Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

ᴘʀᴜᴇʙᴀ ᴅᴇ ᴠᴇsᴛɪᴅᴏ

|𝟼| ᴛᴀʀᴀ

Jungkook me mordió. Fuertemente.

Esas eran las únicas palabras que se repetían en mi cabeza, lo único que rondaba mi mente y cada vez que cerraba los ojos lo único que podía ver era su rostro aproximarse al mío y morderme de nuevo. Evidentemente Jungkook jugaba conmigo de manera excepcional. Primero trataba de evitar que me presentase a su casa, luego besaba a la tonta de Jinseol y luego, en la misma noche, cometía la osadía de morder mis labios.

Tenía que dejar de pensar en él, porque no había sido más que un juego sucio del que luego tomaría venganza, mi vida estaba rodeada de asuntos sin resolver y justo ahora no podía estar pensando en un hombre que se divertía jugando conmigo.
Suspiré por probablemente la enésima vez en el transcurso de la mañana. Los problemas de mi vida no se iban, de hecho aumentaban, la idea de Taeri era bueno, Taemin era un tipo machista de manual y su familia igual, así que dejar de ser la pura doncella que soy, acostarme con otro hombre antes que él sin duda era algo que lo volvería loco.

La noche anterior conocí al tipo perfecto.

Me levanté del piso cerca de la ventana de mi habitación, en donde erróneamente había esperado por otra noche encontrar a mi visitante amigo de ojos rojos, pero sabía que era mejor olvidarlo, salí de mi habitación dispuesta a cruzar al bosque en busca de Seokjin. El no se iba a negar.

Cuando pasé por la sala de casa mi mamá estaba ahí tomando un té, Taemin también estaba con mamá y le hablaba de algo relacionado con la boda, pero no me interesaba así que planee pasar sin inmutarme.

— Tara, creí haberte educado para que saludes a nuestros visitantes — dijo mi madre haciendo que mi marcha se detuviera — Además, Taemin es un invitado especial — dijo ella sonriendo amablemente.

— Hola, Lee Taemin — dije sin ganas, haciendo apenas una reverencia.

— ¿Vas de salida? — preguntó él — Sabes que la modista te espera por la tarde.

Asentí evitandome a rodar los ojos.

— Iré a dar un paseo al bosque, ya que pronto no podré hacerlo... — mencioné con sarcasmo.

— Te equivocas — Taemin se puso de pie y se acercó a mi, demasiado — Eso es algo que no va a cambiar.

Lo miré desconfiada más que nada porque sabía que él era una de las primeras personas en mencionar que ir al bosque era peligroso, que no debía estar merodeando por ahí sin compañía masculina.

— Voy contigo — me dijo de repente haciendo que todo buen pensamiento que tuve hacía él se esfumara — Es tiempo que empieces a aceptar que soy tu prometido.

Estaba incrédula, Taemin jamás seria amable sin esperar obtener algo a cambio. Ni loca iría con él a dar un paseo, jamás.

— No, gracias. Prefiero ir sola, utilizo los paseos al bosque para olvidarme de ti, precisamente — respondí con altanería.

Mi mamá nos había dejado solos por lo que me era más fácil decir lo que pensaba sin que ella se pusiera del lado de Taemin.

— Tarde o temprano vas a aceptar que tú eres mía — susurró cerca de mi de modo amenazante — Y prefiero que sea más temprano que tarde.

— Eres tan rastrero que no pudes hacer que una mujer se case contigo por tus méritos — dije con asco — Pero eso es bastante normal dado que tú no tienes ni una sola virtud.

Me alejé de él y me di la vuelta para salí de casa y largarme al bosque. No necesitaba pensar en Taemin y su estúpida cara de satisfacción al saber que hiciera lo que yo hiciese de todas formas sería su esposa. Aunque, el que reía de último, reía mejor.

Caminé hasta el final de la aldea para entrar al bosque, me conocía el camino hacia la casa de Seokjin pues mi padre algunas veces le había encargado piezas a su padre, entonces yo siempre lo acompañaba. En cada paso que daba las ojos crujían, era un sonido relajante, hipnótico, pero me di cuenta que los míos no eran los únicos.

Habían más crujidos, se escuchaban un poco lejos pero aún así eran audibles, detuve mi paso y observé a mis espaldas si por casualidad Taemin me había seguido, pero no había nadie, estaba sola, extrañada y con duda empecé mi marcha de nuevo, siendo más cuidadosa con cada paso.

Después de unos desesperantes minutos de caminar y sentir que alguien me seguía, llegué a la casa de los Kim. Una pequeña casa de madera cerca del río. El señor Kim y Seokjin eran los únicos que vivían aquí, su esposa había muerto cuando dio a luz a Seokjin, desde entonces ese hombre no se había casado.

Me detuve frente a la puerta y toqué, esperando que con un poco de suerte fuera Seokjin quien recibiera mi presencia. Esperé unos segundos y luego la blanquecina apariencia de Jin hizo su aparición, mirándome de manera extraña una vez que la puerta fue abierta.

— Hola — saludé nerviosa.

Seokjin miró hacia todos los lados con aparente sospecha y me tiró del brazo para meterme a su casa.

— Parece que quieres seguir metiéndote en problemas — dijo él entrecerrando los ojos hacia mi.

— ¿De qué hablas? — pregunté con curiosidad — Nadie sabe que he venido aquí.

— Yo no estaría tan seguro de eso — río sin ganas y negó con su cabeza — Pasa — me guió por su casa hasta que llegamos a un salón donde ambos tomamos asiento — ¿A qué has venido?

— A hacer negocios contigo — mencioné entusiasmada.

Me miró dudoso, haciendo silencio por unos segundos desesperantes.

— ¿Qué tipo de negocio? — Seokjin no estaba interesado en lo que fuera que yo propusiera, lo sabía, su cara era muy expresiva.

— Como sabes, no quiero casarme, me niego a hacerlo — le dije segura de mis palabras — Y para evitar que eso pase, solo tengo una idea en mente.

— Iluminame, porfavor.

— Sabes qué se nos ha enseñado que la castidad en la mujer es un símbolo de pureza y no hay nada más que le guste a un hombre que eso — Seokjin me miraba apacible, si era listo su cabeza le daría la respuesta — Así que he pensado en que si evito dejo de ser pura, Taemin no querrá casarse conmigo.

— Me asustas, Tara.

— Quiero acostarme contigo — solté de una vez — Ahora si es posible.

Seokjin me miró como si una cabeza más había brotado de mí cuello, su cara cambió de color, de pasar de su pálido característico al color de los tomates, me miraba perplejo, talvez inseguro de haber escuchado o encantado con la idea.

— ¿Estás loca, Tara? — dijo después de unos minutos — ¿Quieres que Taemin me mate?

— No le diré que fuiste tu — me levanté de mi asiento y caminé hacia él — Será algo que quede entre tu y yo.

— Si Taemin se entera te va a humillar frente a todos, no se quedará tranquilo — su cara expresaba preocupación — Además dudo que eso lo detenga.

— ¿Por qué lo dices? — pregunté, más que nada porque siempre había tenido curiosidad de saber las razones de Taemin.

— Tara, tu padre es dueño de muchas hectáreas de tierra fértil, Taemin es oportunista y malvado, una vez que ese case contigo podrá meter manos a todo lo que tu papá tiene — mis sentidos dejaron de funcionar correctamente — Sí, eres guapa pero eso no es suficiente para detener a Taemin.

Mi mente divagaba en todo lo que odiaba a Taemin, si anteriormente me era despreciable ahora lo aborrecía, fue hasta entonces que entendí porqué permitía mis desplantes y todo lo que decía, Taemin tenía un propósito, uno más sucio y repugnante.

— Así que, Tara, incluso si la idea de acostarme contigo me es tentadora, la declino — me dijo Seokjin más sosegado que yo — Además, creo que debes de saber que no está bien que andes por ahí haciendo este tipo de propuestas — Seokjin se levantó de su asiento y empezó a caminar hasta una esquina de su casa.

Lo que había dicho Seokjin cambiaba todo, pero aún así una mejor idea se había cruzado por mi mente, claro que acostarme con Seokjin aun estaba en mis planes.

— Aún así quiero acostarme contigo — le dije después de mi transe por el silencio — Quiero acostarme contigo.

Seokjin regresó a su lugar con una caja en sus manos.

— Anoche, después de la fiesta vine a casa y encontré esto — me dio la pequeña caja negra que sostenía en sus manos — Ábrelo.

Tome asiento frente a él y con cuidado abrí la caja. Mis ojos se abrieron como platos una vez que vi el contenido de esta. Era un animal muerto con una nota atada al cuello.

"Aléjate de ella o lo lamentaras"

La nota era explícita, simple y con un mensaje claro.

— Taemin... — murmure por lo bajo.

— Te equivocas, Tara, Taemin no haría esto — dijo él bastante calmado — Tu no eres consciente de muchas cosas, pero si fueras un poco más... — Tocaron la puerta de su casa — Creí que habías venido sola — dijo él, sonriendo.

Se puso de pie y caminó hasta la puerta, lo seguí, dejando la caja en un estante de su casa, hasta llegar junto a él y cuando abrió la puerta no había nadie, Seokjin suspiró y tomó mi mano para que me acercara más, hasta estar junto a él.

— Nunca estás sola, Tara — se agachó hasta tomar a otro animal muerto que estaba en la puerta de su casa, esta vez era un pájaro color negro.

Me sorprendí por la manera en la que Seokjin reaccionaba, de manera tan tranquila como si en realidad ya lo esperaba, como si no temiera las amanezas que alguien desconocido le hacía.

— Apuesto todo lo que quieras que esta es una broma de mal gusto de Taemin — dije enojada — Él jamás te haría daño.

— Aún así, Tara, no voy a dormir contigo.

— Piénsalo — supliqué esperando que su respuesta cambiara — De verdad, estoy desesperada.

Me miró de arriba a abajo con una mirada curiosa, casi emocionado.

— Bien, haré eso — sonreí emocionada ante sus palabras — Pero quiero que me dejes ser quien dirija todo.

— Tu eres el que tiene experiencia acostándose con mujeres — dije burlesca y emocionada — Seré obediente.

— Te veo cerca del lago al caer la noche, asegúrate de ser discreta.

— ¿Qué lago? — pregunté.

— Creo que sabes cuál, has estado allí.

— ¿Cómo sabes?

— No eres la única que merodea por los bosques.

Asentí y me alejé para regresar a mi casa porque aún tenía que ver a la modista.

— Nos vemos esta noche — sonreí nerviosa y ansiosa y empecé a caminar de regreso a casa.

Me sentía tranquila, emocionada porque no sabía que hacer, nunca pensé que mi primera vez fuera usada para despegar a Taemin de mi vida, sin embargo si este mito de la virginidad iba a seguir vigente, pues al menos que sea útil.

Estaba sentada en mi casa esperando a que la modista terminase de acomodar todos sus utensilios de costura, estaba más aburrida que nunca, rogando que de una vez esto acabe para poder ir y hacer cosas más interesantes.

— ¿Qué color le gusta, señorita Tara? — preguntó ella.

— ¿No se supone que tengo que usar blanco? — pregunté sin ganas — Porque si puedo usar cualquier color prefiero el negro.

— Tara, ¿Cómo puedes decir eso? — mi madre sonó indignada, pero poco me importaba.

— El día de mi boda también será el día de mi muerte, madre — dije segura de mis palabras — Pero ya qué, quiero blanco de una vez.

— El blanco significa pureza, bondad — dijo la modista emocionada.

Sacó de una maleta muchos retazos de tela color blanca, algunas tenían bordados o pequeños detalles que honestamente me gustaban.

— Póngase de pie y quítese el vestido — rodé los ojos pero obedecí — Ahora viene la parte divertida.

Empecé a desvestirme hasta quedar en paños menores, me daba un poco de vergüenza pero eso no podía ser, más que nada porque por la noche tenía que dejar que un hombre viera mi cuerpo.

La modista tomó medidas, apretó mi cuerpo, me movió de un lado a otro, volvió a sacar medidas, volvió a apretar mi cuerpo, hizo ese proceso al menos unas cinco veces, hasta que ella estuvo satisfecha, hasta que aparentemente tenía todos sus datos para fabricar el estúpido vestido.

— Puedes vestirte de nuevo, Tara — dijo ella sonriendo — Debes estar nerviosa, casarse no es poca cosa.

— Estoy lívida. No quiero casarme — dije tranquila — Pero aquí estoy, esperando a que usted empiece con un vestido que me va a llevar a la muerte.

— Ah... bueno... nunca había escuchado a una novia decir eso.

— Pobres, seguro han tenido que callar — terminé de vestirme y salí de prisa porque tenía una cita.

Caminé de prisa por el bosque, estaba empezando a oscurecer. Fui rápida al caminar pues nunca me había sentido tan ansiosa antes, jamás pensé que fuera capaz de hacer algo así. Alguna vez soñé con ello, era Jungkook quien aparecía en ellos. Jungkook... lástima que no era él, de serlo seguramente lo disfrutaría más.

Llegué hasta el claro donde estaba el lago, la luna alumbraba fuerte así que no me preocupó la oscuridad. No había frío, la noche estaba cálida justo como debía ser una noche de verano. Me quedé de pie frente al lago, observando el agua, disfrutando de la calma y anticipando todo.

— Estás muy lejos de casa, Tara — rodé los ojos, sabía quién era, sabía de quién era esa voz — Una vez más.

— Largo, Jungkook. Espero a alguien.

— No va a venir — me di la vuelta y le miré furiosa — Parece que quieres seguir metiéndote en problemas.

— No te importa, no tiene nada que ver contigo. Lárgate de una vez — le dije más furiosa.

Le di la espalda una vez más.

— Vete, Jungkook.

— No, es peligroso.

— No te preocupes, aquí no hay leones — le dije.

— Pero lobos sí — su voz fue baja, casi amenazante — Regresemos a la aldea.

Lo ignoré por completo y me acerqué más más la orilla del lago y cuando mis pies tocaron el agua sentí deseos descontrolados de meterme a nadar. Me quité la capa que traía puesta y empecé a desatar mi vestido. Tiré mis primeras prendas de ropa al pasto.

— ¿Qué haces? Te dije que debemos irnos a la aldea.

— Vete tú, yo me quedo, ya te dije que espero a alguien — repetí mis palabras — Así que si no te importa, déjame sola, voy a desnudarme.

— Si esperas a alguien no creo que sea necesario que te quites la ropa — me dijo él. Lo sentí acercarse a mi, pero ni me inmute.

Continúe desnudandome, hasta que dejar caer mi ropa interior, dándole por completo una vista de toda mi parte trasera.

— Tara... — murmuró por lo bajo, sonreí satisfecha pero aún así Jungkook arruinaba mis planes.

— Vete.

— No.

Sus palabras fueron rotundas y dado que sabía que él no estaba por la labor de hacerme caso, me di la vuelta dejando que la vergüenza se esfumara y esperando una reacción de su parte.

Trago con fuerza y parpadeó seguido. Sin esperar más se pegó a mi y me tomó de la cintura, casi haciéndome daño.

— Estás jugando muy sucio — murmuró cerca de mi rostro — Y yo debo de estar loco.






Holaaaaa! Iba a actualizar ayer pero mi Internet estaba mal, así que ni modo.

Espero y les guste.

Dos de ustedes habían pedido esta escena y la verdad yo ya la tenia desde antes, por eso había puesto el lago como como primer lugar en el que ellos dos se hablaron, así qué aquí la tienen...

Este lago se convertirá en "su lugar" ya lo verán.

¿Por qué Seokjin no llegó?

Adjunto multimedias, jajaja:

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro