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Sᴇɢᴜɪʀ ʟᴀs ɪɴsᴛʀᴜᴄᴄɪᴏɴᴇs

|𝟷|Tᴀʀᴀ

Escuchar a mamá repetir la misma frase alocada de todos los días era terriblemente agotador, a pesar que le hacía saber de todas las maneras que no estaba interesada en escuchar su cansino monólogo, ella nunca entendió que no me importaba. Papá solo ignoraba la situación y cuando corría hacia él para buscar salvación se escudaba en el hecho de que debía escuchar a mamá incluso si no me gustaba porque ella me entendía mejor. Pero ahí estaba el problema. Mamá no me comprendía y constantemente me obligaba a hacer cosas en contra de mi voluntad.

Hace mucho me había dado cuenta de que con mamá más era verdaderamente demasiado, siempre me llevaba al borde del desconcierto y el enfado, y si no escuchaba no me dirigía la palabra por al menos una semana, ya había aprendido a vivir con sus silencios, pero ella siempre volvía a la carga. En estos días su cabeza ha estado trabajando más locamente, cegada con la idea de que ya debería estar casada, que era mi turno para convertirme en esposa de un hombre de alto rango y en la aldea había pocos de ese tipo ideal de mi mamá.

A quien ella había ya considerado con demasiado tiempo y admiración, era al hijo mayor de los Lee, un ser despreciable y maligno a quien yo consideraba el mismo diablo. Siempre había sido despreciable y su familia solo estaba un escalón más arriba que él. Taemin tenía la fea costumbre de dar muchas cosas por sentadas y sentirse protegido por ser hijo de un soldado retirado, creía que podía tener a todo mundo a su disposición y hacer cuanto quisiese. Pero conmigo no funcionaba así.

Era arrogante, engreído, se creía el centro del universo y odiosamente parecía tener la maldita cualidad de ser atractivo. Era el típico imbécil de mandíbula perfecta con cara de ángel que a muchas tenía hechizada, si ya había escuchado yo alguno que otro comentario por parte de mis compañeras de clases, pero para mi solo era un ser despreciable porque miraba a todos por debajo del hombro y al ser hijo del jefe de la aldea, se sentía un maldito rey y daba órdenes por doquier, sin hacer nada más que abrir su boca para mandar.

Como el resto de los de su edad él participaba en casi todas las actividades que tenían que ver con el bosque, es decir, la caza, recolección de leñas y pieles de animales, una crueldad a mi parecer, también se encargaban de recoger agua y de cuidar la aldea, evidentemente Taemin no hacía absolutamente nada, solo daba órdenes y se molestaba si alguien no las cumplía, exactamente como su padre, justo por eso, lo detestaba.

Para mi mamá, él era el candidato perfecto, un ser sublime y angelical que podía hacerne feliz, pero eso estaba lejos de la realidad. En clases de literatura, alguna vez yo había escuchado por historias de unos escritores de otras aldeas, que el amor debía sentirse en el pecho, y que más que un sentimiento era una decisión profunda y fuerte que te lleva a comprometer tu alma, además de que aporta felicidad y alguna otras cosas más, yo estaba segura de que Taemin no era lo que yo quería, porque este en lugar de provocar amor en mi, me provocaba desesperación absoluta. A mamá obviamente no le interesaba mi felicidad, ella quería la posición de ser la madre de la esposa de un noble, una estupidez, yo quería evitarlo a toda costa, pero cada día que pasaba era un día menos para gozar mi libertad, ¿Quién era tan valiente como para ir en contra de su propia madre?

La aldea en la que vivía era pequeña, todo se miraba desde una punta y la gente obviamente estaba interesada en las cosas que pasaban a nuestro alrededor. Todos sabían de mi inminente boda con Lee. Incluso era tema de conversación en las aldeas vecinas. A unos escasos metros de nosotros estaba la aldea de la familia Jeon, era un clan entero que aunque viviendo de ese lado, siempre se involucraban en nuestros asuntos.

Jeon Hyesun, esposa de Jeon Jungkook primero, era mi profesora de arte en el pequeño centro que había en mi aldea, también era madre de Jeon Jungkook segundo, un soldado increíble que era demasiado amigo de Taemin. Detestaba ver a Jungkook cerca de Taemin porque este tenía una personalidad increíble y entre muchas personas él era excepcional. Jungkook era muy querido en las aldeas de la provincia donde vivimos y las demás también, era valiente y un caballero de verdad, ya se había enfrentado una vez a nuestros "enemigos" y claramente salió victorioso.

Por el contrario de lo que yo era, podía decir que a mitad de la población no le agradaba, todo era por tener ideas que iban en contra de lo que se debía pensar. En la escuela, si es que se le podía llamar así, a nosotras las mujeres solo nos enseñaban lo sublime de las cosas y como ser buenas esposas, que teníamos que ser delicadas y estar siempre calladas, pero yo no compartía esa filosofía. Con mucha dificultad se nos había enseñado caligrafía y ortografía, también apenas y podíamos leer y no se nos permitía estar en reuniones de hombres, entonces como yo buscaba revelar mis pensamientos, organicé reuniones con mujeres en donde no eran permitidos los hombres y aunque muchos ancianos dijeron que yo había perdido la cabeza, sus mujeres estaban sentadas conmigo cada miércoles.

Los Jeon, todo el clan, parecía más libre de pensamientos, no eran almas cerradas en las costumbres machistas en las que nos estaban educando, por eso, Jungkook era una mejor persona que Taemin, porque a diferencia de Jeon, este creía fielmente que las mujeres fueron hechas para dar a luz a diez bebés y para ser perfectas esposas.

— ¿Qué miras? — Taesun, mi hermana menor interrumpió mis pensamientos asesinos para Taemin — ¿Ves a tu futuro esposo?

Arrugue la cara solo por recordar su nombre. Taesun era fan número uno de Taemin, ella lo amaba, decía que era perfecto para ser mi esposo y es que este chico era tan rastrero que le daba regalos costosos y entonces mi pequeña y tonta hermana de quince años se dejaba manipular por las artimañas dañinas de Taemin.

— ¿Por qué lo miraría? — dije con asco.

— Por más que intentas negar que te gusta, creo que lo quieres — la miré arrugando mis ojos.

— Dices puras tonterías, Taesun.

— Es obvio. Vienes cada tarde a este mismo árbol y te sientas en esta rama para después suspirar unas diez veces por hora — me dijo ella. Se acomodó a un lado de donde estaba yo sentada — Eso es amor.

— Yo no vengo a ver a ese simio — dije con asco.

— ¿Entonces...?

La miré con duda. Taesun era demasiado tonta y bocona como para mantener un secreto y decirle la verdad de porqué venía hasta acá cada tarde. Yo, habia encontrado una manera de pasar mis tardes de manera más productiva. Usualmente me gustaba dar caminatas por el bosque, es que había una tranquilidad inmensa y todo lo maravilloso de la naturaleza era interminable, el aire era fresco y todo a su alrededor era puro, pero sin querer un día mientras daba un paseo, encontré un prado hermoso y gigante donde aparentemente los soldados pasaban el día, entrenando o simplemente siendo hombres. Solia venir y observarlos por al menos dos horas, pensaba que nadie me seguía pero mi hermana tenía mucho tiempo libre.

— Olvídalo, Taesun. Vete, además.

— No, mamá está de mal humor — dijo ella resoplando — Pero creo que si le digo que estás más interesada en Taemin puede que se alegre.

— No estoy interesada.

— Eres tonta — dijo ella — Muchas chicas quieren a Taemin pero él te quiere a ti y tu ni caso le haces.

— Tu estas enamorada de la idea del amor, y temo profundamente en que te conviertas en alguien como mamá.

— Taemin tiene dinero. Serás rica.

— ¿Ser rica y despreciarlo es bueno? Despierta, Suni.

— El amor no lo es todo, Tara — me ofendí y me enoje.

— ¿Tú qué sabes? Eres una niñata que no sabe nada y que cree conocerme bien como para decirme con quien casarme. Definitivamente eres igual que mamá — bajé de la rama en la que estaba y empecé a caminar lejos de ella.

— No te enfades. Pero si le das una oportunidad a Taemin puede que seas feliz.

— O puede que me muera en la noche de bodas. Si te gusta tanto cásate tú con él — le dije mientras caminaba rápidamente.

— Si mamá me deja... — me detuve en seco y la vi como profundo disgusto.

— Escúchame bien, Yoo Taesun, si yo te veo cerca de él, con intenciones ridículas, te aseguro que no dudaré en ponerte en tu lugar — le dije furiosa — Taemin es la persona más rastrera que yo conozco, es despreciable y no merece si quiera que le hables.

— Es bueno conmigo — me dijo ella, ignorando todo lo que habia dicho.

Por mucho que lo negara, Taesun era mucho como yo. Dime lo que desee y haré lo que yo quiera, mi pequeña hermana también basaba su vida en desafiarme.

— Cuando quieran casarte con alguien a quien desprecias entenderás lo que yo siento — le dije con dolor, pues en el fondo de mi deseaba que las cosas fueran diferentes.

— Mamá, no hará eso.

— Créeme, lo hará. Para nosotras las mujeres no hay elección, otros eligen por nuestra vida y tenemos que pagar el precio, porque si nos negamos, vamos a morir — le dije con el tono de voz más sosegado — Suni, entiende. El mundo es malo para nosotras, no tenemos voz ni voto, eso incluye nuestra incapacidad para decidir con quien estar.

— Mamá no quiere que nada malo te pase — me dijo, desde su mente de niña que no comprendía bien las cosas — Taemin siempre ha sido bueno con nosotras.

— No es bueno, solo está fingiendo porque sabe que te amo a ti y que eres feliz con sus regalos — ambas caminábamos más lentamente — Te usa para que yo sea más proclive a caer en su red y sucumbir en el deseo de mi madre.

— ¿Con quién quieres casarte tú? — preguntó ella, desviando todos mis pensamientos hacia donde mi corazón albergaba el rostro de quien lo hacía latir.

— Con nadie. Quiero ser soltera y criar gallinas — ambas nos reímos — Escucha, Suni — me incliné hacia ella — No necesitas casarte para ser una mujer de verdad. Si quieres puedes ser una profesora, una artista, una bailarina, una soldado, incluso, pero no dejes que te hagan creer que un marido es lo único a lo que podemos aspirar.

— El matrimonio es bonito. Mamá y papá se aman.

— No todos tienen esa suerte, a algunas nos encadenan con hombres de poder — era una realidad en la que tenía que lidiar — Piensa por ti misma, haz cosas por ti misma y si te sacan de la mesa haz una propia.

Le sonreí suavemente y seguimos caminando tomadas de la mano. Teasun era ingenua, aún no conocía bien lo malo que había, porque a pesar de que habían seres rescatarlos, unos tantos eran como la mugre, o como un tomate malo en medio de los buenos.

Ambas llegamos hasta la aldea, la luz del sol ya era escasa y sabía que llegaba la hora de dormir. En estos días no se nos permitía quedar despiertos hasta tarde, faltaba un mes para luna llena, y en esta aldea rodeada por muchas leyendas todos mantienen la fina línea del respeto por lo sobrenatural, en donde sí o sí tienes que encajar.

Para mi era solo un día donde la luna nos daba su brillo máximo, donde parecía un gran círculo brillante, pero para otros era el terror y el deseo de caza por ese supuesto lobo que merodea las tierras. Yo no creía ni un un poco, no me interesaba creer en ello, por eso no temía.

Dejé a mi hermana en casa y caminé hasta el pequeño pozo que había en el extremo de la aldea, allí, sentada, estaba Taeri. Ella era mi mejor amiga y quien conocía todo de mi porque yo conocía todo de ella.

— ¿Qué haces afuera a estas horas? — pregunté sonriendo. Taeri me miró sonriendo tímida.

— Ya sabes a quién espero — me dijo ella, colorada como un tomate — No tarda mucho en venir.

— Ya sé, los vi en el campo listos para regresar — me senté junto a ella y la abracé — Mañana ven conmigo.

— ¿Para qué? Yo puedo ver a Jimin siempre por las noches — me dijo ella — En cambio tú... — su tono de voz cambió drasticamente — Tienes que ir lejos para poder tener una vista de él.

— Es la carga con la que tendré que vivir.

— Dile la verdad a tu madre. Dile quien te gusta y has de todo para quedarte con él — Taeri, entre muchas cosas, me comprendía — Y cuando digo hacer de todo es "hacer de todo".

— No, es mejor dejarlo así.

— No creo que tu seas de las que se rinde. Te he visto ir contra las reglas toda tu vida, no vas a empezar a ser considerada ahora — me abrazó de vuelta y recostó su cabeza sobre la mía — Si yo no pudiera estar con Jimin te aseguro que me volvería loca.

— Entonces estarías como yo.

Nos quedamos en silencio, sintiendo el viento contra nuestras caras, ella pensando en su amado y yo lo mismo. Si tan solo mi mamá fuera como mi papá, o si mi papá se involucrara un poco más, yo estaría aquí esperando a mi caballero.

— Ya vienen — Taeri se enderezó cuando escuchó las voces de los hombres. Ambas nos pusimos de pie para saludar.

Hicimos una pequeña reverencia y ellos igual. Jimin llamó a mi amiga y la abrazó frente a todos. Una parte de mi ser los envidiaba. La mamá de Taeri no tenía tantos prejuicios contra nadie. Jimin era el candidato perfecto para su hija, educado y cariñoso, la quería mucho y ella a él, justo como debía ser. Yo solo podía mirar lo que no podía tener. Mientras miraba a mi amiga hablar animadamente, alguien más estaba al lado de ellos. Jeon Jungkook estaba aquí, serio y sereno, con el pecho erguido, su mirada oscura era penetrante y a pesar de que podía parecer que me miraba a mi, en realidad él solo miraba al frente, sin ningún punto en concreto.

Suspiré y le di una última mirada. Por una fracción de segundos nuestros ojos chocaron, se sintió como la magia, como un rayo de sol después del invierno, como primavera.

Él apartó la vista y se comportó como siempre, frío y distante. Entre todas las chicas del pueblo a mi era a la única que no miraba, en los bailes jamás me pedía una pieza y cuando yo estaba en su casa con su mamá, jamás me hablaba y si podía se iba del lugar. Me huía y eso me lastimaba. Despacio se alejó de nuestros amigos, yo hice lo mismo porque no tenía caso seguir. Deseaba ser Taeri y poder tener una oportunidad con el hombre que me gustaba.

Caminé a casa de regreso y ya estaba iluminado en el interior, sabía que Taemin estaba dentro para otra ronda de chistes sin gracia y más palabras ridículas. Tendría que soportar su presencia en la cena por esta noche y por las siguientes.

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Holaaa💛 primer capítulo de lo que espero que sea una buena historia.

Ojalá y la disfruten, igual que yo disfruto escribirla.

Adjunto a Tara:

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