ᴘʟᴀɴᴇs ᴇɴ ᴍᴀʀᴄʜᴀ
|𝟸𝟹| ᴛᴀʀᴀ
No había hora o momento mínimo en el que dejara de pensar en lo que Jungkook y yo habíamos hecho. ¿Así era como el amor se sentía? Volar entre las nubes, probar los postres más dulces o incluso beber de un manantial no era ni comparado con la satisfacción serena que sentía en mi pecho. Amaba sentirme así. Recordar a Jungkook entre mis brazos, a mi entre los suyos, nuestros cuerpos unidos no solo era un recuerdo que iba a tener en mi memoria, no cuando tenía marcas de él por todo mi cuerpo.
Quería sentirlo de nuevo, estar entre sus brazos una vez más, besar sus labios, su pecho y acariciar su cabello mientras el va profundamente en mí. Quiero repetirlo, quiero asegurarme de que no fue un sueño, que no fue la primera y la última vez. Quiero que hayan más noches como esas y muchas más mañanas juntos.
Cuando regresé a casa no me esperaban buenas palabras, mi madre estaba tan enojada que no pudo evitar insultarme, sin embargo no me arrepentía de haber hecho lo que hice. Ella sabía que no había estado sola, las marcas y el estado fatal de mi ropa me delataban, mi madre sabía y eso me daba satisfacción. Mi libertad aún seguía en juego, aún iba a pelear y en mis manos estaba poder hacer de todo para no dejarle la oportunidad de ver mi ruina.
Miré por la ventana de mi habitación, había estado exactamente toda la tarde encerrada, mi madre me metió dentro y cerró por fuera. Un castigo tonto. Ya casi anochecía y dado que mi madre no tenía planeado dejarme salir, me dediqué por completo a ver como una fina capa de nieve caía sobre los árboles cubriéndolos aún más.
Recordé las palabras de Jungkook "llámame si me necesitas" lo necesitaba mucho, pero no era lo mismo necesitarlo por un peligro a hacerlo por simplemente querer verlo. Pensar en él y en mi deseo de que apareciera por mi casa me daba un poco de repelús. Jungkook escuchaba pensamientos y yo aún no estába segura de cómo funcionaban estos. No iba a llamarlo, era mejor si no aparecía por aquí, era mejor si nuestro lugar de encuentros fuera siempre esa vieja choza.
Escuché unos suaves golpes contra la puerta, talvez era Suni, mi madre estaba demasiado enojada conmigo para si quiera pensar en hablarme, aunque, Suni a mi madre no era ninguna diferencia. A paso lento me aparté del marco de mi ventana y me arrastré hasta la puerta. Abrí la puerta desde abajo y alcé la vista. Sorpresivamente era mi madre. Quedé a la espera de que dijera algo.
— Necesitas estar lista mañana temprano, iremos a visitar a un artesano que hace vajillas tradicionales — dijo sin mirarme — Los necesitamos para tu boda.
— Pensé que no iba a salir hasta año nuevo — respondí con sarcasmo. Aún me picaba hablar con ella.
— Y no ibas a hacerlo, pero resulta que hay cosas que necesitan seguir en pie — miré sus fríos ojos cuando ella decidió mirarme. ¿Cuándo habían cambiado?
Recuerdo que solían ser cálidos, ella solía quererme, todas las noches me contaba historias, me hacía nuevo vestuario siempre y me enseñó a plantar flores. ¿Cuándo mi madre se convirtió en esto?
— Está bien, madre. Haré lo que tu quieres — sentí un vacío en mi pecho, extrañaba la mujer que ella solía ser y temía por quien se había convertido — Se que estás enojada conmigo, pero puedes darme de cenar.
Sus fríos ojos no cambiaron y no se conmovió para nada, en cambio sonrió de lado y negó.
— No, Tara. Tener el estómago vacío te ayudará a pensar lo que hiciste — bajo su mano derecha hasta acariciar mi cabello — No arruines tú futuro de la misma manera en la que yo arruine el mío.
Se alejó de mi lentamente. Sentí como mi corazón se ahogaba en el mismo, como me decía con punzadas dolorosas que en realidad mi madre siempre había sido miserable.
Cerró la puerta de nuevo y yo me negué a soltar una sola lágrima. No iba a llorar por eso, no podía sufrir por un alma cruel y vacía como la de ella.
Volví hasta la orilla de la ventana una vez más y observé el cielo, ya no nevaba, la luna ya se había alzado, el hambre que tenia se esfumó y en mi se instaló un sentimiento peor. Tristeza. Deseaba que fueran otros tiempos, que yo pudiera elegir con quien estar.
Observé la luna por largos minutos hasta que una bola de nieve aterrizó contra mi cara, baje la mirada y afuera estaba Taeri como un ángel que venía a rescatarme, tenía en su mano una canasta y sonreía en mi dirección. Ella se acercó a mi sonriendo.
— Toma la canasta, bruja — estiró la canasta en mi dirección y me apresuré a tomarla.
Con la canasta en mis manos me aparté de la ventana para dejar que Taeri subiera. Me divertí viendo como hacía uso de su esfuerzo para cruzar sus pierna. Se dio bruces contra el suelo cuando perdió el equilibrio al estar sujeta al marco y tratar de cruzar las piernas al mismo tiempo. Su vestido largo se levantó y cubrió su cabeza.
Me reí a carcajadas intentando controlarme pues no quería que mamá viniera a ver qué pasaba.
— No te rías, me he golpeado la nariz — se sentó acomodando su vestido y frotó su nariz — Todo lo que uno tiene que hacer pos sus amigas... — se puso de pie murmurando y se acercó a mi — supe que estabas castigada.
Extendió sus brazos y luego me apretó entre ellos. Fue maravilloso sentir como en realidad Taeri que no de mi sangre podía sustentar un vacío terrible que tenía en mi pecho. Se sentía mejor que algún otro abrazo por parte de Suni. Se alejó de mi sonriendo despacio.
— Mi mamá hizo de comer. Le he dicho que vendría contigo a tener la cena, siento que hace mucho no hablamos — tomó mis manos entre las de ella y me tiró junto con ella en una esquina de mi habitación — Cuéntame qué pasó.
Suspiré profundamente. Taeri empezó a sacar todas las cosas que traía en la canasta. Mi boca se hizo agua al sentir el olor tan delicioso que la comida emanaba. La mamá de Taeri siempre había sido buena cocinera, siempre había preparado los mejores platos para comer. Recuerdo todas las veces en las que me escabullia en su casa para robar de las galletas que hacía y traerlas a escondidas hasta mi casa o todas las veces que hizo mi guarnición favorita, también todas aquellas veces que apartaba ciertas especies de mi plato solo porque no me gustaban.
Taeri era como su madre, siempre había sido buena conmigo y nunca le importó compartir a su madre conmigo, jamás mostró celos al observar como su mamá me daba cariño, casi con la misma devoción que lo hacía con ella.
Repartió los platos y puso el más repleto para mi.
— Asumo que no has comido nada en todo el día — miré mi plato con agrado y tomé los palillos para poner en mi boca el primer bocado — Darte comida me recuerda a todas las veces que lo hacíamos cuando estábamos pequeñas, ¿lo recuerdas?
Gemi al sentir el sabor de la comida en mi boca pues estaba deliciosa.
— ¿Dime qué pasó? No es normal que tu mamá te castigue tan duramente — asentí y esperé a tragar lo que tenía en la boca oara poder hablar — Supongo que tiene que ver con Jungkook.
— Mmm. Anoche Taemin quiso propasarse conmigo — le dije mientras ponía más comida en mi boca.
— Ese imbécil... cada vez que lo miro siento terribles ganas de asesinarlo — la miré a los ojos fijamente pues estaba segura de que ella podía ser capaz de hacerlo — Tu solo dime y estoy dispuesta.
— No vale la pena. Escapé de él cuando le di un golpe — ella rió — Además me acosté con Jungkook.
Sus ojos se abrieron como platos y casi se atraganta con la comida que estaba tratando de tragar. Puso una de sus manos sobre mi pierna y dio severas palmaditas.
— Cuéntame todo, pilla — toda la preocupación que tenia antes se esfumó y en mi se instaló un sentimiento de satisfacción y talvez ilusión.
Con una sonrisa en mi rostro empecé a relatar todo lo que habia pasado, punto por punto, estaba segura de que Jungkook escuchaba cada cosa que decía, estaba segura de que probablemente estaba burlándose interiormente de mi por la manera en la que hablaba. Yo estaba segura de que mis mejillas estaban coloradas. Taeri escuchaba todo atentamente y hacía caras raras cada vez que los detalles más morbosos salían, ella también se puso colorada y a pesar de que en efecto ella ya lo había hecho primero parecía más afectada que yo.
— ¿Sabes que puedes terminar embarazada? — preguntó obvia luego que le dije que Jungkook se había apartado d emi cuando llegaba la parte esencial — Incluso si se aleja hay muchas probabilidades de quedar embarazada — se encogió de hombros con simplicidad — Solo digo que debes ser cuidadosa, no puedes arriesgarte tanto.
— Últimamente no me importa nada. Todo aquello que podía darme cordura o llevarme a ser sensata desapareció después que lo probé — dije con ilusión — De verdad no puedo creer cómo es que es tan bueno.
— Solo digo que talvez deberías hablar con alguien si piensas seguir haciéndolo — repitió ella — Hay quienes pueden ayudarte a prevenir un embarazo.
— Eso es imposible, ¿Has visto cuantos niños hay aquí en la aldea?
— No hablo de que la persona que pueda ayudarte esté aquí — la miré sin entender bien qué era lo que trataba de decir — Tienes que ir al lugar correcto.
— No te entiendo, Taeri. Yo quiero un bebé de Jungkook.
— Lo sé, pero creo que sabes que si terminas embarazada todos lo notarán y que tu Taemin se volverá loco, te matará matará ti, a Jungkook y a lo que él engendró — el miedo se apoderó de mí, no había pensado con claridad — Si las circunstancias fueran diferentes, supongo que ni siquiera al mismo Jungkook le importaría.
— ¿Dónde debo ir?
— Pues con las prostitutas — dijo obvia.
Lo medite en mi interior, Taeri tenia razón y tenia que buscar una rápida solución, incluso si era incierto el hecho de que él y yo volveríamos a estar así una vez más, era talvez mejor prevenir antes de que lo peor pasara.
— Segura tú ya estás embarazada — dije en voz baja — Tu vida parece más simple.
— Talvez, pero entre tú y yo, definitivamente quien es más fuerte eres tu — dijo con orgullo — Yo no hubiera soportada ni la mitad de lo que tú. Estaría ya tres metros bajo tierra — respondió sincera — No dejes que esa estúpida boda te derrote, mejor piensa en todo lo bueno que puede pasar en el futuro. Puedes seguir con Jungkook incluso si te casas con ese imbécil.
— Taemin no parece del tipo compartir.
— Tienes razón, pero no tiene porqué enterarse — ambas reímos y nos recostamos contra la pared — Siempre me he preguntado cómo te enamoraste de Jungkook. ¿Hay alguna historia especial?
— No sé...
Flashback
Era otoño, las hojas caían de los árboles suavemente balanceándose hasta tocar el suelo, todo estaba lleno de colores cálidos, había frío y preciosidad por todos lados. Disfrutaba los climas como éste cuando paseaba por todas las veredas del bosque, no me importaba salir sola y pasar toda mi tarde observando a las hojas caer o escuchar a las aves cantar.
A unos metros de distancia por donde yo pasaba estaba un conejo comiendo de un oequeño retoño que brotaba del suelo. Era un conejo negro, precioso y grande, sonriendo ne acerqué a él e intenté tomarlo, pero corrió lejos de mi. Divertida empecé a seguirlo por todo el sendero. El parecía querer jugar conmigo pues hacía pequeñas pausas para que yo pudiera acercarme y cuando él notaba mi mano a punto de tomarlo simplemente corría lejos de mi.
Fui tras él por muchos minutos, riendo y brincando de la misma manera en la que él, a los trece años las cosas más simples parecían ser las más llamativas, perseguir un conejo era para mi una diversión natural que podía hacer por horas. El conejo me llevó hasta un campo vacío cubierto de hojas por todos lados, se detuvo y se echó sobre sus patas. Lentamente me acerqué a él para intentar tomarlo en mis manos, no para torturarlo, simplemente para acariciar su pelaje.
Cuando me iba acercando más a el escuché que alguien susurraba cerca de mi.
— Apártate, intento cazarlo — voltee a ver de dónde venía el susurró más odioso de todos — No lo espantes.
— Estás loco — me plante frente a él y su flecha con las manos abiertas. ¡No podía cazarlo! — Los conejos son preciosos.
— También tienen mucha carne — dijo con sarcasmo. Conocía a Jeon Jungkook y su afición por cazar, era bueno, ya había escuchado como mi papá lo felicitaba constantemente.
— No, primero matame a mi — no me moví por unos segundos retandolo con mi mirada. Después, sin pensarlo corrí al conejo hasta espantarlo.
— ¡No! — gritó él. Sonreí con satisfacción — ¡¿Qué hiciste loca?!
— Liberarlo de tu estúpida flecha — volví a enfrentarlo y sonreí grandemente — Ve a cazar un venado.
— Te crees muy valiente... — entrecerro los ojos hacia mi y se acercó demasiado — Pero no lo eres.
— Soy valiente y no te tengo miedo, niño — respondí altanera — Matar conejos debería estar prohibido.
— Es muy afortunado que eres tú quien me lo ha impedido — dijo más cerca de mi — Otro lo estaría pagando.
— No es necesario que me consideres por ser mujer — dije segura.
— No te considero por ser mujer, lo hago porque de todas las personas en la aldea, a ti es a quien nunca me atrevería en lastimar — lo miré sin entender — Por si no comprendes, para mi eres intocable.
— Eres raro — no comprendí ni un poco sus palabras — ¡Me agradas!
Era la primera vez que él y yo hablábamos, solo que no supe que no seria la última. Unos días después me econtraba espiando a Jungkook cada que podía, cada que mi madre apartaba un ojo de mi yo se aseguraba de ir al campo donde él y sus amigos pasaban todo el día y lo miraba por horas. También los seguía algunas veces y me obsesionaba cada vez que no sabía de él, cada vez que de alguna manera no estaba porque había salido un viaje de importancia.
Jungkook me descubrió algunas veces yendo tras él, pero nunca dijo nada, jamas hablaba conmigo y eso aunque debió ser una clara señal para que yo me alejara, jamás lo hice y en cambio produjo el efecto contrario. Cada día me gustaba un poco más, incluso si él ni siquiera me ofrecía su amistad.
Fin del flashback
— ¿Te empezó a gustar solo porque no te hizo nada después de espantar su caza del día? — preguntó Taeri sin entender.
— No, me empezó a gustar porque después le dijo a toda su camada que no cazaran conejos, cuando le preguntaron porqué, él solo dijo que se trataba de un encargo especial — recordé cuando lo descubrí hablando con sus amigos fervientemente de no matar conejos — Jungkook fue la primera persona que me escuchó y obedeció mis deseos.
— No tienes remedio, niña — ambas reímos.
Ambas nos acostamos en el piso y empezamos a hablar de temas varios, era simplemente una manera de ella dándome su apoyo a la terrible vida que yo tenía y algo que me ayuda a mi a sacar toda la furia que llevaba dentro. Taeri escuchaba y comentaba chistes graciosos sobre cualquier cosa que decía o incluso se burlaba de ambas cuando traíamos con palabras aquellas memorias que teníamos de cuando éramos unas niñas.
Taeri estuvo en mi casa por mucho más tiempo, se fue hasta que casi empezaba a amanecer.
●
Me desperté con los golpes de mamá contra mi puerta.
— ¡Vamos, Tara! Tenemos un viaje largo — torcí los ojos y me levanté con pesadez, lo que menos me apetecía era ir y ver estúpidos platos — No quiero berrinches.
— Ya voy, madre.
Me desperté por completo y busqué ropa adecuada para salir al frío. No me tomó mucho tiempo cambiarme para después salir a lavar mi cara, mi mamá me esperaba y me metía prisa cada cinco segundos.
Con cara de pocos amigos salí a la sala y miré a mi madre, ella no dijo nada, solo se puso de mi y caminó hacia la puerta, Suni la seguía así que yo hice lo mismo. Sería un viaje largo...
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Holaaaaa!
Espero les guste este capítulo. Gracias por leer, votar y comentar.
Si hay algún error ortográfico me disculpan, corregiré luego💗
Cuídense.
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