5
Rebecca sintió cómo le hervía la sangre después de ver el letrero que Steve Harrington y sus fieles seguidores habían hecho sobre su hermana. "Nancy Wheeler, la zorra". De sólo volver a pensarlo se enfadaba aún más. Nadie tenía por qué pasar por una humillación como esa, nadie tenía por qué sufrir esas faltas de respeto, mucho menos su hermana, menos aún cuando los culpables eran gente como Carol y Tommy.
No tardó mucho en encontrarlos, Steve tenía el rostro magullado y la sangre aún seguía fresca. Escuchó que discutían pero apenas pudo pensar en ello, ya que se acercó a Steve con paso seguro y le reventó una cachetada en el rostro.
—Qué poco hombre eres, Harrington —escupió la chica con odio, ignorando los insultos de Carol y Tommy.
—Por lo que veo ya le enseñaste a tu hermana menor tus mañas de California —se burló Tommy—. ¿Tú escogiste a Byers? Seguro participaste.
Rebecca apretó los dientes con fuerza antes de girarse y patear a Tommy H. en sus "partes". Al instante el chico se dobló de dolor.
—¿Te dolió? —preguntó la castaña, fingiendo asombro—. Puedes entender mi sorpresa, con eso de que no tienes huevos no pensé que fuera a dolerte.
Carol estaba histérica, insultando a Rebecca quien ni siquiera la miraba, continuaba observando a Tommy con media sonrisa en el rostro.
—Vuelve a decir algo de mi hermana y te reventaré el otro —advirtió la castaña.
Escuchó a Tommy insultarla mientras la pelirroja intentaba auxiliarlo, la verdad es que lo que Tommy H. pensara de ella la tenía sin cuidado, había cosas mucho más importantes de las qué preocuparse.
Se alejó de ellos dando zancadas, no quería tenerlos cerca ni seguir escuchando sus estupideces. En ese momento agradeció que sus padres se negaran a prestarle el auto, seguramente los hubiera atropellado a todos sin el menor remordimiento.
—¿Te llevo? —preguntó Steve, apareciendo junto a ella.
—Es la pregunta más estúpida que he escuchado —masculló la chica, continuando su camino.
Harrington se mantuvo junto a ella, pese a las miradas de odio de la chica.
—Lo siento —acabó por decir Steve—. Soy un idiota, debí haberlos detenido, yo...
—Idiota es un eufemismo para lo que realidad eres.
—Ya lo sé. Por favor, Wheeler, acabo de recibir la paliza de mi vida, mandé a Tommy y a Carol al carajo, sólo sube, ¿quieres?
Rebecca respiró con fuerza, mirándolo dudosa. Steve se había frenado y se disponía a bajar del auto, sin embargo, no estaba segura de querer pasar tiempo con él. Sabía que Harrington no era mala persona pero era un idiota de magnitudes macroscópicas y no quería tener que lidiar con eso, no en ese momento al menos.
—En serio lo siento —murmuró Steve, bajando la vista.
La chica suspiró, había algo en Harrington, que detestaba por cierto, que la hacía bajar todas sus barreras.
—No es a mí a quien tienes que pedirle disculpas.
Steve asintió y suspiró.
—¿Vendrás?
Rebecca lo miró vacilante, no estaba segura de qué hacer. Una parte de ella quería subir al auto y pasar tiempo con Steve, la otra no paraba de reprocharse las ganas que tenía de la primera opción.
—Iré a limpiar el desastre —continuó diciendo Steve—. Podemos ver una película después —sugirió, bajando la vista.
La castaña sonrió levemente, sabiendo que Steve Harrington la estaba invitando a una cita y que probablemente estaban condenando sus almas al infierno pero poco le importaba.
—Estoy esperando a que me abras la puerta —sonrió la chica, haciéndolo sonreír.
Subió al auto y cuando Steve estaba por arrancar lo observó con detenimiento, aún tenía sangre y los golpes lucían bastante mal. Harrington la descubrió mirándola y le sonrió levemente.
—No puedo decir que no lo merecía.
—No, no puedes —masculló Rebecca—. Párate en la farmacia, ¿quieres?
Steve asintió y al cabo de unos minutos se encontraban en el estacionamiento de la farmacia.
Rebecca se había empeñado en limpiarle las heridas con alcohol pese a las protestas de Harrington, quien no paraba de quejarse y hacer muecas de dolor. La chica se había tenido que colocar casi sobre él para poderlo curar, ya que Steve no paraba de tomarla por las muñecas evitando que continuara su labor.
—Si no me interrumpieras ya habría terminado —se quejo la chica, soltándose de su agarre.
Steve soltó un suspiro de resignación y la dejó continuar. Rebecca no se había percatado de lo cerca que estaba de él, tampoco de la mirada de Steve, que no paraba de recorrerle el rostro, deteniéndose en sus labios. Tampoco de lo cómoda que se sentía cerca de Harrington o que también lo estaba mirando más de la cuenta.
—Listo —sonrió la castaña.
—¿Terminaste con tu tortura inhumana de tiempos medievales? —exageró Steve, haciéndola reír.
—Se dice gracias.
Steve sonrió a medias.
—Gracias, Rebecca.
La chica le sonrió y se percató de lo cerca que seguía de él, también notó que ni Steve ni ella habían hecho nada para alejarse. Le asustaba, le asustaba el no querer alejarse del novio de su hermana y le asustaba esa tranquilidad que sentía cuando estaba con él, tenía miedo de la química que parecía existir entre ellos y le aterraba el hecho de no querer hacer nada para evitarlo por temor a que terminara.
Le dedicó una última sonrisa antes de acomodarse en el asiento, sabiendo que Steve continuaba mirándola y que probablemente pensaba lo mismo que ella: ¿qué estaban haciendo?
• • •
Rebecca observó a Steve acercarse al empleado del cine que estaba limpiando el vandalismo de Tommy, el trabajador le preguntó si había sido obra suya, Steve no lo había negado pero tampoco afirmado, simplemente se limitó a decir que quería ayudar, cosa que hizo sonreír a la castaña.
Miró a Steve mientras limpiaba y se preguntó qué era lo que pasaba entre ambos, ¿por qué le gustaba estar con él, por qué se sentía cómoda teniéndolo cerca? Le asustaba lo que eso significaba porque ella no podía, no quería y no debía gustar de Steve Harrington: estaba prohibido y completamente fuera de su alcance. Dios, ¿qué diría su hermana si se enteraba lo que pensaba de su novio? Y eso era lo de menos, ¿qué diría si supiera que pasaban tiempo juntos? Nada de eso estaba bien y estaba plenamente consciente de ello, sabía que Steve también estaba al tanto de lo mal que estaba todo eso, sin embargo, por razones que no quería entender, ambos se hacían de la vista gorda.
Respiró con fuerza, intentando alejar los pensamientos, ni siquiera se había percatado de que no le quitaba la vista de encima a Harrington, quien sonreía levemente, tampoco podía creer que ambos fueran tan desvergonzados, como si todo eso estuviera bien.
—¿Qué película veremos?
—Solamente hay una de miedo —murmuró Rebecca, sabiendo lo mucho que las detestaba.
Steve sonrió burlón al ver su reacción.
—Fantástico —sonrió, antes de comprar los boletos.
—Acabas de limpiarte la conciencia y ahora volverás a ensuciarla por dejarme un trauma de por vida —masculló la castaña mientras se sentaban.
—¿Qué te hace pensar que eso me pesa? —se burló el chico, ganándose una mirada asesina por parte de Rebecca.
Entraron a la sala, la cual estaba vacía, y se sentaron en los asientos del centro. La castaña rogó que se fuera la luz en toda la cuadra pero al cabo de unos diez minutos la película comenzó y se resignó a que su deseo había sido ignorado con éxito.
—Te detesto —masculló la castaña, cerrando los ojos y tapándose los oídos.
—Eso es trampa —se quejó Steve, intentando quitarle las manos de las orejas—. Tenemos que estar traumatizados por igual.
Rebecca rió, negándose a abrir los ojos y aferrándose a taparse las orejas. Sabía lo ridículos que lucían y el escándalo que estaban provocando, agradeció que no hubiera nadie más.
—¡No voy a abrir los ojos, Harrington! —exclamó la chica, intentando alejarlo.
Podía escuchar la risa de Steve, quien no paraba de acercar las manos a su rostro para intentar abrirle los ojos mientras ella se esforzaba por alejarlo. Había dejado de poner atención a la película y a los gritos que provenían de la misma, sólo podía concentrarse en Steve y en lo cerca que estaba de ella, hecho que había guiado a sus pensamientos a otra parte: ¿cómo sería besar a Steve? Se odiaba por pensar en ello y estaba intentando ignorar la creciente ilusión de que eso sucediera, sin embargo, sólo podía imaginar escenas donde Harrington se acercaba a ella y le plantaba un beso.
—Por tu culpa nos estamos perdiendo la película —le reprochó Steve.
—No lo considero precisamente una pérdida.
Escuchó a Harrington bufar y sonrió levemente, acomodándose en el asiento aún con los ojos cerrados.
Sabía que lo que estaba haciendo era solamente un berrinche pero le gustaba hacerlo y que Steve continuara el juego, por mal que estuviera.
• • •
Steve observó a Rebecca, quien continuaba con los ojos cerrados, y sonrió. Nunca había pasado tanto tiempo con alguien y la verdad es que disfrutaba hacerlo. Le gustaba escuchar su risa y verla rodar los ojos cuando algo le molestaba, también le gustaba lo terca que podía llegar a ser y que no podía molestarse con él.
Sabía que había pasado poco tiempo con ella, irónico ya que la conocía desde hacía años y habían compartido más de la mitad de las clases juntos, sin embargo nunca había habido nada que los acercara y resultaba aún más irónico que fuera la relación con su hermana la que hubiera dado pie a lo que sea que eso fuera porque sí, Steve estaba plenamente consciente que Rebecca Wheeler no era su amiga aunque fuera lo más cercano que tenía a ello.
—Me avisas cuando termine la película —habló la chica, haciéndolo reír.
—Recuérdame no volver a invitarte al cine.
—Anotado.
Steve sonrió al verla, aún con los ojos cerrados y los oídos tapados. Había descubierto que la película llamaba su atención en ciertas partes y comenzaba a poner atención, frunciendo el ceño o quejándose cuando algo no le gustaba.
—Tu cara tiene subtítulos —se burló Steve, haciéndola rodar los ojos.
—¡Esperan que crea que a un fantasma lo hieren las balas! —se quejó—, ¿qué cara quieres que ponga, Harrington?
—Pensé que no querías verla.
—Me resigné a que ya estoy aquí. Tú recuérdame no dejarte escoger una película nunca más.
—¿Quién dice que volveré a traerte al cine, Wheeler? Eres pésima acompañante: no has parado de hablar en toda la película, te acabaste las palomitas, le hablas a la pantalla como si pudieran escucharte y no paras de moverte para taparte los ojos.
—Ya encontraré a algún comentarista, no te necesito —masculló la castaña, haciéndolo reír.
La película duró alrededor de veinte minutos más, los cuales fueron eternos para Steve ya que no podía dejar de notar la creciente tensión que comenzaba a formarse entre ellos. Nunca antes había ido con una amiga al cine y no estaba seguro de cómo comportarse o qué hacer, ni siquiera estaba seguro de que Rebecca estuviera pensando lo mismo, había dejado de hablar y miraba a la pantalla con interés, quizá fuera sólo él.
No sabía qué diría al salir del cine, normalmente sugeriría ir a otra parte pero se trataba de Rebecca, no quería llevarla a otra parte pero tampoco quería separarse de ella. Sentía la necesidad de seguir conversando, le gustaba que era real, no tenía que fingir porque a Rebecca no le importaba en lo absoluto la imagen de Steve Harrington, no le interesaba el "rey", ni tampoco parecía sentirse impresionada por él; sin embargo, la vio sonreír y mirarlo mientras limpiaba la cartelera... así como la había visto sonreír cuando la defendió de Tommy o cuando se disculpó con ella, a Rebecca le caía bien cuando tomaba sus propias decisiones y eso le gustaba.
—Qué terrible final —se quejó la chica en cuanto aparecieron los subtítulos haciendo sonreír a Steve, quien no había visto el final por intentar pensar qué hacer.
Salieron de la sala en silencio, caminando uno junto al otro. Ya había oscurecido y comenzaba a refrescar, pudo notar que a Rebecca la recorría un escalofrío, al instante se quitó la chamarra y se la ofreció.
—Eres un contraste, Harrington —sonrió Becca, aceptando la chamarra.
—No suena a cumplido.
La chica rió mientras Steve le abría la puerta del auto, se detuvo y lo miró con media sonrisa. El viento le sacudía el cabello y sus ojos brillaban, el castaño guardó la imagen en su memoria.
—No lo es —murmuró, haciéndolo sonreír levemente.
Se quedaron en silencio unos segundos que parecieron interminables, de nuevo, no sabía qué hacer.
—Quiero ir a disculparme con Byers —dijo por fin, bajando la mirada—. ¿Me acompañas?
El chico aún mantenía la mirada baja por lo que no alcanzó a ver el brillo que se asomaba en los ojos de Rebecca.
—Hasta el fin del mundo, rey Steve —se burló la castaña, haciéndolo rodar los ojos.
Rebecca le sonrió de oreja a oreja antes de subirse al auto, sacándole una sonrisa también.
Steve condujo en silencio, mirando a Rebecca de reojo quien tenía la mirada puesta en la ventana.
—¿Por qué cambiaste de opinión? —preguntó Becca.
—¿A qué te refieres?
—A esto, ¿por qué limpiaste el grafiti, por qué quieres disculparte con Jonathan?
Lo pensó un momento, su conversión había sido drástica, supuso que había tocado fondo al ver lo que había causado. Sin embargo, no estaba seguro de que fuera el hecho de ofender a Nancy o la golpiza que le había propinado Byers, tampoco lo molestos que se habían vuelto Carol y Tommy.
—Decepción —acabó por decir.
—¿Decepción?
—Ajá, sé lo extraño que sonará pero tienes la mirada de mi madre, Wheeler. Cuando me golpeaste no había enojo en tus ojos, era una profunda decepción... me recordaste a mi madre. Esa mirada que te hace asquearte de ti mismo y darte cuenta de lo mal que estás, en ese momento supe que tenía que corregirlo todo.
Rebecca sonrió.
—Nunca me imaginé tener ese tipo de mirada, mucho menos cuando estaba rabiosa contigo —rió—. Estoy orgullosa de ti... Harrington —Steve sonrió, sabiendo que Becca había estado a punto de llamarlo por su nombre por primera vez en su vida, también sonrió porque nunca nadie le había dicho que estaba orgulloso de él.
Le dedicó una sonrisa como agradecimiento y la chica le correspondió, siendo interrumpidos porque la casa de Byers estaba frente a ellos, apenas había sentido el camino.
La casa era pequeña y lucía bastante descuidada al igual que el jardín alrededor, respiró con fuerza antes de bajar.
—Te espero aquí, no quiero entrometerme.
Steve asintió, mirándola nervioso.
—Hey, todo saldrá bien —le sonrió Rebecca, dándole un leve apretón en la mano—. Aquí estoy si me necesitas.
El chico asintió, tomando aire antes de bajar del coche. Bien, había venido a disculparse y eso sería lo que haría para después reponer la cámara que había destruido.
• • •
Rebecca observó a Steve acercarse a la casa, apenas podía ver ya que estaba bastante oscuro. Pudo ver a Harrington entrar a la casa y sonrió levemente, esperaba que el chico arreglara las cosas y confiaba en que así sería. No había mentido, realmente estaba orgullosa de él.
Pasaron los minutos y comenzó a ponerse nerviosa, aun no había señales de Steve y se escuchaba un silencio sepulcral, la oscuridad que la rodeaba tampoco ayudaba, mucho menos después de haber visto una película de miedo.
Un escalofrío la recorrió y sacudió la cabeza, solamente estaba siendo paranoica, seguramente Steve estaba hablando con Jonathan y, siendo Harrington, probablemente los nervios lo estaban haciendo hablar de más, no había nada de qué preocuparse.
El grito de Steve desgarró el silencio, haciéndola reaccionar en automático y salir del auto hacia la casa.
—Soy ese personaje —masculló—, soy el maldito personaje que muere primero —y dicho esto abrió la puerta.
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