Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

7

Rebecca despertó al escuchar los insistentes golpes en su puerta. Sonrió levemente al ver las flores en su buró, sabiendo que había sido Steve quien se las había enviado, ni siquiera tenía idea de cómo había descubierto que esas eran sus flores favoritas, tampoco entendía por qué no se las había directamente pero decidió no insistir con el tema, el detalle estaba y eso había hecho que el corazón le latiera aún con más fuerza. Steve era importante para ella, le gustaba saber que ella lo era también para el chico.

Anoche lo había perdonado, no sólo porque no podía estar molesta con él, también porque lo quería cerca.

—Ya voy —masculló al seguir escuchando los golpes en la puerta.

Se paró con dificultad, aún le dolían las puntadas y cada respiración era un martirio. Abrió la puerta y se topó con Nancy, quien le sonrió levemente, Rebecca la dejó entrar a su habitación.

—¿Cómo estás? —preguntó su hermana una vez que se volvió a acostar.

La castaña se encogió de hombros, haciendo que una punzada de dolor le recorriera el abdomen.

—El dolor no ha disminuido —admitió— pero puedo soportarlo, las pesadillas son... —suspiró, dejando la frase al aire. Era cierto, apenas había podido dormir, el monstruo no paraba de aparecer en su cabeza.

Nancy le acarició la mano y Becca le dedicó una leve sonrisa.

—Estamos a salvo —afirmó.

Rebecca asintió a pesar de que no estaba segura de estarlo, había otro mundo viviendo con ellos... dudaba que fuera el único ser vivo de ese lugar, sin embargo, no insistió con el tema y se quedaron en un incómodo silencio.

—No te lo había preguntado por todo lo que ha estado ocurriendo —comenzó a decir la menor—, quisiera aclarar las cosas —Rebecca asintió, mirándola expectante—. El día de la casa de Jonathan... ¿por qué estabas con Steve?

—Fui a golpearlo por lo del cine —admitió, sabiendo que diría la mitad de la verdad—. Después me pidió que lo acompañara a limpiar el grafiti y, cuando terminó, a casa de Byers.

—No sabía que fueran tan cercanos.

—No lo somos —eso no era mentira, Steve Harrington y Rebecca Wheeler no eran cercanos, al menos hasta ese día.

—¿Entonces? ¿Por qué te pidió a ti que lo acompañaras y no a alguno de sus amigos?

—Eso tendrás que preguntárselo a él.

Nancy respiró con fuerza, evitando mirar a su hermana, quien estaba consciente que el tema no terminaría ahí.

—Bien —acabó por decir la menor—. Me alegro de que estés mejor.

Rebecca asintió, sonriendo a medias, sonrisa que no fue correspondida por Nancy, sabía que la brecha entre ellas había vuelto a crecer.


—Por cierto, vino a buscarte una chica, Robin...

—Buckley —completó Becca.

—Ella, ¿le digo que suba?

—Por favor.

Nancy afirmó con la cabeza, estaba por salir de la habitación cuando dirigió la mirada al buró de Rebecca.

—Lindas flores.

Rebecca no respondió, no cuando era un regalo del novio de Nancy, mucho menos porque para ella esas flores significaban el mundo entero.

Se quedó sola en la habitación preguntándose en qué se había metido, ¿cómo había acabado involucrándose con Steve? ¿Cómo es que no podía dejar de pensar en él y porque lo extrañaba? Intentaba decirse que era a causa de la situación que había vivido, que eso la había hecho estar agradecida con él y verlo como su salvador, sin embargo, no se engañaba como ella quisiera.

—Rebecca, dios —exclamó Robin en cuanto estuvo en la puerta, acercándose a su amiga y abrazándola, la chica le correspondió el gesto—. Vine tan pronto como me enteré, lo juro, ¿cómo estás?

—He estado mejor —sonrió la chica, haciendo sonreír a Robin.

Robin se había convertido en su amiga unos meses atrás al toparse seguido en una cafetería, habían comenzado a charlar casi a diario y acabaron por volverse cercanas.

Conversaron de trivialidades por un rato, riendo mientras Robin le actualizaba los chismes y rumores de la secundaria, la noticia de su ataque se había esparcido como pólvora, apenas se hablaba de otra cosa. Will Byers y Rebecca Wheeler eran el tema de conversación en todas partes.

—Deberías escucharlos —rió Robin—, uno de los chismes es que perdiste el ojo.

Rebecca rió sin ganas, escuchar ese tipo de cosas le restaba cualquier tipo de ánimo que pudiera sentir de volver a la secundaria. Sabía que todos la mirarían y analizarían con lupa, como si ya no fuera la misma persona con la que habían compartido todos sus estudios. No, definitivamente no quería volver.

—¿Y esas? —preguntó Robin al ver las flores.

—Un regalo —sonrió Rebecca, ganándose una sonrisa de oreja a oreja por parte de Robin.

—¡Te sonrojaste! —exclamó—, ¿vas a decirme quién te las dio?

Rebecca lo pensó por un momento, confiaba en Robin, sabía que no se lo diría a nadie, sin embargo tenía miedo de decirlo en voz alta, eso haría que fuera real.

—Steve —reconoció.

—¿Quién es Steve?

—Sabes quién es, Harrington.

Robin la miró boquiabierta y Rebecca sabía de sobra la razón, su amiga sabía que no era precisamente del club de fans de Steve Harrington.

—Contexto —exigió Robin haciéndola reír.

—Nos volvimos... no sé, ¿cercanos? Hemos pasado tiempo juntos los últimos días y resulta que no es tan malo como pensamos

—Wow... —sonrió— ¿te gusta?

—Es mi cuñado.

—Esa no fue la pregunta.

Rebecca suspiró, sin saber muy bien qué decir. ¿Le gustaba Steve Harrington?

—No sé —admitió y su amiga le apretó la mano en señal de apoyo—. ¿Soy un ser humano horrible?

—Nunca, Becca —sonrió—. Estoy contigo.

• • •

Para el final del ciclo escolar Rebecca estaba casi recuperada, le habían quitado las puntadas y la herida había cicatrizado en su totalidad. Se sentía bien, sin embargo, evitaba a toda costa cualquier tipo de prenda que pudiera levantarse y dejar ver sus cicatrices, las cuales medían al menos veinte centímetros de largo con anchos variables. Si cerraba los ojos aún podía ver al demogorgon frente a ella, mostrando sus dientes y atacándola. Un escalofrío la recorrió de sólo pensarlo.

Había dejado de ducharse en la escuela, tampoco había salido a ninguna parte desde el incidente, se limitaba a asistir a clases y regresar a casa casi corriendo por temor a que algo la persiguiera. Vivía con miedo y no sabía cómo escapar de ello.

Arrojó el balón hacia la canasta y logró un lanzamiento perfecto, escuchó aplausos a sus espaldas y sonrió levemente al ver a Steve. Apenas habían estado en contacto desde Navidad, Rebecca evitaba bajar cada que iba a su casa a ver a Nancy, en las clases mantenía la mirada baja y se sentaba lo más alejada posible, sin embargo, su mirada chocaba con la del castaño tan seguido que no estaba segura de estar evadiendo nada.

—¿Hay espacio para un integrante más? —preguntó Harrington.

Rebecca le arrojó el balón, dándole a entender que sí. Jugaron en silencio, arrojándose el balón y encestando, nunca antes habían jugado como equipo y la chica se sorprendió de lo bien que lo hacían, como si pudieran leerse la mente. No era necesario hablar, ni siquiera intercambiar miradas, sus cuerpos sabían perfectamente lo que hacían.

Jugaron por un rato más y la chica disfrutó cada segundo porque, como bien sabía, evadir a Steve iba en contra de sus deseos.

—Nada mal, Wheeler —sonrió Steve cuando terminaron, haciéndola rodar los ojos.

—Nunca vas a reconocer que soy incluso mejor que tú —se quejó, haciéndolo reír.

—Es porque no lo eres.

Rebecca puso los ojos en blanco y se sentaron en las gradas a tomar agua.

—¿Cómo estás? —preguntó el castaño, Rebecca evitó su mirada.

—¿Tú?

—No fui yo quien vivió lo que tú, Bec.

La chica suspiró.

—No puedo dormir —reconoció—. No puedo hacer nada en realidad, siempre está ahí.

Steve no dijo nada y Rebecca no quería que lo hiciera, no quería que Harrington la consolara ni tampoco deseaba despertar su lástima.

—Me iré a California —acabó por decir.

—¿Cuándo? —preguntó Steve de inmediato, haciéndola esbozar una leve sonrisa.

—Hoy.

Se quedaron callados y Rebecca se sorprendió de lo cómoda que se sentía, no era un silencio incómodo, no necesitaba decir nada ni apresurarse a terminar el momento, se sentía en paz con Steve, era la primera vez en semanas que no sentía estar siendo perseguida.

—No te preocupes, Harrington, llegaré para el último año —sonrió la chica, poniéndose de pie.

—No estaba preocupado —se quejó—. Cuídate, Bec.

Rebecca asintió, dedicándole una última sonrisa antes de irse, permitiéndose mirarlo más de la cuenta, después de todo pasaría un rato sin verlo. Los ojos de Steve brillaban y sabía que los suyos también lo hacían, después de todo, quería a Harrington con el alma.

• • •

Rebecca Wheeler pasó el verano en California, intentando olvidar lo que había ocurrido, sin embargo, intentaba con más fuerza olvidar a Steve Harrington y lo mucho que le dolía el corazón.

Steve Harrington pasó el verano en Hawkins sabiendo que se acercaba la fecha en que debería ingresar a la universidad. Su relación con Nancy continuó y la culpa con ella, ya que no dejaba de pensar en su cuñada, cuñada que estaba lejos y con quien no había vuelto a hablar desde su entrenamiento de básquetbol. Cuando dejaba de engañarse se reconocía a sí mismo lo mucho que la extrañaba.

Bien sabían ambos que se mentían el uno al otro, a los demás y a sí mismos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro