Wrong Time
El viaje sin duda alguna había sido bastante agotador, tomaron diversos medios de transporte para trasladarse hasta Noruega, y finalmente, hasta Bergen, conocida como una de las ciudades más hermosas del país. Yoongi estaba más familiarizado con ciudades y zonas urbanas, pero apreciando la costa desde la ventana del automóvil donde ahora transitaban por las calles pintorescas, cree que puede tener un enamoramiento instantáneo con la zona costera. La fresca brisa se cuela por las ventanas y le alborotan los azabaches mechones, era muy gratificante el olor a mar y la esencia del sol tenuemente cayendo en su pálido rostro.
–¿Sabes que la iglesia de Santa María fue construida en el año mil ciento cuarenta y es el edificio más antiguo que conserva la ciudad? Incluso fue bombardeada en la segunda guerra mundial.
–Amor, no conozco todos los datos históricos sólo porque mi familia vive aquí – comenta despistadamente, enfrascada en su visión por el espejo de mano –. Somos de Corea, recuerda.
–Lo sé, es que he leído muchas cosas interesantes, conoces mi gusto por informarme de los lugares que visito. Fue una manera de decirlo – alega con menos hincapié, la chica no estaba tan atenta, aunque a él igualmente le interesaba personalmente el tema –... Hmm, y hay diversas actividades.
–Podemos navegar por el Fiordo e ir en el tren de Flam una vez descansemos y te presentes con mis padres, es un trato.
Fue su mejor manera de callar al parloteador de su novio, y funciona por su sonrisa ladina; Yoon puede considerarse fanático de la historia, los viajes, sobre todo el aprendizaje y la cultura general, el arte ¡Y no olvidemos la música! El sitio luce como el indicado para perderse.
Una vez llegan a su destino, la bella e inmensa casa de los Jeon, la familia de su prometida, Jieun, los padres de esta le reciben de brazos abiertos en la entrada; son gente encantadora y muy decente, haciendo juego a su porte como personas adineradas establecidas en el continente. Le dan la bienvenida y lo invitan al interior de la propiedad con decoración costera y moderna, tal como su arquitectura externa.
–Deben de estar agotados con todo el esfuerzo del viaje – propone la mujer de vestido blanco, tan pulcro como todo su aspecto físico, acompañada de una sonrisa jovial –. Por favor, llevaremos todo a sus habitaciones y luego pueden descansar un poco antes de la cena.
–Gracias, madre – le corresponde en un imitar de su actuar. De pronto recuerda un detalle que la impulsa a saciar su intriga: –. ¿Dónde está Jungkook?
La mención del muchacho hace que la señora Jeon tense su sonrisa, disimulando en tiempo récord mientras contestando algo que Yoongi no escucha, pues está muy entretenido examinando los cuadros y decoraciones. Su novia le interrumpe y guía hasta la habitación que le asignaron, estuvo en el sitio depositando sus maletas y ordenando lo básico, atreviéndose primero a explorar los pasillos un poco más. Su cuerpo se dirigía solo por el lugar, ya estaba cayendo la noche y se suponía que debió aprovechar para descansar antes de la cena, sin embargo, una melancólica melodía le encamina hasta la biblioteca de la planta baja.
Fue ahí la primera vez que Yoongi y Jungkook se vieron, pues el segundo pintaba en un lienzo mientras lo acoge una sonata que es reproducida por el tocadiscos de su padre. Sus vistas se cruzan y ambos se mantienen estáticos, inspeccionando al otro, creando sus primeras impresiones; los dos coinciden con que nunca conocieron a alguien tan físicamente perfecto.
–Disculpa mi intromisión, ¿Eras tú el que cantaba? – rompe el silencio con genuina e inevitable curiosidad – Me temo que oí a alguien en medio de la melodía.
–Depende – susurra con algo de bochorno al haber sido atrapado por alguien desconocido –, eres un extraño que jamás había visto, no sé si confíe en responderte.
Se percata de su falta de modales, carraspeando apenado.
–Soy Min Yoongi, el prometido de Jieun.
–Oh, pensaba que vendrían el sábado.
–Es sábado.
Las cejas del menor se fruncen y al azabache le parece interesante aquel chico despistado. Iba a agregar algo más, hasta que precisamente la recién mencionada hizo presencia.
–¡Jungkook! Te estuve buscando, ¿Por qué no nos recibiste? – reprocha la chica con un dramático tono de enfado, dándose cuenta con un rápido pestañeo del otro presente en la habitación –. ¿Yoongi? Supuse que estarías durmiendo.
–Quise caminar un poco por la casa para conocerla, justo me topé aquí con tu hermano – asume por intuición, ya que ella solía comentarle una que otra cosa del castaño que los observaba callado en su sitio, abandonando con gestos tímidos su pintura –. No lo culpes, creyó que era viernes, o algo así.
–Siempre vives en un planeta opuesto al nuestro, Jungkookssi... Ah, no sé cómo te gusta esa música depresiva.
Jieun quitó la pista e inició una charla con su hermano menor, Yoon les da su espacio para no importunarlos, porque no pasa desapercibido lo penoso que es el jovencito ante su presencia. Durante la cena volvieron a cruzarse, sin embargo, el pintor mantuvo la cabeza agachada y sin mediar palabra, acto al que no le prestó especial relevancia, al menos por ahora.
Al día siguiente, tras tomar el desayuno en la acogedora terraza, la hermana mayor de los Jeon le pide conversar un poco, tocando por primera ocasión el tema de Jungkook:
–Pensaba que, como tú sabes de estos temas, podrías ser el indicado para ayudarlo. Hazte su amigo, no tiene muchos, incluso estoy segura de que únicamente conversa con un chico de la villa llamado Taehyung – suspira afligida –. Jungkook es alguien muy introvertido y tiene comportamientos muy poco comunes para chicos de su edad, por eso no llama el interés del resto.
–A simple vista sólo luce como alguien tímido, no le veo mayor problema – comenta con serenidad, pero notando lo intranquila que extrañamente se encuentra la rubia, no le queda más que tranquilizarla con una caricia en el dorso de su pequeña mano –. Pero si te hace sentir mejor que lo conozca y me meta en su cabeza con mis habilidades psicológicas, lo haré.
Jieun sonríe como un sol, besando la mejilla de su prometido en gratitud y aceptando gustosa su ayuda.
Aquello fue lo que dio un inicio real a su historia con Jeon Jungkook.
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En un principio ha sido complicado, el adolescente a duras penas le dirige una palabra en volumen bajo, le cuesta sostenerle la mirada en los ojos, estar en un mismo sitio sin jugar ansioso con sus dedos o relamiendo sus rosados labios con nerviosismo. Supo que era cierto que contaba con un único amigo, Kim Taehyung, un carismático muchacho del barrio de Bryggen, pues el mismo le visitaba y era por aquel motivo que escuchaba al castaño riendo o siendo más conversador con otra persona.
La manera en la que logró un avance fue la menos esperada, puesto que ni siquiera tuvo que hacer esfuerzo o algo a propósito, sencillamente Jungkook le atrapó tocando el piano una tarde donde la familia Jeon conversaba en el patio y él menor se les escapó al interior de la casa:
–No es la misma canción de Mozzart.
–Cierto, la modifiqué a mi manera.
Jungkook se anima a acercarse con un chasquidito.
–Lo he notado, simplemente me ha impresionado que tocaras tan bien. Jieun no mencionó que fueras tan bueno, y eso que suele parlotear mucho acerca de ti.
Yoongi da un encogimiento de hombros.
–Hay muchas cosas que no conoces de mí porque te niegas a hacerlo. Quiero ser tu amigo y ni te has percatado de mi intento.
–¿Quieres serlo por mi hermana o porque te intereso? – sus mejillas se calientan y corrige velozmente con un titubeo: –. M-me refiero, como persona.
–Ella me lo ha pedido, pero observándote personalmente estos días, me has logrado llamar la atención naturalmente – confiesa con una sonrisa incontenible ante las lindas acciones del Dongsaeng –. ¿Te gusta el arte y la historia? Lo intuyo a simple vista.
Los ojos cafés se iluminan, y supo que fue acertado por cómo Kook empezó a soltarse con él, en un punto se sumió tanto en la conversación, que se atrevió a sentarse en la baqueta del piano junto a él.
Resultó ser que los dos tenían varios gustos en común, y al más joven le pareció atractiva la forma en la que se expresaba el pálido, quien tiene diversos conocimientos que atrapan su interés. Desde que lo vio el fin de semana, Yoongi le pareció alguien muy apuesto, culto y maduro, sin embargo, una cosa es suponerlo y otra presenciarlo.
Desde aquella tarde donde los dos compartieron un agradable rato juntos, donde la hora transcurrió volando y de pronto la cena estaba siendo preparada, en lo que ellos continuaron hablando, las cosas entre ambos comenzaron a cambiar.
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–Vas a ponerme celoso. No dejas de mencionar al tal Min con esa sonrisa de conejo.
–¡Es porque es un Hyung genial, Taessi!
El rubio coloca una mano en su pecho, ofendido.
–Soy tu Hyung también, ¡Genial es mi segundo nombre!
La graciosa discusión prosigue en lo que el castañito le cuenta su última semana junto al prometido de su hermana. La vida de Jungkook se ha vuelto más entretenida ahora que tiene a alguien tan afín con él, pues a pesar de que su mejor amigo era increíble y divertido, Yoongi tiene ese algo especial que lo hace perderse, siendo capaz de escucharlo sin parar durante horas. No entiende cómo antes no le permitió acercarse, su timidez le robaba tantas cosas, y por suerte el de ojos gatunos consiguió involucrarse con él.
Para Jungkook no hay persona más culta e interesante que Yoongi, no comprende cómo Jieun se aburre de sus increíbles relatos, o cómo era posible que no tuviese un montón de amigos rodeándole por lo atrayente que era; posee una manera de explicar tan apasionada, como un buen libro que, una vez lo abres, eres incapaz de soltar hasta no acabarlo, como si fuese el ser más inteligente y un sujeto con todas las respuestas importantes.
Oh, y ni mencionar su sonrisa tan peculiar, mostrando sus rosadas encías, sus ojos como medias lunas mientras carcajea con un sonidito silencioso y ronco, agregando al encanto del mayor sus orbes oscuros que brillan con cada historia que le comparte.
–Iremos mañana al barrio de Strandsiden – culmina ya caminando juntos a casa, los faroles que les alumbran y las pocas personas andando de lado a lado a esa hora creaban un ambiente relajante. Recuerda que el día anterior el hombre del que tanto hace alusión le comentó lo diferente que es la ciudad, cargada de ruido, personas que nunca dejan de transitar, vehículos, edificios y anuncios llamativos. Entonces suspira antes de contenerse –. Es una pena que mi hermana no lo haya traído antes.
–Aprovecha a tu profesor antes de que se marchen – palmea su hombro al llegar a la zona adinerada que es totalmente distinta a la suya, otorgándole una sonrisa compasiva –. Además, una vez se casen, va a ser difícil que consigas tiempo con él o con tu hermana.
Jungkook hace una mueca, soltando un resoplido.
¿Por qué la idea de pronto le perturba y le genera inquietud?
–Falta mucho para que se vayan. Dudo que Hyung me abandone por completo, dijo que mantendríamos comunicación por la telefonía o por escritos.
Taehyung no quiere desilusionarlo o deprimirlo, aparentemente sí se ha apegado con el profesor, a lo que se limita a darle una amistosa sacudida de cabello para dejar el tema por la paz.
–En fin, suerte en tu paseo. Mañana estaré pescando en el bote de Namjoon hyung.
Se despide del orbes verdes y parte tarareando al interior de su residencia, estaba tan desolada como de costumbre, saluda a la señora de servicio con una reverencia corta que esta responde por obligación, pues no es secreto que no le agrade a muchas personas. Recuerda en el trayecto a su habitación que quiere mostrarle al reciente invitado un libro que consiguió en la biblioteca, a lo que se aproxima a la habitación del mismo, pero se detiene en seco al percibir sonidos extraños. Curioso, se asoma en la puerta entreabierta y se arrepiente al segundo, porque divisa a Jieun compartiendo besos apasionados con el profesor...
Se aleja y va hasta su cuarto con el corazón acelerado, cerrando su puerta con seguro y yendo a su escritorio con piernas tambaleantes. No entiende su estado, no le gusta el temblor en sus manos o esa sensación inquietante en su pecho, y tampoco el enojo irracional que se instala en su interior por la escena. Era obvio que se besaban y hacían muchas más cosas, él no es tonto ni inocente -aunque sí inexperto-, pero presenciarlo le hace sentir sumamente raro.
No tiene ganas de verlo, ni a ella, se salta la cena y decide quedarse a transcribir canciones en su libreta. Lo que realmente le descoloca, es que antes de dormir rememora la escena y lo irritado que le hace sentir el que ni siquiera Yoongi preguntara por él debido a su ausencia en la mesa, lo que desata más tarde un sueño que le estremece y lo hace despertar completamente sudado y agitado en plena penumbra:
Soñó que él estaba en el puesto de su hermana.
Y lloró, con total vergüenza de sí mismo.
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–Podemos comer Baguette de pescado en los puestos callejeros de allá.
–Ajá, suena bien.
–¿Te parece si luego vemos las pinturas de la exposición en la plaza?
–Ujum.
Yoongi no soporta más las evasivas de respuestas vagas y soniditos bajos, por lo que escapa el aire y detiene su andar frente al más alto.
–¿Estás enojado conmigo o tienes algún problema en particular?
–¿D-de qué estás hablando?
–Jungkook, ayer cancelaste la salida, no me miras a la cara y apenas contestas lo que te digo – sentencia con cierta preocupación –. Estás actuando raro desde el día que saliste y regresaste sin ganas de cenar. ¿Hice algo que te molestara?
–No todo tiene que ver contigo, Hyung –al sonar tan brusco e irrespetuoso con el mayor, se retracta apenado, maldiciendo a su cabeza por el escenario tan inapropiado que se armó en sueños y ahora le cobra factura –. Lo lamento, no es nada personal, sólo he estado distraído.
Al profesor le tiene desconcertado la actitud tan improvista del menor, puesto que pensó superada la etapa de esquivación con cabeza gacha de los días previos que se conocieron. Le gustaba considerar que ya eran amigos, ahora la situación actual le afecta más de lo que quisiera admitir, porque se encariñó con el joven apenas éste se abrió un poco a él.
La noche que no cenó con ellos, dos días atrás, estuvo preguntando por el chico sin obtener resolución alguna, le descolocó como es que a nadie le importó la ausencia del mismo y la despreocupación al no cuestionarlo, careciendo de relevancia lo que respecte a éste.
Para completar, aquella noche le echó de menos en medio de la aburrida velada, y al día siguiente ni siquiera logró encontrarlo para cumplir sus planes previamente acordados.
Teme ahuyentarlo, no tiene idea de lo que le acongoja, pero duda que el presionarlo sirva para resolver algo. Asiente con resignación, zanjando por lo sano el tema hasta que sea el otro quien lo saque a la luz.
–Bueno, entonces lamento importunarte o ser entrometido, Jungkook.
Jeon se sintió culpable por tratarlo tan mal, estaba siendo grosero e injusto con quien fue tan amable con él, el único que se ha interesado lo suficiente para tomarlo en cuenta en su propia casa. El paseo continuó con un silencio pesado que le hace eco como un martilleo en su cabeza, no comprende las sensaciones en su interior, ni porqué soñó tal barbaridad capaz de arruinar su avance con el pelinegro.
¡Joder! Es que hasta le daba vergüenza observarlo a los ojos, ya que, irremediablemente, su mente le hacía una mala jugada al rememorar todo aquello prohibido, entonces se cruzaba con sus labios sonrosados en medio de su escrutinio, tentadores, haciéndolo preguntarse lo que experimentaba Jieun al besarlos...
Estaba mal, demasiado mal de la cabeza, y por eso claramente su familia le despreciaba. Porque era un fenómeno muy inusual, una aberración antinatural, y no quiere serlo... Nunca quiso ser así.
–Tengo cosas que hacer en casa – interrumpe abruptamente después de la comida, apretando su mochila con fuerza y viendo las manos de Yoongi para no toparse con sus orbes oscuros; se estaba sintiendo enfermo, mareado y con náuseas, su respiración era pesada y las palmas le sudan –. O-opino que es mejor regresar ahora.
No puso objeción, porque el castaño sale prácticamente huyendo del barrio. Se siente impotente al no tener pista de lo que le sucede, algo le aturde claramente, algo que es difícil de comprender incluso para él mismo.
Jungkook, por su parte, estuvo con Taehyung, realmente no quiso irse a casa y su amigo no cuestionó su inquieta actitud. Tae suele darle su espacio y distraerlo con sus ocurrencias, esperando si desea confiarle lo que le mortifica, aunque en este caso no se siente capaz ni valiente para soltarle algo de tan gran magnitud; no soportaría que su mejor amigo le deje de estimar.
–Hubo algo que me molestó mucho ayer – Kim admite de pronto, algo inseguro mientras hojea el viejo comic en sus piernas –. Unos idiotas del muelle se meten demasiado conmigo, ya sabes... La cuestión es que ahora han estado comentándole cosas a Namjoon hyung, y a pesar de que actúe como que no le afecta, sé que no le hace nada de gracia.
–¿Qué cosas le dicen? Digo, son descerebrados, Hyung es alguien muy inteligente y dudo que le afecte.
–Esta vez es diferente a una simple broma, Kook... Le están diciendo "marica" por juntarse tanto conmigo y permitir que le abrace tan afectuosamente al despedirnos por las noches.
Jungkook se congeló en su sitio, viendo a su mayor, quien mantiene la mandíbula tan tensa como sus puños.
–P-pero... Si Hyung no les hace caso, tú tampoco debes hacerlo – intenta apelar –. Ustedes saben que no es verdad todo de lo que ellos les acusan.
–Recuerda lo que sucedió con Jimin cuando...
Taehyung se mantuvo callado por unos segundos, enfocado en un punto fijo de la pared, su gesto se volvió ansioso y sombrío, como si batallase con algo dentro suyo.
–N-no lo repitas, por f-favor – acorta con una punzada en el corazón, hasta el simple nombre del chico era algo que le afectaría toda su vida. Incluso el tema le daba un pánico opresivo en el pecho –. ¿Qué harás entonces con esto?
–Sólo me da miedo a que llegue a oídos de sus padres, y es que él no quiere hacerme caso – bufa frustrado, lanzando a su costado la historieta y jalando sus cabellos con exasperación–. Estoy considerando en alejarme de él.
–¿Y...Piensas que ayude?
–No lo sé... Aunque es lo mejor.
Taehyung no le confesó más, porque no estaba listo, porque dolía demasiado, tal como acontece con Jungkook, quien no está preparado para conversarle acerca de Yoongi.
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Aquella noche no lo permitiría escapar, no cuando lo ubicó afligido en medio de la penumbra, sentado en la ventana de la bahía que estaba en la biblioteca. No cruzaron palabras la reciente semana, definitivamente no le gustaba aquello, extrañaba al más joven y le exasperaba que éste estuviese descaradamente ignorándolo cuando obviamente algo le afectaba. Por ello, Yoongi se unió a él y le expresó su preocupación, le pidió por primera vez a alguien que no se alejara de su lado, y casi suplicó que le explicara lo que le pasaba.
Nunca predijo lo que desató su intervención.
–Se irá.
–¿Qué?
–En algún momento usted se irá y se casará con mi hermana, ¿Cierto? – confesó una de sus más pesadas cargas, tragándose el tema de sus pecaminosos anhelos y empleando un hablar ajeno, sin la confianza de antes – No quiero acostumbrarme a estar acompañado por usted cuando sé que se marchará.
–Oye, te dije que podemos mantener el contacto, y que podías tutearme. De vez en cuando vendré de visita, ¿Sí? – le regala una sonrisa tranquilizadora, porque le conmueve y hasta alivia el importarle tanto al castañito testarudo. Ante la falta de comunicación, sujeta su mano con suavidad, dándole un leve sobresalto al otro –. Kookie, quiero estar cerca de ti.
Se asusta, porque confirma con aquel simple tacto y su sencilla oración lo que tanto le mortifica, la realización de su acelerado pulso, el hormigueo en su estómago y sus innegables celos. No duda del porqué se aleja bruscamente al levantarse y retroceder con respiración entrecortada, pidiéndole que no lo vuelva a tocar.
"No quieres estar cerca de mi de la manera en la que te quiero cerca, Hyung" rebota como un martilleo en su cabeza cargada de demonios, incapaz de verbalizarlo.
Yoongi se disculpa, perplejo y levemente dolido con su actuar, ya que el muchacho parecía estar teniendo una crisis nerviosa por algo tan básico como lo es el contacto humano. Balbucea cosas y comienza a llorar, no lo entiende, y le lastima presenciarlo, no le agrada apreciar el cómo él alto se quiebra, y no sabe si es por eso que se impulsa a abrazarlo con un instinto de protección que le invade.
Acalla sus angustiosos sollozos meciendo el cuerpo que en un inicio se resiste entre retorcijones, acariciando su espalda y cabellos un rato hasta que oye menos fuerte el llanto. Limpia las mejillas del ojos grandes con una suavidad y dulzura que ni él conocía que portaba para otro ser.
–H-hyung... No soy bueno – musita lastimosamente, con una negativa de su cabeza, su garganta tensada por el nudo que se incrusta en esta. Observa el rostro níveo que es bañado con la luz del exterior colada por las ventanas; sus pestañas, sus labios, esponjosos cachetes, su nariz pequeña, sus cejas, todo lo que le entristece por no poder siquiera tocar con sus yemas, las mismas que queman por el tacto añorado –. Estoy mal... M-muy mal...
–No lo estás, para nada lo estás, Kookie – susurra con pesar, resaltando cada palabra, tan cerca de su rostro que ni se percata, como si sus cuerpos se buscaran por sí mismos, aspirando el aliento entrecortado del Dongsaeng –. ¿Quién te hizo pensar algo tan terrible?
No lo tolera, el tortuoso palpitar le lastima el tórax, sabe que debe actuar antes de que sea tarde, como lo fue en la última ocasión.
–Si no soy m-malo... – muerde sus labios tan fuertemente que casi los hace sangrar, tiembla, porque sus frentes se juntaron y los pulgares del mayor le estaban cosquilleando en su rostro, se pregunta si éste se percata de que estaban muy cerca, entonces se siente peor al creer que quizás era él quien malpiensa la nobleza del inocente profesor. Inhala y reprime un sollozo angustiado, abriendo sus ojos para enfrentarlo, susurrando con voz quebrada lo que sería su sentencia: – ¿Entonces, por qué quiero besarlo?
A primera instancia, el de piel más pálida no tiene reacción, se queda estático observando los gigantes orbes marrones que se tiñen de lágrimas nuevamente. Poco a poco se aparta, abriendo y cerrando su boca sin nada que le es posible modular, procesando la magnitud de la confesión. Ni siquiera detiene al hermano de su prometida cuando termina por marcharse en una mortificante huida, dejándole en plena estancia con una sensación muy extraña para sus adentros. Debe sentarse porque su cuerpo tembló un poco, y no supo cuánto transcurrió hasta que fue capaz de irse a su habitación y acostarse.
¿Jungkook le admitió que sentía atracción por él? ¿En verdad el chico era homosexual? Para alguien como él no era prohibido, opina que cada quien merece vivir su vida como le haga sentir más pleno, pero es más que participe que la sociedad, al menos en su mayoría, no piensa de misma forma.
Se pregunta tantas cosas, como si aquello sería la primera vez que le sucedía a Jungkook, si su familia estaba enterada, o si estaba confundido sencillamente por su cercanía... ¿Qué siente él mismo al respecto?
Nunca experimentó nada de atracción, deseo o sentimientos por otro hombre, y por si fuera poco, estaba comprometido con Jieun, la hermana precisamente del jovencito... Nunca fue de esas personas devotas o que creyera que el amor era algo tan fuerte; sólo se enamoró y tenía una relación calmada, nada alocado o por el estilo, se comprometió porque supuso que era lo apropiado para establecerse a tal edad, que era su momento. No cree en las fuertes pasiones ni amores flamantes de los que todos narran en libros, por más poético o lindo que suene, no considera que alguien pueda perder la cabeza por otro, estar eufórico o en un éxtasis estremecedor; de hecho, es hasta alarmante y le causa cierto susto sentir tanto.
–¿Por qué carajos le estoy dando tantas vueltas a esto? – gruñó a la nada, frotando su rostro con ambas palmas –. Demonios, voy a casarme, punto. No hay nada más, es un chico confundido.
O eso desea creer.
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Los siguientes dos días fueron los más tortuosos e incómodos de su vida, era un milagro que su familia no estuviese ni mínimamente enterados de su imprudencia con el invitado, todos actúan con naturalidad, a excepción de éste. Porque Yoon lo evita, y a pesar de que está algo decepcionado, agradece que acatara su orden y no lo moliera a golpes o lo acusara, como otro hubiese posiblemente hecho. Sabe que el azabache tampoco era esa clase de persona, es la causa de que tomara el riesgo de sincerarse, para impedirle a ambos alguna mala pasada.
Estaba tan deprimido que llamó a Tae a la bodega de su abuelo para que pasara el día con él en la piscina de su patio, porque por más que le gustara salir de aquella asfixiante residencia, tampoco tiene ánimos de ir a otro lugar. Taehyung gratamente accedió y su presencia hizo que olvidara por un rato todo el conflicto y desastre que era su vida, tal como le sucede al más moreno, quien tenía sus propias batallas que lidiar también.
–¡¿Novia?!
–Sí, es una chica linda y sexy de Floyen.
No es novedad que su amigo ya ha tenido noviazgos, cosa que dejó un largo tiempo, lo que le parece inusual es que no luce ligeramente interesado en ello, actúa como si no significase nada, a diferencia de las otras chicas con las que estuvo anteriormente.
Es como si deseara cumplir alguna función en automático, o quizás estaba sobre pensando el asunto, pero es que conoce al rubio demasiado como para pasarlo por alto; Kim era de los que demostraba cuando estaba enamorado y feliz con sus relaciones, era alguien honesto y transparente en todo ámbito.
Tal vez para Kook las relaciones eran más que algo casual, cree que era un inocente romántico, porque para él enamorarse era sinónimo de lealtad y eternidad.
–Si te consigues una novia quizás pudiésemos salir un poco en citas dobles, como las películas que proyectan en la plaza –bromea, salpicándole con agua –. Ser virgen a los diecisiete en un lugar como Bergen es lamentable, Kook.
Se sonroja y apara la cara, remordiéndose por dentro al no ser capaz de sincerarse y explicarle que no tenía mínimo interés en salir con chicas, nunca lo ha hecho, ellas hasta le incomodan, por más que lo intente. Divisa a lo lejos como sus padres caminan junto a la parejita del momento, y al encontrarlo, las sonrisas espléndidas de los primeros decaen en una mueca que conoce perfectamente: Desaprobación, porque estaba con su mejor amigo nadando en la alberca, en lugar de estar embarcando a alguna chica del pueblo como todo un idiota follador, en resumidas cuentas.
Rechista entre dientes y se sumerge en el fondo de la piscina, siendo seguido por un juguetón y ajeno Taehyung que le involucra en una batalla infantil de agua.
De lo que no tiene idea el castaño, es que sus juegos no tienen a cierto invitado contento. Yoongi observa al par con ceño fruncido desde su posición, dejando de escuchar la charla superficial de los padres de Jieun y los comentarios de la última.
Se excusa para ir a la cocina, buscando un vaso con agua para calmar el injustificado enojo que le abruma.
¿Qué demonios le importa que Jungkook esté en la piscina con su amiguito Kim?
Tiene veinticinco años, y hasta ahora se da cuenta de que, quizás, no estaba tan claro con sus sentimientos, con las relaciones, ni con lo que pensaba que él era, hasta el momento.
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–¿Te parece prudente estar de esa forma en medio de la entrada de tu casa?
–¿Disculpa?
–Abrazarte con ese niño tan afectuosamente – aclara con seriedad, detallándole de pies a cabeza en una rápida revisada, porque no había prestado mucha atención a qué el alto era bastante atractivo –. Estaban demasiado cerca el uno del otro.
–Taehyung es mi mejor amigo, no tiene nada de malo. A ti te gustaba abrazarme y no parecía molestarte antes de saber que... – controla su lengua al morderla, chasqueando rendido y decidido a irse a su habitación, no quería discutir ni decepcionarse más de todo – Olvídalo, estás haciendo lo mismo que el resto, ya estoy acostumbrado.
–¿Qué? – parpadea, insatisfecho – No soy como el resto.
–Estás juzgándome porque ahora conoces mi orientación. ¿No estaba bien ser demostrativo cuando creías que era normal?
–No se trata de eso. ¿Estás seguro de tu orientación? Me refiero, puedes estar confundido, eres muy joven.
Se detiene en seco, volteándose con expresión ofendida.
–No hagas eso, no digas que soy un idiota incapaz de conocer sus propios sentimientos sólo por mi edad. No me subestimes como los adultos que creen ser superiores.
–Jungkook, nunca dije que eras...
–¿Por qué quieres actuar como psicólogo ahora? No te imaginaba así de cerrado ni crítico.
–Yo no...
–Pensé que estabas feliz haciendo como si yo ya no existiera. Claro, igual es mejor no juntarte con los de mi clase, no vaya a ser que te contagies, ¿Cierto?
Yoongi se halla tan obstinado con su conducta y alterado parloteo, frustrado consigo mismo por haber hecho que lo malinterpretase, que no controla el acercarse con mismo tono:
–¿Y qué si es demasiado tarde para advertencias? Porque no comprendo porqué diablos me importa lo que hagas con ese mocoso, el motivo por el que me quema las entrañas por la necesidad de apartarlos, porque no entiendo el que me revolvieras la cabeza desde tu confesión.
Jungkook enmudece, atónito ante semejantes palabras de su Hyung. Toda gana de enfrentarlo como un minuto atrás desaparece de su cuerpo frente al más bajo de mirada penetrante.
–¿E-estás...Estás burlándote de mí?
–¿Crees que me arriesgaría a decirte algo así en pleno pasillo de cada de tus padres si no hablara en serio, Jungkook? – consciente del peligro, relame sus labios con un suspiro en intento de apaciguar la tensión. Toma algo de distancia y baja el volumen, pero continúa con sus ojos fijos en los más grandes –. El sótano, veme en veinte minutos. No dejes de ir, necesito discutirlo contigo de inmediato.
Dudó de accionar, estaba aterrado, no estaba seguro de si era un sueño -producto de su imaginación fantasiosa- o si realmente era real. Se dispuso a asistir al encuentro como acordó el profesor tras debatírselo todos los minutos a solas que estuvo, hallando a éste con un cuadernillo muy familiar entre sus varoniles manos.
–¿Qué haces con mi cuaderno? – con una zancada, va a arrebatárselo con la respiración inestable ante el pavor que le invade –. N-no tienes derecho a verlo. ¿Por esto quisiste citarme? ¿Vas a reírte de mí?
–Lo olvidaste en la biblioteca cuando estabas llorando, lo guardé y te lo traje. Ni siquiera lo revisé – se apresura a aclararlo, logrando calmar al todavía desconfiado menor. Da un gesto pacífico con sus palmas al frente –. No tengo idea de lo que tienes ahí, pero no soy la clase de persona que escudriña en las pertenencias ajenas, Jungkook. ¿Por qué de pronto actúas como si fuera un desconocido para ti? Dices que cambié por lo que me dijiste, pero tú eres el que actúa a la defensiva. No te estoy juzgando, por dios – sisea, aproximándose con mirada suplicante al receloso chiquillo asustado –. No quiero lastimarte, ni mucho menos burlarme de ti, no es mi intención.
«Si verdaderamente estás convencido de tu sexualidad, no soy nadie para señalarte, sigues siendo el mismo que conocí a inicio de mes... El que tal vez ha cambiado en ese periodo, soy yo, pero no como tú imaginas.
Jeon abraza el cuaderno, escuchándole con un nudo creciente en su garganta, queriendo llorar como un niño, porque era por tales acciones que el mayor consiguió meterse en su piel, y tiene miedo de continuar creciendo aquello que le hizo alejarse en primera instancia.
Min era mucho para su iluso y débil corazón.
–¿P-para qué me citaste entonces? ¿Q-qué es lo que buscas?
–No lo sé, y es la razón por la que vine – decae sus brazos y hombros, rendido, guiado por su cuerpo al acortar más la distancia con el más joven. Éste busca retroceder, pero lo sujeta con delicadeza por la cintura y le mantiene cerca suyo, es lo único que sabe querer con seguridad: –. No me gustó que estuvieses con Taehyung, ni me agrada tenerte lejos.
«No soy capaz de besar a tu hermana desde que confesaste lo que sentías, porque cuando cierro los ojos... Quiero que seas tú. ¿Lo comprendes, Jungkook? No sé qué carajos me hiciste, pero también anhelo besarte, y si estoy mal por ello, pues soy otro enfermo más... Nunca me sentí así por nadie, menos en tan poco tiempo, pero me gusta estar así contigo.
No da crédito a lo que escucha, casi se desmaya por tan impactante descubrimiento, no analiza todo lo que le soltó el de ojos gatunos, simplemente permanece en el sitio, explotando por dentro.
Yoongi lo percibe, y se arriesga a reafirmar sus palabras antes de que el menor dude o escape como la vez anterior, acunando su rostro con manos temblorosas y uniendo sus labios en un beso que les otorga un montón de emociones y sentires, erizando sus pieles y alborotando un cosquilleo que se iguala a la magnitud de sus acelerados pulsos.
Era una sincronía, una sinfonía.
Fue el primer beso que compartieron, y a pesar de que en un principio Jungkook quiso huir, Yoongi le convenció de averiguar lo que sentían, de aprovechar el tiempo que les queda, asegurándole que no estaba burlándose o abusando de él; porque no miente al contarle que nunca vivió tales sensaciones, ni siquiera con su prometida, y aunque estaban cometiendo un pecado grave de infidelidad y a su vez rompiendo una norma social estrictamente establecida, los dos no fueron capaces de resistirse.
Esto dio inicio a sus encuentros en diversos sitios, el sótano siendo uno de ellos.
Se considera alguien terrible y carente de moral, no tiene idea de cómo encara a su hermana cada día sin arrodillarse y pedirle perdón, tal como no comprende cómo Yoongi y él pueden fingir tan espléndidamente con lo que estaban haciendo. Jungkook se dice a diario "basura" a sí mismo cada mañana que despierta, viéndose al espejo mientras cepilla sus dientes, pero inevitablemente también se cuestiona:
¿Si es algo tan malo o grave lo que cometen, por qué se siente tan increíble y correcto?
Una vez probó aquellos labios, fue como tocar el cielo por primera vez, se sintió tan especial, incapaz de resistirse ante semejante elixir; no han hecho más que besarse sin descanso toda la semana, adaptándose a los pares contrarios como si se conocieran de toda la vida, encajando perfecto cuan rompecabezas, enlazando sus lenguas y degustándose como si fueran su droga favorita y personal.
Cada día la mentira engrandece, como sus sentimientos por el de sonrisa tierna -que denomina como gummy smile-, se vuelve menos complicado engañar a todos, actúan más naturales, siente menos culpa, y buscan verse más en las penumbras, rincones, y sombras. Salen con mayor regularidad, incluso Jieun le comentó a su madre que su prometido estaba ausente, distante con ella, la escuchó por accidente en lo que iba a pintar un lienzo por la tarde del lunes.
–Tal vez debemos ser más precavidos, Hyung – masculla en medio de un estremecimiento producto de las caricias en su espalda, la camiseta que tiene debido al verano no cubre mucho de su piel y el mayor se aprovecha del detalle para trazarla como el pincel sobre los lienzos que pintaba. Estaba besando su cuello, pues ya estaban rebasando el límite de simples besos esa misma noche, yendo un poco más a partes descubiertas de sus cuerpos; aunque era el profesor quien llevaba el liderazgo del acto, porque él es un inexperto chico de tan sólo diecisiete años, además de tímido–. Mi hermana puede sospechar que tienes un amante si...
–No me gusta que uses esa palabra tan baja para referirte a tu persona, Jungkook. Eres más que eso para mí – interviene en tono ronco, yendo a la mandíbula tan masculina y afilada del castaño. Yoongi nunca estuvo con chicos, no estaba familiarizado con cuerpos que no fueran femeninos, sin embargo, estar así con él se siente tan natural, tan hogareño y cálido, que no se controla de ser un descarado y probar lo que está a su disposición por parte del otro. Besa su manzana y luego va a su rostro, un camino de besos por su mentón, el lunar debajo de este, y luego se dirige más arriba, a los pares rojizos, sacando con un sonidito que hace eco en el mirador donde se refugian. Nota aún una parte inquieta del chico, odiando arruinar el momento, pero se preocupa primero por la comodidad del menor–. ¿Por qué dices que sospecharía?
–Porque le contó a mi madre que estás muy raro con ella. Que no la besabas o que la ignorabas, que estás distante – susurra apenas con un jadeo, perdido en las sensaciones nuevas y apretando los hombros del más bajito con sus dedos, no demasiado fuerte, sino para apaciguar sus temblores al sostenerse –. ¿Estás seguro de continuar con esto?
Pausa sus besos y le observa con detenimiento.
–¿Te arrepientes?
Niega de inmediato.
–No, para nada. Sé que no está bien, pero...
–Entonces no tienes que mortificarte. Soy consciente de que estoy fallando al engañarla, pero no soy tan fuerte como para detenerme contigo, Kookie – sonríe con cariño a pesar de sus palabras, acariciando los cabellos de su Dongsaeng –. Cada día que pasa me convenzo más de que esto es lo que deseo. Jamás imaginé que fuera posible sentir tanto por alguien en tan poco tiempo, algo tan intenso y lindo... ¿Eso es malo?
Era cierto, no le halla descripción lógica a lo que viven, pero era tan real como la conexión que comparte con el chico de nariz prominente y sonrisa de conejo. Da un beso en esta y no se reconoce, nunca fue alguien físicamente afectuoso o cursi, sin embargo, le es imposible no tener tales actitudes con Jeon, y no sólo por complacerlo, sino porque le nacía.
Estaba enamorándose profundamente de él, viviendo a su lado el mejor verano y la mejor época de su vida, porque no había conseguido a una persona que se amoldara tan excelentemente con él como lo hace Jungkook... Está considerando dejar su relación con Jieun, así de fuerte es lo que siente, y si no lo hace todavía, es porque debe esperar a que ambos estén dispuestos a seleccionar una opción viable, pues se trata de un tema delicado al tratarse de la hermana del chico con el que comparte sentimientos, sin mencionar todo lo que acarrea aquello.
–¿Tanto me quieres como para arriesgar tu matrimonio, una vida normal y decente, Hyung? – suelta una risita titubeante, fascinado con el atractivo rostro del contrario; de por sí, siempre le pareció guapo, sencillamente ahora aumentó su fascinación, y no sólo por su aspecto, sino por todo lo que su esencia representa. Ante sus ojos, no hay nadie con orbes más intensamente preciosos, sonrisa más radiante, cabello más sedoso, manos más perfectas ni personalidad más etérea que la de Yoongi. Ante el asentir del mismo, acuna su rostro con ternura, con sus pulgares propinándole caricias, su corazón latiendo fuerte y sus pares brillando con lágrimas de emoción que sólo se acumulan, sin bajar –. Estamos locos.
–Efectivamente, estoy loco por ti – confirma con una risilla que contagia al contrario. Divaga en responder su primera pregunta, por ahora no lo hace, intentando no arruinar el hermoso momento compartido. Nuevamente le da un dulce beso que tarda más de lo planeado, porque siente que se pierde cada que se mezclan de esa manera, y al apartarse con un pequeño hilito de saliva, musita contra el lunar debajo de su labio inferior, su adicción: –. Pero no me importa, porque eres mi única medicina, Kookie.
Remedio y enfermedad. Fuego y fuego.
Después del intercambio, se olvidan del resto del mundo, sumidos en la bruma de deseo pasional, uno que no es carnal exclusivamente, sino que sobrepasa tal borde; se añoran tanto, que la ropa desaparece, las olas que rompen en la costa coreando sus jadeos, gemidos y besos, igual que las velas alumbran sus sudorosos cuerpos, siendo testigos únicos de su entrega. Manos y dedos explorando, inexpertos y nerviosos, así como ansiosos y anhelantes.
Los labios de Yoongi exploran por primera vez el cuerpo virgen y precioso de Jungkook, con tanto cariño y cuidado, que éste se tiembla varias veces por el cosquilleo electrizante que le eriza y provoca un calor en todos lados. Ninguno tuvo dudas, ni siquiera el castaño, quien nunca cometió un acto carnal con nadie, entendiendo al fin lo que hablan los demás cuando narran que se sentía impresionantemente genial; sospecha que es más por la persona con la que está, que por sus mismas reacciones biológicas, porque era la gloria misma unirse con un hombre que le enamora con cada respirar.
Yoongi divisó ciertas cicatrices en el cuerpo del más alto, aún así decidió callarse, más centrado en besarlas para que no las cubra con vergüenza. De por sí, estaba siendo adorable el sonrojo del de ojos café, su timidez y bochorno al estar expuesto, vulnerable.
–Soy nuevo en esto como tú, pero sé el procedimiento.
–Eres m-muy inteligente, dudo que no lo s-sepas, Hyung.
Entre bromas nerviosas y risitas en medio de suspiros placenteros, los dos prosiguen con el acto. Una vez estaba listo, adentra con sumo cuidado sus dedos en el menor, quien al principio está tenso y notoriamente adolorido ante la intromisión, hasta que se relaja y busca por más, cubriendo su rostro con el antebrazo y mordiendo sus labios ya hinchados, arqueándose y conteniendo los bochornosos sonidos que le salen.
Para Min, nunca algo se vio tan erótico y sensual, nada se compara a su voz varonil, ronca, su cuerpo masculino en plena pubertad, y el deseo biológico que lo hace reaccionar por instinto. Era tan distinto al sexo con mujeres, mejor, y más por sus sentimientos.
Es más que sexo, hacen el amor.
Ya estando preparado, tras asegurarse bien, el de ocelos negros termina por unirse con el Dongsaeng, entrando su miembro con sumo tacto en medio de un gruñido compartido por ambos. Esperó, beso el rostro de su pareja tras apartar su brazo con una sonrisa enternecida y gesto delicado, queriendo observar cada detalles, cerciorándose de que esté bien, grabándolo en su memoria, y poco a poco comenzó el vaivén que le tenía elevado en las alturas del máximo placer.
Se controla para no ir demasiado rápido, hasta que Jungkook se suelta y pide más, rodeándolo con sus piernas, agitado y con pupilas hermosamente dilatadas, llorosas, su rostro sudado y enrojecido; sin olvidar los mechones castaños pegados a la frente, sus mallugados labios de color cereza vívida, y su manzana subiendo y bajando, tal como su cuerpo debajo del suyo, gimiendo gloriosamente cuando toca su punto dulce.
Definitivamente una imagen que jamás borraría de su ser, Jeon Jungkook era una belleza digna de museos y libros de historia.
Los dos latían desbocadamente sincronizados, sentían con misma intensidad, se besaban con la añoranza de dos amantes desesperados. La flama de las velas proyecta las sombras de sus cuerpos desnudos en las paredes, nadie es testigo de su unión en el mirador, pero cualquiera que tuviese tal oportunidad confirmaría que aquello era hacer el amor; no por el acto sexual, sino por las miradas de amor, las sonrisas, y las dulces palabras susurradas de manera entrecortada.
Sobre todo porque al terminar, comparten un cálido y reconfortante abrazo, Yoongi oyendo los latidos de Jungkook cuan la mejor música, sintiendo sus dedos trazando siluetas en su espalda, sin ninguna restricción.
Ambos estaban más que seguros de que no querían más nada en el mundo que no fuera estar siempre de esa forma.
El acto se repite varias veces en los días previos, ya estaban tan enamorados del otro, que era muy difícil de ocultar. Durante una cena, les toman desprevenido al interrogar a Kook para indagar de alguna novia, el chico no tuvo más remedio que inventar una, a pesar de que la idea no contentó al profesor, y desde ahí, comenzaron más frustraciones.
Para completar, Yoon tuvo que forzarse a estar con Jieun más tiempo, fingiendo un cariño que no es sincero -no de aquella manera que quisiera la chica-, todo porque el mismo Jungkook se lo pidió para no levantar sospechas.
Para ellos estaba siendo muy duro e insoportable el ver al otro con alguien más, compartirse, no ser capaces de sostener sus manos en público, besarse como las parejas normales en cualquier sitio, gritar su amor y además tener que conformarse con cosas a medias, ocultas. Nadie estaba preparado para lo suyo, era un tema sumamente delicado y tabú, con todo y que Jungkook nunca le contó nada, suponía que para su familia sería un sacrilegio, pues tiene el presentimiento de que la orientación del de linda sonrisa de conejo era uno de los motivos de su exclusión y repudio, algo que ocultan y nunca tratan en voz alta.
Sus dudas se acrecientan cuando conversan de un titular en la prensa que narra el fusilamiento de una pareja homosexual en Corea, justo su país de origen.
–No es que apruebe la violencia radical, pero algunas personas atraen sus propias desgracias, buscas sus consecuencias.
–Es antinatural, no es una sorpresa que a otras personas no les haga gracia alguna.
–No me gusta tocar esos temas – Jieun acorta con una sonrisa tensa, limpiando sus boca con elegancia y volteando hacia su prometido para tomarle la mano sobre la mesa –. Mejor hablemos de los preparativos para la boda, ¿Te parece, cariño?
Jungkook mantiene la concentración en su plato, apretando sus cubiertos con más fuerza de la necesaria, manteniéndose al borde de la repulsiva charla que le genera un revoltijo en el estómago y cierra a tráquea con rabia. Quien lo nota es su Hyung, que le mira con preocupación apenas una gota de sangre cae al mantel.
–Kookie, tu mano – su repentina interrupción capta la atención del resto, y el mencionado suelta el cuchillo con un pestañeo distraído, como saliendo de un trance al observar su palma herida con una mueca. No duda en levantarse con torpeza. Quiere imitarlo, depositando sus cubiertos y servilleta de lado –. Hay que limpiarte el corte.
–No seas tan despistado, Jungkook.
–¿Cómo te hiciste eso?
–L-lo siento, me distraje – excusa colocándose la servilleta de tela, su madre le perfora por ensuciar sus pertenencias y eso le pone más inquieto. Niega al pelinegro que se trata de levantar –. No te preocupes, puedo solo, Hyung.
–Sí, cielo – la joven lo sostiene de su manga con una sonrisa incómoda –. Es un chico grande, puede ir solo a la cocina y así podemos continuar conversando de...
–¿De qué cosa? ¿De cómo fusilan a personas por ignorancia comunitaria? ¿Eso y la boda es más relevante que a que tu hermano tenga una herida, Jieun? – su brusquedad al cuestionarles crea un silencio pesado, sabe que se ha dejado llevar un poco por las emociones, y lo único que le queda por hacer es solucionarlo con una inhalación –. Perdón, es que tuve un mal recuerdo y no me agrada ver a alguien sangrando. ¿Me excusan un momento, por favor?
Algo recelosos, asienten y permiten que el de lentes se lleve a un cabizbajo Jeon para la cocina. Una vez ahí, el mayor le ayuda a curarse, desinfectando y vendando con diligencia y tacto, sin embargo, estaba algo obstinado y comenzó a discutir con el lastimado.
–¿Querías que te ignorara mientras estabas cortándote con un cuchillo?
–Ya ha ocurrido antes, siempre he estado solo y no ha sido ningún problema de relevancia.
–Pero ya no lo estás, me tienes a mí.
–¿Qué tan cierto es eso, Yoongi? – en su voz se percibe la tristeza, la agonía, como en el tormento que denotan sus pares café –. No debiste interrumpirlos así, menos con un tema tan polémico.
–Yo sólo... – aparta la vista, tragando con dificultad debido el malestar que le causa la impotencia de no ser capaz de darle afecto o protección a su mocoso – Me repugna cómo piensan.
–A mí igual, pero no hay nada que hacer para cambiarlos, ahora te pondrán el ojo. Así son las cosas, Hyung.
Tal frase se volvió la excusa para reprimirse más en medio de los demás, para tener que morir soportando verse en otros brazos, porque hasta el castaño tuvo que buscar una novia para aparentar, y era algo que estaba acabando con Min poco a poco.
Los días transcurren y verse a escondidas es doloroso, pero el dilema radica en que es hasta peor cuando no lo hacen. Cada beso es más apasionado, como si fuese el último otorgado, y cada noche sin dormir en la cama del otro es una tortura sin igual.
El reloj corre y falta un mes para la boda, ninguno lo tolera, pero las cosas son así, pues no saben cómo detenerlo.
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–A-ah...Hyung, más... – los gemidos ahogados resuenan en el entorno cerrado, tanto como sus alientos y el golpe de sus pieles transpiradas, haciendo eco en las paredes. Siente el corazón en su garganta, las sensaciones placenteras extendiéndose por toda su anatomía, incluso las lágrimas se le escapan por la intensidad del acto. Dirige sus dedos a la espalda nívea, clavando sus cortas uñas en esta, como sus talones en la cintura del mayor, quien le penetra deliciosamente en su punto justo –. Voy a... Y-Yoonie...
Adoraba que le dijera tan dulcemente, que le rogara por más, porque se lo daba sin dudar. Le encanta complacerlo en todo ámbito.
–Dime que no te tocó... – es inevitable callarse su angustia, su desespero –.Ella no t-te tiene como yo...
–¡H-hyung! Ah... – jadea entrecortado, arqueándose, sintiéndose rebosante y lleno, era como sentir en todos lados al azabache dentro de él, incluso su bulto en el abdomen – Nada más eres tú.
Solía pedirle a Yoongi que borrara los besos de la delicada rubia con la que salía por pura obligación, que desechara las huellas en con su mano más varonil sujetándole, que lo cargara de su aroma masculino para opacar el perfume femenino, y que le llenara para evaporar la suciedad que sentía con el tacto de la chica en su cuerpo; nunca ha tenido sexo con ella, no era capaz, pero se sentía erróneo siquiera respirar a su lado. Le apena con la muchacha, no era mala, simplemente no era su adorado Yoongi hyung.
Odiaban compartirse, porque aquella sensación de no pertenencia, desapropiada, también le ocurre al más pálido, pues le hace las mismas peticiones y declara mil disculpas a su lindo Dongsaeng cada que puede.
Los dos culminan juntos, abrazados y agitados, recuperando el aliento de tan abrasivo orgasmo y manteniéndose unidos como uno solo. De un minuto a otro, Jungkook comenzó a sacudirse debido al llanto, Yoongi no duda en abrazarlo, acunarlo como a un pequeño, aferrados al otro, limpiando las gotas saladas con sus labios y dedos temblorosos.
No hay centímetro de Jeon que Min no conozca, y viceversa. Así mismo, no hay sentir que no compartan, por lo que el mayor ya estaba llorando en silencio.
–N-no quiero que te vayas...
–No lo haré, Jungkookie...
Era una promesa que ambos se hacían, sin mínima pista de lo que el destino en esta vida les depararía, porque las cosas son así, y el tiempo no es el adecuado muchas veces...
Por ello, esa fue su última vez haciendo el amor en medio de las burlescas y frías sombras.
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Taehyung porta golpes en su rostro, le miente al alegar que fue producto de una pelea con los abusivos muchachos del muelle, pero Jungkook ya es lo suficientemente consiente de lo que significa enamorarse de alguien indebido, la certeza de que aquello se debe a la misma causa de que Namjoon Hyung esté casándose sorpresiva y apresuradamente aquel viernes, con una expresión desolada y abatida, mientras presencian todo en los bancos de la iglesia de San Juan, en Plaza Azul.
Su amigo lo soportó toda la ceremonia, no tiene idea de cómo lo consigue, aunque no sonríe como solía hacerlo en tales ceremonias, mas sí lo oyó llorar en los baños cuando estos estaban deshabitados. Le consuela sin palabras, está para apoyarle en un silencio tácito que no se atreven a romper, con la amarga sensación en su ser al recordar que tal cual le sucederá a él cuando Yoongi contraiga matrimonio con su hermana mayor, precisamente misma con la que éste baila en el salón donde el banquete se sirve, en honor a los recién casados.
–Así será mi vida cuando me case con Oppa – la voz femenina y delicada de la bajita le interrumpe más tarde una vez están en casa, entrando a la sala principal, donde él dibujaba su boceto en el sofá. Cierra su cuaderno con disimulo y le da espacio a su costado, sin modular palabra, ella se sienta con una sonrisa algo melancólica –. Jungkookssi, tu nunca me lastimarías, ¿Cierto?
-¿L-lastimarte? – no evita negar apresurado, con la paranoia y culpa carcomiéndole por dentro – Claro que no, JiJi.
–Odiaría que algo malo te sucediese – musita tan bajo, que no logra escucharla del todo bien, sin embargo, le estaba dando escalofrío la mirada indescifrable de su hermana mayor, un revoltijo en su estómago. Ellos siempre fueron unidos, lo suficiente como para saber que algo le pasa a la de cabellos claros que se expresa con voz vacilante–. Entiendes que si siempre me termino yendo de aquí hasta la ciudad, no es porque no te quiera ¿Verdad? Porque las cosas no son como las queremos, aunque duelan muchísimo, Jungkookssi.
Fue como una patada en su pecho, un golpe a la realidad que resalta la verdad que tanto quiso evitar: Yoongi y Jieun iban a irse pronto, esa misma semana, y en otras dos, contraerían nupcias... No hay retorno.
–Yo... Lo sé, Noona – susurra con dificultad, enfocado en el agarre que ella ejerció en su mano, con tanta delicadeza que le quema; la misma mano pequeña, femenina y cálida que le brindaba seguridad de niño, misma que sostiene libremente la del hombre que él ama. Estaba sintiendo su pecho doler –. ¿Eres feliz?
–Lo seré si todos hacemos lo correcto – contesta tras una pausa, conteniendo sus propias ganas de llorar –. Tenemos que jugar nuestras partes, Jungkook. ¿Recuerdas cuando éramos niños?
Lo hace, irremediable y tristemente, lo hace.
–Prometí hacerte feliz, protegerte, y nunca rompo mis promesas – concluye, todo lo destrozado que se puede estar por dentro mientras se sonríe por fuera –. M-mi mayor deseo es que los dos se hagan felices y se completen.
Jieun sonríe de misma forma para su hermanito, abrazándole por un minuto entero antes de irse a su recamara. Jungkook permaneció ahí a oscuras por quizás una hora completa, viendo a la nada, con una libreta repleta de dibujos del chico que cambió irrevocablemente su vida, el que se apoderó de su corazón...
Y al mismo que dejaría ir por un bien mayor, se lo repite llorando sobre las hojas de papel que corren el carboncillo, borrando las siluetas que ya tiene igual marcadas en su alma, piel y mente.
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Algo no marchaba bien, no cuando Jungkook estaba demasiado serio y lo arrastraba al Faro del Fiordo, era muy lejos de donde residen, y lo que acrecienta su mal presentimiento es que el chico comenzó sin rodeos apenas entraron:
–Se irán este Domingo.
Una discusión se desató con la sentencia, subiendo de intensidad por segundo, hasta que no lo soportó callar más en medio de su desespero:
–¡Pues lo niego, me rehúso a verte como un amante y una aventura de verano! ¿Sabes el motivo? Porque para mí ha sido la mejor época, no una historia de una sola página, Jungkook – se detiene para tomar una inhalación, siendo firme al proseguir: –. Voy a terminar nuestro compromiso. Yo no la amo, es absurdo seguir con esto, continuar mintiéndole no es justo para nadie. No soporto estar con ella cuando eres tú a quien quiero.
Contradictoriamente, el mundo se derrumbó para el castaño junto a sus esperanzas de solucionar el caos que provocó, se mantuvo en pie exclusivamente de milagro, siendo más fuerte de lo que imaginaba; estaba más que atónito por todo el afecto que despertaba en el mismo hombre al que tanto ama.
Era hermoso y trágico ser correspondido.
–Estás loco, n-no eres capaz...
Da un paso decidido.
–Soy más capaz de lo que piensas si es por ti.
–¿Y cuál es tu plan? ¿Decirles de lo que tenemos? – le reta, acompañado de su ceño fruncido – ¿Vas a contarles a mis padres y a todos que estás acostándote con otro hombre?
–¡No lo diga así! – persiste con intranquilidad, jalando su cabello con una mano – Y-ya veré qué decirles, o sino p-podemos irnos a algún sitio, tal vez buscar escapar de aquí.
–¿Te estás escuchando? – se exalta, obligándose a no divagar en ideas e ilusiones que son simples fantasías. Le lastima muchísimo imaginar que sí era posible para ellos vivir felices y en paz, no en un planeta así, no en estos tiempos – ¡En cualquier lado del mundo ver a un hombre junto a otro es considerado como algo normal ni bueno! V-vivir huyendo, siendo perseguido y s-sin estar tranquilos... Acepta que este libro ya se acabó.
–¡No, no puedo porque te amo!
Ambos están alterados, suplicándose cosas distintas, contradictorias, anhelándose con una mortificación más que notoria.
–N-no hagas esto, Yoongi – ruega al borde del llanto, ya cansado del nudo que se traga. Tiene que convencerlo a como de lugar –. Amas a tu familia, tu carrera, tus estudiantes, lo vas a perder todo si lo haces.
–Oh, no – va hasta él para acunar su rostro con ternura, acariciando con suavidad de sus pulgares, porque detesta verlo tan mal –. Más miedo tengo de perderte a ti, Jungkook... Eres mi todo.
Tenía que hacer todo para salvarlos.
–No... N-no es posible perder lo que no se tiene, Hyung.
–¿Para ti no significa nada? Mírame, sé que sientes lo mismo por mí – suplica una vez se está recuperando de su crudeza, estaba en shock. No lo es capaz de creer, no del menor. Lo hace mirarle para que aprecie lo angustiado que le tiene, sosteniendo de un hilo, como un hombre agonizando–. ¿No me quieres acaso, Kookie?
Lo siguiente que contesta, obligándose a sostenerle la vista en medio de su incesantes lágrimas, fue lo más duro que jamás tuvo que fingir en su vida:
–No lo suficiente como para arriesgarlo todo por ti, Yoongi.
"Por supuesto que te amo, lo estoy entregando todo por ti, bebé"
Dos corazones se rompen en ese preciso segundo, con una simple sentencia. Siente una puñalada, no le es posible tragar la opresión, ni detener las saladas gotas que caen por su rostro. Yoongi se aparta del Dongsaeng con todo el pesar, lenta y tortuosamente. Ya estaba aterrado, como si su felicidad fuera arena escapando por sus dedos, por más que la abrace contra sí.
–¿Tú... Quieres esto de verdad? – no reconoce su propia voz, temblorosa y quebrada –. J-Jungkookie, me estás matando...
Desea tanto decirle que estaba muriendo igualmente, aliviarlo y reponer todo, sin embargo, reafirma con un sollozo a medias:
–Q-quiero que te cases con Jieun y tengan una familia, x-como alguien normal. Es lo único que te pido, así que no dudes en irte, p-por favor.
Lamentablemente, cuando hay un dolor tan agudo, una decepción que quiebra tu alma y parece llevarse un pedazo de ella, actúas por despecho, cegado por el desamor, el orgullo, la impotencia y rabia, o también la razón y el mismo amor por la otra persona, misma que ponemos por sobre nosotros mismos.
Yoongi cumplió su petición al salir del lugar con una parte de él totalmente rota, y Jungkook no le suplicó como lo deseó el día que se marchó lejos de su vida. Ni siquiera se despidieron, pues no fueron tan fuertes, pero eran participes de que una parte de ellos nunca regresaría, como los años que transcurren viendo lo marchitos que están.
Kook no asistió a la boda, ni a ninguna celebración donde la pareja estuviese.
Yoon no asistió a la graduación universitaria del chico, ni a la inauguración de su galería.
Ya no eran Yoongi y Jungkook, sino personas apartadas por un punto.
Jungkook cada vez que la familia se reúne, tiene una excusa planeada, como lo hace para el nacimiento del primer hijo del hombre al que tanto continuaba amando. Porque cada estación que pasa, es impresionante cómo no detiene su aprecio, lo guarda y crece como los cerezos.
Los años van y vienen, cada sitio le recuerda a Yoongi, guarda aún su suéter, sus dibujos, la grabación de cuando tocaba el piano para él cuando la casa estaba sola para ellos, una Polaroid de su Hyung sonriendo desprevenidamente, y sobre todo, todavía lo sueña...
Que triste es que no tiene idea de que lo mismo le ocurre al azabache.
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Yoongi se apresura a tomar el teléfono de la sala apenas llega por la puerta, escuchando el incesante sonido haciendo eco y maldiciendo cuando tropezó con la pila de cuentos infantiles que los niños abandonaron en media estancia. Saca su bufanda con agilidad y luego lanza su abrigo en el perchero descuidadamente, aunque seguro se llevaría un regaño luego.
–¿Diga?
–...
Suponía con una corazonada de quién se trataba con tan sólo levantar la bocina, porque a pesar de no recibir una contestación verbal inmediata, conocía su respirar, incluso el aura del chico le invade estando tan lejos, una pista de la conexión que nunca van a perder; ni con años, ni miles de kilómetros, tal como los latidos desbocados de su pecho cuando murmura:
–¿Jungkook?
–Hyung... No sabía que estarías a esta hora en casa.
Confirmó sus sospechas con su forma de decirlo, en su melodiosa voz, que no cambia con los años, la cual reconoce en una multitud y aún le cala hondo en cada poro: Claramente no esperaba que fuese quien atendiera, entre la sorpresa y la incomodidad identificó su entonar, y es que sabe que el castaño todavía le evitaba, no había tenido noticias de él desde la última vez que lo vio en su adolescencia, con un recuerdo tormentoso de despedida en aquel faro. Tampoco respondió sus primeras cartas, el chico se comunica exclusivamente con su esposa en medio de postales y cartas, llamadas y visitas esporádicas en las que él no está presente.
Su charla es superficial, no quiere que cuelgue o hacerlo pesado, por suerte Kook lo permite. Le comenta que Jieun estaba llevando a los niños al parque y él acababa de salir del trabajo más temprano, se ahorra los reclamos de su ausencia porque no tiene derecho, porque seguramente es el único que no supera lo suyo tras siete años.
Poco imagina que Jungkook, desde el lado contrario de la línea, estaba tan afectado como él.
–Son bastante traviesos, tienen más parecido a los Jeon que a los Min – se guarda el detalle de que su hija tiene el mismo lunar que él debajo del labio inferior, algo que le encanta y le lastima a su vez. En su lugar, aporta: –. Adoran cuando los visitas, hablan mucho del genial tío Jungkookie.
–A mí me fascina hacerlo – es cierto, ama a sus pequeños sobrinos, a pesar de que colocan el dedo en la herida cada que se recuerda que son los hijos del hombre al que no logra superar y su hermana –. Rose tiene tus ojos.
–Entonces es como si fuera nuestra hija, porque tiene algunos de tus rasgos.
Era una oración peligrosa y masoquista, los dos lo sabían, rozando el borde de una estabilidad medida.
–Nunca hubiese sido posible – zanja con falsa serenidad, con una risa carente de vida pero bien disimulada por su tono, algo que aprendió a tener con los años de buena actuación –. Tomamos la mejor decisión, de esa manera ahora tienes hijos a los cuales amas.
–¿Por qué evitas verme? – no se contiene, porque le obstina que siempre busque cómo hundirlo más con sus enfatizaciones de lo que no pudo ser –. No lo vayas a negar
Hay un suspiro bajito, casi inexistente.
–Porque pienso que es lo más sensato y conveniente, Yoongi.
–Significa que no lo has olvidado.
–¿A qué pretendes llegar con esto? Es pasado, ya no hay vuelta atrás.
–¿Eres feliz?
–¿D-disculpa?
–Todo lo hice por ti, porque me lo pediste. Dime ahora, ¿Valió la pena? ¿Eres feliz, Jungkook?
La misma maldita pregunta que le hizo a su hermana cuando decidió dejarlo todo.
No lo era en lo absoluto, refiriéndose a esa parte que perdió cuando se marchó, sin embargo, posee cosas en su vida que lo hacen sentir muy feliz, al menos una manera de rellenar la falta, de estar pleno. No tiene pareja, no fue capaz de mantener a nadie a su lado que no fuese Yoongi, pero no era algo que le causaba infelicidad o fuera una desgracia para él, tampoco es alguien quien aspire a formar una familia, establecerse o casarse.
–Tengo todo lo que necesito, pero no todo lo que quiero – decide decir tras unos segundos–. La vida es así... ¿Qué hay de ti?
–Me faltas tú – no tiene problema en confesárselo sin tapujos ni rodeos, en poner de nuevo su corazón -siempre que el otro esté dispuesto a sostenerlo- en aquellas manos que extraña en demasía, para así darle el poder de destruirlo de nuevo; al fin y al cabo, es suyo, siempre lo ha sido y lo será. Por el silencio prolongado, añade con tono ronco y dedos sudorosos: –. No hay día en el que no me arrepienta de no haber luchado por ti, pero sé que aún de haberlo hecho, tú no me querías como yo a ti, Kookie.
No esperó respuesta, quizás le colgaría o le insultaría...
–...Lo hice – fue un susurro tan real como roto. Oye cómo Min retiene su aliento, él mismo tiembla un poco, cerrando sus ojos para calmar su respiración. No estaba bien confesar algo tan problemático, menos con tantos años transcurridos donde se suponía debieron haber sepultado todo el asunto, pero de pronto tuvo la urgencia de decírselo y detener sus mentiras, por un breve instante al menos: –. Yo sí te quería, Hyung.
No tiene explicación para la cantidad de sentimientos que le invaden en un instante, no tiene idea de si debe gritarle o llorar desconsolado, sin embargo, absolutamente nada sale. Permanece estático, oyendo únicamente su pulso nada junto a la respiración silenciosa de Kook por el aparato, todo mientras el tiempo se suspende.
La puerta suena y los llamados de su hija le sacan de su burbuja como un reventar, pues la pequeña le abraza por la cintura tras correr hasta él, y a lo lejos divisa a su esposa y a su otro hijo.
Jungkook los escucha, y no es capaz de soportar cuando la voz de su hermana le dice a Yoongi " Cariño, llegué a casa". Cuelga y se hunde en su asiento, llorando en silencio, ignorando sus ganas de huir, y es que no sabe de qué quiere hacerlo exactamente.
En la residencia Min, Jieun se aproxima entre alarmada y extrañada, puesto que su esposo lloraba abrazando, o más bien aferrado, a la menor de la casa.
–¿Yoongi? ¿Qué sucede?
–¿Quién era, papi? – Rose hace un puchero tan adorable que destroza más a su padre, a quien le limpia con sus deditos las lágrimas que derrama sin parar, tal como él lo hace cuando ella se siente triste –. ¿Te dijeron algo malo?
Niega con una sonrisa rota, recomponiéndose para evitar mortificarlos.
–N-no, por supuesto que no. Recordé algo del pasado con una charla de un viejo amigo y me puse un poco sentimental. ¿C-cómo les fue?
El tema se desplaza hasta que están haciendo la cena más tarde, los niños en el baño lavando sus manos, ya que su esposa se le acerca con brazos cruzados y rostro indescifrable.
–¿Era Jungkook? – Yoon detiene los cortes, paralizado en el sitio, suficiente respuesta para hacerla concretar: – Vaya, realmente es el único que te haría llorar desconsoladmente.
–¿Lo sabías? – se le escapa, observándola con total incredulidad –. ¿Lo nuestro?
–Era difícil no notarlo, Yoongi – exhala con actitud neutral–. Quien no lo hizo, simplemente prefirió hacerse el ciego.
No sabe si enfurecerse o culparse, apretando sus puños y golpeando la encimera sin mucha fuerza, un ruido seco resonando.
–¿Y por qué permitiste que siguiéramos si eras consiente de todo?
–Nunca te contó lo que pasó con Park Jimin ¿Cierto? – inquiere con pesar, rebatiendo la anterior pregunta ante la reacción confundida del pelinegro, entonces se apiada y le relata todo: Le cuenta sobre el amigo de su hermanito, ese que fue el primer novio del menor y mismo al que descubrieron los niños de la escuela robándole un beso a Jungkook; ese al que mataron a golpes sus propios padres después de que muchos fueran a gritarles en sus caras que criaron un monstruo; el que hizo que los Jeon negaran todo y obligaran a un pobre y traumatizado Jungkook a aislarse, a ser "normal". Le narró el motivo principal por el que a ellos dos les enseñaron a cumplir sus papeles en la sociedad, como un juego de actuación, la causa de que su hermano tuviese pavor a que le hicieran lo mismo a él. Cuando terminó, Yoongi estaba horrorizado, petrificado y conteniéndose de hiperventilar tras sentarse con piernas tambaleantes en la silla del comedor. Se fue a su lado con la vista igual de empañada, acariciando su hombro en apoyo –. Incluso si tú y yo nos alejábamos, no hubiesen podido conseguir un buen final, Yoongi... Ha sido un tiempo equivocado para ustedes, lo lamento.
Y es que, si bien Jieun se culpaba y acarrea con la infelicidad de los dos hombres que tanto adora, creía que estaba protegiéndolos a ambos de un final trágico.
Min no tiene palabras para expresarse, abatido con todo lo que le arrebató el cruel e injusto destino. No mencionan más nada, pero desde aquella charla algo cambia en ellos, claro que nadie lo nota, porque un matrimonio luce bien y estable por el simple hecho de portar un anillo en sus dedos mientras van con sus hijos a la puerta del colegio, es sólo detrás de los muros puedes apreciar lo roto y falso que es.
Fue durante la navidad de aquel año que Yoongi recibió una simple y modesta caja, una que al abrir le arrebata el respirar: Tiene unas veinte polaroids con fotos de los dibujos de aquella libreta del castaño que tanta curiosidad le causó, y que nunca vio. Sin embargo, una de las cosas que más le quebró, fue el pedazo de papel con su letra, un mensaje tan corto como significativo, uno que guardaría de por vida:
Lo sigo haciendo, siempre lo haré, Yoonie hyung... Pero no debemos buscarnos, hay que resistir, amor mío.
Jk.
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Anda por los alrededores, examinando cada lugar con ojos curiosos, temeroso a lo desconocido pero ansioso de descubrirlo. Cuando llega a un prado, divisa a quien busca, parado en un sitio, tal como lo recuerda, compartiendo una mirada de anhelo y amor que le hace sonreír más y más con cada paso apresurado que da hasta él.
Comparten un abrazo tan añorado para ambos, sin soltarse ni por error, sollozando sin refreno alguno, sólo que esta vez se debe al goce aliviante, por todos los sentimientos que acumularon toda una vida y no pudieron liberar allá.
–Te extrañé tanto, Hyung...
–Ya estoy aquí, te esperé todo este tiempo, Kookie...
Viéndose a los ojos, sonriéndose y besando sus labios con total deleite parsimonioso, la euforia de la mano con el afecto, los dos finalmente se sentían en casa.
Porque están en un lugar donde nadie los juzgará ni sufrirán, un sitio donde todo es amor, donde todos son iguales y se aceptan sin acusar o señalar... Al fin estaban en el tiempo correcto, hasta que volvieran a reencarnar en una mejor sociedad, porque sin duda alguna, Jeon Jungkook y Min Yoongi estaban destinados a encontrarse donde fuera.
Fin.
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