Mar de pesadillas
Todo era oscuridad, una eterna y silenciosa oscuridad, era como estar sumergido en un océano oscuro dónde todo a su alrededor era oscuridad un vacío infinito dónde la única fuente de luz era él.
El agua lo jalaba hacia el fondo y la corriente lo jalaba a la zona más alejada de tierra, no podía hacer nada en contra, ni su cuerpo ni su mente tenían voluntad propia, no podía hacer nada salvo abrir o cerrar los ojos que no notaba diferencia alguna, aun pese a estar sumergido su respiración era la misma de siempre, lo púnico que era normal en ese momento.
Los llantos de un niño pequeño comenzaron a resonar a lo lejos, se hacía más y más fuertes, los tenía casi al frente, abrió los ojos para darse cuenta de que el niño que lloraba estaba frente a él, a punto de lanzarse contra la tumba de su padre, sus lágrimas no se detenían y detrás de él había una mujer intentando hacerse la fuerte mientras que cargaba a otra mujer, el llanto de ese niño se volvía más y más fuerte, un llanto inconsolable, el sonido se volvió muy fuerte.
-¿Barley?, ¿Laurel?-
El sonido se hizo más fuerte, era casi insoportable.
-¡perdónenme!-grito
Eso no detuvo los gritos.
-fuiste tú- intervino Grug que había aparecido frente a él Diego ya no estaba de cabeza en ese océano, estaba de pie en el cementerio frente a Grug-el momento más feliz de mi vida, lástima que no fui yo quien lo ocasiono-
-¡cállate!-gritó mientras que sacaba el báculo con el que apunto a Grug directo a la garganta y a esa distancia, menos de un metro entre la punta del báculo y la garganta del minotauro era imposible fallar-no quieres hacer un escándalo aquí-respondió con tono de burla.
-tú eres el responsable de no ser por tu ambición Wilden-
-¿mi ambición?- el centauro le apunto con el dedo- fue tu desesperación y tu inseguridad lo que hizo que lanzaras el hechizo contra él, lo que te convierte en un asesino-
-no-
-asesino- dijo con un volumen de voz más alto-cobarde dile a su familia lo que hiciste-
Diego volteo, la familia de Wilden, su esposa, sus hijos, sus hermanos y primos estaban ahí, ya no lloraban, lo miraban con odio.
-asesino- dijo Laurel
-asesino- la imitó el niño Barley
Uno por uno le llamaron asesino, una y otra vez sus voces lo asechaban, el joven comenzó a temblar, no podía hacer nada.
-déjenme-
-asesino-
Nancy sacó su báculo le apuntaba a él con el rostro lleno de rabia, al lado de ella llegaron policías le apuntaban con sus pistolas, por instinto Diego levantó su báculo pero este se convirtió en un palo de escoba, el cual se volvió tan pesado que se le cayó al piso debido a que no lo podía cargar.
-¡aléjense!-
Se agacho sobre sus piernas abrazó con sus brazos sus piernas, las tristeza y la culpa lo invadían, cerró los ojos lágrimas salían de sus ojos mientras que de su boca no podía salir la palabra perdónenme, mientras que todo se rodeaban de agua y volvía a estar en ese océano mientras que las voces que lo rodeaban se opacaban.
Los ojos de Diego se cerraron, aun dentro del agua sentía su llanto, de su boca salían las palabras- es mi culpa- una y otra vez.
Se encontraba boca abajo, ahora era un niño estaba escondido debajo de una cama boca abajo, el miedo lo invadía, su madre estaba en la habitación hablando con alguien, no recordaba la conversación, pero solo se escuchaban palabrotas.
No lo pudo aguantar salió de su escondite, y grito con todas sus fuerzas.
-¡déjala en paz!-antes de comenzar a correr hacia esos hombres, pero antes de lograr embocarlos recibió una patadas que lo tiro al piso.
-¿y tú me vas a obligar?-preguntó el tipo que le dio la patada.
-¡déjenlo!-
La mamá recibió una bofetada tan fuerte que casi cae al piso, el niño en sus desesperación grito de nuevo está vez mientras que lanzaba un puñetazo al aire, de su puño salió una descarga eléctrica que impacto contra el que le había dado la cachetada a su madre.
-si quieres jugar con magia, con gusto voy a enseñarte niño tonto- intervino el que era el líder que sacaba un callado algo viejo y torcido con el que le apunto al niño.
La madre se levantó y se puso frente al niño recibiendo el hechizo.
-¡mama!-
La imagen se detuvo.
-fuiste tú- le respondió la mamá-te di una simple orden y no la cumpliste y era quedarte debajo de la cama callado- su voz se volvió más agresiva.
-vaya niño tan más desobediente que tiene está mujer- dijo el líder de ese grupo de matones- mis hijos son mucho mejores.
-lo peor es que ese día si vi esto-
Ella saco una hoja con una nota por parte de la maestra.
-reportes de falta de tareas, de mala conducta, rompiste un vidrio de la escuela, le respondiste a tu maestra, golpeaste a tu compañeros, rompiste una maqueta e intentas te robarle dinero a la directora-
-no es cierto- respondió el niño
-la hoja no miente- respondió la mamá-encima naciste con esa misma enfermedad que tenía tu abuelo, fue una vergüenza para la familia-
-y nada me hace sentir peor que recordar que lo tengo- respondió el abuelo que llego por la otra puerta-
-pero a diferencia de ti yo si obedecía a mis padres, seguía todas sus reglas al pie de la letra y sin cuestionar, ahora por tu culpa mi hija está muerta.
Diego se dio la vuelta ahora estaba en un cementerio, frente a la tumba de su madre en el atardecer, el niño se agacho y comenzó a llorar.
Estaba solo en el parque apunto, estaba cerca al atardecer, con un poco de agua y arena había logrado hacer un castillo algo pequeño, estaba solo, los demás niños se habían ido ya para sus casas sus madres lo habían llamado para que regresen, pero a él no.
Se puso a llorar otra vez, pero ahora estaba de pie, por su enojo levanto el pie y piso la pirámide, la piso de nuevo y otra vez hasta deshacerla toda, al ver que la había destruido se colocó de nuevo en chunchillas y volvió a formarla con arena.
-que débil-
-sí que débil, recordaba haber conocido y preparado a un Diego más fuerte- dijo una voz familiar.
Diego se puso de pie y se dio la vuelta, frente a él estaba Wilden.
-Fue mi culpa-fue lo primero que salió de los labios de Diego-
-no es cierto, si te hubieras quedado debajo de la cama, esos matones la hubieran matado de todas formas y no hubieras descubierto tu magia, y no nos hubiéramos conocido-le explicó Wilden con un tono de voz tranquilo contrario a lo que Diego esperaba.
-te lance un hechizo para que...- comenzó a decir.
-de no ser por eso, no hubiéramos ido a la gruta, no hubiéramos encontrado a esos niños-
La escena del océano alrededor de Diego desapareció y fue remplazado por una escena dónde estaban en una gruta donde se encontraban dos niños asustados, del otro lado del acantilado.
-yo me encargo- opinó Nancy.
-no espera- intervino Wilden- tiene que hacerlo Diego-
-pero...
-conoces el hechizo y lo has hecho una vez, puedes hacerlo ahora.
Con la mirada decidida lanzó el hechizo mientras que daba un paso hacia enfrente mientras que era sostenido por el puente de confianza, mientras que avanzaba hacia el otro lado, cuando alcanzo a los niños el más pequeño lo abrazó confiando en él.
Lograron regresar afuera de la cueva hasta llegar a exterior, cuando llegaron a la comisaría los niños corrieron hacia su madre y la abrazaron, está llorando volteó a ver a Diego y le dijo.
-gracias-
La imagen desapareció y volvió la del oscuro océano, Diego volteó a ver a Wilden.
-eso no cambia el que yo...-
-no debes enfocarte en lo que piensan los demás de ti, y tampoco en tus errores, si no en tus aciertos, y has tenido muchos-
-pero eso no cambiara lo que-
-¿crees que es el fin del mundo?, la muerte no es el fin, es solo una parte del camino que unos recorren antes que otros, los que siguen aquí, continúan-
-¿hacia dónde?-
-adelante, ahora no lamentes las muertes de los demás y vive tu vida y ayuda a que los demás puedan continuar con la suya, no sientas pena por mis hijos, ya los veré de nuevo a su tiempo-
Era verdad, él era el único que actuaba de esa forma, Nancy estaba avanzando, la esposa de Wilden también estaba avanzando, los niños aprenderían a vivir así, a leer, a andar en bicicleta a jugar futbol, ahora solo quedaba él.
Frente a Diego se formó una imagen de Laurel caminando por la calle siendo acompañada por ambos niños, era un día magnífico el sol brillaba y los tres estaban felices.
-no puedo deprimirme y quedarme así-
La escena del océano oscuro reapareció, pero ahora con un tono más nítido, Wilden ya no estaba ahí, el también desapareció, Diego se dio vuelta para regresar su cabeza hacia arriba.
-no seré tu remplazo Wilden, y no haré lo que harías tú, si no que haré lo que haría yo-
El joven comenzó a nadar a la superficie sus pies pataleaban con fuerza y sus brazos braseaban con más fuerza aún.
Diego atravesó la superficie, destruyendo la ilusión de Lacus ya no existía, Diego se había puesto de pie y ya estaba de regreso en la cueva de cristales.
-¿Qué carajo?-
-como te dijo el capitán nuestra voluntad también fuerte-
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