13
Nadie supo a dónde mirar cuando Mike Wheeler abrazó a la niña, tampoco cuando Hopper se lo llevó casi a rastras de la habitación, dejándolos a todos con Eleven, quien paseó su mirada sobre cada uno, a lo lejos se podía escuchar a Mike insultando a Hopper.
Los primeros en acercarse a saludar a la chica fueron Dustin y Lucas, quienes la abrazaron y le hablaron sobre lo mucho que la habían extrañado; después se presentó Max, a quien Eleven ignoró olímpicamente, y fue a saludar a Joyce, dándole un gran abrazo con lágrimas en los ojos.
Rebecca se acercó a El y le sonrió, la niña la abrazó mientras Steve observaba la escena a cierta distancia.
—Ah, por cierto, él es Steve —presentó Rebecca y el chico se acercó.
—¿Es la que tiene poderes? —preguntó en voz "baja".
—Dios, Harrington —se quejó Bec y Eleven sonrió levemente, casi imperceptible.
La niña dirigió su mirada a Joyce de nuevo, acercándose a ella.
—¿Puedo verlo? —preguntó, refiriéndose a Will.
Joyce asintió y ambas salieron de la habitación, los demás se dedicaron a esperar órdenes, ya que ninguno sabía por dónde comenzar, estaba claro que debían cerrar el portal pero no había un cómo.
Esperaron por un rato hasta que reaparecieron Joyce, Hopper y Eleven, quienes los reunieron alrededor de la mesa de la cocina.
—No está igual que antes, ha crecido mucho —explicó Hopper refiriéndose al portal—. Y aunque podamos entrar ahí, el lugar está lleno de esos perros.
—Demodogs —corrigió Dustin, ganándose una mirada asesina por parte de Hopper.
—Disculpa, ¿qué?
—Dije demodogs, como demogorgon y perros. Los juntas y suena increíble.
—¿Qué importa eso?
—No importa, lo siento —murmuró Dustin bajando el rostro.
—Puedo hacerlo —habló Eleven.
—No me escuchas —contestó Hopper.
—Te escucho, puedo hacerlo.
—Aunque El pueda, tenemos otro problema: si el cerebro muere, el cuerpo muere —dijo Mike.
—¿No es el objetivo?
—Lo es, pero si estamos en lo correcto, si se cierra el portal y mata al ejército...
—Will es parte de ese ejército —murmuró Rebecca, haciendo que el grupo intercambiara miradas nerviosas.
—Eso mataría a Will —completó Mike.
Joyce respiró con fuerza y se quedó con la mirada perdida para después ir a la habitación de Will, seguida de cerca por Hopper, Jonathan, Nancy y Mike. El resto del grupo se quedó esperando en el umbral de la puerta mientras Joye Byers observaba a su hijo.
—Le gusta el frío —murmuró.
—¿Qué? —preguntó Hopper.
—Es lo que Will siempre dice, le gusta el frío —cerró la ventana de la habitación—. ¡Y seguimos dándole lo que quiere!
—Si es un virus y Will es el huésped entonces... —comenzó a decir Nancy.
—Debemos hacer que el huésped sea inhabitable —completó Jonathan.
—Y si le gusta el frío, necesitamos calentar a Will —añadió Joyce.
—Debe ser un lugar que no conozca, un lugar alejado —habló Mike y al cabo de unos segundos Hopper dijo que conocía un lugar.
Hopper ayudó a subir a Will al auto de Jonathan mientras los demás buscaban cobijas, prendas de ropa y cualquier cosa que pudiera calentar al chico.
Steve salió de la casa y comenzó a buscar en lo que habían sacado del cobertizo, Nancy no tardó en unirse y se quedaron en un incómodo silencio.
—Deberías ir con él —habló Steve.
—¿Qué?
—Con Jonathan.
—No, yo... no puedo dejar solo a Mike.
—Nadie va a dejar solo a nadie... resulta que soy buena niñera, además está Bec —y dicho esto le tendió un calentador.
Pudo notar que Nancy se había incomodado con la mención de su hermana, aún no sabía qué había pasado entre ellas exactamente, tampoco qué habían hablado pero ambas lucían tensas en presencia de la otra. Dudaba que pudiera ser de otra forma.
—Entonces Becca... —comenzó a decir la chica— Becca y tú...
—No sé si hay un Bec y yo pero...
—Los vi —lo interrumpió Nance—. Y sí hay un Becca y tú. Es sólo que...
—No la culpes a ella —acabó por decir Steve—. Fui yo quien la buscó, fui yo quien insistió... Yo la llevé a mi casa y yo la besé —reconoció—, y después de eso, la busqué de nuevo. Ella fue quien puso un alto para hablar contigo y quien le ha puesto un alto desde que supo que no estás de acuerdo.
Nancy se quedó callada y miró al suelo, tenía lágrimas en los ojos.
—Bec te quiere mucho, Nance —acabó por decir— y no hará nada si eso significa lastimarte.
Steve sonrió sin ganas y volvió a adentrarse en la casa, sonrió al ver a Rebecca discutiendo con Dustin alrededor del demogorgon, «demodog», se corrigió a sí mismo.
—¿Se puede saber por qué discuten? —preguntó Steve acercándose a ellos.
—Dustin quiere guardar esa cosa en el refrigerador, refrigerador que no es suyo, por cierto.
—¡Es un descubrimiento científico! —defendió Dustin—. Ayúdame, Steve.
Rebecca lo miró cansada y Steve sonrió levemente, ambos soltaron una carcajada al ver que Dustin envolvía al demodog en una cobija.
—Ahora puedes cargarlo —le dijo a Steve una vez que la criatura estuvo envuelta.
Harrington dudó, no quería tener que tocar esa cosa y dudaba mucho que Joyce Byers no fuera a sufrir un infarto al abrir su refrigerador y toparse con un demodog cobijado.
Vio al niño sacar todo lo que había en la nevera y arrojarlo al suelo, dejando espacio para colocar a la criatura.
—Steve —lo volvió a llamar Dustin, señalando la puerta abierta.
El chico miró a Bec, quien se encogió de hombros, y decidió resignarse. Cargó al monstruo y se acercó al refrigerador.
—¿De verdad es necesario? —preguntó el mayor.
—Que sí, ya les dije que es un descubrimiento científico. No podemos enterrarlo como a un perro normal.
—Bien —suspiró Steve, dándose por vencido—, pero tú se lo explicarás a la señora Byers —masculló mientras Dustin le ayudaba a cerrar la puerta del refrigerador.
Steve sacudió la cabeza de Dustin con la mano y se dirigieron a la sala, donde estaban Lucas y Max limpiando mientras Mike caminaba de un lado a otro angustiado, el chico quería hacer algo para ayudarlos.
—Iré a acomodar el cobertizo —le dijo Rebecca a Steve.
—¿Sola?
—Entre Eleven y Will dudo ser la prioridad de los demodogs —sonrió—. Cuida a los chicos, no tardo.
Steve le sonrió levemente pero eso no le quitó la angustia, ¿qué pasaría si ocurría algo? Para cuando llegara a la escena podría ser demasiado tarde. Las quejas de Mike interrumpieron su pensamiento, ya que el chico seguía insistiendo con ayudar a Hopper y El.
—Si el entrenador dicta una jugada, haces lo que te dice —habló Steve.
—Primero, esto no es un estúpido partido. Y segundo, ni siquiera estamos jugando, estamos en la banca.
—Bueno, mi punto es que... —se quedó pensando— Cierto, estamos en la banca, lo que significa que no podemos hacer nada.
—Eso no es completamente cierto —lo contradijo Dustin, haciendo que todos lo miraran—. Los demodogs tienen mente colectiva, cuando huyeron del autobús fue porque los llamaron.
—Entonces, si captamos su atención... —comenzó a decir Lucas.
—Podríamos alejarlos del laboratorio —completó Max.
—Despejamos el camino al portal —añadió Mike.
—Sí, y luego todos morimos —dijo Steve.
—Es un punto de vista —habló Dustin.
—No, es un hecho.
—¡Ya sé cómo! —exclamó Mike y salió de la habitación, el resto lo siguieron—. Aquí el jefe cavó el pozo, es la entrada a los túneles —dijo señalando uno de los dibujos de la pared—. Justo aquí es la cueva, todos los túneles llegan aquí, si incendiamos esto... —dijo mostrando otra parte de los dibujos.
—No, no, no —se apresuró a decir Steve.
—El desuellamentes llamará a su ejército —agregó Dustin.
—Para detenernos —complementó Lucas.
—Ajá, entonces vamos hacia la salida, nos vamos sin que nos vean —terminó de decir Mike.
—Oigan, oigan, ¡oigan! —gritó Steve, llamando la atención de los niños, quienes seguían haciendo planes— Eso no va a pasar.
—Pero...
—¡No, no, no! Sin peros. Prometí cuidarlos, mocosos, y eso es lo que planeo hacer. Nos quedaremos aquí, en la banca, y esperaremos a que el equipo principal haga su jugada, ¿entendieron?
—¡No es un estúpido partido! —lo contradijo Mike.
—¡Dije que si comprendieron lo que dije! Necesito un sí.
Todos lo miraron sin decir nada y Steve supo que lo harían sufrir por un rato más, cosa que lo tenía sin cuidado: no saldrían de ahí, no irían a ningún túnel ni cueva, y nadie correría peligro de morir, otra vez. Pensó en llamar a Bec para que lo ayudara a disuadirlos pero el sonido de un auto llamó su atención.
Max corrió a la ventana seguida de Lucas.
—Es mi hermano —dijo nerviosa—. No puede saber que estoy aquí, me mataría, nos mataría.
Steve miró a la chica y respiró con fuerza, antes de salir de la casa y encontrarse con Billy Hargrove saliendo de su auto con un cigarro en la boca.
—¿Estoy soñando o eres tú, Harrington?
—Sí, soy yo. No mojes tus pantalones.
Billy lo miró burlón y se quitó la chaqueta, dejando ver una camisa roja abierta hasta el abdomen. Lamentó no haber llamado a Bec para que fuera ella quien lidiara con su odioso y detestable amigo.
—¿Qué haces aquí, "amigo"? —preguntó Hargrove mientras Harrington se acercaba a él.
—Podría preguntarte lo mismo, "amigo".
—Busco a mi hermanastra —reconoció Billy, aún con el cigarro en la boca—. Alguien me dijo que estaba aquí.
—Qué raro, no la conozco.
—Pequeña, pelirroja, un poco molesta.
—No me suena, lo siento.
—¿Sabes algo? No comprendo nada, nada de esto, Harrington, no lo sé. Me da escalofríos.
—¿Si? ¿Por qué?
—Mi hermanita de trece años desaparece todo el día y la encuentro contigo en la casa de un desconocido —frunció el ceño— y me mientes sobre eso.
—Amigo —sonrió sin ganas—, ¿de pequeño te caíste muchas veces de cabeza? —Billy sonrió burlón, relamiéndose los labios—. No entiendo qué parte de lo que te dije no entiendes, ella no está aquí.
—¿Y esa quién es? —preguntó el rubio señalando la ventana con su cigarro.
Steve volteó y vio a los chicos esconderse, en ese momento los detestó, ¿en qué estaban pensando? ¡Por supuesto que Billy iba a verlos!
—Mierda, escucha... —comenzó a decir pero Hargrove lo tiró al suelo de un empujón.
—Te dije que plantaras los pies —y dicho esto lo pateó en el estómago, dejándolo sin aire.
Steve se quedó unos segundos tirado en el suelo intentando recuperar el aliento, cuando se puso de pie le dolió el abdomen pero decidió restarle importancia, no podía dejar que Billy lastimara a nadie.
Billy no lo vio cuando entró, tenía agarrado a Lucas por la playera hasta que éste lo golpeó en la entrepierna, haciendo que Hargrove lo soltara.
—Estás muerto, Sinclair —dijo Billy con odio.
—No, tú lo estás —habló Steve antes de girar a Billy y golpearlo en el rostro, el rubio rió a carcajadas.
—Al parecer sí tienes fuego dentro, ¿eh? ¡He estado esperando conocer al rey Steve del que todos me han hablado tanto! —se burló.
—Lárgate —dijo Harrington, empujándolo levemente pero el rubio volvió a acercarse.
Billy intentó golpearlo pero Steve fue más rápido, esquivándolo y dándole otro golpe en el rostro. Volvió a golpearlo mientras Billy sonreía, dejando ver los dientes llenos de sangre, los chicos lo animaban a seguirlo golpeando.
El rubio volvió a reír cuando Steve lo golpeó contra el fregadero, antes de tomar uno de los platos de vidrio que estaba ahí y rompérselo en la cara a Harrington. Al instante el chico retrocedió, ahogando un grito de dolor y tapándose el rostro.
Billy no esperó a que Steve reaccionara, volvió a golpearlo y, antes de que Harrington pudiera escaparse, lo tomó por la playera.
—Nadie me dice qué hacer —dijo y volvió a golpearlo con fuerza, tirándolo al suelo.
El rubio parecía fascinado con la escena, no paraba de reír, ni siquiera cuando tiró a Steve al suelo y comenzó a golpearlo en el rostro.
Lo último que alcanzó a ver Steve fue a Hargrove frente a él con sangre en la nariz, sin dejar de golpearlo.
• • •
Rebecca entró casi corriendo a la casa de los Byers al escuchar los gritos de los chicos, Steve yacía en el suelo y Billy frente a Max, parecía estar a punto de desmayarse.
El enojo hizo que le hirviera la sangre, Steve estaba inconsciente y tenía el rostro magullado y repleto de sangre. Alejó a Max de Billy y le reventó una cachetada en el rostro.
—Es la última vez que quiero verte, ¿oíste? —dijo Rebecca con la voz llena de odio.
—Becca... —susurró Billy antes de caer al suelo.
La chica lo ignoró y se acercó a Harrington, quien aun estaba inconsciente, le tomó el pulso y ahogó un suspiro de alivio al ver que el castaño continuaba respirando. No obstante, su situación no era prometedora: estaba cubierto de sangre.
Fue al baño para tomar una toalla con agua y limpiarle las heridas a Steve, sin embargo, los chicos ya lo llevaban cargado hacia el auto de Billy.
—¡¿Se puede saber qué están haciendo?! —exclamó Wheeler al ver que Max estaba en el asiento del conductor y habían subido a Steve en el asiento trasero.
—Sube, te lo explicaremos en el camino —habló su hermano.
La chica suspiró resignada antes de subir en el asiento trasero y colocar el rostro de Steve sobre sus piernas para poder limpiarle las heridas. ¿En qué momento su hermano menor había comenzado a darle órdenes?
No podía decir que Max manejaba terrible, sin embargo, no era precisamente cuidadosa, había golpeado algunas cosas y el auto parecía ir en zigzag. Por suerte, Hawkins no era un lugar transitado, mucho menos a esa hora, por lo que la pelirroja tenía vía libre de manejar como quisiera.
Steve comenzó a despertar durante el trayecto, haciendo muecas de color, le costaba abrir los ojos.
—¿A dónde...? —comenzó a decir en un hilo de voz—. ¿Bec?
Steve respiró con fuerza e intentó tocarse el rostro, al instante la chica le detuvo la mano.
—No te toques —dijo sin soltarle el brazo.
—Hola, amigo —saludó Dustin viendo a Steve, el niño estaba sentado junto a Bec—. Está bien, diste buena pelea. Te molió a golpes pero diste buena pelea. Estás bien...
Rebecca le acarició el cabello mientras Harrington se movía inquieto, Lucas le daba instrucciones a Max en el asiento de enfrente y eso parecía alterar a Steve, quien había comenzado a mirar a todos lados confundido.
—¿Qué está pasando? —preguntó Harrington— ¡Dios! —exclamó al ver a la pelirroja al volante.
—Steve, relájate, ha conducido antes.
—En un estacionamiento —se quejó Mike.
—Eso cuenta –la defendió Lucas.
Los chicos comenzaron a discutir entre ellos, alterando a Steve.
—Bec, dime por favor que todo esto es un sueño —dijo el chico, buscando la mirada de Rebecca.
—Quisiera, un par de preadolescentes nos tienen a su merced —masculló Rebecca, ganándose un reclamo por parte de los chicos.
Steve pidió que detuvieran el auto mientras los chicos discutían, distrayendo a Max, quien les pidió a gritos que se callaran. Dieron una vuelta forzada a la izquierda, haciendo que todos se apretaran contra la ventana. Steve no paró de gritar en todo el trayecto.
Llevaron al cabo de unos minutos, al instante los chicos se bajaron del auto y abrieron la cajuela para colocarse lentes de protección y paliacates. Rebecca ayudó a Steve a bajar, quien miró a los niños preocupado.
—Oh... no —murmuró Harrington—. ¡Oigan! ¿A dónde creen que van? —nadie respondió— ¿Están sordos o qué? No vamos a bajar por ahí, ¿escucharon? ¡No hay forma de que bajemos!
Rebecca sonrió al verlo tan preocupado, sin embargo, tomó dos gafas de la cajuela y también los paliacates.
—Steve, estás alterado, lo entiendo —dijo Dustin—. Pero la realidad es que un miembro del grupo necesita ayuda y es nuestro deber proporcionarle esa ayuda. Sé que prometiste que nos mantendrías a salvo, así que hazlo.
Rebecca le tendió los lentes y el paliacate, haciendo que Harrington la mirara con reproche, la chica le sonrió levemente mientras lo ayudaba a colocarse las cosas, ya que su rostro comenzaba a hincharse por los golpes.
—¿Tú también? —se quejó.
—Si no puedes contra ellos, úneteles.
Fueron los últimos en bajar, llegando a los túneles, los cuales eran inmensos, tanto de largo como de ancho, debían medir al menos dos metros y medio, quizá tres.
—Creo que es por aquí —dijo el menor de los Wheeler.
—¿Crees o estás seguro? —preguntó Harrington, acercándose a Mike.
—¡Estoy 100% seguro! Síganme y verán.
—¡Espera, espera! —lo detuvo Steve—. Si alguno de ustedes muere aquí, me culparán, ¿entendido? —le quitó el mapa—. A partir de ahora, yo los guío. Vamos, muévanse.
Rebecca se colocó detrás de Steve y comenzaron a caminar con paso rápido, en los túneles flotaban una especie de figuras blancas, las cuales la chica no tenía ni idea de qué eran. Sin embargo, intentaba esquivarlas pese a estar por todas partes.
El corazón le latía con fuerza y le sudaban las manos dentro de los guantes por el miedo, no se escuchaba nada, sin embargo no podía evitar sentirse observada, como si supieran que estaban ahí, a dónde iban y lo que iban a hacer.
Steve los forzaba a caminar deprisa y Rebecca se lo agradeció, cuanto antes salieran de ahí mejor.
—¡Mierda! —escucharon gritar a Dustin— ¡Ayuda!
Dustin gritaba y al instante Rebecca se acercó a él, poniéndose en cuclillas para quedar a su altura, el chico se había caído.
—¡Se me metió en la boca! —gritó y volvió a maldecir.
Dustin tosió en el suelo y escupió varias veces antes de mirar al resto del grupo.
—Estoy bien...
—¿Es en serio? —se quejó Max.
Dejaron que Dustin se pusiera de pie solo y continuaron el camino, sólo recorrieron unos pocos metros antes de llegar a la cueva que había dicho Mike.
—Bien, Wheeler, creo que encontramos tu cueva —dijo Steve.
Era una especie de cámara bastante amplia con varios túneles a su alrededor, al centro había una especie de cilindro. Comenzaron a arrojar gasolina en todas partes: suelo, paredes, rincones, incluso el techo.
Rebecca ayudó a Max a rociar el suelo con galones mientras los chicos se encargaban de las paredes y el techo, al cabo de unos minutos, la cueva estaba empapada.
Se alejaron del lugar, colocándose en uno de los túneles. Hicieron una especie de formación y se quedaron viendo la cueva.
—Bien, ¿listos? —preguntó Steve.
—Listos —respondieron al unísono.
Fue Rebecca quien tomó el encendedor y lo arrojó a la cueva, la cual al instante comenzó a arder.
—¡Vámonos! —gritó Harrington y comenzaron a correr detrás de él.
Rebecca se quedó al final para asegurarse que los chicos quedaran en medio de Steve y ella, además de que así podía presionarlos para que corrieran más rápido.
Su hermano tropezó frente a ella y Rebecca intentó levantarlo pero una de las raíces le había tomado el pie. Mike comenzó a gritar y no tardaron en llegar a su auxilio, sus amigos lo tomaron por los brazos y Steve golpeó la raíz con el bat repetidas veces hasta que ésta soltó a Mike.
Estaban por continuar su camino cuando escucharon un gruñido: un demodog les bloqueaba el paso.
—¿Dart? —preguntó Dustin y la criatura gruñó.
El ruloso comenzó a acercarse a él, pese a las protestas del resto.
—Confíen en mí —dijo el chico—. Soy yo, tu amigo: Dustin —le dijo al demodog, quitándose los lentes.
Se había acercado demasiado a la criatura, quedando a su altura.
—¿Nos dejarías pasar? —el monstruo rugió, abriendo la cara y dejando ver los afilados dientes—. Bien, lo siento, lamento lo del sótano para tormentas, fue... soy un idiota, lo sé. ¿Tienes hambre? ¿Si? Traigo tu favorito.
Y dicho esto sacó un empaque de su mochila, Dart gruñó y se acercó a él para recibir el chocolate. El demodog comenzó a comer y Dustin les hizo señas para que pasaran, todos se apresuraron para rodear a Dart, y salir del lugar. Rebecca sonrió levemente al ver que Dustin se despedía de la criatura, quien volteó su rostro hacia él para después seguir comiendo.
La chica volvió a cerrar el grupo y comenzaron a correr siguiendo a Steve, a lo lejos pudieron escuchar los rugidos de las criaturas y el túnel comenzó a temblar.
—¿Qué es eso? —preguntó Max.
—Ya vienen —anunció Mike—. ¡Corran!
El grupo corrió aún más rápido, a lo lejos ya se alcanzaba a ver la cuerda por la que habían bajado, Steve se colocó debajo de ella y cargó a Max para ayudarla a subir, después siguió Lucas, Mike y, cuando estaban por subir a Dustin, el suelo comenzó a temblar aún más. Rebecca abrazó a Steve y a Dustin con fuerza, sabiendo que iban a morir. Respiró con fuerza y ocultó su rostro en el cuello de Steve.
—Te quiero —susurró el chico.
—Yo te quiero más —respondió.
—Yo los quiero más —añadió Dustin, haciéndola reír.
El impacto nunca llegó, los demogorgons pasaron al lado suyo como si no existieran, ni uno de ellos se detuvo, los ignoraron y continuaron su camino. Rebecca sabía que era El, estaba cerrando el portal.
Ayudaron a Dustin a salir de los túneles y después subió ella, quien ayudó a Steve. Cuando todos estuvieron fuera, las luces del auto de Billy los deslumbraron, habían comenzado a brillar con mayor intensidad y al cabo de unos segundos volvieron a la normalidad.
—Lo logró —susurró Mike.
Muchas gracias por sus votos y comentarios<33.
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