Dinero
—Bienvenido a casa —Rose corrió hasta la puerta cuando escuchó a Seto entrar, recibiéndolo antes que cualquiera de los trabajadores de la mansión — ¿cómo ha ido tu día? —preguntó cordial, empinándose para darle un beso a su pareja.
Seto aceptó y correspondió el gesto, tomando la estrecha cintura de la hermosa albina mientras se sacaba la corbata con la otra.
—Productivo ¿y el tuyo, hermosa?
Seto claramente disfrutó del visible rubor en las mejillas de Rose que provocó su inadvertido cumplido.
—Divertido —respondió ella, luego de sacudir ligeramente su cabeza —hemos estado decorando desde primera hora de la tarde ¡Nos está quedando muy bien, aunque lo diga yo misma! —exclamó orgullosa, llevándose las manos a la cadera.
El castaño hizo una ligera mueca pero tenía una expresión agradable — ¿ah sí? —le entregó sus cosas a una moza y rodeó los hombros de Rose —veamos, pues.
La albina sonrió y caminó al paso de su novio hacia el salón que estaba iluminado bella pero sencillamente con luces de color azul celeste, las guirnaldas cubrían los zócalos y el pegue de las paredes con el techo, había calcetines sobre la chimenea y el gran estaba árbol decorado con luces multicolores, cadenetas y cintas.
Solo le hacía falta la estrella en la cima.
— ¿Qué opinas? —consultó la oji-carmín.
El CEO asintió en aprobación —luce bien —respondió para luego dar un saludo general a todos los que estaban allí —subiré a cambiarme —le informó.
—Voy contigo —dijo ella evitando que el brazo sobre sus hombros se alejara. Seto la miró arqueando una ceja con una mirada peculiar —solo iré a buscar un adorno que dejé en mi mochila —se defendió, haciendo un ligero mohín.
Seto soltó una risilla baja y avanzó con ella, sin detectar las miradas cómplices de Bakura y Akefia.
—Honey ¿qué hacen? —Dany se acercó a su pareja, al igual que Ryou, al ver que ambos sacaban una Tablet. Atemu y Yami suspiraron al unísono, despertando las sospechas también en Hikari y Yugi.
Seto jugueteaba con un mechón de cabello blanco entre sus dedos mientras pensaba en el ramillete de campanillas azules para el pelo que había comprado para darle a su Rose como obsequio.
La albina abrió la puerta y el castaño fue a encender las luces, pero se quedó con la mano extendida al ver las luces multicolores enredadas junto con guirnaldas en cada parte de su habitación.
Rose soltó una exclamación de impresión, un grito mudo que fue opacado por el gruñido de Seto.
Akefia y Bakura estallaron en risas abajo al ver su cara, incluso Yugi, Hikari y Yami no pudieron contenerse.
Seto juró en ese instante que, por todo su dinero, los graciosos detrás de esa broma se las iban a tragar peor.
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