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ᴇɴғʀᴇɴᴛᴀᴍɪᴇɴᴛᴏ

|𝟸𝟿|ᴛᴀʀᴀ

Entre a casa completamente consternada por lo que había descubierto, incapaz de creer que mi propia madre intentará acabar con mi padre, sin poder creer que de alguna manera ella, con toda la maldad que tenía dentro, pudiera hacer esto. La  creí capaz de todo, me vendió a mi como una simple verdura, solo parra tener una  mejor posición, le mintió a mi padre con respecto a mi hermana y ahora, simplemente desea eliminarlo.

Empecé a dar vueltas por mi habitación pensando qué debería hacer, si enfrentarla o no. Cuando se trataba de mi madre me quedaba sin ideas. Mi padre no estaba en casa, casi la mayoría del tiempo pasaba en la huerta, incluso si esta estaba cubierta de nieve, él prefería estar allí en lugar de casa, siempre me pregunté porqué, incluso él sabiendo su condición, que podía estar en peligro o que su corazón podía fallar en cualquier momento.

No culpaba su proceder, yo también me alejaría de alguien como mi madre, seguramente él ahora se arrepentía de las decisiones que había tomado, cómo se propio corazón lo había guiado a un destino fatal, ahora no podía escapar, era él contra mi madre. La mujer que había amado lo traicionaba de distintas maneras, con una hija ilegítima y planeando su propia muerte. ¿Por qué? Esa era la pregunta que rondaba mi cabeza. Entendía que mamá estuviera molesta porque mi padre no quería que uniera mi vida a Tamein, entendía eso, pero matarlo era llegar muy lejos.

Salí de mi habitación en busca de la hierba que mi madre conservaba para hacer la medicina de mi padre. No me tomó mucho tiempo encontrarla, estaba en una caja de madera pequeña junto a las cáscaras de canela y hojas de limón. Tomé todo la caja y bote las ojas en la pila de agua sucia que se almacenaba a un lado de cocina. Mientras tiraba todos los residuos, Suni se acercó a mi.

— Mamá está enojada contigo — dijo. Se cruzó de brazos y me miró enojada — Ha tenido que ir al almuerzo de los Lee sola.

— Debiste haberla acompañado — terminé de limpiar toda la caja donde estaban las hojas de la planta y después me alejé de la pila y de Suni.

— Tú debiste hacerlo — recordó — Mamá tendrá que fingir que estás enferma para no quedar mal con ellos.

— No me importa. Que les diga la verdad, no me apetecía ir — la miré fijamente. Suni había cambiado mucho, igual quemi madre y desgraciadamente igual que su padre.

— Hagas lo que hagas de todas formas te vas a casar con él — Se encogió de hombros — No entiendo para qué luchas. Tu boda es pronto.

— ¿Por qué no vas a tu habitación y te pones a leer algo, Suni? — dije con desagrado hacia ella. Era igual que mi madre y todos los Lee.

Ella me ignoró, en cambió empezó a seguir cada vuelta que daba por la cocina mientras trataba de picar algo para comer. No podía pensar bien con el estómago vacío.

— Se que haces todo esto por Jungkook. Te gusta — rodé los ojos mientras cogia un pedazo de pan y lo llevaba a mi boca — Pero piensa, ¿hace algo para impedir que te cases con Taemin? No. La respuesta es no.

— Tú no conoces a Jungkook, Suni. No tienes ni la más mínima idea de lo que dices — sacudí mis manos quitando todas la migas de pan que tenía — Ahora, deja de perder tu tiempo conmigo y ve a rendirle culto a la familia esa que tanto amas.

— Yo que tu me andaría con cuidado, crees que Jungkook te quiere pero no es así. Cuando llegue el momento de que te cases con Taemin no va a meter ni las manos, solo juega contigo ahora que puede y que tu le das permiso — Fue burlesca, una total provocación y caí en ella.

Estrelle mi la palma de mi mano en toda su mejilla derecha, con fuerza, más de lo que alguna vez pensé. El golpe fue tan recio que su cara se ladeo junto con su cabello. La miré altiva y sin nada de arrepentimiento.

— No me conoces aún, Suni — le dije fuerte y claro — Estás tan equivocada como mamá. No tienes permiso de hablarme como me hablas. Soy tu hermana mayor y a mi me respetas.

Ella empezó a frotar su mano contra su mejilla colorada. Me miraba con furia y algunas lágrimas se acumulaban en sus ojos.

— Te odio — soltó esas palabras con resentimiento puro, me dolieron, más no lo suficiente como para disculparme — Ojalá mueras joven.

Salió de la cocina con prisa. Me quedé estática, no por sus palabras pues poco me importaban, era más bien por la osadía de ella al retar mis desiciones y tratar de cuestionar mi proceder. No tenía ni una pequeña idea de lo que todo esto significaba. Suni no sabía nada de la vida, todo lo que vivía era una vaga ilusión creada por mi madre, aunque de todas formas no me sorprendía, pues en realidad toda su vida había sido siempre una mentira.

Salí de la cocina después de unos segundos de intentar recomponerme y cuando mi enojo ya estaba en niveles bajos.

Salí de casa, iba en busca de Taeri, la única persona con la que que podía hablar tranquilamente sin sentir que era juzgada o llevada a tela de juicio. Era casi medio día lo que significaba que su madre y ella estarían de vuelta después de un largo día de trabajo en el campo, porque a pesar de que hubiera nieve por doquier, el trabajo para ellas no cesaba.

Caminé por la aldea, todos estaban tomando un descanso de mediodía, hablaban entre sí, algunos sonreían, todos estaban en lo suyo, aunque algunos me miraban de reojo, seguro ya se habían corrido rumores, no sólo por mi boda, también por todas las veces que había dormido fuera de casa. No me importaba, nadie me conocía, nadie podía hablar de mi apropiadamente e intentar juzgarme.

Mi madre era como ellos, siempre juzgando todo lo que hacía, siempre llevándome la contraria o haciéndome sentir mal con cada decisión que yo tomaba. Así que todos eran solamente como mi madre, nunca me habían visto bien por las cosas que hacía, como prefería ir y aprender de mi padre a estar en casa tomando té con mi madre. Siempre mi nombre había estado en su boca, en épocas como esta se vivía de los rumores, donde te juzgaban si algo no iba respecto a las normas. Todas las señoras siempre me habían visto mal y le daban consejos a mi madre de como gobernarme mejor, jamás escuché, jamás hice caso.

"Esa niña es rara" "hay noches en las que duerme en el bosque" "seguro no duerme sola" "pobre Taemin, mala esposa tendrá, él es buen muchacho" "siempre ha estado mal de la cabeza" "su madre debe sentir mucha vergüenza " Todo eso murmuraban. Repetían cosas malas todo el tiempo.

Algunas ancianas de la aldea estaban reunidas en un pequeño círculo bajo la sombra de un pequeño techo. Ellas hablaban de mi y pude sentir que me miraban. Sin agachar mi cabeza pasé junto a ellas. No tenía nada de que avergonzarme. Seguí caminando hasta que dejé los murmullos de ellos atrás, ya me acercaba a la casa de Taeri.

De su casa una pequeña corriente de humo se perdía en el inmenso cielo, estaban dentro, probablemente comiendo algo. Me acerqué hasta su entrada y toqué la puerta con suavidad. Segundos después, Taeri abrió la puerta y me sonrió inmensamente.

— Qué alegría verte aquí Tara — me abrazó suavemente y después me jaló hacia su casa — Pasa, vamos a comer juntas. Seguro no has comido nada.

— Estaba sola en casa así que pensé en venir a hablar contigo — ella me ayudo a quitarme la capa que traía sobre mis hombros — ¿Tú madre está?

— Sí, ella está poniendo la mesa — Taeri  me tomó de la mano y me guió hacia el  interior  — ¡Mamá, Tara está aquí! — ella anunció a gran voz. Ambas llegamos hasta donde estaba su madre. La señora YoungSu me sonrió.

— Que bueno verte, Tara. Hace mucho que no venías por aca — saludó con entusiasmo.

— Hola, YoungSu — hice una pequeña reverencia.

Ella me había pedido hace algunos años que no era necesario decirle señora, que era mejor dejar las formalidades a un lado, dejando claro que yo era parte de la familia.

— Siéntate, mi niña — miré a Taeri sonriendo y procedí a sentarme — ¿Alguna razón en especial para que nos visites?

— Mamá, Tara va a pensar que tú no quieres que ella esté aquí — negué con las manos y sonreí — Obvio que ha venido a verme.

— Claro que me gusta que Tara esté aquí — dijo ella sonriendo — Solo pregunto porque hace mucho no venía a comer.

— Estaba sola en casa — dije — Mi madre está en algo con los Lee y mi padre seguro está en la huerta.

— ¿Suni? — preguntó Taeri — Debiste traerla también.

— Ella está indispuesta — sonreí sutilmente — Ya saben, la pubertad.

Las tres reímos. La madre de Taeri empezó a destapar las ollas de la mesa haciendo que el exquisito olor a comida casera impregnara mi olfato e hiciera mi estómago rugir.

Durante más o menos lo que fue una hora ellas dos y yo estuvimos hablando y comiendo tranquilamente, hubieron algunas cuantas risas, pero sobre todo tranquilidad pura. Taeri a pesar de haber crecido sin un padre siempre había tenido el apoyo incondicional de su madre, así que mientras pasaba dificultades económicas, tenía todo el apoyo y amor de su progenitora, en cambio yo, crecí con todo el apoyo económico del mundo, sin sufrir un solo día al pensar qué estaría en mi memoria para que yo comiera, pero jamás tuve una madre. Al menos no una que ese quisiera.

Quejarme era tonto, me sentía agradecida con todo, pero talvez tener poco en la mesa,  tener a una madre abnegada y amorosa, era mejor que tener todo con alguien absurdamente fría.

Después de la comida Taeri y yo nos fuimos a su habitación mientras su madre se quedaba limpiando los platos sucios.

— ¿Has peleado con tu madre otra vez? — preguntó ella una vez que estuvimos encerradas en su habitación — Sé que no solo viniste porque estabas sola.

— ¿Te puedo hacer una pregunta primero? — ella y yo nos recostamos en el piso con una manta sobre nuestros cuerpos.

— Claro, Tara. Todo lo que quieras.

— ¿Alguna vez anhelaste a tu padre? — la miré a los ojos, ella también me miró, confundida talvez por mi pregunta.

— No se, mi madre ocupó todo espacio que yo sentía vacío — respondió sincera — Jamás he pensado en él.

— Creo que eso está bien, hay cosas que son mejores justo de la manera en la que están — respondí — Perdón por preguntar, si te hice sentir incomoda.

— En absoluto — tomó mi mano entre la suya — Ahora dime lo que sea que quieres decirme.

— Mi madre quiere matar a mi padre. Pero de verdad — ella me miró asustada — Lo ha estado envenenando poco a poco para así no levantar sospecha alguna.

— Creo que tú madre tiene un problema muy grande en su cabeza — dijo ella — Eso es muy serio, ¿qué vas a hacer?

— Enfrentarla, solo que no sé cuando. No sé cómo.

— Yo digo que la golpees con un palo en la cabeza — ella rió. Le di un pequeño golpe en la frente — Solo bromeo. Habla con tu padre y evita que tome la medicina.

— Ya no se que más hacer para que mi madre deje de ser así — cerré los ojos y suspiré profundamente — Dime algo que pueda distraerme.

— Bueno pues, estoy embarazada.

Abrí los ojos rápidamente y me senté de un solo brinco. La miré al rostro y me di cuenta que ella sonreía.

— ¿Es broma cierto?

— No — con mi mano que tenía tomada entre la suya, la movió hasta su vientre — Toca.

Empecé a masajes mi mano y en efecto se sentía duro, un pequeño bulto estaba alzándose en su vientre.

— Taeri — dije con lagrimas en los ojos, sorprendida y con muchas ganas de llorar a mares junto a ella — Eso es maravilloso.

— Aún no se lo digo a mi madre, Jimin dice que es mejor esperar un poco más — su voz sonaba soñadora, llena de esperanza — Pero a mi me dolía la lengua por decirle a alguien más y que dejar de ser un secreto solo mío y de él.

— Ven aquí, Taeri, dame un abrazo — ella se sentó junto a mi y vino a mis brazos — Te quiero mucho, gracias por ser la mejor mejor amiga del mundo.

Después de unas horas de charla con Taeri llegué a mi casa completamente exhausta, sin saber porqué. Talvez era toda la nube de problemas que tenia en mi cabeza. A pesar de que trataba de impedir que no me afectaran, me era imposible.

Ya era de tarde, algunas luces de mi casa estaban encendidas, se escuchaban dentro la voz de mi madre y la de Suni. Abrí la puerta y entré a casa, miré a mi madre y a Suni fijamente.

— Suni ve a tu habitación, necesito hablar con mamá — ella alternó la mirada con mi madre y esta asintió. Suni inmediatamente caminó hacia su habitación — ¿Cómo estás madre?

— No seas dramática y dime de una vez lo que sea que quieras decir — mi madre rodó los ojos.

— Bien, fíjate que hoy en la mañana descubrí algo, curioso  — empecé a hablar mientras me paseaba por la sala de casa — Una planta — su mirada estaba fija en mi — Y dije, "ah, que bien, la llevaré a casa para que mi madre haga más medicina para mi padre" — sonreí falsamente — Era jodidamente venenosa. ¿Por qué intentas envenenarlo?

Ella me miró en blanco sin decir nada.

— Dime madre, me interesa escuchar tu pobre explicación al glorioso atentado de vida para mi padre — me acerqué a ella — ¿Qué tienes en la cabeza? Primero lo engañas con una hija que no es suya y luego esto. ¿Qué más madre?

— Son solo las consecuencias de sus actos.

Esa fue su pobre respuesta, vacía.

— Estás podrida. Muy podrida.

— Tu padre fue hoy a casa de los Lee a decir que el matrimonio se cancelaba — vi que una vena rescataba de su cuello — Está metiéndose donde no lo llaman. Hubiera deseado que la planta hiciera efecto rápido, así no estaría tratando de sabotear mis planes.

Me quedé en silencio por unos minutos, insegura sobre qué responder puesto que sus palabras me habían dejado a mi sin ellas. Mi madre estaba loca.

— Eres peor de lo que pensé — le dije con asco. Oficialmente la despreciaba — Te dije que dejarás de meterte conmigo, no escuchaste. Suni pagará las consecuencias.

— No te atrevas a molestarla — advirtió apretandoblos dientes.

— ¿Por qué? ¿Qué me detiene? Tu me fastidias a mí yo lo hago contigo. Algo justo — me alejé unos pasos de ella — Te desprecio, te odio con todo mi ser y anhelo a que mueras pronto.

Le di la espalda y caminé hacia mi habitación a toda prisa, si ella podía hacer de mis sentimientos una burla, yo podía hacer lo mismo con ella. Jugar con ella.

Cerré bien la puerta de mi habitación y me salí por la ventana, necesitaba alejarme de casa e ir a esconderme a mi lugar seguro. Empecé a caminar por el bosque a toda prisa, no por miedo si no por la furia que recorría todo mi ser. Mientras más caminaba más tensión sentía que se acumulaba en mis venas. Detestaba todo esto. Caminar por el bosque no me ayudaba para nada, pues mis pensamientos se hacían cada vez más fuerte, más sonoros, quería llorar y gritar tan fuerte hasta que mi garganta se desgarrara, hasta que mis pulmones ya no tuvieran más aire.

Necesitaba calmarme y solo Jungkook podia hacer que yo lograra eso.

A toda prisa llegué a la vieja choza donde Jungkook y yo nos reuniamos siempre, donde él se había adueñado de cada parte de mi ser y de mi corazón. Empecé a dar vueltas por todo la choza, casi llorando con cada paso que daba, hasta que escuché que la puerta se abría.

El olor del cuerpo de Jungkook golpeó mis fosas nasales. Me detuve de caminar y dado que le daba la espalda me di la vuelta para verlo. Estaba de pie frente a la puerta y me miraba confundido.

Caminé rápido hacia él y lo tomé del cuello.

Te necesito...





Holaaaa! Aquí esta un capítulo nuevo de la historia, espero les guste.




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