, estaría con ella siempre, cuidándola y protegiéndola, él era el mayor y esa era su obligación, nunca más volvería a ser tan egoísta como para tomar decisiones que afectaran a su hermanita. Nunca más volvería a dejarla sola.
Después de aterrizar en lo que parecía ser una cancha de basquetbol, bajaron de la nave y siguieron a los mutantes por todos los jardines. Llegaron a una reja y dieron algún tipo de código para que esta se abriera. Pietro observó las grandes puertas de roble abrirse y así como lo era por fuera, la mansión era impresionante también por dentro.
Entraron a un salón gigantesco. El lugar estaba amueblado con tantas antigüedades que parecían salidas de un museo, eran tan antiguos como elegantes que parecían salidos del palacio de Buckingham. Aunque lo más impresionante eran las escaleras de estilo victoriano que se encontraban en el centro del salón, a decir verdad toda la decoración era de estilo victoriano, incluso el candil de cristal que colgaba del techo era antiguo y elegante y luego estaba el suelo de mármol que le daba un aspecto aún más elegante, y resaltaba en contraste con las cortinas de terciopelo rojas. Allí donde clavara la vista, todo era estilo y gusto de la aristocracia, con unas cuantas cosas modernas.
Pietro se sentía como si estuviera en un palacio o en algún castillo europeo. Sin duda la sede de los vengadores no se comparaba ni un poco con la mansión, pues Tony Stark prefería tener lo último en tecnología y decoraba todo con colores claros haciendo que todo luciera como un laboratorio. Mientras que en ese lugar todo era elegancia, los colores oscuros, con adornos y pinturas a todas luces carísimas.
—Bienvenidos a la mansión X —dijo el profesor con una amplia sonrisa.
—Wow —murmuró Clint —. Stark se moriría de envidia si viera este lugar.
—Valla, este lugar es tan... elegante —dijo Wanda girando sobre sus talones para ver todo el lugar.
—En este momento todos los alumnos están en clase, pero síganme, les mostrare el lugar —dijo el profesor y dio la vuelta en su silla de ruedas, dirigiéndose al lado sur seguido de Logan quien les dio indicaciones a los demás mutantes y estos se marcharon.
Doblaron una esquina y siguieron por otro pasillo. En ese momento un hombre salió de una de las habitaciones, iba vestido con un pantalón negro al igual que su camisa y una chaqueta de cuero color marrón, parecía un tipo normal, con más de un metro ochenta y cabello castaño peinado de una forma desordenada hacia atrás, lo único extraño en él, era unas gafas rojas que ocultaban sus ojos, era extraño ya que en el interior no había rayos de sol.
—Vengadores, les presento a Scott Summers, mejor conocido como cíclope, es uno de mis profesores además de ser el comandante de mis X-Men —lo presentó Charles.
—Un placer —dijo Scott sonriendo y ofreciendo su mano primero a Wanda, por caballerosidad.
Pietro se adelantó y tomó la mano de Scott antes de que Wanda lo hiciera.
—Igualmente. Yo soy Pietro y ella es mi hermana Wanda —dijo señalando a la muchacha —. Ellos son Clint y Steve. —Señaló a los vengadores.
Wanda le sonrío apenada a Scott, Clint rodó los ojos y Steve soltó una risilla.
—Un gusto conocerlos a todos. Oh, por cierto Logan, Storm te necesita en la sala de simulaciones —dijo Scott.
Logan sólo asintió y se marchó.
—Bien. Scott, estaba por mostrarles el lugar a los vengadores, ¿Podrías ayudarme? —Preguntó el profesor. Scott asintió y todos siguieron caminando.
—En el tercer piso se encuentra el despacho del profesor, la bóveda donde guardamos los registros más importantes y datos sobre nuestros estudiantes, además ahí mismo se encuentra nuestro centro de operaciones desde donde controlamos todo, absolutamente todo —explicó Scott—. En el segundo piso se encuentran las habitaciones. Noreste para los profesores y sudoeste para los alumnos, chicos y chicas duermen en habitaciones separadas, no hay habitaciones mixtas, las chicas en un pasillo y los chicos en otro, el orden se designa de acuerdo a su edad. Y por último este piso en donde nos encontramos, aquí se encuentran los salones de clases.
Caminaron por los pasillos pasando de salón en salón. A determinada hora la campana sonaba y los niños y adolescentes caminaban por los pasillos para cambiar de clase. Llegó la hora del descanso y todos los niños corrían al comedor o a los jardines para jugar.
En los jardines traseros, Pietro observó a un niño de piel purpura correr y jugar a la pelota con otros niños, estos lo aceptaban y no le temían, todos jugaban juntos, no había diferencias ni rechazo, todos eran tan diferentes pero al mismo tiempo todos eran iguales.
Pietro no recordaba una época en la que se hubiera mostrado tal cual era sin temor a ser rechazado. Desde que era tan solo un niño se había mantenido alejado de los demás, ocultando sus poderes por temor a que lo vieran como un monstruo, a él y a su hermana, vivía con el miedo constante de que los separaran, de que los lastimaran, sólo por ser distintos.
Sintió como alguien jalaba la manga de su chaqueta negra sacándolo de sus pensamientos, giró su cabeza hacia la derecha y observó a una niña pequeña de piel pálida como la nieve y cabello tan rubio que parecía blanco, con unos pequeños ojos verdes que parecían brillar. La niña estiro su puño hacia él, ofreciéndole algo, Pietro estiró su mano con la palma hacia arriba y la niña dejó un puño de tierra, él frunció el ceño, extrañado por la acción, pero aun así sonrió con amabilidad. La niña le regresó la sonrisa y colocó su mano sobre la de él para después retirarla, y de la tierra que tenía en su mano comenzó a brotar un tallo que después se convirtió en una flor blanca.
—Valla —murmuró Pietro maravillado y tomó la flor para colocarla detrás de la oreja de la niña —. Gracias, linda.
La niña soltó una risilla alegre y salió corriendo.
—Ella es Clara. Su habilidad es el control sobre la naturaleza —dijo una mujer detrás de él —. No habla con casi nadie, mucho menos se acerca.
—¿Por qué? —preguntó Pietro.
—Nadie lo sabe, es muy tímida, pero al parecer tú le agradaste y le inspiras confianza.
—Ya tienes una admiradora —le dijo Barton a Pietro, este le dio un codazo.
—Vengadores, ella es Ororo Monroe, mejor conocida como Storm —presentó el profesor Charles a la recién llegada.
—Un gusto conocerlos —la mujer de tez morena y cabello blanco sonrío y se acercó a ellos para estrechar sus manos.
Después de las presentaciones todos siguieron con el recorrido. El profesor X junto con Storm y cíclope les mostraron las aulas restantes y todo lo que ellos querían conocer.
—Aquí concluye el recorrido —dijo el profesor Charles —. Ahora Storm les asignara sus habitaciones para que puedan descansar. —Le dijo a los gemelos.
—Bueno, todo parece en orden así que nosotros nos vamos —dijo Steve —. Vendremos mañana a visitarlos.
—Pueden venir cuando gusten, nosotros los estaremos esperando —dijo Scott.
—Les daremos privacidad para que se despidan —dijo el profesor y se alejó con los mutantes.
—Mañana regresaremos para cerciorarnos de que todo esté en orden, ¿de acuerdo? —dijo Clint a los gemelos.
—Por supuesto, los esperaremos, pero a mí todo me parece muy bien —dijo Wanda.
—Aún así vendremos, para estar seguros —dijo el capitán.
—Tomen —Clint les entrego unos teléfonos a los dos —. Si quieren volver o están en peligro sólo llámenos y volveremos enseguida.
—Te preocupas mucho, anciano —dijo Pietro a Clint.
—Estaremos bien —le aseguró Wanda y le dio un abrazo a Clint.
—No me agrada mucho la idea de que estén solos aquí, pero si estas segura de que es lo correcto y de que estarán a salvo, entonces respeto su decisión —dijo Steve en voz baja a Wanda, aprovechando que Barton hablaba con Pietro.
—Estaremos a salvo Steve —dijo Wanda y acaricio su mejilla con delicadeza para después darle un abrazo.
Él correspondió al abrazo y la estrechó con fuerza antes de soltarla.
Ella tenía un brillo especial en los ojos y una sonrisa que tranquilizo al capitán. Se inclinó hacia delante y deposito un suave beso sobre la frente de la chica, después se aparató y caminó con Barton hacía la salida. Se detuvó a medio camino y giró su rostro hacia atrás para observarla por última vez, ella hizo un ademan con su mano como despedida y él sonrió, para después seguir su camino y alejarse de la escuela.
Wanda observó a los vengadores hasta que estos desaparecieron de su vista. Algo en su interior se entristeció, pues ya se había acostumbrado a la presencia de esos dos y sería extraño estar sin ellos.
Su hermano notó su cambio y rodeó sus hombros con un brazo.
—Tranquila —dijo Pietro —, mañana volverán.
—Lo sé —dijo ella y sonrío.
Justo en ese momento llegó una chica de cabello castaño con un mechón blanco.
—Hola, yo soy Rogue —dijo la chica amablemente —. El profesor Charles me ha pedido que los lleve a sus habitaciones, así que síganme por favor.
—Claro —dijo Wanda y ambos la siguieron.
Pietro observó a Rogue mientras los llevaba a sus habitaciones. Iba vestida de negro de pies a cabeza, con pantalones y botines negros, su camisa de manga larga también era negra y usaba guantes de piel por encima del codo, igualmente negros. A Pietro le pareció extraña, pero nadie en ese lugar era "normal" y tenían que acostumbrarse.
Subieron por las escaleras y recorrieron varios pasillos. Rogue abrió una puerta de las tantas que había en ese pasillo.
—Esta es tu habitación —le dijo Rogue a Wanda —. Y esta es la tuya —le dijo a Pietro abriendó la puerta de otra habitación.
—Genial, estamos uno frente al otro —dijo Pietro.
—El profesor pensó que no les gustaría estar muy alejados uno del otro, así que les asigno estas habitaciones —explicó la chica.
—¿Compartiremos la habitación con alguien más? —Preguntó Pietro.
—No. Todos los demás estudiantes ya tienen sus habitaciones asignadas —dijo Rogue —, estas habitaciones son sólo suyas.
—Perfecto —dijo Pietro entrando a su habitación y aventándose a su cama.
—La cena se sirve a las ocho, vendré por ustedes para acompañarlos —dijo Rogue —, pueden refrescarse y descansar, yo regresare más tarde.
—Gracias Rogue —dijo Wanda con una sonrisa.
—No hay de que —asintió regresándole la sonrisa y se marchó.
—¡La cama es enorme! —Dijo Pietro y comenzó a saltar en ella — ¡Y revota increíble!
—¡Pietro! Deja de saltar como niño pequeño —lo reprendió Wanda y le lanzó una almohada a la cabeza.
—Pero es divertido —hizo una mueca y tomó una mano de Wanda —. Ven, brinca conmigo.
—No. Es de mala educación brincar en una cama que no es tuya, debemos cuidar los mueble, no creo que al profesor le agrade que... ¡No! ¿Qué haces? ¡Bájame, Pietro! —Gritó Wanda cuando Pietro la tomó de ambas manos y tiró de ella para subiera a la cama y brincara con él.
—Vamos hermanita, es divertido —dijo él riendo.
Wanda comenzó a brincar sobre la cama y a reír como niña pequeña, recordando cuando ambos eran niños y brincaban sobre la cama de sus padres.
—Ya es suficiente, nos van a regañar —dijo ella entre risas y bajando de la cama.
—Pero mira que eres aburrida —Pietro le sacó la lengua como un niño y se recostó sobre la cama con los brazos cruzados detrás de su cabeza.
—No soy aburrida, soy responsable —dijo ella desde el baño mientras se acomodaba el cabello —, deberías intentarlo hermanito.
—Qué va, eso es para ancianos. Nosotros somos jóvenes y la irresponsabilidad es lo que nos caracteriza. Cuando sea un anciano seré responsable, hasta entonces seguiré divirtiéndome —dicho aquello volvió a saltar en la cama.
—No tienes remedio —dijo ella y negó con la cabeza riendo —. Estaré en mi habitación.
—No salgas sin mí, si necesitas algo avísame —dijo Pietro sin dejar de saltar.
—Tranquilo, estamos a unos pasos de distancia.
Wanda salió de la habitación de su hermano y entró a su recamara observando el lugar, le gustaban los muebles pero la decoración era anticuada y aburrida.
Observó una estantería con unos cuantos libros así que se acercó a ellos y tomó uno al azar. La portada decía: Anatomía y fisiología humana. Después tomó otro que decía: El poder de la mente. Intrigada, lo tomó y comenzó a leerlo hasta que minutos después unos golpes en la puerta llamaron su atención y la hicieron despegar su vista del libro.
Dejó el libro en su lugar y caminó hacia la puerta para abrirla. Del otro lado estaban Rogue y Pietro.
—Es hora de la cena —anunció Rogue —. ¿Vamos?
—Claro, muero de hambre —dijo Pietro.
—¿Qué les parecieron sus habitaciones? —Preguntó Rogue mientras los conducía al comedor.
—La mía está muy bien, la cama es enorme y muy cómoda —dijo Pietro.
—La mía también está muy bien, gracias. Tiene unos libros muy interesantes —dijo Wanda.
—Esos serán sus libros de estudio. Todo lo que necesitan está ahí —explicó Rogue.
—¿Estudiaremos todo eso? Son muchos libros, y son muy aburridos y difíciles —se quejó el chico.
—Parecen complicados, pero en realidad todo es muy fácil —dijo Rogue abriendo una enorme puerta de roble —. Llegamos, este es el comedor y en el fondo está la cocina.
El comedor era tal vez el lugar más grande de la mansión. Había muchas mesas formadas en cuatro hileras y múltiples sillas alrededor de las mesas, todo de madera y color caoba. Las mesas eran ocupadas por niños y jóvenes, alguno que otro maestro entre ellos poniendo orden.
—Vengan, les diré donde pueden tomar su comida —Rogue los dirigió al fondo del comedor donde varias mesas apiladas estaban repletas de comida y bebidas —. Tomen una bandeja y escojan todo lo que gusten.
—Esto si me gusta —dijo Pietro y comenzó a llenar su bandeja con montones de comida.
Wanda sólo tomó una hamburguesa, una manzana y un jugo de naranja.
—Valla... sí que come —dijo Rogue sorprendida al ver la cantidad de comida que llevaba Pietro y viendo como devoraba la mitad de una hamburguesa de una sola mordida.
—Su metabolismo es muy acelerado por eso tiene que comer mucho —dijo Wanda.
—Vengan, siéntense conmigo y mis amigos —dijo Rogue sonriendo.
—Claro —Wanda la siguió hasta una mesa donde se encontraban varias personas.
—Chicos, ellos son Wanda y Pietro, son los vengadores que se quedaran un tiempo con nosotros —los presentó Rogue.
—Sí, ya nos habíamos visto en la sede de los vengadores. Por si no me recuerdan, yo soy Pyro —dijo el chico de cabello castaño.
—Claro que te recordamos —dijo Pietro —. Eres casi tan arrogante como Tony Stark.
Todos soltaron una carcajada.
—Un gusto conocerlos. Yo soy Hank —se presentó un chico de cabello negro con anteojos —. ¿Puedo preguntarles algo?
—Claro —dijo Wanda y tomó asiento al lado de Pietro y Rogue.
—¿Cómo es convivir con Anthony Stark? —Preguntó Hank con un brillo de interés en los ojos.
—Por favor, no empieces con eso Hank —dijo un chico rubio de ojos azules —. Por cierto yo soy Bobby.
—Hola Bobby —dijo Wanda —. Y convivir con Stark es... pues él es... es divertido pero un poco irritante y egocéntrico.
—De hecho es muy irritante —dijo Pietro —. Pero tiene sus beneficios.
—¿Qué beneficios? —Preguntó de nuevo Hank.
—Bueno, podemos tener todo lo que queramos, todo lo paga el señor millonario.
—Pero... ¿Cómo es trabajar con él? ¿Han entrado a sus laboratorios? ¿Cómo son sus experimentos? —Preguntó Hank con rapidez.
—Ya basta Hank —dijo otro chico rubio —. Discúlpenlo, está enamorado de Stark. Por cierto yo soy Alex.
Todos se rieron menos Hank, quien lo veía enojado y rápidamente se defendió.
—¡No estoy enamorado de él! ¡Deja de decir eso, Alex! —dijo Hank molesto —. Es sólo admiración, es un genio.
—Sí. Un genio, filántropo, multimillonario y playboy —dijo Pietro usando las mismas palabras que usaba Tony para describirse.
—¿¡Ven!? ¡Por eso lo admiro! —dijo Hank alucinado.
—Por favor Hank, deja de hablar de él por unos minutos —dijo una chica —. Yo soy Kitty.
—Hola —saludaron los gemelos.
Después de eso, todos siguieron comiendo y charlando.
Pietro giró su rostro hacía la derecha para escuchar lo que los demás hablaban y al girar su vista de nuevo a su comida se dio cuenta de que su pastel de chocolate ya no estaba en su plato; pensado que ya se lo había comido tomó de su soda y la depositó en la mesa, pero cuando la quiso tomar de nuevo ya no se encontraba donde la había dejado.
Pyro y Alex ahogaron una carcajada, pues ya sabían lo que estaba ocurriendo.
—¿Dónde está Kurt y los demás? —Preguntó Rogue.
—Kurt ya está aquí, en cuanto a los demás, aún no llegan —dijo Pyro riendo.
Pietro tomó su manzana y cuando estaba a punto de morderla esta desapareció dejando un rastro de humo azul con olor a azufre detrás.
—¿¡Pero qué fue eso!? ¿Qué carajos está pasando? —dijo Pietro enojado y poniéndose en pie, observando todo a su alrededor.
Todos soltaron una carcajada.
—Lo siento, ese fue Kurt. Le encanta hacer bromas —se disculpó Rogue.
—¿Quién es ese Kurt? —Preguntó Pietro viendo debajo de la mesa.
—Yo soy Kurt —dijo una voz con un raro acento desde el techo.
Todos observaron el techo y rieron, salvo Pietro y Wanda, quienes observaron a un chico sentado en las vigas del techo. Era un muchacho aparentemente de la misma edad que los demás sólo que tenía la piel azul muy oscura, con una cola saliendo se su enorme abrigo con la que se sujetaba de una de las lámpara.
De pronto desapareció y en unos segundos ya estaba en el suelo al lado de Pietro, observándolo con unos brillantes ojos amarillos.
—¿Tu eres Quicksilver? —Preguntó con su extraño acento.
—Sí. Yo soy Quicksilver, pero primero dime; ¿Por qué me quitas mi comida? —Pietro se cruzó de brazos esperando una respuesta.
—¿Qué pasa? ¿A caso no lo viste venir? Creí que tus reflejos eran rápidos
Wanda soltó una carcajada al escuchar a Kurt decir la misma frase que su hermano decía.
—Claro que son rápidos —dijo Pietro ofendido y le quitó la manzana de la mano a Kurt, tan rápido como pudo.
—¡Oye! Iba a comerme esa manzana —dijo Kurt.
—Pero es mi manzana. Búscate una para ti —Pietro mordió su manzana.
—Hombres. Sólo pueden pensar en tres cosas: comer, pelear y la tercera no la puedo decir porque hay niños en el comedor —dijo una chica que acababa de llegar junto con otro chico rubio de ojos azules.
La chica tenía carácter y un humor un poco retorcido, era de estatura muy baja, la más pequeña de todos los presentes, pero su rostro era bastante serio, y en sus ojos se mostraba decisión y coraje, Pietro no dudo en que le patearía el trasero si llegaba a molestarla, y eso le llamó la atención. Vestida de pies a cabeza de color negro y con el cabello tan corto hasta el cuero cabelludo, era un poco intimidante.
—¿Y tú eres...?
—Negasonic Teenage Warhead —dijo la chica sentándose en una silla frente a Pietro y poniendo sus pies sobre la mesa.
—Nega... ¿Qué? —Dijo Pietro y todos estallaron en carcajadas, pues Negasonic odiaba que dijeran mal su nombre o que no pudieran pronunciarlo.
—Negasonic, pero si tu cerebro es demasiado pequeño para recordar mi nombre completo, puedes llamarme Soni —dijo la chica levantando una ceja y observando a Pietro de arriba abajo.
—Con ese nombre dudo mucho que puedas conseguir una cita, deberías tener un nombre que valla más de acuerdo a tu personalidad, como Rose, Flor, o Dulce —dijo Pietro sonriendo de lado y así iniciando una pelea verbal con Soni mientras todos los demás observaban divertidos.
El chico que llegó con Soni tomó asiento al lado de Wanda sin que Pietro se diera cuenta, ya que estaba muy ocupado tratando de ganarle a Soni.
—Hola —dijo el chico en voz baja para no llamar la atención de los demás —. Yo soy Warren. —se presentó con Wanda y le ofreció su mano.
—Hola, yo soy Wanda —dijo ella aceptando su mano.
—Lindo nombre —dijo Warren sonriendo de lado, de manera coqueta.
—Gracias —fue lo único que pudo responder Wanda y se sonrojo haciendo que Warren sonriera más ampliamente mostrando sus perfectos dientes blancos.
—¿Qué te parece la escuela? —Preguntó Warren.
—Es muy grande y elegante, me gusta mucho.
—¿Cuánto tiempo se quedaran?
—La verdad no lo sé, creo que solo una pequeña temporada.
Y así siguieron charlando, Pietro y Soni peleando, Wanda respondiendo las preguntas de Hank sobre Stark y platicando con Warren y los demás.
Pasadas las diez de la noche todos comenzaron a retirarse, Rogue les informó a los gemelos que el desayuno se sirve a las siete treinta y las clases comenzaban a las ocho, también les dio su horario y un mapa de la mansión, por si llegaban a perderse.
Ya en su habitación, Wanda no podía dormir ya que aún seguía pensando en la ley de registro de súper humanos, esperaba que todo se mejorara, pues ahora que conocía a los mutantes sentía más remordimiento y culpa que antes, eran buenos chicos, y no quería que por su culpa estuvieran en peligro.
Confiaba en que los vengadores pudieran resolver la situación. Pero ella debería estar con ellos, solucionando el problema que ella misma había provocado, pero primero tenía que controlar sus poderes, por eso estaba ahí, para aprender.
Cerró los ojos, tratando de dormir, pero no lo consiguió. La habitación en la que estaba era demasiado grande y fría, se sentía más sola qué nunca.
Se levantó de la cama y se puso los zapatos y un abrigo, salió de su habitación y tocó suavemente la puerta de Pietro, unos segundos después él abrió.
—¿Qué pasa hermanita? —dijo Pietro bostezando y tallándose los ojos con la manga de su camisa.
—No quiero estar sola, ¿puedo dormir contigo?
—Claro —dijo él y se hizo a un lado para que ella entrara.
Los dos durmieron abrazados esa noche, Wanda recostando su cabeza en el pecho de su hermano y Pietro acariciando su cabello hasta que se quedó dormida.
Antes de que Pietro cerrara sus ojos, sintió una punzada en el pecho, sintió inquietud y preocupación, como si algo no estuviera bien, como si alguien estuviera en peligro. Por inercia volteó su rostro hacia Wanda, pero al verla plácidamente dormida junto a él se sintió más tranquilo, pero seguía sintiendo ese extraño sentimiento y no podía explicar lo que era.
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