ᴄᴇʟᴏs sɪʟᴇɴᴄɪᴏsᴏs
|𝟻| Tᴀʀᴀ
La aldea estaba completamente de cabezas.
Yo no era particularmente fanática de las celebraciones ni de tradiciones anticuadas, que te obligan a estar presente frente a mucha gente que no te aprecia y que tu no aprecias, solo para tener que sonreír y ser parte de ello, sin embargo, esta era la única que me gustaba.
El día de la cosecha era un ritual que se celebraba anualmente en donde cada productor ofrecía una ofrenda de una cosecha del año. Muchos ofrendaban carne, arroz, vegetales, pieles, aceites, entre otras cosas más, mi familia que se dedicaba más que nada a cosechar vegetales, siempre ofrecía la última producción del año, lo que era bastante suficiente para alimentar a un batallón, pero dado que ya el invierno tocaba nuestras puertas y agregando que nuestra aldea era fanática del comunismo, todo lo que se donaba pasaba a ser provisiones para la temporada fría en donde nadie podía salir de casa.
Había calabazas, zanahorias y algunas manzanas como decoración, estaban inteligentemente ancladas a ganchos que colgaban de una cuerda que rodeaba todo el perímetro de nuestra aldea, también habían antorchas para la luz y una fogata en medio del patio central que se encargaría de alumbrar una vez que la luz del sol se fuera.
Mamá y las demás mujeres de la aldea me pidieron ayuda para elaborar comida, bizcochos y alcohol, no muy entusiasmada accedí, más que nada porque mi mente estaba turbada y casi perdida.
— El día de tu boda, Tara, me encargaré de cocinar — no prestaba atención a nadie dentro de la cocina, pero la señora Cho tomó mi atención — Cuando te cases será invierno aún, haré caldos que calentaran el ambiente, ya verás — dijo muy animada.
— No estoy muy segura de que haya boda, señora Cho — dije. Mi madre estaba amasando una mezcla de polvos para pan y se sorprendió.
— ¿De qué hablas, Tara? Claro que habrá boda — dijo mi madre sonriendole a la señora Cho, haciendo oídos sordos a mi comentario.
— Mi niña, casarse es maravilloso — dijo la señora Cho — Una vez que estés casada descubrirás que habrá valido la pena.
— ¿Y qué pasa si no? — pregunté sin quitar mi atención de las verduras que cortaba — ¿Qué pasa si Lee Taemin es un marido que le gusta golpear?
— Bueno, pues si no lo haces enojar todo estará bien — rodé los ojos — A los hombres les gusta la obediencia y el silencio.
— Pero nosotras también tenemos una voz — dije cansada de repetir lo mismo — Somos mujeres, no animales — me sentí frustrada al decirlo, pero eso ascendió más cuando todas me miraron con desaprobación.
— Nosotras las mujeres ya tenemos un lugar — dijo la anciana de la aldea, la señora Sung — Es en casa.
— Ya sé, es por eso que todas viven amargadas — dejé lo que estaba haciendo y caminé de prisa a la salida.
— Tendrás que corregirla, querida amiga — dijo la señora Sung a mi madre — Taemin no querrá a una mujer que pretenda ser lista.
Resoplé y salí por completo del lugar recibiendo una mirada de desaprobación de mi madre y reproche de las demás mujeres que estaban dentro.
¿Qué diablos pasaba en su mente? Eran ciegas, tontas y no podían ver que estábamos sometidas a un yugo de desigualdad y crueldad. Habían ejemplos suficientes en nuestras tierras como para corroborar que nos trataban mal. Ciertos rumores no podían ser borrados, ni desapariciones de chicas olvidadas.
Salí al patio donde todos estaban como locos, el aire estaba fresco así que mi enojo se disipó un poco, miré a Taeri a lo lejos y caminé de prisa hasta donde estaba ella.
En los últimos días ella había sido la única capaz de soportar mis dramas, aún me dolían las palabras de Jungkook y sus miradas reprobatorias cada vez que visitaba la clase de su madre eran peores, parecía gruñir de desespero cuando me miraba y aunque me dolía me negaba a demostrarle a él lo mal que estaba.
— Hola — saludé a Taeri a su espalda — ¿Eres directora hoy? — pregunté al escuchar que estaba simplemente dando órdenes.
— Hola, mi querida Tara — saludó ella, dándose la vuelta acompañando su cara con una sonrisa — Estaba esperando por ti, y para tu información soy buena como directora de eventos — dijo indignada. Rodé los ojos y reí.
— ¿Para qué me esperabas? Si es para darme otro de tus consejos te advierto que pierdes tu tiempo — le dije abatida — Esta noche necesito tranquilidad.
— Mis consejos son buenos — dijo indignada — En realidad, quiero pedirte un favor — puso su mejor cara de niña buena — Verás... Jimin y yo, esta noche... — se sonrojó a más no poder y entendí lo que quería.
— ¿Quieres que me haga cargo de las bebidas, cierto? — entrecerré los ojos en su dirección.
— ¿Puedes? — se colgó de mi brazo y lo apretó.
— Pues ya que — respondí resignada — No tendré nada más que hacer esta noche. Acabo de discutir con mi madre — le dije volviendo a tener mal humor — Bueno, con ella y con todas las viejas de la aldea.
— ¿Mi madre no se metió, cierto? — preguntó preocupada — Ella te apoya.
— No, ella estaba apenada — suspiré cansada, casi abatida — en dos días viene la modista. Taeri ya es más real que nunca...
— Haremos algo, ¿sí? — ella también estaba preocupada — Hay que idear un plan, hacer algo para que no la veas.
— En realidad creo que ya llegué al punto en el que me da igual. Aceptaré mi destino con la esperanza de morir.
— No, tu y yo vamos a evitar esa boda — su semblante cambió de amabilidad a venganza — Todos aquí son machistas y anticuados — la miré sin entender — Taemin no te querrá si descubre que no eres una niña "pura". Piénsalo...
Mi cabeza empezó a trabajar rápido, demasiado, tanto que no pude evitar crear ideas que sin duda me iban a llevar al borde pero que significaban que mi matrimonio podía ser interrumpido.
— Me voy — dijo Taeri — Jimin me espera — sonrió encantada y acomodó su vestido — Tú ve a cambiarte, hoy habrán muchos hombres y necesitamos uno para llevar a cabo nuestro plan.
No dije nada, Taeri tenia razón en muchos sentidos. Tenía que buscar un hombre, lo más pronto posible.
●
Apresuré a cambiarme el vestido sucio con el que había estado todo el día cocinando, incluso pensé en darme un baño pero el agua estaba fría y tenía que ayudar a mi amiga con su trabajo. Taeri tenía mucha suerte.
Decidir entre todas mis prendas no era trabajo fácil, pero dado que era una celebración no dudé en usar un vestido color rojo, un regalo de mi padre cuando cumplí diecinueve años, era demasiado bonito, tenía bordados en los extremos de las mangas y al final de la falda, era perfecto. Recogí mi cabello en una moña, pues prefería llevarlo así.
Salí de mi habitación luego de recoger un pañuelo de color rojo que puse al rededor de mi cuello. Cuando salí de casa todos estaban listos y vestidos de manera elegante.
Casi en el centro habían mesas dispuestas y llenas de comida, las ofrendas de quienes participaban en esto estaban dispuestas alrededor de la aldea y curiosamente estaba vez habían músicos.
Caminé ignorando a todos a mi paso para ubicarme en mi puesto, donde estaban las bebidas. Desafortunadamente estaba oscuro y algo alejado de la diversión pero no me preocupe porque no estaba particularmente interesada en hacer amigos esta noche. Me acomodé en un banco hasta que escuché como la música empezaba y a pesar de que no estaba tan cerca del centro del patio, todo se podía ver desde mi lugar. Entre todos divisé a Jeon Jungkook, caminando firmemente como si él era el dueño del lugar, irradiaba seguridad, su presencia era inmaculada y arrogante, tanto que me gustaba, Taemin también era así, pero en este lo detestaba.
Taemin estaba en una esquina hablando con uno de sus secuaces más grandes, Seungmin, era casi tan despreciable como Lee, pero al menos este pecaba de falsa amabilidad.
Los minutos pasaban y la fiesta parecía agarrar más forma, había gente bailando al rededor de la fogata hasta que miré a Jungkook con Jinseol, bailando mientras él le sostenía la cintura. La sangre hervía en mis venas y la furia me recorría, me moría por ir y vaciar todo el recipiente con alcohol sobre la cabeza plana de Jinseol pero preferí quedarme lejos.
No deje de verlos a pesar a pesar d esa furia que sentía, me sentía traicionada, burlada. A veces creía que en realidad Jungkook ya sabía de mis sentimientos hacia él y solo hacia esto para burlarse de mi, para castigarme, por eso su conducta hacia mi, por eso me pidió que dejara de ir a su casa, evidentemente mi presencia lo acosaba.
Me escurrí por la silla hasta quedar de cualquier forma sentada, quería marcharme pero no podía dejar mi puesto solo. Sin prestar atención miré que una sombra se acercó hasta mi, probablemente para una bebida.
— Hola — saludó con voz dulce — Me gustaría tomar alcohol. El más fuerte.
Dado que la luz era baja no pude distinguir su rostro, pero guiando mis instintos por su altura y sus grandes hombros supe que se trataba de Seok Jin, el hijo del herrero de la aldea. El señor Kim se encargaba de hacer las armas y armaduras de pelea, así que su trabajo era muy bien remunerado, pero a diferencia de nosotros él no vivía en la aldea en sí, el señor Kim era más fanático de la soledad, por ende, Seokjin no era una persona a quien se le viera mucho por acá, sin embargo era amable y muy educado.
— ¿Quieres emborracharte hoy? — pregunté sonriendo mientras le servía su bebida — Todo está muy fuerte.
— El aburrimiento es tremendo, así que beber me alivia.
— Eso es porque vives en el bosque todo el tiempo, Seokjin — dije sonriendo — Si vinieras un poco más para estos lados talves tu vida sería menos aburrida.
— Y lo dice la chica que se casa prontamente con un imbecil — mi sonrisa desapareció — Sin ofensas, pero Taemin... no es un novio indicado para alguien como tu.
— ¿Alguien como yo? — le di su bebida y esperé a que respondiera.
— Sí. Eres buena, dulce, un poco loca sin embargo, pero creo que mereces algo mejor — respondió simplemente — Y para tu información, no pasó todo el tiempo en el bosque.
— Pensé que eras amigo de Taemin — dije encogiendo mis hombros.
— Te equivocas, somos compañeros de juergas, más no amigos — aclaró — Lo conozco, se lo que hace fuera de la aldea, por eso digo que no te merece.
— ¿Qué cosas sabes?
— No es mi deber decirlo, pero puede que si caminas hacia el sur encuentres un pequeño bar, en donde no solo se sirven tragos — dijo el simplemente — Taemin no es fanático de la privacidad, andate con ojo, no vaya a ser y corras el mismo camino que esas chicas.
— ¿Me estas diciendo que Taemin va a un prostíbulo? — pregunté con asco — No tenía idea qué había de esos por acá.
— Hay muchas cosas que no sabes — se encogió de hombros — pero si le preguntas a Jeon él también podrá darte referencias. Ellos dos son los mejores clientes de ese lugar.
Mi corazón terminó de hundirse.
— No me digas — apuntó con sarcasmo acompañado de una risa baja — Te gusta Jeon.
— Vete, Seokjin, quiero estar sola.
— No, mejor me quedo — dijo él — Sírvete algo de beber, te haré compañía esta noche, porque creo que no te gustará ver que Jeon se besa con Jinseol.
Mi mundo se paralizó, era cierto, ambos se besaban frente a todos, dejando claro que entre ellos había más que una simple amistad, mucho más que un juego simple de niños, ese beso era una declaración completa. Miré a Seokjin y este tenía una sonrisa pequeña en su rostro, parecía disfrutar de mi dolor.
— ¿Te divierte? — pregunté enojada con intenciones de darle un puñetazo.
— Para nada, me duele igual que a ti — miré sus ojos y en efecto, estaban igual que los míos.
Entonces entendí, a Seokjin le gustaba Jinseol y por ende su corazón también estaba roto.
Hice caso a las palabras anteriores de SeokJin y me serví un trago, sería una noche muy larga.
●
No debí empezar a beber, me sentía fuera de mi ser y eso me llevó a cometer locuras. Por ejemplo llevar a Seokjin hasta la pista de baile y cantonear mi cuerpo contra el de él.
Me aseguré de ver a Jungkook y a su pareja, ambos nos miraban, Jinseol con burla pero la expresión de Jungkook era difícil de leer. Seguí en lo mío, derramando sensualidad de la cual yo creía que carecía pero no era así, aparentemente el vestido rojo había sido una idea estupenda.
Estaba completamente pegada a Seokjin, tanto que podía sentir su respiración cerca de mi rostro.
— Debemos parar, Tara — me dijo él suavemente — Taemin me matará.
— Cobarde — dije junto a su boca, asegurándome de rozar nuestros labios.
Me separé de él y me alejé caminando hasta la parte trasera de mi casa. Necesitaba hacer del baño, había bebido mucho líquido. Me ocupe de mis asuntos y cuando estaba lista para colarme a mi habitación haciendo uso de mi ventana alguien me tomó del brazo.
— ¿Coqueteando con otro hombre que no es tu futuro esposo? — dijo una voz que yo reconocí.
— ¿Te importa acaso? — pregunté enojada. Jungkook era a la última persona que quería ver.
— No me importa en absoluto, pero pienso que deberías de dejar de retozar con alguien que no es tu prometido — dijo con rudeza.
— No estaba retozando, creo que tu más que nadie sabe lo que eso significa — dije enojada, me acerqué a él un poco y sentí mi pecho doler y no pude evitar que las palabras se precipitaran en mi boca — Apuesto que esta noche lo harás con Jinseol. Los vi muy juntos — mi voz sonó dolida — Hacen una linda pareja.
— No sabes de lo que hablas — Jungkook se pegó a mi y me atrapó entre mi casa y su cuerpo — Pero se que debes parar, deja de coquetear con otros hombres — advirtió enojado.
— Haré lo que yo quiera — levanté mi cabeza orgullosa — Ni tu ni nadie me dirá lo que debo hacer.
— Vas a casarte.
— Con un hombre que no amo — le dije — Al menos si voy a vivir atada a Taemin de por vida tendré que asegurarme de acumular todas las buenas experiencias del mundo, ¿no crees?
Me miró fuertemente con sus ojos negros, preocupado y enojado a la vez. En momentos así podía pensar en que yo le importaba, pero no, su beso con Jinseol me decía lo contrario.
— Déjame tranquila y ve a seguir besando a Jinseol — lo empujé y quise caminar lejos, pero de nuevo me lo impidió.
— Escucha, Tara — dijo enojado — Vas a dejar de coquetear con cualquier otro hombre o me aseguraré de que estos paguen las consecuencias — su respiración la sentía muy cerca, demasiado — Tú no puedes seguir comportandote así o yo me volveré loco.
No estaba lista para lo que hizo después, bajo ningún escenario pensé que alguna vez Jungkook iba a ser capaz de morderme los labios, fuertemente. Fue doloroso pero aún así era lo más cercano que estaba de un beso de su boca. Me mordió y se fue, casi dejando en claro que estaba, en efecto, celoso.
Qué confusión.
●
Holaaaaaaa! Ya volví.
Espero y les guste es capítulo, gracias por leer y nos leemos en le próximo, besitos😘
Por cierto, estoy triste, perdió Corea del Sur:( en fin, nos vemos.
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