ʟᴜɴᴀ ᴅᴇ sᴀɴɢʀᴇ, ᴘʀɪᴍᴇʀᴀ ғᴀsᴇ
|𝟷𝟹| ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ
La luna de sangre estaba empezando, apenas se miraba aquel color rojizo que la caracterizaba, ya estaba causando más problemas de lo normal.
Jamás, bajo ninguna circunstancia, esperé que este año una vida fuera tomada. Uno de mis amigos, soldado igual que yo, estaba acomodando algunas semillas para la próxima temporada de cosecha, cuando fue atacado en el bosque por el lobo que estoy viendo en el suelo justo ahora, medio muerto. Sentía mucho la muerte de Yohan y por más que quería vengarme, asesinar al que le había causado dolor a mi amigo, a quien le causaría dolor a la familia de Yohan, no podía, no después de haber visto a Tara.
¿Cómo es que nunca hacía caso? Creí haberle dejado bien claro que no debía salir bajo ninguna circunstancia, pero claro, ella era fácil de distraer y aunque sus pensamientos fueron nobles y por buena obra, jamás debió salir tras un roedor. Escuché todo lo que vagaba por su mente mientras el resto de soldados y yo tratábamos de que Yohan recuperara el pulso, pero fue imposible. Aparentemente una de sus costillas fue rota y perforó su corazón.
Mientras estaba allí, viendo como una vida se nos era quitada a causa de esta cruz con la que cargabamos y de la cual no podíamos liberarnos, escuché a Tara, a más pisadas detrás de ella. El intruso que asesinó a Yohan la seguía de cerca, siendo sigiloso para no alertar su presencia y así poder atacarla, entonces no pude más y salí corriendo detrás de ella, pero el tiempo apremiaba y la luna ya estaba brillando y eso provocó que mi verdadero yo saliera a la luz, otra vez estaba siendo un monstruo, por instinto también quería atacar a Tara. Deseaba morder su cuello y sentir su sangre en mi boca, oler de cerca su piel y saborearla, pero una sola parte de mi humanidad, una pequeña pieza que aún quedaba en mi incluso cuando yo parecía un demonio, me recordaba que Tara era la chica que debía cuidar más que nada.
Pude salvarla esta vez de caer en la boca de este intruso, pero no sabía si podía salvarla de mi que la deseaba ardientemente.
Mientras estaba tratando de calmar mis sentidos y descubrir hacia donde había escapado Tara, Jimin llegó hacia mi, gruñendo cuando vio al lobo a mis pies, casi pidiendo permiso para acabar lo que yo había empezado, pero gruñi hacia él, no podíamos convertirnos en lo que tanto odiabamos, porque sí, éramos depredadores temibles y capaces de destruir poblaciones enteras, no había agua bendita o un santo que nos hiciera parar, en las historias se contaba lo que la gente quería escuchar de nosotros, cómo ellos deseaban tener poder sobre nosotros se les daba la dosis perfecta para que así lo creyeran. Nuestra especie mataba por diversión, por instinto, pero mi padre y todo mi clan habíamos prometido tratar de ser diferentes, por eso contra toda nuestra voluntad, en noches como estas preferimos encerrar nuestras vidas.
"¿Le hizo daño?" Escuché a Jimin. Preguntaba por Tara porque también había escuchado mi mente.
"No, vine a tiempo" Jimin se acercó más a mi y gruñó sobre el cuerpo de nuestro visitante mientras se quejaba en pequeños aullidos.
"Detente, necesitamos saber de donde viene"
"Hay que matarlo" Dijo él, gruñí de vuelta "Jungkook..."
"No, he dicho que lo necesitamos" "llama al resto y llevenlo a casa con papá, iré en busca de Tara" dije agudizando mis sentidos encontrando el camino por el que ella había pasado, demasiado preocupado por si alguno más estaba tras ella buscándola.
"Estás herido" mi pata sangraba y estaba muy seguro de que necesitaba puntos pero Tara era primordial, era mucho más importante que mi pata lastimada, necesitaba ir con ella.
No dije nada más, ya había dado una orden y Jimin sabía que tenía que obedecer y olvidar sus más profundos deseos de asesinar al lobo para así llevarlo a casa y esperar hasta que su forma humana tomara lugar.
Salí corriendo lejos de Jimin y escuché un aullido, estaba listo, era cuestión de segundos para que la manada de lobos llegara al lugar. Corrí rápido siguiendo el olor de Tara, todo el camino estaba inundado de su esencia, inundó mis fosas nasales y casi mis pensamientos llegaron a ser sangrientos, casi olvido que debía protegerla, no asesinarla.
Llegué hasta donde ella estaba, donde su olor se hacía más fuerte, podía escuchar su mente más claro, estaba asustada como naturalmente se esperaba. Dentro de mi algo me decía que ella no estaba lista para verme, pero todo esto pasó por tratar de protegerla, debí decirle de una sola vez lo que era, talvez ella no estaría aquí. Comprendiendo mi mundo Tara se preocuparía más, dejaría de tentarme de esta manera, de ponerse en peligro.
Llegué a la puerta de choza donde ambos ya habíamos estado juntos, donde sus labios tocaron los míos. Escuché de nuevo su mente, estaba asustada aún más, ya había escuchado mi llegada, estaba esperando la muerte. Abrí la puerta de un empujón y la miré, estaba sentada en una esquina de la cutre choza, arrullada como un bebé, temblando fuertemente cuando me vio. No pude evitarlo y algo se encogió dentro de mi, una parte desconocida de mi monstruosidad estaba saliendo a frote, quien sabe, era un poco de nostalgia, miedo también, no quería lasrimarla así que solo me quedé mirándola y estaba muy seguro de que mis ojos expresaban algo más que ferocidad porque ella me miró diferente.
Gemi como un cachorro y esperé a que ella se moviera.
"Tara..." dije, sin razón alguna pues no creía que ella pudiera escucharme, no creía que de verdad lo que dijo la otra vez fuera cierto, nadie más que nosotros mismos podía escucharnos.
— ¡¿Por qué me hablas?! — dijo histérica — ¡No me hables! — se encogió más en su lugar y se tapó los odios con las manos, mostrando cuán frustrada estaba — Es parte de tu imaginación Tara, es un animal... — repetía en tono bajo mientras se balanceaba de un lado a otro — Es tu imaginación Tara, los animales no hablan... — seguía diciéndose a sí misma.
Me conmovió su miedo, algo que era raro porque usualmente no tenía piedad, pero talvez con Tara todo mi mundo funcionaba diferente. Me eché en suelo y solté otro gemido de dolor. Mi herida estaba empezando a arder.
Tara escuchó mi lamento y me miró con lagrimas en los ojos, asustada aún empezó a removerse en su lugar. Alcé mis ojos hacia ella porque empezaba a moverse lentamente hacia mi, no me moví, no quería que pensara que quería hacerle daño porque ese nunca seria mi propósito. Mientras su cuerpo más se acercaba hacia mí, su olor y su calor se me era más deseable, pero verla de la manera en la que estaba no me dejaba llevar a cabo todos mis pensamientos, así que solo la miraba.
— ¿Qué eres tú? — preguntó en voz baja — Lo lobos normales no hablan...
"Tara..." eso era todo lo que salía de mi, todo lo que podía decir, todo en lo que podía pensar, solo en su nombre.
— ¡No hables! — pidió otra vez alterando su voz y su respiración — Me volveré loca...
Sus ojos nobles me miraban con desespero. Si tan solo me hubiera escuchado, si tan solo no hubiera salido de casa ella estaría ahora más que bien. Su cuerpo se posicionó frente a mi, lentamente con su mano estirada trató de tocar mi pata lastimada, había sangre en el suelo y estaba seguro de que podía infectarse.
Ella chocó sus dedos con mi pelaje y de inmediato encogí mi pata, no quería que sus manos tocaran la sangre maldita que corría por mi cuerpo. Tara no se detuvo y volvió a intentar tocarme, su tacto cálido sobre mi pelaje fue como una descarga de energía, casi una tortura para mi que deseaba su humanidad de manera descontrolada.
— El otro lobo te lastimó mucho... — dijo para ella misma — Seguramente tu lo asesinaste, como la otra vez...
Su mano ya estaba llena de sangre, su voz aún sonaba acelerada, asustada, pero en su rostro había una pequeña sonrisa mezclada con las lágrimas que corrían por sus mejillas.
— Pensé que querías asesinarme... — "quiero hacerlo" dije para mi — Veo que eres bueno.
"No"
Yo no era bueno, era todo lo opuesto y si no fuera porque me estaba controlando ella ya estaría muerta.
— Voy a vendarte la pata, aguarda un poco — Tara se puso de pie y fue hasta la lumbre que estaba en una esquina.
En un cacharro viejo vertió agua de una jarra y la puso al fuego, aparentemente alguien más había estado aquí, alguien más había dejado la choza con luz, y estaba muy seguro que se trataba de Seokjin, talvez huyó cuando escuchó a Tara venir, talvez también se sentía como yo.
De su vestido arrancó una pieza de tela y la metió en el agua tibia, parecía concentrada y me moría por hablarle, por pedirle que no hiciera eso, que mi pata estaría bien, pero verla preocupada por una bestia como yo me conmovía, me llevaba al borde.
Ella regresó a mi con la Tela en sus manos y lentamente la puso sobre mi herida. Cómo quemaba la piel expuesta, me dolía pero evité gemir, evité aullar.
— Así no se infectará. No quiero que mi guardián se lastime más — dijo ella más sosegada. No quería que Tara pensara que yo era bueno, no era bueno, nada en mi era digno de su amabilidad, sin embargo ser cuidado por su preciosa alma me daba más vida.
Repitió el proceso de mojar la tela y de ponerla sobre mi herida al menos unas cuatro veces, sin cansancio y concentrada en lo que hacía. Cuando terminó de limpiar toda la sangre de mi herida, enrolló la tela alrededor de mi pata y se sentó junto a mi. Su calor me daba un poco de inseguridad, sentirla tan cerca me atemorizaba pues podía lastimarla, podía atentar contra ella, pero también sentirla cerca me daba paz, no me sentía tan turbado por quien era, no me daba vergüenza ser un monstruo.
Giré mi cabeza para verla, ella estaba tranquila junto a mi, cobijando su cuerpo con la capa roja que llevaba puesta, era preciosa sin dudas, demasiado elegante, demasiado ella. La observé largo y tentido, no quería perderme nada de su rostro...
Perdí la noción del tiempo después de estar junto a ella, atento a sus pensamientos que por alguna razón estaban en blanco, eso era raro, ella siempre estaba pensando en algo, ella siempre tenía en su mente muchas ideas.
Lentamente vi como sus ojos se iban cerrando, como su cabeza se acomodaba hacia a un lado y sus brazos caían pesados a la orilla de su cuerpo.
Verla dormir me relajó y no se bien si fue su calor, su alma o el cómodo silencio que se propagaba alrededor de nosotros que me llevó a también querer cerrar los ojos. No pude evitarlo, su paz me daba la mía, así que me rendí al sueño igual que ella.
●
Cuando me desperté el tiempo ya había corrido demasiado, tenía un fuerte dolor en el brazo y mi cabeza también palpitaba, el día ya estaba demasiado claro y el sol se colaba por algunas redendijas. Apreté mis ojos porque al querer abrirlos la claridad me lastimaba.
Los abrí del todo y recordé que no estaba solo, alguien más estaba conmigo, rápidamente me acomodé bien y miré a mi alrededor, estaba solo. ¿Se fue Tara en medio de la noche? ¡¿Otra vez sola?!
Me puse de pie rápido para así volver a la aldea y saber si mi Tara estaba bien. Cuando me puse de pie fui consciente de que no llevaba ropa, de que ya había regresado a mi estado humano y que talvez Tara lo había presenciado, entonces talvez sí tenía un problema.
Busqué con la vista algo con lo qué cubrirme. Encontré en una esquina una capa negra y unos pantalones, seguramente era ropa de Seokjin. Sin dudar me acerqué y la tomé para cubrirme.
Abrí la puerta de la choza listo para salir pero me quedé congelado cuando vi a Tara dándome la espalda.
— ¿Te has vestido? — preguntó con un tono de voz que no presagiaba nada bueno.
— Sí... — apenas pude responder.
— Así que eres tú — mencionó con sarcasmo — Todo este tiempo has sido tu... ¿Cómo pudiste no decirme? — se dio la vuelta. Estaba enojada y talvez con mucha razón.
— Escúchame, déjame explicar...
— No, Jungkook. ¿Por qué no me dijiste? Se que no tenías ninguna responsabilidad conmigo pero me hubiera gustado saber que eras un lobo ante de dejar que me besaras.
— ¿Te arrepientes? — tenía miedo que dijera que sí.
— No... — bajó su rostro — Solo no entiendo porqué no me lo dijiste, pudiste haberlo dicho la noche después de mi accidente, después de que me salvaste la primera vez — caminé hacia ella con miedo a sufrir rechazo — ¿No confías en mi?
— Claro que sí confío en ti, pero estaba intentando protegerte, no quería verte lastimada — su cuerpo y el mío estaban juntos — Tenía miedo de que lo que soy te espantara.
— No tengo miedo, para nada — sus pequeñas manos se posicionaron en mis hombros — Tú eres el único con miedo aquí.
— ¿No vas a huir? Podría hacerte daño y eso jamas me lo perdonaría...
— No, estaré aquí — su mano bajó hasta mi pecho, justo sobre mi corazón — Siempre voy a estar aquí.
Sus palabras fueron contundentes, Tara no temía, sus pensamientos mostraban todo lo contrario, estaba sorprendida, tenía preguntas de todo tipo.
Sabía que tenía que responder un listado de curiosidades por parte de mi curiosa Tara, dudaba mucho porque todo era aún complicado, esta solamente era la primer parte, una vez que regresara a casa el infierno estaría allí, esperando por mi.
— Siempre vas a ser mi Tara... — No pude evitarlo y la pegué a mi pecho, dejando que ella escuchara mi corazón y como latía por ella.
●
Holaaaaaaaa ♡
Espero y estén muy bien, disfrutando los últimos días del año.
Si hay algo que me gustaría agradecer mañana antes de que den las 12 a.m, definitivamente serían ustedes, gracias por leer mis historias♡
Disfruten las últimas horas del 2022 y espero que todo lo que les haya pasado este año sea de alguna manera bueno.
El mundo, en medio de su injusticia es justo. Porque el hecho de que sea injusto para todos es lo que precisamente le hace justo💗 disfruten todo lo que hagan, sin remordimientos, sean felices, saludables y no olviden amarse a ustedes mismas 💗 tengan una linda noche, les saludo desde Nicaragua 😊✨
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