14
Rebecca intentó cerrar la puerta con fuerza al ver que era Billy quien había llamado, llevaba un ramo de flores y unos chocolates. El rubio le había impedido cerrar la puerta y la chica empujó todo su peso contra ella para lograrlo.
—Por favor, Becca, sólo quiero hablar.
—Y yo te dije que no quiero volver a verte.
Volvió a intentar cerrar la puerta pero Billy había puesto el pie y le era imposible.
—No quiero verte —dijo la chica, aún sin quitarse de la puerta.
—No es necesario que me veas, sólo escúchame —la chica se quedó en silencio y Billy lo tomó como una señal para comenzar a hablar—. Lo siento, ¿si? Lamento haber golpeado a Harrington e intentado golpear a Sinclair, también lamento haber asustado a los demás, entre ellos tu hermano.
—No estoy enojada porque hayas golpeado a Steve —masculló.
—¿Entonces?
—Por dios, Billy, tratas a tu hermana como si no fuera un ser humano, la chica no tiene la culpa de tus problemas, ¿sabes? Deja de desquitarte con alguien que 1, no tiene la culpa y 2, es menor que tú y no puede contra ti o bueno, no podía, porque finalmente te hizo frente y ganó. ¡Se supone deberías protegerla!
Billy se quedó callado y Rebecca sabía que el chico no esperaba que le dijera eso, pensaba que nadie se daba cuenta de lo mal que trataba a Max y, que quienes se daban cuenta, no harían nada para evitarlo.
Rebecca aún no le abría la puerta y no lo haría hasta que entrara en razón y se disculpara con la pelirroja.
—Lo siento —volvió a decir el rubio.
—No es a mí a quien tienes que pedirme perdón.
La castaña respiró con fuerza y abrió la puerta, viendo a Billy con los ojos llenos de lágrimas, le partió el corazón verlo así pero se mantuvo fuerte.
—¿Quieres que te perdone? —Billy asintió—. Bien, le llevarás esas flores y esos chocolates a Max y le pedirás una disculpa.
Hargrove la miró con reproche pero Rebecca lo ignoró, era lo menos que podía hacer después de tratarla como la trataba.
—Becca...
—Sólo así voy a perdonarte. Anda.
Y dicho esto le cerró la puerta en la cara, no le había dicho mentiras cuando le dijo que no quería verlo.
Sabía de sobra que Billy era agresivo y que trataba mal a quienes creía inferiores o que no podían defenderse, hacía sentir menos antes de que pudieran hacerlo sentir menos a él. También sabía que el rubio era así por culpa de su padre, quien lo maltrataba física y verbalmente desde hacía años, desarrollando en Billy esa personalidad hiriente, que lastimaba porque lo lastimaban. Nunca había querido meterse mucho en el tema pero Hargrove necesitaba ayuda, sin embargo, cada vez que lo sugería el chico cambiaba de tema y se negaba a hablar de eso.
Regresó a su habitación y se tumbó en la cama soltando un suspiro, había prometido visitar a Steve ese día, su rostro aún estaba hinchado y los golpes eran bastante notorios. No le había contado demasiado pero su padre se había puesto como loco al verlo así, ni hablar de lo decepcionado que dijo estar de su hijo por "no saber defenderse", conclusión: no había hecho nada para ayudar a Harrington con el dolor. Rebecca le había llevado unos analgésicos y algo de comer, ya que sus padres habían viajado de nuevo, pero sólo había sido eso: llevarlos y salir casi huyendo de la casa.
Sus pensamientos estaban revueltos y no sabía qué hacer con respecto a nada, además estaba el hecho de haberse dicho "te quiero" cuando pensaban que iban a morir. Ninguno de los dos había tocado el tema y Rebecca no sabía cómo hacerlo, Steve le había llevado flores a Nancy unos días antes y después lo había visto conversando con ella, no sabía qué era lo que eso significaba pero temía preguntar y escuchar la respuesta. ¿Y si Steve seguía enamorado de su hermana? Quería creer que no, que lo que existía entre ella y Harrington era diferente a lo que había existido, en pasado, entre él y Nancy; no obstante, nada podía asegurárselo.
Quizá el te quiero había sido una reacción de pánico. No estaba segura y se odiaba por darle vueltas y vueltas porque su ilusión le decía que Steve nunca le mentiría así, ni tampoco la lastimaría. Pero era sólo eso, una ilusión.
Dio vueltas en la cama por un rato, intentando no ver el reloj, el tiempo iba mucho más lento de lo usual, llevaba al menos una hora siendo las cuatro veintidós y los nervios y el desespero la carcomían.
Se quedó dormida por un rato, sin embargo, se movía entre sueños y su cerebro continuaba inquieto.
Fue su hermana quien la despertó, tocando la puerta y avisando que Billy estaba abajo.
Las cosas entre Nancy y ella aún no mejoraban, apenas se miraban y no se dirigían la palabra en lo absoluto. No culpaba a su hermana por adoptar esa actitud, de estar en su lugar ella también lo haría, sin embargo, habían hecho que el ambiente de la casa fuera tenso y las comidas y cenas insoportables.
Rebecca le agradeció a Nancy y bajó las escaleras, Billy se encontraba en el umbral de la puerta.
—Lo hice —masculló, dejando ver la molestia que eso le causaba.
La chica le sonrió y se acercó para abrazarlo, al instante Hargrove la rodeó por la cintura.
—Estoy orgullosa de ti —murmuró, alejándose del chico.
—Deberías —sonrió Billy, haciéndola rodar los ojos.
Rebecca lo guió hacia la cocina y se sentaron en la mesa, le ofreció a Billy un vaso con agua pero el chico se negó.
—¿Cómo van las cosas con Harrington? —preguntó su amigo en cuanto la chica se sentó.
—No hay cosas con Harrington.
Billy soltó una carcajada.
—No tienes que mentirme.
—No es mentira.
El rubio suspiró y la miró por unos segundos antes de hablar.
—¿Qué hizo?
—¿A qué te refieres?
—A Harrington, ¿qué te hizo para que lo niegues con tanto empeño?
Rebecca respiró con fuerza y bajó la mirada, se sentía tonta de tener que decirlo.
—¿Recuerdas el día que lo besé? —Billy asintió—. Bueno, a los pocos días le trajo flores a Nancy.
—¿Qué dijo tu hermana?
—No se las dio, Dustin interrumpió —el rubio la miró pensativo y Rebecca se movió incómoda en su asiento.
—¿Y cómo sabes que eran para ella?
—Pues... Dustin le dijo que Nancy no estaba y que no podía darle las flores, se las arrebató y las guardó en el auto.
—Bien, déjame ver si entendí: Harrington llegó con unas flores a tu casa que podrían ser para 1, la hermana con la que durmió o 2, la hermana que lo cortó. Y tú inferiste que eran para la opción dos en base a las palabras de un puberto.
—Básicamente, sí —murmuró, sintiéndose tonta a lo que Billy rió.
—¡Las flores eran para ti! —exclamó, aún con una sonrisa burlona adornándole el rostro.
—¿Cómo lo sabes?
—Ya te dije que Harrington no es de ese tipo, le gustas tú, Becca, claro que te las trajo a ti. Más si no estaban hablando, es obvio.
—¿Crees?
—Podría apostarte lo que fuera.
Rebecca lo miró dudosa sin saber qué creer, lo que Billy decía tenía sentido y, cuando lo ponía de esa forma, resultaba obvio. Sin embargo, le aterraba creer eso y que no fuera más que una mentira.
Odiaba ese lado que Steve había creado en ella, el lado que tenía miedo de sentir y que le rompieran el corazón, el lado que estaba ilusionado y que sólo podía pensar en el castaño. ¿Desde cuándo se había vuelto así de insegura? Por dios, jamás un chico la había hecho dudar tanto y ni siquiera podía culpar a Harrington, era ella quien se había inventado una historia completa en la cabeza.
—Soy ridícula —masculló.
—Así es la gente enamorada —se burló Billy, haciéndola rodar los ojos.
—Me iré a cambiar y me llevarás a su casa, que estoy cansada de autocompadecerme.
Su amigo le sonrió y la chica se apresuró a subir las escaleras de dos en dos. Se cambió los pants que utilizaba y se vistió con una falda corta de mezclilla y una camisa blanca fajada; se recogió el cabello en una trenza desordenada y se colocó máscara de pestañas. Sonrió al verse en el espejo, finalmente comenzaba a sentirse como ella misma.
Billy la halagó cuando bajó las escaleras y se dirigieron a su auto, como siempre, llevaba la música a todo volumen y manejaba como si lo fueran persiguiendo.
—No me digas que tendré que pedirle perdón a Harrington también —se quejó cuando estuvieron en la casa del chico.
—Aún no, depende de para quién hayan sido las flores.
El rubio rió y Rebecca le sonrió.
—Gracias, rubio... por todo.
—No tienes de qué agradecer. Te veré después.
Rebecca asintió y le dedicó una última sonrisa antes de salir del auto y encaminarse a casa de Steve. Tocó la puerta y esperó a que Harrington abriera, cuando lo hizo, lo saludó con un abrazo, que el chico lo recibió entre sorprendido y feliz.
—¿Cómo sigues? —preguntó Bec, entrando a la casa de Steve.
—Creo que lo más herido en este momento es mi ego —murmuró Harrington, haciéndola reír.
—Pelear en serio no es lo tuyo —se burló y el chico puso los ojos en blanco.
La guió a la sala y se sentaron en el sillón, sus brazos se rozaban y la chica dudaba entre si preguntarle por las flores o no. Temía la respuesta, sabiendo que era ridículo y que lo más probable era que Billy tuviera razón.
—Una pregunta, Harrington —dijo finalmente, sabiendo que una vez dicho eso no podía dar marcha atrás.
—Una respuesta, Wheeler —contestó Steve, haciéndola rodar los ojos.
—Es en serio, Harrington —se quejó.
Respiró con fuerza antes de mirarlo, los ojos de Harrington la miraban expectantes, su rostro aún tenía algunos moretones pero éstos comenzaban a desaparecer.
—El día que pasaste a mi casa, que fuimos con Dustin, traías unas flores... ¿para quién eran?
Steve frunció el ceño.
—¿Cómo que para quién eran?
—Ajá, ¿eran para Nancy o...? —dejó la frase inconclusa.
El castaño rió.
—¿Por eso estabas molesta conmigo? —soltó una carcajada—. ¡Eran para ti, Rebecca! ¿Por quién me tomas?
Becca se abstuvo de suspirar de alivio y le sonrió levemente a Steve, quien aún la miraba divertido.
—¡Y por qué no me dijiste eso! —se quejó—. Llevo días sufriendo.
—Pensé que era obvio, nos besamos, nos dijimos que nos queremos... Claro que eran para ti, Bec.
—¡Claro que no era obvio! Dustin dijo...
—¿En serio te basaste en lo que dijo Henderson? —rió Harrington—. El chico no tenía ni idea... pensé que sabías que eran para ti, por eso no dije nada, tampoco es que quisiera explicarle a un crío con aires de superioridad mi vida amorosa.
Rebecca rió, haciendo sonreír a Steve, quien al cabo de unos segundos volvió a reír.
—Dios, Bec... —rió—. Y yo pensando que necesitabas espacio.
—¡Nada de esto hubiera pasado si fueras claro, Harrington!
—No intentes echarme la culpa, Wheeler, que yo desde el principio te dije que te quiero y lo he demostrado.
—Menos con lo de las flores —masculló Rebecca, haciéndolo reír.
—No voy a ganarte, ¿verdad?
—Nunca.
Steve sonrió y Rebecca le correspondió, dejando que el chico la abrazara contra él. Disfrutó del contacto con Harrington, quien le acarició la espalda mientras la chica acomodaba su cabeza en el cuello de Steve. Había pasado poco sin verlo pero dios, cómo lo había extrañado. Había pasado de detestar a Steve a no imaginarse un día sin hablar con él. Le gustaba Harrington y le gustaba que, antes que nada e independientemente de lo que sucediera, eran amigos. Steve la hacía reír, la escuchaba, la cuidaba, la quería... y ella esperaba hacer lo mismo con él.
—De seguro el no decirme lo de las flores fue parte de tu táctica de "fingir que no te importa" —se quejó Rebecca, haciéndolo reír.
—Contigo no tengo esa táctica, Bec —murmuró cerca de su oído—. Tú me importas más que nadie.
—Tú a mí, Harrington —susurró.
Rebecca buscó los labios de Steve, que no tardaron en corresponderle el beso. La chica lo abrazó por el cuello y Harrington la apretó contra sí tomándola de la espalda, mientras trazaba círculos en ella.
Su lengua se encontró con la de Harrington y ahogó un suspiro cuando Steve la acomodó sobre él, abrazándola por la cadera y medio rozando su trasero, haciendo sonreír levemente a la chica.
—Sí tienes un culo increíble, por cierto —sonrió Steve contra sus labios, haciéndola reír.
—Cuándo será el día que tengas vergüenza, Harrington.
Steve volvió a besarla, tomándola por el rostro para después besarle el cuello, haciendo que un escalofrío recorriera a Rebecca.
Las manos de Harrington buscaron los botones de la camisa mientras volvía a besar a la castaña. Rebecca permitió que se deshiciera de la prenda y también dejó que Steve la tocara con suavidad, haciéndola arquear la espalda. Su falda se había levantado y podía sentir a Harrington contra su ropa interior, hecho que la excitaba.
Le quitó la playera a Steve y el castaño no tardó en deshacerse de su brasier, el cual quedó tirado en alguna parte de la habitación. Rebecca besó el cuello de Harrington con suavidad, dejando un rastro húmedo desde la oreja hasta la clavícula mientras el chico suspiraba y la abrazaba por el trasero.
Harrington la tomó de la cadera, acostándola con él encima. La primera reacción de Rebecca fue cubrirse el abdomen, la cicatriz aún era notoria y, contrario a lo que estaba demostrando, le aterraba que Harrington pudiera verla.
—Perdón... —murmuró la chica.
Steve la miraba a los ojos y le sonrió, plantándole un beso en la comisura de los labios.
—Eres perfecta, Rebecca Wheeler, con o sin cicatriz —susurró y la chica sonrió levemente mientras sus ojos se cristalizaban.
Harrington volvió a besarla y fue descendiendo por su cuello, sus pechos, hasta llegar hasta su abdomen, besándole la cicatriz para después quitarle la falda.
Disfrutó de Steve mirándola, nunca la habían visto como él lo hacía en ese momento: la lujuria brillaba en sus ojos, sin embargo, por contradictorio que sonara, había amor en su mirada. La miraba como si fuera la primera vez que la veía y sabía que ella le correspondía.
El cuerpo de Harrington era delgado con diversos lunares, tenía la espalda y el abdomen definidos, además de las manos largas.
Rebecca se acercó a él y volvió a besarlo, quitándole el pantalón y la ropa interior. Lo abrazó contra ella mientras Steve se deshacía de la última prenda que la cubría, quedando ambos desnudos, cuerpo con cuerpo.
La chica lo besó con suavidad y Steve le acarició la espalda.
—Voy por... ya sabes —murmuró Steve contra sus labios, haciéndola sonreír—. ¡No cambies de opinión! —gritó mientras iba escaleras arriba, haciéndola reír.
Harrington apenas tardó unos segundos en volver con un pequeño empaque.
—¿Quieres...? —preguntó, teniéndoselo a Rebecca.
La chica sonrió con cierto nerviosismo.
—Yo nunca... nunca había estado así con nadie —reconoció y Steve le sonrió, plantándole un beso en los labios.
—Te amo tanto —susurró aún cerca de su boca.
Rebecca no estaba segura de qué responder así que volvió a besarlo mientras Harrington se colocaba el preservativo.
El chico la acostó, quedando él encima y le besó la boca, el cuello y los pechos, haciéndola gemir levemente.
Jadeó al sentir a Steve adentrándose y gimió de placer cuando el chico comenzó a moverse dentro de ella. Los movimientos de Harrington estaban acompañados de besos, los cuales se veían interrumpidos por los gemidos de la chica y la respiración pesada de Steve.
Gimió mientras Harrington aumentaba la velocidad y arqueó la espalda cuando el clímax la atrapó.
Le sonrió a Steve cuando el chico terminó, aún estaba dentro de ella y la miraba con media sonrisa. Lo besó en los labios y lo abrazó contra sí. También lo amaba.
• • •
—¡Te marqué como diez veces! —le reclamó Dustin cuando Rebecca levantó el teléfono—. ¿Dónde estabas?
—Hola a ti también —respondió la chica.
—Perdí la educación alrededor de la cuarta llamada ignorada. Steve pasará por mí para llevarme al baile, quiero que vengas. Pasamos por ti a las siete —y dicho esto cortó la llamada.
Rebecca se abstuvo de rodar los ojos, faltaban quince minutos para las siete y aún tenía el cabello escurriendo de la ducha. Había pasado todo el día con Steve, ¿no había podido decirle que llevarían a Dustin?
Se vistió como pudo, con unos jeans y una camiseta corta color negro. Se colocó unas converse blancas y una chaqueta de cuero del mismo color que la blusa. Sabía que su atuendo no daba para alardear sobre él pero en ese momento era su única opción.
Los últimos días los había pasado con Harrington, había ido a verlo casi a diario, además de sentarse juntos en clase y entrenar juntos. Para su sorpresa, su relación aún no era noticia, cosa que agradecía. Sin embargo, era Nancy quien seguía en boca de todos por estar con Byers. Había decidido no interferir en ello, si alguien le preguntaba por su hermana lo ignoraba, no quería más problemas con ella. Sabía que en ese momento existía un acuerdo no hablado entre ambas: no meterse en sus vidas ni en sus decisiones. Nancy no había vuelto a decir nada sobre Steve y cuando los veía juntos simplemente pasaba de largo, lo mismo hacían ellos cuando la veían con Jonathan.
Tal como Dustin le había dicho, pasaron a las siete en punto por ella. Tuvo que sentarse en el asiento trasero, ya que Henderson ocupaba el asiento de copiloto.
—Qué guapo —lo halagó Rebecca cuando subió al auto. Dustin había copiado el peinado de Steve y eso la enterneció.
—Gracias —respondieron ambos chicos al unísono, haciéndola rodar los ojos.
El camino fue en silencio para sorpresa de la chica, bien sabía que esos dos no paraban de hablar, menos cuando estaban juntos. Sin embargo, Dustin lucía tan nervioso que apenas hacía algo que no fuera observar por la ventana y mover las manos.
—Muy bien, llegamos —dijo Steve cuando estuvieron fuera del baile—. Recuerda, en cuanto entres...
—Finjo que no me importa...
—No te importa —confirmó Steve.
—No me importa —volvió a decir Dustin.
—Eso es, estás aprendiendo.
Rebecca se abstuvo de decir un comentario, de sobra sabían ambos lo que pensaba de los consejos tontos de Steve.
—¿Sabes? Creo que eso del "no me importa" no es tan buena táctica —acabó por decir Dustin.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Pues... Siempre dices que debo de demostrar que no me importa, pero tú llevas demostrándole a Rebecca que te importa desde que ibas a verla todas las noches al hospital.
—¿Qué? —preguntó Rebecca de inmediato.
—Nada —cortó Steve.
—¿No sabías? —continuó diciendo Dustin, ignorando a Harrington—. Steve fue a verte todas las noches, incluso se quedaba a dormir... era bastante molesto, si me lo preguntas.
—Nadie te lo estaba preguntando —se quejó Harrington—. Ahora vete.
Dustin lo miró con una sonrisa burlona mientras Rebecca no podía dejar de ver a Steve, ¿había ido a visitarla al hospital? ¿Por qué no se lo había dicho?
—Te ves bien, ¿si? Increíble —le dijo Steve a Dustin, quien no dejaba de observarse en el espejo—. Bien, ahora vas a entrar, te verás como una estrella y vas a darles todo —lo animó Harrington.
—Como un león —contestó el chico, haciendo una especie de ronroneo.
—Sí, no hagas eso.
—Bien —murmuró Dustin.
—Buena suerte —dijeron Steve y Rebecca al unísono, haciendo que el chico les dedicara una sonrisa.
Steve se estacionó a unos metros de la entrada y ambos bajaron del auto, recargándose en el cofre.
—¿Fuiste a verme al hospital? —preguntó la chica incrédula.
—Ajá...
—¿Y nunca se te ocurrió decir nada?
—No sabía qué decir —suspiró—. No estaba bien que fuera a verte todas las noches, Bec.
—Hubiera sido aún peor que no lo hicieras —masculló la chica.
Steve asintió y ambos se quedaron en silencio, una parte de Rebecca estaba furiosa porque Harrington no se lo había dicho, la otra daba brincos de emoción.
—Lo siento, Bec —dijo Steve, girándose hacia ella y abrazándola por la cintura.
Sus ojos se encontraron con los de Harrington y odiaba que sólo necesitaba eso para perdonarlo.
—Tenía mucho miedo —reconoció Steve—. No quería alejarme de ti y me aterraba lo que pudieras pensar.
—Lo entiendo —acabó por decir la chica—. Pero no es justificación, no sabes lo mal que me hiciste sentir...
—Lo siento, en serio —susurró Steve, abrazándola.
Rebecca le devolvió el abrazo y sonrió levemente. A Steve le había importado desde siempre.
—¿Steve? —el chico la miró— Yo también te amo.
Muchas gracias por leer, votar y comentar. Fin de la segunda temporada.
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