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ᴜɴ ʀɪᴛᴜᴀʟ sᴀɴɢʀɪᴇɴᴛᴏ

|𝟷𝟿| ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ

Sentía que mi ánimo no estaba de la mejor manera, es decir, no podía esperar a que esta tortura acabara para poder ir en busca de Tara. Habían pasado ya dos días desde la última vez que la vi, porque para mí mala suerte Taemin estaba siguiendo nuestros pasos y o podía arriesgarme a ser descubierto. Quería verla y sentir su calor cerca del mío, respirar su aroma y convencerme de que ella en realidad pertenecía justo a mi lado. No había escuchado de ella en todos estos dos días, no sabía si estaba bien y eso me molestaba de gran manera. No entendía como es que era posible dejar de escuchar sus pensamientos. Siempre sabía que era lo que pasaba por su cabeza.

Esta vez parecía estar más en silencio que nunca pero conociendo a Tara era imposible que su mente se mantuviera quieta por un tiempo tan prolongado. Planeaba buscar a Jimin para que me mantuviera al tanto de lo que pasaba con ella, dado que yo no podía ir por la aldea aun por todas las heridas que tenía en mi rostro y mi cuerpo, para así no tener que dar explicaciones de ningún tipo.

Mi cuerpo parecía sanar rápido pero no lo suficiente aun. Quedaría una gran cicatriz donde la espada había cortado y unas cuantas marcas de mordidas que podía cubrir fácilmente con mi ropa, entonces solo eran danos menores de todas formas, nada de lo que pudiera preocuparme.

Solo restaba una noche más para que la luna de sangre se marchara y pudiera ser libre de esta pesadilla, aunque claro, el último día siempre era el peor. La luna y su efecto solía ser más poderoso y aturdía nuestros sentidos de manera dolorosa, apenas y podíamos controlarnos por eso era de crucial importancia que esta vez de verdad no dejáramos nuestras casas, más que nada porque también se celebraba un ritual en ofrenda por las almas perdidas, en este caso las nuestras porque seguramente teníamos nuestro lugar preparado en el infierno.

Ya casi el sol se había puesto en punto medio, dando inicio a la tarde. Salí de mi habitación arreglando mi cabello, sintiendo por primera vez en días la luz del sol sobre mi cuerpo, como era obvio afuera estaba todo cubierto de nieve y había frio a pesar de que el sol estaba bastante brillante. Afuera se desarrollaban los preparativos para ofrecer nuestra ofrenda. Habían hecho un circulo en la nieve que se distinguía por estar marcado con unas rocas, en el centro estaba una fogata y arriba de ella colgaba el símbolo que todos teníamos en la planta del pie.

- Este año será más difícil que la última vez – dijo Seokjin cuando se situó a mi lado – Caerá una tormenta de nieve por la noche. Si no llegamos a hacer esto...

- Tranquilo, no creo que doña luna vaya a enojarse porque no derramamos nuestra sangre a la hoguera – respondí divertido - ¿Tu como sabes que caerá una tormenta?

- Solo lo sé. Por cierto, vi a tu novia cuando venía de camino hacia acá, parecía un tanto aturdida

- Ya sé, hace dos días que no la escucho – suspire – A veces quisiera simplemente liberarme de todo y dejar esto atrás para poder correr hacia ella.

- Todos queremos dejar esto atrás, estamos cansados de ser de esta manera, créeme. Sé que tú sientes más presión que todos porque eres el jefe y porque todos esperan que puedas romper la maldición. Al enamorarte de Tara solo les estas dejando ver que no habrá manera de que tú los liberes.

- Lo sé, hyung. Quisiera cambiar todo de una vez, sin embargo no puedo sacarme a Tara de la cabeza, ella es en todo lo que pienso desde que sale el sol hasta que la luna lo reemplaza.

- Talvez entonces sea nuestra próxima generación la que podrá ser libre. No te sientas culpable, no podemos evitar por quien caemos. Tara es válida por toda una generación.

Jimin se unió a nosotros con el rostro bañado de felicidad.

- Por fin, el último día de esta terrible tortura – dijo feliz – Seré libre para ver de nuevo a Taeri.

- Pudiste haberla visto durante el día – respondí con obviedad – Pero supongo que no puedes mantener tus manos lejos de ella.

- No puedo hacerlo si el plan es que me deje poner a mis soldaditos a trabajar – Seokjin y yo lo miramos con asco – Si voy a vivir así por el resto de mi vida al menos me voy a asegurar de tener lo que quiero.

- Creo que deberías considerar que ahora tenemos enemigos – dijo Seokjin – no somos solo nosotros.

- Estaré listo para cuando ellos vengan – dijo seguro de sí mismo – Seguí su rastro anoche... - cambio el tema y dio paso a nuestra preocupación principal – Al parecer solo eran tres. Se alojan en el sureste de aquí. Tienen un pequeño grupo improvisado, al parecer su campamento.

- No debiste seguirlos tan largo y solo. Pudieron haberte seguido y matarte – dije yo – Mantendremos esa área vigilada por algunas noches – ambos asintieron.

- Traten de ayudar con el ritual. Iré al bosque, necesito relajarme.

Los deje a ambos detrás y camine hasta el bosque. No quería relajarme, sentí a Taemin merodeando muy cerca de casa y supuse que no estaba haciendo algo legal. En realidad quería provocarme, lo vi mientras paseaba tranquilamente por las rondas de mi aldea. Seguí su rastro hasta que lo encontré en el campo donde solíamos entrenas cuando no era invierno. Lo mire de lejos y no parecía estar haciendo algo en específico. Estaba de espaldas a mí, quieto. Me acerque más y deje que el escuchara mis pisadas sobre la nieve.

- No tienes que esconderte, Jeon – dijo. Se dio la vuelta y me mostro su mejor sonrisa ensayada.

- No me estaba escondiendo, te seguía deliberadamente. No tengo nada que esconder.

- ¿seguro? – pregunto con cinismo.

- Mucho. ¿Qué hay de ti?

Me miró fijamente a los ojos si9n decir nada por unos segundos, dándole más suspenso a sus palabras, de todas formas yo ya sabía de lo que quería hablar y no tenía problema con ello.

- ¿Sabes Jeon que yo te consideraba mi amigo? – me reí.

- ¿Tu? ¿la persona que corrió hacia la chica que me gustaba solo para meterla en un juego sucio y así obtener un beneficio? – mire como apretaba su mandíbula.

- Si le mencionas algo a Tara juro que lo lamentaras...

- Creo que sabes que no te tengo miedo – lo mire fijamente – Eres hipócrita, Taemin. Hay muchas maneras de conseguir estas tierras sin que arrastres a Tara en todo esto.

- Ya sé, pero mis planes se vieron interrumpidos — respondió con sorna.

- ¿Es esa razón por la cual no lo ayudaste cuando viste que iba a ser asesinado por un lobo? – su semblante cambio – Estabas ahí, Taemin. Decidiste no ayudarlo. Cobarde.

- ¿Cómo sabes eso? – se acercó a mi tratando de intimidarme con su altura.

- Tengo ojos por todos lados, se lo que haces todo el tiempo — respondí burlandome. No valía la pena esconder que lo habia visto.

Bueno, en realidad lo sentí. Escuché sus pensamientos. Estaba condenadamente cerca del señor Yoo y no fue a ayudarlo.

- Siempre he creído que eres listo, pero me estas decepcionando – se acercó más a mí – Si fueras listo ya te habrías alejado de Tara. Pensaba divorciarme después de un año, pero viendo que estas intentando tirártela a mis espaldas, creo que me quedare con ella para siempre – sentí la sangre hervir en mis venas.

- ¿soportaras que me siga acostando con ella incluso después de estar casada contigo? Así comprobamos quien es capaz de dejarla embarazada primero – Taemin me tomo del cuello y apretó sus dientes.

- Te asesinare, Jungkook. Seré feliz al dar de comer tu cabeza a los buitres.

- Eso no me va a detener...

Me solté de sus manos y di un paso hacia atrás. Me sentía mal por la manera en la que había hablado de Tara, jamás me hubiera atrevido a decirlo de no estar bajo estas condiciones. No estaba pensando en acostarme con ella... bueno, lo había pensado una que otra vez pero nada demasiado fuerte como para llevarlo a cabo.

- Adiós, amigo. Nos seguiremos viendo – me aleje caminando lentamente sin perder la sonrisa de mi rostro.

Me aleje hasta regresar a mi casa. No tenía caso seguir pensando en lo mismo una y otra vez. Taemin no merecía mi tiempo además teníamos un ritual que terminar. Al regresar me encerré en mi estudio y repace las palabras que tenía que repetir frente a todos.

"¡oh, dulce luna roja! Recibe mi sangre y llévala contigo, calma el fuego que corre en mi interior y déjame verte ser plateada una vez más. Olvida mi fallo y evita que el fuego arremeta contra mí."

No sabía si tenía sentido seguir haciendo esto, pero era algo en lo que toda la aldea creía entonces era mejor seguir sin olvidar nada, era mejor continuar la tradición porque todos nosotros necesitábamos algo en lo que creer, ya fuera una tonta tradición o una manera justa de llevar lo que nos consumía por dentro.

Mientras repasaba los libros de nuestra historia mi padre entro en silencio.

- Los Kim ya han venido, también Yoongi y Hoseok. Se quedaran unos días por aquí antes de que regresen a su aldea – asentí en su dirección – Deja de preocuparte, hijo. Al final veras que vas a encontrar tú camino para salir de esto.

- Es lo que todos me dicen siempre, pero yo no lo tengo tan claro. En todo caso no hay nada que pueda hacer, lamento no haberte liberado de esto padre, me he enamorado de quien no es.

- No creo que ella no sea la indicada. Debes tratar de verlo como tu destino — sus palabras sonaron seguras y consisas, pero de todas formas no me convencían para nada.

No dije nadas más, solo me puse de pie y camine hacia la salida del estudio. Mi papa sabia como me comportaba regularmente, jamás hablaba más de lo que quería y algunos temas para mi eran demasiado delicados por ende siempre prefería dejar en espera todo aquello que podría ocasionarme un dolor de cabeza innecesario. El sol ya se estaba poniendo, la fogata ya está encendida y estaba seguro de que todos esperaban mi orden.

Cogí mi capa roja de mi armario y la puse sobre mis hombros. Tome también en mis manos la daga con la que debía hacerse el sacrificio. La marca que tenía en el pie dolía más que cualquier otro día, sabía que eso significaba que se estaba el fin, justo de la misma manera en la que dolía cuando la luna de sangre se avecinaba. La primera vez que sentí este dolor fue cuando tenía dieciséis años, al principio me asuste pero después de unos minutos solo lo mire como algo que marcaba mi destino. En aquel entonces estaba tan emocionado por todo en lo que me había convertido, ahora solo lo veo como una carga.

Salí al patio de mi aldea y vi que de verdad todos estaban listos, con sus capas puestas. Mientras los miraba mi pequeña hermana se acercó a mí.

- Mi madre dice que sales con Tara, ¿es cierto? – pregunto con los ojos chispeantes.

- No, enana. Ella solo es una buena amiga mía. Tara sala con alguien más – pronuncie esas palabras con asco.

- Jinsoul dice que te gusta – ella se cruzó de brazos – las personas que se gustan deberían estar juntas. Eso es una ley – me incline a su altura para hablar con ella más cerca.

- El mundo real no funciona así. Hay gente que esta con quien no quiere y otros llorar por no estar con quien deben.

- Pues que aburrido – hizo una mueca con su boca y me dejo solo.

Reí ante su inocente pensamiento sobre cómo funcionaban las cosa, en algunos años ella lo entendería muy bien, solo cuando le tocase decidir entre hacer lo que debe y lo que quiere. Mire a mí alrededor como todos ya estaban esperando a que yo diera la orden para tomar nuestro lugar alrededor de la hoguera, aun había un poco de luz solar pero era el momento perfecto para empezar. Todos se acercaron tan pronto como vieron que yo ya había empezado a caminar en dirección a la hoguera. Jimin, Seokjin, Taehyung y Namjoon quienes conformaban la aldea Kim. Yoongi y Hoseok quienes eran nuestros primos desde el norte del país se habían acercado también. Nosotros fuimos los primeros en formar el círculo.

El resto de nuestra familia empezó a hacer más círculos hasta que todos estuvimos juntos y listos justo en el momento en el que la luna toco el cielo y lo cubrió con su luz. El ritual consistía en que primero debíamos quitarnos nuestras capas y la ropa hasta quedar desnudos por completo. El siguiente paso era cortar la palma de nuestra mano izquierda usando nuestra daga que contenía un pequeño frasco con nuestra sangre dentro. Después de haber hecho el corte seguía acercarnos todos en círculo y derramar nuestra sangre en la hoguera, uno por uno. Por ultimo repetíamos todos el juramento y debíamos esperar a que la fogata se apagara por si sola.

En orden todos seguimos los pasos. Yo no sentía vergüenza alguna en quitarme toda la ropa, nadie pensaba en su denudes en ese momento. Cuando todos estuvimos desnudos puse la punta de mi daga sobre la palma de mi mano y enterré la punta hasta cortar. Hice una herida suficientemente grande y mire bajar mi sangre sobre todo mi brazo. Me acerque primero a la fogata y deje que la sangre cayera por dos segundos. Todos fuimos girando hasta que paso el último y estuvimos listos para recitar nuestras palabras.

- ¡oh, dulce luna roja! Recibe mi sangre y llévala contigo, calma el fuego que corre en mi interior y déjame verte ser plateada una vez más. Olvida mi fallo y evita que el fuego arremeta contra mí.

Dijimos las mismas palabras por un total de diez veces y estaba listo. Nos sentamos sobre nuestras capas y esperamos a que el fuego se apagara. Sentí como mi marca dolía, lo sentía fuertemente. Por suerte, estaba llegando al final después de unos días largos de sufrimiento todos podríamos descansar por al menos otros cinco años.

Estuvimos unas horas sentados a la espera de que el fuego cesara y pudiéramos volver a nuestra vida cotidiana de siempre, en donde éramos capaces de controlarnos.

- Se ha acabado esta noche – dije a gran voz cuando todo estaba a oscuras – pueden irse.

Nos pusimos de pie en orden y solo cubiertos por nuestras capaz cada quien camino al interior de su casa. Mire al cielo y la luna estaba siendo cubierta por la nubes. Se había acabado.


Dos capítulos seguidos por haberlos hecho esperar. Gracias por leer 💗

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