ᴇʟ ғʀᴜᴛᴏ ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ ᴇs ᴇʟ ᴍᴀ́s ᴀᴘᴇᴛᴇᴄɪᴅᴏ
|𝟺|ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ
"Jeon Jungkook segundo, hijo del jefe de una aldea, descendiente directo de un clan entero de lobos feroces" Eso fue lo que mi abuelo dijo en mi decimotercer cumpleaños, cuando fui consciente de quien era, de lo que era y de lo que sería a menos de que el hechizo se rompiera.
Por ninguna razón alguna vez yo he deseado ser así, jamás ha estado dentro de mis manos decidir si caminar en cuatro patas o hacerlo sobre mis dos pies. Era un lobo, un alfa y eso me acojonaba, ¿qué iba a hacer? Cada día era un infierno viviente y negarlo frente a mi familiar para no lastimar a mi padre solo empeoraba la situación, pero de esto solo salía algo un poco bueno. Ella.
Yoo Tara. La sublime doncella que iba y venía a su propio viento, aquella chica risueña que nadie podía domar, ella no se dejaba. Era un espíritu libre en toda la extensión de la palabra, altiva, inteligente, creadora de ideas como "que aprendan los hombres a hacer arroz" había dicho eso en una reunión de la aldea, casi muero de risa pero yo era un caballero en formación, así que me contuve. Mi mamá la adoraba, y debería culparla a ella de mi condición.
Si tan solo no se pasara en casa hablando tanto de Tara, yo no tendría que ir en mi forma lobuna a buscarla por las noches. Era un riesgo, uno grande, nadie en la aldea lo sabía, es que era prohibido, pero no podía evitarlo.
Escuchaba su respiración suave y serena incluso estando a tres metros de distancia, escuchaba sus pensamientos y veía sus sueños, pacífica y tranquila. A veces murmuraba cosas y puedo jurar que la escuché maldecir a Taemin. Me encantaba merodear su casa por las noches y saber que estaba tranquila, durmiendo sola, más porque sabía que eran las últimas noches hasta que Taemin se casara con ella. Que decepción.
Pero ¿Qué podía ofrecerle yo? ¿una vida triste y rara al lado de un hombre que tiene que esconderse cada vez que hay luna de sangre? ¿Un futuro no prospero y peligroso donde podría hacerle daño? Prefería que estuviera lejos de mi aunque mi corazón la anhelaba, porque sí. Me había enamorado de ella. Es que era tan diferente, ruidosa, loca por completo, retaba a todos, y eso me encantaba. Quería que me retara a mi, pero todo estaba fuera de mis manos. Solo podía verla a escondidas y esperar hasta que de verdad ya no pudiera hacerlo.
Odiaba a Taemin. ¿Por qué él? Un insensato y egoísta niño rico que creía que debía tener todo incluso a la chica que me gustaba. Un pasada.
Una vez más, a causa de impulsos que no controlaba y prolongando mi agonía, haciéndome más miserable pero feliz a la vez, estaba rondando su casa. Una noche tranquila y serena que me recordaba a ella por completo. Su ventana estaba abierta, y esta vez no podía escuchar lo que pasaba, todo era silencio, sus pensamientos estaban callados, aún así, permanecí viendo su casa como un perro fiel que cuida a su amo, hasta que la vi y la escuche. Lloraba, desesperadamente, casi en agonía.
Todo lo que escuchaba de su mente era "infeliz, traición, silencio, muerte" Tara parecía rendirse dentro de su cabeza pero por fuera no quería, aun quería pelear, sí, lloraba de una manera tan lamentable que me provocaba querer cambiar y correr a ella para abrazarla y decirle que todo iba a estar bien, pero no podía. Sentí su tristeza y su llanto casi libera uno de mis aullidos y tuve que empezar a alejarme, debí hacerlo más antes pues sus ojos color miel se conectaron con los míos, me miró fijamente, sorprendida, sin temor, casi emocionado y curiosa, obviamente lo estaba.
En lugar de alejarme y perderme en la oscuridad me quedé a la espera de que ella apartarse los ojos, sabía que los míos brillaban, justo como lo hacían cada vez que ella estaba en mi radio visible, era por eso que trataba de no verla, mi mirada me delataba. Por fin ella sintió miedo, después de unos minutos se alejó de la ventana y para mis adentros sonreí, también me gustaba la Tara cobarde que había debajo de esa gran máscara con la que cargaba todos los días, tenía que temerme, yo era peligroso, temible.
Me alejé de su casa y fui hasta la mía, satisfecho después de ver su rostro mojado por las lágrimas, satisfecho de saber que sus pensamientos se calmaron cuando me vio.
Dolorosamente regresé a mi forma normal para ingresar a casa y dormir. Todo el proceso y todo lo que envolvía a los lobos era doloroso. Mi proceso de crecimiento no había sido liviano.
A los trece años me convertí en mi primera forma, un cachorro inmaduro que apenas y podía poner los pies y caminar derecho, las encillas me picaban y me dolía la cabeza producto de que mis sentidos se desarrollaban mejor y era demasiado para soportar, también sufría en cada luna llena y lo peor venía cuando llegué a la mayoría de edad. Tomar el cargo de alfa y buscar a una pareja era más difícil. Yo no tenía una, puesto que se iba a casar con un dicho amigo.
Yoo Tara era un fruto prohibido.
°
Desperté tranquilo, casi necesitado del sol de la mañana hasta que mamá me dijo que necesitaba mi supervision en su clase.
Hice lo que mamá me pidió y esta vez no disimule en observarla, la escuche desde que estaba aún a unos metros de distancia de la aldea. Conversó con Jinseol que se regocijaba en fastidiarla, pero Tara no era tranquila para nada, así que no guardó silencio.
Escuché su conversación con Taeri, la novia de Jimin, casi de mi familia. Hablaron de una noche especial, yo sabía lo que había pasado entre esos dos, Jimin no era alguien que callara sus pensamientos, los escuché, toda la noche, al igual que Tara los envidiaba.
— Limpiate la baba, Jeon — dijo Jinseol pasando por mi lado para tomar su lugar y tomar la clase.
Rodé los ojos y esperé a que mamá me dijera lo que iba a hacer. Sabia que Tara era aficionada número uno del estudio y eso me enorgullecia.
No pude evitar verla, toda la clase, escuchando su mente y como repetía cada segundo lo guapo que yo era, que me odiaba y que la asustaba, no podía evitarlo.
Mientras la miraba sentí un pequeño ardor en mis encillas, yo sabía que era, la ansiaba, a ella, a su ser, su alma, la quería para mi, así que como por suerte la clase paso rápido o eso creí yo, porque cuando estaba cerca de ella el tiempo era más relativo que nunca porque un segundo se sentía como una eternidad y las llamadas eternidades como apenas segundos.
La miré por última vez, hablando con Taeri sobre lo que hizo con Jimin, Tara estaba colorada, casi al borde del bochorno, ella ya se imaginaba lo que había pasado, pero yo con gusto podía mostrárselo. Me reí y me alejé.
Salí al patio y estaba Jimin.
— ¿Se puede saber que te pasa? — preguntó al verme.
— ¿De qué? — pregunté extrañado.
— De todo, Jungkook. Tengo dos horas escuchando tus cursiladas, ¿por qué no le dices lo que sientes y listo?
— Pues te aguantas, yo te escuché toda la noche y escuché a tu novia — le dije tranquilo, Jimin rodó los ojos — Y no le diré nada, será esposa de Taemin.
— Tu y yo sabemos que Taemin esta encaprichado con ella porque sabe que te gusta — dijo de muy mala gana — Si yo fuera tú no escatimaria en acercarme a ella y ceder a mi deseo.
— ¿Cómo sabes quela deseo? — pregunté indignado.
— Porque lo sé. La deseas y por eso la alejas, aunque no eres tan convincente puesto que vas a verla todas las noches. Imprudente — me reprendió.
— No puedo evitarlo, el tiempo se acorta, Jimin — le dije preocupado — Faltan pocos días para la luna de sangre. Seré un monstruo otra vez.
— Seremos — dijo igual de preocupado que yo — Solo serán pocos días. Sobreviviremos.
— Es justamente por eso que no me acerco a ella, ¿que vida voy a darle? ¿Crees que va a quererme una vez que le diga lo que soy?
— Tara no es de las que tienen prejuicios — me dijo Jimin, que la conocía tan bien como yo, no por haber hablado directamente con ella, era más bien porque yo ya le había hablado demasiado de ella — Taeri tampoco lo sabe.
— Estamos condenados, Jimin.
— Ya sé, pero al menos si voy a vivir un infierno aquí lo haré con la chica que amo, no planeo ver como un supuesto amigo me la quita, solo porque le parece divertido.
— Ni modo — dije resignado — Iré a trabajar — le dije en tono cansado.
— Piénsalo, Jungkook. No dejes que Taemin la tome a ella solo por lastimarte a ti, piensa en Tara, ella no le quiere.
— No puedo intervenir — dije desesperado — Tara lo aceptará. Tengo que alejarme de ella.
— ¿Por qué? — preguntó con un pequeño gesto de enojo.
— Porque es ella — dije vulnerable — Es Tara. Mi corazón la ha elegido.
— Vas a lastimarla, tú le gustas.
— Tendrá que aceptarlo — dije en voz baja — ¿Crees que no me lastima verla y no poder ir sobre ella para besarla? ¿Para hacerle todo lo que tu hiciste anoche? Ganas no me faltan, Jimin, pero no puedo tenerle — dije al borde del desespero — La fecha se acerca, y si no la he alejado aún, voy a lastimarla, físicamente.
— Sabes que hay otra solución...
— No — dije rotundamente — prefiero romper su corazón y no ligar su vida a la mía.
— Cobarde.
Me encogí de hombros y me alejé.
Jimin tenía parte de razón pero los motivos que me obligaban a alejarme de ella eran mayores. Venía la luna de sangre un tiempo en el que pasaría mis noches enteras como lobo, siendo un depredador temible, y si Tara estaba cerca de mi lo que iba a provocar era un fatal desenlace en donde le haría daño físico. Yo era peligroso y tenía que alejarme.
Sabía que yo le gustaba, podía oírla, podía sentir su corazón latir más rápido cuando yo estaba cerca, eso me tranquilizaba un poco, pero me perjudicaba más, porque ella no me quería más de lo que yo lo hacía. Tristemente había una maldición ligada a mi, algo que se tenía que romper para ofrecerle amor puro, no deseos desencadenados por mi necesidad de caza. Si Tara estaba cerca para la luna de sangre podía hasta asesinarla y eso jamas me lo iba a perdonar.
Era difícil de explicar, pero simplemente eran instintos que no podíamos controlar. Al ser un lobo o uno solo con la luna, mis sentidos se agudizan más, su olor me es más perjudical y el celo se vuelve más intenso, no pienso, no razono, una bomba letal para una frágil humana, yo era un alfa que a diferencia de los demás cargaba con mayor responsabilidad, más deseo, más terror.
°
Volví a seguirla y no debí hacerlo porque le había roto el corazón, lo vi en su rostro, lo escuché en su mente, me detestaba y eso estaba bien. Que se alejara era de gran ayuda, decirle que dejara de asistir a las clases de mi madre era una idea increíble, golpear su ego y decirle lo que no era para ella era lo que se necesitaba para que ella por su cuenta se marchase. Me lastimaba, sí, pero prefería que sufriera de esta manera.
Me quedé parado en medio del prado donde la encontré, Tara era un imprudente pero eso era mi culpa también. ¿Qué clase de problema mental tenía alguien que salía a buscar a un jodido lobo? ¿Es que acaso creía que todo eran falsas anécdotas? Por Dios, mi abuelo incluso exageró con tal de que todos estuvieran a salvo, ella tenía que estar segura, no jugando a los cazadores y buscando lobos. Aún así, en medio de todo lo que la rodeaba, era por mucho el ser más interesante, descabellado y hermoso que había conocido.
No podía ser mía, no iba a serlo. Dentro de poco tiempo seria esposa de Taemin, tendría hijos y lo mejor de todo, estaría segura.
Empecé a caminar de regreso, aún escuchaba su corazón y sus pensamientos, me odiaba, o bueno, no como tal pero al menos me despreciaba un poco, si hacía algo más seguro me odiaría de verdad, también me dolía hacerlo, alejarla era duro, mi corazón lo sentía, era el alma que había elegido.
Regresé a casa abatido, tan pronto como pise la madera de mi casa me encerré en el estudio. Un cuarto gigante lleno de pergaminos con manuscritos que describían nuestra condición.
Todo se encerraba en un mugre hechizo que había que romper, y lo único que me faltaba era encontrar a una bruja que quisiera darme un hijo, de preferencia varón, porque romper el hechizo era mi responsabilidad, el primogénito de todo el clan tenia que encargarse de eso, todos dependían de mi, no tenía tiempo para pensar en Tara, no podía pensar en ella, no hasta que todo hubiera acabado, aunque incluso después no podía, ella ya no sería un alma libre.
"Mi Tara, si tan solo pudiera hacerte mía y librarte de todo" — Eso era lo que mi mente se repetía, escuchar su llanto no me hacía sentir mejor, ella sufría, mi otra alma sufría y lo peor de todo era que yo podía escucharlo, podia sentirlo más no podía abrazarla.
Abandoné mis pensamientos sobre ella y repase la frase que me condenaba.
"Al que fallos comete, el fuego arremete" eso era todo, la frase que nos enviaba directo al infierno, sin oportunidad de apelar a Dios, sin poder si quiera pensar en existía, solo un milagro nos podía librar de no caer en el fuego para el que estábamos condenados.
— Lo siento, Tara — dije suave y bajo, hablando para mi mismo — No puedo tenerte.
Olvidé lo que pensaba de ellas y me concentré de nuevo en mi trabajo, rastrear todos los registros de antiguas brujas no era tarea fácil, estudiar el entorno, las dependencias era cansino, pero lo hacía por necesidad, mi aldea me necesitaba y yo les cumpliría, incluso si eso significaba tener que olvidarme de ella, Tara no podía estar en mi vida, jamás.
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Hola pues, aquí tienen un capítulo narrado por Jungkook. Creo que ahora se entiende un poco más lo que pasa, y como Jungkook se rehúsa a ceder ante si deseo y lo va a seguir haciendo hasta el fin 😬
Espero y les haya gustado.💗
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